sábado, abril 26, 2025
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“Café Mirador Altagracia”, diseño y paisaje

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Café, Recorrido y Paisaje en la Perla del Otún


 

En uno de los pulmones verdes más importantes del municipio  de Pereira se encuentra el Café Mirador Altagracia, Allí Catalina Quintana y Alejandro Londoño trabajan desde el 2014 en un espacio que guarda la esencia de las casas antiguas de madera combinadas con el gusto particular de sus dueños que ofrece a sus visitantes no solo un buen café sino la experiencia de sentirse como en casa.

Su dueña,  define este espacio con dos palabras: diseño y paisaje, por las posibilidades que brinda el sitio de disfrutar del más puro paisaje cultural cafetero,  las artesanías, la música, decoración y demás piezas de colección que habitan el lugar.

 

Café Mirador Altagracia


 

 

Café Diablo


 

El Viajero

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Escena de Glass

Su propio viajero

Viajero

Obra: El Viajero
Escultor: Antonio Seguí
Formato: Lámina de hierro pintada.
Año: 1995

 

América fue el detonante para que Antonio Seguí, el escultor de “El Viajero”, emprendiera su propio travesía  desde y para el arte. Argentino, de una familia de abogados, Seguí declinó en el 3er semestre de derecho para dedicarse por completo al arte, una puerta que sabía le daría verdaderas satisfacciones. Falleció su abuela, y  con tan solo 22 años, Seguí se fue a viajar por toda América durante 10 meses, experiencia  clave para lo que pasaría de allí en adelante. Aunque no contaba con el dinero suficiente, pintar le sirvió para potenciar su arte, registrar desde sus manos el entorno y poder sobrevivir. A Colombia llegó en Jeep, y entre recorridos y búsquedas, concibió la obra por la que es más reconocido en nuestro país. Su primer Viajero lo hizo en Bogotá, sobre la Avenida El Dorado, cerca al aeropuerto, quizá el único sitio público posible en la cual este artista pensó su obra: un hombre de corbata verde, sombrero gris, y maleta naranja, a prisa, de paso.

Una confesión de amor tallada sobre su superficie con  marcador y  dos seudónimos escritos con lapicero en sus pies, son muestra del paso del  tiempo grabado en la lámina que configura a El Viajero, la réplica  que se encuentra en Pereira.


Un avión, cada tanto, aterriza o se va de la ciudad, pasando encima de la escultura, ubicada en la glorieta a la entrada del barrio Cuba, sobre la Avenida 30 de Agosto y a un lado de la  estación del Megabus que lleva su nombre.

El Viajero, en medio del barrio y el centro comercial, del aeropuerto y en dirección a Pereira, apurado, con su corbata casi arrebatada por el viento.  Él, atrapando amaneceres y atardeceres, representando a quienes llegan a la ciudad, los invita a entrar en ella, a conocerla y descubrirla en todo su esplendor.

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Muros para la cultura

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Foto por Martha Alzate

Muros para la cultura

 

 

La ciudad también logra ser abordada por otras expresiones artísticas que le dan vitalidad a sus espacios públicos, una de ellas, que ha pasado por diferentes cambios, mutaciones y evoluciones, es el grafiti, actividad que pasó de lo marginal a ser  un referente vital en la búsqueda de embellecimiento urbano.

 

Artista: Mantra / Calle 21 entre Cra 4 y 5

Julián Muñoz, más conocido en el mundo del grafiti como Rojo, nos contó que el grafiti en la ciudad lleva alrededor de 15 años: “Todo empezó cuando las personas que venían de vacaciones a Pereira  y que hacían parte de ese movimiento, trajeron con ellos  el boom del grafiti en Nueva York, unificándose con la cultura del Hip Hop. Poco a poco  fueron incursionando en la ciudad,  pintando muros  y enseñándole a algunas personas de aquí”.

 

Julián Muñoz “Rojo”

Con el tiempo,  la idea que los habitantes de la ciudad  tienen de esta manifestación cultural ha venido mutando drásticamente. Esto, nos dice Rojo, se debe a la misma forma en que los artistas han empezado a mostrar su trabajo: “Con el tiempo la estética del grafiti ha evolucionado y cada muro se piensa, se tiene una propuesta y se trabaja en una estética más elaborada para dicho entorno”:

 

Artista: Mantra /  Homenaje a la mujer Embera Chamí / Cra 5 con calle 20

 

El cambio se nota tanto que hasta las entidades oficiales ya lo aceptan como parte de la construcción cultural, una forma de integración ciudadana. Un ejemplo de esa línea, es, sin duda, el Festival de Arte Urbano Pereira Querendona, una idea en la que converge el diseño, el muralismo, el grafiti  y la ilustración. El festival es organizado por Khuyay, Reparqueando y Editorial ¡Fantoche!, y apoyado por la Alcaldía de Pereira.

 

Festival de Ate Urbano / Fotografía: Volátil Creativa

 

En julio de 2016 se realizó su primera versión, con la participación de alrededor de 50 artistas y la integración de la comunidad que decidió unirse  a este evento con múltiples actividades o como transeúntes desprevenidos que al pasar por el sitio decidieron  quedarse  a disfrutar de la música y de las imágenes que poco a poco se iban construyendo  entre todos.  

 

Festival de Ate Urbano / Fotografía: Volátil Creativa

 

La iniciativa convocó  artistas y realizadores  a compartir su arte y su forma de transformar un sector de la ciudad, calle 22 con carrera 10 esquina, desde ahí, en forma de cruz, fueron intervenidos muros y paredes  con una alta y variada gama de diseños y colores.

