La Cebra que Habla se complace en presentar algunos versos de la obra, La última mujer, poesía inédita, 2018 de Carolina Hidalgo. A propósito sobre los estudiantes, las marchas, las huelgas y los derechos a una educación de calidad en Colombia.
Por: Carolina Hidalgo
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Ruido de medio día la multitud en los buses
el hambre y el estrés
semáforos y trancones
sombra de árbol paraíso perdido
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aquél que tenía prisa
ahora está cansado
nosotras que soñábamos ahora estamos verracas
un poco de negligencia
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Aquí no hay cultura, solo desempleo
entre el desempleo una no puede detenerse y crear
El estudio cavila entre la aridez presupuestal
qué es aridez presupuestal sin cultura
si hubiese cultura nos detendríamos a estudiarla
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el hambre es indiferente y la vida se hunde en los impuestos
si por lo menos hubiese cultura entre el desempleo
¡Maldita aridez presupuestal!
trampa de osos indefensos que no pueden utilizar sus garras
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no puede uno ni prepararse ni redimir ni decidir
ni siquiera hay asilo en la aridez presupuestal
solo sonido seco de las monedas sin nación
ni siquiera hay razones en la aridez presupuestal
sino rostros perdidos que refunfuñan y padecen
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si solo persistiera la cultura
no bombas ni las noticias amarillas rebuznando
canto de cultura sobre un desempleado
pero no hay cultura
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¿Quién es esa niña que te mira directo a los ojos?
Cuando cuento, solo estamos dos, ella y yo, juntas
Pero cuando pienso de mí sobre mi destino nubloso
Siempre hay una niña que mira directo a los ojos
Desafiando segura en un halo inocente, benigno
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Imagen del río Heráclito
Qué preguntas son esas que retumban
por los edificios financieros, tropezando en las esquinas
de una ciudad ahogada por el falso testimonio
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Este apabullante terror en medio de la aridez presupuestal
bajo la mortecina evidencia del tiempo suena
sobre las agotadas cabezas dentro de la habitación
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Allí está la pequeña habitación donde sólo habita el silencio,
No tiene lujos y la luz es escasa,
Los quejidos vanos a nadie pueden importar.
Sólo un perro se rascaba en la puerta y ladra:
Wau, wau, wau, wau, wau al hambre de un loco.
Luego llegó una vecina compasiva, trayendo comida.
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Haiti estaba famélico y la asistencia frágil
Esperaban la comida, mientras los grandes hipermercados
Se quebraban a lo cerca, sobre el dólar.
El país se cayó, se sentó en espera.
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Qué vida es esa sobre el desempleo
marchas y rebusques y consignas en las paredes mudas
bolsas se derrumban
Nueva York, Londres, Bogotá
Haití, Japón,
irreales.
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Una mujer alimentó a su pequeño hijo
concedió una frágil esperanza, amor
Pancartas de colores indistinguibles gritaban
en el tráfico detenido, y aplaudían sus consignas
carros muertos en la acera
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lluvia de flores que daban alegría
se oían besos dentro de pantallas encendidas y atestados cafés.
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Entonces habló la estudiante:
-¡Eh! ¿Qué hemos concebido?
Amigos míos, la indiferencia que hiela el corazón
La permisiva ignorancia de un Juicio sin valor
Un gobierno en apariencia no puede salvar a nadie
Por eso y eso es solo por lo que hemos asistido
a la Otra Colombia.
No será registrado en nuestros cara-libros
Ni en las grabaciones que cubren la mañosa televisión
Ni bajo las ordenes que rompe el estresado obrero
Sino en la historia viva
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Urra! Hurracos: he oído la bala adentrar en la carne dos veces
muchas veces pensamos en la bala, cada cual en su testimonio
pensando en la bala, cada cual asegura un testimonio,
pero al almuerzo, difusas noticias
rememoran por un momento a una víctima parecida:
un líder campesino, una lideresa indígena, una ama de casa.
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-¡Paz! ¡Paciente! el profesor opinó
Recíprocamente a la joven voz
-El siglo está confuso, tu corazón puede
recíprocamente a la razón, puliendo sensible
a la vigorosa voz.
§
Me senté en la ventana a pensar, con las nalgas acomodadas al marco,
la seguridad del gobierno está confusa, confusa, confusa
¿Pondré por lo menos orden a mis ideas?