sábado, junio 14, 2025
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El ocaso de la revista colombiana ‘Semana’

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La renuncia del director, parte de la cúpula y de sus periodistas más respetados cierra una etapa en la revista colombiana. La publicación replantea el modelo de negocio y sus equilibrios con el poder político.

Por: SANTIAGO TORRADO, SALLY PALOMINO, CAMILA OSORIO y CATALINA OQUENDO. Publicado en elpais.com

El periodista colombiano Ricardo Calderón, en la redacción de la revista ‘Semana’.CARLOS ORTEGA / EFE

La ceremonia fue más breve de lo habitual y con aforo reducido por la pandemia de coronavirus. Después de la entrega de los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España, Felipe VI se reunió con los ganadores para conversar unos minutos y posar para las fotos. Dedicó unas palabras al prestigio de la revista Semana. El equipo de investigaciones de la publicación colombiana, liderado por Ricardo Calderón, acababa de recibir el premio de Periodismo Iberoamericano por Operación Silencio, un trabajo de diez meses que reveló las amenazas a los militares que han denunciado ejecuciones extrajudiciales de civiles –los mal llamados falsos positivos– y actos de corrupción en el Ejército. El tipo de denuncias que convirtió a Calderón, nombrado director de la revista a comienzos de octubre, en uno de los investigadores más respetados de América Latina. Pero mientras en Madrid, donde había acudido un reportero en representación de ese equipo, se proyectaban imágenes de la portada galardonada, en Bogotá se desataba, el mismo martes, una tarde de vértigo.

Primero, Calderón renunció a su cargo y decidió abandonar la revista donde comenzó como becario hace 26 años. Su decisión provocó una conmoción que generó una inédita cascada de dimisiones que incluye a varios de los nombres más reconocidos del periodismo colombiano: Alejandro Santos, presidente de Publicaciones Semana; Rodrigo Pardo, su director editorial; Mauricio Sáenz, el veterano jefe de redacción; los columnistas María Jimena Duzán y Antonio Caballero o el ilustrador Vladdo, entre muchos otros. La oleada de renuncias sumaba el miércoles al menos 16 personas, desde reporteros a directivos. Daniel Coronell y Daniel Samper Ospina, dos de los articulistas más leídos del país, ya habían salido a principios de 2020 y puesto en marcha el proyecto digital Los Danieles.

Esa convulsión fue el punto final de un drástico cambio en la dirección de Semana, que se viene gestando hace dos años, cuando su fundador, Felipe López Caballero, vendió la mitad de la revista a un heredero de la familia Gilinski, un grupo de empresarios que hizo su fortuna en el sector financiero. La venta de la totalidad de la participación de López Caballero se concretó la noche de ese mismo martes, una jornada en la que Gabriel Gilinski, de 33 años, evidenció su apuesta por entregar el control editorial del grupo a la periodista Vicky Dávila, quien ya venía pilotando los contenidos digitales y presentaba un programa diario retransmitido por la página web de la publicación.

Lo sucedido, sin embargo, va más allá de un simple movimiento en el mercado local de los medios de comunicación. Esta operación de compraventa no supone solo un cambio de fichas. Semana fue, desde su refundación en 1982, una de las publicaciones de referencia en Latinoamérica. Y la sucesión de los hechos plasma un relato sobre dos de los frentes abiertos del periodismo: el modelo de negocio y los equilibrios con el poder político.

Para realizar este reportaje EL PAÍS contactó con una quincena de periodistas, columnistas y directivos de la revista. Dávila optó por no pronunciarse. Su llegada hace un año, después de una trayectoria en radio y en televisión, representó un movimiento de placas tectónicas en el interior de las redacciones del grupo. Con un estilo emotivo y siguiendo la estela de las tendencias de las redes sociales, la presentadora logró incrementar el tráfico de la página. Al mismo tiempo el espejo en el que se reflejaba Semana ha pasado de ser The Economistel modelo de Alejandro Santos, a una plataforma que mira al esquema de la cadena estadounidense Fox News. La nueva estrategia también apunta a una línea editorial conservadora, que choca con el talante liberal con el que, durante las últimas décadas, Felipe López dirigió el grupo y a menudo hizo temblar los cimientos de distintos Gobiernos.

La publicación se enfrentó con frecuencia al uribismo, el movimiento creado en torno al expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), a quien Dávila ha defendido públicamente de los señalamientos que enfrenta en los tribunales. Y también apoyó el acuerdo de paz que selló Juan Manuel Santos –tío de Alejandro Santos– con la extinta guerrilla de las FARC, al que Uribe, mentor político del presidente Iván Duque, se opone con ferocidad. La idea de un giro a la derecha en el grupo se ve reforzada por la influencia de la gerente Sandra Suárez, exministra de Medio Ambiente del Gobierno de Uribe.

Ejemplares impresos de la revista Semana con reportajes de investigación escritos por el periodista Ricardo Calderón, en Bogotá, Colombia. RICARDO MAZALAN / AP

A Ricardo Calderón lo nombraron director en octubre bajo la premisa de que tendría libertad para que sus denuncias tuvieran alto impacto. Aunque esas investigaciones toman tiempo, desde los propios equipos digitales de Semana también reconocen que representan un enorme incremento en el tráfico. El acuerdo era sencillo: él contaría con un equipo que no saldría de su esfera. No se cumplió y, sin esas mínimas condiciones, prefirió dar un paso al costado. El detonante fue la decisión de la nueva gerencia de fusionar todas las redacciones –digital, del canal de televisión e impresa–, lo que de facto dejaba a Calderón sin control sobre el equipo para poder hacer investigaciones de largo aliento, que pasaría a la órbita de Dávila. Algo similar sucedió con María Jimena Duzán, una de las columnistas más influyentes de Colombia que, además, estaba muy implicada en el proyecto audiovisual de la empresa y discrepó de los planteamientos de la nueva directora.

La brecha, sin embargo, no tiene que ver con el intento de compaginar las urgencias de una página web con las características de una publicación impresa. Ese mismo desafío afrontan todos los grandes medios tradicionales. En este caso, detrás de la transformación digital hay una estrategia que trasciende sus especificidades.

Modelos de periodismo

“El periodismo de investigación es lo que más necesita una sociedad porque es ir donde nadie quiere ir, preguntar lo que nadie quiere preguntar, e investigar a la gente que nadie quiere investigar por distintas razones, y eso es lo que hay que hacer, pero lamentablemente se ha perdido por la dinámica que ha adquirido el periodismo en muchas salas de redacción”, dijo Calderón a la agencia Efe con ocasión del Premio Rey de España en un video muy compartido durante la semana. Toda una declaración de intenciones que adquiere en perspectiva un carácter premonitorio. “Sí vale la pena insistir en este tipo de periodismo”, destacó.

Este domingo la revista deja claro, en cambio, el rumbo emprendido con un editorial que anuncia a toda página desde la portada: “Comienza una nueva era”. El texto manifiesta su “respeto y agradecimiento” a los que se fueron, se compromete a continuar “con el legado de quienes construyeron lo que es Semana” y al mismo tiempo recuerda “que la realidad del país ha cambiado”. En esa premisa enmarca su apuesta: “Mientras algunos ven la democratización de la información como una amenaza, nosotros la vemos como una oportunidad”.

“Yo lo viví como una metáfora de todo lo que ha estado pasando en Semana en el último año”, relata por teléfono desde España Jaime Flórez, un reportero de 26 años que formaba parte del equipo de investigación y fue el encargado de recoger el Rey de España. Pero ¿qué pasó en este último año? Al menos en dos ocasiones Felipe López dijo públicamente ante algunos redactores que si no hubiera aparecido la familia Gilinski, en enero de 2019, para comprar el 50% de la empresa, Semana hubiera tenido que cerrar. Lo cuenta otro periodista que lleva más de una década trabajando allí y que a pesar de la tristeza por la lluvia de renuncias acepta que desde hace varios años la publicidad empezó a caer y las suscripciones no eran suficientes para mantener a todas las revistas sectoriales que hacen parte de Publicaciones Semana. Muchos, como él, presentían que en algún momento o los echaban o cambiaban el modelo bajo el cual habían estado trabajando por tantos años.

“Estaría manejando Uber”, dice mientras reflexiona sobre la venta de la revista. Cuando supieron que la familia Gilinski había adquirido la mitad de la empresa, cuenta él, se sintieron a salvo. “Al menos dinero ya había: lo otro, el contenido, nos correspondía a nosotros”. No todos sabían, continúa, que el acuerdo era la venta total a futuro. De eso la mayoría se enteró esta misma semana.

En la noche del martes, cuando a través de Twitter se conocieron las renuncias, los empleados de Semana recibieron un correo en el que los citaban a una reunión extraordinaria a través de la plataforma Google Meet a la mañana siguiente. La anterior reunión de ese tipo había sido para anunciar el nombramiento de Ricardo Calderón como director, la primera semana de octubre. La cita del miércoles empezó con unas palabras de Felipe López. El fundador aseguró que, si no hubiera vendido la totalidad de la empresa, habría cerrado. Habló poco, hizo algunas bromas sobre su cumpleaños, que había sido el día anterior, y cedió la palabra a Gabriel GIlinski, que después de un comienzo cordial, en el que que afirmó que la revista respeta las decisiones de todos, aludiendo a las renuncias, advirtió de que a él nadie le ponía condiciones y que varias de las personas que habían decidido irse querían imponerse ante sus decisiones. Anunció que la apuesta en adelante sería digital. “El que se suba a este cambio, bienvenido, el que no, ni modo”. Ese fue el fondo de su mensaje, según relata uno de los asistentes.

Jaime Flórez, tras recoger de manos del rey Felipe, en nombre del equipo de investigación de ‘Semana’, el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España. CHEMA MOYA / EFE

Desde que se conocieron las renuncias, Dávila apenas se ha referido al tema con un par de trinos con los que le desea buena suerte a los que se fueron. En la reunión del miércoles reconoció que la salida de Ricardo y del resto de periodistas era una gran pérdida, un golpe, dio las gracias por su nombramiento, se comprometió a trabajar duro y pidió lealtad. Quienes han convivido con ella en la redacción reconocen su capacidad de trabajo pese a cuestionar su estilo periodístico. “No se desconecta un segundo”, dice alguien de su equipo. Gilinski la presentó como una mujer que ha sabido “reinventarse”.

Algunos reporteros reconocen con lástima que, a pesar del nivel de periodistas como Ricardo Calderón, la edición en papel estaba condenada a desaparecer. Entre varios de los que quedaron se repite la idea de que el miedo a ser despedidos en cualquier momento era constante. Desde que Gabriel Gilinski (cuya familia es dueña del banco GNB Sudameris y hoteles de lujo, entre otros negocios) compró la mitad de Publicaciones Semana a principios del 2019, el nuevo accionista aspiraba a hacer cambios al modelo de negocios dando prioridad a las audiencias digitales más que a la distribución de la revista impresa. “Para el 2021, más del 50% de los ingresos de la compañía serán digitales”, dijo a El PAÍS Gilinski, quien ha diseñado muchos de los cambios junto a Sandra Suárez.

