Una exaltación a la fauna local por parte del equipo artístico de Quimbaya Studio, y una invitación para que sigan buscando sus ilustraciones cada mes aquí en La Cebra que Habla. Recuerden visitarlos en Instagram @quimbayastudio
Aquí una exaltación artística de la fauna local pereirana decorado al fondo con un emblema de nuestra ciudad: El alto del nudo, un punto de referencia geográfica para nuestros ancestros Quimbayas.
Don Arbe, un hombre de la calle comercial no es tendencia y se comprende, pues la informalidad en un país asesino y latifundista, donde todo se revuelve y se etiqueta con la moda impuesta por los yupis que hacen cursos de verano en Harvard, es permanente.
La poesía sucede al borde de la acera, o como diría Whistler, el arte sucede.
Esa fue la revelación que obligó a Ryan Cross, un californiano con aspecto de rockstar y ligero de equipaje, a quedarse a vivir en Pereira. Una mañana de septiembre lo despertó el pregón de un vendedor ambulante que ofrecía aguacates a buen precio. Encontró en esa voz lo que no había encontrado en Allen Ginsberg y sus secuaces: un aullido con forma de pera que brota de la tierra sin más; un gorgoteo que deja de ser semilla para transformarse en cuerpo sensual, como la guayaba fresa, como la mandarina clementina, como el mango haden.
Había allí, en el pregón ambulante, una sonoridad profunda que se enredaba en el aire, unos gritos mistéricos que invitaban al silencio contemplativo. La ciudad murmura endechas, caviló, captura en las voces del rebusque una queja festiva, milenaria.
La urbe ostenta unas ampollas profundas a fuerza de resistir el lastre de la economía descalza.
Tembloroso, Ryan no dudó en bajar los cuatro pisos de su apartamento para comprar su primer aguacate. Detrás de la fruta vio a Don Arbe, un hombre inocente y cansado. El hombre le señaló a lo lejos el verde de la región cafetera y le dibujó en el hollín de la esquina una montaña. Palpó el aguacate, lo peló, lo olió y lo engulló. Ante su avidez el vendedor lo previno: la cáscara no se come.
Ryan no volvió a ser el mismo; algo inusitado había ocurrido en sus papilas gustativas. Era aún temprano para sospechar que esa fruta, la hass, podía importarse y ser un hashtag (#), una tendencia de la economía naranja en tiempos de gobiernos frívolos.
Indigesto y atacado por la poesía sonora, Ryan quiso ampliar los sabores tropicales y se entregó al vicio de la lectura, una vez escrutara el cifrado sabor del cilantro en la superficie del caldo de pescado.
Primero leyó en la cocina de Miguel Hernández:
“La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre:/ escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla:/ hielo negro y escarcha/grande y redonda.”
Luego fue hasta la despensa donde Neruda guardaba su fruta prohibida:
“quiero/ una ciudad,/una república,/un río Mississipi/de manzanas,/y en sus orillas/quiero ver/a toda/la población/del mundo/unida, reunida,/en el acto más/simple de la tierra:/mordiendo una manzana”.
Pasmado ante las extrañas formas de las frutas tropicales del mercado cubierto de la 41, leyó, para sosegarse, una plegaria de José Manuel Arango:
“Bachué, señora del agua, enséñame a tocar la fina pelusa bermeja del zapote”. Ryan se bañó en pulpa dulce y se secó con hojas de bijao.
Aunque no comprendió del todo el arbitrio de García Lorca –“Nadie come naranjas/ bajo la luna llena./ Es preciso comer/ fruta verde y helada”–, Ryan decidió dejar comida para el día siguiente y salir de su nicho a embeberse de ruido urbano.
Cuando su reloj de pulso anunció las diez de la mañana en el semáforo del Barrio San Luis, leyó en la página 18 de un poema de X-504, esta receta para sanar el cuerpo:
“La digestión de la pulpa del coco demora cuarenta días y cuarenta noches. Ni mucho, ni poco./ Al plátano artón de cáscara roja le falta un grado para ser veneno. Compadre, no coma coco./ Si se ha comido banano y se toma ron, muerte segura. Nadie comió. Ni yo tampoco./ La pepita de la pitahaya si la comes no la muerdas, si la muerdes no la tragues; si la tragas, allá tú./ La pepita de la granadilla si la tragas se te embucha. Para que no se te embuche, mejor que no comas mucha.”.
Una noche de junio, después de atragantarse con el agua rosa y azucarada de una colosal sandía, Ryan Cross decidió montar un poema sonoro, una puesta en escena del trueque popular de víveres. Decidió alquilar un carro destartalado para convertirlo en una revueltería nómada, no sin antes consultarle al lingüista Noam Chomski cómo carajos podía traducir revueltería a su lengua nativa. Fue la manera que escogió para agradecer el sabor y la textura de los frutos generosos de la tierra quimbaya.
Siempre que los vecinos le preguntan por los aguacates, Ryan Cross responde que están escasos, que no hay cosecha, que siendo optimistas dos arrobas le llegarán el próximo jueves. Este hombre de la calle comercial no es tendencia y se comprende, pues la informalidad en un país asesino y latifundista, donde todo se revuelve y se etiqueta con la moda impuesta por los yupis que hacen cursos de verano en Harvard, es permanente.
Crisis y Crítica es un grupo de pensadores que desarrollan actividades en diversos campos de las ciencias humanas y desde diferentes lugares de América. La última reunión la hicieron en la Feria del Libro de Guadalajara 2019; allí siete de ellos expusieron sus perspectivas con relación a las encrucijadas sociales y los retos planetarios actuales. Estaremos publicando apartes de sus intervenciones.
Crisis y Crítica, El Intelectual En La Sociedad del Espectáculo, es el título que reúne una serie de escritos cortos realizados por pensadores que desarrollan actividades en diversos campos de las ciencias humanas y desde diferentes lugares de América.
