lunes, abril 28, 2025
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Siete intelectuales frente a un mundo en disolución, III de V

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Huelga en Brasil tomada de Prensa Latina.. "Educación no es mercancía"

Crisis y Crítica es un grupo de pensadores que desarrollan actividades en diversos campos de las ciencias humanas y desde diferentes lugares de América. Estamos publicando apartes de sus intervenciones en la Feria del Libro de Guadalajara 2019 a través de cinco entregas, ésta es la tercera publicación, al finalizar el texto encuentren un enlace a las anteriores.


 

André Cechinel: Bolsonaro, el poder y la apología de la ignorancia

 

André Cechinel es Doctor en Literatura de la Universidad Federal de Santa Catarina. Ha hecho parte de las reuniones de intelectuales citadas por el escritor Eduardo Subirats, agrupadas bajo el nombre de Circuit Circus e igualmente reunidas por la consigna y la publicación Crisis y Crítica.

Con ocasión del reciente encuentro durante la Feria del Libro de Guadalajara, André reflexiona sobre la actual situación de Brasil, país donde trabaja como profesor de literatura, y donde ejerce su actividad como intelectual.

Apela para ello a los discursos de los ministros del gobierno Bolsonaro, para dar cuenta de una ideología puesta al servicio de la acción política, que de una manera fuerte basa sus argumentos en afirmaciones seudo científicas, y que ataca de manera directa a las humanidades como fuente de un saber que enriquece el debate público y fortalece la convivencia democrática.

Finalmente, reflexiona sobre los puntos que, a su juicio, han impedido la participación de la universidad y de la intelectualidad brasileña en los acontecimientos que están arrasando hoy con la cultura letrada y las ciencias humanas como base del pensamiento crítico.

Una especie de desmembramiento o fragmentación radical del conocimiento, la super especialización de las áreas de estudio, la ausencia de tiempo para reflexionar sobre problemas complejos, sometidos como estamos todos hoy día a las tiranías del clic y de la respuesta rápida en redes sociales, a temas tan efímeros como escandalosos.

 

(IV) 

BRAZIL: LA VIE EN ROSE

André Cechinel (Curitiba)

 

Me gustaría agradecerles por la oportunidad de hablar en este encuentro itinerante sobre lo que está sucediendo hoy en Brasil después de poco más de diez meses de gobierno de Bolsonaro. Desgraciadamente no puedo acudir a su invitación porque lo primero que ha hecho este gobierno ha sido ahogar económicamente a las universidades e impedir, entre otras cosas, la movilidad de sus profesores.

A pesar del panorama político profundamente complejo en Brasil, no es difícil entender el alcance de la destrucción que se deriva de las acciones tomadas por el gobierno, tanto en la esfera intelectual como en la esfera pública, y en las políticas más específicas relacionadas con la economía, el medio ambiente, las cuestiones étnico-raciales y el vaciamiento del concepto de democracia.

Para dar la dimensión de pobreza política de nuestro tiempo nada mejor que comenzar con algunos de los discursos de los ministros de Bolsonaro, discursos que indican la reducción del concepto de política a la esfera del mismo espectáculo que este congreso itinerante trata de discutir.

Damares Alves es Ministra de Mujeres, Familia y Derechos Humanos y también pastora evangélica. Mientras celebraba la victoria del nuevo gobierno y la nueva política, Damares pronunció la siguiente frase en claro ataque a los problemas de género: “la nueva era ha comenzado, y ahora el niño viste de azul y la niña viste de rosa”. Además de las constantes críticas al evolucionismo y defensa de la enseñanza “desde una perspectiva cristiana”, hay otro hecho curioso sobre Damares: después de presentarse a menudo como una maestra se descubrió que en realidad carecía de su titularidad.

 

Damares Alves, ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos de Brasil

 

En su defensa, esta ministra afirmó que ella solo respetaba “el ministerio de maestros desde la perspectiva cristiana”.

