Daniel Silva, el joven estudiante que puso en aprietos al poder local en Risaralda

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Tiene 22 años. Recibirá su título de abogado  el próximo año. Las demandas y procesos   han copado gran parte de su tiempo, y le han costado reiteradas amenazas contra su vida.


Fotografía: Erika Valencia 

Daniel Silva Orrego nació un 9 de septiembre, hace 22 años.

Esa fecha en la que vio por primera vez la luz del mundo, tal vez marcó  su destino, por la coincidencia que lo une a la conmemoración que se hace en Colombia, cada 9 de septiembre, del Día Nacional de los Derechos Humanos.

Fotografía: archivo personal Daniel Silva

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Vale aquí rememorar el motivo de esa conmemoración.

El Congreso de la República decidió dedicar esa fecha como un homenaje a San Pedro Claver, sacerdote jesuita defensor de los derechos y libertades de los negros esclavos en Cartagena de Indias, ciudad en la que falleció el 9 de septiembre de 1654.

Arriesgado. Valiente. Consciente del riesgo que corre a cuenta de su trabajo.

Fotografía Jess Ar


Daniel Silva obtendrá el título de Abogado el próximo año, carrera que cursa en la Universidad Libre de Pereira.

Por ahora está concentrado en culminar las materias que tiene pendientes.

“La prioridad es terminar la carrera y ejercer, porque me gusta el litigio, en el derecho administrativo”.

Fotografía Erika Valencia

 

Además, por supuesto, seguir con las demandas y procesos que han copado gran parte de su tiempo, y le han costado reiteradas amenazas contra su vida, que lo obligan a andar protegido.


Algo de su historia

Daniel ‘soltó la lengua’, -como dicen los abuelos refiriéndose a los niños que aprenden a hablar ya grandecitos- a los tres años. Sus padres-abuelos paternos, que se encargaron de su crianza, hasta creyeron que era mudo.

Fotografía: archivo personal Daniel Silva


Pero fíjense, resultó que no.

En el colegio, por los alegatos que sostenía como Representante del grupo, los profesores le insistieron que debía estudiar Derecho y no Ingeniería de Petróleos, como quería su familia.

Este joven estudiante ya pasó a la historia regional y nacional con los procesos jurídicos interpuestos, que han puesto ‘a temblar’ a personajes de la política regional en Risaralda, hasta el punto de  ser llamado ‘el terror de los corruptos’ por medios nacionales  de comunicación.
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Fotografía archivo personal Daniel Silva 


“Para los procesos que he llevado no se requiere tarjeta. Hay muchas acciones que la ley nos permite hacer como simples ciudadanos, como  la tutela, interponer las pérdidas de investidura, que es lo que más he ejercido. Demandar la elección de un funcionario, como se hizo con el director de la Carder”.

Entre otros.

La Cebra Que Habla habló con él. Compartimos con ustedes apartes de esa conversación.

 

¿De  dónde le nació a usted esto de dedicarse a causas sociales?

Desde el colegio era el representante del grupo. En grado 11, ya para graduarme, fui representante de los estudiantes ante el Consejo Directivo  del Técnico Superior, un colegio público. Ahí me tocaba defender a los compañeros.

 

¿Su familia lo respalda en el trabajo que hace?

Sí. Por supuesto. Saben lo que hago y me dicen que es preferible que corra un riesgo por hacer las cosas bien, y no porque esté en actividades ilícitas. En ningún momento me han dicho: “no, no haga eso”. Muchas veces le han dicho a mi papá: “usted porqué no le dice a Daniel que no haga eso”. Y él les contesta: “Como le voy a decir que no lo haga si está haciendo lo correcto”. He tenido el respaldo no solo de ellos, sino de la familia completa. De los tíos, los primos.

Fotografía Erika Valencia


En el vecindario, ¿cómo es la convivencia?

Muy tranquila. Además, muchas veces llego a altas horas de la noche. Cuando un fin de semana estoy en la casa y salgo a hacer ejercicio dentro de la unidad, algunas personas me conocen, me saludan. No ha habido ningún tipo de rechazo.

Uno sabe que en este ejercicio uno se gana sus enemigos, pero por ejemplo nunca he tenido el escenario que vaya en la calle y alguien me insulte, no. Antes, por el contrario, muchas veces gente que no conozco me saluda y me dicen: “siga así, muy bien”. Es un nivel de aceptación por la ciudadanía. Y eso me pasa en el entorno donde resido.


¿Y en la universidad?, porque aún va a las clases presenciales…

Sí. Con los compañeros, bien. Los amigos y docentes se preocupan. Inclusive la Universidad ha sacado comunicados rechazando  las amenazas, cuando tuve el inconveniente en mi domicilio, que me amenazaron.

