EL DÍA EN QUE MURIÓ LA CHIVA

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EL DÍA EN QUE MURIÓ LA CHIVA

Por: Gustavo Colorado

 


En ambos casos, el de Spencer y Jackson, la aldea global pronosticada por Mc Luhan y sus prosélitos, supo de la muerte de sus ídolos antes que los medios de  comunicación.


 

Quienes suscriben la teoría coinciden en los términos, pero discrepan en la fecha. Algunos dicen que fue el 31 de agosto de 1997, día de la muerte de Diana Spencer, más conocida en el folclore británico y en las revistas de farándula como la princesa Diana de Gales.

 

Otros prefieren centrarse en el 25 de junio de 2009 cuando Michael Jackson, bautizado por los vendedores de discos como El rey del pop, le dijo adiós a este mundo dejando plantados a quienes lo esperaban a la salida de la clínica para tomarle la última foto.

 

Según el lenguaje abstruso de la burocracia judicial, las causas de esas muertes no han sido esclarecidas del todo y siguen siendo objeto de investigación.

 

De cualquier manera, todos sabemos que los dos murieron de un mal no registrado en los códigos clínicos pero que cobra su dosis diaria de víctimas en el mundo entero: fama y soledad.

 

Conjeturas aparte, todo apunta a que con ellos murió también una presa que durante años fue codiciada por los propietarios y los trabajadores de la industria de las comunicaciones: la llamada chiva periodística. Se sabe de acuciosos y connotados reporteros condenados al anonimato por sus empleadores, solo por llegar un minuto después que los obreros de la competencia al lugar de los acontecimientos.

 

El cine, sobre todo el norteamericano, ha sido pródigo en historias sobre las feroces y  letales pugnas desatadas entre los medios de comunicación- muchos de ellos pertenecientes al mismo grupo  familiar- para conquistar la presea dorada de la primicia que los consumidores de información esperan con la ansiedad de quien sospecha que le va en ello la vida.

 

Pero, entre todas, se recuerda una película dirigida por Sidney Lumet cuyo título constituye en sí mismo una radiografía del tortuoso camino emprendido por los medios de comunicación en el mundo a medida que extraviaron el rumbo: Network, poder que mata.

 

En ambos casos, el de Spencer y Jackson, la aldea global pronosticada por Mc Luhan y sus prosélitos, supo de la muerte de sus ídolos antes que los medios de comunicación. Cuando los noticieros iniciaron sus emisiones   y los distribuidores de prensa deslizaron los ejemplares todavía tibios de los periódicos bajo las puertas ya el mundo estaba enterado de que la princesa triste y el ídolo torturado habían puesto fin a su peregrinar sobre la tierra.

 

Fue entonces cuando los magnates de la prensa y sus legiones de trabajadores supieron que asistían al fin de una era: la de la primicia o chiva como su razón de ser en el mundo. Llegar primero al teatro de los acontecimientos ya no tenía mucho sentido. La noticia tendría que dejar de ser un fin para convertirse en un medio. La responsable de todo era, ustedes ya lo habrán advertido, Internet, esa infinita tela de araña que, al modo de la divinidad diseñada por los teólogos medievales, está en todas partes y en ninguna

 

A esa altura del camino se hizo ineludible recomponer la manera de ver las cosas. Unos, más pragmáticos, pero menos imaginativos, optaron por deslizarse hacia otros mercados y optaron por los entonces nacientes y lucrativos realities. Otros, más agudos y pacientes, entendieron que, dueñas del primer dato, pero carentes de las herramientas de interpretación, las audiencias se quedarían con quienes le agregaran valor a la noticia. Es decir, los que tuvieran la capacidad de análisis para ubicar los eventos en su contexto y por esa vía facilitar su comprensión.

 

Cada vez se hacen más visibles dos tendencias De un lado, los que exigen su dosis diaria de sucesos puros y duros, como si del cuero cabelludo de un combatiente se tratara: estamos ante al periodismo como proveedor de un producto con un rol específico en los mercados. Del otro, quienes esperan que medios y periodistas se conviertan en compañeros de viaje en su intento de asumirse como sujetos pensantes y por lo tanto políticos: en este caso se demanda un interlocutor.

 

En esa sutil pero decisiva elección reside el papel que finalmente desempeñen en la vida de la gente las empresas periodísticas y sus trabajadores, aunque todavía se siga debatiendo cual fue el día exacto en que  murió la chiva

 

Contador de historias. Escritor y docente universitario.

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