Para reforzar la apuesta digital Semana tomó varias medidas: en 2019 invirtieron en ARC, una plataforma creada por el Washington Post para subir contenido a la web; a principios del 2020 contrataron como responsable de estrategia digital a Victor Rottenstein, quien venía de trabajar con el portal argentino de noticias virales Infobae. Cuando empezó la pandemia, lograron capitalizar sus antiguos foros presenciales en nuevos encuentros digitales con la ayuda de patrocinadores. Y en febrero del 2020 crearon un nuevo canal digital, Semana Tv, que no se transmite solo en la página sino en plataformas como Youtube o Facebook.

“Semana Tv generó un crecimiento audiovisual en todo el ecosistema de productos de la compañía incluyendo las redes sociales”, asegura Suárez a EL PAÍS. En el caso de la publicidad, por ejemplo, la empresa aprovechó su fortalecimiento en vídeo para ofrecer pautas audiovisuales a las empresas que se distribuyen en la página web y en las redes sociales. Según los directivos, las suscripciones digitales aumentaron en un 57% desde septiembre y los ingresos digitales de anunciantes crecieron nueve veces si se comparan las cifras de enero con las de noviembre.

Pero no todos los cambios fueron en inversión de tecnología. Semana también contrató a nuevas figuras virales que venían de radio y televisión. Además de Vicky Dávila, procedente de W Radio, el presentador de televisión Luis Carlos Vélez, o la columnista Salud Hernández. Todas ellas, de visión conservadora. Para ofrecer un punto de vista progresista también fichó al investigador Ariel Ávila, que fue despedido en noviembre.

Gilinski reconoce que “la unificación de la redacción causó unos malestares, pero era una decisión que era absolutamente necesaria porque era lo que necesitábamos hacer para poder llevar la empresa a donde consideramos que va a ser la nueva frontera”. Esos cambios editoriales son los que han dado la impresión de que Semana abandonó el periodismo investigativo a cambio de más noticias virales. “Semana va a seguir haciendo investigaciones de largo aliento”, asegura el nuevo dueño ante las críticas. “¿Por qué no nos dan un chance para demostrar que el nuevo modelo funciona y que será equilibrado?”. Personas de la revista aseguran que escucharon a Gilinski decir más de una vez que este nuevo modelo de negocios apunta a convertir a Semana en una especie de Fox News, el exitoso canal de la derecha en Estados Unidos. Una afirmación que él no ha repetido nunca en público, aunque reconoció a El PAÍS que quiere “fortalecer los programas de opinión y que se cataloguen como programas de opinión, porque creo que a través de la opinión y del debate se genera la posibilidad de entender mejor el país”.

Ante la renuncia de columnistas que son más asociados con la izquierda, como Antonio Caballero, Gilinski asegura que a pesar de las dimisiones “Semana será un medio de comunicación equilibrado”. Y aunque el periodista Daniel Coronell contó en abril de este año que Gilinski decía por teléfono que era uribista y trumpista, este asegura a El PAÍS: “Tengo mis ideas y mis convicciones y no las defino de manera tan simplista”. En su opinión, “el prestigio es una palabra relativa, y lo que para unos es prestigioso para otros no, particularmente en un país polarizado como es Colombia”. “Yo no me quiero meter a calificar a los periodistas, yo simplemente lo que estoy tratando de crear es un ecosistema con el talento que creo necesario para que funcione”.

“Mi renuncia fue tras ver a todos los que renunciaban y a los que se estaban quedando con la revista: cada vez más de derecha, y sometidos al populismo informativo y al amarillismo que lleva la directora Vicky Dávila”, relata a El PAÍS Antonio Caballero, quien abandonó después de ser colaborador de Semana durante 35 años. Caballero enviaba su columna semanal y no tenía mayor interacción con la redacción, pero su partida es la pérdida de unos de las firmas insignia con posturas progresistas de Semana y del país. “No renuncié antes porque yo vivía de Semana, y porque aún cabían varios puntos de vista en la revista. Pero ya no existe esa posibilidad”.

Dávila fue copando espacios y es la que más vistas atrae con su programa Vicky en Semana. Y acabó desplazando al reconocido programa de análisis que presentaba María Jimena Duzán (que antes se programaba en el canal Cablenoticias y con los cambios tuvo que pasar al canal digital). Duzán decidió entonces explotar el formato audiovisual para hacer investigación. Había lanzado recientemente una nueva serie llamada Mafialand en la que se explicaban las relaciones del poder político con el de las mafias colombianas y la criminalidad.

Coronell y “el canario de la mina de carbón”

Ricardo Calderón, en las instalaciones de revista Semana en Bogotá.CAMILO ROZO

En la crónica del fin de la revista Semana como se la ha conocido hasta ahora, hay tres escenas que sirvieron de advertencia de los cambios que sobrevenían: el primer despido de Daniel Coronell, el columnista más leído en Colombia, al criticar que la revista dejara de publicar en mayo de 2019 una investigación que luego retomó The New York Timessu reenganche dos semanas más tarde cuando Gilinski lo convenció para volver; y la cancelación final del espacio de opinión a comienzos de 2020, tras otra columna crítica del periodista. En sus palabras, y en el contexto actual, él sería como “el canario de la mina de carbón” que primero sufrió los efectos tóxicos y advirtió de la explosión.

Coronell también fue el primero en conocer y divulgar las intenciones de Gilinski de convertir la revista en un Fox News colombiano. Y ha reconocido también que fue un error regresar a la revista en 2019. Como relatan varias fuentes internas, aunque Gilinski le prometió volver con independencia, la realidad es que la tregua fue corta y el nuevo dueño comenzó a hacerle comentarios editoriales al columnista. A eso se sumó que Dávila no fue bien recibida por los veteranos de la redacción impresa que ven en ella un estilo descuidado tanto en el lenguaje como en el contenido.

“Con su llegada, la revista funcionaba como Jekyll y Mr. Hide. Y uno trataba de explicar que la impresa era una cosa y la digital, otra. Pero eso dejó de ser sostenible cuando se anunció que ella dirigiría toda la revista”, cuenta Vladdo, caricaturista de Semana en los últimos 24 años, quien renunció también el martes. “No podía seguir ahí bajo la dirección de una persona con un estilo amarillista y de periodismo con el que no comulgo y que pone por encima el protagonismo de ella en perjuicio de los hechos y el análisis. Es como si a una junta de cirujanos, llega un carnicero a dirigir”, agregó en conversación con EL PAÍS.

El viraje se aceleró estrepitosamente en los últimos meses, con un Gobierno preocupado por la fiscalización de los medios y el aparato vinculado al expresidente Uribe deseoso de controlar el relato público sobre los escándalos que afectan al político. A pesar de las críticas, varias fuentes coinciden en que la apuesta podría resultar rentable. “No creo que se haya acabado Semana. Como en la física, las cosas se transforman. Desafortunadamente en algo distinto de lo que fue y significó en un momento la revista”, asegura uno de los consultados. El precio: dejar de lado el periodismo que la caracterizó.

Ruptura y ocaso de la Suiza de América: el punk como resistencia en la generación contracultural de los 90 en Uruguay

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Por, Mauricio Cheguhem Riani, Universidad de Salamanca. Tomado del libro: DIMENSIONES. El espacio y sus significados en la literatura hispánica.

Visité a Idea Vilariño en su casa en Montevideo en 2001 cuando pude conocer Uruguay (apenas dos días) gracias al Premio Alfaguara. Montevideo estaba vacío y frente a las puertas cerradas de casas y edificios, hombres y mujeres veían fijamente el horizonte desde el malecón como si con la fuerza de su mirada imantaran a una nave que llegara a embarcarlos para llevárselos. Montevideo me pareció bello y triste. Anacrónico también. Helena y Eduardo Galeano, ausentes (en España o en Estados Unidos, no sé) mi imaginación los suspendió en el tiempo, como a Uruguay, el más europeo de los países de América Latina, suspendido entre Europa y América Latina, suspendido como una pompa de jabón entre el pasado y el futuro, suspendido como un paraíso perdido.
Elena Poniatowska
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Durante la primera mitad del siglo xx Uruguay fue un auspicioso laboratorio político y social anclado en el Cono-Sur americano. Las leyes liberales de principio de siglo fueron la base principal para la construcción de un temprano Estado de Bienestar. La explosiva inmigración alimentó una ideología liberal pocas veces conocida en Latinoamérica. Este período histórico es el que le da el rótulo de «Suiza de América». Eric Hobsbawm en Historia del siglo XX asegura que Uruguay fue tal vez la única democracia real del continente (1). Sin embargo este proyecto eclosionó; transcurrida las décadas de los 60 y 70 el país ingresa en el colapso económico, la inestabilidad política y una dolorosa fractura social: era —efectivamente— el preludio de las dictaduras militares del Cono-Sur.

El presente análisis tiene como objetivo identificar las estéticas punk y de resistencia en el proceso de la postdictadura o la transición uruguaya; es decir: entre los años 1985 y 1999. Esta aproximación tiene como protagonistas a la generación de los 80 y 90, también conocida como movimiento contracultural. Intentaremos comparar, por lo tanto, la dimensión político-estética de las nuevas narrativas jóvenes en la sociedad uruguaya a través de textos de Julio Inverso y Lalo Barrubia. Estamos acá ante el corolario de la Suiza de América.

Los 90: postdictadura y neoliberalismo

La década de los 90 —a la que atenderemos especialmente— está marcada por la transición política entre la dictadura y la democracia plena. También conocida —por lo estudios culturales— como tiempos postdictadura, la presente década está marcada por tres aspectos relevantes al presente trabajo: 1) los frágiles intentos por restaurar la paz social, marcada por la instancia «postdictadura»; 2) auge y esplendor de las políticas noeliberales en materia económica y 3) aparición de estéticas neo-vanguardistas, irruptoras y posmodernas. Es en este triple marco que surge la poética punk o gótica de los mencionados escritores Julio Inverso y Lalo Barrubia.

Julio Inverso. Tomada de ambaryspunk.blogspot.com

En primera instancia debemos afirmar que los intentos por instaurar una paz social se complejizaban con el transcurso de la década, fundamentalmente por la constante desigualdad económica que crecía en el país, pero también en todo el continente americano. Eran los tiempos de mayor vigencia del neoliberalismo, consagrado por la caída del muro de Berlín y del Socialismo Real. El teórico brasilero Avelar relaciona estos dos fenómenos, postdictadura-neoliberalismo: «En América Latina la introducción de esta nueva etapa del capital fue precisamente el papel epocal que jugaron las dictaduras. De nuevo, vale la pena recordar la frase de Eduardo Galeano: se torturó al pueblo para que los precios pudieran ser libres. Si la función de las dictaduras fue la instalación de la etapa posmoderna del capital, la tarea de la escritura en las postdictaduras posmodernas será necesariamente distinta a la de las postdictaduras anteriores»(2).

Según el testimonio de Galeano, el neoliberalismo es la consecuencia directa de las dictaduras del Cono-Sur. Avelar asegura, a su vez, que el tiempo de la transición es el marco histórico de la postmodernidad en la región. Una vez planteada la relación postdictadura y neoliberalismo debemos completar la tríada con el concepto de postmodernidad. Según Avelar esta tríada es la base políticoestética de la década de los 80 y 90. Debemos entender aquí postmodernidad en el sentido que le otorga Jameson, aquella fase de la historia donde el capital ha llegado a cada rincón del planeta. Esta asociación entre postmodernidad y neoliberalismo se funde en la cultura uruguaya a instancias de la postdictadura.

