Una conmemoración virtual del Día Internacional del Jazz

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Especial Día Internacional del Jazz de la UNESCO |

“Ahora más que nunca, unámonos y difundamos la ética del movimiento global del Día del Jazz alrededor del planeta y usar esto como una oportunidad de oro para que la humanidad se reconecte especialmente en medio de todo este aislamiento e incertidumbre.”

Herbie Hancock, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO

 

La celebración de esta jornada tiene como objetivo sensibilizar al público en general sobre las virtudes de la música jazz como herramienta educativa y como motor para la paz, la unidad, el diálogo y el refuerzo de la cooperación entre pueblos. Los gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad civil que participan en la promoción del jazz aprovechan esta oportunidad para difundir la idea de que el jazz no es sólo un estilo de música, sino que también contribuye a la construcción de sociedades más inclusivas.

 

Un gran día en Harlem 1958

 

¿Por qué un Día Internacional del Jazz?

El jazz rompe barreras y crea oportunidades para la comprensión mutua y la tolerancia.

El jazz es una forma de libertad de expresión.

El jazz simboliza la unidad y la paz.

El jazz reduce las tensiones entre los individuos, los grupos y las comunidades.

El jazz fomenta la igualdad de género.

El jazz refuerza el papel que juega la juventud en el cambio social.

El jazz promueve la innovación artística, la improvisación y la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas.

El jazz estimula el diálogo intercultural y facilita la integración de jóvenes marginados.

En noviembre de 2011, durante la Conferencia General de la UNESCO, la comunidad internacional proclamó el 30 de abril como el “Día Internacional del Jazz”. Este Día Internacional reúne a comunidades locales, escuelas, artistas, historiadores, académicos y fans del jazz de todo el mundo para celebrar y aprender sobre este arte, sus raíces, su futuro y su impacto. Esta importante forma de arte internacional es un ejemplo de promoción de la paz, el diálogo entre culturas, la diversidad y el respeto por los derechos humanos y la dignidad humana, contribuyendo a la erradicación de la discriminación, la promoción de la libertad de expresión, el fomento de la igualdad de sexos y el refuerzo del papel de la juventud en el cambio de la sociedad.

 

El jazz colombiano, un paseo discográfico

Datos tomados de un texto escrito por Sergio Santana Archbold,

publicado en elheraldo.co

El jazz colombiano, o hecho por colombianos, ha recorrido un largo trecho desde la conformación de la Jazz Band Lorduy, en Cartagena, considerada como la primera en el país cuando en 1923 fue fundada y dirigida por Francisco Lorduy Benito-Revollo, dedicada a interpretar música norteamericana hermanada con el jazz y ritmos cubanos. Le seguirían otras orquestas ‘tipo jazz band’ como la Jazz Band Bolívar, la de Emisoras Fuentes, en Cartagena; la Sosa Jazz Band, de Luis Felipe Sosa, y la Emisora Atlántico Jazz Band, de Barranquilla; la Orquesta A No.1, en Cartagena, de José Pianeta Pitalúa; la Jazz Nicolás, en Medellín, de Nicolás Torres; la Ritmo Jazz Band, en Bogotá, de Alex Tovar.

Estas bandas primigenias de formato jazz band fueron agrupaciones de clubes burgueses y programas de radio, con poco o nulo interés de grabar, siendo escasas o inexistentes las grabaciones de jazz en sus años de formación.

 

Algunos datos en línea de tiempo

1957 – el primer colombiano que grabó un álbum completo de jazz, en este caso de jazz afrocubano, sería el barranquillero Al Escobar: grabó en Nueva York el larga duración Escobar’s Rhythmagic – Al Escobar Afro-Cuban Orchestra (Cadence CLP-1021) con artistas internacionales.

1960 – Quinteto con Álvaro Rojas en el saxofón tenor y Fabio Espinosa en la trompeta grabaron un sencillo titulado El jazz en Colombia (RCA Victor EP 56-061).

1961 – sexteto del español Luis Rovira –Philips 631807– que contó con la participación del colombiano León Cardona en la guitarra eléctrica.

En la misma década el pianista barranquillero Juancho Vargas, director artístico de Sonolux, grabó los álbumes Colombian brass (Sonolux LP 12-540) y Cumbias espaciales (RCA Victor LPC 53-102).

Y la disquera Sonolux publicó un álbum de Jaime Llano González y su Orquesta (Sonolux IES-63) con una versión rumba jazz de El cumbanchero, de Rafael Hernández, además con estándares de Woody Herman y Morton Gould, así como mambos, merecumbés y pasillos con una singular y dinámica influencia de jazz, que ahora se denominaría latin jazz.

