Salamanca, una Torre de Babel en Pereira

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El nombre de este barrio, Salamanca, puede ser relativamente desconocido para los pereiranos.


 

Dos señas de identidad que acompañan desde su nacimiento al barrio Salamanca, y que no sólo nos hablan de su situación geográfica y de las características de quienes allí habitan, sino que marcan de manera irrefutable el resultado que hoy consolida este lugar como uno de los asentamientos urbanos más pintorescos y diversos de la ciudad.

Y sí, como apartamentos construidos con el programa de vivienda gratuita del gobierno, esta urbanización alberga residentes con variadas y muy marcadas procedencias y características.

 

Foto Diego val

 

La primera y más definitiva de ellas, ser habitado por una población de bajos ingresos, de carácter mayoritariamente rural, y constituida por variedad de etnias y grupos raciales. Indígenas y población afro descendiente, las comunidades más marcadas entre quienes habitan Salamanca.

Otro rasgo distintivo de este asentamiento es la obligatoriedad de los residentes de acostumbrarse a vivir, para muchos por primera vez en su existencia, bajo el régimen de propiedad horizontal.

Salamanca es un proyecto que hace parte del Macroproyecto de Vivienda Gonzalo Vallejo Restrepo, y en su desarrollo se refleja la intención que acompaña al crecimiento de las ciudades a partir de la planeación y construcción de grandes zonas del territorio.

 

Foto: Diego Val

 

Precisamente esta forma de llevar a cabo la urbanización en la ciudad, involucrando amplias zonas que se planifican y se gestionan, tiene la virtud de garantizar una adecuada repartición de los costos del urbanismo. El resultado: urbanizaciones que cuentan con amplias áreas de espacio público dotadas con canchas, juegos infantiles y gimnasios públicos; equipamientos como colegios, media tortas o teatrinos; generosas áreas verdes y espacios de parqueo y circulación, como es el caso de este barrio.

Pensando en las prevenciones que pueda suscitar en muchas personas la sola mención de su nombre, al cual identifican con conflictos y afectaciones sociales como delincuencia, expendio de drogas ilícitas, entre otros males, la visita al lugar tuvo en mí un positivo efecto.

Recorrimos sus áreas principales y también las zonas interiores, aquellas que separan a cada una de las torres de edificios que componen el conjunto. Pudimos hablar con sus habitantes y líderes comunitarios, y comprobar cómo existe allí una gran dinámica en cuanto a comercio, actividades culturales y la intención clara de lograr una cohesión social de esta diversa comunidad.

 

Foto Diego Val

 

Me llamaron la atención varios aspectos que se pueden observar mientras se realiza un recorrido desprevenido, entre ellos los siguientes:

 

  • La presencia casi permanente de jardines que acompañan a los apartamentos de los primeros pisos. Cualquier recodo de la fachada ha servido a los residentes para plantar un jardín o una huerta.
  • La limpieza de las áreas comunes y de circulación, en donde se encuentran improvisadas canecas hechas de baldes y otros recipientes que la misma comunidad ha ubicado para facilitar el depósito de ciertos desechos, sobre todo en cercanías a las tiendas.
  • Las mismas tiendas, que usando alguna de las habitaciones, sobre todo de los apartamentos en primer piso, se encuentran atiborradas de mercancías que se ofrecen coloridas a quienes allí concurren.
  • Las cortinas que adornan las diferentes ventanas en cada bloque de apartamentos. Son un espectáculo bellísimo, en su colorido y variedad, que se me antoja una metáfora de la diversidad de sus habitantes.
  • El uso que ha dado la comunidad a las áreas de protección. Sobre todo a aquella que separa a la urbanización del sector de Nuevo Sol, el drenaje permanente llamado Corozal. Allí, por bloques (es decir, por grupos de edificios que se agrupan en bloques), los mismos pobladores se han dividido la zona para plantar cultivos de pan coger. Una forma muy válida y útil de dar manejo a estas cesiones que en otras circunstancias se quedan, en el mejor de los casos, vulnerables a todo tipo de invasiones.
  • La comunicación peatonal que tienen todas las construcciones. Es posible recorrer toda la urbanización haciendo uso de los recorridos peatonales, tanto al interior de las edificaciones como en los andenes perimetrales que comunican adecuadamente los grandes espacios públicos con los que cuenta el barrio.
  • El colegio, que además de ser una construcción con muy buenas especificaciones, sirve en las jornadas extendidas para que los agentes culturales de la comunidad brinden capacitación y actividades diversas a los residentes más jóvenes.