Es en este complejo esquema de finales de siglo donde se propagan las estéticas punk, como modo de resistencia a la ausencia de un proyecto político propio a merced de un capitalismo totalizador y vociferante. Naomi Klein señala en el mismo sentido: la nueva etapa del capital —como apunta Avelar— ingresa en la cultura latinoamericana a instancias de la postdictadura. La visión de una nueva dictadura de masas, regida por el capital económico internacional, despierta en los escritores uruguayos un rechazo generalizado. Julio Inverso, poeta emblemático de los 90, resume la década de este modo:

Estábamos entrando de llena en la era Peñarol, la manga callejera, el HIV, las drogas bobas, sin psicodelia, la acelerada y pestilente televisión poluída, los shoppings, la mano enguantada que roba y después nada queda claro, el consumo masivo de lexotán, el movicom y los neogurúes, el rock recatado e insulso, la ebriedad multiplicada, los políticos cada vez más truchos, el fin de las utopías, la gente hablando sola por la calle, el arte visto como artículo suntuario, inaccesible, el derrumbe moral, el ensanchamiento escandaloso de los cinturones de miseria, los discursos inconsistentes, los asesinatos de menores por la policía, la locura y el miedo, los suicidios, el descreimiento. El infierno (3).

En la escritura de Inverso podemos detectar —como en círculos del infierno— el complejo paradigma de finales de siglo donde se propagan las estéticas punk, como modo de protesta a la ausencia de un proyecto político propio a merced de un capitalismo incontrolable. Es en este nuevo contexto de postmodernidad donde los artistas uruguayos intentan superar las heridas de la dictadura. Esta visión pesimista de la realidad nacional, abocada a la ruina y al «derrumbe moral» es el espacio propicio para la emancipación de nuevas estéticas de resistencia, desconformidad y neo-vanguardia.

Movimiento contracultural 80 y 90

Llamada por el desengaño, por la confirmación de la caída del proyecto político, la juventud de los 90 representó un reto para las autoridades políticas pero también para todo el campo cultural. A través de manifestaciones urbanas, performances y otras intervenciones los artistas conformaron una red de protestas que llegaba a todas las artes y todos los sectores urbanos del Montevideo de finales de siglo. Este proceso de renovación en los cuadros culturales se vivió con una inusitada violencia en la historia uruguaya. Los jóvenes artistas, congregados en los bajos-fondos de la capital uruguaya, reclamaban una transformación necesaria en la política pero también en la estética nacional. Estamos aquí ante un enfrentamiento generacional sin precedentes. Hugo Achugar, crítico cultural, señala:

El oficialismo de izquierda, por su parte, apuesta al realismo y no sabe qué hacer con la insurgencia de algunos jóvenes. Desconoce la cultura que no encaja en su modelo, descubre a Sting por su trabajo a favor de los desaparecidos, intenta aceptar al rock nacional pero sigue condenando el imperialismo cultural sin mayor análisis y se encierra en un gueto político-estético […] Celebra el testimonio y la novela no ficcional pero se desconcierta con ciertas formas de la nueva vanguardia. Tiene un discurso populista y pluralista pero a la hora de antologizar poesía, rechaza la producción de un sector de la creación nacional por ‘feísta’ refugiándose en valores casi decimonónicos (4).

En este sentido, jóvenes artistas de todas las disciplinas (literatura, arte plástica, cine y danza) comenzaron por aquellos años una movida callejera que apuntaba contra la hegemonía política (heredera de la dictadura) y contra la hegemonía cultural (aquella izquierda oficial que señala Achugar). Estas manifestaciones dieron origen a la brigada callejera Tristán Tzara, comandada por grafiteros que exponían su arte-protesta por los muros de Montevideo. Algunos rezaban: «votá
a nadie, nadie te da pelota»; o aquella emblemática frase que escribieron en la pared de la Cinemateca en protesta hacia su director: «Manolo siniestro stalinista basta de Wadja queremos Andy Wharhol» (5).

A su vez, la movida contracultural dio origen a uno de los largometrajes más significativos de la época: Mi mamá era punk de Guillermo Casanova. En este documental de 40 minutos podemos apreciar los disturbios provocados por los jóvenes en las calles de aquella época: los grafitis de la brigada de artistas, el lanzamiento de bombas molotov en las esquinas del Palacio Legislativo y las protestas subversivas contra las redadas de la policía. En este documental podemos ver a una joven Lalo Barrubia —una de las escritoras más consagradas en la actualidad— arremetiendo contra el país y contra su gente.

En una novela posterior, pero ambientada en los 90, pegame que me gusta, la narradora arremete con la misma virulencia punk que deja percibir en eldocumental:

Creí que nunca me pasaría. Me hice mujer gracias a la ilusión de poder destruirlo todo. Incluso el amor, ese vicio pequeñoburgués de apegarse a otro y establecer una relación de poder, como me había pasado con Jota. Creí que podía ir por el mundo pateando y apedreando todo lo que fuera injusto, o sea todo, desde el estúpido sentido del progreso al estúpido feminismo, una lucha en esencia innecesaria, casi patética, reivindicar derechos que se tienen por naturaleza. Tomátelos y dejate de joder. Crecí rompiendo cadenas que volvían a cerrarse delante de mí y por eso romper no tenía un sentido, un objetivo, solo era el grito aislado de alguien que pretende una pureza moral que no existe (6).

Esta propuesta estética de ruptura, como es el caso de la neo-vanguardia o el punk, conlleva en la movida contracultura una reformulación del ethos artístico. Aquí surge, por lo tanto, la ruptura con las generaciones pasadas; puesto que la propuesta cultural de los jóvenes no era meramente estético, sino fundamentalmente ético. Este ethos no es otro que el del punk, el de las rupturas: lo contestatario e intransigente. Las filiaciones políticas se acercaban al anarquismo, como respuesta a la vacuidad del proyecto político. A diferencia de las generaciones pasadas, acá no hay una propuesta de construir, sino más bien una respuesta de destruir o deconstruir. Es un nuevo ethos que purga por una nueva balanza del capital simbólico. La base del enfrentamiento generacional pertenece, más que a lo estético, a lo ético. Aquí el punk juega un rol fundamental, como estética de resistencia y como marca de una ética categórica pero fundamentalmente anti-normativa.

Lalo Barrubia autora de pegame que me gusta

Esta postura intransigente (como nueva configuración del ethos) tenía una relación esquiva con la política. Contrario a los paradigmas del Boom o del Postboom (7), hay en esta nueva generación una resistencia al compromiso político partidario. Nuevamente en pegame que me gusta, Lalo Barrubia ilustra en este sentido: «Claro que era difícil ser anarquista en los noventa. Siempre fue duro ser anarquista, pero entonces se había convertido casi en una lucha sin esperanza, en un asunto de principios por los principios mismos» (8).

Esta ética de la resistencia, años después de la dictadura, se conforma ante «un estado de excepción [neoliberal] permanente» (9). Mientras los escritores del Postboom, como Galeano y Benedetti, protestaban desde las revistas nacionales
e internacionales; la nueva generación de artistas tomó la calle como resistencia tangible y real contra las nuevas políticas de Estado. Es en este momento estético político —es decir: las resistencias punks— donde se encuentran los escritores de los 90. Abanderados con una estética gótica (como vemos en el documental de Guillermo Casanova) los jóvenes de la movida contra-cultural no buscan un proyecto político, sino más bien derribar el presente, administrado por el capital financiero internacional.

Estéticas punk

Podemos advertir diferentes sub-géneros que surgen de este movimiento punk de finales de siglo. La proliferación de estas estéticas tiene como marco una clara «paratopía» de los sujetos (en el sentido de los personajes), los espacios y también los motivos narrativos. Hay, sin lugar a dudas, una búsqueda excéntrica de los espacios literarios.

Desde luego que este cambio, esta tensión del campo cultural, está dado por una «paratopía» inigualable en la historia literaria del Uruguay. Los antihéroes de la nueva narrativa uruguaya se encuentran en los márgenes políticos y económicos de la sociedad, de la misma manera que esta generación reclamaba pasar de la marginalidad al centro del campo literario. Los personajes en pegame que me gusta de Lalo Barrubia se intercalan entre drogadictos, artesanos ambulantes y vagabundos; figuras apátridas que deambulan por las fronteras de Montevideo. Fernando Aínsa sostiene que en esta época «El desencanto y la resignación invitan a ponerse a un “lado de la sociedad”; la elitista automarginación de antaño, se ha convertido en una expulsión, en una marginación cruenta» (10). Esta exclusión marca el recorrido de las narrativas punk de los 90.

Podemos advertir tres subgéneros de esta «paratopía» en la nueva narrativa uruguaya. En primer lugar el «realismo sucio» que, heredero de William Burroughsy, el bit norteamericano, parecía ser la estética ideal para esta nueva ola generacional. Aquí encontramos la literatura periodística de Gustavo Escanlar; pero también una novela emblemática de los 90 en esta línea: Zafiro (Yo solo quería ser el cantante de una banda de Rock and Roll) de Gustavo (Maca) Wajciechowski. En esta novela hay un retrato fiel del ambiente de la época: los asuntos interartísticos comienzan a poblar los tópicos literarios. En este sentido las líneas entre música y literatura cada vez se hacen más difusas; esto solo es posible a partir de la nueva estética punk que unificó la experiencia estética de la época.

Por otro lado, como una nueva vertiente del punk, surge un romanticismo gótico ya entrados los 90. Aquí fundamentalmente aparece la obra poética de Julio Inverso. Esta vertiente del «neoromanticismo» oscuro cobra fundamental vida a través de estos procesos culturales. En «Morgan, inmortal» Inverso hace fama de su malditismo: «La novia de Morgan objetó que los editores no entienden nada y que muchísimo menos iba a entender la poesía “gótica” de su novio» (11). La poética de Inverso se encuentra en las líneas de la resistencia uruguaya.

Finalmente, años después, surge una variante «tercermundista» del ciberpunk: la novela Trushpunk de Ramiro Sanchiz. En un futuro distópico, un escritor uruguayo busca un nuevo tipo de drogas que pretende revolucionar sociedades enteras. Esta variante tecnológica del punk demora diez años en concretarse en el país, pero dicha narrativa continúa las estéticas de resistencia de finales de siglo xx.

Conclusiones

Las décadas de los 80 y 90 estuvieron marcadas por la inestabilidad política, la profundización de las políticas neoliberales y la explosión de movimientos culturales contestatarios. En el marco del período de la postdictadura en América Latina, encontramos en Uruguay un movimiento urbano-artístico capaz de representar una resistencia estético-política ante el inminente desgaste del proyecto nacional a merced de una agenda capitalista global.

Los movimientos urbanos de los 80 y 90 estaban cruzados por una estética punk, tanto en la literatura, el cine-documental como en la poesía «performática». La batalla por el campo cultural había generado un movimiento estético anti-hegemónico política y culturalmente. Este nuevo ethos se gestó ante el ocaso y la ruptura de la Suiza de América, ante el vaciamiento absoluto de un proyecto político que despertó una virulencia inusitada en las obras artísticas y en las manifestaciones callejeras —ambas— cada vez más cercanas y en estrecha relación.

