Mi cercanía a la Bauhaus

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El concepto de Diseño Básico buscó afianzar en el alumnado la concepción de lo matérico, de lo artesanal, un vínculo que el diseño industrial no podía abandonar, tal como abruptamente lo hizo la industria capitalista produciendo objetos sin belleza mientras que en la Bauhaus como recuerda Argán:

El producto standard elimina la mediación del objeto como cosa correspondiente a una utilidad práctica y determina el contacto directo del público con el valor o la “calidad” de la forma.


 

En 1959, estando ya en Madrid, tuve la oportunidad de hacer amistad con varios críticos y artistas que defendían entonces la actitud de los llamados movimientos de nuevas búsquedas visuales y del llamado Arte Concreto, así como del Diseño Industrial.

Era la presencia teórica de la HFG de Ulm versión de la Bauhaus en la postguerra y en la cual el magisterio de Max Bill y de Tomás Maldonado fue tan importante que su benéfica influencia llegó al Instituto Tecnológico de Milán y supuso un método de investigación frente al nuevo capitalismo surgido durante el llamado Milagro Alemán.

Y esto es importante al hacer un balance sobre lo que supuso la Bauhaus histórica como planteamiento del diseño industrial, de un nuevo urbanismo, de un nuevo teatro y desde luego de un nuevo concepto del arte dentro de una sociedad abocada a una definitiva crisis de valores y por otro a la presencia maligna del nazismo.

 

Edificio Bauhaus en Dessau, Alemania. Imagen extraída de Wikipedia, autor Mewes

 

Este era el propósito del “Equipo 57” en sus búsquedas formales en medio de la pesadez del franquismo.

Walter Benjamín describe certeramente el interior burgués: los pesados muebles y cortinajes, los profusos bibelots, las caricaturas del arte, paradójicamente tomados como exhibiciones de “buen gusto” por parte de los llamados nuevos ricos: es de gusto lo que tenga un mayor precio.

La irracionalidad extrema que supuso el nazismo se basaba en otra expresión de “buen gusto” llena de ampulosidad, de ese retoricismo con que Albert Speer quiso volver a las grandezas de la antigüedad clásica.

La Bauhaus supone la voluntad de la razón ante estos desafueros, ante este predominio fatal de lo atávico.

La razón, como se ha dicho de la obra de Mies Van Der Rohe que incluye la poesía, la nueva poesía que nace de esta respuesta a los desafíos de una industria que llenó de polución los cielos de las ciudades y alienó amargamente la creatividad del obrero.

De este modo se plantea el pasar de la estética de la finesse al espíritu de lo geométrico ya que la tarea consistirá en recuperar la belleza convertida en valor de ostentación social para concederle otra dimensión bajo la perspectiva de lo útil.

 

Bauhaus logo. Imagen extraída de Wikipedia, autor Oskar Schlemm

 

Lo que se llamó Baunkust o sea en arquitectura la estrecha relación entre diseñar y construir, entre esta teoría acerca de una realidad cambiante y una praxis donde se define la conciencia de un nuevo homo faber.

El concepto de Diseño Básico buscó afianzar en el alumnado la concepción de lo matérico, de lo artesanal, un vínculo que el diseño industrial no podía abandonar, tal como abruptamente lo hizo la industria capitalista produciendo objetos sin belleza mientras que en la Bauhaus como recuerda Argán:

El producto standard elimina la mediación del objeto como cosa correspondiente a una utilidad práctica y determina el contacto directo del público con el valor o la “calidad” de la forma.

Este diseñar de nuevo la realidad se inscribe en la conciencia de Joyce, de Pavese, de Eliot de volver a nombrar el mundo, de crear la nueva interioridad bajo una nueva poética.

Al ver hace dos años en Nueva York una retrospectiva de la obra de Moholy-Nagy pude constatar el alcance de esta nueva visión al enseñarme a ver la realidad bajo otras asociaciones de imágenes, bajo otra gramática de la imagen que ahora se habían convertido para mí en metáforas de la luz y la libertad.

El nazismo cerró por subversiva la Bauhaus y curiosamente en pleno auge de la Social Democracia, superada la postguerra, la nueva Bauhaus de Max Bill y de Tomás Maldonado fue cerrada por sus retos a la nueva industria de la fealdad en la cual también el precio de un objeto determina su supuesto “buen gusto”.

 

Continuidad (también llamado “Coloso de Frankfurt”) es una escultura completada en 1986 por el escultor suizo Max Bill (1908-1994). La obra de arte de 80 toneladas, una de las esculturas de granito más pesadas del mundo, se encuentra en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno, en las torres gemelas del rascacielos del Deutsche Bank. En 2007 y 2011, la escultura se trasladó a pocos metros de su ubicación original en el patio de los dos rascacielos; Su ubicación actual es una zona verde al lado de la sede de Deutsche Bank. Imagen extraída de Wikipedia, autor Frank Behnsen

 

En Colombia han existido grandes artistas geométricos, pero nunca prosperó –lo digo por mi experiencia académica- la voluntad de lo geométrico puesta de manifiesto en el diseño integral y nos hemos contentado con ver crecer la fealdad alrededor nuestro como expresión de la irracionalidad política.

Gropius habló del espacio normativo como ese espacio que permite la creatividad del usuario para definir su hábitat y no su resignada aceptación de los objetos impuestos por el comercio a su espacio de vida.

Y esta invitación liberadora es la demostración de la vigencia del legado de la Bauhaus para siempre.

 

Darío Ruiz Gómez. Es un escritor, periodista, teórico del arte y el urbanismo, crítico literario y poeta colombiano nacido en Anorí en 1936.

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