 

Festival de Ate Urbano / Fotografía: Volátil Creativa

 

El grafiti ha pasado de lo marginal y meramente barrial a una forma de expresión que no arremete contra nadie y que, en realidad, es un elemento para la expresión y la integración ciudadana.

 

Colectivo Khuyay en acción / Intervención en la calle 11 con carrera 12 bis.

Colectivo Khuyay en acción / Intervención en la calle 11 con carrera 12 bis.

“El color le da sentido a las cosas” nos dice Daniel López, uno de los artistas encargados de crear las figuras que conformarán los murales que desde hace unos meses la empresa de aseo de Pereira ATESA ha empezado a pintar con la idea de recuperar espacios que han sido vulnerados por las basuras y escombros que se arrojan. El proyecto tiene como nombre  “Programa de recuperación de puntos críticos” y fue concertado y organizado por el equipo de supervisores y dirección operativa dentro del Plan de Desarrollo Pereira Bonita que implementó el Alcalde Juan Pablo Gallo.

Programa de recuperación de puntos críticos / Carrera 5 con calle 23 esquina

“Programa de recuperación de puntos críticos” / Calle 23 con carrera 5

 

La iniciativa busca mejorar los espacios en la ciudad que han sido deteriorados por escombros y basuras arrojados en zonas visibles e importantes, afectando a los habitantes del sector. El proyecto convocó a algunos artistas pertenecientes y egresados de la Universidad Tecnológica de Pereira, como Daniel López y Alejandro Múnera, dos artistas que con sus trazos  pretenden embellecer estos entornos.

 

“Programa de recuperación de puntos críticos” / Calle 23 con carrera 5

Las intervenciones se realizan así: los artistas crean bocetos de formas grandes y aptas para que cualquiera pueda pintarlos, hacen el trazo y la comunidad (en la mayoría de barrios) y trabajadores de la Empresa de Aseo hacen el relleno de los mismos. Un trabajo mancomunado y colectivo por el mejoramiento del sector.

 

“Programa de recuperación de puntos críticos” / Carrera 4 entre calles 19 y 20, Coliseo Menor.

 

Además de pintar murales la iniciativa también implementa la limpieza  y siembra de  árboles o flores donde antes solo había escombros y basura. Florece la belleza en el lugar, hace que todo el entorno cambie, se ve y se vive de otra forma. Con la limpieza y recuperación de estos espacios la empresa de ASEO lo que busca es que las personas tomen consciencia de sus espacios, que los cuiden y haya una apropiación distinta de los mismos. Por esto también, después de la limpieza y recuperación, los trabajadores de la empresa de ASEO hacen un censo y algunas visitas en el sector recuperado para que las personas sepan qué se hizo.

 

“Programa de recuperación de puntos críticos”  Calle 33 con carrera 2

 

El primer sitio que se intervino fue Corocito, en la carrera 12 con calle 10. De allí han llegado a comunas como La Isla y  los 2500 lotes en Cuba y varios sectores del centro. Esperan llegar a muchos otros  lugares para ser embellecidos.  “Estos encuentros se convierten casi en un convite, la empresa de ASEO propina casi todos los elementos necesarios para el embellecimiento, pero la misma comunidad también aporta; que la brocha, que la gaseosa, todo, para hacerlo en comunidad.” dice Manuel José Gómez gerente de ASEO Pereira.   

 

“Programa de recuperación de puntos críticos” / Calle 28 con carrera 2

 

El proyecto de embellecimiento está abierto para cualquier persona que quiera  mejorar la apariencia de su barrio, solo deben comunicarse con la empresa de ASEO, pues la convocatoria de recuperación es abierta a todos los habitantes de la ciudad.

 

“Programa de recuperación de puntos críticos” / Calle 28 carrera 2
Otra de las iniciativas que abordó la expresión del graffiti y el muralismo fue ¡Manos a la obra! un proyecto gestionado por  Latam y varias organizaciones que decidieron obsequiarle a la ciudad “una obra para todos”.

 

¡Manos a la obra! / Muro vía a Armenia ubicado diagonal a la policía del barrio Boston.

El diseño del muro fue creado por Julián Muñoz, Rojo, uno de los integrantes del colectivo Khuyay. Fue pintado por integrantes del colectivo y los grafiteros Andrés Mauricio Chávez “Vez Rayas” y Julián Malagón “Ventus”, junto a voluntarios de Latam, y estudiantes de los colegios Sur Oriental y Técnico Superior.

¡Manos a la obra! / Muro vía a Armenia ubicado diagonal a la policía del barrio Boston.

Durante  5 días,  artistas y voluntarios dedicaron horas para que el muro que ahora embellece una de las entradas de la ciudad quedara a la altura de cualquiera de las intervenciones que desde hace años vienen  haciéndose en capitales del mundo, entre ellas, Bogotá.

 

Voluntarios de ¡Manos a la obra! / Muro vía a Armenia ubicado diagonal a la policía del barrio Boston.

 

Estos y otros proyectos son ejemplos que demuestran la expansión del grafiti y el muralismo en Pereira. La ciudad crece, las intervenciones artísticas pasaron de ser un hecho marginal y excluido a un motivo  para la integración, el convite y la contribución al mejoramiento de los espacios públicos que configuran la ciudad.

“Programa de recuperación de puntos críticos” / Calle 33 con 1 bis, Barrio Galán

Espacio Público: ¿de todos o de ninguno?