Ricardo Salles es Ministro de Medio Ambiente. Además de relativizar los fuegos intencionales de la selva amazónica acusó al recolector de caucho Chico Mendes, uno de los principales ambientalistas brasileños del siglo XX, (asesinado en 88) de ser una figura oportunista e irrelevante.“Los ambientalistas más izquierdistas lo elogian. ¿Qué importa quién es Chico Mendes ahora? ”

 

Ricardo Salles, ministro de Medio Ambiente de Brasil

 

Ernesto Araújo, Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, afirmó de Donald Trump: “Solo un Dios podría salvar a Occidente, un Dios que opera para la nación, incluyendo, y quizás principalmente la nación estadounidense. Heidegger nunca creyó en Estados Unidos como portador del rayo de Occidente. […]. Quizás Heidegger cambiaría de opinión después de escuchar el discurso de Trump en Varsovia, y notaría que solo Trump puede salvar a Occidente”.

Araújo, además de negar el calentamiento global y la destrucción programática de la naturaleza por el capitalismo contemporáneo, critica el globalismo.

“Quiero ayudar a Brasil y al mundo a liberarse de la ideología globalista. El globalismo es la globalización económica que el marxismo cultural ha puesto a prueba. Es esencialmente un sistema antihumano y anticristiano. La fe en Cristo hoy significa luchar contra el globalismo, cuyo objetivo final es romper la conexión entre Dios y el hombre, haciendo al hombre esclavo y a Dios irrelevante.”

 

Ernesto Araújo, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil

 

El gurú de Araújo, que vive en los Estados Unidos, alimenta la tesis de que la tierra es plana, una tesis que cada vez tiene más fanáticos en Brasil.

Sérgio Moro, ministro de justicia afirma: “Estoy absolutamente tranquilo sobre mi conducta como juez. Hubo aplicación de la ley imparcial en casos graves de corrupción y lavado de dinero”.

Recuerden que Sérgio Moro fue precisamente el ministro que, a través de la operación Lava Jato, llevó a cabo la investigación contra el candidato presidencial, Lula, a quien le impidió participar en las elecciones, precisamente porque estaba adelante en las encuestas. Muchos analistas entienden el ministerio otorgado a Moro como una recompensa por el arresto de Lula.

 

Sérgio Moro, ministro de Justicia de Brasil

 

Este mismo juez sugirió no investigar al ex presidente de la república, Fernando Henrique Cardoso, porque no quería molestar a alguien cuyo apoyo era tan importante.

Para finalizar esta lista provisional, me gustaría mencionar algunos discursos del Ministro de Educación, Abraham Weintraub, para presentar el argumento que pretendo defender aquí, a saber, que hay un programa continuo de destrucción de las humanidades en Brasil, en particular de las disciplinas de historia, literatura, sociología y filosofía.

Frases de Weintraub: “Las universidades que, en lugar de tratar de mejorar el rendimiento académico, están haciendo desorden, tendrán fondos reducidos”.

Para Weintraub, por supuesto, el centro de lo que él llama desorden se encuentra en las humanidades. “Las ciencias sociales … las humanidades generan muy pocas publicaciones con impacto científico. … ¿Dónde están las becas? Precisamente están en las áreas que no generan producción científica”.

 

Abraham Weintraub ministro de Educación

 

Este es el escenario en Brasil hoy.

Sin embargo, la imagen caricaturesca y un tanto decadente de estos ministros expone la miseria política e intelectual en la que vivimos: el vaciamiento de la categoría de “verdad”, la indiferencia ante la naturaleza, la propaganda como modo de gobierno, la eliminación de cualquier cosa que no genere ganancias inmediatas, el dogmatismo, el rechazo de la ciencia en un sentido fuerte en nombre de un concepto puramente tecnocientífico de la ciencia, el control electrónico, el uso violento de las redes sociales.

Todo esto nos ha traído a este momento.

Como dije, creo que estamos viviendo un proceso de destrucción de las humanidades, incluso con la reducción de la figura del intelectual a simple administrador de su microempresa de artículos.

Sin ninguna vergüenza, en el campo de la educación, se anuncia la irrelevancia de la sociología, la historia, la filosofía y la literatura.

