Zonas de amenaza que pueden florecer para la vida – El verde de los mapas es mucho más que un color (III)

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La agricultura urbana es practicada por ochocientos millones de personas en todo el mundo, en grandes y pequeños centros urbanos, constituyéndose   en una política pública frente al cambio climático.  Y en ciudades con suelos fértiles como los nuestros tendrían mejores posibilidades para su establecimiento. 


 

La vuelta a la esquina, la oscuridad o lo desconocido nos “amenaza”, son cosas a las que les tememos. En la ciudad existen lugares que se conciben como inadecuados para urbanizar, ya que su proximidad a elementos naturales y los ciclos que ellos tienen, los hacen propensos a sufrir desastres naturales.

Esta connotación negativa con que se designan las zonas de amenaza las condena a ser consideradas como terrenos “perdidos” para la ciudad. Y con ello se refuerza la simbología negativa del verde en la planificación urbana.

En ciudades como Pereira, Armenia y Manizales, y otros municipios de los departamentos cafeteros, las zonas de amenaza están ligadas a pendientes pronunciadas de las cuales se pueden desprender tierra y causar derrumbes.

Pero estas áreas que se quieren preservar para que la ciudad esté expuesta al menor número de amenazas naturales, son en la mayoría de los casos susceptibles a ser invadidas por viviendas u otros usos comerciales o de servicios, perdiendo con ello su razón de ser inicial.

 

Laderas de protección, barrio Intermedio Pereira. 2014.

La conceptualización negativa de las zonas de amenaza, ha generado toda una legislación que da la posibilidad de intervención urbanística si se manejan las situaciones consideradas como peligrosas, pero también se pueden ver como una gran oportunidad para generar pulmones locales para los barrios o las comunas.

Iniciativas como la de la agricultura urbana podrían usar de manera adecuada estos intersticios urbanos, ya que la gran experiencia que tenemos en los cultivos de montaña puede considerarse como una ventaja a la hora de aprovechar estos lugares.

 

Huerta más grande del mundo en el hotel Wellington (Madrid) – Foto tomada del portal Black Peonia

 

Según la FAO, ″la agricultura -incluida la horticultura, ganadería, pesca, silvicultura y la producción de forraje y leche- se está extendiendo cada vez más a pueblos y ciudades. La agricultura urbana proporciona alimentos frescos, genera empleo, recicla residuos urbanos, crea cinturones verdes, y fortalece la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático″, y en muchas ciudades del mundo el huerto urbano es una práctica que proporciona a los habitantes las posibilidades del contacto con la tierra, actividades que alivian el estrés propio de la vida moderna, el manejo de plantas que enriquezcan sus dietas nutricionales, etc.

 

La agricultura urbana es practicada por ochocientos millones de personas en todo el mundo (FAO, 2017), en grandes y pequeños centros urbanos como Madrid, Barcelona, Berlín, Londres y Milán, y se han constituido en una política pública frente al cambio climático.

 

Huerta urbana - infobaeHuertas urbanas – Foto tomada de Infobae

 

 Y en ciudades con suelos fértiles como los nuestros tendrían mejores posibilidades para su establecimiento. 

Pero si se trata de usar con precaución estos suelos para no desestabilizarlos, es necesario realizar un análisis pormenorizado de su potencial para amalgamar dos figuras bien conocidas como el jardín urbano (con potencial paisajístico) y el huerto urbano con especies de pequeño porte que no agreguen peso a la pendiente.

Este doble papel, ornamental y productivo, podría dotar las ciudades de laboratorios para la educación ambiental y la captura de carbono.

 


Huertos urbanos en Berlín.
Fuente: Nerea Morán Alonso, Universidad Politécnica de Madrid.

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