Los docentes, a veces que he tenido que ausentarme, me brindan toda su solidaridad. No ha habido ningún inconveniente.

Fotogafía Erika Valencia


¿Le hacen matoneo?

Por el contrario. Con los compañeros y docentes, muy buenas relaciones.

 


De ciudadano del común a joven protegido


Sus rutinas de vida han dado un giro a partir de 2016, cuando sufrió las primeras amenazas
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Vivía en el corregimiento de Combia. Se vio obligado a trasladarse a la ciudad. Ahora vive en un conjunto cerrado, bajo protección.

Fotografía Jess Ar



“Todas esas medidas se las recomiendan a uno, y las he seguido al pie de la letra. No solo por la tranquilidad de uno, sino familiar. La seguridad, que es tan delicada, me ha llevado a suprimir rutinas que llevaba como un ciudadano del común, como estudiante y como joven”,
comentó.

Tuvo que alejarse de la diversión en lugares públicos y de uno de sus hobbies predilectos: el fútbol. Ahora hace ejercicio en el gimnasio.

Redujo su círculo social. Anda siempre acompañado. Tampoco debe frecuentar establecimientos en horas nocturnas. Todo, como medidas de autoprotección.

Fotografía Jess Ar
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Lo hace con sentido de responsabilidad hacia sí mismo, y sin demasiado esfuerzo.

“De niño cumplía los castigos que le imponía su padre, de quedarse un mes sin salir a la calle a jugar, y ni siquiera a la tienda, cuando cometía alguna falta”, recuerda su abuela.

 


Hijo de padres separados

“Desde los nueve meses me crié con mis abuelos paternos. Cuando nací mis padres estaban muy jóvenes. Mi papá tenía 21 años y estaba terminando la universidad.  Mi mamá tenía 17 y terminaba el colegio. Mis papás son separados. Ambos tuvieron más hijos con otras parejas”, contó.

Fotografía: archivo personal Daniel Silva


Aunque la creencia popular atribuye a los abuelos una educación más laxa, en el caso de Daniel no fue así.

Además, porque su padre siempre ha estado atento a su formación, y fue “muy riata, como se dice”, comenta con una sonrisa cómplice: “conmigo siempre ha sido estricto”.

Al vínculo de su papá con el magisterio, sumado a la seriedad y disciplina inculcados por sus abuelos, atribuye Daniel ese temperamento fuerte que lo caracteriza.

Fotografía Erika Valencia 

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Pasa buena parte de su tiempo entre los libros y los expedientes.

Y se divierte en su casa o en la de sus compañeros, ya sea de universidad o del colegio.


Cuando lo picó el ‘bicho’ de los asuntos de ciudad

En su familia “no ha habido abogados, ni políticos, ni gente de izquierda. Siempre bipartidismo: liberal o conservador”, dijo.

Fotografía Jess Ar

Sin embargo, desde el primer año como estudiante de Derecho, en el 2013, cuando surgió la polémica por el cobro   de la valorización en Pereira, ya tenía el ‘bicho’ del interés por los temas de ciudad”.

Y recuerda:

“Fue lo primero que me sumergió en el asunto público de la ciudad, y de ahí se derivaron  otras demandas, a los concejales, al  senador, en si, lo  de la veeduría ciudadana”, explica.

Al mismo tiempo empezó a acercarse al Partido Polo Democrático, al ver “sus luchas: que los corteros de caña, que  los trabajadores de las empresas públicas…”.

Ese ‘bicho’ ciudadano lo aproximó a la dirigencia nacional del Polo: a los senadores Jorge Robledo y  Germán Navas Talero.


¿Tiene aspiraciones políticas para lanzarse como candidato?

Por el momento, el interés mío no es la política. Indiscutiblemente lo que uno hace tiene un impacto político y de reconocimiento. Pero lo mío es más un tema académico y jurídico, de práctica, de formación como profesional. Mucha gente sí me ha dicho que participe en las elecciones locales, por lo menos en el Concejo, que no descarto, pero no es una prioridad para mí.

Fotografía Jess Ar


¿Qué sueña Daniel?

Me gustaría participar en el sector público, en concursos de méritos en la Procuraduría o la Contraloría.


Eso en su vida profesional, ¿y en lo personal?

Me veo con una familia. Tres hijos.

 

Planes que aspira concretar después de los 25, cuando “tendré algo serio y me casaré”, dice con firmeza.

Esta conversación con Daniel Silva terminó entre risas, al comentarle que entonces en tres años se convertirá en uno de los solteros más “cotizados” de Pereira.

Fotografía Jess Ar

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