En palabras del ministro, “En lugar de que las universidades en el noreste hagan sociología, filosofía en la naturaleza, deberían hacer agronomía en asociación con Israel”.”¿Puedes estudiar filosofía? Puedes (pero) con tu propio dinero”.

Jair Bolsonaro, por supuesto, respalda la evaluación del ministro. Estas son sus palabras: “El Ministro de Educación está estudiando la descentralización de la inversión en facultades de filosofía y sociología… El objetivo es enfocarse en áreas que generan un retorno inmediato para el contribuyente, como veterinaria, ingeniería y medicina “.

Hay dos palabras que circulan en la universidad brasileña como mantra: innovación y emprendimiento. Es a partir de la fetichización de estos dos conceptos que el gobierno lanzó el programa “Future up” para las universidades públicas. En pocas palabras este programa tiene como objetivo ampliar las fuentes de financiación para las universidades públicas en asociación con organizaciones privadas. Los conceptos de innovación y emprendimiento, por supuesto, tienen que ver con la expansión de los recursos en las llamadas ciencias duras. Y eso solo significa que las humanidades son una parte desechable, un resto no deseado de universidades.

 

Huelga en Brasil tomada de Prensa Latina.. “Educación no es mercancía”

 

Los títulos universitarios en Brasil, que son responsables de la formación del profesorado para el ingreso a la profesión docente, migran a la empresa privada y, en particular, a la educación a distancia.

Pero “educación” no es una palabra importante para este gobierno. Por el contrario, es un término llamado a ser suprimido y reemplazado por un tecnicismo. En un evento en septiembre de este año, el Ministro de Educación emitió críticas contra el uso del término educación con el siguiente argumento: “El problema comienza aquí, en la palabra educación”. Se necesitaría “Un cambio de mentalidad, una nueva forma de pensar sobre la enseñanza”. Después de todo, “el educador es la familia. Nosotros enseñamos, enseñamos a leer, enseñamos un oficio “.

Ahora deseo pensar en tres problemas; tres puntos que, en mi opinión, han neutralizado una mayor participación orgánica de las universidades e intelectuales brasileños en lo que está sucediendo hoy.

El primer punto que quisiera destacar se refiere al uso de las redes sociales como un espacio fundamental para el debate político y público. Creo que, por la naturaleza de estos medios, lo que ha estado sucediendo en Brasil es una vulgarización del debate, una infantilización intelectual de los docentes, una pérdida de densidad analítica en nombre de la participación “en tiempo real”: respuestas rápidas y automáticas a estímulos o problemas que se reemplazan constantemente para evitar la densidad del pensamiento.

En pocas palabras, es un falso sentido de participación y compromiso político.

Bolsonaro fue elegido, como se sabe, a través de noticias falsas que circularon frenéticamente a través de WhatsApp, Facebook, Twitter, y sus contrapartes. Intentar contrarrestar el imperio de las noticias falsas debe significar, me inclino cada vez más a pensarlo, una densificación de la reflexión y del debate público, y un programa de formación cultural con un carácter permanente.

Segundo punto: como en el caso del uso de las redes sociales, veo con pesar la consolidación del artículo científico como un mecanismo esencial de las publicaciones académicas, en detrimento de la larga historia que tuvo el ensayo a lo largo del siglo XX en Brasil y en el mundo. Hoy el ensayo está prácticamente prohibido en la universidad. En su lugar, se adopta un artículo científico con un formato rígido y una circulación restringida.

La figura histórica que corresponde al artículo como género es la del experto: contrario a los debates más amplios, el experto produce autogestión a partir de investigaciones muy particulares y un vocabulario especializado que permite el diálogo solo entre iguales, entre los llamados “pares”.

Si el ensayo está relacionado con la apertura y, por lo tanto, con el debate público, el artículo produce el cierre característico del tiempo presente y el monólogo infinito e improductivo al que gradualmente nos acostumbramos a la universidad.

