“A mí no me iba a pasar” es el nuevo libro de la escritora Laura Freixas, mujer siempre inquieta, relacionada de vieja data con la cultura, activista por los derechos de género, escritora de novela y ensayo, columnista e investigadora.
Preocupada por la literatura femenina, ha sido compiladora y propulsora de las obras de otras mujeres, que, como ella, se sienten en posición de inferioridad cuando deben enfrentarse al mundo cultural e intelectual que repite las estructuras sociales, incluso acentuadas por una arrogante supremacía patriarcal.
No es fácil ser mujer en este mundo fuertemente jerarquizado, en el cual cada uno debe ocupar su lugar. Enfrentar la inseguridad que deriva, además, de intentar construir un camino profesional ligado al arte, a la reflexión, apartado de los números, de los bussines plan, como ella misma lo menciona en su libro, requiere de una fortaleza que se construye a lo largo de una ruda batalla interior.
Además, si, como Laura, se es la hija de una familia en la que esos roles están bien establecidos, en donde padre y madre han representado su papel de manera indiscutible, la tentación a dejarse llevar por las falsas seguridades de la vida doméstica se vuelve un torrente, por momentos inevitable, al que muchas mujeres enfrentan con la fuerza de sus años mozos, aunque su vitalidad vaya cediendo a medida que las voces de afuera suben de volumen y opacan la vocación más íntima.
Es un coro bien conocido, que repite de manera incesante que no es sensato aventurar, que la incertidumbre de un mañana abierto a la creación, al constante reto, está bien mientras se es universitario, pero empieza a parecer algo tardío cuando se inicia el período laboral, y que, particularmente en el caso de las mujeres, deviene en una especie de locura poco tolerable, un desafío inaceptable a medida que avanza la edad y el tiempo de procrear se acorta biológicamente.
Además, es importante señalar que esas voces se vuelven sentencias cuando provienen del círculo cercano, ese del cual has derivado tu seguridad y tus certezas; es decir, cuando eres atacada desde adentro y escuchas a tu madre preguntar: ¿cuándo te vas a casar? ¿cuándo a sentar cabeza?
El tumulto de sentimientos crea fuertes contradicciones, y, sobre todo, lleva permanentemente a dudar.
Para una mujer joven que empieza a despuntar en el mundo profesional, la cascada de incertezas puede llevarla a traicionar sus proyectos, aunque ellos estén representados por una imagen de sí misma bien constituida.
Finalmente, por eventos de cualquier naturaleza, una frustración en el trabajo, una soledad pasajera, la muerte de un familiar o un amigo, o el anhelo de la maternidad, la mujer termina tomando decisiones que, aunque disfrazadas de pasajeras o inofensivas, van demoliendo poco a poco el sueño de independencia, el camino de la autonomía personal.
Como de la nada, un día despiertas y echas una mirada a tu alrededor. Los muebles de piel dispuestos en el salón de “la casa de tus sueños” en vez de tranquilizarte te lanzan a la cara una pregunta: ¿quién es esa que hoy soy? No te reconoces, porque sientes que poco a poco te fuiste convirtiendo en otra persona, tal vez en un mal remedo de tu propia madre.
Si además, como en el caso de Laura, tal y como ella misma lo cuenta en este escrito autobiográfico, corres con la suerte de que tu pareja sea un ser indiferente, egocéntrico y encerrado en su mundo, al cual tú, al mudarte, no pudiste llevar más que un débil reflejo de ti misma; es decir, para el cual tu vienes a ser una especie de adorno conveniente, entonces ya tienes el escenario perfecto para una existencia amargada pero sin la fuerza requerida para tomar una decisión tan radical como necesaria.
No tienes razones suficientes, o por lo menos eso es lo que deja entrever la autora en su escrito, para dejar esa vida en la cual has quedado atrapada.
La violencia que ejerce tu esposo sobre ti no es física, ni siquiera es abiertamente agresiva, es sutil pero aniquiladora. Es lo que parece haberle pasado a Laura, quien, por diversas razones, se vio tentada a comprar la seguridad que le faltaba a un precio demasiado alto: dejar de ser ella misma.
La historia, que es extensa, unas doscientas cuarenta páginas (en la versión digital, ya que es una novedad editada en España en junio de este año que todavía no se consigue físicamente en Colombia), trae muchos pormenores que van dando cuenta de esa opresión mental de la cual fue siendo objeto su autora.
Y digo fue siendo, porque se trata de un tracto sucesivo, pequeños gestos que un día se resumen en una frase. Las letras, las palabras que componen ese enunciado, de repente son escupidas a Laura, y ella empieza a comprender su situación.
Por fin ha recibido un verdadero golpe, ahora tiene un objetivo claro, ante el cual puede optar por el sometimiento resignado o por la lucha.
La expresión en cuestión vino dada a Laura por su marido, con ocasión de una decisión trascendental en relación con la hija de los dos.
A mi no me iba a pasar
Laura Freixas
Ediciones B
Páginas: 240 (versión digital)
2019
Él, fuertemente competitivo y con una carrera sólida asentada en el sector financiero, desea cambiar a la niña de colegio. Le esgrime a Laura razones de preparación que le brindarán mayores oportunidades laborales en el futuro. Ella piensa en la posible conmoción de su hija, en el desgarramiento que habrá de sufrir si la cambian del lugar donde ha hecho sus amistades, donde ha construido un mundo propio. Derrotada en sus argumentos, pues parece que los sentimientos no son suficientemente válidos para su esposo, decide apelar a una estrategia práctica, y le menciona los costos del nuevo establecimiento, que seguramente les implicarán mayores gastos.
Laura cree haber encontrado un razonamiento demoledor, y procede a plantear un cuestionamiento: ¿con qué dinero vamos a pagar?
No sé si pudo considerar el efecto de sus palabras o no, porque finalmente la persona con la que se convive también es, y allí radica la contradicción, un aliado. Se supone que, en las dificultades de la cotidianidad, tu compañero es un soporte con el cual enfrentar las vicisitudes de la vida.
La respuesta es la contraparte del título del libro. Su cónyuge le contesta de una manera simple: “No será con lo que te ganas”.
En ese momento, aún enceguecida por el brillo del impacto emocional, Laura recuerda una reunión sucedida muchos años atrás. Las imágenes que vienen a poblar su mente son las de las amigas de su madre, reunidas con ésta en ocasión de consolar, y a la vez repudiar, a una del grupo que tiene fuertes problemas familiares y está considerando el divorcio.
Tal vez Laura estuvo siempre esperando una herida tan profunda como sutil, y el título de su libro “A mí no me iba a pasar” empezó a cobrar sentido a partir de aquel porrazo.
Porque así es, los peores impactos no necesitan ser físicos para dejarte completamente derrumbada. La violencia de género, en muchos casos, es primero sicológica: consiste fundamentalmente en hacerte creer frágil, en volverte dependiente. Y un buen día, cuando ya has perdido totalmente tu valor, sacarte a relucir tu incapacidad, tu inutilidad, tu aparente debilidad.
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Algunos datos sobre Laura Freixas