“La correspondencia”: cuando el infinito se combina con la poesía.

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En la más reciente película del director italiano Giuseppe Tornatore,  no sabemos muy bien qué es el amor y que cuerpo o forma va a adoptar.


 

 


Título original: La corrispondenza
Italia , 2016, 116 min.
Director: Giuseppe Tornatore
Guion: Giuseppe Tornatore.
Actores: Jeremy Irons, Olga Kurylenko, Shauna Macdonald, Darren Whitfield,Simon Meacock, Jerry Kwarteng.
Género: Drama
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Fabio Zamarion.


 

Tornatore, el cineasta italiano, recordado por Cinema paraíso (1987), y luego de hacer una película genial llamada La mejor oferta (2013), renueva su arsenal con una obra  para delirar, La correspondencia (2016) ,  desde un tema esencial y que hace que todo valga la pena como es  el amor.

Y lo que logra es una pirotecnia verbal, combinada con la astrofísica  y las súper novas muertas.

El resultante, una kamikaze estudiante y un profesor dedicado a las estrellas, es un estallido que raya entre la fábula, aquello que pudo ser y eso que es, y lo más singular: lo que será, sumado a un dominio de la ciencia, aquella que se dedica al estudio y el engrandecimiento del saber.

 

 

Tornatore le da giros inesperados a las películas, recordemos  La desconocida (2006), una mujer en busca de su hija, que siendo prostituta, algún día se la quitaron y uno como espectador sufre sus vicisitudes, y aunque  es una obra  más predecible, logra cautivar por sus altibajos.

Un profesor, de mucho prestigio, concentrado en aquello fuera de órbita, un día casual, en una conferencia, su vida logra obtener una trascendencia, casi para convertirse en inmortal.

Shakespeare decía que había una opción de atravesar la infinitud de la vida, y esa se lograba con la palabra.

 

 

La Correspondencia (2016), es una pugna y un intercambio de pareceres, de declaraciones mutuas, de estrellas  y asuntos donde coinciden las galaxias, y al tiempo, colapsan y hacen que surja ese misterio del sentir.

El infinito no tiene cómo comprenderse, hay intersecciones que nos acercan a su mediana delimitación para conocerlo. Sin embargo, es un desafío, pues por fuera de esta aldea hay multiversos, es decir, expansiones que no cesan.

De igual modo, la poesía, es una invitación a la sugestión, al avivamiento de las emociones, no cesa su capacidad comunicativa  como tampoco es posible asumir un modo único para su representación.

De tal manera, que en la terrenalidad, una chica joven es experta en hacer escenas de riesgo, de extremo, donde la vida pende de un hilo.

Por el otro lado, el profesor es un experimentado observador del universo y su magno esplendor. Su vida transcurre en ofrecer conferencias y escribir, de simular, de acudir al enigma del peligro y la acción continua.

 

 

Estos dos seres, no tienen tiempo, ese otro azote del devenir humano que hace estragos o que invoca la frescura del pasar cuando todo se junta y permite que se concrete la maravilla.

 

La película exagera en ese amor desbordado, no tiene cómo precipitarse y hasta es tan dulce que molesta. Pero, en su justa definición, Tornatore le da un toque de encantamiento.

 

La pregunta a resolver es cómo una pareja de enamorados, logra mantener viva su pasión e intensidad, teniendo en cuenta que cuando la materia viva ya no se encuentra presente: ¿es posible sostener la chispa encendida?

Lo que vemos es artificioso, tanto como la película Her (2013), donde Samantha, un sistema operativo, logra ser la amante seductora de Theodore, y luego él se da cuenta que también hace lo mismo con más de diez mil.

De modo igual la joven estudiante, y hasta el espectador, se encuentran presos por descubrir cómo ese profesor desarrolló un modo de comunicación tan milimétrico que sigue generando ideas y acompañamientos a esa chica que tiene situaciones de su vida por resolver, incluida su tesis de grado que también es sobre el amplio e inimaginable campo del multiverso.

 

 

El genio de Tornatore, de más de sesenta años, y luego de haber hecho una película con desborde de talento, con intrigas, suspenso, un drama desarrollado que captura al público y lo mantiene en vilo, recae ahora sobre un hecho que contiene todos los demás, o para decirlo al estilo platónico, un punto que tiene todos los puntos.

No sabemos muy bien, qué es el amor y que cuerpo o forma va a adoptar, pero podemos saber un poco más de los posibles límites del universo, ambas canteras nos facultan la expresión.

Tornatore las combinó y su película, aunque con mucha cursilería, nos da un encuentro de multiversos.

 


 

John Harold Giraldo Herrera. Docente Asociado. Universidad Tecnológica de Pereira. Periodista y documentalista independiente.

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