Finalmente, siento cada vez más que los sueños más optimistas de los llamados postestructuralistas y su política de celebrar la multiplicidad se realizaron en una especie de versión distópica invertida: los conceptos posmodernos celebrados en las décadas de los 70, 80 y 90, e incluso hoy en día, podrían aparecer como lemas publicitarios de corporaciones como McDonald’s, Coca Cola, Apple, etc. Parece, de hecho, que los signos son arbitrarios, no significan nada en sí mismos, que no hay nada fuera del texto.

El problema es que estos signos sin referencia fueron apropiados por el neofascismo contemporáneo en forma de un profundo vaciamiento conceptual de categorías políticas como la democracia, la verdad, la libertad, etc.

Esta política de la multiplicidad tiene su contraparte académica en la proliferación de campos de estudio según objetos cada vez más particularizados: “estudios culturales”, “estudios poscoloniales”, “estudios de género”, “estudios animales” “, “estudios queer”, “estudios urbanos”, “estudios post-humanos “,” estudios de discapacidad “,” estudios de imagen”, etc. en un esquema que puede repetirse ad nauseam.

Eso parece atender más a los terrenos de la moda que a la necesidad del debate científico o la esfera pública.

A veces hay una sensación de experimentar algo similar a esa famosa historia de Titanic: los músicos tocan sus últimas canciones de manera dedicada … para apaciguar a los pasajeros de un barco que naufraga.

 


 

La primera parte de estas entregas consúltala haciendo clic aquí

Para la segunda entrega clic aquí

La próxima semana penúltima entrega.

 


 

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La tiranía de la opinión

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Guillermo Ramírez Cattaneo describe la tiranía de la opinión en los medios de comunicación, en particular de las redes sociales, partiendo de la metáfora de la línea planteada por Platón.


 

«La violencia, la opresión, la credulidad llegan frecuentemente a adormecer a los pueblos, a fascinar su entendimiento, a quebrantar en ellos los resortes de la naturaleza; pero cuando por favorables circunstancias abren los ojos y oyen la voz de la razón; cuando la necesidad les fuerza a salir de su letargo, entonces ven que los pretendidos derechos de sus tiranos no son sino efectos de la injusticia, de la fuerza o de la seducción.” (Benito Pérez Galdós, “Napoleón en Chamartín”, 1874).

¿Estaremos en ese estado de adormecimiento de la razón bajo el influjo del tirano descrito por Pérez Galdós? Para reflexionar sobre este particular, usaré como analogía la metáfora de la línea de Platón. Aunque para los académicos es admitido que la distinción entre episteme y doxa en Platón es notoriamente difícil dado su diverso uso en sus obras, para nuestro propósito bastará con atenerse al sentido que tradicionalmente se le ha dado.

En la metáfora de la línea, Platón propone que tracemos una línea AB y que la dividamos en partes desiguales por el punto C, obteniendo de esta forma dos subsegmentos: el AC, del lado izquierdo, y el CB, del lado derecho. Como se puede observar en la figura anexa, el segmento AC es más corto que el segmento CB.

El motivo de esta diferencia en longitudes de los segmentos, según Platón, se debe a que considera el segmento más corto como si se tratase de una imagen o copia del segmento CB y, por tanto, más imperfecta (de la misma manera que una copia es inferior al original, o que una sombra o un reflejo tienen una existencia dependiente del objeto del cual son sombra o reflejo). Así introduce su tesis de que existe una gradación de la realidad en la que cabe considerar distintos grados de imitación o representación de la misma.

 

Para él, el segmento mayor CB representa, epistemológicamente, el conocimiento verdadero o episteme, y el segmento menor AC representa la doxa u opinión. Esta última se asemeja a una creencia que puede sostenerse más o menos motivadamente pero que no ofrece pruebas ni garantías de su validez (no está demostrada) y, por tanto, puede estar sometida a discusión y a duda. Para los griegos denotaba el conocimiento que no posee las características del verdadero saber, que es la episteme (desde un punto de vista ontológico, los entes matemáticos, las ideas o las formas). Para Platón la opinión se equipara al tipo de conocimiento mudable e incierto que corresponde al mundo visible, a diferencia del conocimiento científico y racional.