El desprecio por las clases dominantes del campo político, económico y cultural, motivó un movimiento «paratópico» en la estética nacional. La búsqueda por regiones marginales se vio motivada por una nueva concepción urbanística, exclusiva y de denuncia: la literatura uruguaya «se ha convertido en una expulsión, en una marginación cruenta» (12).

La estética punk por lo tanto ayudó aquí a un desplazamiento del foco de interés hacia los márgenes económicos y sociales como podemos ver en la literatura de Lalo Barrubia y Julio Inverso. En el marco del realismo sucio, la narrativa irruptora y postmoderna, el movimiento punk en la literatura se convierte en el eje contestatario fundamental y de resistencia para la generación que hoy en Uruguay goza del presente capital simbólico.


(1) E. Hobsbawm, Historia del siglo XX, México, Fondo de Cultura Económico, 2011.

(2) I. Avelar, Alegorías de la derrota: La ficción postdictatorial y el trabajo del duelo, Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2000, pág. 315.

(3) J. Inverso, Papeles de Juan Morgan, Montevideo, Estuario Editora, 2011, pág. 121.

(4) H. Achugar, La balsa de la medusa. Ensayos sobre identidad, cultura y fin de siglo en Uruguay, Montevideo, Trilce, 1994, pág. 50.

(5) J. Inverso, Papeles de Juan Morgan, Montevideo, Estuario Editora, 2011, pág. 11.

(6) L. Barrubia, pegame que me gusta, Montevideo, Criatura Editora, 2013, pág. 50.

(7) Donald Shaw asegura sobre este punto: «El otro escenario es totalmente distinto. En este segundo caso se vería el posboom como un movimiento arraigado en la nostalgia de la comunicabilidad. Los narradores serían más o menos “comprometidos” y se dirigirían a un público en el que hay cierto consenso acerca de la comprensibilidad de la realidad y acerca de la existencia objetiva de un mundo al que el lenguaje puede referirse sin problematizarlo excesivamente. Todo eso nos llevaría a un nuevo tipo de realismo, cimentado en algunas presuposiciones colectivamente aceptadas acerca de significados, verdades e ideales de justicia y libertad». Véase D. Shaw, Nueva narrativa hispanoamericana. Boom. Posboom. Posmodernismo, Cátedra, Madrid, 2005, pág. 367.

(8) L. Barrubia, pegame que me gusta. Montevideo, Criatura Editora, 2013, pág. 160.

(9) W. Benjamin., Tesis sobre la historia y otros fragmentos, México, Contrahistorias, 2005, pág. 22.

(10) F. Aínsa, Del canon a la periferia. Encuentros y transgresiones en la literatura uruguaya, Montevideo, Trilce, 2002, pág. 131.

(11) J. Inverso, Papeles de Juan Morgan. Montevideo, Estuario Editora, 2011, pág. 27.

(12) F. Aínsa, Del canon a la periferia. Encuentros y transgresiones en la literatura uruguaya, Montevideo, Trilce, 2002, pág. 131.


Bibliografía
Fuentes Primarias
Barrubia, L., pegame que me gusta, Montevideo, Criatura Editora, 2014.
Inverso, J., Papeles de Juan Morgan, Montevideo, Estuario, 2011.
Sanchiz, R., Trushpunk, Buenos Aires, Centro Estudios Contemporáneos, 2012.
Poniatowska, E., «Esencial y desesperada. Entrevista con Idea Vilariño», La Jornada semanal, núm.492, México DF, 2004, pág. 27.
Wajciechowski, G., Zafiro: yo solo quería ser el cantante de una banda de Rock and Roll, Montevideo, Estuario, 2011.
Fuentes Secundarias
Achugar, H., La balsa de la medusa. Ensayos sobre identidad, cultura y fin de siglo en Uruguay, Montevideo, Trilce, 1994.
Aínsa, F., Del canon a la periferia. Encuentros y transgresiones en la literatura uruguaya, Montevideo, Trilce, 2002.
Avelar, I., Alegorías de la derrota: La ficción postdictatorial y el trabajo del duelo, Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2000.
Benjamin, W., Tesis sobre la historia y otros fragmentos, México, Contrahistorias, 2005.
Hobsbawm, E., Historia del siglo XX, México, Fondo de Cultura Económico, 2011.
Shaw, D., Nueva narrativa hispanoamericana. Boom. Posboom. Posmodernismo,Cátedra, Madrid, 2005.
Klein, N., La doctrina del «shock»: el auge del capitalismo del desastre, Barcelona, Paidós, 2007.
Filmografía
Casanova, G., Mi mamá era punk, Montevideo, 1988, https://www.youtube.com/watch?v=l822azA0cXg

#Lacebraenimagenes. LA CAUSA. Asociación de Caricaturistas Colombianos Independientes

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Un resumen de opinión a través de la caricatura, por LA CAUSA, movimiento social de caricaturistas colombianos independientes que busca, por medio del colegaje, promover, difundir y defender la crítica social a través de manifestaciones artísticas.  

 “Positivo Paraco-Vicky” –  Una caricatura de Patán @patancartoon
“Indiferencia policial” –  Una caricatura de Ganso Ciego @ganso_ciego
“Silla preferencial” – Una caricatura de El Verdugo @elverdugo_caricatura
“Periodismo arrodillado” – Una caricatura de @penelopeilustra

” Delincuencia sin parar” – Una caricatura de @omicaricaturas

Rebeldía y exilio: Albert Camus

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Compartimos gracias a Sílaba Editores, el prólogo del libro: Rebeldía y exilio: Albert Camus (1913-2013). Homenaje en el centenario de su nacimiento, coordinado por Pablo Montoya.

Prólogo

Pablo Montoya 

Albert Camus es nuestro contemporáneo esencial. A cien años de su nacimiento, seguimos leyéndolo con interés y admiración. Con interés porque sus libros son necesarios para comprender su época, atravesada de guerras e injusticias, y comprender la nuestra que es una inobjetable continuación de la suya. Y con admiración porque la escritura de Camus sobresale por su sobriedad, su elegancia y su profundidad poética.

Pocos escritores nos han inquietado tanto, más cuando se hace un balance de la historia intelectual de Europa y América Latina del siglo XX. Su pensamiento nos incumbe demasiado a la hora de entender esas arduas relaciones entre política y ética, entre rebeldía y revolución, entre solidaridad y exilio, entre escritura y soledad, entre viaje y perplejidad.

La intención de este libro, con los diez ensayos que abordan desde diversas perspectivas la vida y obra de Camus, no pretende más que mostrar cómo en Colombia sus palabras resuenan de manera especial. De hecho, nos parece que esta es la más genuina y sincera forma de celebrar su natalicio. Dialogar desde el rigor académico y el recuerdo vivencial, desde el criterio polémico y el apunte íntimo, con los momentos culminantes de su obra.

Por estas páginas, y de la mano de escritores colombianos que pertenecen a generaciones diferentes, desfilan los núcleos de los libros siempre vitales de Camus: El primer hombre, El extranjero, La peste, El hombre rebelde, El mito de Sísifo, El revés y el derecho, La caída, Bodas, El exilio y el reino, El Verano y los Carnets.

El recorrido es llamativo porque nos damos cuenta, a través de estas miradas e interpretaciones, de que Camus transita, al menos en lo que tiene que ver con Colombia, de lo eminentemente político y filosófico, de los ámbitos sociales vapuleados por la violencia y el mal, a lo eminentemente poético y epifánico, a esas coordenadas en que ondea la soledad del artista comprometido con la honestidad de su escritura.

Esta es pues la forma en que celebramos a Albert Camus que, según las palabras de Sartre, su enemigo al final pero también su amigo del principio, es la “admirable conjunción de una persona, una acción y una obra”.

Envigado, julio de 2013


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Nos vemos en La Cuadra

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Existen lugares capaces de formar pliegues en la piel de las ciudades. Usted levanta al azar uno de esos pliegues y se encuentra con un juego de espejos, como palimpsestos que cuentan cada uno su propia historia y la refleja en el espejo de enfrente.

Pueden ser bares, plazas, templos, callejuelas, viejas casonas, tiendas de barrio, canchas. Uno se aproxima a ellos y siente en el aire el rumor de voces de quienes una vez los frecuentaron y ya no están: viajaron a tierras remotas o se fueron para siempre de este mundo.

Pero, de muchas maneras, allí están, aferrados a esos jirones de eternidad que el tiempo les arroja a modo de salvavidas.

Tienen la levedad del símbolo y la solidez de la piedra.

Tanto, que la gente los utiliza como mojones para no perderse en la barahúnda diaria.

Nos vemos en el Prometeo, en la tienda Mi arbolito, en la cancha de Los Carabineros, en el Teatro Capri, en el atrio de La Trinidad, en el bar Leticia, decían nuestros mayores a la hora de pactar las citas con los compadres o los encuentros de amor furtivo.

Nos vemos en La Cuadra, dijeron, dijimos muchos desde el nacimiento de lo que en principio fue una idea, luego un acuerdo y más tarde un tejido de lugares a la altura de la Avenida Circunvalar.

Tomada del Facebook de La Cuadra 2019

Fue en el año 2000, cuando un grupo de artistas liderado por los pintores Viviana Ángel y Jesús Calle, el fotógrafo Javier García y la gestora cultural Lucía Molina le dio vida a La Cuadra, talleres abiertos, como una forma de proponer un encuentro desde la estética con una ciudad que se empecinaba en echar abajo los sitios que una vez fueran su memoria viva.

Y la gente empezó a acudir al llamado. Primero con curiosidad y luego con esa clase de devoción propia de las ceremonias rituales.

Porque muy pronto La cuadra resultó ser eso: un ritual, un acto de comunión ciudadana en el que varias generaciones se reunieron durante dos décadas para reafirmar su particular manera de sentirse ligadas a unas calles, a unos modos particulares de ver el mundo.

Era pues ineludible que La cuadra deviniera fiesta. A las exposiciones y talleres se sumaron la música, el baile, el vino, el cine, el teatro.

Una puesta en escena reavivada durante veinte años el primer jueves de cada mes.

Los rumores de esa fiesta empezaron a escucharse en otros lugares del país.

¿En qué lugar de Pereira queda exactamente La Cuadra? Me preguntó, ávido, Ramón Rivas, un periodista cultural afincado en Bogotá.

En todas partes y en ninguna, le respondí. Es más bien un estado de la mente. Cada quien a su modo tiene su propia cuadra dibujada en la cartografía particular que le sirve de hoja de viaje para no extraviarse en una ciudad pequeña y vertiginosa a la vez.

Supongo que así fue y será para muchos habitantes y visitantes de la ciudad. Por eso cundió la desazón cuando, a comienzos de 2020, sus gestores anunciaron el final definitivo de la aventura.

Última actividad de La Cuadra en el 2020, antes del lanzamiento del libro La Cuadra 20 años, que se presentó el 5 de noviembre del 2020. Imagen tomada del Facebook de La Cuadra

Pero qué le hacemos, si así son los grandes amores. Y el de La Cuadra fue un gran amor engendrado en las entrañas mismas de la ciudad.

Esa clase de amores, tan escasos, se convierten en parte de uno. No importa si ya encienden otros cuerpos o atracan en puertos desconocidos. Siempre estarán allí, cada uno a su tiempo y a su modo.