Esta es una propuesta de análisis de la realidad contemporánea liderada por el escritor y filósofo Eduardo Subirats. Profesor de NYU en las áreas de literaturas españolas y portuguesas, Eduardo ha estado vinculado con diferentes movimientos sociales y culturales en países de América Latina, y ha sido profesor de programas de estudios literarios y estética en varios países del continente americano.
Pero Eduardo es, además de hombre de una sólida formación y consagrado viajero, un provocador.
Este es tal vez su rasgo más determinante, y es el que ha propiciado la reunión de antiguos compañeros de luchas o de algunos alumnos inquietos, que Eduardo ha ido congregando a lo largo de la proposición enmarcada por el título Crisis y Crítica.
Alrededor del impulso otorgado por él para emprender el pensamiento de las circunstancias del presente por fuera de las recetas oficiales, este grupo itinerante y cambiante de intelectuales americanos ha asumido un papel incómodo al establecimiento pero ineludible para todo pensador, el de la crítica de las agudas problemáticas de la actualidad.
Estimulados más que dirigidos por Eduardo Subirats, los autores de las disertaciones presentadas en los diferentes encuentros anclan sus visiones del mundo contemporáneo en el proceso de decadencia de la modernidad, hija, heredera y la verdugo de la ilustración, movimiento éste último cultural, científico y social que propició la salida del oscurantismo medieval, y cuyos fundamentos surgieron en Europa, pero se extendieron por todo el orbe a partir del entramado colonial.
A hoy se suman varias reuniones con escenarios diversos a lo largo y ancho del continente. La última cita se dio durante la Feria del Libro de Guadalajara, en donde se congrega una buena parte de la masa crítica de expertos relacionados con la literatura y las humanidades a discutir los temas más diversos, pero en la cual, según los mismos organizadores de la feria, se hacen negocios, muchos negocios.
Intervención de Subirats en Foros y encuentros en la FIL Guadalajara 2019. Memoria reconquistada: las disputas por el pasado.
Este telón de fondo sirvió para que siete intelectuales latinoamericanos -dos brasileros, tres mexicanos, un norteamericano, y el propio Eduardo-, expusieran sus perspectivas con relación a las encrucijadas sociales y los retos planetarios actuales, que se vuelven tangibles en las fronteras de los estados nacionales, aunque estos se encuentren cada vez más desdibujados por el poder del capital financiero internacional.
De izquierda a derecha: Aristarco Regado, rector del Centro Universitario de los Lagos; Eduardo Subirats, intelectual español; Thomas Calvo, especialista en Historia Hispanoamericana e Hispanoasiática; Rosa María Spinoso Arcocha, académica universitaria.
A partir de esta introducción, estaremos publicando algunos apartes de las intervenciones llevadas a cabo por el grupo de Crisis y Crítica con motivo de su reunión del año 2019, durante la Feria del Libro de Guadalajara. Serán cuatro entregas en total.
CRISIS Y CRÍTICA: EL INTELECTUAL EN LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
Un encuentro itinerante celebrado en la Universidad de Puebla y Guadalajara, y en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, los días 28 y 30 de noviembre, y 2 de diciembre de 2019
I
KOYAANISQATSI: TIEMPO FINAL
Presentación
Eduardo Subirats (Princeton)
Nuestra conciencia intelectual se confronta hoy con cuatro ineludibles dilemas: (1) la expansión de las guerras locales y regionales bajo la amenaza del holocausto nuclear de la humanidad, (2) el calentamiento global y la destrucción industrial de la biosfera, (3) la desintegración de las democracias en la era del espectáculo, sus populismos y fake news, y (4) la diseminación totalitaria de propaganda y la expansión de los controles electrónicos sobre la existencia humana. Estas cuatro cuestiones son interdependientes y no pueden plantearse por separado.
Quiero citar a dos testimonios del ocaso de la humanidad el día de hoy. El primero es la activista Greta Thurnberg. En su discurso en UN de New York, Greta subrayaba la incomprensión y la pasividad de las políticas mundiales frente al desastre ecológico y humano que significa el calentamiento global:
Greta Thurnberg
“¿Cómo os atrevéis a desviar la atención del problema y venir aquí diciendo que ya hacéis lo suficiente, cuando las políticas y las soluciones necesarias no se ven en lugar alguno?”
La segunda cita es del chamán Davi Kopenawa Yanomami:
Davi Kopenawa Yanomami
“La selva está viva. Sólo va a morir si los hombres blancos insisten en destruirla. Si lo consiguen, entonces los ríos desaparecerán bajo la tierra, el suelo se va a deshacer, los árboles morirán y las rocas se resquebrajarán por el calor. Los espíritus xapiri huirán muy lejos… entonces moriremos uno tras otro, tanto los blancos como nosotros… Cuando no quede nadie más vivo para sustentar el cielo, éste se desplomará”.
El Tiempo final es una edad dominada por el miedo. Miedo de la destrucción y de la violencia. Ese miedo expande el silencio. Tiempo final es un tiempo de silencio. Se distingue por la temporalidad negativa del último cuadro y el último libro, del final del arte y la filosofía; se define como posthistoria y postpolítica; es una edad posthumana. También una edad post-intelectual. Una edad muda en medio del griterío de festivales, bestsellers y media stars.
***
II
DEL AUTOR COMO PRODUCTOR AL AUTOR COMO PRODUCTO
Aureliano Ortega (Guanajuato)
Aureliano Ortega Esquivel
La actualidad, enferma y decadente, probablemente está sobre diagnosticada; aunque es claro que ninguna de sus reales o presuntas dolencias es objeto de remedio alguno.
Hubo un tiempo en el que la primitiva industria cultural se empeñó en producir “figuras públicas” cuya suma de honestidades o talentos los destacaba del conjunto.
