La salsa: una manera de contar y bailar historias con mucha pimienta

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…si recordamos que la salsa no es un género musical sino el nombre comercial de la reunión de músicas afrocubanas y antillanas, entonces en Colombia ya teníamos salsa antes de que la industria la llamara así


 

La salsa, más que alegría y baile, es un ritmo portador de una cultura – o, como dicen algunos- de un estilo de vida.

En todo caso, no es propiamente lo que denominan “Un género musical”.

Para entenderlo, es necesario hacer un viaje musical por la historia de lo que ahora se conoce como “salsa”, y así descubrir que la influencia de ritmos como el son y la rumba, así como la mezcla de instrumentos musicales ha hecho que por más de un siglo estemos disfrutando, bailando y celebrando esta suerte de caleidoscopio musical.

La salsa no es un género musical. La salsa puede considerarse como un movimiento musical y cultural porque allí hay muchos ingredientes que provienen de distintas músicas folclóricas de distintas partes del Caribe. Robert Téllez – Locutor, autor e investigador de música afroantillana

 

Evolución musical

El acontecimiento más antiguo proviene del tiempo de la esclavitud, por allá en el siglo XVII, cuando en medio de la colonización española en territorio cubano, se armonizaron los instrumentos de percusión africanos, que en su mayoría provenían del pueblo Yoruba (instrumentos que usaban para invocar a los dioses con el fin de adquirir fuerza para sobrevivir), con los instrumentos de cuerda, como el violín y la guitarra, de la contradanza española, formando el género musical más importante de Cuba hasta la actualidad: el Son, y que dio origen a multitud de subgéneros, incluso hasta lo que hoy conocemos como Salsa.

 

 

Los pueblos Yoruba que llegaron a Cuba, sobrevivieron a la tragedia de la esclavitud a través del guaguancó y el son”. Diana Uribe – Periodista especialista en historia

El son empieza a vislumbrarse en el contexto de la abolición de la esclavitud en Cuba, y se convierte en la historia del pueblo negro, al ser el medio por el cual se compartían las historias de sufrimiento, lucha, trabajo forzado, resistencia, y celebración.

En adelante, el son sufrió una y otra vez un proceso de fusión con géneros como la rumba y el merengue para dar a luz otros ritmos conocidos con el nombre de son montuno, el mambo, la pachanga, el chachachá, y la timba.

La Sonora Matancera, la orquesta más importante y con mayor proyección internacional de Cuba, es una clara muestra de lo que es el son, la rumba y todas sus fusiones, escuchándose en su repertorio la llegada próxima de la salsa moderna.

 

 

Entonces ¿Qué es la salsa?

La música salsa se estaba tocando mucho antes de llamarse así, pero tenía un nombre diferente: música afrocubana. Es hasta los años 60  cuando empieza a tomar fuerza en el mercado el nombre de salsa porque era “más pegajoso”.

En 1968, año en que tuvo lugar una histórica presentación de Richie Ray y Bobby Cruz en Cali, el dúo decide hacer una parada en Venezuela antes de pasar a Colombia. En el país vecino dieron una entrevista para “La hora de la salsa”.

En medio de la entrevista el locutor pregunta qué es lo que tocan y Richie contesta que a lo que hacen le ponen sabor, así como la salsa de tomate le da sabor a la comida. Escalona, locutor y entrevistador, suelta la contrapregunta: “¿Entonces lo que ustedes tocan es salsa?”; y remata, “pues, damas y caballeros, vamos a escuchar ahora la salsa de Ricardo Ray y Bobby Cruz”.

 

 

El cuento no termina allí. Gracias a esa entrevista es que el disco de Richie Ray y Bobby Cruz publicado en 1968, “Los Durísimos”, pasa a tener el apellido “Salsa y Control” en la portada. Detrás de ellos, otros músicos empiezan a acoger su sonido bajo la etiqueta de “salsa”.

A partir de este momento es que se empieza a llamar comercialmente “salsa” a los ritmos afrocubanos (guaguancó, son montuno, pachanga, guaracha, y chachachá) que cuentan con arreglos que vienen del jazz norteamericano.

Es aquí cuando se puede decir que la salsa no es un género musical: es más una marca comercial.

 

¿A qué le llamamos salsa?

Bajo el nombre de “salsa” entra el movimiento neoyorquino de música latina, reuniendo inmigrantes de Cuba, Puerto Rico y otros países que, si bien no vivían subyugados ante la esclavitud, sí padecían ese desarraigo que llevó a los africanos a refugiarse en la música en primer lugar.

 

 

En medio la guerra de EE.UU. en Vietnam, la lucha por los derechos civiles y el embargo a Cuba, se creó un laboratorio en el barrio latino de Nueva York en el que se mezclaron los ritmos antillanos con influencias del jazz norteamericano.