El filósofo británico John Stuart Mill en su libro “On Liberty” (1859) reconoció la amenaza que representaban los gobiernos, pero también postuló que existe una fuerza social mucho más sutil y crecidamente anónima que también destruye las libertades de los individuos. Toda sociedad de alguna manera adopta costumbres, creencias, opiniones y actitudes que son aceptadas por la mayoría y asumidas como la forma “correcta” de pensar y vivir.

Las personas que muestran signos de desviarse de esta forma de vida “correcta” son rechazadas y condenadas al ostracismo por la mayoría, y, por lo tanto, son presionadas para conformarse y adoptar las formas socialmente aceptadas de cómo vivir y pensar. Mill asoció esta fuerza social con la “Tiranía de la mayoría” y afirmó que era la principal hacedora del conformismo.

 

 “……. cuando la sociedad es en sí misma el tirano–la sociedad colectiva sobre los individuos separados que la componen–sus medios de aterrorizar no se limitan a los actos que pueden realizar sus funcionarios políticos. La sociedad puede y ejecuta su propio mandato; y si emite preceptos incorrectos en lugar de los correctos, o cualquier mandato acerca de las cosas con las que no debe entrometerse, practica una tiranía social más formidable que muchos tipos de opresión política, ya que, aunque generalmente no se mantiene con penas tan extremas, deja menos medios de escape, penetrando mucho más profundamente en los detalles de la vida y esclavizando el alma misma “.

 

Siguiendo lo anterior, en la figura anexa presento una modificación a la metáfora de la línea de Platón, en donde equiparo la “Tiranía de la mayoría” descrita por Mill, con las redes sociales actuales más representativas ubicándolas del lado del segmento corto de la línea. Esto es, del lado del conocimiento imperfecto caracterizado por la opinión. Y esta es la situación en la que nos encontramos actualmente. Viviendo en un imaginario colectivo inmerso en redes sociales que nos hace creer que lo que se dice allí corresponde al verdadero conocimiento; un conjunto de mitos y símbolos que se transforman en una mente social colectiva que neutraliza al individuo. Esta mente se nutre de una forma cuasi religiosa a través de los medios de comunicación y las redes sociales mencionadas.

 

Se ha mencionado, además de las redes sociales, a los medios de comunicación. Es de suponerse que la información dada por estos debería ser afín al segmento largo de la línea descrita correspondiente con el lado racional u objetivo.

Sin embargo, muy a nuestro pesar, como bien advierte Lee Drutman en su artículo de febrero de 2018 en la revista “The New Republic”, implícita está la suposición de que el periodismo debe ser objetivo y no partidista, y que el estado actual de las cosas es inusual porque carece de ambas cualidades. Drutman advierte que esto representa simplemente una actitud nostálgica por los supuestos días de gloria cuando la prensa fue el héroe detrás de Watergate y los documentos del Pentágono, y cuando la integridad y la independencia eran importantes para los periodistas y editores.

Ya no es así.

El autor aclara que los medios no partidistas alguna vez existieron en Estados Unidos, desde aproximadamente la década de 1950 hasta finales de 1970. Pero en ese momento eso también era algo nuevo. Antes de eso, afirma categóricamente, no había otra prensa que la prensa partidista. Periódicos controlados por los Federalistas catalogaron a Thomas Jefferson como un “infiel”, mientras que la prensa democrático-republicana clasificó a George Washington como “traidor”.

En 1987, Reagan revocó la “Fairness Doctrine”, que requería que la TV y la radio dedicaran una parte de su programación a cuestiones controversiales de interés común, y al mismo tiempo, se permitiera que salieran al aire puntos de vista opuestos. Además, pedía que en caso de que se presentase un ataque personal en sus programas, se permitiera la respuesta del afectado. Empero, esto hoy es mera ciencia ficción. La revocatoria de dicha doctrina generó que entre 1990 y 2009, el número de estaciones de radio o de noticias aumentara más de seis veces, llegando a 53 millones de oyentes por semana.