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Imagen extraída de: caprishop.fr

Por: Abelardo Gómez

Pereira, una de las ciudades colombianas con peores indicadores en cuanto a la cantidad de metros cuadrados de espacio público por habitante, tiene también otros retos en este aspecto. Entre ellos, el manejo del uso indebido del mismo por parte de vendedores ambulantes, que a su vez son la expresión del desempleo y el alto nivel de informalidad.

Aunque con la firma británica Atkins se firmó en 2015 un convenio para realizar un diagnóstico y la posterior formulación de un Plan Maestro de espacio público, ha sido difícil tener este insumo necesario para dar un orden a los usos y aprovechamiento del espacio público en la ciudad.

Grandes líneas de desarrollo – autorregulación, control y cultura ciudadana –  propuestas en el Primer Gran Encuentro por el espacio Público realizado en el 2013 por convocatoria de la Alcaldía y al que asistieron representantes de sectores formales e informales de la economía, al parecer quedaron como simples expectativas, como el mencionado estudio contratado con Atkins.

En general, el manejo del espacio público ha carecido de una política de largo plazo, ajena a los intereses coyunturales de cada administración. Entre los factores que más dificultan dar un manejo ordenado y equilibrado al tema del espacio público está la participación indirecta, pero muy importante, de los alcaldes en los procesos  electorales, pues  las  condiciones sociales altamente complejas de la población que invade el espacio público determinan una imposibilidad de acción al sujetar las decisiones a la intención de voto de los vendedores ambulantes y a la imagen negativa que actuar sobre ellos implica para los administradores de turno. Esto debido a que los vendedores ambulantes son percibidos por muchos habitantes -potenciales votantes- como vulnerables, por lo que  establecen  con ellos fuertes sentimientos de solidaridad.

A ello se suman los intereses creados alrededor de los predios con potencial de generación de espacio público. Es el caso del lote que actualmente ocupa el batallón San Mateo, cuyo proyecto de traslado se convirtió en un verdadero tira y afloje.  Por un lado el Ministerio de la Defensa (propietario del predio), el Alcalde Juan Pablo Gallo y algunos  sectores políticos, quienes proponen desarrollar allí un proyecto inmobiliario que poco o nada aporta a la reducción del déficit histórico de espacio público. Por  otro lado, la ciudadanía a través de colectivos, líderes de opinión y otros actores políticos que reclaman una mayor participación del espacio público de carácter general (espacio verde para todos los pereiranos, adicional a las cesiones  obligatorias que generara el proyecto inmobiliario propuesto)  en el desarrollo de este lote.

Lo  realmente relevante detrás de todo este asunto es que el espacio público es fundamental para conseguir  la ciudad amable y moderna que todos deseamos. Es por ello que es muy importante resaltar las acciones de colectivos, proyectos independientes e iniciativas  ciudadanas que han formulado estrategias para su uso debido y aprovechamiento del espacio público como  bien colectivo de la ciudad.  A pesar de las dificultades que los administradores públicos han demostrado en los últimos tiempos para incluir  este  tema como prioridad en sus agendas, un buen camino a tomar podría ser reconocer todos estos logros ciudadanos, fortalecerlos;  y a partir de allí desarrollar programas propios que mejoren las posibilidades de generación y uso adecuado del espacio público que hasta el momento tenemos en  nuestra ciudad.  

Es vital tanto para los ciudadanos del común como para los administradores públicos, entender que la disponibilidad de espacios verdes y de esparcimiento, tanto en área como en calidad, es fundamental para mejorar la convivencia y la calidad de vida de los habitantes.  

Bienvenidos a este nuevo especial multimedia  Lo Que Nos Raya  sobre el espacio público, en el cual nuestro equipo buscó e interpretó las diferentes voces, trazando un panorama general de las fortalezas y debilidades que caracterizan este importante tema para la construcción de Ciudadanía Activa.

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#EspacioPublicoPara Campaña de nuestro segundo tema de investigación Lo Que Nos Raya en La Cebra Que Habla. A partir del lunes 19 de diciembre.

¿Parques vivos?

El uso debido  o indebido del espacio público ha sido una tensión constante en nuestra ciudad. Es un derecho fundamental para la convivencia y la construcción ciudadana entre todos. Muchas veces no sabemos donde termina o empieza, o  simplemente somos invadidos o invadimos el espacio del otro casi sin darnos cuenta, inclusive, en nuestras más simples  actividades cotidianas.  ¿Qué han hecho las administraciones para fomentar su uso debido o una apropiación justa para todos? ¿ Qué hemos hecho nosotros?. #EspacioPúblicoPara  como parte de nuestro especial multimedia #LoQueNosRaya

Revolución Arte, el otro espacio público.

El uso debido del espacio público se da en muchas ocasiones por colectivos independientes con una amplia oferta de actividades  culturales. Revolución Arte es uno de esos proyectos que llevan vida y opciones diferentes de disfrute a muchos espacios de la ciudad.   #EspacioPúblicoPara  como parte de nuestro especial multimedia #LoQueNosRaya

Muros para la cultura

Por muchos años grafiteros y colectivos culturales de Pereira han buscado espacio para manifestar su arte en muros y paredes de nuestra ciudad. Algunos eran borrados al momento de su ejecución y finalización, otros permanecían algunos días hasta ser tapados o desaparecidos en su totalidad. Era difícil mantenerlos, pero nunca desistieron de hacer y volver a hacer pese a la adversidad. De unos 5 años para acá la situación ha cambiado, y hoy en día, podemos ver el grafiti y el muralismo no solo como  expresiones artísticas respetadas y valoradas sino como formas de  un nuevo urbanismo para embellecer la ciudad y aumentar la convivencia ciudadana. Les presentamos algunos de los proyectos que han hecho de Pereira un sitio más bello, limpio y vivible en sociedad. Aún falta garantías y estrategias, pero la cosa va por buen camino.

