Día Mundial de la Salud: historia, mitos y realidades

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Especial sobre Salud: historia, mitos, realidades y consejos


 

Historia

En Diciembre de 1945, las delegaciones de Brasil y China propusieron la creación de una organización internacional de salud.

En Nueva York, en julio de 1946 se aprobó la constitución de la Organización Mundial de la Salud. Dicha constitución entró en vigencia el 7 de abril de 1948, cuando el veintiseisavo país de los 61 gobiernos signatarios ratificó su firma.

 

 

El Día Mundial de la Salud se estableció como uno de los primeros actos oficiales de la OMS, se observó por primera vez el 22 de julio de 1949, para conmemorar la constitución de la OMS, pero posteriormente se cambió la fecha al 7 de abril para fomentar la participación de los estudiantes, ya que en julio hay muchos planteles educativos cerrados, recordando así la fecha en que oficialmente se adoptó la constitución.

Esta celebración anual desde 1950 utiliza un lema y un tema diferente cada año. La selección del tema, la hace el Director General de la OMS, basado en las sugerencias de los gobiernos miembros y de sus funcionarios.

El Día Mundial de la Salud brinda una oportunidad de ámbito mundial para centrar la atención en importantes cuestiones de salud pública que afectan a la comunidad internacional.

 

 

Cobertura sanitaria universal

La cobertura sanitaria universal es el objetivo primordial de la OMS. Para lograrlo es crucial que todas las personas puedan tener la atención que necesitan, cuandoquiera que la necesiten, en el seno mismo de la comunidad.

Se está avanzando en este ámbito en países de todas las regiones del mundo.

 

 

Sin embargo, millones de personas siguen sin acceso alguno a la atención de salud. Y muchas personas, que se cuentan también por millones, se ven obligadas a elegir entre la atención de salud y otros gastos cotidianos, como alimentos, vestidos o incluso un techo.

Por esa razón la OMS dedica este año el Día Mundial de la Salud, el 7 de abril, a la cobertura sanitaria universal.

 

 


Texto extraído de El Confidencial
Autor: Miguel Ayuso

La industria farmacéutica es muy rica y ha corrompido los sistemas de salud

Cuando un científico se atreve a criticar a la industria farmacéutica, enseguida se le critica porque no la conoce bien. Pero al médico danés Peter C. Gøtzsche es difícil pillarle por este flanco. Durante 30 años, Gøtzsche ha trabajado en ensayos clínicos y regulación de medicamentos para varias farmacéuticas y ha publicado más de setenta artículos científicos en las Big Five, las cinco principales revistas científicas.

Y es por esto por lo que afirma con rotundidad que la industria farmacéutica está corrompida hasta la médula, extorsiona a médicos y políticos, y mantiene enormes beneficios a fuerza de medicar innecesariamente a la población.

 

Peter C. Gøtzsche (Libros del Lince)

 

El Dr. Gøtzsche y El Confidencial en extensa entrevista en la que no deja títere con cabeza:

Pregunta. Hace unas semanas entrevistamos al psiquiatra Allen Frances. Nos dijo, literalmente, que la industria farmacéutica está causando más muertes que los carteles de la droga. Usted opina lo mismo. Cuando se publicó la entrevista muchos lectores se quejaron porque les parecía una aseveración exagerada. ¿Por qué cree que no lo es?

Respuesta. Decir la verdad no puede ser una exageración. En mi libro documento que el consumo de medicamentos con receta es la tercera causa de muerte tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. En Estados Unidos, por ejemplo, la prescripción de medicamentos causa cerca de 200.000 defunciones todos los años. Así que está claro que la industria farmacéutica está causando bastante más muertes que los carteles de la droga.

P.: Richard Smith, médico y exdirector del British Medical Journal, asegura en el prólogo de su libro que los médicos acabarán cayendo en desgracia ante la opinión pública, como ya ha ocurrido con periodistas, diputados y banqueros, por no haber sido capaces de ver hasta qué punto han aceptado la corrupción.

