Siete intelectuales frente a un mundo en disolución, II de V
Crisis y Crítica es un grupo de pensadores que desarrollan actividades en diversos campos de las ciencias humanas y desde diferentes lugares de América. Estamos publicando apartes de sus intervenciones en la Feria del Libro de Guadalajara 2019 a través de cuatro entregas, ésta es la segunda publicación, al finalizar el texto encuentren un enlace a la primera.
Continuando con el recuento de las intervenciones del grupo de Circuit Circus, reunido bajo el estímulo del intelectual Eduardo Subirats, esta vez en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, el profesor de lenguas y literaturas romances, germánicas y eslavas del Columbian College of Arts and Science de la Universidad George Washington, Christopher Britt, reflexiona sobre la profundización de los gobiernos autoritarios a lo largo y ancho del mundo contemporáneo, haciendo énfasis en la co responsabilidad de los así gobernados quienes, colaborando más que sometiéndose a la égida del tirano, proporcionan la contraparte funcional para que estos regímenes puedan prosperar y extenderse mundialmente.
En este proceso resalta el ensayista el rol desempeñado por los medios masivos de comunicación y la manipulación digital a través del big data, los cuales han venido a perfeccionar el proceso de alineación y de privatización que ha abarcado incluso las esferas de las actividades más privadas, fomentando una hiper individuación (rasgo preminente de la sociedad moderna en tiempos del capitalismo financiero internacional), que ha llegado incluso a separar a los sujetos en su propia integridad destruyendo de esta manera, en el mediano plazo, su psiquis.
Llevándolos a un estado de enajenación que ha vuelto obsoletos los antiguos esquemas de vigilancia y control, como lo relata lúcidamente el filósofo coreano Byung-Chul Han, los encargados de ejercer la dominación global cuentan hoy con la colaboración enstusiasta de los individuos, quienes de manera perfectamente alineada con los intereses del sistema productivo en virtud de su precaria conciencia crítica y en la búsqueda de las supuestas realizaciones personales que promete el sistema como recompensa, se someten a las demandas del poder en estado de completa alegría y docilidad.

A continuación, apartes de la intervención del profesor Britt. Para quienes deseen leer el ensayo completo, pueden encontrarlo haciendo clic aquí
(III)
TIRANÍA DE LA IDIOTEZ
Christopher Britt (Washington D. C.)
1
El hombre privatizado
No hace falta ser un vidente para vislumbrar las últimas consecuencias de la crisis por la que están pasando las democracias hoy en día. Desde Putin en Rusia a Maduro en Venezuela, y desde Trump en los Estados Unidos a Bolsonaro en Brasil, la tendencia viene siendo la misma: los gobiernos democráticos, ya sean de orientación izquierdista o derechista, se están confundiendo cada día más con las estrategias autoritarias y abusos sistemáticos del totalitarismo. Pero para comprender la estructura general de estas tiranías populistas, no basta con solo observar cómo, mediante la coerción y opresión, los tiranos se sostienen en el poder. También debemos reconocer que la persistencia de estas tiranías se basa en la idiotez.
Idiotez, no tanto en el sentido contemporáneo de la palabra, que usamos para designar a los imbéciles, sino más bien en el sentido que los griegos de la era clásica daban a esta palabra. Para ellos, el idiota era un hombre que había sido excluido de la vida política por haber puesto sus propios intereses por encima del bien común de la polis.

El idiota es, en este sentido, un hombre despolitizado. Su vida ha sido relegada al ámbito de la domesticidad, donde puede dedicarse únicamente a la búsqueda de una felicidad frívola y trivial. En este sentido, el idiota no es meramente un hombre despolitizado sino también un hombre que ha sido plenamente privatizado.
Es, en última instancia, un ser enajenado de sí mismo, de los demás, y del mundo al que debería pertenecer.
2
La servidumbre voluntaria
Sin lugar a dudas, la manera más decisiva de explicar por qué los idiotas regalan su soberanía a los tiranos es la noción de la servidumbre voluntaria, debida a La Boétie. Según él, los idiotas perciben la tiranía, no como una ocasión para la degradación sadomasoquista, sino más bien como una oportunidad para demostrar su amistad, su lealtad, y su amor. Para ellos, el tirano es un amigo.
Pero el problema con esto, según La Boétie, es que el tirano vive aislado de los demás y se encuentra más allá del límite de la amistad. Los idiotas entran en un estado de servidumbre voluntaria porque confunden lo que ellos perciben como la integridad de la amistad con lo que el tirano percibe como la intimidad que nace de ser cómplices.
Esta equivocación tiene consecuencias bastante nefastas. De allí que los idiotas exhiban algunos de los signos de mutilación psicológica, emocional, intelectual y moral que generalmente se encuentran entre aquellos disidentes que la tiranía ha querido castigar, sometiéndoles a los rigores del desplazamiento forzado, la censura, la tortura, y la esclavitud. Al igual que estas víctimas de la crueldad tiránica, los idiotas acaban siendo divididos, no solo entre sí, sino también dentro de sí mismos.
A la larga, la tiranía acabará pulverizando su psiquis.
Pero en el momento en que los idiotas renuncian a su soberanía y reconocen al tirano como el único soberano, ellos no sospechan el provenir tan desdichado que les espera. Más bien intentan “escaparse de la libertad”, como diría Fromm, y dedicarse exclusivamente a su propio bien estar. Lo que más temen y resienten es la conciencia vigilante, la preocupación constante, la ansiedad y el estrés asociados con el autogobierno, la madurez, y el esclarecimiento.