Con el aislamiento de Cuba, muchos de sus músicos emigran creando una oportunidad para los salseros, quienes aprovecharon este hecho para tomar canciones auténticas cubanas y versionarlas.

Incluso las orquestas puertorriqueñas aprovecharon el momento para echar mano de viejas composiciones.

Es por eso que canciones memorables de la salsa como Fuego en el 23 y Hachero pa’ un palo se asocian al repertorio de la Sonora Ponceña de Puerto Rico y no a su autor original, Arsenio Rodríguez, músico cubano que popularizó el son montuno.

 

 

El contexto sociopolítico de los latinos en Estados Unidos y la influencia de la canción cubana fueron determinantes para marcar el estilo lírico de la salsa neoyorquina, un estilo de letras nostálgicas que relatan historias de barrio en un lenguaje universal.

Es así como la salsa conquista el mundo con la dura realidad de sus letras, empoderando a los latinos del mundo.

Se crea un gran movimiento cultural que representa la voz y el sentir latino, sus bailes, su raza y su historia misma, donde podemos encontrar grandes canciones de la Fania, como Las caras lindas (de mi gente negra) y Anacaona, éxitos que trajeron de vuelta a la memoria la esclavitud y las danzas de los aborígenes que se enfrentaron a los conquistadores españoles en República Dominicana.

 

 

¿Cómo llegó la salsa a Colombia?

El son y la salsa no eran cosa exótica para el colombiano común, porque cuando estas prácticas arribaron a suelo nacional en formas más modernas, sus bases eran parte de la memoria colectiva nacional, continuando vivas…” Fernando España, Disc-jockey e investigador

Es aquí donde la historia cubana y la colombiana confluyen para explicar el nacimiento del fenómeno salsero en el país.

Desde la mirada discográfica, se puede decir que la salsa hecha en Nueva York entró a nuestro país casi de manera simultánea en los años 60 y 70, pero si recordamos que la salsa no es un género musical sino el nombre comercial de la reunión de músicas afrocubanas y antillanas, entonces en Colombia ya teníamos salsa antes de que la industria la llamara así. Es más: hay registro sonoro de la agrupación pionera que aún está vigente.

Su historia va amarrada la creación de los primeros ingenios azucareros en Colombia a finales del siglo XIX en la región del Valle del Cauca y la costa norte del país.

Con el ingenio y sus plantaciones llegaron trabajadores cubanos que fueron traídos para enseñar sus saberes en el manejo de los cultivos de caña, ya que desde la colonización, la isla se convirtió en productora de azúcar.

 

 

Así, nace en 1930 el Sexteto Tabalá, la primera agrupación colombiana que creó un nuevo subgénero a partir del son montuno y la música costeña: el son palenquero, hecho en San Basilio de Palenque, asentamiento cimarrón y primer pueblo libre de la esclavitud en América.

Sus inicios fueron en 1928 bajo el nombre de Sexteto Habanero de Palenque. Armados con totumos nativos como maracas, crearon su propio bajo palenquero, recibieron la marímbula cubana y aprendieron a hacer las congas y el bongó con la madera de la zona para replicar el formato del Sexteto Habanero de Cuba.

Tiempo después de tocar canciones ajenas, el sexteto se hizo dueño del son montuno y lo fusionó con el bullerengue, la cumbia y la chalupa propias de la región. Incluso cambiaron de nombre gracias a un periodista cartagenero y por eso hoy los conocemos como el Sexteto Tabalá, los reyes del son palenquero.

Con este primer hecho, es necesario pasar a los pioneros de la salsa colombiana, recordando nombres como el de Roberto de la Barrera con su charanga Pa’ los cocacolos y el músico Michi Sarmiento y su combo bravo. Aunque Michi es saxofonista y también hizo folclore costeño, es reconocido por su importante aporte a la salsa colombiana.

 

 

Dentro de ese intercambio de discos y de músicos sucede una de las anécdotas más mencionadas en la historia de la salsa colombiana porque de aquí sale uno de los salseros más famosos de nuestro país.

Los Corraleros de Majagual, en 1966, tocan en Nueva York alternando con el conjunto de Johnny Pacheco. Allí, la banda costeña se enamora de la salsa y regresa a grabar temas salseros, algo atípico para un grupo folclórico de porros y cumbias colombianas.

En 1970, la agrupación publica “Esta si es salsa!”, disco que incluye descargas y charangas como Mondongo y Don Eliseo, un cover de Don Maceo de Louie Ramírez en el que suena la fusión de la salsa con el acordeón.

En la foto de portada del disco se ve a Lisandro Meza, músico corralero que grabó el disco «Salsita mami» como Lisandro Meza y su conjunto en 1970. El LP incluye covers de varias canciones como Arrebata, jala jala de Milton Zapata, y el clásico Sabroso guaguancó de Celia Cruz con La Sonora Matancera.

