Lo que la economía se llevó

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La economía iba bien, sus altibajos no me preocupaban. Dicen que los grandes mercados se sacudían, pero la gente para la que trabajo siempre tiene desventajas económicas, es un mundo de esfuerzos y nuevos comienzos financieros. Pero cuando el mundo paró de repente, la ciudad se detuvo y a pesar de vivir en una de las urbes más ruidosas de Colombia, todo se silenció, la gente tenía miedo, no se salía a trabajar, el afuera representaba una amenaza. 

Mis noches se volvieron cortas, y en medio de ellas llegaron unos cantantes nuevos, no era La Fania, era aún más hermoso. Con la luna llegan los cantos o lo que creo que es un coro entre aves. Llegaron nuevos habitantes a los árboles cercanos, unos vecinos desconocidos. Asimismo aparecieron fotografías hermosas, testimonios de paisajes ocultos, hasta algunas claras tardes capitalinas en donde aparecieron los gigantes encanecidos.  

Foto por formulario PxHere

Me desvelaba el miedo, las cuentas, las curvas, los enfermos, pero sobre todo un mundo que no sabía que existía, la intensa conversación de las aves a la luz de las estrellas; me parecía increíble que yo, salida de un lugar pequeño, con una majestuosa cordillera nunca había tenido noticia de que las aves empezaran sus cantos a las tres de la mañana, qué madrugadoras y adorables.

Tanto me animé por la belleza y la novedad de su canto, que me uní a una investigación de paisajes sonoros y entonces una nueva posibilidad nació entre ellas y nosotros: que pudiéramos existir en la misma ciudad, que los monos estuvieran por los parajes de los ríos, que los venadillos pudieran bajar a recorrer los bosques urbanos, que las cumbres nevadas fueran visibles desde mi ventana y que mi aire no tuviera el hedor de las zonas industriales cercanas.

¿Cómo podía haber tanto miedo y tanta belleza unida?

Foto por formulario PxHere

Pensaba que, igual que yo, todos iban a amar este nuevo estado en que el hombre se callara para oír a la naturaleza, para respirar un mejor aire, sentir la brisa del atardecer sin polvo, smog o lluvia ácida. Todos piensan en nuevos comienzos, distintos, algunos aspiran a los mismos, sobre todo los agentes económicos (que son la mayoría). Especialistas y neófitos empezaron a contraponer una vieja fórmula: economía o salud, economía o naturaleza, economía en incesante crecimiento o hambruna. Lo que yo considero una falsa dicotomía, que se usa para tener la opción de no poner en crisis un modelo que es insostenible  en lo social, lo ambiental y lo ético.

Voces fuertes como las de Saskia Sen o Manuel Delgado promulgaron un manifiesto de reorganización de la ciudad tras la covid-19. En él abogan por una reorganización de la movilidad, una renaturalización de la ciudad, una desmercantilización de la vivienda y un decrecimiento del fenómeno urbano (https://www.archdaily.co/co/941897/manifiesto-por-la-reorganizacion-de-la-ciudad-tras-el-covid-19). Pero ellos no son los únicos; Georgescu-Roegen, desde la década de los cincuenta, hasta Sack y Rowther, han planteado innumerables vías alternas para una teoría neoclásica de la economía que  impone el crecimiento ininterrumpido, creciente y sin límites.

Para que ni los pájaros, ni los paisajes, ni el aire puro nos abandonen por el temor de no ponernos en crisis pensando en nuevas formas de habitar el mundo, más pausadas, menos centradas en la concentración de la riqueza y en el consumo insaciable, más equitativas y que valoren lo realmente importante para los seres humanos: la sobrevivencia a largo término. Los cambios en la macroeconomía son impostergables. Como lo son las pequeñas batallas domésticas por generar hábitos de vida menos dañinos con el ambiente. Ambas deben tener igual valor; unos y otros son nuestra responsabilidad, nuestro gran desafío. Todos aportamos algo en esta causa, yo por lo pronto, apago mi televisor, callo a O’hara, imagino nuevos futuros y en silencio escucho a mis nuevos vecinos, las aves.

Colaboradora de La cebra que habla – Administradora del Medio Ambiente, magister en Urbanismo, me he dedicado a la planificación y gestión territorial. Participo como investigadora en el grupo de Simboanálisis desarrollando una investigación sobre los ríos urbanos. Soy actriz y directora de teatro, vinculada al grupo La Memoria de la ciudad de Pereira.

12 COMENTARIOS

  1. Un planteamiento ideal amiga, yo lo difundire pues nos ahoga el mercantilismo que engaña y nos lleva al egoísmo e inconciencia.

    • Gracias Mario por tu difusión en la academia mexicana. Ya ves que toda latinoamerica tiene en común muchos egoísmos. Te recomiendo la entrevista a Gastón Soublette (mayo,2020) desde Chile, tiene invaluables aportes.

  2. Es una apreciacion muy sensible, hermosa y creativa de lo que nos puede dejar esta pandemia una maravillosa oportunidad de transformar nuestras vidas. Mil gracias por expresarlo de esa bella manera.

    • Este es un periodo de transformaciones en lo individual y lo colectivo, esperemos estar a la altura de los aprendizajes. Gracias por la lectura del texto.

    • Son muchos los regalos de la pandemia, sin duda, lo importante será capitalizarlos para un mejor futuro. Gracias Paola.

    • Si Claudia, la ciudad debe tener cabida para todos, la inclusión puede ser para todas las especies. Y al ver el poder regenerador de la naturaleza es posible que muchos centros urbanos piensen en estrategias para integrar la biodiversidad a ellas.

  3. Anita, lindo relato, buena construcción, nunca ha perdido la función senti-pensante de ese gran ser humano que es Usted. Felicitaciones.
    Le recomiendo a Zigmund Baumann, – la sociedad moderna liquida-. Su redacción es similar a la suya.

  4. Estimado Javier por tu recomendación, es sin duda uno de los impostergables (Baumann). Lo voy a ver desde su prosa y nuevamente gracias por tu lectura.

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