 

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Estando allí hice varios amigos y amigas. Una de ellas me contó que su presencia en el lugar obedecía a que ella cuida la hija de una sobrina. Originalmente esta señora habita en el barrio Villa Santana, pero se desplaza hasta Salamanca entre semana para cumplir con esta labor. Lo hace en compañía de un pequeño y simpático perro que acompaña a las dos mujeres en las tardes soleadas que frecuentemente pasan en el parque.

Otro que me estuvo contando su relación con el barrio es un señor que reside en una finca cercana, ubicada entre la urbanización y una finca en donde se desarrollará un plan de vivienda que según me relató se llamaría Villa Nubia. Muy amable me estuvo comentando cómo los habitantes de Salamanca acudían a su finca a recoger frutas de los árboles que allí están cultivados. En su imaginación Villa Nubia será una urbanización de más o menos 1.200 viviendas a construir en un predio vecino de unas ocho cuadras de extensión en sendos edificios. Seguramente esta información tiene una imprecisión, no obstante, sería bueno que los potenciales compradores de ese supuesto plan de vivienda se dieran una pasada por el barrio contiguo, y valoraran el hecho de invertir sus recursos en un proyecto formal.

La diferencia entre una urbanización como Salamanca que hace parte de un gran proyecto de ciudad, el Macroproyecto Ciudadela Gonzalo Vallejo Restrepo y un plan de vivienda es, entre otras cosas, la cantidad y calidad del urbanismo. En el caso de los planes de vivienda la experiencia ha demostrado que el urbanismo es absolutamente precario, y que la ilegalidad que ronda a este tipo de iniciativas obliga al Estado, a posterioridad, a llegar a completar lo que los urbanizadores omitieron.

 

Es importante anotar que cuando poblaciones de escasos recursos y de procedencia mayoritariamente rural se ven obligadas a convivir en edificios bajo la tutela de la propiedad horizontal, cobra especial relevancia la calidad y cantidad del espacio público y de todo el urbanismo. La población con estas características está acostumbrada a una fuerte relación con la naturaleza, y su vida ha sido desenvuelta fundamentalmente en viviendas unifamiliares que se llenan de usos expandidos como huertas, comercio, tenencia de animales, etc. Cambiar la forma de habitar y adecuarse a las restricciones de la propiedad horizontal exige de ellos una modificación radical de sus costumbres, y en ello el espacio público será siempre una forma eficaz (tal vez la única) de mitigar el impacto que este cambio implica en la forma de habitar.

Por último, aunque se perciba como conflictiva esta es una comunidad que, al menos en las entrevistas y recorridos de una tarde de febrero, se nos mostró ordenada y amable.

 

Foto Diego Val

 

Llama la atención que los dos únicos espacios disonantes en este orden urbano sean: un remanente de la finca que originalmente ocupaba estos predios, que enmallado insiste en resguardar un pedazo de tierra, una especie de enclave rural en medio de los grandes edificios llamado “la finquita”. Y, los puestos de ventas ambulantes, ubicados en el área de los parqueaderos comunitarios, que autorizó y entregó “a dedo” (según dicen los propios habitantes) esta Alcaldía a algunos propietarios de los mismos apartamentos para que los usufructúen, con mucho éxito a juzgar por el movimiento de ventas que presencié durante no menos de cuarenta minutos que estuve en uno de ellos, mientras muy amablemente me proveían carga eléctrica para mi teléfono móvil.

A este respecto, me quedo con las palabras de uno de los líderes de la comunidad que pude entrevistar. Aunque acostumbrar a la gente a convivir bajo la tutela del reglamento de propiedad horizontal ha sido un reto, hoy día la población se encuentra en su mayoría acostumbrada ya a los límites que implica este tipo de convivencia, pero, según él, el único lunar en esta convivencia son esos puestos informales de ventas estacionarias autorizados por la Alcaldía.

En sus palabras, además de ocupar irregularmente el área de parqueaderos comunes, “afean la fachada”. Por eso, su proyecto es construir un centro comercial formal, y en ello vienen trabajando, ojalá logrando que la administración municipal negocie los terrenos enmallados de “la finquita”, que hoy parecen los únicos predios donde sería posible llevar a cabo este propósito.

 

Directora del portal web La Cebra Que Habla

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