Pereira a color

El espacio público en Pereira ha comenzado a mutar entre colores, formas y flores. La Empresa de Aseo de Pereira junto a diferentes comunidades y artistas han recuperado algunas zonas críticas de la ciudad, donde el escombro y la basura han dado lugar a una Pereira a color. Ingrese a nuestro especial multimedia #LoQueNosRaya “Espacio público: de todos o de ninguno?

Capital Semilla

Público

 

Un capital base que se brinda a los vendedores ambulantes para iniciar su negocio de manera formal, pero ¿es para todos?

Ciudad que nos quitan

 

 

Durante años Pereira, en sus periferias, ha sido abordada por los vendedores ambulantes, motos,  carros y cantidad de cosas que han hecho que el espacio que es de todos se convierta en uno de uso particular…

#Vídeo

Desde hace 3 años la CARDER viene recuperando zonas al interior de Pereira con el objetivo de crear corredores de movilidad  que conecten barrios y comunidades.
Algunas de estas zonas son pulmones verdes  que estaban en abandono entres escombros y maleza. Ahora son rutas de paso y una posibilidad para disfrutar de los bienes ambientales de la ciudad.
Los invitamos  a este recorrido por uno de esos corredores habilitados para el disfrute y libre tránsito  de los pereiranos. #EspacioPublicoPara

La moto como estilo de vida

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LA MOTO COMO ESTILO DE VIDA

 

En Pereira, se reconoce el movimiento de motociclistas de una forma no tan positiva, el lado constructivo y de disfrute sano no ha sido tan visibilizado. Un ejemplo de ello es el movimiento de Harlistas, que más que el gusto por las motos de alto cilindraje, convoca a familias enteras a disfrutar, de manera activa y sana, su gusto por estos vehículos, los viajes en ellas, los encuentros y las historias que viven de rodada en rodada.

No en vano, según Jorge Noreña, director de Club Cafeteros Bikers Pereira y el Harley Owners Group del Eje Cafetero, Pereira fue la primera ciudad en Colombia en recibir la tan deseada Harley Davinson en el año 1946, y tan solo dos años después se creó el primer grupo de motociclistas llamado Motoclub que se reunía en el Estadio Alberto Mora Mora.

 

Estadio Alberto Mora Mora – Foto de archivo

 

Pero en la actualidad, Pereira cuenta con varios grupos dedicados al motociclismo como eje de diversión, algunos como Los Legionarios, Los amiguitos, Los renegados Bikes, Los Miserables Bikers y el club oficial más grande de Harlismo en el mundo Harley Owners Group, aunque de todos ellos, el que se mantiene más activo y constate es Club Cafeteros Bikers Pereira, el más antiguo, con 10 años de historia y con al menos 33 miembros.

 

Uno de los primeros logos que tuvo el Club Cafeteros Bikers

Dentro de las muchas actividades de los Harlistas está el evento anual Bike Week Pereira, un encuentro internacional Harley de motos de alto cilindraje, realizado a principios del mes de agosto en el parque La Rebeca durante tres días. Espectáculos, charlas para las historias de viaje y rodadas a los diferentes municipios del país. Este año, por ejemplo, en el primer día fueron hasta el parque temático Panaca y en el segundo día estuvieron en Marsella.

Según Noreña, dentro de toda su experiencia, “gran parte del turismo en Pereira se mueve por los encuentros de Harlistas”. En el último encuentro dice que hubo alrededor de 600mil personas a nivel internacional. No en vano, como él lo afirma, Pereira impulsó la Federación Nacional de Motociclismo en Colombia.

 

motos-ruedas

                          Una de las rodadas a pueblos aledaños de la región

 

El panorama de los Harlistas ha cambiado drásticamente con el tiempo, lo que pasó de ser un encuentro entre hombres para la diversión y la salida de la rutina, ahora es un encuentro para la familia, para el disfrute entre padres, hijos, abuelos y esposas. Actividades que se viven en comunidad para la construcción de lazos. Uno de los principios del harlismo es la hermandad y el disfrute sano, y eso hacen en cada encuentro, disfrutar del motociclismo. De cómo un objeto se convierte en la excusa para la comunión entre los seres humanos.

 

Mural que se encuentra en la sede oficial del Club Cafeteros Bikers ubicado en la carrera 9 con calle 33

Por lo mismo, cada viaje tiene su propio afán, sus viajes, unos largos, otros cortos, deben tener cierto tipo de precauciones que en cada rodada han ido aprendiendo a mejorar. Llevar repuestos, abrigos, alimento, entre otras cosas supremamente necesarias son algunos de los requerimientos. Noreña cuenta que hubo una vez en la que durante 3 horas estuvieron rodeados de nieve, “el frío era tremendo, pero esas precauciones hacen que todo se dé de buena forma y el viaje no termine en malos desenlaces”. Aunque no niega que a veces han pasado momentos complejos, “porque rodar en moto no es para cualquiera, y más, si es una Harly Davinson”.

 

        Una de las motos que se exhibe dentro de la sede del Club Cafeteros

 

Después de la Segunda Guerra Mundial, para los veteranos de guerra, la Harley se convirtió en el elemento de desahogo y liberación. A partir de 1950 estos hombres empezaron a armar grupos, y a partir del encuentro con motos se consolidaron las primeras pandillas de Harlistas. Con estas “pandillas” se empezó a crear una idea no tan positiva de los Harlistas. Explicado, claro, por el estrés post traumático que presentaban estos ex soldados de guerra.

