Finca: El guardián del agua en la ciudadela Cuba

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Ser ambientalista es como mi religión. Yo siento a Dios al contacto con la naturaleza, al cuidarla, al tomar el agua, al usarla adecuadamente. Yo siento la paz interior, muy cerca de él.


 

Él es tan joven como el barrio el Dorado, y tan transparente como el agua, me refiero a “Finca” o a Darling Jhovanny Ríos, el activista de 27 años que está comprometido en la comuna Consota con la naturaleza, la fauna y los recursos hídricos, y que ahora sigue luchando contra viento y marea para lograr una cultura ecológica entre la gente.

Al llegar, nos encontramos con él en la esquina de la cuadra número 5 del barrio, y con carpeta en mano, se encontraba listo para empezar la faena diaria de recorrer el barrio y así velar por lo que él llama, el verdadero valor de la vida, es decir, los espacios verdes, las quebradas, la vida salvaje, y el cuidado de los espacios de su entorno.

 

Yo soy ambientalista desde niño, siempre me ha gustado la naturaleza. He sembrado árboles por gusto y en mi vida no me caben en los dedos de la mano y de los pies los árboles que he sembrado. Porque siempre he sido del campo, por eso me pusieron finca.

 

Foto: Diego Val.

 

Cuando le preguntamos por el agua, el líquido vital para su gestión como ambientalista, y para la existencia humana, y específicamente, el agua que llega al barrio por el acueducto, su respuesta entre risas no se dejó esperar:

 

Si, con el agua de la llave no tenemos ningún inconveniente. La gente la toma normalmente, pero a más de eso por lo que estamos luchando es por conservar el agua de las quebradas que es la que un día también vamos a consumir nosotros o nuestros hijos. Esa debe ser la herencia, cuidar nuestros recursos invaluables.

 

Así entonces es que “Finca” junta 36 personas y con ellos crea un comité ambiental bautizado con el nombre del barrio “El Dorado” para defender el agua, la naturaleza y la vida en su máxima expresión, ya que afirma que el cinturón verde que rodea el sector tiene animales como nutrias, guatines, sabaletas, perros de monte, patos, tortugas, y otros.

 

Foto: Diego Val.

 

Unos canadienses compraron esta montaña con la intención de preservar este lugar, convertirlo en un área protegida, luego lo entregaron a los habitantes del barrio para que adquiriéramos la conciencia de velar por lo nuestro.

Con el comité defendemos el agua, la vida, la vegetación, los espacios verdes que serán el mejor regalo a la ciudad, porque un lugar descontaminado, es un lugar vivo que produce frutos, aire, agua y más.

 

Por eso dentro del grupo que preside hace carteleras a mano para convocar a la gente del barrio, y así poder hablar y sensibilizar a la mayoría sobre la necesidad de cuidar lo propio, porque “El Dorado” contiene bienes invaluables como plantas, árboles, quebradas, fuentes y cascadas naturales.

Finca es un joven proactivo, que genera conciencia y convoca grandes multitudes para hacer mingas o convites y así ser ciudad o ser un mejor ciudadano.   Y es en estos convites donde surgen particularidades como sacar agua de sus casas en baldes para ir a regar los arboles sembrados que les han donado.

 

Foto: Diego Val.

 

Es un trabajo cuidadoso, basado en el amor donde todos aportan sus opiniones sobre lo destructivo de contaminar los ríos, lanzar basura, pero también la necesidad de dejar una buena cultura ambiental entre la gente. Según él, el ser humano tiene una responsabilidad inmensa frente a la ciudad y la vida, porque todos tenemos una familia y un planeta que cuidar.

Y cuando habla de familia, y al preguntarle, no deja de hablar de Sebastián Ríos, de 9 años y Lauren Ríos de 1 año, sus dos hijos que en cierta manera son el motor de su activismo y compromiso social.  Con ellos, tomados de la mano, y enseñándoles como un buen padre, un día los llevó a adoptar un par de árboles en el barrio.