R.: La industria farmacéutica es inmensamente rica y poderosa, y ha corrompido los sistemas de salud de una forma extraordinaria. Es una corrupción de largo alcance. Todo el proceso por el que nuestros medicamentos son investigados, aprobados y recetados ha sido corrompido.

 

 

Esto implica manipular los datos científicos, pero también comprar a casi cualquier persona que pueda tener influencia en el sistema, incluidos los ministros de salud.

P.: Para la mayoría de la población, es difícil creer que muchos de los fármacos que tomamos causan más problemas que beneficios. ¿Es algo que podemos afirmar de muchos medicamentos?

R.: Es verdad que muchos de los medicamentos que la gente toma causan más daños que beneficios. Sabemos muy poco sobre la utilidad real de los medicamentos, ya que la práctica totalidad de los ensayos controlados con placebo son desarrollados por la industria farmacéutica, que tiene un tremendo conflicto de intereses.

La industria exagera los beneficios y oculta los daños de los medicamentos en la publicación de los ensayos clínicos.

Muchos de los fármacos que tomamos ni siquiera tienen efectos; simplemente parece que han tenido un efecto en los ensayos avalados por la industria, pero esto sucede normalmente porque los ensayos no se han ‘cegado’ de forma efectiva, y en ese caso tanto los pacientes como los médicos tienden a exagerar los efectos subjetivos de los medicamentos de forma substancial.

 

 

P.: ¿Hay fármacos que se utilizan en la práctica médica que no cuentan con ninguna justificación científica válida?

R.: Creo que los fármacos anticolinérgicos para la incontinencia urinaria y los medicamentos antidemencia no tienen un efecto real, y lo que se midió en los ensayos clínicos está sesgado porque el cegamiento fue insuficiente.

Un área particularmente problemática es la de las drogas psiquiátricas. La falta de un cegamiento efectivo en los ensayos conlleva, por ejemplo, que sea dudosa la efectividad real de los antidepresivos para tratar la depresión; probablemente ni siquiera funcionan para tratar la depresión clínica.

En cualquier caso, no hay duda de que las personas con trastornos psiquiátricos están siendo sobremedicadas de forma masiva. Sabemos que los antipsicóticos causan daños cerebrales, pero probablemente también los antidepresivos y los medicamentos para tratar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.

 

 

P.: Uno de los argumentos más utilizados por la industria farmacéutica para defenderse de las críticas es que sin su inversión en investigación no tendríamos los medicamentos que tenemos. ¿Es cierto?

R.: En mi libro desacredito este argumento, que, lamentablemente, es ampliamente aceptado entre médicos y políticos. ¿Aquellos que se creen esto estarían dispuestos a pagar veinte veces más por su nuevo coche sólo porque el vendedor les dice que por hacerlo tendrán mejores coches en el futuro? La situación es del todo absurda.

Normalmente, las empresas dicen: “Si no gastáramos nuestro dinero en investigación, moriríamos”. Pero las compañías farmacéuticas lo que dicen es: “Si no tenemos vuestro dinero para gastarlo en investigación, vosotros moriréis”. Sólo los líderes religiosos son más listos que ellos, pues prometen que seremos recompensados tras la muerte, lo que hace que sea completamente imposible quejarse.

Empíricamente se ha demostrado que este argumento no se sostiene. Los beneficios de las farmacéuticas se han disparado en la última década, y al mismo tiempo la innovación se ha estancado. En definitiva, el capitalismo y el cuidado de la salud son malos compañeros de cama. Nuestras sociedades deben tomar el control sobre el desarrollo y la venta de medicamentos, lo que garantizaría que tuviéramos los medicamentos a precios que incluso los países en desarrollo podrían permitirse.