Como un rebaño de ovejas infantiles, quieren un pastor que les proteja de los lobos, para que puedan seguir disfrutando de su pretendida inocencia infantil. En este sentido, los idiotas son los no esclarecidos, aquellos que, como los define Kant, existen en un estado perpetuo de “inmadurez auto-impuesta”.
3
El estilo paranoico y la cultura del fragmento
Celosos de su poder y prosperidad, tanto los tiranos como los idiotas comparten, temen y odian a un mismo enemigo: las multitudes que también quieren ejercer la soberanía o, cuando menos, disfrutar de la seguridad y prosperidad. Ellos comprenden que esas multitudes representan una amenaza. De allí su temor. De allí también su odio. Esta mezcla de temor y odio une la tiranía a la idiotez con la fuerza dialéctica de un delirio paranoico. Y esta paranoia es, a su vez, el modelo preciso del poder político moderno: es decir, de un poder que, según el análisis de Canetti, se alimenta de las multitudes y deriva su sustancia de ellas.
Esto implica el uso de dos multitudes distintas, que el tirano enfrenta entre sí.
En primer lugar, está la multitud formada por los aparentes enemigos del tirano. Contra ella, el tirano moviliza a la segunda multitud. Esta consiste en las masas idiotizadas que comparten con el tirano su odio y temor. Como observa Hofstadter, este estilo paranoico en la política es la expresión de “mentes irritadas”, cuya propensión a la “exageración acalorada, la suspicacia y la fantasía conspirativa” ayuda a mantener la ilusión de que el delirio paranoico compartido por el tirano y sus idiotas se basa en la realidad.
La propaganda y los medios de comunicación ayudan a sustentar este delirio paranoico. Por supuesto, la propaganda, tal como la conocemos hoy, no se limita en modo alguno a la política. También hay formas comerciales y culturales de propaganda, que ayudan a crear la ilusión de que en el estado privatizado y despolitizado en el que viven, los idiotas son libres de elegir entre un programa de noticias y otro, una marca de pasta de dientes y otra, un candidato a la presidencia u otro.
Hoy en día, prácticamente todas las personas tienen acceso a una computadora portátil o un teléfono celular; como resultado, tanto la vigilancia política como la manipulación comercial han crecido hasta el punto en que el deseo tiránico por la dominación total está prácticamente al alcance de la mano. En este sentido, los idiotas de hoy viven en una “sociedad del espectáculo”, como diría Guy Debord.
El espectáculo es una realidad virtual totalizadora que, como argumenta Zuboff, ha devenido en una nueva época del capitalismo global: el “capitalismo de vigilancia”. De lo que se trata es la recopilación de la información personal de los usuarios de plataformas como Google o Facebook que es luego empaquetada para venderla al mejor postor: ya sean empresas de publicidad, gobiernos, o redes criminales.
Lo decisivo en esta nueva fase de explotación capitalista es que, más allá de escavar las vidas íntimas de sus usuarios, estas corporaciones buscan moldear, dirigir y controlar el comportamiento de las masas idiotizadas: es decir, buscan trasladar el control total sobre la producción, que caracterizó la era del capitalismo industrial, a todos los aspectos de la vida cotidiana.
4
La destrucción de la democracia
Fue Tocqueville quien, más que cualquier otro teórico de la tiranía, supo identificar la idiotez como el verdadero sustento de la tiranía y la fuerza más destructiva de la democracia moderna.
La idiotez, según Tocqueville, es el resultado de un soborno. A cambio de la prosperidad, las masas aceptan la imposición de un régimen de seguridad que impone restricciones indebidas a sus libertades civiles y políticas. Satisfechas con una vida de consumo y felizmente aliviadas de las cargas del autogobierno, las masas idiotizadas crean sus propios tiranos.
La fuerza de esta tiranía no se deriva, principalmente, de la imposición violenta de la voluntad del tirano, sino más bien del bienestar material que la tiranía promete proporcionar.
Insidiosamente, la idiotez impone una servidumbre encantadora: una tiranía que agrada, a la medida que degrada.
En última instancia, personas que tienen un potencial inmenso para perfeccionar sus vidas y alcanzar tanto la madurez intelectual como la autonomía política eligen más bien ocuparse de los pequeños placeres de sus vidas profesionales y privadas.
De hecho, el desarrollo de esta tiranía de la idiotez ha significado el deterioro del autogobierno republicano y la convergencia gradual pero persistente de la democracia moderna con las tendencias autocráticas, populistas y totalitarias de nuestra época.
La primera parte de estas entregas consúltala haciendo clic aquí
La próxima semana una siguiente entrega.
Tiranía de la idiotez
Este texto hace parte de las intervenciones que siete intelectuales del grupo Crisis y Crítica realizaron en la FIL de Guadalajara 2019 con relación a sus perspectivas sobre las encrucijadas sociales y los retos planetarios actuales. Al finalizar esta entrada están los enlaces a publicaciones que hasta el momento hemos compartido sobre el tema.
III
TIRANÍA DE LA IDIOTEZ
Christopher Britt (Washington D. C.)
1
El hombre privatizado
No hace falta ser un vidente para vislumbrar las últimas consecuencias de la crisis por la que están pasando las democracias hoy en día. Desde Putin en Rusia a Maduro en Venezuela, y desde Trump en los Estados Unidos a Bolsonaro en Brasil, la tendencia viene siendo la misma: los gobiernos democráticos, ya sean de orientación izquierdista o derechista, se están confundiendo cada día más con las estrategias autoritarias y abusos sistemáticos del totalitarismo. Pero para comprender la estructura general de estas tiranías populistas, no basta con solo observar cómo, mediante la coerción y opresión, los tiranos se sostienen en el poder. También debemos reconocer que la persistencia de estas tiranías se basa en la idiotez.