En 1996, Rupert Murdoch lanzó Fox News, se convirtió en la primera red partidista de noticias de televisión, alterando para siempre las normas y los subyacentes valores de la profesión periodística. Internet y sus redes sociales hicieron el resto.

Para la mayoría de las personas inmersas en los medios de comunicación o las redes sociales, la verdad no está asociada con verificar los hechos o usar el método científico. Tiene una naturaleza mística y es más una cuestión de fe y sentimiento. Para algunos expertos, la psicología detrás de las plataformas de redes sociales, la dinámica que las hace poderosos vectores de información errónea es muy importante, especialmente para aquellos que piensan que son inmunes a ser engañados.

A pesar de todas las sospechas sobre los motivos y la ética de las compañías de redes sociales, es la interacción de la tecnología con nuestros prejuicios psicológicos comunes, a menudo subconscientes, lo que nos hace vulnerables a la desinformación, y esto ha escapado en gran medida a la atención. (Lo anterior según Benedict Carey en su artículo: “How Fiction Becomes Fact on Social Media” – The New York Times, octubre 2017).

 

Imagen tomada del artículo How Fiction Becomes Fact on Social Media – The New York Times, octubre 2017

 

Tristemente, el segmento del lado derecho de la línea descrita está desértico.

Vivimos el día a día con nuestra razón adormecida bajo la tiranía de la opinión.

 

 

Nota biográfica:

Guillermo Ramírez Cattaneo, Magister en Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira. Master en Ingeniería de la Universidad de la Florida (Gainesville, E.U.A). B.S en Ingeniería Civil de la misma Universidad.

 

Siquisirí, el son que da inicio al fandango

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Fandango Froterizo 2015

Seguimos hablando del Fandango Fronterizo, esta vez hacemos mención a la melodía con la que se inicia un fandango.


Con su ritmo y melodías se saluda a los fandangueros, y se les pide permiso, como también al universo, para emprender el canto. Así los músicos y asistentes abren esta fiesta campesina originaria del sur de Veracruz.

El Fandango tiene un espíritu libre, sus versos nacen de la imaginación de quienes los entonan. Son alrededor de 20 sones los que más se interpretan en este festejo de la vida, lo cual facilita la participación e integración de la comunidad. El orden de aparición de los sones entre fandangos nunca es similar, y sus letras pueden variar según la improvisación y los ánimos de los cantores y cantoras. De esta manera el son jarocho invita a la empatía con el momento y el espacio donde el fandango suena, y es el Siquisirí la manera como se extiende la bienvenida, como se ofrecen los primeros abrazos:

Muy buenas noches, señores
Señoras y señoritas
Señoras y señoritas
Muy buenas noches, señores

A todas las jovencitas
De rostros cautivadores
Van las trovas más bonitas
De estos pobres cantadores

Ay, que sí, que sí y que no
Y el son jarocho bailamos
Ay, que sí, que sí y que no

Es decente en su nobleza
Ahora sí, mañana no
A muchos les ha gustado
Con la grande sí, con la chica no

Por su gran naturaleza
Pues no se baila abrazado
Como en el baile de pieza
Qué bonito es el fandango…

Un ejemplo del Siquisirí


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Para mas detalles e información del evento que da pie a estas publicaciones, pueden consultar el facebook o el instagram, buscando @fandangofronterizo

Rabos, orejas y huevos

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Como el ser humano precisa de mitos, ritos y leyendas para mantenerse en pie, algunos pueblos quisieron ver en la tauromaquia la síntesis del encuentro primordial entre el hombre y la muerte.


 

Leo en internet que en este 2020 las sectas de animalistas y anti taurinos se despertaron temprano a realizar sus plantones frente a las plazas de toros donde se adelanta la temporada de fin y comienzo de año.

 

 

Tan sensibles ellos, dicen que no resisten ver más sangre de toro en la arena.

Y eso, en un país que, sin inmutarse, ha visto correr ríos de sangre humana durante al menos cinco siglos, sin contar las fechorías de los ancestros indígenas.

