Al finalizar la guerra, nuevamente la columna estuvo en riesgo de ser destruida, ya que los franceses quisieron dinamitarla
La historia de la columna de la victoria, instalada en la mitad del Tiergarten, es como la de Alemania: construida por capas, segmentos, o anillos.
Estos se superponen unos a otros, se complementan o se oponen, y parecen convivir, aunque de manera inestable y por momentos sin ningún diálogo, en una misma memoria colectiva.
Coronada por una estatua de bronce, que representa a Nike, la diosa de la victoria, y que ha sido asimilada popularmente como un ángel, este es uno de los lugares de mayor interés turístico de la capital alemana. No sólo por la belleza de su arquitectura, sino por lo que significa y las evocaciones que puede generar en un espectador atento.
La columna fue erigida como monumento conmemorativo de la victoria que los prusianos obtuvieron sobre Dinamarca en la llamada Guerra de los Ducados.
Sin embargo, para cuando la obra estuvo lista, ya los prusianos habían obtenido otra victoria, esta vez contra Austria y Francia (en las guerras de Las Siete Semanas y la librada contra el imperio de Napoleón III).
Su construcción inició en 1864 y se inauguró cerca de diez años después, de tal manera que, de sus cuatro anillos, tres están dedicados a estos triunfos y decorados con piezas de cañones incautados a los enemigos.
Los nazis decidieron alargar la columna, añadiendo un nuevo segmento. De esta manera, alcanzó su altura actual (67 m). Pero el desenlace de la guerra truncó sus planes, y el segmento de la columna correspondiente a sus victorias quedó vacío, como una mirada sorda destinada a permanecer dolorosamente en el recuerdo.
Ellos también definieron su traslado hacia la Gran Estrella, rotonda que une importantes vías de la capital alemana. Inicialmente, el monumento estuvo ubicado en la plaza que actualmente se llama Platz der Republik, enfrente del edificio del Reichstag, pero Hitler tenía el deseo de “refundar la capital alemana”.
El proyecto para la remodelación de Berlín fue un ambicioso plan concebido de la mano del arquitecto Albert Speer (“el primer arquitecto del Tercer Riech”), y que pretendía implementar, una vez saliera victorioso de la Segunda Guerra Mundial, el deseo del Führer de “actualizar” la ciudad capital, poniéndola a tono con otras grandes capitales del mundo como París o Londres.
La razón de la reubicación de la columna con su estatua fue el deseo de construir una gran avenida concebida como Avenida de la Victoria, con unos 5 kilómetros de largo y 120 metros de ancho, destinada a los multitudinarios desfiles convocados por los social nacionalistas alemanes.
Este propósito (la construcción de un gran eje vial), fue uno de los pocos planes para la remodelación de Berlín que logró concretarse antes del final de la Segunda Guerra.
Y fue este hecho, precisamente, el que salvó de la destrucción al monumento, puesto que en la llamada Toma de Berlín, la plaza Königsplatz (denominada así por los nazis, en sustitución del antiguo nombre que ostentaba durante el período de la República de Weimar, de donde se tomó el nombre que la identifica actualmente: Platz der Republik) resultó completamente destruida.
Al finalizar la guerra, nuevamente la columna estuvo en riesgo de ser destruida, ya que los franceses quisieron dinamitarla, pero impedidos por el veto impuesto por ingleses y norteamericanos, se contentaron con sustraer las incautaciones de guerra que adornaban el anillo correspondiente a su derrota.
Hoy en día este obelisco permanece en su lugar, y se relaciona de manera muy directa con los cambios que ha sufrido el país germano. La pretendida avenida de la victoria no se concluyó, y la columna de la diosa Nike ha visto, por el contrario, crecer el tráfico y el número de eventos que se realizan en la Gran Estrella, rotonda en la cual fue depositada en virtud de los planes de renovación urbana frustrados.
Por allí circula, cada año, el” Festival del orgullo gay”, que se desplaza desde el zoológico de Berlín, por la vía comercial más importante de la ciudad, denominada Ku’damm, en su recorrido hacia la puerta de Brandenburgo.
Este desfile hace parte del festival Cristopher Street, que hace eco de otros eventos similares en el mundo iniciados en Nueva York en la década de los años 70 del siglo pasado, en la calle del mismo nombre.
Reuniendo todas estas capas de la historia, similares a los anillos que conforman la altura del Monumento de la Victoria, podría decirse que su estructura es una metáfora del tiempo, circular y cambiante, ascendente si se quiere, hacia un destino no determinado.
En tiempos pasados, en el otrora gran plan urbanístico de la Welthauptstadt Germania (“Capital Mundial Germania), del cual la reubicación de la columna fue un primer paso, estaba contemplado construir un arco del triunfo de Hitler, inspirado en el de París, pero, por supuesto, mucho más grande. Por debajo de la apertura del arco, en los cien metros de altura propuestos, habría sido posible instalar el arco del triunfo de la capital francesa (de 50 m de altura).
Igualmente, en el año 1987 y debido a la celebración de los 750 años de Berlín, fue precisamente el gobierno francés, en cabeza de François Mitterrand, quien financió la restauración del monumento.
Por otro lado, el proyecto nazi despreciaba a los homosexuales, y los persiguió considerando su condición una prueba de degeneración racial. Pero, paradójicamente, en la actualidad algunos de los espacios públicos contemplados por el Führer como parte importante de su plan de modernización de la capital alemana, son usados para significativos eventos en defensa de los derechos de la población LGTBI.
“Desfiles del Orgullo Gay”, se denominan estas manifestaciones cuyo propósito es hacer evidente una opción de género particular, y que luchan por un reconocimiento pleno de los derechos civiles que se consideran han sido vulnerados históricamente en diferentes tiempos y lugares.
La diosa Nike, asociada a las competiciones deportivas, aparece labrada en las preseas olímpicas. Pero en estos tiempos que corren, es difícil que alguien recuerde a Nike por su connotación mitológica, y en cambio a la simple mención de este fonema vienen a la mente zapatos tenis, pantalones en licra y camisetas.
Así es la historia, y así se puede leer a través de las diferentes capas o anillos que componen el majestuoso pilar situado en la Gran Estrella, similar a la rotonda parisina, que lleva el mismo nombre, y que alberga el Arco del Triunfo francés.
Tal vez por eso el obelisco es circular, como el tiempo humano, destinado eternamente a entrelazar hechos y eventos diversos, tan diferentes y tan iguales a la vez.
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