Leo Pinzón, y las vueltas que da el metal extremo

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Esta música ha navegado siempre por aguas subterráneas. Bares, bodegas, parques y sótanos son su cauce natural. En ese  recorrido se forjan mitos. Por ejemplo, el de Pereira como tierra prometida. Para  uno de sus más importantes exponentes,  es  parte de un gran malentendido.


 

Fotografías: Jess Ar

 


Puertas  adentro

No bebe.

No fuma.

Tiene un hogar conformado por su mujer y dos gatas llamadas Úrsula y Anastasia.

 


Atendió a su padre hasta en las necesidades más íntimas en su largo y tortuoso camino hacia  la muerte.

Es profesor de Química en un colegio rural del municipio   risaraldense de Santuario.

 


Le han empezado a gustar las canciones de Camilo Sesto, el legendario cantante de baladas.

Así que…

Si ustedes buscan a un hombre  alejado  de los estereotipos asociados al Heavy Metal ese es Leonardo Pinzón.

 


Nada del metalero bestial, despiadado y pendenciero elevado a la categoría de mito colectivo por los fanáticos y los medios de comunicación.

Tampoco busquen  aquí emociones fuertes: no duerme con esqueletos- salvo el propio- no come murciélagos ni bebe sangre en el escenario, según reza la leyenda negra propagada por divinidades del hard rock del tipo Ozzy Osbourne o Alice Cooper.

 


Leo Pinzón se limita a hacer bien  lo suyo:
cantar y contar los más secretos  anhelos y temores de quienes lo siguen desde que fundara su primera banda.

Llega  a la cita a la hora en punto, después de sortear uno de esos intempestivos vendavales veraniegos que se desatan a veces  por estas tierras.

 

Primera formación de Twilight Glimmer. 

 

Es  miércoles víspera de festivo  y viene ataviado con una camiseta estampada,  bermudas y unos  zapatones  de siete leguas que lo llevan a todas partes.

Sus brazos gruesos sugieren más a un baterista que a un cantante: hasta en eso rompe el molde.

 


Es sólido, moreno y- aquí  sí – luce  una de esas barbas puntiagudas que caracterizan a los de su estirpe: los músicos de
heavy metal que en el mundo entero expresan la desazón colectiva a ritmo de  guitarra, bajo, batería y unas voces desgarradas que parecen viajar desde lo innombrable.

Leonardo Pinzón ha sido  y es vocalista de algunas de esas bandas.

 

La Tarde / Fotografía archivo Memorias del Rock Local

 

Hace memoria mientras  bebe a sorbos lentos una aromática de frutas sentado en un café del centro de  Pereira.

“Nací en 1977, el año en que murió Elvis Presley. No sé lo que quiera decir eso, pero en mi vida no  he sentido pasión por una música  distinta al rock y todas sus derivaciones. Todo empezó porque mi hermano mayor, Luis Fernando,  que hoy tiene cincuenta y un años, coleccionaba  vinilos  de los grandes grupos como Black Sabbath, Deep Purple, Led Zeppelin. De  modo que desde niño mamé las vibraciones de esa música que me ha ayudado a  conectarme con el mundo.

 


Aparte de Luis Fernando, la presencia de Germán Álvarez, más conocido en el medio como “Hueso” fue clave en mi iniciación musical. El me dio a conocer bandas como Slayer, por ejemplo. Germán  fue una de los integrantes de Tránsito Libre, una de las agrupaciones locales más valiosas de los ochenta y noventa, cuando ya había una movida fuerte en bares y sótanos de la  ciudad.

Fue precisamente John César Noreña, líder esa agrupación, quien me dio las primeras clases de guitarra cuando apenas iniciaba mi bachillerato”.

 

Fotografía archivo Memorias del Rock Local
En el centro Germán Álvarez (Hueso) y Jhon César Noreña de Transito Libre.

 

Su padre, Luis Francisco, se pensionó como policía. Después de su muerte temprana María Antonia, la madre, acabó de completar la crianza de sus hijos: tres hombres y una mujer.