Bajo el nombre de “intelectuales” se les encomendó la salvaguarda pública y solemne de los valores propios de la época. Aunque sería preciso añadir que desde siempre, por provenir de una rama específica de la producción mercantil, se trató de un objeto práctico, de un producto que compartía estructuras y esencias con cualquier otra mercancía: un valor de uso y un valor de cambio.
Queda claro que el valor de uso sacia, en principio, una necesidad natural o cultural; mientras el valor de cambio satisface exclusivamente la necesidad de reproducción del capital.
Con los años, como ha sucedido en el caso de la Star o de la prostituta, ya no es posible discernir qué es lo que en verdad “se vende”; es decir: si la Star de moda o el nuevo Duce intelectual lo son porque el valor de uso de sus “talentos” es verdaderamente notable o, por el contrario, si su valor de cambio solamente reviste la desnudez de aquellos con la condición de un fetiche objeto de deseo (como la Star).
¿Qué hace “fenómenos de librería” a mamarrachos que la industria cultural nos presenta como autores/star: el valor de uso de la mercancía libro que acaban de poner en el mercado o el valor de cambio de la mercancía autor que el conjunto de las industrias culturales (incluida la FIL) hace objeto de su agenda de ventas?
Aunque tal vez eso finalmente ya no importe, a condición de que el ciclo se cierre en cuanto se alcance una cuota razonable de “capital incrementado”, ya sea por la vía de vender libros o por el no tan novedoso, pero sí muy rentable, negocio de vender “autores”.
¡Ah! Pero los señores intelectuales —cuya pública deshonestidad ya no conserva “ni el último velo del pudor”—, no se contentan con vender muchos libros, no se limitan a venderse ellos mismos a través de una densa maya de mensajes propagandísticos; crean “corrientes de opinión”, anatematizan o pontifican; como un segundo dios separan la luz de las tinieblas, lo bueno de lo malo; condenan, por motivos diversos a Maduro, mientras queman incienso a Bolsonaro…
Quizá los intelectuales contemporáneos no sean culpables de una “obscena ausencia” sino de una presencia trágica. Porque con la incontenible profusión de detritus que genera su mediática y mercantil figura ilustran, como nadie, la enfermedad del mundo.
***
SUBIRATS Y UNA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Lo primero que tengo que subrayar es que los encuentros que hemos organizado en Puebla y Guadalajara, con el título “Intelectuales en la sociedad del espectáculo” es la continuación y la consecuencia de Circuit Circus, Circos, intelectuales y payasos, que deambuló de Bogotá a Lima, y de Bucaramanga a Santiago de Chile hace dos años.
Aquel vagabundeo reunía una florida serie de presentaciones que tenían por telón de fondo una protesta contra la degradación de la enseñanza humanista y su representación culminó con una declaración filosófica: “Esclarecimiento en una edad de destrucción”, y un homenaje a César Lévano, un distinguido escritor y militante comunista peruano, que entre tanto ha fallecido.
Ahora, en México, queríamos poner de manifiesto el vacío intelectual, la ramplonería comercial, y el comadreo, la adulación y la estulticia por parte de los administradores de este festival de Guadalajara.
Y queríamos hacer énfasis en algunos puntos calientes del panorama planetario: la violencia de las guerras globales que expanden los Estados Unidos de América y la violencia local en México, la guerra genocida que el presidente de Brasil ha declarado contra la selva amazónica y contra la cultura intelectual esclarecida del país, y la estupidez en la que está sumida la agonía académica en América Latina.
Esos fueron los temas.
Nos reunimos en dos ciudades. Nuestra cita primera, y la más intensa intelectualmente, tuvo lugar en un seminario de filosofía de la Universidad de Puebla, el día 28 de noviembre de 2019. De ahí nos trasladamos a Guadalajara. El pretexto de la discusión sobre la precariedad intelectual del mundo de hoy era la presentación de mi libro Crisis y crítica en la Feria Internacional del Libro.
Indirectamente era también una llamada a la revista electrónica del mismo título que publicamos en el Centro Virtual Isaacs, dependiente de la Universidad del Valle, gracias a una iniciativa de Dario Henao.
Clic en la imagen para ir a la revista
A la presentación asistieron un centenar de personas y hubo una interesante discusión.
En los días siguientes, hubo un segundo debate en dos presentaciones de la cuarta edición de El continente vacío.
La primera tuvo lugar en los salones de la FIL y presentó el libro el escritor mexicano Fernando Solana. La segunda tuvo lugar en el salón de actos del Hotel Hilton, adjunto a los espacios de la FIL. Asistió un nutrido público de estudiantes, por lo menos había unos trescientos, y el ambiente era bastante agitado. Sin embargo, tras las primeras presentaciones, la conversación derivó en un cruce de banalidades entre un positivista francés que defendía las micropolíticas y los microanálisis, y una profesora mexicana que no paraba de repetir los lugares más comunes sobre la Malinche.
Aristarco Regalado Pinedo y Fernando Solana Olivares presentan en este momento el libro “El continente vacío”, de Eduardo Subirats, publicado por Unidad Editorial Culagos
Cerré la presentación con un gesto malhumorado en defensa de una reflexión rigurosa sobre el colonialismo ayer y hoy.
Y esto es todo por ahora. Nuestra próxima parada tendrá lugar en São Paulo, con escala en Cali si esto fuera posible. El problema que plantearemos será el mismo:
qué hacen los intelectuales frente a la sucesión de catástrofes ecológicas, la expansión de los conflictos militares, y la regresión del sistema democrático en manos de la incompetencia, el cinismo y la barbarie.
Como buenos amantes de las tradiciones decembrinas colombianas, La cebra que habla dedica este especial a simbolismos que caracterizan a las familias colombianas para pasar de un año a otro.
Les presentamos cuatro rituales para hacer, momentos antes de las 12 de la noche, para que nos llegue el año nuevo con suerte, salud y prosperidad. Y si no sirven, nos divertimos un rato, en familia, con los amigos y los vecinos. Porque el verdadero significado de las festividades es compartir, pasarla bueno y en buena compañía.