Imagen tomada del facebook de La Cuadra Talleres Abiertos: “La Cuadra, 20 años de un proyecto de construcción colectiva”

Por eso, cada vez que sus fieles devotos concertan una cita vuelven a la vieja fórmula: Nos vemos en La cuadra.

El despertar de las bellas durmientes

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Tras la muerte de Gabriel García Márquez, la ex modelo y actriz brasilera Silvana de Faria descubrió que su encuentro fugaz con el autor colombiano se convirtió en literatura. Silvana aún no sale del desconcierto que le inspira ese mensaje que permaneció escondido mucho tiempo entre las líneas de un cuento peregrino.

Silvana de Faria con su nieta Ayla.

“Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida”, pensé, cuando la vi pasar con sus sigilosos trancos de leona, mientras yo hacía la cola para abordar el avión de Nueva York en el aeropuerto Charles de Gaulle de París.

Gabriel García Márquez, “El avión de la bella durmiente”.

Cuando el mundo se inundó con la noticia de la muerte de Gabriel García Márquez, Silvana de Faria sintió que despertaba de un largo encantamiento. Expresó su tristeza en su página de Facebook y recordó un encuentro que tuvieron, a finales de 1990, en el aeropuerto Charles de Gaulle. Su familia y sus amigos reaccionaron incrédulos. Silvana casi nunca había dicho que conoció a García Márquez. “Ya viene mi mamá con sus historias”, dijo Maya, su hija de doce años. Pero pronto empezó a revelarse que aquel fugaz encuentro también dejó una huella en Gabriel García Márquez.

Para convencer a los suyos de que no mentía, Silvana trató de buscar en internet alguna prueba de que García Márquez estaba en París por los días en que ella situaba su recuerdo. Así encontró “El avión de la bella durmiente”:

“Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaqueta de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales del color de las bugambilias”.

Al principio, Silvana no podía creer lo que leía. La descripción de sus rasgos y su atuendo era precisa. Recordaba bien la blusa y los zapatos rojos de Kenzo que llevaba aquel día. Pero eso no era todo. Dispersa entre las líneas de ese cuento estaba la conversación que sostuvieron mientras el caos del aeropuerto se solucionaba. “Es un vampiro”, pensó. “Lo estaba absorbiendo todo”. La historia en general tenía poco que ver con lo ocurrido. Silvana pensó que la escena del avión debía corresponder a otra experiencia, a otra mujer. Pero estaba segura de que Gabo -como él le pidió que lo llamara- le había enviado un mensaje, la había complacido en su pedido de que le escribiera un cuento. Lo triste era que el mensaje le había llegado tarde.

Desde entonces Silvana no ha parado de volver a ese recuerdo. Ha leído y releído “El avión de la bella durmiente” en todos los idiomas que conoce. Ha descubierto que el relato tuvo una versión temprana que prefigura el encuentro (una columna de prensa publicada en 1982). Se ha vuelto una experta en aspectos precisos de la vida y la obra de Gabriel García Márquez. Buscando respuestas, Silvana también ha empezado a aceptar la atención de los medios. La fama no le interesa para nada. Dice que hace tiempo tuvo sus quince minutos de fama y que no quiere un minuto más. Pero tiene la esperanza de encontrarse con respuestas, claridades, que le ayuden a entender ese raro episodio en que se ha visto involucrada.


La mujer de las selvas

Silvana nació en Acre, un pueblo del Amazonas brasilero, cerca de las fronteras con Perú y Bolivia. Sus abuelos caucheros tuvieron una enorme fortuna. Eran dueños de embarcaciones y de enormes casonas en la selva. En 1910, cuando nació su padre, la fortuna familiar empezaba a declinar. Las compañías internacionales se habían llevado las semillas de caucho a Malasia, donde la explotación y el transporte eran más fáciles, y la abuela de Silvana terminó de criar a sus hijos vendiendo las joyas de sus antepasados. Hace cincuenta años, cuando nació Silvana, ya todas las riquezas se habían evaporado.

La familia se mudó a Belém, al norte del Brasil, y Silvana creció con el sueño de vivir en París. Quería ser profesora, investigar, escribir libros. Pero sus padres no tenían recursos para enviarla. En 1984, un golpe de suerte le permitió a Silvana conocer al director inglés, John Boorman, quien le dio un papel pequeño en la película Emerald Forest. Con lo que le pagaron, compró el tiquete de avión. Tenía veinte años cuando llegó a París con la intención de estudiar Historia del Arte en la Sorbona.

Gracias a su belleza exótica, Silvana encontró trabajos de actuación y modelaje que le ayudaron a sobrevivir y a pagarse los estudios. También tuvo una incipiente carrera como cantante. Tenía la ilusión de ingresar a la exigente Ecole du Louvre, pero le resultaba muy difícil estudiar y trabajar. El cansancio la abrumaba, pasaba mucho tiempo de un lado para otro, viajando en el Metro y viviendo en casas de amigos o en cuartos alquilados. Al final, se enamoró del director francés Gilles Behat, quedó embarazada y se alejó de los estudios. Su hija, Oona, tenía siete meses cuando Silvana conoció a García Márquez.

Silvana tenía veintiséis años y se sentía descontenta con su vida. Su esposo había pensado que una visita de sus padres podría ser beneficiosa. Aquel día de octubre de 1990, Silvana había ido a recibirlos. Cuando llegó, el aeropuerto estaba cerrado por mal tiempo y el terminal parecía un refugio para náufragos.

“Gentes de toda ley habían desbordado las salas de espera, y estaban acampadas en los corredores sofocantes, y aun en las escaleras, tendidas por los suelos con sus animales y sus niños, y sus enseres de viaje. También la comunicación con la ciudad estaba interrumpida, y el palacio de plástico transparente parecía una inmensa cápsula espacial varada en la tormenta. No pude evitar la idea de que también la bella debía estar en algún lugar en medio de aquellas hordas mansas, y esa fantasía me infundió nuevos ánimos para esperar”.

Silvana no consigue precisar quién de los dos llegó a ocupar la única silla disponible. Lo cierto es que quedaron uno al lado del otro y que se entendieron de inmediato. Silvana pensó: “Que homem Simpático”.  Tenía un aire elegante, olía bien, le pareció italiano. Cuando sonrió, Silvana pensó que tenía bonitos dientes.

Monólogo de la bella

“Me encanta la gente con dientes bonitos. Yo misma estoy obsesionada con los dentistas. Así que me gustó su sonrisa. Había leído Cien años de soledad -que me encantaba, lo leí muchas veces cuando vivía en Brasil- y El amor en los tiempos del cólera, pero no lo reconocí cuando lo vi en el aeropuerto. En aquel tiempo no existía el internet y uno leía los libros sin pensar mucho en la cara que tenían sus autores. Yo estaba esperando a mis padres, que venían de Brasil. No recuerdo muy bien la ropa que él llevaba. Tal vez tenía un chaleco de tartán. Me conmueve pensar en todo eso. No digo que yo sea su “inspiración”, porque no puedo probarlo. Es por eso que ando en busca de respuestas en quienes lo conocieron. Lo único que tengo es la poderosa sensación de que él estaba coqueteando conmigo y, cuando leí la historia, me dije: “Aquí hay un mensaje para mí”. De eso estoy segura.

“En ‘El avión de la bella durmiente’ nada ocurre como en nuestro encuentro, pero todo está ahí como subtexto: lo que le conté sobre mi vida, lo que hablamos del amor, de intuiciones que se vuelven realidades, de los signos del zodiaco, del montón de pastillas que tomaba en aquel tiempo (incluso las de dormir). Al final, por ejemplo, encuentro una alusión. Él me había pedido que le contara mi vida y yo le hablé de mi infancia en Acre, el pueblo de las selvas del Amazonas donde nací. Le hablé de mis antepasados, de la modesta casita de madera donde vivía con mi familia. La versión final del cuento, la que incluyó en el libro publicado en 1992, termina con la frase: ‘… y desapareció hasta el sol de hoy en la amazonia de Nueva York’.

“El tema de los signos del zodiaco le interesaba. También la frase ‘¡Por qué no nací Tauro!’ fue agregada para la versión final de su relato y pienso que es otra alusión a lo que hablamos. Yo le había dicho que elegí vivir en París por mi signo del zodiaco. Le dije que yo era Leo y no puedo evitar encontrar un reflejo de esa respuesta en los “trancos de leona” y en los jardines “devastados por leones”. También le dije que mi ascendente era Tauro y mi descendente Escorpión, pero que éste no me gustaba por el temperamento fuerte. Él me dijo que era Piscis, pero que quería ser Tauro. ‘¿Piscis?’, le dije, y me reí. Le conté que mi madre también era Piscis, que las personas de ese signo eran muy amables y que su problema era que siempre querían hacer felices a los demás.

“La referencia sobre el amor a primera vista también es una señal. Cuando me preguntó cómo era mi vida en París le dije que estaba allí por culpa del amor a primera vista. Pero no entré en detalles. No quise decirle que estaba casada, porque pensé que eso lo haría sentirse incómodo. Yo había notado que me estaba coqueteando y que era un hombre tímido. Pensé que era frágil e inseguro. Me hizo muchas preguntas, pero no me preguntó si era casada. Así que lo dejé que adivinara. En aquel tiempo no sabía si quería seguir viviendo en París o marcharme a otro lado. Amaba al padre de mi hija, pero había muchos celos. Era muy posesivo y a mí me encanta hablar con todo el mundo. Hablar es mi deporte preferido.

“Yo soy como un imán. Me he encontrado en la vida a muchos de mis héroes. No necesito viajar mucho, porque es como si ellos vinieran a mí. Aquel encuentro con Gabo fue fascinante. Al principio nos saludamos en francés. Después, él me dijo que era de Colombia y que hablaba español. Tuvimos una divertida discusión sobre si se decía español o castellano. Yo le dije que podía entenderlo si me hablaba despacio, pero que yo hablaría francés o portuñol. Le hizo gracia la palabra portuñol. No parábamos de hablar. Hablamos sobre el amor, sobre literatura, sobre las coincidencias, sobre el café de Brasil y el de Colombia, sobre cosas que uno a veces imagina y que luego se vuelven realidad.

“Es divertido. Le pregunté muchas veces si iba a viajar y nunca me respondió. Siempre que quise saber algo personal, me respondía con otra pregunta. No llevaba equipaje, por eso presumo que no iba a ningún lado. Sólo después de mucho preguntarle me dijo que estaba esperando a su hijo. Pero no me dio más detalles.

