Sobre la verdad

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Y esto es Historia no rumor.


Texto a ser publicado en el periódico El Mundo de Medellín.

 

El escándalo desatado a raíz de la presentación del video donde aparece Petro  empacando fajos de billetes   ha sido utilizado por  algunos medios de  información  para relativizar  un hecho arrojando  sobre éste un velo de ambigüedad.

Lo importante para  este amarillismo   consiste en convertir  una grave falta a la ética por parte de un reconocido  político  en una telenovela  donde el  suspenso  cumple la  tarea  de arrojar la duda sobre algo  constatado,   ya que   su objetivo consiste en relativizar la verdad.

Relativizar la verdad es despojarla de sus contenidos morales haciéndola superflua, convirtiéndola en flash informativo.

El verdadero periodismo parte de la reflexión de aquello sobre lo cual informa porque considera que cuenta con un lector  crítico. Entre  la procacidad de Petro  y su  gesto lleno de la  avidez  de un avaro y este tipo de descrédito de lo que veo  no hay diferencia alguna.

 

Imagen extraída de: Pulzo.com

 

Es el autismo  de quienes  pretenden eludir mediante la relativización de la verdad su responsabilidad ante la ciudadanía. ¿No fue grotesco aquel espectáculo de los carros recogedores de la basura comprados en Estados Unidos, ya deteriorados?  Se banalizan los hechos para banalizar al protagonista de los hechos,  para que al  final nadie  sea culpable  ya que todos podemos llegar a serlo.

¿Bajo qué presupuestos morales tendríamos que enfrentar a la llamada Comisión de la Verdad?

Si a lo largo de los años he leído los artículos de Francisco de Roux, mi gran formación política me  sirve para  identificarlo con  la Teología de la Liberación,  ese sector de los Jesuitas  proclive al más radical de los mesianismos : su estrategia para disfrazar sus verdaderas intenciones recurriendo a oportunas citas de los Evangelios.

Lectura objetiva la que hago  de unos textos siguiendo las  normas de la más estricta hermenéutica  política. Pongo un ejemplo: el fallido intento de las FARC de convertir Urabá en una República Independiente y que terminó en las más inicuas masacres de trabajadores de Sintraunal.

 

Foto extraída de: Diario del Sur

 

Alfredo Molano  a quien, hay que reconocerlo, nunca ocultó su simpatía por las Farc  tal como lo pone de presente el enfoque que le ha dado a sus estudios  culturales, ha conocido igualmente y desde una posición privilegiada la verdad sobre lo que supuso el proyecto planteado por el Comité Central de Partido Comunista sobre la toma de Colombia a través de la combinación de distintas formas de lucha.

Y esto es Historia no rumor.

Pero recordemos que no hay verdad sin justicia y que quienes diferenciaron la justicia revolucionaria para justificar las masacres no pueden recurrir ahora a los principios de la justicia “burguesa” que sí establece diferencia  entre humanismo y terror, tal como lo demuestran los juicios al totalitarismo  donde aquello que se juzgó y se  seguirá juzgando  es un proyecto inhumano  al cual se sacrificaron millones  de víctimas.

Esta columna  da fe de que en el momento preciso condené  los crímenes  del paramilitarismo, de manera que lo que no se puede es descalificar  a quienes manifiestan su desacuerdo con la pretensión de imponer una sola verdad,  lo cual cerraría las  puertas a la reconciliación pues negar el derecho de las 65.000 víctimas de las FARC a tener voz  es negar la pluralidad democrática.

 

Imagen extraída de: Diálogos de Paz

 

Nadie conoce más sobre la verdad de estos hechos que de Roux y Molano, repito y sobre lo que surgió con la irrupción del  paramilitarismo, la muerte de Manuel Cepeda, el atentado contra Aída Abello, los relatos que vivió Karyna directamente.

Y estos son debates nacionales que no se han propiciado, por desgracia, o que se están tratando de ocultar.

Darío Ruiz Gómez. Es un escritor, periodista, teórico del arte y el urbanismo, crítico literario y poeta colombiano nacido en Anorí en 1936.

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