Idiotez, no tanto en el sentido contemporáneo de la palabra, que usamos para designar a los imbéciles, sino más bien en el sentido que los griegos de la era clásica daban a esta palabra. Para ellos, el idiota era un hombre que había sido excluido de la vida política por haber puesto sus propios intereses por encima del bien común de la polis. El idiota es, en este sentido, un hombre despolitizado. Su vida ha sido relegada al ámbito de la domesticidad, donde puede dedicarse únicamente a la búsqueda de una felicidad frívola y trivial. En este sentido, el idiota no es meramente un hombre despolitizado sino también un hombre que ha sido plenamente privatizado. Es, en última instancia, un ser enajenado de sí mismo, de los demás, y del mundo al que debería pertenecer.
Si bien es verdad que, al establecerse como el único soberano, el tirano reduce a todas las demás personas en su país a este estado de la idiotez; también es innegable que los idiotas recrean a sus tiranos a su propia imagen. La idiotez les exige a los tiranos que ellos también se vuelvan idiotas. Les alienta a que se apropien de los recursos del estado para su propio beneficio. Y en vez de denunciar esta corrupción, los idiotas la celebran; porque la privatización tiránica del estado normaliza la idiotez, confirmándola como la máxima virtud política.
2
La servidumbre voluntaria
Afirmar que los idiotas ejercen esta influencia sobre los tiranos, contradice varios de los argumentos sostenidos a lo largo de los siglos por los grandes teóricos de la tiranía. Desde Maquiavelo a Montesquieu, y desde Weber a Foucault, se ha solido pensar que las tiranías se establecen y se mantienen en el poder a base de la violencia sistemática y la coerción administrativa. Desde esta perspectiva, los idiotas no son sino víctimas pasivas de la tiranía. Así pues, se ha solido denunciar las tácticas del terrorismo estatal – como la tortura, la censura, el desplazamiento forzado, y los campos de concentración– con que los regímenes tiránicos persiguen, castigan, y humillan a quienes se oponen a su soberanía absoluta. A su vez, se ha solido examinar la propaganda política como una forma de coerción sicológica y emocional. Hasta se ha llegado a suponer que las tiranías son capaces de hacer que la gente internalice la lógica perversa de sus mandatos gracias a ciertas ingeniosas prácticas de disciplina y engañosas técnicas de vigilancia. Pero todo esto niega, en nombre de la coherencia y consistencia teórica, una realidad patente. Jamás ha sido necesario engañar a los idiotas, ni manipularlos, ni mucho menos aterrorizarlos; porque ellos ya están dispuestos a renunciar su soberanía y lo hacen de buena voluntad.
¿A qué se debe esta abdicación voluntaria? Y ¿qué es lo que pretenden conseguir mediante ella los idiotas?
El masoquismo, según Fromm, ofrece una posible explicación. Desde su punto de vista, los idiotas entregan su soberanía a los tiranos porque se quieren escapar de la libertad y ser dominados. El problema con este argumento, como bien lo ha analizado Deleuze, es que el masoquismo no exalta al padre o tirano. Al contrario, la fantasía masoquista consiste en la humillación del padre. El masoquista entra voluntariamente en una relación contractual con su madre simbólica para que ella pueda golpear, humillar y ridiculizar la semejanza del padre en él. De esta manera, el masoquista fantasea con eliminar el padre y ser él mismo el origen de su propio renacimiento. Entendido de esta manera, resulta evidente que el masoquismo no nos ayuda a explicar la facilidad con que los idiotas se sujetan a la tiranía.
¿Será que los idiotas se identifican tan plácidamente con sus tiranos porque la tiranía les ofrece la oportunidad de dominar y humillar a los demás? Este es otro argumento bastante común. Piensen, por ejemplo, en el análisis que hace Horkheimer de la personalidad autoritaria o en los “true believers” de Hoffer. Según esta manera de entender las cosas, los idiotas renuncian su propia soberanía porque esto les exime de toda responsabilidad, permitiéndoles ser tan crueles como siempre lo han querido ser. En el sadismo, según lo entiende Delueze, el impulso primordial es degradar todas las leyes, estableciendo de esta manera un poder superior que se coloca por encima de ellas. Ese poder lo representa el padre. Al exaltar la figura del padre, el sadismo fantasea con la destrucción de toda la familia, de modo que el padre, quien representa a la naturaleza como una fuerza anárquica, puede ser restaurado a su lugar mítico por encima del imperio de la ley. Pero tales fantasías sádicas, si bien ayudan a iluminar algunos de los impulsos más profundos de la tiranía y los deseos más crueles y perversos de sus secuaces más entusiastas, no explican por qué las incontables multitudes privatizadas y despolitizadas renuncian su soberanía de tan buena gana.
Sin lugar a dudas, la manera más decisiva de explicar por qué los idiotas regalan su soberanía a los tiranos es la noción de la servidumbre voluntaria, debida a La Boétie. Según él, los idiotas perciben la tiranía, no como una ocasión para la degradación sadomasoquista, sino más bien como una oportunidad para demostrar su amistad, su lealtad, y su amor. Para ellos, el tirano es un amigo. Pero el problema con esto, según La Boétie, es que el tirano vive aislado de los demás y se encuentra más allá del límite de la amistad. Los idiotas entran en un estado de servidumbre voluntaria porque confunden lo que ellos perciben como la integridad de la amistad con lo que el tirano percibe como la intimidad que nace de ser cómplices.