 


Algunos de los objetos decorativos que configuran la personalidad de la sede oficial de Club Cafeteros Bikers

Pero no, el movimiento harlistas no se quedó allí con esa imagen negativa.

En el caso de los Club Cafeteros Bikers Pereira, además de utilizar la moto como una forma para la diversión, una salida de la rutina y un encuentro de hermandad, también es ahora un puente para realizar actividades en pro de los más necesitados. Cada diciembre reúnen juguetes para niños que viven en barrios o sectores muy abandonados por el estado, brindan algunos shows con las motos y ofrecen un espacio para la diversión de estas personas.

La mayoría de miembros Harlistas son abogados, docentes, magistrados, todos con una vida cotidiana, pero con una pasión latente e irrenunciable.

 

Rodada por La Virginia para recoger algunos juguetes que fueron donados. Año tras año realizan la actividad

 

Con el tiempo, además de la forma, la estética también cambió. Ya no es obligatorio eso de tener pantalón de cuero, taches, entre otros elementos, ahora solo llevan un chaleco distintivo, su amor por las motos y la pañoleta.

Así, poco a poco, estos grupos van labrando un camino, una forma de disfrutar el mundo a partir de este objeto que, aunque para unos resulta ser incomodo o poco beneficioso para la sociedad, para otros es el vehículo para la comunión y el crecimiento personal.


                        Chaleco distintivo del grupo Club Cafeteros Bikers

Especial Caimilito: Lo rural y urbano en un mismo territorio

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Caimalito

 

Por: Martha Alzate

Caimalito es una población ribereña que forma con La Virginia una verdadera conurbación. Cruzando el puente Bernardo Arango, los habitantes se movilizan entre ambos poblados de la manera más amable y sostenible: a pié o en bicicleta.

Recientemente estuve allí transitando despacio su calle principal, mirando la infraestructura que tiene este lugar en el que habitan más de 20.000 pereiranos, respirando ese aire peculiar; tan indefinido entre campo y terreno urbanizado.

Hay un contraste inmenso entre el centro poblado y su perfil constructivo, y el de su vecino más cercano, la Zona Franca Internacional de Pereira. Las inmensas bodegas parecen terribles moles amenazantes frente a las pequeñas viviendas hechas de ladrillos cocidos y tejas de barro.

Según la funcionaria encargada de la Responsabilidad Social Empresarial del Operador de la Zona Franca, aunque se ha pretendido una masiva vinculación laboral de los habitantes de Caimalito a las empresas que se han asentado allí, lograr este objetivo no ha sido posible.  Entre otros factores, resulta ser que los pobladores de esta zona no se acostumbran al horario laboral y no tienen las competencias que se requieren para afrontar un empleo formal.  Parece ser que la concepción moderna del tiempo como recurso productivo aún no ha sido instalada en sus mentalidades.  Al verlos deambular sin camisa y en chancletas tuve la sensación de que son libres, aunque estén sometidos a precarias condiciones de vida.

Tal vez a la hora de la vinculación laboral no basta con intentar adaptar a los habitantes a las prácticas laborales estandarizadas y sea necesario entender mejor sus rasgos culturales de población ribereña. Recuerdo que este tipo de “adaptaciones” se han intentado con éxito en industrias asentadas en la zona de Yumbo (Valle del Cauca), en donde la presencia de poblaciones indígenas y afrodescendientes dificultó también la inserción laboral en estándares de productividad tradicionales.  

Sentada en una panadería pensé en las dificultades de proyectar un territorio tan amplio y tan diverso como el de Pereira. Recordé a la antigua Sopinga de Bernardo Arias Trujillo, a Juan Manuel y a Carmelita, enredados en historias que siguen siendo plenamente vigentes hoy en esa especie de tiempo detenido que se respira en Caimalito.  

Los que creemos conocer las ciudades y sus lógicas no podemos más que desconcertarnos ante los rasgos híbridos de nuestra sociedad,  que no atiende a una plena modernidad urbana con sus códigos de habitabilidad y de racionalidad productiva, y más bien prolonga en el tiempo formas de habitar el territorio y prácticas de subsistencia que se resisten a las imposiciones del sistema económico y social.

Nos falta mucha reflexión para entendernos y desarrollar las prácticas sociales y productivas más adecuadas a la mentalidad de las poblaciones que pretendemos proyectar y gobernar.  Partiendo de la “ignorancia ilustrada” que nos caracteriza, los intentos de inclusión social que desconocen las subjetividades y los sistemas de pensamiento de las diferentes poblaciones, estarán eternamente condenados al fracaso.

Donde las calles no tienen nombre

Por: Abelardo Gómez Molina.

Un espanta pájaros vestido con el tricolor nacional corona una guadua de casi tres metros de altura. O quizá solo sea otra mujer, alegoría de la anciana que en soledad mueve retazos de baldosas para hacer posible caminar por la efímera vivienda de esterilla ubicada al pie de tal asta.

El terreno conocido “La Bohemia II Las Palmas” nada les dice a los habitantes del corregimiento de Caimalito, un rincón olvidado del municipio de Pereira a orillas del río Cauca y apenas visible para algunos que reconocen la Zona Franca de Occidente instalada allí hace pocos años.

Pero si usted pide información sobre “la invasión”, cualquier habitante lo orientará. De este modo, cruza la cancha de fútbol del único colegio y a través de ella se accede a un escampado plano con alrededor de 200 viviendas construidas con materiales como guadua, zinc, retales de madera y cualquier otro elemento que sirva para protegerse con fragilidad del sol y la lluvia.