“Cuando por fin lo reconocí me sentí muy disgustada. Estaba furiosa con él, por no haberme dicho quién era, y conmigo, por haber hecho unos comentarios desobligantes sobre La bella palomera, la película de Ruy Guerra basada en uno de sus libros. Habíamos estado hablando de cine, yo le había contado de mi experiencia como actriz de cine y televisión, y fue él quien me preguntó si conocía a Ruy Guerra. Le dije que claro que conocía su trabajo. Ruy Guerra es de Mozambique, pero las películas que lo hicieron famoso fueron hechas en Brasil. Le dije que hacía poco había visto esa película y él me preguntó si me había gustado. ‘Más o menos’, le respondí. Le dije que no me había gustado el tratamiento que Guerra le había dado a la historia de Gabriel García Márquez. ¿Te imaginas? Yo no tenía idea de con quién estaba hablando. Le dije que el casting estaba equivocado, que la chica estaba bien, que era bonita, y lo mismo el esposo, pero que el amante no tenía presentación. Le dije que como mujer no podía imaginar por un minuto que la bella palomera pudiera enamorarse de ese hombre. Yo no paraba de hablar y hablar y hablar.  Le dije que me gustaba Eréndira, la primera película de Ruy Guerra, porque estaba  llena de poesía. Le dije que me encantaban Irene Papas y la protagonista, Claudia Ohana, pero que, con La bella palomera, Guerra había hecho un mal trabajo. Hablé mal de la escenografía, de los problemas del doblaje. Me dediqué a analizar toda la película y él se limitaba a escucharme. Dios mío, soy terrible. Me hacen una pregunta y no paro de hablar. Eso me pasó en el aeropuerto. Dije que la escena donde Bella camina con la sombrilla era una copia de una escena de La hija de Ryan, de David Lean. Dije que tenía la impresión de que Ruy Guerra no tenía dinero para hacer la película, que el set olía a viejo, no por que la historia lo exigiera sino por la improvisación, porque usaron lo que tenían a la mano. Soy una persona apasionada. Amo el cine, me tomaba muy en serio lo que decía y él seguía escuchando mi crítica alocada. Por eso me sentí tan mal, al final del día, cuando lo reconocí. Quería morirme. Trató de defender a Ruy Guerra y yo me burlé de él. Le dije: ‘Sí, claro. Tenías que ser Piscis’.

Foto Luiz Braga

“Las horas pasaban y nosotros hablábamos como viejos amigos. El caos del aeropuerto no importaba para nada. Yo me había olvidado de que esperaba a mis padres. Disfrutaba de manera absoluta de la conversación. Él es de ese tipo de personas que miran a los ojos cuando te hablan. Tiene unos gestos con las manos y los brazos que son muy agradables… quiero decir, eratenía. Pobre Gabo, me da pena y tristeza pensar que está muerto.

“Sólo supe quién era poco antes de despedirnos. Fue al final de la tarde. La calefacción del aeropuerto era muy alta y decidimos buscar agua. Seguimos hablando y caminando. Me encantaba su compañía y su coquetería. Era apuesto y no tenía la actitud de macho de la mayoría de los latinoamericanos. Después de mucho preguntarle qué hacía, me dijo que era periodista. Entonces, de repente, tuve la revelación.

“‘¡Yo te conozco!’, exclamé en voz alta y creo que todos en el aeropuerto me escucharon. ‘Mi madre me regaló O Amor nos Tempos da Cólera y tu fotografía está en la contraportada’.

“Él me dijo: ‘Y la foto, ¿me hace justicia?’, o algo por el estilo.

“Yo no podía creerlo. Le dije: ‘Vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad’. Es una frase que mi madre siempre dice, creo que es del Eclesiastés.

“Me sentía furiosa y me alejé. Pero él siguió detrás de mí, me tomó del brazo y me detuvo. Me preguntó por qué estaba enojada y me pidió que me calmara. Le dije que si hubiera sabido quién era no habría dicho todo lo que dije. ‘¿Quién soy yo para criticar a Ruy Guerra?

’“Yo no quería estar ahí. Me sentía avergonzada. Dije que lo sentía y que tenía que irme. Pero él siguió caminando a mi lado. Nunca dejó de ser amable y educado, pero mi reacción fue convirtiendo todo aquello en una especie de novelón mexicano. ¿Te imaginas? Parecíamos una vieja pareja discutiendo en el aeropuerto. Yo me sentía una idiota. Traté de calmarme, mientras él seguía tomándome del brazo. En aquel tiempo yo era muy delgada. Era como una ramita en sus manos. Le dije que lo sentía y que tenía que irme. En ese momento pude ver a mis padres a través de los cristales. Me pidió una agenda que yo llevaba en la mano y me dijo: ‘Ya sabes mi nombre. Pero, para ti, soy Gabo’. Escribió su teléfono, su número de fax y su dirección postal en México. Me dijo: ‘Me vas a escribir, cierto? Escríbeme, por favor’.

“Yo le dije: ‘Sólo si me escribes un cuento’, y agregué: ‘Un cuento… y un guión de cine’. “Él me miraba de cerca y le dije: ‘Gabo, estoy bromeando’. Entonces nos despedimos como los franceses, con un beso en cada mejilla.

“Cuando ya me alejaba, su voz me alcanzó: ‘¡No me dijiste tu nombre!’ Le respondí: ‘No te lo diré. Tú no me dijiste quién eras. Eres un mentiroso’. Pero volví a acercarme: “Mi nombre es Silvana”. Dijo: “Silbana”, como quien dice ‘banana’, y me reí de su pronunciación. ‘Silvana’, le dije. Volvió a decir ‘Silbana’. Entonces le dije: ‘Esta bien, para ti seré SilBana’.

“Después de reunirme con mis padres, me volví a buscarlo en la distancia y vi que estaba hablando con una mujer alta, de cabello oscuro, que todo el tiempo estuvo sentada cerca de nosotros. La reconocí hace unos meses, cuando vi los reportes de televisión y comprendí que era la Gaba”.

El e-mail de la bella durmiente

La última vez que vi a Gabriel García Márquez fue en diciembre de 1997, durante un taller de narración periodística, en Barranquilla, y en casa de su madre, en Cartagena. Pero seguí encontrándolo en los laberintos de los sueños. Hace diez días volví a soñar con él.  Esta vez tenía cuerpo de niño y dormía, incómodo y con los pies en el aire, sobre algo con aspecto de sofá. Me acerqué a acomodarlo y lo cubrí con una manta. A la mañana siguiente encontré el primer mensaje de Silvana de Faria.

Silvana había leído en mi blog una crónica sobre el taller de narración en Barranquilla. La había encontrado porque hacía referencia a “El avión de la bella durmiente”. Agradecía de antemano la información que yo pudiera darle sobre ese relato.

En el taller de narración, García Márquez había dicho que nada en ese cuento era inventado: “Cuando la mujer subió al avión y se sentó a mi lado, me quedé pasmado. Yo no he visto nada igual. Antes de que el avión despegara se tomó una pastilla, se cubrió los ojos y durmió todo el viaje. Yo viajé sin moverme y casi sin respirar. Sólo cambió de posición una vez. Es indescriptible la belleza de esa mujer. Al llegar la estaba esperando un ejecutivo con unas rosas. Sólo supe su apellido: Mrs Warren”. Era evidente que García Márquez seguía pensando en la mujer. “Qué tal que haya leído ese cuento y nunca sepa que era ella”. Podría decirse que en ese comentario latía la esperanza de que se manifestara. También en el taller de narrativa García Márquez había hablado de su descontento como Piscis: “Mejor me voy para Tauro”.

Cuando le respondí lo que sabía, Silvana me habló del encuentro en el aeropuerto Charles de Gaulle y me dijo que tenía la certeza de que García Márquez le había enviado una señal. Así empezó a contarme su historia. Me habló de su infancia en el Amazonas, de su sueño de viajar a París, de las fortunas e infortunios que le trajo su belleza y de los hombres que quisieron comprarla.

Tras una relación difícil con el padre de Oona, su hija mayor, Silvana decidió dejar París y mudarse a Londres, en 1994. Allí conoció a su segundo esposo, el músico Martin Ditcham, con quien tiene una hija de doce años llamada Maya. Silvana decidió hace mucho tiempo abandonar la actuación, la música y el modelaje para dedicarse a su familia. Ahora es una hermosa abuela de cincuenta años, llena de fortaleza y de espiritualidad. Todos los días se levanta a las cuatro a meditar. Cree en las intuiciones y en lo sobrenatural. Admite con resignación que ella misma es como un imán. Eso explica los encuentros mágicos que ha tenido con sus héroes de juventud. No sólo tiene historia con García Márquez, sino también con el guitarrista de Led Zepellin, Jimmy Page -su ídolo desde que tenía nueve años-, con Eric Clapton y con el parlamentario laborista Tony Benn. Silvana le debe a Tony Benn su ocupación más reciente. Desde hace unos años, se ha dedicado a producir documentales de apoyo a la causa palestina. En marzo pasado, la muerte de Benn, a los 89 años de edad, la afectó muchísimo. Un mes más tarde, la muerte de Gabriel García Márquez terminó de devastarla.

Silvana habla más que perdido cuando aparece. Por los días en que empezó a contarme su historia estaba a punto de salir una nota en Newsweek Europa, escrita por el novelista y crítico inglés Nicholas Shakespeare. Silvana estaba inquieta y asustada. Fue difícil que aceptara posar para unas fotos que ilustrarían el artículo.

Nicholas Shakespeare -un remoto pariente del afamado William- ha venido preparando a Silvana para el exceso de atención y las polémicas que puedan generarse. También le ha ayudado a entender el mensaje misterioso que García Márquez le dejó entre líneas. Tiene incluso la sospecha que hay algo de Silvana en algunos pasajes de Memorias de mis putas tristes.

García Márquez insistió mucho en que no había una sola línea de su obra que no estuviera inspirada en la realidad. La historia de Silvana parece una parte mínima de los muchos secretos que guardan sus libros. Quizá algún día sepamos quién fue la misteriosa Mrs. Warren que dormía en el avión. Pero nunca sabremos cuántas bellas durmientes habitan ese cuento y jamás conoceremos la totalidad de los secretos que, con marcas de agua, dejó García Márquez. Por lo pronto, hemos tenido el privilegio de encontrar el origen de unas frases enigmáticas en uno de sus cuentos peregrinos.

Escrito en las estrellas

Todo esto es muy extraño”, dice Silvana por Skype, mientras juega con su nieta. “No se me ocurre otra palabra para definirlo. La descripción que él hace en su nota de prensa de 1982 corresponde a lo que yo llevaba cuando nos encontramos en octubre de 1990. Nicholas me ha dicho que cuando nos encontramos García Márquez estaba recorriendo Europa, visitando lugares, recordando ambientes, para su libro Doce cuentos peregrinos. A veces he pensado que fue al aeropuerto porque tenía la certeza de que iba a encontrarme. Lo imagino buscando los zapatos rojos.

“Cuando Nicholas ofreció mi historia, hubo muchas revistas y periódicos interesados. Yo no quiero ser célebre. Sólo quiero entender. Me resulta un misterio que la Gaba hubiera estado cerca de nosotros todo el tiempo y que no hubiera intervenido. Era evidente que su esposo coqueteaba conmigo. He pensado que su relación podía ser un poco como la de mis padres. Mi madre siempre supo que mi padre tenía amantes, pero ella no se preocupaba. Decía: “Él siempre va a regresar”. Poco antes de la publicación en Newsweek, Nicholas me advirtió que debía prepararme para que me dijeran que soy una oportunista y que mi historia es inventada. Yo le dije que la Gaba podía, si quería, dar fe de la veracidad de mi relato. Pero descartamos la idea de contactarla”.

¿Cómo explicas que no lo hayas buscado en todos estos años, que ni siquiera hayas vuelto a leer sus libros?