Con una obsesión en la cabeza, la música, Leo tuvo el olfato práctico para ingresar  a la Universidad Tecnológica de Pereira, donde  cursó estudios de Química. Más adelante se especializó en educación. Eso le permitió desempañarse como profesor en el Liceo Inglés, una institución privada, y luego formar parte de la planta oficial de profesores en el Departamento de Risaralda.

 

 

“Todos los días, bien temprano, me embarco con otros cuatro compañeros  hacia   la Institución Educativa La Mariana, en  el área rural del municipio de Santuario. Esa es toda una experiencia de vida. Pasar de un colegio privado, donde los estudiantes  de estratos altos tienen todos los medios físicos, tecnológicos  y didácticos para el aprendizaje, a comunicarse con unos chicos de origen campesino, rodeados de limitaciones, obliga a poner a prueba la creatividad para encender en ellos el gusto por algo en apariencia tan lejano como la química. Y digo en apariencia, porque en realidad es lo más cercano: nosotros mismos y todo lo que nos rodea estamos  hechos  de compuestos químicos”.

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Leo es también un ferviente apasionado de los súper héroes. Tiene una amplia colección de figuras y películas…

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La  luz crepuscular

Corrían los años noventa. El muro de Berlín y unas cuantas cosas más se habían hecho trizas.

 


Luego de un año de estudiar guitarra empezó  a buscarse un lugar en una escena local   donde bandas como
Etiopía, Wizzard y el mismo  Tránsito Libre habían abierto camino una década atrás. Para entonces, Leo Pinzón había escuchado  todo lo que caía  en sus manos: vinilos y casetes de Rush, Motorhead, AC/DC, Judas Priest o Rainbow.

La frecuentación de algunas vertientes de la literatura fantástica  estimuló  su capacidad para recrear imágenes. Las mismas que le ayudaron a componer canciones como Paradox. Sobre su mesa de noche reposaron durante años los libros de  George Martin, Dan Brown, Tolkien o los clásicos de Edgar Allan Poe.

 


Y entonces  se  instaló bajó esa luz crepuscular  tan amada por los grandes músicos de rock a lo largo del  tiempo. Esa mansión de penumbras  ubicada justo en la frontera entre el día y la noche. Las célebres puertas del  poema de William Blake que inspiraran a  Jim Morrison  para el nombre de  su grupo:
“Hay cosas conocidas y cosas desconocidas/ y entre ellas están las puertas”, escribió Blake

Por eso Leo escogió los vocablos Twilight  Glimmer para el nombre de su grupo.

 

 

“Cuando me sentí con la suficiente preparación tomé el camino y empecé a recorrer el mundo del rock y el metal. En ese viaje pasé  por bandas tan importantes como Belial, Devastate y luego emprendí la aventura de crear Twlight Glimmer, una banda que alcanzó un sonido denso y poderoso de la mano de Edison Sepúlveda, Adrián Holguín, Juan Bulla y Ricardo   Velásquez.

Formar un buen grupo  y  lograr una sintonía con los públicos a través de las  letras y el sonido empieza a abrir una serie de puertas  imposibles de imaginar al comienzo.

 

Twilight Glimmer. “Paradox” (2002)

 


A esta altura del camino, con cuarenta años de vida puedo decir que cuatro discos grabados, giras por varios países de Suramérica,  la posibilidad de abrir conciertos de bandas tan importantes como Vader, Overkill o Destruction, aparte de una participación en Rock al Parque son razones para estar satisfecho con la música y la vida”.

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Metal fundido

Con el paso de los años uno va dejando de andar a la enemiga por el mundo. Leo Pinzón, que a sus veinte no concebía una música distinta al rock, esa forma del metal fundido  en la que millones de mortales de todas las edades vierten a partes iguales sus afectos y  ansiedades,  ha aprendido a valorar expresiones musicales  que antes abominaba.

“Con lo no que pude nunca es con  en el baile y con la música tropical: supongo que el compás de cuatro por cuatro, sobre el que se soporta la estructura del metal, lo imposibilita a uno para otras cosas. Pero a esta altura del camino disfruto de sonidos que antes no me podían ni mencionar. Por ejemplo, el pop de los ochenta. Me parece que Prince, Cindy Lauper y Billy Ocean desarrollaron propuestas muy importantes”.