De paseo por la cuadra con la maleta en la mano
Hoy nos vamos con la maleta por toda la cuadra, a darle la vuelta al vecindario, corriendo o caminando. Para que no nos falten los viajes, esos que luego relatamos para ustedes aquí. Los que nos muestran otras realidades, otros sabores y nos dan material para hablar de nosotros a través de los otros o de lo que vivimos cuando salimos de nuestros lugares conocidos.
Si les da pena o pereza salir por la calle, dele la vuelta a su casa con la maleta, con cuidado, no se vaya a caer. Si no viaja todo el año, al menos se divierte, garantizado.
La ropa interior amarilla
El amarillo, dicen los que saben, es para la prosperidad. Como aquí nos gusta la abundancia -siempre en el buen sentido- nos vamos a poner nuestros cucos amarillos para atraer las buenas notas, el periodismo bien escrito, las historias de ciudad que hacen la diferencia en nuestro entorno, el trabajo de los emprendedores que trabajan por sus metas, las recomendaciones de libros, cine y música que aquí compartimos con ustedes.
Nos ponemos la ropa interior amarilla para atraer la buena vibra.
Pero ojo, no nos quedamos esperando a que la suerte esté echada por ponernos la ropa interior de color. Desde nuestros pensamientos estamos vibrando y con nuestro trabajo buscamos que esas notas se destaquen y que lleguen a ustedes los contenidos de buena calidad, a nuestro estilo y desde nuestra perspectiva, desde esas Otras formas de mirarnos que se buscan todos los días.
Las 12 uvas con los doce deseos escritos
¡Y que no falten las uvas! escriban esos doce deseos, quemen el papel con el fuego, purificador por excelencia. Pero escriban a mano, hay que volver a la pluma y al papel de vez en cuando, está bien que nos ayudan mucho los aparatos electrónicos, pero si vamos a ponerle intención a los días que vienen, hagámoslo con puño y letra. Por cada uva, lea su deseo y escoja uvas dulces, no se vaya a poner a sufrir comiendo uvas ácidas, mire que de pronto se queda todo el año haciendo mala cara.
Y si no puede comer uvas, tranquilo, no pasa nada. Coma otra cosa o ninguna. Lo realmente importante es que trabaje con ánimo.
Que nos coja el año nuevo con plata en el bolsillo
Échese las monedas y los billetes que tenga por ahí, cargue la alcancía hasta las 12 de la noche —si ya no la quebró para pagar la cena navideña— y si anda sin dinero, hágase un cheque de papel, pero que tenga la representación del dinero con usted, porque la tradición manda a tener bolsillos llenos para que tenga dinero todo el año.
Y de esta manera despedimos los especiales de este año. Les agradecemos a ustedes su compañía y por ser parte de las razones para contar historias. Pásenla bien y si usted no cree en estos simbolismos, no importa, sáquele humor a la vida y póngase a bailar.
Obra de Andrea Marulanda, de la serie "Habitar con lo disponible", Muro Líquido.
María dio a luz en una caverna, en condiciones poco asépticas. Con todo y su fe, los nuevos papás tuvieron sus dudas metafísicas en la madrugada del 25, cuando sintieron la gelidez de la pobreza y pensaron en el futuro y la educación de su primogénito.
La de Jesús no fue una vida simple. Desde que se supo que era el elegido y llegaría al mundo con un mensaje encriptado en la sustancia de la metáfora, “Yo soy aquel que soy” –sentenció–, se convirtió para muchos profetas energúmenos, de religiones politeístas y tribus de hacendados, en un temible oponente.
Obra de Andrea Marulanda, de la serie “Habitar con lo disponible”, Muro Líquido.
Fue la época en que el mundo era tan reciente que algunas cosas y puntos geográficos carecían de nombre. Lo verdaderamente antiguo en Judea era la necesidad humana de creer en lo inefable y en el misterio. Jesús interpretó ese menester, o la voz del Padre le tradujo con parábolas ese menester y se hizo hombre para hacerse más creíble y urgente.
La de Jesús no fue una infancia sencilla. Las primeras noticias de los cronistas dan cuenta de la odisea que enfrentaron sus padres, José y María, para salvarlo de la ira de Herodes El Grande, un tipo irascible y controlador, capaz de ordenar la muerte de quienes consideraba sus enemigos, incluyendo a miembros de su parentela, si percibía en ellos algún atisbo de ambición por su reinado ubérrimo.
Uno de sus consejeros más eruditos, experto en el arte de la criptografía nazarena, lo previno más o menos con estas palabras: “Nacerá una criatura que disputará tu lugar; trátase de un ser iluminado por la gracia de la palabra arcana, de la lingüística hebrea. La verdad, no parece de este mundo. Es un líder nato”.
Herodes, educado en la celotipia y el pragmatismo, ordenó desde su trono la muerte de mujeres embarazadas y niños recién nacidos. Puesto que no sabía el nombre de su enemigo ni los rasgos de su fenotipo, todos los vástagos recién nacidos eran su enemigo. Para ello ordenó hacer un censo, una lista negra.
Los padres de Jesús comprendieron de súbito la estratagema institucional, recelaron de la estadística y huyeron por senderos oscuros y caminos pedregosos, signados por la pobreza de un viejo carpintero que dejaba atrás su taller y sus herramientas.
A fuerza de proteger a su heredero se hicieron desplazados. María dio a luz en una caverna, en condiciones poco asépticas. Había en esa gruta, no obstante, un resplandor, una nube luminosa. Con todo y su fe, los nuevos papás tuvieron sus dudas metafísicas en la madrugada del 25, cuando sintieron la gelidez de la pobreza y pensaron en el futuro y la educación de su primogénito. Lo del pesebre de Belén, con luces de colores y animales serenos, fue en realidad la traducción de un artista neobarroco, un tanto agnóstico, que prefiguró el performance como una práctica noble.