En la llamada invasión nadie sabe a ciencia cierta cuántas casas hay, pues a cada momento aparece alguien que construye en cualquier recodo. Para sorpresa de quienes han tratado de asumir la vocería de la comunidad durante estos cinco meses, tiempo de vida de una barriada que es actual motivo de conflicto entre la administración de la Zona Franca, el Municipio de Pereira y la comunidad.

Aunque hay un primerizo trazado, la sensación de tristeza y frío abunda en medio del lodo que hace intransitables los recovecos habitados por estos desposeídos, unos más de la larga lista de invasores que sueñan con su techo propio, así sea rompiendo la legalidad.

Familias completas, mujeres cabeza de hogar, ancianas solas… una coreografía de la miseria que emerge a orillas del río, entre el jarillón y la parte trasera de otras viviendas más antiguas construidas en materiales sólidos. Un laberinto sin nombre donde habita el olvido.

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El Carbonero del Km 5

Caimalito es un corregimiento de Pereira asentado a orillas del río Cauca, a lo largo de lo rieles abandonados del ferrocarril. Allí vive Luis Bernardo Ceballos, en un sector conocido como Kilómetro 5, hace carbón artesanal desde hace 3 años como medio de sustento para él y su esposa. Esta es la  historia que encontramos en nuestros recorridos  #APasoDeCebra

Vida de carrilera

Por: Martha Alzate

Caimalito, uno de los corregimientos de Pereira, está situado en los límites con el río Cauca.  Allí, bordeando el cauce, se extendían las líneas sobre las que se deslizaba el ferrocarril.  Un día, cuando su huella de hierro y caldera se hizo abandono, algunos  vieron estas tierras de nadie como una alternativa para asentar en ellas sus ilusiones.  Tomaron tablas y tejas, trozos de plástico, guaduas del camino, y se construyeron improvisadas habitaciones para depositar en lugar cubierto sus escasas pertenencias.

Llegaron allí de no se sabe qué lejanías, de sus encuentros y desencuentros con la vida, y se irguieron al igual que sus refugios, cimentados más en sus esperanzas de los días por venir que en las amargas certezas de los momentos pasados y presentes.

El tren se fue pero quedaron ellos. Y su presencia fue llenando de voces y murmullos lo que antes era estrépito de hierros y humos efímeros.

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Llegaron con las preocupaciones por la subsistencia. Las mismas de todos los de esta especie que hoy somos, abandonados de la certeza de  los instintos: somos los que ya no saben beber agua de los ríos, los que tenemos a la tierra como una amante olvidada que solo se visita en ocasiones de escasez o desespero.

Es urbano el humano que habita Caimalito, y, al mismo tiempo, va dejando de serlo en la medida en que el motor, ahora apenas evocado, avanza por los pedazos de riel que actualmente marcan la calle principal de este asentamiento.

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Cerca al puente que cruza el Cauca, límite entre Pereira y el Municipio de la Virginia, todo allí tiene un eco de barrio, una cuadra probable de cualquier ciudad. Hay comercios, las casas están levantadas en solares delimitados y no se observa vegetación de fruto.  Pero todo va transformándose al ingresar al sector de La Carbonera, y lo que era placa de antejardín más adelante se va haciendo parcela, encierro de animales,  compañeros de los días  y de los otros, por los que también se siente afecto pero es necesario sacrificar.

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La calle se va tornando carretera veredal que conduce a cultivos y corrales. El vecino de enfrente es una hacienda, otrora única privilegiada de los remansos del río. Van cesando los rumores y los agites, y el silencio solo es interrumpido por los llamados en pos del ternero esquivo.  El habitante de este lugar de transición entre la ciudad y el campo, es un campesino de ciudad.  Huele a estiércol, y, al tiempo, sus animales beben el líquido que llega hasta ellos por tuberías, y cuyo consumo es registrado en puntuales facturas.  No hay alcantarillado, pero el río está cerca.

El camino se hace polvo y las fronteras se diluyen.  Llegamos al límite, y a orillas de un meandro hay una última tienda.  El encargado del lugar tiene el propósito de convertir sus humildades en atractivos turísticos.  Se ofrecen recorridos,  tramos de diferentes duraciones y destinos. Son improvisados mecanismos que han venido a sustituir a las antiguas “marranitas”, las que antes empujaban por los carriles con sus garruchas los remeros de los mares de arcillas.  Actualmente, en vez del boga nos espera el conductor de la motocicleta que arrastra esa especie de carro de balineras, último y pobre remedo del antiguo convoy.

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Un palpitar ansioso delata nuestra incertidumbre ante lo desconocido que apenas se insinúa.  Es la intuición de una posibilidad, mezcla entre civilización y campo abierto, infinito vacío que se percibe mejor por el olor que a través de los pensamientos.  El maquinista nos invita a transitar con él los rieles que conducen a lugares lejanos, a convertirnos en nuestros propios vagones.

Una oportunidad, aquí, tan cerca, dentro de nuestras imaginarias fronteras, de ir al silencio de la naturaleza, al abandono de toda costumbre, y tal vez, por qué no, de ver por una hendija apenas un atisbo de nuestro Corazón en las tinieblas.

Somos apenas el coche de nuestros propios anhelos, que transita por lo que otro día llevó sobre su lomo a la poderosa máquina.

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Fotografías por: Jess Ar

Palabras ingenio y color en las recientes tomas culturales en Pereira

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La cultura no se liquida - Pereira
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Motos, más que ruedas

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Motos, forma de vida

Son un problema…

Un gran problema. Esa es la expresión reiterada de cuanto conductor de vehículo de cuatro o más ruedas usted entreviste. Son el demonio, unos irresponsables… así califican a los motociclistas.

