Es claro que los problemas a solucionar con la estructuración de esta nueva concesión vial son múltiples y complejos
El Gobernador de Risaralda, Sigifredo Salazar, viene por estos días representando los intereses de la región en la estructuración de la nueva concesión vial Pereira – La Victoria.
Este proyecto tiene el inconveniente de mantener el peaje entre Pereira y Cartago, necesario para obtener los recursos requeridos para las obras que con urgencia necesita la vía en el tramo entre las intersecciones de El Pollo y Cerritos. Tal vez por ello, algunos dirigentes locales parecieran querer pasar agachados por esta importante discusión, en razón a la impopularidad que el peaje implica sobre todo para los pobladores del corregimiento de Puerto Caldas.
Mientras tanto, en el tramo entre las intersecciones mencionadas suceden ininterrumpidamente accidentes con resultados fatales sin que a nadie parezca importarle. Siendo este tal vez el asunto más urgente a resolver, no es el único. Las dificultades de movilidad implican también a aquellos que cruzan diariamente en sentido sur-norte; o a quienes caminan por la berma (la vía no tiene andenes en este recorrido); o a los que se desplazan en bicicletas o motocicletas, todos ellos personas de medianos o bajos recursos; también a los que pretenden acceder a los centros logísticos instalados en la zona, o que circulan, desde Cerritos u otros municipios cercanos, hacia Pereira.
Es claro que los problemas a solucionar con la estructuración de esta nueva concesión vial son múltiples y complejos, y que hacerlo de manera inadecuada podría dar al traste, por ejemplo, con la pretensión de la ciudad convertirse en líder del sector de logística de distribución a nivel nacional.
Adicionalmente, se presenta el hecho de que las entidades responsables de estas estructuraciones pretenden aplicar la normatividad nacional a los proyectos locales, como si ellos no tuvieran territorialidad. En este sentido existe jurisprudencia, pero, indagando un poco, me di cuenta de que este argumento es aplicable únicamente cuando el proyecto en cuestión está por fuera del perímetro urbano.
Pero, ¿no es el área del perímetro de expansión (Entre El Pollo y la Entrada 7 –Suzuki), a partir de los planes parciales adoptados por decreto, ya urbana?
La resolución de esta inquietud la dejo a abogados expertos.
Sin embargo, declarar como urbano el tramo entre la intersección de El Pollo y la Entrada 4 (como mínimo), sería un argumento para lograr que el proyecto articulara en mejor forma con el POT e incluso con el Plan Maestro de Cerritos (hoy en formulación por Planeación Municipal), y de esta manera incluir las necesarias obras que garanticen movilidad y conectividad en todos los sentidos, por lo menos en los sectores más urbanizados.
Tomando en consideración que hoy la estructuración de la nueva concesión se encuentra en evaluación de matriz de riesgos en el Ministerio de Hacienda, se requiere una acción urgente de la Alcaldía para que no perdamos la oportunidad de que la vía se desarrolle en las condiciones más favorables para Pereira. En caso contrario, podríamos vernos condenados, por inacción, a padecer accidentes, dificultades en los retornos, y retrasos en la movilidad durante los próximos treinta años.