Resignados moradores de la gruta simbólica, María y José sospecharon que Jesús no les pertenecía, que su destino era también para ellos un enigma.
Habían sido solo un instrumento de fe y con eso bastaría para ser eternizados por el pincel de Tiziano y Bonifacio de Pitati. No era necesario que se preocuparan por su futuro y educación. Era como si el niño hubiese llegado a su realidad terrena con todo incorporado.
En un pasaje de los Evangelios apócrifos la singularidad de la criatura perseguida se describe de este modo: “Y, a los nueve meses, Jesús dejó espontáneamente de amamantarse en los pechos de su madre. Y, al notarlo ésta y José, se admiraron en gran manera, y se preguntaron el uno al otro: ¿Cómo es que no come, ni bebe, ni duerme, sino que está siempre alerta y despierto? Y no podían comprender el imperio de voluntad que ejercía sobre sí mismo”.
A su primer maestro en el conocimiento de las letras, Gamaliel, le bastó verlo para anunciarle a José que su apuesto hijo “no necesita estudiar, quiero decir, que no necesita oír o comprender las lecciones de nadie. Porque está lleno de toda gracia y de toda ciencia, y el Espíritu Santo habita en él, y no puede de él separarse”.
Diríamos que fue el primer chico de aquellos tiempos, desescolarizado, en beneficiarse con la Promoción automática.
Por eso no fue sorpresa para nadie, ni aún para los ancianos más escépticos del antiguo reino de Moab, por qué Jesús, siendo niño, tenía el poder de hacer milagros, de comprender lo incomprensible y de discutir el contenido de las sagradas Escrituras con los doctores de la Iglesia.
A diferencia de muchos líderes mundiales que escriben sus memorias para limpiar su imagen sórdida o contratan un ghost writer para que relate sus vidas imaginarias, Jesús hizo de su asombroso destino un relato oral.
Borges, que todo lo leyó y comprendió en sus ojos sin luz, llamó la atención sobre un hecho tan leve como recóndito: “Salvo aquellas palabras que su mano trazó en la tierra y que borró en seguida, no escribió nada”. Si fuéramos a abreviar la historia en Occidente, pensaría que en la búsqueda de esas palabras borradas se nos ha ido la vida. Jesús, afirma Borges, “No usó nunca argumentos”. Y es comprensible: nada se argumenta si se tiene fe, si se cree. “La forma natural de su pensamiento”, continúa Borges, “era la metáfora”, es decir, la belleza.
Y aunque seamos proclives a hacer listas negras, a crucificar inocentes ambientalistas en La Guajira, a traicionar a los amigos con besos en la mejilla, perseguimos la belleza: esa forma indecible de la vida eterna.
El Fandango Fronterizo es un evento anual que reúne a músicos de ambos lados de la frontera Tijuana-San Diego para compartir y dialogar a través del muro que nos divide, por medios de la música campesina del sur de Veracruz, el Son Jarocho.
Más de veinte fandangos hermanos han surgido de jaraneros y jaraneras que bailan, tocan y cantan desde diferentes ciudades y países, y lo hacen el mismo día del Fandango Fronterizo.
Los Cabos, Baja California Sur, México. 2019
Desde el 2010, la fiesta del Fandango Fronterizo se vive en otras regiones del país y del mundo. Fue el activista de la comunidad jaranera Alddo Flores quien inició los fandangos hermanos. Uno de los más representativos es el que se celebra desde el 2016 en el municipio Amatlán de los Reyes, en Veracruz, con el cual se apoya al colectivo Las Patronas. Este grupo de mujeres realiza tareas de ayuda humanitaria por los migrantes que cruzan México de sur a norte sobre el tren conocido como La Bestia.
Los fandangos hermanos han llegado a New York, Philadelphia, la bahía de los Ángeles, Canadá, España, Francia y Suiza. En México se han realizado en varios espacios de la capital, Ciudad Juárez, Xalapa, Monterrey, Catemaco, Mérida, Guadalajara, Tenosique, San Andrés Tuxtla, Puebla y Chiapas. Entre otros lugares que quizás olvidemos mencionar.
El Fandango Fronterizo es un mensaje en contra de las divisiones de cualquier tipo y en cualquier lugar del mundo. Es también convivencia, une a las personas por medio de la música, y como el viento recorre otras geografías. El Fandango Fronterizo es más que una fiesta hecha en un lugar.
Para mas detalles e información del evento, pueden consultar el facebook o el instagram, buscando @fandangofronterizo
“Vení a gozarte la feria” es el lema de la 62 Feria de Cali, hoy compartimos este especial de uno de los festivales de música más grandes de Colombia para hablar de literatura, de migración, de navidad y fusión, porque Cali es Cali y lo demás es loma.
Iniciamos este especial con música, porque de eso se trata la Feria de Cali, de salsa, sabor, de alegría a través de la música y sus intérpretes, de ahí que nuestra primera canción para este especial es Las caleñas son como las floresen la voz de Piper Pimienta y los Latin Brothers:
A la memoria del muerto
Hablar de ferias, de Cali y de música lleva a nombrar a Piper Pimienta, un caucano que sabía lo que a los caleños les gustaba, un hombre que sobrevivió a diferentes tragedias en su vida y que siempre a través de la voz y el baile le ponía el son a su existencia.
Cali es Cali…
Cali la “sucursal del cielo” el lugar que recibe y en el que uno se amaña por la calidez de la gente, por el baile, por la salsa, por el cholao de las canchas Panamericanas, las marranitas, los aborrajaos, el “pam” con gaseosa; el cine, la literatura, sus mujeres, sus hombres, la mechita y el Cali, en fin, quien vaya a Cali regresa, porque allá el calor se amortigua con una lulada y se olvida en la calle bailando salsa y tomando viche oís.
