Una forma de motivar la lectura: La Caverna de José Saramago. (II Parte)

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Como aparición al acecho, me esperaba en el celular la página de SER Podcast, un libro de una hora que ofrecía la lectura del texto arriba descrito, como respuesta a una inquietud nacida para realizar una serie de entregas a La Cebra Que Habla. Decidí adentrarme en ese lugar que inició con la introducción de Antonio Martínez Asencio presentando la obra: “José Saramago es un autor esencial que ha explicado como pocos el mundo que nos ha tocado vivir. No solo ha construido una obra de una grandísima calidad literaria, innovadora, profunda, sino que además ha sido la conciencia del fin del siglo veinte, haciendo la labor que todos esperan de los auténticos intelectuales, removiéndonos, inquietándonos y haciéndonos reflexionar. La Caverna es una novela profunda que nos invita a plantearnos quiénes somos, y sobre todo qué sabemos de nuestro mundo. Más que nunca hay que leer a Saramago”.

Entre la magnífica lectura de una voz natural incitadora a escucharla, a la vez que en esa hora lee en forma condensada la obra, pero con sentido completo de ella, se escucha a Pilar del Rio, compañera del escritor, referenciando aspectos de la existencia del autor y cómo surgió la idea de escribir esta novela. Aquí aparece únicamente lo que ella expresa. Quizá en otra entrega leerán fragmentos de una entrevista a Pilar del Rio y un poema de Saramago.

Imagen de La Silla Rota.

“Un día en un congreso literario celebrado en la Universidad de Alberta en Canadá, José Saramago visitó un centro comercial y se quedó asombrado: el mundo estaba adentro, tenía playas y árboles, selva tropical y pistas de hielo, calles, terrazas, parques para niños y, obviamente todas las tiendas y todas las marcas de oriente y occidente. Era un lugar limpio, seguro, amable, construido para que los consumidores fueran felices. Más tarde, en conversación con amigos, José Saramago comentó que las antiguas catedrales y las universidades habían dado paso a los centros comerciales, y que esos centros del consumo son los que convocan, estimulan y de alguna manera forman a los hombres y a las mujeres de este tiempo. Aquella visita prendió a José Saramago; por otro lado, otra visita a un museo de artes populares en Brasil, y la confirmación de la pérdida de algunos oficios como el de alfarero y los avisos de la construcción de un gran centro comercial a la entrada de Lisboa, se convirtieron en piezas que iban encajando y construyéndose como la base de un libro al que por nada del mundo quería renunciar”.

Después del Nobel aparecieron en la vida de Saramago personas que antes no estaban, le llegaron invitaciones tentadoras para que pasara a la otra orilla del sistema; algunos cortejos que hasta entonces no habían sido verosímiles se produjeron, hubo puertas que se abrieron como tocadas por la magia, y todo eso le hizo pensar en la alegoría de La caverna de Platón, en si realmente se ve la realidad o es la proyección de la realidad sutil planificada lo que impera en el mundo y, en las distintas circunstancias de los seres humanos. Cuando llegó a Lanzarote, donde murió, se puso a escribir La Caverna, una novela en la que se narra la perplejidad de un ser humano que ha trabajado con sus manos y con su sensibilidad y, de repente, se da cuenta de que ya no hay lugar para él en la sociedad tecnificada donde lo que produce y es él, carece de utilidad.

El alfarero y su perro Encontrado, vivirán una serie de peripecias en torno a un centro comercial, es una novela de respuesta a quienes se preguntaban quién será José Saramago tras el Nobel; pues miren, un ser humano capaz de escribir sobre un humilde alfarero.