 

 

En materia discográfica se podría decir que Fruko es el pionero de la salsa en Colombia, aunque ya en Santa Marta y en Barranquilla venían trabajando músicos como Michi Sarmiento. Robert Téllez – Locutor, autor e investigador de música afroantillana

Joe Arroyo es quizás la confirmación de la identidad de nuestra salsa. Tras hacer parte de diversas agrupaciones, entre esas Fruko y sus Tesos, montó su propia orquesta La Verdad con la que se mantuvo fiel a las líricas con historias de raza y pueblo, fusionando la salsa con música costeña y caribeña hasta inventar el “Joeson”, un sonido que solo el Joe tuvo.

Al hablar del Joe es necesario abordar su tema más popular: La Rebelión, una canción suya en la que confronta la historia colombiana con la memoria de las negritudes. Es un canto de esclavitud y de lucha por la libertad que la cultura musical convirtió en un himno más de Colombia.

 

 

Por canciones como esta es que la salsa es la gran contadora de historias latinoamericanas.

La primera vez que la canté en España, allá en el Ayuntamiento, con la Reina y el Rey a bordo, traté de acomodar la letra y la gente me saltó y me dijo: «No, no. ¡Cántala como es!». Desde entonces es el himno de mi canto”.  Joe Arroyo, Entrevista para la revista Rolling Stone

Otro de los grandes personajes y exponentes que vino detrás fue Jairo Varela con su Grupo Niche. Fundado en 1979, exploró la vigorosidad de la salsa y, según el investigador Robert Téllez, fue una orquesta que logró interpretar el cambio hacia la salsa romántica que inició en los años 80 con la baja de popularidad de la salsa, movida que catapultó al grupo y convirtió el disco “Cielo de tambores” en su disco más vendido y en uno de los 50 discos más importantes de la música latina según la revista Billboard.

El Grupo Niche traspasó las fronteras de Colombia y se posicionó al punto de compartir escenario con la Fania All-Stars, ir de gira por varios países y llenar estadios en diferentes ciudades.

Simultáneamente, la incorporación al repertorio colombiano de la Orquesta Guayacán de Alexis Lozano con su inconfundible fusión contundente de salsa y aires del Pacífico le dio un impulso más más al estilo colombiano de hacer salsa, hoy reconocido a nivel internacional.

 

 

 

Cali pachanguero

A Cali se le conoce como la capital mundial de la salsa y ya no es posible hablar de salsa en el mundo sin mencionarla, así como es imposible pretender equiparar la penetración de la salsa en el resto del país con el caso caleño.

De hecho, no se le puede comparar con ningún otro lugar en el planeta. Y fue el baile el determinante que selló el vínculo entre Cali y salsa.

Esa música de barrio latino en Nueva York llega a los barrios caleños, en donde se encontraban vacíos, y con su corte rebelde hace que el caleño se sienta identificado con letras que le cuentan de una situación similar: la lucha por un lugar en el mundo.

 

 

Tras décadas de escuchar a las estrellas cubanas, entra a Cali la salsa neoyorquina con ese arrebato propio del caleño, pero no es hasta una Feria de Cali que la historia musical de la ciudad se parte en dos y la salsa se asienta para echar raíces: el concierto de Richie Ray y Bobby Cruz en 1968.

La historia de este concierto se encuentra narrada en ¡Qué viva la música! de Andrés Caicedo, el autor que puso en papel la fuerza del fenómeno salsero en Cali y con esto le entregó a la ciudad una identidad que tuvo en el limbo y que ya podía darse el derecho de asumir para apropiarse de ella.

Cali y Salsa se vuelven sinónimos, porque sin importar de donde venga, la salsa ahora hace parte de la idiosincrasia caleña. La prueba de esto es que Cali ha crecido cultural y económicamente en torno a la salsa: 127 escuelas de baile por toda la ciudad, el Mundial de Salsa, la Feria de Cali, los bares y coleccionistas que tienen discos que ni los propios artistas recuerdan haber grabado y, por supuesto, su estilo de vida cien por ciento salsero.

La salsa despierta en nosotros la memoria genética que heredamos de nuestros cimarrones y es por eso que hemos nacido para gozarla y disfrutarla sin ninguna vergüenza”

Esa declaración de principios sintetiza lo sugerido al comienzo: que más allá de su ritmo pegajoso, la salsa es portavoz de una cultura, con todo y el estilo de vida que lleva a cuestas.


Clásicos y exitos de la Salsa

 

Amante de la naturaleza, el deporte, y la aventura. Guía de turismo. Instagram: pipe_ospina_traveler

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