Cine Club La Florida, un espacio como punto de encuentro y creación

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El disfrutar es libre, el aprender es libre.


 

Diego Alejandro Hoyos y su familia vienen de Guática, Risaralda. Hace 16 años se trasladaron al corregimiento de La Florida, en Pereira. Allí  se establecieron y es donde actualmente funciona el Cine Club La Florida.

A los 13 años Diego llegó al corregimiento, estaba cursando noveno grado:

“No fue un asunto fácil, ya que las familias que proceden del campo, suelen ser muy arraigadas a su terruño; familias que se pasan toda una vida; nunca cambiaron de casa, nunca pasó nada más que conocer el pueblo, pero a nosotros la situación de la violencia nos obligó a otra cosa”.

 

Fotografía: Stefanny Rodríguez.

 

Una de las vacaciones en las que se fue a pasear a Guática,  se encontró con un compañero que estaba vendiendo películas y música en cedés:

Los muchachos del pueblo siempre son muy rebuscadores, por ejemplo yo tuve una carreta; con algunos amigos hacíamos algunos jornales, íbamos a limpiar cebolla, después de hablar con mi amigo el de las películas, llegué a Pereira y me fui a San Andresito a conseguir las películas, para empezar el negocio en La Florida.

A partir de ese momento el mundo del cine y la música conectaron profundamente. Cada película o álbum que adquiría, lo escuchaba para seleccionar el cliente ideal para ese producto. Con el tiempo adquirió un bagaje y un gusto definido en la música y en el cine. A los 16 años, en el cine del Pereira Plaza, cuenta que pudo ver su primera película en pantalla grande y a partir de ahí, una vez por semana siguió asistiendo a las salas de cine.

 

Fotografía: Stefanny Rodríguez.

 

Después del colegio Diego tenía la idea de irse a un seminario por influencias de familia, pero antes decidió pasar una temporada en una finca en Guática durante un año. A partir de esa experiencia su camino tomó otro rumbo;  leyó muchísimo y se dio una ruptura con todo lo anterior.

Regresó a La Florida, donde instaló unas cabinas telefónicas, donde es el actual local del Cine Club. Allí se tejieron redes de amistad y  proyectos comunes, entre ellos el gusto por la cultura y el cine.

Empezamos a ver películas. En ese momento yo ya tenía un bagaje. Nos reuníamos en la casa de cualquiera y nos poníamos a ver películas, hacer sándwich y charlar sobre eso. Pensamos en presentar películas para el corregimiento. Hablamos con unos muchachos de la Universidad Católica de Pereira y nos reunimos para ver qué necesitábamos; nos conseguimos un video beam  en Pereira; un señor de la bananera prestó la cabina y conseguimos pendones del teatro Santiago Londoño que utilizábamos al revés como pantalla; la primera proyección fue el 9 de mayo del 2009 un viernes a la 6 pm.

 

Fotografía: Stefanny Rodríguez.

 

La primera proyección fue en la calle y llegaron más de ochenta personas. Era una propuesta diferente. Antes no se había hecho. Desde el local se había tejido esa amistad, era un espacio de encuentro.

“La gente quedó muy animada, y ya preguntaban que cuándo íbamos a presentar la próxima película y dijimos que al siguiente viernes.  Volvimos a la odisea de conseguir todos los equipos, pero nos dimos cuenta que ahí surgió un proyecto. Siguió la película semanalmente, se intentó hacer cine-forum. Después organizamos ciclos;  el primero fue en octubre de ese 2009, empezamos con Tim Burton”. 

En la tercera proyección decidimos ponerle nombre: Cine Club La Florida, y organizamos el logo que eran esas montañas que se veían en el fondo del callejón con una representación de lo que es el río, que en este caso es el carrete de película, encerrado en un círculo que puede ser la luna.

 

Fotografía: Stefanny Rodríguez.

 

El Cine Club ha sido un espacio para compartir. Empezó como un proyecto que ofrecía un espacio alternativo emitiendo películas cada viernes; además se proyectaban uno o dos cortos, y en el transcurso de la semana en el espacio pasaba la gente y comentaba sobre la película y se generaban discusiones sobre cine.

Durante nueve meses se proyectaron películas. Cada viernes empezamos hacer crispetas y a venderlas a 500 pesos, entonces ya los papás le daban a los niños para sus crispetas y gaseosas. Ese era el parche en ese momento. Ese año se nos ocurrió hacer una rifa para comprar material, pero se cayó la rifa, entonces la gente dijo que no devolviéramos la plata, ahí pudimos comprar el primer Vídeo Beam. Y con las crispetas se habían recaudado fondos  más un ajuste personal compramos la cabina. Entonces ya teníamos videobeam, cabina y biblioteca.

Empezaron los talleres de cine. Diego realizó un Diplomado en cine, y en el espacio se ofrecieron talleres, encuentros en torno al cine, intercambios de experiencias, ideas y conocimiento.

 

Fotografía: Stefanny Rodríguez.

 

Hubo como un boom hace cuatro años donde mucha gente que estudiaba en Pereira, querían tener que ver con La Florida; entonces acá se creaban historias, guiones, grabábamos y fue una época de mucha creatividad.

Después de las primeras proyecciones, el proyecto tomó forma. Surgió la biblioteca comunitaria,; la gente donó libros, y todo lo demás ha sido auto gestionado.

Nosotros soñábamos y aún lo hacemos, con una Casa de la Cultura; un lugar donde haya música, teatro, danza, cine; durante mucho tiempo buscamos opciones; en ese momento había mucha gente que hoy ya no está; de hecho la primera exposición que se hizo en el espacio,  fue de Guillermo Mejía, un señor que procedía del campo que le gustaba pintar ; él falleció antes de la muestra y se  hizo en homenaje a él.

 

Fotografía: Stefanny Rodríguez.

 

Después surgió el festival cultural ecológico “Montaña Mágica”, donde convergen muchas disciplinas: música, teatro, cine, plástica. De este festival se hicieron tres versiones.

Todo empezó porque vino una chica buscando una finca para unos artistas, y entonces nosotros le buscamos y en contraprestación ellos nos colaboraron con presentaciones, fue realmente lindo, música, circo y teatro en vivo. También se hizo un mercado de pinturas y se enlazó con una actividad más constante;  un proyecto llamado “Camino a la Montaña”,  se realizaba una vez al mes, donde habían presentaciones de  músicos, o un artista plástico, una película y ya el evento grande era el Festival.

El espacio ha estado mutando: primero fue un sitio de cabinas de Telecom; luego una biblioteca comunitaria que recrea un espacio cultural comunitario o el cine club, donde actualmente es un punto de encuentro de artistas, exposiciones,  música, cerveza y buen café.

Es la posibilidad de tener un espacio para compartir experiencias, arte, conocimiento y vida”.

Contamos historias desde otras formas de mirarnos.

1 COMENTARIO

  1. Que buena historia del Cine Club La Florida. Pase por alli muchas veces y siempre quise entrar pero las excusas son buenas a la hora de ratificar que somo colombianos. Espero verlos pronto. Saludos desde La Calera en Cundinamárca.

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