62 años cumple la Feria de Cali en el 2019. Más de sesenta años reuniendo artistas locales, nacionales e internacionales. Cada año hay una canción para la feria, les presentamos algunas de las que han sido himno de esta fiesta en diferentes fechas:
1958: Palo bonito, Lita Nelson
“¡Virgen de Altagracia, compañera mía! tú para tu casa y yo para la mía”
1960: Quiero amanecer, Pacho Galán
“Quiero amanecer… ay con mi negro bailando”
1971: Mi Cali bella, Billo’s Caracas Boys
“El que llega aquí se amaña”
1984: Cali pachanguero, El grupo niche
“Cali, luz de un nuevo cielo”
1994: Vivir lo nuestro, La India & Marc Anthony
“Volar sin miedo, como palomas libres, tan libres como el viento”
1999: Tu cariñito, Puerto Rican power
“Ando buscando por los siete mares, debajo de las piedras y en mil lugares”
La lista es larga, así que puede zambullirse en internet para encontrar esas canciones emblema de las ferias de Cali.
Del puente para allá está el cine
Pero no solo vamos a hablar del corazón de las ferias de Cali, también queremos hablar del contexto que rodea a Cali del cual uno de sus resultados es La Feria. En esta ciudad se consume cine y como en La cebra que habla buscamos Otras formas de mirarnos, recordamos a Carlos Mayolo, Luis Ospina y Andrés Caicedo, tres amigos, referentes del cine de autor y de la pasión por el séptimo arte.
En una entrevista para El Tiempo, decía Ramiro Arbeláez, docente de la Universidad del Valle:
“En Cali comenzamos a tener salas de cine estables y dedicadas con exclusividad al cine desde los años 30, ya que el fenómeno cinematográfico tardó años en estabilizarse. Las primeras aparecieron en el centro, pero a partir de los años 40 comenzaron a aparecer en los barrios. Esto posibilitó la formación de públicos distintos de acuerdo con las características de la sala, su ubicación geográfica y el entorno socio-económico del sector.”
Andrés Caicedo, fundador del Cine Club de Cali en el Teatro San Fernando en 1971 y responsable de la revista de crítica cinematográfica Ojo al Cine.
El primer largometraje de Luis Ospina, Pura Sangre (1982), es un homenaje al cine de vampiros que aprovecha para contar la historia del ‘monstruo de los mangones’, personaje real que aterrorizó la infancia caleña en los años sesenta.
El primer largo de Carlos Mayolo, Carne de tu carne (1983), cuenta una historia de terror familiar, de vampiros y zombies dedicado al director de cine polaco, Roman Polanski.
En la actualidad, hay una nueva ola de cinéfilos caleños que hacen un trabajo importante, hablamos de estos tres emblemáticos de “Caliwood” porque el fallecimiento reciente de Luis Ospina, el último que quedaba de este trío, nos evoca a la nostalgia y al reconocimiento de la onda cinéfila en Cali.
Oiga, mire, lea
Y de cine pasamos a literatura, nombramos nuevamente a Andrés Caicedo porque hace parte de esos escritores reconocidos en el terreno literario, una de sus obras más conocidas es ¡Que viva la música!
¡Que Viva la Música! es una novela de iniciación. Es la invitación a una fiesta sin fin, donde su protagonista dejará que el mundo baje hasta el pozo sin fondo de sus propios excesos. Pero con felicidad. Con absoluta dicha. Hay un pacto secreto con la muerte en esta danza de María del Carmen Huerta, la rubia protagonista de sus páginas. Pero es la muerte dulce de las celebraciones: el paisaje, los afectos, la noche, la niñez que huye, la adolescencia triunfal, el rock and roll, los Rolling Stones, la salsa, Ricardo Ray, Bobby Cruz, las drogas, Cali (o Kali, según la ortografía de la narradora)…
Otro escritor para destacar es Umberto Valverde “su obra literaria hace parte de un universo al que siempre ha sido fiel: el de su niñez y adolescencia en el Barrio Obrero de la ciudad de Cali, proyectado por toda la alegre y sufrida historia de esta ciudad…” Tomado de Centro Virtual Isaacs de Univalle
A él lo evocamos con la novela que le escribió a Celia Cruz:
La trama de esta novela evoca la salsa, como un ritmo tan universal y tan caribeño a la vez. A lo largo de las páginas de esta obra, se mencionan los nombres de algunos de los mayores exponentes de este género musical: Richie Ray, Lucho Bermúdez, Bienvenido Granda y por supuesto Celia Cruz, a quien se le dedica completamente la primera parte de la novela, con una biografía de la reina de la rumba. La segunda parte de la novela se compone de los recuerdos nostálgicos de un narrador anónimo que revive los momentos de su adolescencia vivida en Cali…
Dentro de este apartado dedicado a la literatura, resaltamos el festival que le da nombre a esta sección “Oiga, mire, lea” un festival internacional de literatura que lleva cinco años en la ciudad y el departamento, llevando autores locales, nacionales e internacionales a diferentes bibliotecas, liderado desde la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero.
El muerto al hoyo y el vivo al baile
Este especial, como todos los que hemos planteado en este espacio, es solo un abrebocas de las múltiples temáticas que un tópico encierra. Como estamos en navidad y la feria arranca desde hoy hasta el 30 de diciembre, los invitamos a visitar Cali, y si se queda en casa, los exhortamos a vivir en comunión con sus familias y vecinos, a disfrutar estas épocas en las que los humanos que creemos en el espíritu navideño tomamos una pausa para mirar al otro, desearle lo mejor y compartir una sonrisa.
Entonces, así las cosas, agarre su cuatrico compay y váyase a gozar nada más.
Y nos despedimos con lo que más nos gusta en La cebra que habla, las letras y equilibrando cargas, porque no todo es baile y carcajada, también hay momento para la nostalgia y las pesadumbres.
