Lo que hice un día con mi familia rodando en bicicleta por España.

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Entre tantos lugares, llegamos a una  ciudad con una intensa historia que se manifiesta en un valioso patrimonio monumental, y que ostenta el nombre de capital verde de Europa. También a un islote natural modelado por la lucha entre el mar y la tierra.


 

 

Fotografías: Wilmer Soto

 

 

Después de haber soñado con visitar tierras españolas en familia, viajamos desde Colombia a visitar el país vasco, al norte de España.

 

 

Voy a contarles lo que hicimos un día cuando el sol tímidamente salía en el otoño, como antojando a quienes solo tuvimos la posibilidad de viajar en estos tiempos, para que programemos un regreso en el verano.

 

 

Despertar temprano para ir a rodar en bicicleta y hacer la ruta verde del embalse de Ullibarri-Gamboa es un plan obligado si estás en Vitoria Gasteiz, capital de Álava y sede oficial del parlamento y el gobierno de la comunidad autónoma del país Vasco.

 

 

 

Es una ciudad con una intensa historia que se manifiesta en un valioso patrimonio monumental, y que ostenta el nombre de capital verde de Europa.

 

 

El recorrido de unos cincuenta kilómetros, por senderos maravillosos, que rodean una masa de agua calmada y fría, se presenta como un plan perfecto para una escapada en familia, que cautiva y embriaga de felicidad.

 

 

A eso de las once de la mañana, ya sin los atuendos de ciclismo, el recorrido se inicia hacia Gastelugatxe, un lugar mágico. Se trata de un islote natural modelado por la lucha entre el mar y la tierra, donde se erigen un arco y una cueva esculpidos durante siglos.

 

 

Este castillo sobre las rocas (significado de su nombre en Euskera) ha servido de fortaleza en numerosas batallas.

 

 

Desde la Edad Media es un referente para las creencias y costumbres religiosas, de hecho es el lugar de peregrinación más concurrido de la costa vasca. Como costumbre reciente las personas que llegan arriba hacen sonar la campana tres veces.

 

 

 

241,  el número de escaleras que hay que subir para llegar hasta la cima, y cuando llegamos a lo más alto fuimos a cumplir con la promesa de hacer sonar esa campana de la que tanto nos habían hablado, para que los buenos vientos de octubre pegaran fuertemente en nuestros cuerpos, alejando los malos deseos y trayendo prosperidad a esta familia colombiana que sueña con conocer muchos lugares del mundo juntos.

 

 

 


 

Contamos historias desde otras formas de mirarnos.

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