Esta equivocación tiene consecuencias bastante nefastas. De allí que los idiotas exhiban algunos de los signos de mutilación psicológica, emocional, intelectual y moral que generalmente se encuentran entre aquellos disidentes que la tiranía ha querido castigar, sometiéndoles a los rigores del desplazamiento forzado, la censura, la tortura, y la esclavitud. Al igual que estas víctimas de la crueldad tiránica, los idiotas acaban siendo divididos, no solo entre sí, sino también dentro de sí mismos. A la larga, la tiranía acabará pulverizando su psiquis.
Pero en el momento en que los idiotas renuncian su soberanía y reconocen al tirano como el único soberano, ellos no sospechan el provenir tan desdichado que les espera. Más bien intentan “escaparse de la libertad”, como diría Fromm, y dedicarse exclusivamente a su propio bien estar. Lo que más temen y resienten es la conciencia vigilante, la preocupación constante, la ansiedad y el estrés asociados con el autogobierno, la madurez, y el esclarecimiento. Como un rebaño de ovejas infantiles, quieren un pastor que les proteja de los lobos, para que puedan seguir disfrutando de su pretendida inocencia infantil. En este sentido, los idiotas son los no esclarecidos, aquellos que, como los define Kant, existen en un estado perpetuo de “inmadurez auto-impuesta”.
3
El estilo paranoico y la cultura del fragmento
Celosos de su poder y prosperidad, tanto los tiranos como los idiotas comparten, temen y odian a un mismo enemigo: las multitudes que también quieren ejercer la soberanía o, cuando menos, disfrutar de la seguridad y prosperidad. Ellos comprenden que esas multitudes representan una amenaza. De allí su temor. De allí también su odio. Esta mezcla de temor y odio une la tiranía a la idiotez con la fuerza dialéctica de un delirio paranoico. Y esta paranoia es, a su vez, el modelo preciso del poder político moderno: es decir, de un poder que, según el análisis de Canetti, se alimenta de las multitudes y deriva su sustancia de ellas.
Esto implica el uso de dos multitudes distintas, que el tirano enfrenta entre sí. En primer lugar, está la multitud formada por los aparentes enemigos del tirano. Contra ella, el tirano moviliza a la segunda multitud. Esta consiste en las masas idiotizadas que comparten con el tirano su odio y temor. Como observa Hofstadter, este estilo paranoico en la política es la expresión de “mentes irritadas”, cuya propensión a la “exageración acalorada, la suspicacia y la fantasía conspirativa” ayuda a mantener la ilusión de que el delirio paranoico compartido por el tirano y sus idiotas se basa en la realidad.
La propaganda y los medios de comunicación ayudan a sustentar este delirio paranoico. Por supuesto, la propaganda, tal como la conocemos hoy, no se limita en modo alguno a la política. También hay formas comerciales y culturales de propaganda, que ayudan a crear la ilusión de que en el estado privatizado y despolitizado en el que viven, los idiotas son libres de elegir entre un programa de noticias y otro, una marca de pasta de dientes y otra, un candidato a la presidencia u otro. Hoy en día, prácticamente todas las personas tienen acceso a una computadora portátil o un teléfono celular; como resultado, tanto la vigilancia política como la manipulación comercial han crecido hasta el punto en que el deseo tiránico por la dominación total está prácticamente al alcance de la mano. En este sentido, los idiotas de hoy viven en una “sociedad del espectáculo”, como diría Debord.
El espectáculo es una realidad virtual totalizadora que, como argumenta Zuboff, ha devenido en una nueva época del capitalismo global: el “capitalismo de vigilancia”. De lo que se trata es la recopilación de la información personal de los usuarios de plataformas como Google o Facebook que es luego empaquetada para venderla al mejor postor: ya sean empresas de publicidad, gobiernos, o redes criminales. Lo decisivo en esta nueva fase de explotación capitalista es que, más allá de escavar las vidas íntimas de sus usuarios, estas corporaciones buscan moldear, dirigir y controlar el comportamiento de las masas idiotizadas: es decir, buscan trasladar el control total sobre la producción, que caracterizó la era del capitalismo industrial, a todos los aspectos de la vida cotidiana.
Según lo entiende Vaneigem, la opresión inherente a esta sociedad del espectáculo “reina porque los hombres están divididos, no solo entre sí, sino también dentro de sí mismos. Lo que los separa de sí mismos y los debilita es también el vínculo falso que los une con el poder, reforzando este poder y haciéndolos elegirlo como su protector, como su padre”. El espectáculo, y la cultura del fragmento que impone, proporcionan los falsos lazos que unen la idiotez a la tiranía. Esta tiranía de la idiotez equivale a la imposición de una totalidad simbólica que, bajo el pretexto de generar una solidaridad uniforme, se dedica a fragmentar, aislar y enajenar a las personas, tanto a nivel individual como comunitario.
4
La destrucción de la democracia
Fue Tocqueville quien, más que cualquier otro teórico de la tiranía, supo identificar la idiotez como el verdadero sustento de la tiranía y la fuerza más destructiva de la democracia moderna. La idiotez, según Tocqueville, es el resultado de un soborno. A cambio de la prosperidad, las masas aceptan la imposición de un régimen de seguridad que impone restricciones indebidas a sus libertades civiles y políticas. Satisfechas con una vida de consumo y felizmente aliviadas de las cargas del autogobierno, las masas idiotizadas crean sus propios tiranos. La fuerza de esta tiranía no se deriva, principalmente, de la imposición violenta de la voluntad del tirano, sino más bien del bienestar material que la tiranía promete proporcionar. Insidiosamente, la idiotez impone una servidumbre encantadora: una tiranía que agrada, a la medida que degrada.