Les dejamos este poema de Arthur Rimbaud “El aguinaldo de los huerfanos”. En español y en su versión original, francés.
«… Fuera, el frío y el hambre y el hombre con su juerga:
¡pues, vale! una hora más; después males a miles…»
AR
«El Aguinaldo de los Huérfanos»
I
Habitación en sombra: vagamente
se oyen los murmullos
dulces y tristes de los niños.
Sus cabezas se vencen
abrumadas de sueño
bajo el dosel que tiembla y que se agita…
–Fuera, muertos de frío, los pájaros se apiñan,
y sus plumas se ahuecan bajo el gris de los cielos.
Año Nuevo, envuelto entre la bruma
y arrastrando los pliegues
de su nevada capa,
se sonríe entre lágrimas y canta estremecido…
II
Y mientras tanto, los pequeños
bajo el dosel flotante
hablan bajito, como si de una noche oscura
se tratara, y escuchan, a lo lejos
algo como un murmullo…
Y se estremecen por la clara voz de oro
del timbre matinal que lanza aún más alto
su estribillo metálico
bajo su orbe de cristal.
–El cuarto
está helado y, por el suelo,
esparcidas en torno de las camas
hay vestidos de luto. El cierzo áspero
del invierno, gimiendo
en el umbral, exhala por la casa
su aliento entristecido.
Se nota, en todo esto, que algo falta.
¿No hay una madre para los pequeños,
madre de sonrisa fresca
y triunfante mirada?
La noche, sola y amorosa,
se olvidó de arrancarle a la ceniza
una llama, avivarla,
y arroparles con su edredón de lana
antes de abandonarlos y gritarles: perdón.
¿Acaso no ha previsto el frío matinal
ni trabó bien la entrada contra el cierzo?
El sueño de una madre es una tibia alfombra,
el blando nido en que los niños
agazapados como pájaros entre el ramaje
duermen un sueño de visiones blancas…
Es éste un nido sin calor ni plumas,
en el que los pequeños pasan frío, no duermen
y tienen miedo;
un nido
tal vez helado por el amargo cierzo.
III
Ya vuestro corazón lo entiende todo:
ellos no tienen madre.
¡No hay una madre en casa y su padre está lejos!
Una criada vieja se ha ocupado
de los niños. Los pobres
están solos en una estancia helada,
huérfanos de cuatro años solamente,
y he aquí que despierta
en sus mentes un recuerdo alegre…
al igual que un rosario
que al rezar se desgrana:
–¡Qué mañana tan buena, la mañana
del aguinaldo! Cada uno
hubo soñado aquella noche
un sueño extraño con juguetes,
bombones revestidos
de oro, alhajas deslumbrantes;
corretear, bailar
una danza sonora y esconderse
después tras las cortinas y aparecer más tarde.
Despertaban temprano, mas felices,
con la boca hecha agua, frotándose los ojos…
Iban, con brillo en la mirada,
y aún enredados los cabellos
igual que un día festivo
con sus pies diminutos descalzos por el suelo,
a llamar a la puerta de los padres…
¡Entraban! Y después… ¡las felicitaciones,
los besos repetidos, en pijama,
y la alegría sin reservas!
IV
Qué maravilla esas palabras
por tantas veces pronunciadas.
Pero cómo ha cambiado la casa desde entonces:
un fuego crepitaba, vivo, en la chimenea,
e iluminaba todo el viejo cuarto;
y los reflejos rojos de la hoguera
se divertían al contornear
los muebles barnizados…
¡El armario no tenía llaves;
sin llaves, el armario inmenso!
A menudo, observaban
su puerta oscura y ocre…
¡Sin llaves!… ¡Era extraño! Tantas veces
habrían de soñar con los misterios
que habitaban sus flancos de madera,
y creían oír, tras de la cerradura
abierta, un vago ruido,
un lejano susurro…
–Qué vacío está hoy el dormitorio
de los padres. Ningún reflejo rojo
brilla bajo la puerta;
ya no hay padres, ni fuego o llave alguna.
Al irse, ya no hay besos ni sorpresas.
Qué triste será el día de Año Nuevo
para estos niños, mientras de sus ojos
azules, cae, silenciosa,
una lágrima amarga,
y un murmullo se oye: «¿para cuándo
volverá nuestra madre?».
V
Duermen ahora los pequeños
tristemente. Diríais, al mirarlos,
que lloran al dormir, por su penosa
respiración y sus hinchados ojos.
¡Los pequeños tienen un alma tan sensible!
–Sin embargo, el ángel de las cunas
llega a enjugar sus ojos, y desliza
un sueño alegre entre sus pesadillas,
un sueño tan alegre que sus labios
se entreabren, y ríen
(parece que susurran).
–Sueñan cómo, inclinándose en sus brazos
contorneados, con el dulce
gesto del sueño, alzan
la frente, y su mirada
vaga a su alrededor…
Creen estar en un rosado paraíso…
En el lar, rebosante de destellos,
canta el fuego feliz… por la ventana,
a lo lejos, renace un cielo azul,
y la naturaleza se despierta
y se embriaga de luz…
Y la tierra, feliz por revivir,
semidesnuda, tiembla de alegría
por los besos del sol.
En la maltrecha casa todo es tibio y rojizo:
ya la ropa sombría no reviste
el suelo de la estancia
y, en el umbral, el cierzo
ha amainado por fin… ¡Como si un hada
tuviera algo que ver con todo esto!
–Los niños, jubilosos, dan un grito…
Allí, junto a la cama de su madre,
bajo un hermoso rayo color rosa,
sobre la alfombra, algo resplandece…
son medallones plateados, blancos
y negros, cuyo reflejo titilante
es de nácar y jade;
pequeñas orlas negras, diademas
de cristal, con tan sólo tres palabras
cinceladas en oro: «a Nuestra Madre».
***
Arthur Rimbaud
Primera poesía escrita por Rimbaud, aparece en la Revista «Revue pour tous», en enero de 1870.
