Las dos iglesias como espejos en la Gendarmenmarkt de Berlín

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Estas dos construcciones enfrentadas parecen haber engendrado lo que se expresa de manera tan  visible  en el centro de la plaza: la tradición filosófica, el teatro, la música, y la poesía.


Uno de los lugares más hermosos de Berlín, la capital alemana, es la plaza Gendarmenmarkt. Los viajeros son sorprendidos por la amplitud del espacio público, una gran explanada custodiada por dos iglesias considerables en tamaño, pero aún más por la belleza de sus fachadas y, sobre todo, por su similitud.

El visitante se frota los ojos, para comprobar que no está sufriendo una alucinación producto de los agites propios de los viajes: ante sí, se yerguen dos templos de forma y magnitud prácticamente indistinguibles.

Esta visión del antiguo mercado de los Gendarmes (de allí toma el nombre la plaza) obliga a consultar las razones de tal  obra.

¿Qué ciudades en el mundo se permitieron construir dos capillas iguales, enfrentadas una a la otra, ambas con semejante fastuosidad, y con qué objetivo?

¿Qué comunidad religiosa desearía, o envidiaría, la forma y el tamaño del recinto sagrado de un credo distinto, cuando no rival?

¿Qué actividades se realizan en el edificio central de la plaza, aquel que no tiene una connotación religiosa?

Foto por: Martha Alzate

¿Qué significado tiene el monumento a Schiller, y por qué está ubicado en el centro de la plaza?

Así, inicia un recorrido que obliga a indagar sobre el lugar y lo que en él se puede observar.

Las capillas fueron construidas durante el reinado de Federico I de Prusia, quien les concedió, tanto a las comunidades religiosas luterana como a la reformada francesa, un lugar para construir sus respectivos templos.

Es importante recordar que los protestantes franceses, de influencia calvinista, fueron perseguidos por los monarcas  de su propio país desde la segunda mitad del siglo XVI.

La Corona francesa, fuerte aliada de la iglesia católica, persiguió y ejecutó a los reformadores, lo que impidió que la reforma protestante se extendiera en Francia de la misma forma que en otros países como Inglaterra y Alemania. Durante el reinado de Luis XIV, el llamado Rey Sol, se intensificaron las persecuciones a los hugonotes. Tanto, que entre 1686 y 1689 se produjo un éxodo masivo que continuó hasta las primeras décadas del Siglo XVIII.

Se estima que durante este período emigraron cerca de 200.000 hugonotes, siendo Prusia uno de sus destinos más importantes. En general, estos  fugitivos eran  gente de avanzada, artesanos, industriales y hombres de letras, que beneficiaron con su arribo a las regiones que los acogieron.

Foto por: Martha Alzate

En cuanto a la arquitectura de los templos y la explanada, la historia es como sigue: la plaza está construida siguiendo el diseño de otra de gran importancia, la Piazza del Popolo en Roma. Ésta, en forma de círculos simétricos, alberga las chiese gemelle (dos gemelas) iglesias de Santa Maria dei Miracoli y Santa Maria in Montesanto.

Ahora, en lo referente al nombre del lugar, Gendarmenmarket, su designación se debe a que originalmente el espacio fue contemplado para instalar allí un mercado, por lo cual recibió como primer nombre el de Linden-Markt. Este cambió, en 1799, en honor al regimiento de Gens d’Armes, cuyas caballerizas estuvieron instaladas en la plaza.

Federico II, llamado El Grande, -aquel que llevó a Voltaire a la corte de Berlín, al tiempo que a otro grupo de músicos y artistas franceses y que tuvo por nodriza a una institutriz hugonote, con la que aprendió a hablar simultáneamente francés y alemán-, ordenó desmantelar las caballerizas y construir en su lugar un pequeño teatro francés.   Este recinto fue sustituido por el Teatro Nacional, en el año 1802, el cual se quemó completamente en 1817.

A partir de ese momento, se emprendió la construcción del Konzerthaus, que es el punto central de la plaza y aún hoy permanece en pie, siendo usado regularmente como sala de conciertos. Este edificio fue diseñado por el arquitecto Karl Friedrich Schinkel, el más importante del Estado prusiano y el mayor representante del neoclasicismo alemán.  El mismo diseñador que concibió la cruz de hierro, aquella que fue agregada a la cuadriga de la puerta de Brandeburgo cuando ésta retornó a Berlín, después de haber sido raptada por Napoleón.

Enfrente del Konzerthaus está el monumento a Schiller, encargado por el último emperador o káiser del imperio alemán y último rey de Prusia, Guillermo II, al artista plástico de corriente naturalista neobarroca, Reinhold Begas.

El propósito de este monumento era conmemorar los cien años del nacimiento del poeta alemán, y estaba previsto que fuera inaugurado en 1859. Sin embargo, sólo estuvo listo diez años después.

Foto por: Martha Alzate

Las obras de Friedrich von Schiller son afines al  espíritu del protestantismo.  Dotadas de un profundo carácter interior, conducen a la reflexión moral a través de la introspección de sus personajes teatrales, que se debaten entre asuntos como el ejercicio de la libertad y la sujeción a la necesidad.

El monumento a Schiller, podría decirse entonces, condensa toda una amalgama de circunstancias y significados que están presentes en el Gendarmenmarket: en primer lugar el protestantismo como expresión religiosa del capitalismo ascendente y la influencia de las ideas francesas relativas a la justicia y la libertad, que son el preámbulo a su revolución, acontecimiento que ha marcado para siempre la vida de Occidente.

Asimismo, afloran el teatro y la música, dos expresiones culturales que se alimentan y se refuerzan (es necesario recordar que Schiller fue inspirador de grandes obras musicales como La Oda a la Alegría de Beethoven o las óperas de Giuseppe Verdi).

En el centro de todo, la fuerte tradición filosófica y poética de Alemania, y los albores del romanticismo con el movimiento Sturm und Drang, traducido al español como Tormenta y pasión.

Después de este breve recorrido por los antecedentes que han derivado en lo que hoy es el Gendarmenmarket, es comprensible que en el centro de todo esté la figura del gran poeta alemán. La belleza que se manifiesta en este espacio público hace honor a la tradición histórica que concentra y se nutre de importantes acontecimientos políticos, sociales y religiosos, que juntos han contribuido a cimentar el legado reflexivo y poético encarnado en la figura de Schiller.

Alemania, y por tanto Berlín, su capital, lejos de constituir una pretendida pureza racial y cultural, es más bien una mezcla producto de múltiples y variadas influencias. Entre ellas, el influjo de Francia es tan innegable como problemático: una amalgama entre anhelo y rechazo, que se parece más al amor que al odio.

Foto por: Martha Alzate

De este transcurrir parecen erigirse como garantes las dos gemelas, las iglesias que se enfrentan y, a su vez, se  complementan.

Espejos  la una de la otra, rivales y apéndices, estas dos construcciones enfrentadas parecen haber engendrado lo que se expresa de manera tan  visible  en el centro de la plaza: la tradición filosófica, el teatro, la música, y la poesía. 

Dicho de otra manera: la síntesis de una cosmovisión.


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