«Juego de sombras», un poema para los noventa años de Mickey Mouse

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El universo del pixel tiene a un dios con orejas y rabo, el más famoso de los ratones que hace de la caricatura un vector de la estandarización de las formas de vida a nivel planetario.


 

Texto por: Samir Delgado

 

El ratón más famoso del mundo llamó la atención desde su pletórica irrupción en el universo de la ficción a manos de la fábrica Disney hace ahora noventa años.

Y precisamente en tiempo de Navidad muchas generaciones siguen haciendo suyo a este simpático personaje que siempre ha estado vinculado con series de animación y ha traspasado la pantalla para instalarse como uno de los íconos del capitalismo global en la retina de las grandes multitudes anónimas alrededor del globo.

El filósofo alemán Walter Benjamin desmontó desde sus inicios la parafernalia del ratón que encumbró a Walt Disney, aludiendo a que los espectadores identificaban su propia vida con la de un Mickey que confrontaba constantemente el miedo en sus múltiples periplos y hazañas.

Siempre astuto y entrañable, el personaje animado ha sido aprendiz de mago y violinista de los mejores conciertos de música clásica, emparentado con otros personajes de la talla del Pato Donald o Bugs Bunny, la figura inocentemente ilustrada, de una bonhomía inmortal por la gracia de su creador, capaz de salvar a Minnie ante cualquier peligro mortal y ser depositario de una infinita vocación para superar adversidades y asumir las más peligrosas aventuras de la videoconsola.

 

Imagen extraída de DeviantArt

 

Más allá de las fábulas de Esopo y la literatura del cómic, Mickey Mouse representa la quintaesencia de los cartoons, omnipresente y paradigmático, capaz de desafiar al Hades y a Cruella de Vil, interpretar el Ensueño de Schumann como nadie jamás y ser el ratón preferido para los ensayos futuros de la más avanzada Computer-generated imagery.

El universo del pixel tiene a un dios con orejas y rabo, el más famoso de los ratones que hace de la caricatura un vector de la estandarización de las formas de vida a nivel planetario.

Precisamente dos poetas mexicanizados de la generación del exilio republicano español aluden a Mickey en diferentes textos. El poeta Gerardo Deniz apuntó a la película «Fantasía» en un artículo aparecido en Letras Libres en 2001 —luego incluido en su libro «Paños menores»– y trata sobre el fenómeno de la película en el modo en que las obras de Chaikovski, Beethoven o Schubert habían sido desbaratadas, al igual que el crítico Jomi García Ascot —nacido en Túnez pero de ascendencia de un diplomático español exiliado en Distrito Federal– quien alude a la insoportable presencia de dinosaurios en cada una de las melodías y el propio Mickey Mouse hipostasiado eternamente en el repertorio de la música de alta cultura.

 

Imagen extraída de Flickr

 

Para estas fechas de conmemoración galáctica del noventa aniversario del ratón, hay un poema dedicado a Mickey en el más reciente libro del colombiano Sergio Laignelet, That´s all Folks! (poemas animados), publicado en la editorial Lebas en 2017, titulado «Juego de sombras» y en el que el roedor mediático hace que se proyecte en la pared una sombra de gato y su querida Minnie pierde el control de su vejiga: La vela oscila / en el cuarto oscuro // Mickey interpone su mano / entre la fuente de luz y la pared // con el pulgar / anular y corazón sobre la palma / índice y meñique flexionados / proyecta la sombra de un gato // Minnie se hace pis.

No es la mirada del poeta una provocación sin fundamento, el juego del ardid y la astucia como valor instrumental hacen del pragmatismo universal una filosofía de vida, Mickey Mouse siempre sale airoso, tras su filantropía amable se sumerge la fuerza motriz de lo consumible, la maquinaria Disney incorpora en todo escenario posible la presencia del ratón que hace del mundo un escaparate como guarida.

El poema del colombiano residente en Madrid, escenifica a la pareja Disney con su clásica capacidad de deconstrucción de los cuentos infantiles, solamente el poeta a solas frente al peso uniformador de la industria, así es como se puede asumir una mirada distinta capaz de sugerir una imagen que desconecte al dibujo animado de su carga mitologizadora, por medio del dispositivo de la ironía y el suculento tratamiento de un lenguaje efectivo la obra literaria de Laignelet también incorpora a Mickey Mouse, devolviéndole a través del poema —y de algún modo– ese grado de humanidad que lo hizo universal.

 

Imagen extraída de PxHere

 

Es el doble de Mickey jugando a las sombras chinescas, como en la obra de Andy Warhol de 1981 donde su duplicidad, la alternancia de valores y el poder estar en dos sitios a la vez, hace del ratón nonagenario un símbolo del imperio del dólar.

 

Texto por: Samir Delgado

 

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