“No sé. No me lo explico. Tal vez, después de todo, estuve dormida todo este tiempo. Yo tenía miedo de él. Sabía que estaba interesado en mí. Pensé que, si le escribía o lo llamaba, eso querría decir que también yo estaba interesada. Pero no era así. Al menos, no de ese modo. Creo que fui orgullosa. Pensé que era como todos los hombres: ‘Se cree que puede tenerme’. Imaginé que, si nos veíamos, vendría la invitación a la cama, disfrazada de invitación a tomar café. Pensé que vendrían las palabras de amor y el ofrecimiento de la luna y las estrellas. Lo admiraba mucho. No quise arriesgarme a una situación en la que tendría que decirle que el dinero no puede comprarlo todo.

“No lo busqué. No volví a leer sus libros. No le dije nada a nadie de mi encuentro con él porque siempre pensé que era un asunto muy mío y no había que andar proclamándolo. Pero me impresionó mucho la noticia de su muerte. Me sentí muy triste y apenada. Escribí en mi página de Facebook que tenía un recuerdo muy especial con él. Así empezó todo. Después no ha habido forma de detener las cosas. “Ahora mismo estoy a punto de abrir un Coffee Shop aquí en Kensington, porque de alguna manera hay que ganarse la vida. Quiero ganarme la vida vendiendo café y sánduches. Me alegra haberte encontrado antes de que empezara el ruido, porque en adelante no pienso hablar con nadie.

“Tengo un dossier completo que he venido llenando a lo largo de estos meses. He encontrado en los textos de Gabo detalles que ni los académicos han notado. Hay que ver la cantidad de tonterías que dicen los académicos. Entre lo que he encontrado me llamó mucho la atención algo que dijo un amigo de Gabo, Álvaro… no recuerdo el apellido, quien dijo que Gabo era un visionario, que muchas veces, en sus escritos o en lo que decía, anunciaba cosas que después pasaban.

“Pienso que, aquel día, él ya sabía que íbamos a encontrarnos. Lo sabía desde años atrás, cuando describió el vestuario que yo tendría. Todo eso me asusta y me maravilla.

“Después de saludar me preguntó si creía en las coincidencias.“

Le respondí que todo estaba escrito en las estrellas”.

La cebra que raya

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“Abismo civilidad” exposición individual de Adrián Estrada Mejía | Del 19 de noviembre al 19 de diciembre de 2020 en el blog de Muro Líquido: muroliquido.blogspot.com

Adrián Estrada Mejía Licenciado en Artes Visuales de la Universidad Tecnológica de Pereira, Tecnólogo en diseño de producto, Ilustrador y profesor. He participado en diversos proyectos de ilustración y muralismo en la ciudad de Medellín; y en diferentes exposiciones de arte e ilustración en Medellín, Pereira, Bogotá y Barcelona.

Las obras de Adrián Estrada al parecer se ubican en la dirección correcta por querer ir hacia adelante con el vértigo de la caída. Por lo tanto, se podría decir que es un arte ferial, un arte de reacción siempre, cuyo propósito consiste en producir aperturas, no sólo para su visión inclinada en ángulos, muchas veces virulentos en niveles de torción políticos, sino compartidos por identidades narrativas homoeróticas como efecto de posicionamiento generacional a partir de la fuerza de ensoñación.

Existe una diferencia fundamental entre un arte ferial y un arte hecho para la feria, pues un arte ferial alude al grito, a ese chillido producido por artistas que viajan en máquinas cuyo fin consiste en procurar a sus usuarios experiencias de inmersión. Como viajeros de sí mismos montados en los rieles de su propia montaña rusa hacia adelante y hacia abajo, pero también hacia adentro, revisan panorámicas, imágenes de exclamación, gritos, señales que por sus efectos traducen el sentimiento de remoción. Un arte hecho para la feria, es solo moda al servicio del capital, cuyo fin consiste en ampliar lanzamientos de más fraudes, más desatinos, más ofertas, más disposición a los públicos de los que el mismo campo cultural pueda absorber.

 La diferencia entre ambos mundos se encuentra en la redistribución del alarido y de la selfie, donde, por supuesto, conviene de sobremanera expiar el grito antes que entregarse a la decoración. Aquellos gritos de emoción vertical producidos por nuestra maquinaria de autoproducción artística conocidos por todos como expresión dominable son quizá, lo que más se acerca a lo posmoderno, si entendemos por posmodernidad una época dedicada a reparar heridas abiertas de las intuiciones otrora rotas, pero según las podemos estudiar en la obra de Estrada, surgen a través de dinámicas fuentes de civilidad. Texto completo, escrito por Oscar Salamanca aquí.

Síguelos en Instagram: https://www.instagram.com/muroliquido/


La Jam de dibujo | 20 de noviembre, 4:00 pm | en vivo por Google Meet: meet.google.com/deu-odwa-vtf 

La Jam de Dibujo está dirigida a artistas, diseñadores o interesados en explorar los temas que cada semana se propone en la Jam.

 Ilustración de Héctor Castrillón. Instagram: @hector_castrillon1

Para esta sesión se proponen realizar ejercicios de retrato; los asistentes a la Jam serán los modelos y se intentará buscar puntos de vista no comunes e iluminaciones dinámicas para tener nuevos desafíos. La técnica es libre, por tanto, se deben tener a la mano los materiales que tengan disponibles. 

SOBRE LA JAM DE DIBUJO

“Son sesiones para crear y compartir nuestros procesos y proyectos con el resto de asistentes de forma libre. La intención es aprender e inspirarnos con nuestros compañeros en un ambiente de Taller virtual.

Por eso queremos que vengas a nuestra sesión este viernes, trae los materiales con los que quieras trabajar y si quieres nos cuentas sobre el proyecto en el que estés trabajando.

Los encuentros son libres y gratuitos.”

Las redes de contacto del colectivo son:

FACEBOOK: https://www.facebook.com/jamdedibujocolombia/

INSTAGRAM: https://www.instagram.com/jamdedibujo_/


Urban Sketchers Pereira | Encuentro en el estadio Mora Mora, el sábado 21 de noviembre a las 2 pm.

Las redes sociales para estar en contacto con Urban Sketchers Pereira son:

“Urban Sketchers Pereira es un grupo muy importante para Pereira, no sólo porque agrupa semanalmente personas que quieren compartir un rato dibujando la ciudad y sus alrededores, sino también por su legado de inventario urbanístico dibujado como forma de preservación de la memoria. Su pasión, disciplina, talento, constancia y compañerismo son algunos puntos para resaltar en el grupo”.

La participación es para todos los que quieran dibujar, no tienen que ser profesionales.

Para el encuentro de este sábado pueden visitar sus redes sociales o llamar a los siguientes números: 304 566 70 44 / 315 726 93 59

FACEBOOK: https://www.facebook.com/groups/uskpereira/

INSTAGRAM: https://www.instagram.com/usk_pereira/


ECO, un proyecto colectivo para dibujar las ciudades de Colombia y Ecuador, organizado por grupos de Urban Sketchers de estos dos países | Subir dibujos hasta el 28 de noviembre.

Algunos grupos de USK Colombia en compañía de otros grupos de USK Ecuador, decidieron crear un proyecto llamado ECO, con el fin de dibujar cada una de las ciudades de los grupos participantes. Hace unos se dibujó la ciudad de Cuenca en Ecuador y a partir del 15 de noviembre es el turno de Pereira.

Se pueden subir los dibujos a redes con los hashtags #uskcue y #ecodibujando

Para más información escribir a los USK Pereira en su Facebook o Instagram (direcciones referenciadas en la actividad anterior)


“Devenir impuro” linograbados del seminario de investigación-creación, Maestría en Estética y Creación U.T.P | Del 26 de octubre al 30 de noviembre | Jardín de artista de la Universidad Tecnológica de Pereirajardindeartista.blogspot.com

Texto crítico
La energía de un posible principio dinámico en la transformación de la cultura se encuentra en el aparato de producción colectivo. Dicha fábrica de civilización opera en la nueva sociedad a través de la fuerza creadora de la ensoñación, la cual articula de por sí la esperanza, el anhelo y el deseo continuo del mundo como lo conocemos hoy… leer más

Redes de contacto con el Jardín de artista:

BLOG:  jardindeartista.blogspot.com

INSTAGRAM: https://www.instagram.com/jardindeartistautp/


Exposición Jam de dibujo en el Museo de Arte de Pereira | Del 30 de octubre al 26 de noviembre.

La exposición @jamdedibujo_ hace referencia a un trabajo exploratorio de 17 personas aficionadas, artistas e interesados en el dibujo, quienes han plasmado desde su arte, situaciones, sentimientos y cotidianidades en tiempos de pandemia.

También referencia temas propuestos por artistas invitados nacionales e internacionales que han dado como resultado una muestra muy interesante desde lo íntimo de los hogares de los participantes.

Detalles en las redes de la Jam de dibujo (relacionadas anteriormente).


Lunes con las artes, invitado: Sebastián Sancho Pujia | 23 de noviembre, 2 pm | organiza la Universidad del Valle | Por zoom: https://us02web.zoom.us/j/87448537368 – ID de reunión: 874 4853 7368

El Departamento de Artes Visuales y Estética de la Universidad del Valle invita a su actividad de extensión formativa denominada: “Lunes con las artes”. Se trata de un espacio de diálogo, encuentro e intercambio en torno a las artes visuales que busca promover la participación y el intercambio de conocimientos y saberes de estudiantes, profesores, graduados y profesionales pertenecientes a las distintas comunidades creativas y académicas nacionales e internacionales.

El décimo invitado es el Fotógrafo, Diseñador Gráfico, Docente y Director de “Pujia Fototeca Museo”, Sebastián Sancho Pujia. Su charla se titula “Origen como destino. Conocer nuestro entorno social y definir una postura profesional. Una charla sobre fotografía”.


Exposiciones del Museo de Arte de Pereira | Del 30 de octubre del 2020 al 28 de marzo del 2021

‘En este pueblo no hay ladrones’, Exposición colección Museo de Arte de Pereira 1974-2012

Es una adaptación curatorial del cuento corto del colombiano Gabriel García Márquez a través de escenas ilustradas por Saturnino Ramírez a modo de guión gráfico. Por medio de sus composiciones y narrativa visual se le incorpora una selección de obras de la #ColecciónMAP conformando una atmósfera cinematográfica que nos induce a estados emocionales como la ilusión, el desamor, la avaricia, la culpa, la pasión y otras representaciones de la naturaleza humana.

Exposición Indicios de fuga. Graffitti y arte urbano

Exposición colectiva con 22 artistas de la región, exponentes del arte urbano quienes abordan su práctica desde diversas perspectivas que nos hará preguntarnos sobre la paradoja de lo público y lo privado.

Un proyecto del #MAPereira con el apoyo de Khuyay en busca de un espacio de reconocimiento para dilucidar las diferencias, para dialogar y encontrarse alrededor de la creatividad y la libre expresión; un espacio pedagógico-artístico abierto a las posibilidades de la creación en los diferentes medios y formatos, abordando la relación entre lo global-local y lo llamado género urbano.

Detalles en las redes sociales del Museo:

Facebook: https://web.facebook.com/museoartepereira

Instagram: https://www.instagram.com/museoartepereira/?hl=es-la


Exposición La Cuadra 20 años | en Muro Líquido del C.C. Pereira Plaza | Hasta el 29 de noviembre

En el marco del lanzamiento del libro que recoge la memoria de los 20 años del proyecto La Cuadra.

Visiten la exposición y compren el libro.

