Colonia de habitantes de la vereda Betulia de Pereira en Long Island,
Estados Unidos.
Uno de sus habitantes nos relata la experiencia. Después de 45 años de haberse ido el primero de ellos, esta colonia de habitantes del corregimiento de Arabia, supera los 300.
Por: Luis Ariel Londoño Castañeda
Iniciando el siglo XX, los corregimientos actuales del municipio de Pereira eran selva virgen comúnmente llamados montes. De los primeros habitantes que colonizaron la vereda Betulia estuvo don Gabriel Betancurt, quien procedente de Antioquia, compró unas cuadras de tierra y empezó a tumbar monte y a sembrar café, plátano, yuca, maíz. etc.
Al poco tiempo conoció en el municipio de Filandia, muy cercano a la vereda, a Julia Rosa Giraldo, una joven a quien enamoró. Contrajeron nupcias, empezaron a llegar los hijos, y el primero de la lista fue Eduardo, luego Ernesto, Genaro, Rosalía… hasta completar 12.
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En pocos años con la ganancia de los cultivos y el ahorro, don Gabriel fue comprando tierras lindantes, y con el tiempo sus tierras se convirtieron en una gran hacienda que arrancaba en Betulia y terminaba en la vereda La Estrella por donde pasa la vía Pereira – Alcalá.
Con el paso del tiempo la familia creció más, empezaron a casarse y a tener hijos. El primero fue Eduardo, que con su primera esposa tuvo 8 hijos, luego enviudó, y con Rosario, dama que ya tenía 3 hijos se unió y procrearon otros 7.
Don Gabriel en vida le adjudicó a cada hijo, de acuerdo al que más trabajaba, su respectiva finca, ya que la hacienda que creó superaba las 200 hectáreas.
A Eduardo, el mayor, el de más vocación agrícola, le escrituró un lote de 18 hectáreas donde pudo criar con limitaciones pero sin que nada les faltara las dos camadas, incluidos sus 3 hijastros.
También Eduardo, al llegar a los noventa años, hizo lo mismo que su padre, y a cada hijo le adjudicó y escrituró una hectárea que hoy en día conservan, por eso la familia sigue unida.
Genarito, hijo mayor de Genaro, en el año 1972, a pesar que vivía bien en la finca que le tocó a su padre, ya había estudiado unos años de la secundaria cuando le picó por irse a EE.UU. El joven emigró y coronó. Llegó a New York, pasó las peripecias por no tener a nadie conocido allá.
Empezó a trabajar con pica y pala, y a los pocos meses le envió el pasaje a su hermano Pedro, quienes fueron los primeros en iniciar la colonia en New York, específicamente en Long Island.
Algunas de las familias que tenían tierras en la vereda son en su orden: Gómez Ocampo, Hurtado Loaiza, Londoño Castañeda, Orrego Betancurt, entre otras.
Acto seguido, en ese mismo año 72, en el segundo semestre, emigraron Otalivo Gómez, quien renunció a la policía para irse y Felicidad Loaiza, que era una de las niñas más bellas de la vereda, y “graniaditos”, cada familia se fue llevando sus hermanos.
Optaron por radicarse en Long Island, isla distante a 2 horas de New York, porque allí había más facilidades para vincularse a labores propias de una finca: talar árboles, limpiar prados y piscinas, construcción; actividades que muchos aprendieron en Betulia siendo maestros de obra, ayudantes, pintores. Las mujeres se ubicaron limpiando casas, cuidando y alimentar niños, etc.
Jairo Londoño Castañeda fue el primero de la familia que emigró en 1984, se fue por el hueco como la gran mayoría. Cuenta que atravesaron Centro América, llegaron a México, y en el Paso, lograron meterse a EE.UU.
Los orientó un coyote que les cobró por la vuelta, y de manera jocosa, continúa relatando que mientras esperaban hora y fecha para embarcarse vía aérea a N.Y, se compraron unas pacas de cervezas, y se emborracharon la noche anterior previa al viaje.
Al día siguiente, por borrachos, los dejó el avión, por lo que tocó re programar otro vuelo que posteriormente se logró.
Al llegar a Long Islad, Fabio Gómez, Hermano de Otalivo, y Cristina Orrego, la esposa, lo alojaron en una piecita donde vivía la pareja con varias personas más.
Al día siguiente consiguió trabajo y la primera herramienta que le dieron fue una pala para que hiciera una sanja, lo que le gustó mucho porque era experto, como el padre, en hacer carreteras a pico y pala como la que ya habían hecho en la finca.
Jairo, se llevó a sus hermanos Oscar, Quique, Alfredo, Jesús, Teresa y Martín, que a la fecha han logrado desarrollar sus proyectos de vida, tienen casas, empresas y unas familias que son americanas por haber nacido en ese lugar.
Después de 45 años de haberse ido Genarito, la colonia de habitantes de la Vereda Betulia, corregimiento Arabia, municipio de Pereira, supera los 300.
La gran mayoría son descendientes de don Gabriel, y en los diciembres, por lo general vienen, se reúnen en sus fincas y son muy generosos con los habitantes de la vereda.
Piedad Betancurt Hoguin, hija de Eduardo, ha sido una de las más exitosas. Tiene su casa de 3 acres en Long Island y una empresa de limpieza de casas, lleva personas a laborar de marzo a octubre con sus visas de trabajo.
Y en Betulia, en la hectárea que su padre le dejó de herencia, tiene una bella mansión.
Cada vez que viene, invita a todos sus parientes a una chicharronada, cuyas víctimas son 2 o 3 marranos que comparte mínimo con 200 primos.
Continuará.