 

 

P.: Muchos médicos e investigadores conocen a la perfección lo que está haciendo la industria farmacéutica, pero se niegan a hablar porque, después de todo, su trabajo depende de ellas. ¿Hay miedo entre los profesionales a criticar a las farmacéuticas?

R.: La situación en la que estamos ahora es similar a la que vive un pueblo cuando ha permitido a la mafia ser tan poderosa que ha logrado comprar a todo el mundo, incluidos los políticos, el alcalde y la policía.

En una situación así es increíblemente difícil dar marcha atrás. Esto es lo que está pasando ahora con la industria farmacéutica, que ha comprado a muchos doctores clave, que son líderes de opinión. Hay casos de médicos que han perdido su trabajo por criticar a la industria, porque la farmacéutica en cuestión había comprado ya a sus superiores. Esto es lo mismo que hace la mafia cuando se carga a un oficial de policía que hace demasiado bien su trabajo.

P.: Normalmente hablamos de la industria farmacéutica como un todo. ¿Hay alguna compañía que sea mejor que otra? ¿No hay un solo CEO de las farmacéuticas que tenga ética?

R.: Cuando el crimen renta se genera más crimen. Esto es exactamente lo que estamos viendo.

 

 

Los crímenes de la industria farmacéutica, que están entre los peores de todas las industrias, se han incrementado en los últimos años. He sido incapaz de encontrar una sola compañía cuyo CEO tenga sentido de la moral. Lo único que importa es el dinero y los CEO saben perfectamente que su falta de ética conduce a muchas muertes innecesarias.

El criminólogo John Braithwaite, que ha entrevistado a muchos CEO para elaborar su libro sobre el crimen organizado en la industria farmacéutica, los llama “bastardos despiadados”.

P.: En los últimos años se han publicado varios libros en los que se critica ferozmente las prácticas de la industria farmacéutica (como Mala Farma de Ben Goldacre o ¿Somos todos enfermos mentales? de Allen Frances). ¿Algo está cambiando? ¿Vamos a ver un cambio en la regulación de la práctica de las farmacéuticas?

R.: Desafortunadamente, la industria farmacéutica es tan poderosa que es tarde para esperar ningún cambio importante en los reguladores y en la forma en que nuestros políticos entienden su funcionamiento. Hay esperanza, sin embargo, porque nuestros ciudadanos no son tan tontos, ingenuos y oportunistas como nuestros políticos.

 

 

He escrito este libro porque estoy enfadado y quiero que se enfade más gente para decir que ya hemos tenido bastante, así que a lo mejor podemos introducir cambios radicales en la forma en que desarrollamos, investigamos, comercializamos y tomamos medicamentos.

P.: ¿Qué pueden hacer los ciudadanos para ayudar a revertir esta situación?

R.: Lo primero, y más importante, es que los pacientes tomen el mando de sus propias vidas, por ejemplo, descargando en internet el prospecto cuando un médico le ha recetado un medicamento. Si lo leen atentamente, probablemente sabrán mucho más sobre el fármaco que su propio médico. Entonces, quizás, todos los peligros, precauciones y advertencias harán que se planteen que quizás es mejor no tomar ese fármaco en particular.

Los pacientes deben darse cuenta de que prácticamente todo lo que un médico sabe sobre los medicamentos ha sido cuidadosamente preparado por la industria farmacéutica. Y es más, el médico quizás tiene un interés lucrativo personal en recetarte un fármaco que es mucho más caro que otro que es igual de bueno, porque el soborno a los médicos es común.

 

 

Las organizaciones de pacientes y las de médicos no deberían aceptar dinero de la industria farmacéutica. Deberían preguntarse si les parece éticamente aceptable recibir dinero que ha sido ganado en parte por crímenes que han dañado e incluso matado a muchos pacientes. Y los médicos tienen que negarse a recibir visitantes médicos, porque esto conduce al a prescripción irracional y un gran daño, incluyendo muertes innecesarias.


 

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