En Buga no solo se reza

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Guadalajara de Buga, como la llaman de reiterada manera los lugareños, es un paseo que promete sorpresas para quienes creen que la basílica es el único sitio de interés.


 

De origen indígena, Buga es una palabra que designa a una tribu caribe ya extinguida en esta región. De hecho, pocos elementos precolombinos han sobrevivido, aunque los pobladores han tenido el acertado tino de guarecerlos en la Academia de Historia local, ubicada en una casa que funciona también como museo y lugar de encuentro cultural.

Una peregrinación a Buga es de los viajes más comunes entre miles de nacionales que profesan la religión católica. De hecho, es equivalente a una peregrinación a La Meca, pero a la manera colombiana. Ingresar a la Basílica menor del Señor de los Milagros, el polo que atrae a los visitantes, es encontrarse con la fe expresada en su forma más simple: la adoración ciega.

Pero este viaje pretende otro tipo de peregrinación, así que solo basta con echar una ojeada desde el atrio para ver los modernos televisores pantalla plana ubicados a los costados y caer en cuenta que las mediaciones tecnológicas también llegaron acá para quedarse.

 

Foto: Martha Alzate

 

Al frente de la basílica se extiende la explanada donde la misericordia de una sombra se evidencia muy escasa: pocos árboles y mucho cemento para recibir a los miles de fieles que semana tras semana dan vida económica a buena parte de Guadalajara de Buga, como se llama este poblado de poco más de 100 mil habitantes orgullosos de sus raíces. Guadalajara también es el nombre del río tutelar, nombre que al parecer proviene del árabe y significa río de piedras.

Buga La Vieja, Nueva Jerez de los Caballeros, Guadalajara de Nuestra Señora de la Victoria de Buga, son otros nombres que ha recibido a lo largo de casi 450 años de historia. Fundada tres veces y trasladada otras dos, Buga, así a secas, conserva en la zona céntrica una arquitectura colonial de incuestionable belleza.

Muros de tapia, aleros abrigadores, paredes blancas y cargadero para ventanas y puertas son características que se repiten, pero en variables tan disímiles que la monotonía nunca llega al ojo atento y curioso de los caminantes.

 

Foto: Martha Alzate

 

Nota aparte merecen la catedral de San Pedro Apóstol y el Teatro Municipal Ernesto Salcedo Ospina. Ubicada en una esquina de la calle sexta con carrera 15, la catedral cuenta con tres naves y se conserva en buen estado. Es la iglesia mayor de la diócesis de Buga, una de las pocas ciudades intermedias que tiene obispo propio.

Por su parte, el teatro municipal, parece un pequeño teatro Colón, con tres niveles que rematan con “la palomera”, como se llama a los balcones del último piso. En su momento, albergó a compañías de zarzuela de cierto prestigio.

El lugar tiene el nombre del tenor lírico y compositor Ernesto Salcedo Ospina, conocido en el mundo artístico como Eddy Salospi y del cual queda un amplio abanico de canciones de música popular de su autoría e interpretadas por famosos duetos del siglo pasado.

 

Foto: Martha Alzate

 

La ciudad también ofrece otras atracciones arquitectónicas, como el Hotel Guadalajara, que ocupa más de una manzana con una edificación colonial californiana con una planta principal de dos pisos rodeada por amplios jardines y parqueaderos. Caminando hasta otro extremo de la ciudad se puede visitar la antigua estación del ferrocarril, usada hoy como sede cultural.

 

Un paseo gastronómico

La calle sexta divide la ciudad y cruza por el centro histórico. En ella, además de la arquitectura ya reseñada, se encuentran infinidad de restaurantes y tentaciones culinarias vallunas.

Ubicadas sobre la vía o en calles aledañas, los caminantes pueden tomarse el tiempo para beber una lulada en un hostal café llamado The Holy Water Ale, lugar de referencia para muchos extranjeros que visitan la región. Una parada necesaria para calmar la sed mientras se observa la parsimonia del caluroso atardecer pueblerino desde el balcón.

 

Foto: Martha Alzate

 

Panaderías con buena oferta de pandebono y otras delicias vallunas también están a la mano, pero es infaltable ingresar a una de las más clásicas: la panadería de Doña Stella (carrera 11 con calle sexta). Ver los aparadores mientras se asimilan los cautivantes olores es entrar en una deseada tentación. Un patio interior, fresco y con reminiscencias antiguas, es la excusa para complementar las harinas con alguna de las bebidas que se venden allí mismo.

También pueden ustedes caminar un poco más y visitar la casa de las Domínguez (calle tercera con 10) para saborear las famosas rosquillas confitadas, hechas con la misma masa del pandeyuca. Aunque forman una de las familias más aristocráticas, en una ciudad donde los apellidos todavía son la carta de presentación, las Domínguez abren la puerta de su casa para atender al público.

Otras experiencias gastronómicas pueden experimentarse en el restaurante Fundadores del Hotel Guadalajara, donde hallarán el sancocho valluno, entre muchas otras ofertas nacionales e internacionales.

 

Foto: Martha Alzate

 

También, en este lugar o algún otro que escoja, puede comer el arroz atollado, rico en carnes y adobado con comino de semilla, pimiento y paprika. O puede ir a Costiqui, para comer variedad de carnes asadas. No se preocupen por comida, la oferta parece de nunca acabar.

Para quienes tengan buen tiempo, es posible viajar a cinco minutos del casco urbano hasta Quebradaseca, donde se encuentra variedad de restaurantes que ofrecen comida criolla de buena calidad. Como postre, por supuesto no puede faltar el auténtico manjar blanco, para comer en el sitio y llevar como regalo.

Cerca se encuentra la laguna de Sonso, humedal considerado patrimonio natural de la humanidad, que sirve como sistema de regulación natural del río Cauca y donde habita una fauna diversa, tanto acuática como terrestre, además de varias especies de aves.

Guadalajara de Buga, como la llaman de reiterada manera los lugareños, es un paseo que promete sorpresas para quienes creen que la basílica es el único sitio de interés. Hay muchos lugares para visitar, muchas actividades para hacer, por eso lo recomendable es alojarse uno o varios días en alguno de los numerosos hoteles y hostales que hacen parte de su guía de lugares de hospedaje.

 

Foto: Martha Alzate

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