En última instancia, personas que tienen un potencial inmenso para perfeccionar sus vidas y alcanzar tanto la madurez intelectual como la autonomía política eligen más bien ocuparse de los pequeños placeres de sus vidas profesionales y privadas. De hecho, el desarrollo de esta tiranía de la idiotez ha significado el deterioro del autogobierno republicano y la convergencia gradual pero persistente de la democracia moderna con las tendencias autocráticas, populistas y totalitarias de nuestra época.
5
Más allá de la soberanía
Si queremos librarnos de esta tiranía paranoica de la idiotez, debemos recuperar de la tradición revolucionaria los ejemplos ayer olvidados y hasta hoy vituperados de una democracia participativa y no soberana. Baste con recordar, siguiéndole los pasos a Hannah Arendt, los “wards” o pequeñas repúblicas soñadas por Jefferson, las comunas de Paris, o los soviets de la revolución rusa. Son ejemplos de una democracia local, comunitaria, y participativa donde nadie ejerce la soberanía. No son utopías anarquistas, sino ejemplos efímeros de la democracia espontánea y participativa. Son ejemplos de lo que los griegos de antaño llamaban la polis: es decir, un lugar donde, sin ninguna división entre quienes gobiernan y quienes son gobernados, se vuelven posibles el auto-gobierno y la convivencia.
Siete intelectuales frente a un mundo en disolución:
Parte I clic aquí
Parte II clic aquí
Las dos últimas partes, busca una cada jueves.
¡Despabilen!
Fermín López, un citadino que se exilia en el campo, nos comparte sobre los cambios en el pensum que hacen en la escuela en la que él colabora, una de las materias que incorporan se llama Muerte I.
-“La muerte es una buena porquería –pensó- Se te entra a pequeños fragmentos que apenas denuncia que ya ha entrado. A veces llega en forma atroz. Puede surgir de un vaso de agua sin hervir; de la picadura de un mosquito; o puede llegar con el trueno enorme, clamoroso, al rojo vivo, en el que hemos vivido. Llega con los minúsculos chasquidos que preceden al empleo de las armas automáticas. O con el humeante arco que describe la granada, o la aguda caída y explosión de un morterazo…”
Recita Eugenia una de las fotocopias que les he pasado a los mucharejos. –“Muy bien Eugenia. Seguís vos Marcelo…” Le digo a un niño de 11 años de crespitos que le tapan las orejas quien sale al frente del salón mientras Eugenia toma asiento. Un hilo de voz sale del graznate de Marcelito:
-“Yo la he visto venir, ampliándose en el espacio al salir del soporte de las bombas, cayendo con esa extraña curva. Aparece con el choque metálico, del choque lanzado a toda velocidad o el simple despiste en una carretera resbaladiza…”
-“¡Eleonora, siguiente!” Digo concentrado con la cabeza abajo, meditabunda, la mano derecha empuñada sobre los labios y la mano izquierda sosteniendo el codo derecho. Y me acuerdo de mi profesor Martín (un genio) que en ocasiones tomaba esta postura y yo lo miraba y me preguntaba qué pasaba por su genial mente, y yo tan bruto y tan cerrao bebía sus enseñanzas esperando algún día retener algo de sus sabios conocimientos…
-“Sentía la soledad de muerte que llega al cabo de cada día de la vida que uno ha desperdiciado…”
Me llega la voz de Eleonora que después se sienta en su pupitre.
-“Ya pa´ terminar, salí al frente vos Ivonne…” Le digo a una niña de doce años que sale acomodándose las gafas y con voz fuerte exclama:
“Viene para la mayoría de las gentes mientras están en cama, lo sé, como antítesis del amor….”
¡Listo mucharejos! ¡Muy bien! Digo a todos los estudiantes mientras me paro de un brinco. –“Ernestico Hernández, más conocido en los bajos fondos de la literatura como Ernest Hemingway, estaría muy orgulloso de vustedes. –“Qué mucharejos tan adelantaos, cómo me leen de bien, pausadito y clarito como el chocolate…” Diría don Ernestico.
Bueno mis estimados pandechócolos, ya vimos hoy algo sobre la muerte. Como les explicábamos la semana pasada con los otros profesores, no es por asustalos ni preocupalos. Cambiamos un poco el pensum y reestructuramos algunos temas y materias este año para así enseñales cosas más prácticas que por lo menos se puedan defender un poquito, porque esto muchachos, cada día está más verraco; esto está más duro que ver morir a la mamá de hambre…
La nueva materia que vieron hoy se llama Muerte I, inicialmente iremos hablando de ella pa´ ver lo que nos espera a todos los mortales: ricos y pobres, bonitos y feos, pilos y brutos. A veces se demora, a veces llega en dos voliones, como les decía al inicio de la clase. Es un tema que ha dado películas, canciones, poemas, libros, estudios científicos, experimentos, tesis, teorías, y es el deporte favorito de los poderosos y mandamases de esta loca tierra.
