Es domingo, panal embriagador con su cosecha de miel degustada en despertares de ensueño, sorpresas esperadas por siempre deseadas. Paréntesis al trajín cotidiano, día de recogimiento interior, cine matinal, frugal desayuno, atardecer de estadio, celebración con fritanga y Pola-para los mayores- en el palacio del colesterol, almuerzo de olla en el estadio, o aguante hasta volver a casa con el estómago vacío, pero rebosantes de alegría o henchidos de tristeza.
Futbol vivido en familia y camaradería. Argentina nos traía tango y futbolistas que llegaron también de Paraguay y Brasil. Comienzo de los sesenta. Década que irrumpió por doquier con estremecedores aconteceres: embriaguez de los sentidos, con el hipismo; la marihuana; el Festival Woodstock invitando a hacer el amor no la guerra, en abierto rechazo a la guerra gringa en Vietnam; baladas; los Beatles; la ola feminista; la política imperial norteamericana diseñada por Kennedy de la Alianza para el progreso, un programa reformista para frenar los avances revolucionarios en América Latina; la derrota de Kennedy en Bahía Cochinos, la crisis de los misiles y el asesinato del presidente de U.S.A; el muro de Berlín; los asesinatos de líderes populares como Martin Luther King organizador de la resistencia contra la discriminación racial, Ernesto “Che” Guevara, Malcolm X luchador contra los reformistas negros y los integracionistas blancos; y la revolución estudiantil de mayo de 1.968 entre tantos otros agites.
En Colombia, de 1.958 a 1.974 se instaura el Frente Nacional, de triste recordación por la repartición burocrática paritaria entre los dos tradicionales partidos de la burocracia y los terratenientes bajo el férreo control estadinense, para evitar todo intento de participación de los sectores populares en la toma de decisiones. Fue la semilla para la consolidación de la guerrilla fariana y del nacimiento de otros grupos insurgentes. La sangre de los humildes seguiría vertiéndose sin vergüenza y sin pausa.
De nuevo en casa, nos disputábamos los monos de El Tiempo, que llegaba con un magnifico suplemento literario, utilizado por los maestros para centros culturales; en tanto hermanos y hermanas disfrutaban de las aventuras de Tarzán, El Llanero Solitario, Roy Rogeres, Buck Rogeres, La Gata de Tobíta, El fantasma, Dick Tracey, Benitin y Eneas, etc, yo me preparaba para ir al estadio al compás del telón en las emisoras: El domingo me levanto, me voy tranquilo al estadio, va la pelota para allá, viene la pelota para acá, lleva la pelota San Filipo, toca la pelota y Gooooool, que golazo…; mi cuñado q.p.d era mi compañía en esos atardeceres con fiesta de goles.
Siendo todavía purrete, los días de entre semana, además del estudio en escuelitas públicas, transcurrían antes de cobijarnos la noche, jugando banquitas o fulbito en los prados aledaños a casa, donde los sábados adelantaban partidos amateurs, y en la noche los juegos juveniles: soldados libertados, la lleva, los aros accionados por un palito, las balineras empujadas a rodar por vías inclinadas, espacios lúdicos donde nacían furtivos amores que punzaban el corazón de agites insospechados, cerrando el día adelantando tareas, soñando con la chica objeto de nuestros primeros desvelos, y algunos sábados por unos centavos veíamos televisión, surgida en 1.957 en las pocas viviendas que contaban con el aparatico mágico.
Las novelas radiales que atemorizaban haciendo vibrar. Su encanto llegaba con sugestivas voces, chirriar de puertas, declaraciones de amor y de odio que ponían la imaginación al tope, al extremo que las escenas tenebrosas obligaban a ir al baño acompañados o pegados a la pared. La radio ofrecía gran variedad en su programación, desde las culturales como la radio Nacional y HJCK el Mundo en Bogotá, pasando por pioneras en música colombiana como Radio Santafé y Melodía, hasta noticiosas ( con voces notables), deportivas ( Carlos Arturo Rueda Calderón era rey), de variedades, donde leían poemas…Además de futbolistas, de Argentina nos llegaron orientadores de Hípica como Gonzalo Amor, maestros en ciclismo como Julio Arrastía Brica, y para los bohemios el tango que llegó para quedarse con su poesía y sus noches de arrabal.