 



Y, como le decía, siento que la voz de Camilo Sesto constituye un aporte muy  valioso al género de la balada  y a la música popular en general”.

 


La tierra  de promisión

El metal ha navegado siempre por aguas subterráneas. Bares, bodegas, parques y sótanos son su cauce natural. En ese  recorrido se forjan mitos. Por ejemplo, el de Pereira como tierra prometida para músicos de otras partes. Leo Pinzón cree que eso es parte de un gran malentendido.

 


“En realidad pienso que es al revés.  En Pereira se produce  muy  buena música y surgen bandas importantes, pero el mercado es muy pequeño. Por eso la  gente primero  se forma aquí y luego, si tiene la suficiente calidad, emprende el vuelo  hacia otros países. Por ejemplo, los de Internal Suffering están radicados en España, mientras Head Crusher hacen lo propio en  Estados Unidos. Claro,  también debe entenderse que Internet ha transformado al mundo en general y al universo de la música en  particular.

Fíjese nada más en una cosa: mientras a nosotros nos tocaba comunicarnos por cartas y enviar la música en paquetes, ahora están Youtube y todas las redes sociales. Entonces usted ve que en Pereira hay dos decenas de bandas, unos cuantos bares y unos festivales que congregan gran cantidad de público y se dice ¡Uy, esa sí que es buena plaza! Pero aquí hay  que lucharla duro.

 

 

Tanto, que es mejor tener a mano otra profesión para ganarse la vida y la de la familia. Salvo algún caso excepcional, en el medio es imposible vivir de la música. O al menos solo de la música”.

 

A punta de chatarra

Veinte años después de haberse echado al camino, Leo Pinzón lidera una nueva banda: The Victory. Con ella explora otros ritmos y lenguajes en un género que no para de evolucionar. Aparte de eso está  su tarea como organizador de conciertos y festivales. En medio de ese ajetreo queda poco tiempo para alimentarse bien,  o al menos como mandan los catecismos de la comida saludable.

 

Leo Pinzón con su actual agrupación The Victory.  / Foto cortesía 


“De forma paralela a mi trabajo como  músico y profesor,  he sido parte de   colectivos dedicados a promover los distintos géneros del rock y el metal en sus muchas denominaciones: trash, death, core, brutal. En esa tarea hemos traído a la región  grupos tan importantes como Obús, de España y a Cradle of  Filth, del Reino Unido.

Ahora estamos pedaleando duro con Fuerza Rock en la organización de Eje Rock, que tendrá lugar el 20 de agosto, en el Obelisco de la Villa Olímpica de Pereira. Por eso, porque no hay mucho tiempo de salir a buscar una sopa, me  volví adicto a las hamburguesas  y a lo que llaman comida chatarra en general. El problema es que a los cuarenta eso empieza a notarse en la panza”.

 

Eje Rock 2016


En  
Eje  Rock tendrán como invitado central  a Gilman, el  músico  venezolano fundador de la legendaria agrupación Arkangel. Con el estarán en el escenario, entre otros, Trash or die, de Estados Unidos; Decapited, de Chile y Sobredosis, de  México.

 


Trabajar fuera del escenario es una empresa dura y gozosa a la vez. Tan dura y gozosa como el camino recorrido  por Leonardo Pinzón desde el día de hace más de treinta años cuando su hermano le entregó una suerte de objeto mágico: un vinilo en el que aparecían cuatro tipos  oscuros, sumos sacerdotes de una curiosa religión. Se trataba de Tony Iomi, Ozzy Osbourne, Bill Ward y Geezer Butler, los creadores de
Black Sabbath.

Con ese talismán apretado contra el pecho, Leo emprendió la aventura de su vida. Y a fe que le ha dado buenos frutos.

 

 

The Victory. “Pride”. Del álbum:  In The Name of Rockandroll (2017)

 

 

Twilight  Glimmer. “Self-inflicted fear”. Del álbum: Indignation (2013)

 

 

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