En unas culturas como la nuestra, le tenemos pavor, mientras que en otras celebran la “estirada de los guayos”. Para algunos ahí se acaba todo y pa´ otros empieza otra cosa nueva; como me explicaba una vez un amigo islámico:- “…es como cuando uno nace en este mundo y muere en el vientre de la madre…” Pero no me les adelanto, eso luego lo ven en la materia Muerte II, junto con algunos pensamientos de Epicuro, Albert Camus, Lucrecio, Ciorán y otras almojábanas…
No se me azaren, achicopalen, ni se me achanten. Como decía Platón: “Prepararse para morir no es más que pensar en esta vida que vivimos” Así pues muchachos, le sacamos más provecho a la vida y vivimos más gὕetes (felices). Vení pa´cá Teresita pa´ que cerrés pues con broche de oro la clase con este escrito de doña Victoria Sierra, más conocida en Polonia como Wislawa Szymborska…” Y todos ríen mientras preguntan en vos alta:–“¡Wissss quéééé! Ja, ja, ja ja….”

– “Chito pues muchachos, no se me alebresten, que no importa como suene sino lo que nos dijo, porque esa pobre también boquió. ¡Pilas pues! Paren pues bolas, acá les escribo bien el nombre pa´l que quiera aprender un poquito más, busque ahí en google quién era la cucha. Hágale pues Teresita, arranque pues a leer que nos cogió la menguante…” Digo mientras le paso mi celular donde ya está el escrito que rápidamente había encontrado en google y yo hago rechinar la tiza en el tablero y Teresa empieza a leer en voz alta el escrito que titula:
La muerte (sin exageración).
-“No es capaz de aceptar una broma, de encontrar una estrella, o de hacer un puente. No sabe nada de telares, minas ni granjas, de construir barcos ni de hacer tortas…”
–“¡Oigan pues!” Exclamo voz en cuello pa´ callar a dos muérganos que están cuchicheando atrás del salón y luego se quedan callados. Y continúa leyendo Teresita:
-“Cuando planificamos nuestro futuro, tiene la última palabra, la cual no tiene nada que ver. Ni siquiera hace bien las cosas que son gajes de su oficio: cavar una tumba, dejar todo limpio.
Preocupada de aniquilar, hace su trabajo con torpeza, sin sistema ni destreza, como si cada uno de nosotros fuera su primera presa. Cierto, tiene sus triunfos. Pero miren todas sus derrotas, ¡Los golpes errados, los repetidos intentos! A veces ni siquiera tiene la fuerza de aplastar una mosca en el aire.
Son muchos los gusanos que la han abandonado.
Todos los tubérculos, las vainas, los tentáculos, aletas y tráqueas, plumajes nupciales y las pieles de invierno, muestran lo atrasada que está en su desganado trabajo.
No se le va a ayudar con mala voluntad, ni siquiera con nuestras guerras y golpes de Estado ¡Está tan atrasada!
Los corazones laten en los huevos, crecen los esqueletos de los bebés. Las semillas brotan con sus pequeñas hojas, los árboles crecen.
Quien afirme que es omnipotente, es prueba en vivo de que no lo es.
No hay vida que sea inmortal, ni siquiera por un momento.
La Muerte siempre llega un poco después. En vano tira la perilla de la puerta invisible.
Lo que tú has recorrido, ella ya no lo puede borrar…”
¡RINNGGGGGGGG! Suena el timbre de la escuela para indicar la hora de descanso rompiendo el sepulcral silencio. Y mientras todos miran ansiosos el patio les digo: -“Bueno mucharejos, digan adiós y cabrestién a la perra… Vayan un rato al patio a saltar y tomar sol aprovechando que salió el mono. Nos vemos en la siguiente hora.”
Yo aprovecho y salgo por un café oscurito de los que tanto me gustan (como pa´ teñir costales) y aprovecho pa´ contales a vustedes que deben estar más perdidos que Adán el día de la madre.
¿Se acuerdan que po´allá una vez les conté en una anécdota que titulé “Guácala” que andaba, además de las labores del campo (deshierbar, sembrar, darle de comer a los pollos y a las piquisucias), estaba de voluntarioso en la escuelita de la vereda con otros parceros?
Ellos enseñando sus habilidades en sistemas, español, salud y artes, y yo hablando chacharita pa´ que los muchachos se despeluquen un rato y no se vuelvan tan acartonaos y metódicos…
Pues este año nos dio por replantear el pensum y reestructurar un poco algunas materias mandadas a recoger y que ya estaban dando como mucha lidia. Por ejemplo religión (que verraca costura tan güesuda e infructuosa). Cada ocho días viene Gregorio, un parcero del pueblo egresado de Filosofía y Letras y con especialidad en religiones del mundo que se unió a la causa y les da Creencias y Cosmovisiones (que así le pusimos a la nueva materia) ¿Cómo nos vieron? ¡Elegantes! ¿No? ¡Pobres pero finos! Cuando necesiten bautizar algo no es sino que le digan a Fermincito que yo soy más rebuscao que la letra pequeña de un maldito contrato de banco…
Gregorio viene y les enseña sobre historias sagradas, cristianismo, islamismo, hinduismo, budismo y otros ismos; además de las creencias de nuestros ancestros aborígenes y así se les abre un poco las entendederas a estos mucharejos para que no traguen entero.
Malandros y bonachones hay en todas las religiones y yo personalmente conozco a más de un ateo con más ética y moral que cualquier obispo, pastor, monje o gurú que andan por ahí sueltos con piel de oveja. En fín, pa´no alargarles más el cuento, cambiamos los sacramentos y rituales católicos, por algo más práctico y productivo que les sirva a estos mucharejos, hijos de la nueva aldea global y donde en cualquier viajecito puedan conocer más gente y no se pongan con zalamerías, porque esta berrionda generación de hoy en día agarran un avión y andan medio mundo como cuando uno de pelao se iba en flota pa´ Cali, Medallo o Bogotá… Esperemos que en un futuro, de este salón salgan unos dos ateos, cuatro cristianos, cinco musulmanes, tres budistas y dos hinduistas, por decir algo… Eso sí, todos por convicción.