Pero otra cara de la moneda la muestran los motociclistas, para quienes su vehículo es la única manera viable de transportarse de manera económica y ágil en medio de los trancones crecientes que vive la ciudad.

Para las autoridades son la manera más expedita para la comisión de ciertos delitos, como el homicidio y el llamado fleteo. Para ello esgrimen cifras comparativas que algunos cuestionan en cuanto a su credibilidad.

Lo cierto es que, según datos del Ministerio del Transporte, a septiembre de este año 173.834 motocicletas aparecían como matriculadas en el departamento, la gran mayoría de ellas con circulación preferencial en Pereira. Una cantidad considerable, al igual que el número de carros, que también aumentó mucho en la última década.

Como si fuera poco, es la herramienta de trabajo para miles que actúan desde la legalidad, o desde la informalidad, en el llamado rebusque, como mototaxistas o mensajeros por iniciativa personal.

Para agregar, hasta un concejal de Pereira llegó a ese cargo en buena medida porque movió entre los motociclistas la idea de permitir el parrillero hombre, la misma que se hizo efectiva empezando el segundo trimestre de este año, pero para la cual recién este mes el alcalde anunció su fin.

Un panorama complejo que amerita un estudio más amplio y menos lleno de prevenciones. Ni los motociclistas son criminales –como pretenden algunos– ni las autoridades pueden endilgar buena parte de los delitos a la medida del parrillero hombre. Eso sí, motociclistas imprudentes abundan, también son evidentes los delitos cometidos usando este vehículo. ¿Pero cuántos delitos se cometen desde los carros? Y nadie ha pensado en prohibir el acompañante.

En fin, un panorama lo más variado posible ofrecemos en este multimedia que preparamos para ustedes, con el fin de que conozcan la ciudad, el entorno de los motociclistas y las dinámicas que los rodean. Bienvenidos.

Motos, índices y usos

Uno de los medios de transporte más utilizado en nuestra ciudad es la motocicleta por su comodidad, agilidad y rapidez. La moto abarca  diversos usos, unos aceptables otros no. Unos causan molestia, inseguridad e incomodidad  mientras otros se presentan como forma de sana diversión y único modo de subsistencia. Desde los mototaxis y las imprudencias hasta  los harlistas y los motocarros. Una amalgama de situaciones que les mostraremos en la siguiente galería.

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Ciudad de motos

El incremento de motos en los últimos años y sus diferentes prácticas y usos, hacen de Pereira una ciudad de motos. Es el vehículo particular favorito de la clase media. Testimonios, cifras y factores lo demuestran en el siguiente relato audiovisual.

Transformaciones y posibles usos de las motos en Pereira

Es indudable el incremento en el uso de las motocicletas. Su accesibilidad, agilidad y comodidad han generado su crecimiento por las carreteras de Pereira. También en la práctica el vehículo ha  tenido una transformación física, de la moto de dos ruedas a un motocarro de 3, convirtiéndose en  un vehículo que ya puede transportar más personas y ciertos objetos pesados. Dejó de ser también un vehículo particular para convertirse en uno de uso público. En el siguiente comparativo conozca un poco más sobre estas dos formas de vivir y ser de la motocicleta.

#LoQueNosRaya nuestro aporte a la construcción de ciudad desde la opinión y la reflexión. Espere el lunes 21 de noviembre en nuestro portal los múltiples usos y matices del motociclismo en Pereira. #CiudadaniaActiva

#TuVidaEnLaVía

#Tuvidaenlavía es nuestra campaña por una ciudad con un mejor uso de la moto como medio de transporte público y privado.

La moto, el primer vehículo

Por trabajo, por gusto personal, y en la mayoría de los casos, por razones económicas, la moto es el primer vehículo que consiguen las personas a la edad que la ley les permite conducir. Sin embargo, algunas de esas personas deciden cambiar a otro forma de transportarte particular por cuestiones de seguridad. Escuchemos uno de esos testimonios en la siguiente crónica de #LACQH

Ruta Pereira 2.0

Preparados…3, 2, 1 ¡ Ya! : La cebra recorrió algunas de las calles pereiranas para tomar el tiempo de desplazamiento de un carro y una moto. Así se ve nuestra ciudad desde cada uno de estos vehículos.

LA MOTO COMO ESTILO DE VIDA

En Pereira, se reconoce el movimiento de motociclistas de una forma no tan positiva, el lado constructivo y de disfrute sano no ha sido tan visibilizado. Un ejemplo de ello es el movimiento de Harlistas, que más que el gusto por las motos de alto cilindraje, convoca a familias enteras a disfrutar, de manera activa y sana, su gusto por estos vehículos, los viajes en ellas, los encuentros y las historias que viven de rodada en rodada.

Mesa de debate:
Tres miradas diferentes sobre las motos en Pereira.

La ciudad es, ante todo, ciudadanía

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La ciudad es ante todo ciudadania

Ciudadanía

Antes que hablar sobre movilidad, usos del suelo, densidades posibles o la construcción del espacio físico, los invito a reflexionar sobre el ser humano que habrá de habitar los productos que ustedes ofrecen a sus potenciales clientes y que constituyen parte importante de la dinámica de crecimiento de cualquier ciudad.

En este sentido, quisiera llamar la atención sobre varios temas que no guardan relación aparente con la construcción, y  sin embargo, están íntimamente ligados a ella.

La ciudad es ante todo, ciudadanía.  Y lo es en el siguiente sentido: no existe comunidad construida sin comunidad imaginada, y quien habita un espacio físico que nosotros hemos denominado ciudad es el ser humano social.