Detalles en:

Muro Líquido, Instagram: https://www.instagram.com/muroliquido/

Maestría en Estética y Creación UTP, Facebook: https://web.facebook.com/mecutp/?_rdc=1&_rdr


A la venta: Relatos desde la incertidumbre, un libro de cómic pereirano realizado en colectivo

“Desde diciembre de 2019 un grupo de autores de cómic, habitantes de una ladera de los Andes, decidieron reunirse para escarbar, pensar e inventar relatos dibujando, para concebir historietas intangibles”.

El libro ya salió a la venta y lo puedes adquirir a través del siguiente link, donde encontrarás toda la información sobre el libro (costos y maneras de adquisición): bit.ly/comprarRDI

Relatos desde la incertidumbre, es un libro hecho por un colectivo de autores agrupados bajo el nombre Laboratorio de historietas intangibles, quienes publican bajo la editorial CAPIBARA (libros dibujados): Valentina López, Melissa Agudelo, Valentina Gallego, Yennifer G. Ballesteros, Valentina Aguirre, Gabriela López, Sergio Palacio, Jacques Duflos, Mirto Caballero, Daniela Cano, Andrés Matayana, Nelson Zuluaga son los artistas quienes junto al editor Ricardo Rodríguez se lanzaron a la aventura de crear relatos dibujados desde finales del año pasado.

Síguelos en redes sociales:

Redes de Historietas Intangibles

INSTAGRAM: https://www.instagram.com/historietasintangibles/

FACEBOOK: https://web.facebook.com/laboratoriodehistorietasintangibles

TWITTER: https://twitter.com/histIntangibles

Redes de CAPIBARA Libros Dibujados / @capibaralibros (editorial del Laboratorio)

https://capibaralibros.com/

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FACEBOOK: https://web.facebook.com/capibaralibros/?_rdc=1&_rdr

TWITTER: https://twitter.com/capibaralibros

Metodologías de trabajo remoto efectivas 1 de 3

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Compartimos una entrada de la empresa Alegra.com, un negocio que opera desde Medellín y se encuentra presente en diferentes países de manera virtual, ellos nos compartirán información acerca del trabajo remoto, un tema del que tienen mucha experiencia por su naturaleza operativa. Esta es la primera entrada de 3 relacionada con las metodologías ágiles, idóneas para el trabajo desde casa.


Foto por imperioame formulario PxHere

En Alegra ponemos en práctica tres grandes metodologías de trabajo remoto: Scrum, OKRs y reuniones 1a. Cada una de ellas nos ayuda a llegar a nuestros objetivos, hacer que nuestro equipo sea más eficiente y logre cumplir con todas sus tareas.

Hoy te hablamos de Scrum:

Metodología Scrum, una herramienta muy poderosa para el trabajo remoto


Una de las claves del trabajo eficaz en los equipos remotos en Alegra, y en muchas otras compañías de todo tipo, es la de contar con un sistema de tareas que brinde claridad, orden y confianza hacia los miembros de un equipo. Para esto, es muy importante que cada proyecto que se planifica y ejecuta, pueda tener bien definidos los objetivos, fundamentaciones, fechas de entrega y razones para que los colaboradores entiendan la importancia de cada paso.

Por eso, en Alegra decidimos trabajar con la que es tal vez, la mejor herramienta para lograr el compromiso de todos los colaboradores en la implementación de proyectos: la metodología “SCRUM”

¿Qué es Scrum?

Scrum es una metodología de trabajo ágil que basa su filosofía de acción en el método “Lean” de las empresas japonesas de la década 1950.

¿Te parece conocido?

Estas empresas se caracterizaban por disponer de una alta eficiencia y velocidad en sus procesos de fabricación (principalmente las automotrices) y, a su vez, mantener altos estándares de calidad que para la época ya superaban a los de las empresas europeas, mismas que habían sido las pioneras y referencia hasta el momento. Su creador, Jeff Sutherland, luego de acumular su experiencia personal durante la guerra de Vietnam, estudios en la Universidad de Standford, trabajar para el Gobierno de EEUU y finalmente creando sus propias startups, sintetizó todos sus aprendizajes en una metodología fácil de aprender e implementar. Todos estos descubrimientos se pueden ver más en profundidad en el libro “Scrum: the art of doing the twice the work on the half of the time”.

Principios clave

En la filosofía del método Scrum, se busca:

  • Aprovechar eficientemente del tiempo de cada colaborador. Conciliar su vida laboral con su vida personal. No desperdiciar el tiempo en tareas que no le suman ni a la empresa ni a su propio desarrollo. 
  • Tener visibilidad sobre los proyectos y tareas en las que está trabajando cada persona. Producir una buena circulación de información sobre prioridades, roles y funciones. 
  • Asumir el compromiso de cada colaborador con una tarea específica para lograr los objetivos de los equipos. Al tener un método que unifica a los equipos, buscamos que cada quien comprenda mejor en qué cosas está sumando su esfuerzo. 
  • Poder definir cuáles son las prioridades en las que sí se pueden trabajar. Una de las claves del método es enfocarse solo en algunos temas y saber muy bien qué cosas quedan por fuera, o se posponen hasta otro período. 
  • Ordenar los procesos de trabajo y planificar con base a estimaciones muy próximas a lo realizable. Realizar sesiones de planeación donde se pronostica las fechas de entrega y de finalización en base a aprendizajes previos y la experiencia de cada colaborador en su tema.

Ahora bien, como toda metodología, para implementar de manera exitosa Scrum es necesario contar con una serie de pasos y tareas que garanticen la continuidad del método. Es decir, será súper importante que cuando se implemente Scrum, se haga como algo continuo para ir viendo los resultados semana a semana en tus equipos. 

¿Por donde empezar?

Foto por imperioame formulario PxHere

Te contamos las bases del método y lo que necesitas para hacerlo muy bien

La bases del método Scrum

  • Sprint. Es la primera reunión de planificación y el pilar del método. En estas reuniones, el líder del proyecto junto con los colaboradores del equipo, acuerdan cuáles serán las tareas y objetivos a cumplir para enfocar el trabajo durante los siguientes días. La duración de estos períodos de trabajo puede ser de entre 7 o 15 días (según la especialidad del equipo). Al final del período, el equipo se vuelve a reunir para analizar lo realizado, aprender sobre lo qué no se pudo hacer y resaltar las buenas ideas que dieron cumplimiento. Ese mismo día, el ‘sprint’ puede volver a empezar, o en tal caso, si justo se dio al fin de la semana, otra opción es finalizar el ‘sprint’ los días viernes y volver a comenzar los días lunes. Muy importante que los equipos entiendan que que un ‘sprint’ es un compromiso que deben asistir y debe estar en su calendario siempre. 
  • Backlog. En la base de Scrum, siempre se debe de tener en cuenta que para avanzar de manera veloz en un proyecto, es más importante que se elijan las tareas e ideas en las que “NO” se va  a enfocar el equipo, y reservarlo en un “backlog” o documento de reserva. Es decir, tener una lista clara de tareas que no serán prioridad para este período de ‘sprint’, y que pueden resurgir en una próxima reunión o planeación. En Scrum, el backlog no debe ser considerado como lo que “nunca se hará o no importante”, por el contrario, son temas que Sí hacen al proyecto, pero por distintas, durante el ‘sprint’ elegido los equipos no se enfocan en ellos. 
  • Tableros. Una vez definida las tareas, el líder el proyecto realiza un seguimiento de las dichas por medio un documento o tablero de acciones (puede ser con herramientas digitales como Asana o Trello) en donde organiza de manera visual, cuál es el avance del proyecto. El tablero debe contener las siguientes partes:
    • Backlog. Aquellas tareas que no se van a realizar durante el período actual y quedan pospuestas para otro ‘sprint’.
    • Sprint/En Progreso. El lugar donde se listan las tareas que se están realizando en el período actual y es lo que cada persona está trabajando. Es lo que da visibilidad al día a día.
    • Done/Listo. El lugar donde se llevan aquellas tareas que ya se realizaron. Muy útil para comprender el progreso del equipo y saber qué cosas sí se finalizaron

*Tip. Si no te convence llevarlo de manera digital, se puede disponer de una pizarra o pared, en donde puedan hacer un gráfico de tres columnas con las secciones Backlog / Sprint / Done, y allí, se pueden ir pegando papeles de colores con anotaciones, o escribir los avances.

  • Daily Scrum or Daily Stand-up. Son reuniones cortas que se realizan al inicio de la jornada( preferentemente no más de 30 minutos) en donde el equipo encargado de una Sprint, se reúne para responder las siguientes preguntas:

-¿Qué se hizo el día anterior
-¿Qué se hará el día de hoy?
-¿Qué dificultades tuvimos?

Es muy importante que estas reuniones sean dinámicas, eficientes y den información concreta que permita avanzar a cada colaborador en sus temas. Estas ‘daily’ producen un gran intercambio de ideas e información y sirven para alinear a los equipos. 

Sobrecomunicación. Por último, para que el método funcione de manera ágil, los equipos deben estar informados todo el tiempo sobre cada detalle de un proyecto, idea o acción. Esto acelera la resolución de problemas y/o la aplicación de nuevas ideas. La idea es que incentivar que cada equipo comunique de manera muy clara sus avances, dificultades, dudas o aprendizajes, y que lo haga constantemente. Por eso, el método recomienda que todo funciona mejor en equipo de entre 3 a 5 personas. Si el equipo que participa en un ‘sprint’ es más grande, quizás es bueno revisar mejor la organización ya que esto produce muchos canales de comunicación, donde la información comienza a perderse.


Si les interesó el tema de las metodologías ágiles y/o quieren más información sobre asesorías contables, visiten el blog de Alegra: https://blog.alegra.com/

No me mate, señor conductor

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Colombia exporta ciclistas de élite, y en sus ciudades se realizan cada día cientos de miles de viajes en bicicleta. Pero al mismo tiempo decenas de personas mueren arrolladas mientras pedalean.

Markus Schreiber/Associated Press

Por, Sinar Alvarado, publicado en The New York Times

Cuando ruedo por Bogotá suelo pensar en la muerte. Las ideas más frecuentes son leves y me ayudan a estar alerta: una llanta pinchada, una caída tonta, un choque inofensivo contra otro ciclista. Pero a veces mi paranoia se desboca; imagino que un carro me embiste y vuelo varios metros antes de aterrizar sobre el pavimento. Mis miedos por fortuna siguen siendo imaginarios. Pero están basados en experiencias reales de colegas malogrados. Como José Duarte, un vigilante de 56 años que pedaleaba al norte de la ciudad en su día libre cuando fue golpeado por un camión y murió. EL TIMES: Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos.Sign Up

Bogotá ocupa el puesto 12 global entre las ciudades “más amigables” con la bicicleta, y es la ciudad más ciclista de América, con 635 kilómetros de carriles exclusivos y 1,2 millones de viajes diarios que se realizan cada día en la zona metropolitana. El 13 por ciento de los desplazamientos en la capital se realiza en bicicleta. Este año, estimulado por la pandemia, su uso en Bogotá y la periferia aumentó un 62 por ciento. Pero el auge ciclista ha sido fatal para muchos colegas: 249 han muerto este año en Colombia.

Urge en nuestras sociedades entender este momento como una gran oportunidad cívica. Es hora de bajarnos del carro, ese cascarón de metal cuya oferta de libertad y movimiento naufragó en los atascos de casi todas las ciudades. