Enamorarse no es una opción, es inevitable
Texto extraído de: Traveler. es
Ya sea por el azul del mar, por el olor de las coloridas buganvillas, por la mágica composición de su arquitectura medieval o por esos apetecibles viñedos empinados junto al Mediterráneo, sea por lo que sea, lo cierto es que hay pueblos franceses que parecen creados para entrar a vivir. Un día, una semana o el resto de tu existencia. Enamorarse no es una opción, es inevitable. El horizonte se amplía sustancialmente, el aire se hace más limpio, el francés suena más romántico y las veladas son mucho más apetecibles.
Por eso te proponemos poner rumbo a la campiña para que descubras la fantástica diversidad de un país sobrado de experiencias inolvidables.
Annecy, espíritu alpino
Elegante, auténtica y tremendamente pintoresca. A la sombra imponente de los Alpes y junto al lago del mismo nombre es el lugar ideal si te gustan los deportes acuáticos o el senderismo más purificador. En cualquier caso no olvides reservar una cena junto a cualquiera de sus evocadores canales.
Eguisheim, bodegas de cuento
Otra imprescindible en la ruta del vino de Alsacia, encontrarás bodegas centenarias a la altura de tus expectativas más exigentes. Hártate a hacer fotos en su multicolor casco antiguo, donde perderse es una delicia concéntrica de la que siempre sales con alguna sorpresa agradable.
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St. Paul Vence, inspiración de artistas
Definitivamente St. Paul destila arte en todos sus rincones. Desde las empinadas calles de su casco antiguo, apenas suspendido en una colina que mira a la Costa Azul, hasta las selectas tiendas que jalonan su geometría en bancales. No en vano durante años ha sido el favorito de un montón artistas como Renoir, Matisse, Cocteau o Miró. Perfecta para desconectar y disfrutar del estilo de vida mediterráneo en su magnitud más atrayente.
Étretat, la Normandía más auténtica
Entre los sobrecogedores acantilados de Aval y Amont, en la Alta Normandía, asoma la deliciosa Étretat, una perla rescatada a la furia colonizadora de las olas de la Costa de Alabastro. Disfruta de su mercado centenario y de su nostálgica arquitectura Belle Epoque.
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En Midi Pyrinees, excavada en roca viva y con una silueta tan impresionante como sobrecogedora,una joya visual de retorcido acceso. Rocamadur cuenta con tres niveles, tres alturas para llegar a una de las vistas panorámicas más impactantes de Francia. En el primero encontrarás una estrecha callejuela por donde ingresar en la localidad caminando. Aprovecha para serpentear entre tiendas de recuerdos y comercios especializados en los delics de la región; foigrás, trufas, patés y vinos de Cahors. En el segundo encontrarás las Capillas, las Iglesias, el Palacio y la Basílica. En el tercero te espera el Castillo, testimonio vivo de una larga tradición religiosa…
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Colmar, la Alsacia más coqueta
Es una de las “pequeñas Venecias” de Francia, un pueblo de cuento donde el protagonista es el color. Prepárate para una ciudad animada y fronteriza, típica de la alta Alsacia. Recuerda que desde la Edad Media, esta ciudad cercana al Rhin vive del comercio vinícola, de modo que se impone una ruta por sus centenarios viñedos.
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Montsegur, leyenda cátara
La trágica historia de los cátaros, los ecos mártires de su cruzada, y la impresionante silueta del Castillo de Montsegur terminan por convencernos de que estamos ante un pueblo con “atmósfera”, un lugar tocado por la historia. Ahora además puedes disfrutar de las vistas de sus orgullosos 900 metros sobre el nivel del mar y de una magnífica red de rutas senderistas.
Rochefort-en-Terre, un paseo por la Edad Media
Si te quedas con una sola imagen de este encantador enclave medieval es posible que ésa sea la de su multitud de geranios rojos. Una bonita excusa para seguir explorando un centro que parece transportarnos a la Edad Media. Aquí encontrarás intacta la esencia de la Bretaña más buscada:mercados callejeros repletos de deliciosos productos de sus muchas granjas, exquisitas tiendas de antigüedades y un montón de pequeños locales donde caer en la tentación del crepe… ¡Ese producto!
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Gordes, espíritu provenzal
Si la Provenza es sinónimo de acierto, Gordes es una de sus joyas más preciadas. Todo en Gordes destila magia, desde su rica historia, que se remonta a la época de los romanos. Disfruta de la sinuosa carretera que te permitirá conocer uno de los pueblos más auténticos y mejor preservados de la mítica región y no dejes de deleitarte con sus tentaciones gastronómicas.
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Piedra de raza en un enclave único y pintoresco, de ésos que parece sacado de una postal. La vida fluye sin coches en las escasas calles del centro de Locronan, con su aire celta y su viento del norte dispuesto a desenredar todos tus agobios. Déjate llevar por la historia y no te pierdas las espectaculares vidrieras de la Iglesia de San Ronan, fundada por los Duques de Bretaña en el lejano 1420.
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Ars-en Ré, chic y marinera
Tradicionalmente ligada al mundo mar, su espíritu marinero no te defraudará, pero lo cierto es que esta pequeña localidad de la Costa Oeste francesa tiene mucho que ofrecer. Desde atrevidos paseos en kayac o moto de agua hasta un buen puñado de restaurantes donde saborear su apetitosa gastronomía. No dejes de visitar el Museo de la Ostra…rico, rico.