La ciudadanía es política, es democracia. No politiquería partidista. Es expresión y participación en la toma de decisiones relacionadas con lo que nos es común.  Las relaciones que se tejen en el espacio, en  el escenario del físico que compartimos determinan la viabilidad (económica, ambiental, cultural  y de convivencia) de ese mismo espacio.

panorámica pereira

La ciudad es cultura.  No es posible mantener una habitabilidad armónica en una comunidad si esta no comparte unos códigos o valores de convivencia.

Estos pactos, implícitos y explícitos, se rompen constantemente, y ello conlleva consecuencias que pueden variar desde la simple molestia por la invasión o uso inadecuado del espacio común hasta el arriesgar la vida por causa del incumplimiento de normas. Sin cultura para la convivencia y respeto de los códigos de uso y habitabilidad de la ciudad, sería imposible una relativa estabilidad en el diario vivir del territorio habitado.

La ciudad es economía.

Y es que ella constituye una plataforma para hacer intercambios de bienes y servicios de manera eficiente y apropiando las mayores economías de escala en el uso de los recursos.

La ciudad es expresión cultural e innovación.

La cultura en una ciudad no es, como a veces nos figuramos erradamente, una expresión aislada de grupos segmentados por gustos distintos a los de la población corriente.  El arte, la expresión de diferentes formas de ser y estar en el mundo, los caminos para decir, siempre llevan consigo procesos creativos que en el agregado de la sociedad se convierten en importantes insumos para innovar.

La ciudad es deporte y recreación, uso y disfrute de los recursos naturales.

Todo ello en relación a la posibilidad de hacer uso de un espacio público dotado y abierto a las posibilidades de una vida saludable que apropia, disfruta, y respeta el entorno natural en el cual se ha instalado la ciudad construida.

La ciudad es, cultura

Tanto desde lo que podríamos denominar “puertas para adentro”, el ámbito de la intimidad, como desde la perspectiva del espacio público-público, el que propicia la relación entre seres humanos que dialogan, intercambian experiencias o que simplemente se expresan, nos interesa conocer más al hombre para acertar de mejor manera en la construcción de una ciudad que lo asuma y lo interprete de la manera más adecuada.

Lo que quiero proponerles es que miren más allá de lo que hemos contemplado tradicionalmente como la ciudad, es decir, más allá de los aspectos físicos, para empezar a considerar al hombre desde la perspectiva sociológica de habitabilidad de los espacios construidos, y establecer la responsabilidad que en estos procesos atañe al sector de la construcción.

Por último, los invito a profundizar sobre este y muchos otros temas de ciudad en Lacebraquehabla.com, nuestro portal web de opinión para la construcción de una ciudadanía activa.

 

Fotos por: Jess Ar

 

La cebra que habla

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Ciudad panorámica - La ciudad nos habla

La ciudad nos habla

La ciudad nos habla…

Hay algo en las plazas, en los andenes y parques que corresponde a una dimensión de lo humano que va más allá de las construcciones físicas. Es lo que hemos denominado ciudadanía, la forma en que los humanos entramos en relación, entre nosotros, en el espacio público de la ciudad.

En la plaza de Bolívar estuve conversando con un jubilado que, para pasar la vida ocupado, decidió tomar retratos, como él los denomina.

“Una imagen la toma cualquiera, y para ello solo se necesita un celular. Pero eso no es un retrato”

Me recordó el texto de Walter Benjamin, la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. No pude evitar relacionar sus palabras, este recuerdo, y las exhibiciones de arte que por estos días podemos contemplar en Pereira.

Muchas de las obras de arte contemporáneo, así como los selfies y las publicaciones de nuestros recuerdos en las redes sociales, son apenas el destello de un instante, que se abandona rápidamente para pasar a la imagen siguiente.

En otro lugar, en la Plaza Cívica Ciudad Victoria…

los artesanos ubicados en carpas esperan ansiosos a los turistas que descienden de sus buses para realizar “la venta del día”. Para los visitantes, en cambio, tal vez las carpas atravesadas en el recorrido peatonal representen sólo un obstáculo indeseable en el camino que los lleva al centro comercial cercano. Una invasión del espacio común y público que se requiere para recorrer la ciudad.

 

CIUDAD VICTORIA

Allí mismo, en la Plaza, se me acercó un joven…

“Fui un drogadicto durante dieciséis años, y ahora estoy curado”

Interesada en su historia le pregunté sobre su proceso de desintoxicación.

“No hay ningún método. Lo que no puede Dios no lo puede nadie. Ahora no fornico, no bebo, no trasnocho, y, ni mucho menos, meto”

Me conmoví pensando en las necesidades sicológicas de sujeción que tenemos los seres humanos. Desde su nueva y relativa “normalidad”, con entusiasmo exultante recorre las calles vendiendo comestibles y suvenires. Apegado a su profesión de fe, está lejos de tener una autonomía de la decisión, y apenas si se conduce en la incertidumbre de lo humano dominado por la voz de su pastor.

Finalmente, meditando en tantas historias de hombres y mujeres que habitan el espacio físico y simbólico de la ciudad, cada uno con su carga de subjetividad, fui avisada por mi acompañante de que estaba intentando cruzar por la mitad de la calle. Pude comprender mejor, en ese momento, que en la ciudad la acera opuesta y el punto de vista del Otro se alcanzan cruzando la cebra.

Entonces, la cebra que habla nos dirá algo sobre el lugar en el que vivimos, nos hablará de los demás y de nosotros mismos, y nos mostrará que en el espacio público de la ciudad, además de seres humanos, somos, ante todo, ciudadanos.