1980 – el trompetista, compositor, arreglista y maestro Antonio María Peñaloza, con el formato de banda de vientos, grabó para Sonolux un disco donde él mismo tocó todos los instrumentos a excepción del clarinete, que fue tocado por Omar Cañate. En el álbum Siete sabrosuras bailables y una vieja serenata costeña, se percibe una fuerte intención jazzística con complejas estructuras armónicas y rítmicas. El disco terminó siendo el legado musical de Peñaloza, considerado por muchos como el músico más importante en la historia del jazz en Colombia.

1984 – el álbum Macumbia de Francisco Zumaqué, con la participación de jóvenes asignados a cambiar la escena jazzística colombiana de los próximos años: Antonio Arnedo y Juan Vicente Zambrano, representó el punto de arranque de las nuevas tendencias que a través del jazz podía alcanzar la música popular nacional.

A partir de 1984 algo comenzó a gestarse. El mayor investigador apareció en los noventa en la figura del saxofonista bogotano, graduado en el colegio de música de Berklee, Antonio Arnedo. Recreando la música de las dos costas colombianas con el jazz, su labor ha sido reconocida ampliamente. Sus versiones de cumbias y sus propias composiciones con conceptos vitales para el jazz impulsaron a que muchos músicos contemporáneos y jóvenes hurgaran en la tradición para lanzarse a la vanguardia con sus álbumes Travesía (MTM 018037- 2), Orígenes (MTM 018062- 2), Encuentros (MTM 018094- 2) y Hay otra orilla (BAU Records 1162).

 1995 – el jazz afrocubano encontró revitalización en el país con el regreso del pianista pastuso Edy Martínez después de un periplo de más de 20 años en Estados Unidos en el mundo del jazz, del jazz latino y de la salsa. Su álbum Privilegio marcó el inicio del jazz afrocubano y desde entonces son muchos los que se han aventurado por esos solares rítmicos.

Aunque no ha vivido por muchas temporadas en el país en las últimas décadas, Justo Almario, el saxofonista sincelejano, ha tenido una influencia notoria por su virtuosismo. Estudió en la prestigiosa escuela de música Berklee, de Boston. Sus obras Andeando, Street sax y Cumbiamba, que grabó con su grupo Tolú, junto al percusionista peruano Alex Acuña, son representativas de las intenciones de Almario para construir un nuevo jazz colombiano.

Con Zumaqué, Arnedo y Almario nació todo un movimiento musical que buscó crear un jazz colombiano enraizado en el folclor nacional. Y, en cierto sentido, esto se está logrando por caminos separados.

Lo que fue un comienzo tímido entre pioneros raizales ahora representa una fuerza asociada, agremiaciones, con festivales de jazz y grabaciones que se van consolidando y que pueden llegar a un promedio en los últimos días de 15 álbumes por año.

La actualidad del jazz en Colombia

En el 2016 se crea en Colombia un colectivo de jazz en Bogotá llamado Masái, son músicos colombianos orientados a la exploración de este género y la improvisación, quienes buscan generar nuevos espacios para el reconocimiento y la difusión de los diferentes proyectos de bandas que reúnen y representan los diferentes sonidos de la comunidad.

 

 

El colectivo busca fomentar la colaboración entre artistas y locaciones para fortalecer y expandir la escena musical colombiana y crear una identidad característica que distinga el sonido Masái.

Su propuesta cubre realización de eventos, un sello discográfico y la presentación de un catálogo de bandas con muestras audiovisuales de los proyectos, la descripción de los perfiles, los contactos de cada artista y acceso al material discográfico para la descarga en línea.

El componente pedagógico y de gestión de eventos y actividades se lleva a partir de una serie de festivales que se llevan a cabo dos veces al año en temporadas en las que el jazz no es protagonista en la ciudad. También realizan actividades académicas entre las que se encuentran clínicas dictadas por algunos de los miembros del colectivo, master class y talleres que abordan diferentes temáticas relacionadas con el jazz y la improvisación.

Desde la opinión del saxofonista Felipe Paz, músico de la Banda Sinfónica de Pereira, quien nos ayudó con la recolección de los datos que estamos presentando en este especial, Masái actualmente es un buen ejemplo a seguir para las bandas de jazz en el país, porque se destaca el espíritu de colaboración entre los músicos, quienes se agremian y presentan sus productos a través de una plataforma web, para impulsar juntos sus trabajos y venderlos en el mercado.

En tiempo de cuarentena sus actividades continúan en el quehacer virtual, por eso desde sus redes comparten conciertos, sesiones en vivo, discos, sesiones académicas, artistas y datos de interés relacionados con el jazz en Colombia.

 

Contamos historias desde otras formas de mirarnos.

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