En enero antes de iniciar las clases nos reunimos con los parceros de po´acá en la escuela del sector en la vereda donde vivo y en la que les digo que soy voluntario. Allí hablamos algo que veníamos dialogando en pequeñas reuniones en nuestras casas hablando mierdita y merendando como es costumbre. ¿Se acuerdan que una vez les conté como era más o menos esas reunioncitas en una anécdota que llamaba “Wind of Change”?
Julián, el maestro de planta nos invitó pa´ hablar con algunos padres de jamilia antes de iniciar la jornada escolar en esta escuelita olvidada por el Estado como muchas otras de mi querida Locombia. Allí estuvieron junto con yo (el burro adelante): Alexandra (la parcerita de las vacas, ingeniera industrial que dejó también la ciudad y es voluntaria enseñando Español y Literatura, su gran pasión) Tulio, el “Hacker” (quien vive una vereda más arriba de la mía), quien es voluntario dando sistemas; William el mucharejo alto y peludo que se me parece a veces a Chewbacca el de la Guerra de las Galaxias, quien comparte con los alumnos su arte y su música y Angélica la médica, que les habla sobre salud y ahora profundizará con ellos en anatomía, ayudada por los dibujos de William…
También estuvo mi amiga Patty, no sé si la recuerden, se las presenté una vez por allá en una anécdota que se llama “Tan Fuerte como la Muerte”, bueno, pues ella había venido el año pasado a unas vacaciones y estuvo varias veces reunida con nosotros en esas meriendas tertuliadas. Esta era la fresa que le faltaba al pastel. Muy pila ella, trabaja con el Ministerio de Educación (aunque está en total desacuerdo cómo se maneja la educación actualmente), capacitando docentes. Además estuvo enseñando a los niños por medio país en escuelas citadinas y rurales. Ella nos ha dado una mano, y con varias ideas hemos aplicado algunos ejercicios prácticos y cambios para nuestra pequeña comunidad estudiantil.
“La escuela tradicional es una exaltación a la memoria”
Decía Patty en una mesa redonda que hicimos junto a algunos padres de jamilia en la reunión de enero que les comento.
-“¡Un culto a la repitidera! Tanto en la escuela, el colegio y hasta la Universidad…”
Agregaba William acomodándose con la mano derecha su pelo crespo largo y alborotado, mientras mueve su índice izquierdo al aire.
Y continuaba Patty:
–“Los estándares contemplan sólo unas materias básicas y son las que evalúa el Ministerio de Educación. Esas materias básicas son necesarias, pero son mal enseñadas. Por ejemplo Educación Física…”
–“¡Cierto!” Interrumpía yo antes de que se me fuera la paloma:
“…esa brincadera y jugadera hay que dejásela a los pobres niños enclenques de la ciudad levantados a punta de coca cola y hamburguesas, prisioneros en los conjuntos residenciales y encerrados en apartamentos! Pero acá esos muchachos levantaos con sancocho y aguapanela, corretean pa´ arriba y pa´ abajo, cogen guamas y guayabas, montan a caballo, juegan futbol en la cancha todas las tardes, nadan en el rio cada rato, se tercean al hombro una paca de panela o una carga de caña; deshierban, se chilinguean en el jeep que va al pueblo pa´ no caerse… Esos verriondos ya están es cansados de brinconear y hacer ejercicio.”
Digo, y me paso un pañuelo por la frente, cansado de tanta actividad que mencioné en unos pocos segundos. –“ Ajap…” Acentuaba Patty.
–“Creo que deberíamos resaltar la importancia del cuerpo, cómo realizar los movimientos según las actividades cotidianas, cómo mover un peso adecuadamente para no lastimarse, cosas más prácticas para su vida diaria y su normal y adecuado desarrollo.”
–“Se puede hablar un poco de la historia de los deportes y ponerlas en paralelo con la historia de la humanidad desde China, pasando por medio oriente y Grecia y así complementar las clases de historia. También hablarles más sobre la importancia de la participación en los deportes, el trabajo en equipo, la amistad, la solidaridad e irlos desconectando de ese mundo competitivo que nos han vendido y no tiene ningún sentido…”
Añadía Angélica, que este año además da Movilidad Corporal, que así le pusimos a lo que antes se llamaba Educación Física…
“Podemos reforzar Convivencia Ciudadana, y darle más prioridad que a Matemáticas, Ciencias y Español…”
Decía Patty en la reunión y yo metía la cucharada:
-“Me parece muy bien muchareja, de una vez cambiémole el nombre pa´ estrenar todo. ¿Cómo les parece Integración Comunitaria?…”
Y todos asentaban riendo y aprobando las ocurrencias de Fermincito…
Luego, mientras repartíamos con doña Lourdes una tanda de aguapanela con roscas de pandequeso a los asistentes, discutíamos sobre la matemática.
–“En casi todos los que pasamos por la escuela, no tiene representación en la realidad, la matemática es una ciencia abstracta y hasta oculta, pero si se enseña con la representación en la realidad es mucho más fácil de aprender, así como la ha estado dictando Fercho, que no vino a la reunión porque se quedó cuidando su palo de guayabas y a él no le gusta botar tanto escape sino dos cucharadas de caldo y mano a la presa…”
Comentaba Tulio.
