¿Por qué le duele tanto a Laufarie el día sin carne?

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Bien por Andrea y los periodistas que ahora último escapan de Semana, el poder no puede seguir en manos de los mismos.

Por, Daniel León Hernández. Publicado por La cola de rata

Es más que evidente que al presidente ejecutivo de Fedegán, José Félix Lafaurie, no le sirve a sus intereses ver que en un ámbito institucional se comiencen a gestar medidas para disminuir el consumo de cualquier tipo de carne. A la agremiación, por obvias razones, se le afectará el bolsillo y por supuesto ese es el lugar que más les duele.

Pero uno se preguntaría, dadas las recientes discusiones sobre el día sin carne en Bogotá, hasta qué punto es acertado y razonable lo que este señor pone sobre la mesa a la hora de debatir, o si simplemente es un mero guion para sacar de “cabales” a cualquiera.

Para ponerse en contexto, el día sin carne en Bogotá hace parte una serie de medidas concretas que desde el concejo se quieren adaptar para responder a la emergencia ambiental[1] por la que la ciudad viene pasando desde hace un buen tiempo.

Por definición, la medida considera que la pedagogía de la disminución del consumo de carne, aunque sea un día a la semana, terminará por ser beneficiosa en la reducción de gases efecto invernadero. Y es que según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el sector ganadero produce un 18% más de CO2 que el sector transporte, por ejemplo.

Este es uno de seguramente muchos otros argumentos que sustentaría que el cambio de hábitos alimenticios puede ser positivo en términos ambientales. Por supuesto, sabemos la medida es educativa: no pasa de ser una simple pedagogía de la sugerencia. A nadie le van a quitar la carne del plato los lunes a ritmo de fusil. En lo absoluto. Se podría pensar que es una cuestión lógica y prudente, pero en economía y política lo lógico parece pasar a un segundo plano cuando se tiene poder en el bolsillo.

En un espacio de debate que se abrió en Semana a propósito de esta propuesta en particular, la concejal de la Alianza Verde, Andrea Padilla, tuvo la oportunidad de debatir con el señor Lafaurie. En medio de las tres intervenciones de Lafaurie uno podría hacer una extracción de sus ideas: el día sin carne encarna una restricción de libertades, el carnicero del pueblo se ve afectado y, el que parece ser su argumento estrella, “la pandemia dejó ver que la producción de carne no tiene nada que ver con el cambio climático”.

Por su parte, Padilla procuraba aclarar la razón central de la propuesta: de nuevo, una cuestión pedagógica. La cuestión aquí es que Lafaurie cualquier cosa que le huela a progresismo la sataniza. Sus argumentos sustentados en estudios propios de su agremiación no alcanzan mínimamente a complementar la excesiva estigmatización con la que se mueve: Que mi hija fue vegana y se enfermó, que a los ambientalistas les preocupa más una cucaracha que la vida de un niño, que la proteína solo viene de la carne. Y así, desbordado en ideas de maqueta, de ese espíritu fundamentalista que baña su discurso político, pide que concejales animalistas –si pudiera escribir el tono con lo que lo dice lo haría–, se sienten con él a discutir los elementos de su propuesta de ganadería sustentable, mientras en Twitter se harta de llamarlos mamertos, izquierdosos, cocaleros  y estúpidos.

Lo cierto es que el final del debate Andrea Padilla, harta de las faltas de respeto y la nula moderación, terminó llamando hijo de puta al señor Lafaurie. Yo creo que a él le pasó un fresquito por el cuello: ese es su cometido. Estigmatizar, estigmatizar y estigmatizar hasta sacar de casillas al otro. Es su trabajo.

A cualquier académico como Andrea, que estudios le sobran, lo desgastará esa costumbre de antaño de mi querida patria. De hombres gallardos que defienden sus ideas con prejuicios. Por mi parte, aunque no lo aplaudo, prefiero el madrazo directo de Andrea a la ambigüedad de Lafaurie.

Por último, creo que la tarea se está realizando de manera correcta. Tiene que llegar el día en que se acaben estas figuras intolerantes, que no soportan nada que no se parezca a ellos. Cambiar costumbres no implica la muerte. Hagan el ejercicio.

Este señor es la imagen de muchas personas que entienden el mundo igual, es una figura de país que está mandada a recoger. “Comedidamente” lo digo, no dejemos que los que tienen en el poder en el bolsillo sigan diciendo qué debemos hacer. Ellos dicen llevar trabajando arduamente por años en este país y la pobreza sigue en ascenso. La realidad cuenta en últimas para quién y qué trabajan.

Bien por Andrea y los periodistas que ahora último escapan de Semana, el poder no puede seguir en manos de los mismos.

Instagram y Twitter: @li0nveg

*Sociólogo. Activista consumo consciente.

[1] Véase: “Proyecto de emergencia climática para Bogotá es aprobado por el Concejo”. https://bogota.gov.co/mi-ciudad/ambiente/concejo-de-bogota-declara-emergencia-climatica-en-bogota

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