La celebramos con algo de dolor y nostalgia, por las lagunas desaparecidas, por las alamedas nunca más vistas. Con pincelazos de color a la Cochabamba verde que fue.
Debió parecerles la tierra promisoria, el Edén terrenal, cuando los conquistadores españoles se toparon con este valle encantado, allá por el siglo XVI. Colosal planicie salpicada de lagunas, que etimológicamente refiere a Cochabamba, la patria chica ubicada en el centro de Bolivia, casi en medio de las cumbres del altiplano y de las desafiantes llanuras tropicales de la amazonia.
De clima templado todo el año, el verdor de la vegetación se esfumaba en el horizonte hasta los pies de las serranías que la circundan.
Por el noroeste se yergue imponente la cordillera del Tunari, de crestas nevadas y rocas afiladas que cortan el cielo a capricho. El río Rocha e innumerables riachuelos eran como venas que palpitaban de vida, donde los batracios y otras especies dominaban.
Lagunillas y estanques de aguas cristalinas a cuya vera los sauces y álamos se mecían juguetones. Arboledas aquí y allá, sin rumbo fijo, a trazo libre de la naturaleza, desde el fulgor de los señoriales molles, la quieta elegancia de los terebintos, el rojo luminoso de los ceibos y la explosión violeta de los jacarandás en flor.
Los forasteros no sólo trajeron el ruido de espadas y cañones, sino también el alma de sus pueblos encofrada en una semilla. De ese mestizaje alborotado surgió la que dicen la ‘ciudad jardín’, la de la eterna primavera, la de las huertas que colgaban entre pequeños barrancos a las orillas del Rocha.
El 14 de septiembre, es aniversario cívico de Cochabamba. La celebramos con algo de dolor y nostalgia, por las lagunas desaparecidas, por las alamedas nunca más vistas. Con pincelazos de color a la Cochabamba verde que fue.
P.S. He aquí la banda sonora, el segundo himno de Cochabamba: