Por, Héctor Hernando Quintero G.* |
A pesar de las múltiples manifestaciones de inconformidad en distintas ciudades de Colombia, la presencia de personas en las calles con mínima protección y la petición básica de alimento para las familias, el presidente de Colombia sigue ubicado en la defensa de la economía como único baluarte rescatable en tiempos de crisis. En un país donde por lo menos el 35% de la población vive del “rebusque” en una lógica cultural del trabajo para “levantar lo del día”, se propone un toque de queda sin alternativas viables para que las personas cumplan efectivamente con la cuarentena.
Sin un plan de contingencia claro donde los agentes (pobladores) no se han tenido en cuenta en su diversidad y capacidad de acceso a recursos para la supervivencia básica, se está propugnando por una lógica de “ayuda” para grupos poblacionales vulnerables (el típico mercado de la caridad cristiana y el clientelismo en época de elecciones), y un “soporte económico” para los entes económicos que supuestamente generan estabilidad y riqueza para la nación. Por esa razón a una gran población de Colombia se le brindan migajas, mientras a la banca y a los empresarios se les preparan banquetes con múltiples recursos para que continúen en sus prácticas de negación sobre la realidad colombiana.
Como nunca antes en Colombia (gracias a los medios masivos de comunicación) nos encontramos en una coyuntura social que determinará el futuro a corto y mediano plazo. De continuar con los decretos hasta ahora aprobados tendremos una nación menesterosa, limosnera, subsidiada, con mínima representatividad en las decisiones importantes del país. Estará regida por una lógica financiera y empresarial donde lo único que importa es brindar estabilidad a las familias y corporaciones que son sus propietarios (lo demás se puede ir al traste y el impacto social será paliado con caridad, cinismo, construcción de enemigos, polarización, estereotipos, manipulación mediática, clientelismo, corrupción, malicia indígena y promesas incumplidas).
De cambiarse el manejo de la crisis, estableciendo una modelación por actores, teniendo en cuenta las necesidades concretas de cada sector poblacional, de cada condición cultural en el trabajo, donde se piense regionalmente el territorio, respetando las lógicas de descentralización administrativa, las producciones locales y regionales, los decantados históricos, será posible apostarle a otro tipo de país donde emerjan los actores como constructores efectivos de nación, con voz, con capacidad de decisión ante los temas claves de los distintos territorios.
Para ello el gobierno debe pensar en un Fondo con recursos económicos para el choque, acompañamiento y recuperación, claro que sí, sin embargo es un Fondo con carácter y vocación social, donde la prioridad sean las personas, su bienestar y dignidad. Buscando contraprestaciones y correlaciones para trabajar por y para los territorios en lo que sea requerido como parte de lo comunitario y sociocomunitario.
*Profesor universitario
Imagen ilustrativa, Agencia EFE
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