Mi hermana mayor con colaboración de mi padre y hermanos adquirimos una vivienda construida por el I.C.T (Instituto de Crédito Territorial) creado en 1.939 en la administración de Eduardo Santos, con el propósito de mejorar la vivienda con criterio social. Inicialmente la construcción se volcó hacia las áreas rurales. En 1.956 con el desplazamiento forzado del campesinado hacia ciudades intermedias y especialmente hacia las grandes urbes, canalizó su accionar a las capas bajas de la burguesía y a los sectores de mayores ingresos de la clase obrera y del pueblo. El barrio Country Sur fue construido entonces por el I.C.T. Por esas calendas, Bogotá se extendía por el norte hasta la Avenida Chile- calle 72-, por el sur hasta el Barrio Quiroga- Calle 32 sur-, por el occidente hasta la carrera treinta y de ahí hasta la zona oriental de los cerros custodios. Bogotá apenas iniciaba su descomunal crecimiento. El traslado de personas de inquilinatos al barrio, se hizo casi al tiempo para todos sus ocupantes, por lo que las familias establecieron lazos fraternales desde su fundación, bajo un manto de familiaridad que facilitó eventos como los juegos nocturnos ya mencionados, las fiestas sabatinas, los torneos de futbol y basquetbol entre cuadras, los juegos de bolas o canicas entre niños con la inclusión del señor Antorveza que casi siempre “pelaba” a los chicos en medio de llantos y discusiones. Allí nació mi encanto por la ciudad, mis primeros sentimientos amorosos, la pasión por el futbol, el brusco salto de la devoción religiosa a los encantos y locuras nocturnas con la consecuente afiliación sin dividendos a Bavaria y a las licoreras, mis pinitos en la toma de conciencia sobre la cruda realidad del país, y el paso delirante a la juventud.
Cada que me asomo a los recuerdos, miro por la ventana de la vida y me pregunto por la gente de mi barrio: Donde andará Doña Marina de Barrios y las hermanas de Hugo; cuántos, cansados de vivir se entregaran a la parca; y Manuelito, el de la esquina lograría coronar sus estudios, era tan pobre de recursos económicos; cuáles y cuántos vecinos venderían; y mi amigo Enrique Parra continuará pensando que las pesas desarrollan la inteligencia; y las paisas, familiares de Chalo Gonzales luminaria de Millos, vivirán en Medellín; y la piba que enseño a vibrar mi corazón será que me recuerda; supe que el compadre Luis murió; que el Señor Antorveza sigue jugando canicas y trompo en su mente senil; que Hugo Camargo, profesional idóneo sigue cuestionando nuestra falta de espíritu crítico; el Señor Quiroz andará pidiendo que el aguardiente llanero nunca se acabe; Miguel y Jaqueline (amor de esos juegos nocturnos)seguirán juntos; y los Brando, y los Moreno, y los Prada…qué será de ellos. Lagrimas resbalan por mis mejillas añorando a quien fuera mi mejor amigo, justamente conocido en mi barrio; gracias por ayudarme a ser quién soy, sus consejos me alejaron del licor, sus caminatas y viajes me condujeron donde me esperaba Clarita, motivó que estudiara y vislumbró mi potencial de maestro, los parques de Bogotá nos vieron buscar la compañía femenina so pretexto de jugar basquetbol, innúmeros hogares se abrieron para que en ellos nuestra empatía, conversación agradable y sentido del humor disfrutaran nuestra presencia. Su muerte temprana lo alejó del goce de compartir con su hijo y su hija adoptiva, que en Popayán estarán añorándolo por siempre.
Sigo caminando por las calles de mi barrio. Recorro pensativo el prado verde entre hileras de cipreses que me vieron trotar, y donde me sentaba a leer, a soñar, a dejarme consumir en penas y alegrías. Pasaríamos de las afujías del desplazamiento rural a las estrecheces urbanas, y mi madre de señora y ama a untarse de servidumbre lavando ropa ajena para diezmar un poco el aguijón de las carencias.