Fercho es de los primeros profes voluntarios en llegar a la escuela y aunque callado y serio, los chicos le han cogido cariño y han aprendido una matemática más práctica de acuerdo a este entorno rural y con las bases claras para quien quiera seguir aprendiendo y profundizando. Por ejemplo en ese momento tocó usar los fraccionarios pa´ repartir equitativamente unos pandebonos que sobraron entre todo el grupo reunido…
“La escuela actual está haciendo muy bien su trabajo…”
Decía William.
–“Están sacando estudiantes que repiten como loros y que sólo aprenden para el momento de la evaluación. Obreros, si son de educación pública y ejecutivos si son de educación privada. Al sistema no le interesa formar seres pensantes, creativos o críticos. Sólo mano de obra, borregos, capataces y perros adiestrados. Por eso hemos querido compartir con sus hijos y con ustedes mismos (ya saben que pueden asistir a las clases cuando quieran) una nueva metodología que permita ser más autocríticos y no tragar entero…”
Complementaba William dirigiéndose a los padres de jamilia.
-“No nos la sabemos todas…”
Metía la cucharada otra vez Fermincito que habla más que radio fiao.
–“…Es más, pa´ serles sinceros estamos es como improvisando, pero improvisada está la educación desde que a los agüelos les daban juete o les pegaban con una regla, cuando la letra entraba con sangre. Así que, ¿Qué más da otra improvisadita?”
Termino y muerdo una fracción de pandequeso.
-“Si me permiten unas palabras, señores comunidad…”
Intervenía tímidamente don Cándido, un campesino de bigote al mejor estilo de “The Argentine Gentleman” (el Caballero Gaucho). Don Cándido es uno de nuestros amigos más entusiastas en la vereda y no se pierde ni la movida de un catre, siempre y cuando sea en beneficio de la comunidad.
-“…A yo me parece que todo esto es muy güeno porque nuestros hijos necesitan es esa experiencia que vustedes ya conocen y que muchos ya pasaron por una universidad. Les agradecemos que les insistan a nuestros hijos en el amor por el campo, en ser honestos, amar sus tradiciones, que no piensen en irse, abandonar la tierra, o si se van que piensen regresar pa´ aplicar los conocimientos en su comunidad…”
Decía don Cándido mientras se sentaba y se ponía el sombrero y todos le aplaudíamos su participación.
-“Usted lo ha dicho don Cándido, conocer, aprender y valorar su entorno son cosas demasiado importantes. No se preocupen porque emigren a la ciudad a una universidad, como van las cosas hoy en día, la academia ya entró a hacer parte del negocio y parece haberse desviado de la formación del ser íntegro y humanista. Créame que antes de allá están pensando en emigrar al campo, a volver a la vida básica y a la contemplación, renunciar al estrés y a una vida superflua, como hicimos nosotros. Si uno piensa detenidamente toda esa mentira que nos venden, sólo favorece a unos pocos…Y es mejor saber que ser dotor, como dice Fermín…”
Concluía Alexandra esbozando una sonrisa, mientras yo la miraba de reojo con la boca atarugada por otra fracción de pandebono.
Hasta el año antepasado, Lenguaje, según nos contaba Julián, era una tortura. Pero gracias al método de Alexandra, que empezó a desarrollar algunas habilidades en los mucharejos antes de abordar la lectura y la comprensión, los niveles de lectura mejoraron y mejor aún, el deseo de leer, que en esta generación audiovisual ya es mucho pedir. La percepción a través de los sentidos, aprender a leer nuestro entorno, contemplar, analizar y cuestionar son un primer paso que normalmente se pasa la escuela por la galleta. Antes de leer hay que aprender. Eso fue más o menos lo que le capté en algunas clasecitas que asistí, esas clases con esta muchareja son bien amenas y a yo me gusta mucho seguir aprendiendo…
Luego interrumpíamos la reunión para mirar un par de mariposas que revolotean cerca del jardín de la escuela mientras el viento mecía las hojas de unos helechos…
-“Ciencias naturales debe enseñarse afuera, eso de ver ciencias naturales y no ver ni una mata, una hormiga o cualquier otro bicho no tiene sentido. Yo creo que a veces abusamos de los libros, si leer nos hace libres, pues la práctica rompe las cadenas. De lo contrario somos unas enciclopedias andantes recitando y esperando que nos llamen al teléfono los de “Quién quiere ser millonario…”
Sentenciaba William irónicamente y enseguida sorbía un trago de aguapanela, para luego abrir la jeta y exclamar: “Ahhhh ¡Deliciosa!…”
Finalmente, incorporamos algunas materias nuevas en la básica primaria como Anatomía, Huerto Medicinal, Nutrición, Primeros Auxilios y Muerte I. Así sean clases cortas o de una vez a la semana. Que un mucharejo sepa que le duele o que se aporreó exactamente; si hay un enfermo en la jinca a media noche tenga algo en el huerto, pa hacer una bebidita. Que sepan que se jartan y que deben comer para ser saludables; y en caso de una torcedura, un mareo o un raspón por ahí chilingueando o pateando una pelota, sepan que hacer mientras llega ayuda. Y que no le dé tan duro cuando se le muera un agüelo, un amiguito, un familiar cercano o una mascotica…
RIIIIIIIINGGGG! Suena la campana que da muerte al descanso. –“¡Virgen del pollo sancocho bendito! Vea, yo acá jartando café y charlando con vustedes y todo lo que tenemos por hacer. A ver mucharejos: ¡Despabilen!