Pepe, Greta y Comoes podrían ser nombre de huracanes, pero son los perros que llegaron a la casa de José Saramago y se quedaron. Pepe conversaba con Saramago, sabían que decirse y hasta que pensaban, es el perro de las lágrimas del Ensayo sobre la Ceguera; Comoes fue el último en llegar, era alto, desgarbado, de pelo negro y rizado con una especie de corbata blanca que rompía la monotonía del color, Comoes no tenía características humanas, era un perro consciente de serlo sin aires de grandeza: comía, guardaba la casa, se peleaba con los pájaros y con el jardinero, se acercaba a los dueños con pasión animal, regalaba lagartijas que depositaba en las alfombras, jugaba con el viento y saltaba las escaleras sin acertar nunca en los peldaños, es el perro de La caverna, el simpático Encontrado que acompaña al alfarero y le da su calor.

Cuando José Saramago murió, Comoes se dio cuenta y lloró una noche entera, eran aullidos tremendos que nadie podía consolar, iba por los lugares de su dueño olfateando en vano, aullando, gritando desesperado.

En muchos lugares, muchas personas entendieron que este libro se podía leer, también como un pacto, un abrazo; el autor de Levantado del Suelo, estaba ahí y seguía escribiendo. La Caverna fue leída y contada en numerosos países, pero, en América Latina fue recibida de modo especial; talvez haya que leerla y releerla para comprender ciertas soledades de los lectores y, como algunos libros, siendo ficción, siendo literatura, acompañan y se detienen.

José Saramago escribió La caverna mirando las figuras de barro creadas por Dorotea, alfarera de Lanzarote: un hombre y una mujer desnudos capaces de la fertilidad y la vida y, tal vez deseando esa misma fertilidad creativa para la humanidad de la que formaba parte. En su casa se celebró el final de ese libro con emoción y muchos abrazos; ¡he terminado el libro! dijo. Era ya noche cerrada, pero hasta el cielo se iluminó.

José Saramago en la Conferencia de la estatua de piedra en 1.967, señala que La Caverna está publicada en la página de la Fundación que lleva su nombre. La Caverna es la visión de un mundo posible, donde los seres humanos querrán vivir dentro de los mismos espacios comerciales que les venden lo que necesitan o creen necesitar; es una metáfora de la vida en países desarrollados o en otros que no lo están, que se engañan a sí mismos, en virtud de una prosperidad meramente aparente, y es también una alegoría. La Caverna revive el mito platónico y así dice el epígrafe que abre el libro: Qué extraña escena describes y que extraños prisioneros, son iguales a nosotros (Platón, La República, Libro VII). La caverna le pregunta al lector ¿somos como los prisioneros de la caverna de Platón que creían que las sombras que se movían en la pared eran la realidad? ¿vivimos en un mundo de ilusiones? ¿qué hemos hecho con nuestro sentido crítico, con nuestras exigencias éticas, con nuestra facultad de seres pensantes? Que cada uno de su respuesta y vaya contrastando los valores de la llamada civilización occidental.

Del discurso de Saramago que dio lugar a la Declaración Universal de los Deberes Humanos: Nos fue propuesta una Declaración de Derechos Humanos y con eso creíamos que lo teníamos todo, sin darnos cuenta que ningún derecho podrá subsistir sin la simetría de los deberes que le corresponden. El primer deber será exigir que esos derechos no solo sean reconocidos, sino también respetados y satisfechos; no es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos 50 años lo que no han hecho en estos que conmemoramos, tomemos entonces nosotros ciudadanos comunes, la palabra y la iniciativa con la misma vehemencia y la misma fuerza conque reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes; tal vez así, el mundo comience a ser un poco mejor”.

En la contraportada de la obra referida: Una pequeña alfarería, regentada por una familia que comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo, frente a un centro comercial gigantesco. Un mundo en rápido proceso de extinción, otro que crece y se multiplica como un juego de espejos donde no parece haber límites para la ilusión engañosa.

La caverna habla de un modo de vivir que cada vez va siendo menos el nuestro. Todos los días se extinguen especies, todos los días hay profesiones que se tornan inútiles, idiomas que dejan de tener personas que los hablen, tradiciones que pierden sentido, sentimientos que se convierten en sus contrarios. El autor despliega su visión del mundo actual a la vez que nos alerta: no cambiaremos de vida si no cambiamos la vida.

Licenciado en ciencias sociales y filosofía. Caminante y escritor de historias.

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