Poema original en francés:
«Les étrennes des orphelins»
I
La chambre est pleine d’ombre ; on entend vaguement
De deux enfants le triste et doux chuchotement.
Leur front se penche, encore alourdi par le rêve,
Sous le long rideau blanc qui tremble et se soulève…
– Au dehors les oiseaux se rapprochent frileux ;
Leur aile s’engourdit sous le ton gris des cieux ;
Et la nouvelle Année, à la suite brumeuse,
Laissant traîner les plis de sa robe neigeuse,
Sourit avec des pleurs, et chante en grelottant…
II
Or les petits enfants, sous le rideau flottant,
Parlent bas comme on fait dans une nuit obscure.
Ils écoutent, pensifs, comme un lointain murmure…
Ils tressaillent souvent à la claire voix d’or
Du timbre matinal, qui frappe et frappe encor
Son refrain métallique en son globe de verre…
– Puis, la chambre est glacée… on voit traîner à terre,
Épars autour des lits, des vêtements de deuil
L’âpre bise d’hiver qui se lamente au seuil
Souffle dans le logis son haleine morose !
On sent, dans tout cela, qu’il manque quelque chose…
– Il n’est donc point de mère à ces petits enfants,
De mère au frais sourire, aux regards triomphants ?
Elle a donc oublié, le soir, seule et penchée,
D’exciter une flamme à la cendre arrachée,
D’amonceler sur eux la laine et l’édredon
Avant de les quitter en leur criant : pardon.
Elle n’a point prévu la froideur matinale,
Ni bien fermé le seuil à la bise hivernale ?…
– Le rêve maternel, c’est le tiède tapis,
C’est le nid cotonneux où les enfants tapis,
Comme de beaux oiseaux que balancent les branches,
Dorment leur doux sommeil plein de visions blanches !…
– Et là, – c’est comme un nid sans plumes, sans chaleur,
Où les petits ont froid, ne dorment pas, ont peur ;
Un nid que doit avoir glacé la bise amère…
III
Votre coeur l’a compris : – ces enfants sont sans mère.
Plus de mère au logis ! – et le père est bien loin !…
– Une vieille servante, alors, en a pris soin.
Les petits sont tout seuls en la maison glacée ;
Orphelins de quatre ans, voilà qu’en leur pensée
S’éveille, par degrés, un souvenir riant…
C’est comme un chapelet qu’on égrène en priant :
– Ah ! quel beau matin, que ce matin des étrennes !
Chacun, pendant la nuit, avait rêvé des siennes
Dans quelque songe étrange où l’on voyait joujoux,
Bonbons habillés d’or, étincelants bijoux,
Tourbillonner, danser une danse sonore,
Puis fuir sous les rideaux, puis reparaître encore !
On s’éveillait matin, on se levait joyeux,
La lèvre affriandée, en se frottant les yeux…
On allait, les cheveux emmêlés sur la tête,
Les yeux tout rayonnants, comme aux grands jours de fête,
Et les petits pieds nus effleurant le plancher,
Aux portes des parents tout doucement toucher…
On entrait !… Puis alors les souhaits… en chemise,
Les baisers répétés, et la gaîté permise !
IV
Ah ! c’était si charmant, ces mots dits tant de fois !
– Mais comme il est changé, le logis d’autrefois :
Un grand feu pétillait, clair, dans la cheminée,
Toute la vieille chambre était illuminée ;
Et les reflets vermeils, sortis du grand foyer,
Sur les meubles vernis aimaient à tournoyer…
– L’armoire était sans clefs !… sans clefs, la grande armoire !
On regardait souvent sa porte brune et noire…
Sans clefs !… c’était étrange !… on rêvait bien des fois
Aux mystères dormant entre ses flancs de bois,
Et l’on croyait ouïr, au fond de la serrure
Béante, un bruit lointain, vague et joyeux murmure…
– La chambre des parents est bien vide, aujourd’hui
Aucun reflet vermeil sous la porte n’a lui ;
Il n’est point de parents, de foyer, de clefs prises :
Partant, point de baisers, point de douces surprises !
Oh ! que le jour de l’an sera triste pour eux !
– Et, tout pensifs, tandis que de leurs grands yeux bleus,
Silencieusement tombe une larme amère,
Ils murmurent : » Quand donc reviendra notre mère ? »
V
Maintenant, les petits sommeillent tristement :
Vous diriez, à les voir, qu’ils pleurent en dormant,
Tant leurs yeux sont gonflés et leur souffle pénible !
Les tout petits enfants ont le coeur si sensible !
– Mais l’ange des berceaux vient essuyer leurs yeux,
Et dans ce lourd sommeil met un rêve joyeux,
Un rêve si joyeux, que leur lèvre mi-close,
Souriante, semblait murmurer quelque chose…
– Ils rêvent que, penchés sur leur petit bras rond,
Doux geste du réveil, ils avancent le front,
Et leur vague regard tout autour d’eux se pose…
Ils se croient endormis dans un paradis rose…
Au foyer plein d’éclairs chante gaîment le feu…
Par la fenêtre on voit là-bas un beau ciel bleu ;
La nature s’éveille et de rayons s’enivre…
La terre, demi-nue, heureuse de revivre,
A des frissons de joie aux baisers du soleil…
Et dans le vieux logis tout est tiède et vermeil
Les sombres vêtements ne jonchent plus la terre,
La bise sous le seuil a fini par se taire …
On dirait qu’une fée a passé dans cela ! …
– Les enfants, tout joyeux, ont jeté deux cris… Là,
Près du lit maternel, sous un beau rayon rose,
Là, sur le grand tapis, resplendit quelque chose…
Ce sont des médaillons argentés, noirs et blancs,
De la nacre et du jais aux reflets scintillants ;
Des petits cadres noirs, des couronnes de verre,
Ayant trois mots gravés en or: «a Notre Mére»