Es un espacio de “sanación social” para que la gente de la ciudad se encuentre con la del campo, promoviendo la economía solidaria y dando valor a la naturaleza y sus bondades.
Fotografías: Diego Val.
La novedad del mercado agroecológico Otún de noviembre, realizado en el corregimiento de La Florida, no es el mercado en sí, ni la cantidad de gente que hace presencia en el evento rural, sino el proceso que está detrás de cada producto y la fuerza de la iniciativa que pretende unir al hombre citadino con la naturaleza y sus bondades.
En esta versión el mercado dejó ver productos saludables para el cuerpo como desodorantes hechos con fécula de maíz, bicarbonato de soda, aceite de coco y bergamota, Jabones caseros con finas especies aromáticas de cúrcuma, jengibre, romero, cítricos, eso sí, como especificó la señora Susana Gómez, “cuidando que el PH que esté debidamente balanceado para la salud de nuestra casa”, es decir, nuestro cuerpo.
Y para la sana alimentación, sándwiches árabes con indios de carne o vegetarianos envueltos en hoja de uva que la productora Olga Patiño cultiva en su parcela personal. Té de coca mentolado. Ají de frutas tan exóticas como maracuyá, piña o naranja, y otros encurtidos más estilizados como el pajarito, el chichiperro, el mexicano chipotle y el ojopescado.
También Yogur artesanal donde la vaca es cuidada con amor para no estresarla y así disfrutar de sus bondades lácteas, el curioso alimento del futuro llamado “tibetano”, una especie de albóndigas pequeñas compuestas de lenteja, maíz, soya, maní, quinua, avena. Mezcla de granos y cereales.
Esto y más, muchos más productos que son un entero catálogo de comidas, frutas y hortalizas derivadas del campo, que los comerciantes no solo producen, sino que también transforman, porque la esencia de este importante mercado que se celebra el primer domingo de cada mes en La Florida es intercambiar conocimientos, saberes valiosos, propiedades y bondades que emanan de la tierra, para que el comprador no solo sea consumidor, sino también un conocedor de la agroecología de manera integral.
Son muchas las voluntades unidas en torno al interés común de llevar una vida sustentable y de proteger el ecosistema tan vital para la continuidad de la existencia vegetal y animal.
Productores y transformadores que utilizan lo que da el campo para elaborar recetas, y así por medio de estas el público pueda rescatar o valorar las semillas. Algunos son de Pereira, pero también vienen exponentes de Marsella, Santa Rosa, Dosquebradas, Cerritos, Salento, y lugares alrededor de la cuenca del Otún.
Una propuesta comercio-artesanal que más que unir, busca una efectiva “sanidad social”. Término que se respiraba en el lugar, especialmente con el mecanismo de CIROS o Ciclos Integrales de Organizaciones Sociales, que atrae a hippies, yupis, hípster, artistas, chamanes, campesinos y personas de la ciudad.
Una dinámica alternativa con una moneda social llamada “Cóndores de la Conciencia” que busca generar trueques entre el que produce o transforma un producto y el que demanda de estos para su satisfacción.
En la voz de Oscar Naranjo, un joven activista del sector:
“El mercado agroecológico es un espacio de encuentro y sanación social para que la gente de la ciudad se encuentre con la gente del campo. La idea es promover la economía solidaria… pero el mercado es un espacio que busca promover los principios de la agro ecología., porque estamos en una zona rural y estratégica de Pereira, acá baja el agua para la ciudad, casi 600 mil personas beben agua de este rio”.
Un sentir y actuar genuino, ya que este mercado gestionado por la Red Agroecológica, parte del principio de encaminar todo hacia un modo de vida sustentable, promoviendo una agricultura saludable con el entorno, el ecosistema y la gente, y buscando además la conservación del agua, específicamente aunando esfuerzos en la noble tarea de que la cuenca del rio Otún esté descontaminada y libre de transgénicos.
La Cebra Que Habla celebra que estos eventos de “sanidad social”, de integración y compartir al modo ancestral y natural, logren con su propuesta agroecológica que las necesidades de las personas de la urbe y del campo sean suplidas, sin comprometer los bienes naturales que permitan a generaciones futuras disfrutar de ellos de la misma manera.
Los mercados y ferias artesanales son tan antiguos como el hombre, pero este tipo de mercados, unidos a la tendencia del ecologismo y responsabilidad ambiental, son la novedad en nuestra región, que además están uniendo mística y utilitariamente al hombre cosmopolita con el hombre rural.