Un especial sobre la presencia de los sefardíes o sefarditas (judíos españoles) en América para conmemorar el Día Internacional de las Migraciones.
La historia de los judíos sefardíes escrita en la genética latinoamericana
Un estudio de ADN develó una relación notable entre los mestizos latinoamericanos y los perfiles genéticos de turcos sefaradíes. Lee la nota haciendo clic aquí
POEMAS DE LA SEFARDITA MARGALIT MATITIAHU.
XVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS.
Margalit Matitiahu (Tel Aviv, Israel, 1935), hija de padres nacidos en el exilio de Salónica y cuyos ancestros más remotos habían sido expulsados de León, en 1492. Se licenció en Literatura Hebrea y Filosofía por la Universidad Bar Ilan, dirigió la revista “Entrelíneas” y ha sido Secretaria General de Federación Israelita de Escritores (1986-2008).
Entre sus libros publicados están: Kurtijo kemado (1987), Alegrika (1992), Matriz de luz (1997), Vela de la luz (1997), Kamino de tormento (2000), Bozes en la Shara (2001), Vagabondo eternel (2001), Despertar el selencio (2004); Asiguiendo al esfuenio (2005) o Cantón de solombra (2005). Ha obtenido varios premios, como el Premio de Poesía Ateneo de Jaén (1996) o el Premio de Creación del Primer Ministro de Israel (1999). Pero su máximo premio posiblemente sea el que en 2003 le dedicaran una plaza en Puente Castro (León), el barrio de donde hace cinco siglos fu expulsada su familia.
Estos poemas forman parte de la antología “Palabras del Inocente”, coordinada por Alfredo Pérez Alencart para Editorial Edifsa y la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.
PASOS DE OTROS SIECOLOS
Pasos de otros siecolos,
ruidos desconosidos suben a mis oidos,
y no los puedo quedar.
¿Onde me topo?
las demandas se esparsen en el aver,
Me veo volando,
tierra y sielo me anvelopan.
Montanias alsan sus alturas
tocando las sesones
que arodean buscando nido,
sin topar reposo
van tocando las colores
del cosmo eternel.
LA PLASA DEL TIEMPO
Me llevas a la plasa del tiempo
onde se encontran las distancias,
Caminamos entre lamparas
amizurando las palabras,
Tu
ablas del amor
Yo
de la luz manante,
un aire erante
pasa entre los pasos.
Yo
amizuro el amor,
Tu
las palabras,
en la plasa del tiempo
se enceran las distancias.
ME VISTO TU CARA SOBRE LA MIA
A la memoria de mi madre
Me visto tu cara sobre la mia,
y con tus ojos veo tu ermosa sivdad natal.
La tristesa y la maravia te anvelopan
en viendo lugares que ya no los conoses mas.
Te amostro las cayes y las forterezas,
y espando mi mano para que tu de muevo
puedas las piedras tocar.
El camino me yeva verso la Torre Blanca.
Con tus jovenos pieses subo asta la punta alta,
y tus memorias se ajuntan a las mias.
Con tu vos me siento prononsiar nombres
conosidos por ti,
sus figuras se areviven cuando les conto por tu vida.
En subito, reflecta en mis ojos tu dulse sonrisa.
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‘Sefarad’
Antonio Muñoz Molina ha recibido el Premio Jerusalén por haber rastreado el origen del horror
Por Juan Cruz. Publicado en El País
Cuando terminas de leer Sefarad, el libro de Antonio Muñoz Molina, y repasas con él los libros que leyó antes o mientras narraba las historias de exilio y de ignominia que contiene ese volumen, comprendes por qué él tiene ese estilo desgarrado y melancólico ante lo que sucede, y sobre todo compruebas hasta qué punto el siglo XX, a algunos de cuyos desgarros se refiere, fue tan cruel, tan inhumano y precisó tantas voces para hacer coral el horror ante lo descrito. Y cómo esa historia se ha ido contando, desde distintas heridas, hasta completar, en el epílogo Nota de lecturas, un fresco que refleja la mirada asustada que él comparte.
Hace años, por una obra así, pero de carácter autobiográfico, por haber narrado el horror del siglo en primera persona, le dieron a Jorge Semprún el Premio Jerusalén. El español que un tiempo fue Federico Sánchez había escrito, entre otros testimonios, La escritura o la vida; flotaba en el aire del libro, y flotó hasta el final de la vida de su autor, aquella atmósfera cerrada a la que jamás volvieron los pájaros. Ahora le han dado ese premio a Muñoz Molina, por Sefarad, entre otros testimonios de su compromiso con el exilio y con la diáspora, por haber rastreado el origen del horror y por haber contado su desarrollo en las personas individuales, en los grupos o etnias que los sufrieron, en sus tierras y más allá de sus tierras, cuando empezó la persecución y mientras esta siguió, se consolidó y fue finalmente un objetivo mortal y ya cruelmente inolvidable.
Cuando le entregaron a Semprún ese premio que ahora recibirá Antonio Muñoz Molina, había alrededor, en Jerusalén, un aire de estupor, la guerra interminable seguía, el Estado de Israel proseguía su persecución de los palestinos, y estos seguían defendiéndose de esa persecución. Intelectuales israelíes, y políticos en activo, denunciaban esas persecuciones, y el propio Semprún se unió a ellos en la condena de los abusos que la política estatal mantenía vigente. Había allí un debate muy vivo; esa sociedad no estaba unánimemente conforme con lo que hacía su Gobierno; sigue siendo así, y decir lo contrario es tan solo animar a pensar que el silencio allí es la ley. No es verdad.
Ahora Muñoz Molina obtiene ese premio y le piden que lo deje, que no vaya a recogerlo. Me ha parecido la solicitud firmada por algunos colegas del escritor de Úbeda un propuesta fuera de lugar, pues, como el mismo premiado ha dicho, otros extranjeros como él, igualmente solidarios con los perseguidos de antes y de ahora, recibieron por méritos parecidos el mismo galardón, y ninguno de ellos —tampoco Semprún— se sintió impelido a rechazar el premio ni nadie asoció el emblema al Estado de Israel. Es el Premio Jerusalén, en este caso por haber escrito Sefarad.
“Y tú qué harías si supieras que en cualquier momento pueden venir a buscarte, que tal vez ya figura tu nombre en una lista mecanografiada de presos o de muertos futuros, de sospechosos, de traidores”. Sefarad habla de las diásporas, nos afecta a nosotros, los españoles, es una crónica general de los nombres propios señalados por la ignominia de los perseguidores. Aquí y en todo el mundo. Si por contar eso lo han premiado, si por advertir que eso que sucedió sigue sucediendo, aquí y en todas partes, ¿Cómo no va a ir a recibir en Jerusalén o en cualquier sitio el eco que merece tan extraordinario poema de la diáspora? Que vaya a Jerusalén y que vuelva para contar qué vio.