Javier Cardona lleva cerca de 3 años vendiendo ponche en las calles del municipio de La Virginia, Risaralda. A diario, como un obsesivo alquimista, modifica fórmulas en búsqueda del cóctel perfecto para visitantes y habitantes del pueblo.
Usa por lo menos 30 aditivos, desde el maní hasta el licor pasando por una amplia gama de confites, tipos de leche y otras bebidas.
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Muchos poncheros quedan todavía en la Región Cafetera, pero su bebida ya es famosa por la variedad de esencias y sabores.
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Esta es su historia.
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