Es más: en una variante de la célebre retaliación bíblica, los indignados amenazan con cortarles los cojones a los toreros, así como éstos cortan rabos y orejas en sus tardes de gloria.

Rabo por huevos, parece ser la consigna.

No sé. Creo que a estos modernos justicieros les sentaría bien un cursillo de mitología clásica.

Así al menos tendrían la oportunidad de acercarse a la multiplicidad de sentidos que rodean la presencia del toro en los relatos fundacionales.

El más antiguo hace del animal una figura de poder: sus cuernos representan la fuerza, la riqueza y la fortuna.

Por eso hoy  algunos de los grandes centros bursátiles del mundo exhiben en sus fachadas la imagen de un toro.

Además, la bestia resume en sí misma el vigor sexual y, por lo tanto, las facultades regenerativas.

Para algunos exégetas eso convierte al toro en una entidad de estirpe solar que mantiene una relación especial con la luna.

En el ruedo, los toreros se consagran con tenacidad y paciencia a conjurar esos poderes.

 

Ese toro enamorado de la luna

En la mitología griega, Pasifae encarna una manifestación lunar y por esa razón uno de los significados de su nombre es “La que brilla para todos.”. Su genealogía nos dice que era hija de Helios (el sol) y de la ninfa Creta. Eso hizo de ella una princesa de la Cólquida que fue dada en matrimonio al rey Minos.

 

Escultura Pasifae de Oscar Estruga. En la playa de Ribes Roges, Barceloan, España

 

Cuentan Apolodoro, Diodoro Sículo, Virgilio y Pausanias, que el dios Poseidón hizo que Pasifae se enamorara de un toro blanco que el rey no había querido sacrificarle. La reina le confió su pasión a Dédalo, arquitecto ateniense desterrado en Cnosos.

Fue así como Dédalo se convirtió en su aliado y construyó una vaca de madera en cuyo interior se ocultó Pasifae. Seducido, el toro blanco no tardó en montar y fecundar a la reina. De ese ayuntamiento nació el Minotauro.

El resto de la historia es de sobra conocido.

A partir de ese momento, los ritos que recrean el encuentro entre el toro y el hombre se despliegan por todo el Mediterráneo, desde donde llegarán a América con  los primeros conquistadores, echando raíces de manera especial en lugares como México, Colombia, Ecuador y Venezuela.

Como el ser humano requiere de mitos, ritos y leyendas para mantenerse en pie, algunos pueblos quisieron ver en la tauromaquia la síntesis del encuentro primordial entre el hombre y la muerte.

Por eso en la  fiesta cada elemento del ritual está dispuesto para que en su momento cobre una significación precisa: el ruedo, la arena ávida de sangre de hombre y de bestia; espadas, banderillas, capotes y muletas, así como los alguacilillos encargados de ejecutar las órdenes del presidente y de entregar los premios a los toreros.

 

 

Y alrededor, en los tendidos, varios miles de fieles devotos aguardan con ansiedad que la ignota divinidad incline esta vez del otro lado el fiel de la balanza y se haga al fin justicia.

Porque, en lo más hondo de su ser, se preparan todo el año para presenciar y festejar la muerte del torero, que restablezca el equilibrio primordial.

Hay que  ver  el  nerviosismo gozoso de los espectadores cuando un torero es corneado en medio de la faena.

Por supuesto, pocos están dispuestos a reconocerlo. Después de todo, el homo sapiens lleva milenios tratando de borrar las huellas de su animalidad.

 

 

Para conseguirlo, forjó ese poderoso artefacto denominado cultura.

Pero el animal, su animal, permanece al acecho, a la espera del menor síntoma de fragilidad para arremeter contra el  sólo en apariencia firme edificio de la racionalidad.

Al más leve crujido la bestia reanudará su milenaria tarea de hacer correr la sangre que riegue la tierra y reinicie el ciclo del nacimiento y la disolución.

Y siempre será preferible que lo haga de manera simbólica, como en las corridas de toros.