 

El niño, el mayor, sabe y dice que el árbol es de él porque lo sembró hace dos años conmigo. Y la niña, aunque está pequeña le digo: “usted tiene que ir a darle vuelta al árbol. Y en ocasiones le pregunto: ¿cómo va el palito? Ella dice, ¡ah!, (balbucea) como dando a entender que no ha ido a verlo. Yo le digo: no se le olvide mi amor. Y le doy un beso.

 

Foto: Diego Val.

 

Y su hijo mayor, Sebastián, ha sido clave en el proceso de rescatar la naturaleza, los animales y el agua, porque al ver otros niños haciendo lo que él hacía antes, les dice que no deben votar basura en ningún lado.

 

Él ha aprendido de lo que estamos haciendo. Porque entiende que sin naturaleza no hay agua, y sin agua no hay vida.

 

Al caminar por el barrio, y llegar a un punto en el sector, descubrimos uno de los anuncios artesanales hechos por “Finca” donde se invita a la gente a cuidar el medio ambiente.  Y agregada a esta iniciativa han hecho un centro de acopio, y una caseta, pero esta última la tumbaron, porque los vecinos pensaron que se usaba mal. Así que el mismo se ha convertido, sin serlo aún, en un guardabosques.

 

Foto: Diego Val.

 

Una de las últimas gestas para conservar el barrio intacto, libre de basuras y con miras a un agua descontaminada, es una siembra de nogales que hicieron hace un par de años en un lugar llamado por ellos “Zona Recuperada”.  Un espacio que considera especial porque cada árbol sembrado allí ha sido adoptado por algunos de los hijos de los 36 integrantes del comité, y otros niños, hijos de los vecinos del sector. Haciendo con esto, una especie de traspaso la responsabilidad, pero también los privilegios a su descendencia.

Por eso le llaman “Zona Recuperada”, porque es un lugar donde los habitantes del sector se sienten seguros y el agua puede bajar en esa parte, purificada, ya que tanto “Finca” como otros miles de habitantes, no se dan a la idea de que algún día tengan que beber esa agua contaminada.

En ese mismo sector, hay un parque abandonado donde este “guardabosques” nos señala el árbol que su hijo Sebastián adoptó hace tres años.  Y el terreno que nos muestra con emoción lo mira como si fuera un paraíso virginal, porque ya está recuperado. Un logro del comité y un éxito que disfrutan al cuidar el entorno y proyectarse en la meta de ganar otros espacios libres de contaminación y con agua más limpia.

 

Foto: Diego Val.

 

La mirada de “Finca” es serena, su discurso firme, y ante la respuesta sobre cuál es el mensaje de conciencia que desea transmitir a los pereiranos, afirma con la convicción de alguien que ama los elementos naturales como el agua, la tierra, la naturaleza, la vida salvaje:

 

Entender que uno se levanta todos los días y si respira es por el agua y las plantas. Por más dinero que una persona tenga, si se levanta de la cama, si no hay agua no hay oxígeno, no hay nada. El mensaje es que hay que cuidar, que cada uno tenga un espacio. Porque contra la civilización ya no se puede pelear, pero hay que respetar cada espacio y privilegio que nos da la naturaleza. El agua, principalmente, esa misma con que nos bañamos en nuestras casas, la que tomamos de la llave, la que usamos para cocinar y otras cosas más. 

 

Al caer la tarde, regresamos de nuevo a su casa, donde nos recibe su perro “Zeus” que sediento, mueve su cola y nos da la bienvenida. “Finca” entra, primero se hidrata tomando agua de su lavaplatos y luego da a su fiel mascota, que también lo ha acompañado en sus andanzas entre el bosque y el barrio El Dorado, intentando cuidar el agua y por ende, la vida.

 

Foto: Diego Val.

 

Escritor, Editor, Anfitrión en el portal web La Cebra que Habla. Una vida, una frase: «Quién ya no tiene ninguna patria halla en el escribir su lugar de residencia».

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