Arde el planeta

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Oso de anteojos, escultura de Federico Uribe. Producción e instalación Hernando Hoyos. Parque La Paz, Pereira

En un planeta que arde, a medida que flamea el carácter irascible de Donald Trump en Irán y aumenta la estulticia de Bolsonaro al acusar a Leonardo DiCaprio de dar dinero para incendiar el Amazonas, cada vez parece más un milagro o, si se prefiere, un efecto de lo real-maravilloso, morir de viejo.


 

 

La imagen de un pequeño koala que llega hasta una autopista a las afueras de Adelaide en Australia y le pide agua a un par de ciclistas, es conmovedora. El marsupial necesitaba calmar la sed de la huida y esta urgencia biológica lo obligó a entrar en contacto con esa especie que por décadas lo ha depredado a causa de su valiosa piel, gruesa y suave, apropiada para manufacturar abrigos y alfombras en las factorías londinenses.

Con su pelaje gris y su nariz en forma de cuchara, el koala parece retener en sus ojos vidriosos el ardor de las llamas que devoran su hábitat nativo, donde se alimenta de hojas de eucalipto. Su especie se ha reducido a la mitad de forma dramática. Sostienen los expertos que tendrán que pasar varias décadas para que algo de lo devorado por el fuego vuelva a su estado natural.

De nuevo el equilibrio en el ecosistema se rompe, como el fracking.

Primero fueron los bosques de Valparaíso en Chile. Luego fue el Amazonas y ahora son las extensas reservas de bosque australianas las que se extinguen bajo el fuego que se aviva con el intenso calor. Las noticias del mundo redondean, sin aspavientos, las cifras de la tragedia: 480 millones de animales muertos en 5 millones de hectáreas destruidas, algo así como la extensión de Bélgica. Más de veinte personas han perdido la vida y se calcula en docenas las desaparecidas.

Dejemos de lado el número de viviendas convertidas en cenizas.

Una nube de humo, proveniente de Oceanía, ha recorrido más de 12 mil kilómetros y ha sido vista en Chile y Argentina, a unos 6 mil metros de altura. El sol rojizo, en las profundidades del sur de América, denuncia su rastro como si se tratara de un mal presagio; no es precisamente el sol de los venados ni las imágenes para un especial de Discovery en busca de los supervivientes de los Andes.

 

Oso de anteojos, escultura de Federico Uribe. Producción e instalación Hernando Hoyos. Parque La Paz, Pereira

 

Algo raro está pasando. Es bueno aclarar que no se trata del comienzo de un relato del realismo mágico. Para nutrir esa propensión nuestra a la desmesura y la hipérbole comparto más bien esta noticia:

el pasado 27 de diciembre, mientras los turistas hacían filas para ingresar al Bioparque Ukumarí a contemplar las rutinas perezosas de Mafalda y Yogui, una querida y fértil pareja de osos de anteojos, moría en Tanzania el rinoceronte hembra “más viejo del mundo”. Se llamaba Fausta. Este mamífero en vía de extinción llegó a la colosal edad de 57 años. Fausta murió de vieja y en una zona de conservación.

En un planeta que arde, a medida que flamea el carácter irascible de Donald Trump en Irán y aumenta la estulticia de Bolsonaro al acusar a Leonardo DiCaprio de dar dinero para incendiar el Amazonas, cada vez parece más un milagro o, si se prefiere, un efecto de lo real-maravilloso, morir de viejo.

Entre tanto, más de 10 mil camellos salvajes serán sacrificados por estos días en el sur de Australia, al interior de una reserva de pueblos aborígenes. Los camellos, que huyen de los incendios, buscan, desesperados, fuentes de agua en lugares habitados por el hombre. ¿No es acaso esta una particular versión de Jumanji a lo Mad Max: Fury Road? Solo que en lugar de combatir por apropiarnos de los camiones cisternas que transportan gasolina, las hordas de mamíferos empezaremos a pelear, como animales salvajes, por el agua: “Agua impura/que se escurre/ciega”, susurra Vicente Aleixandre.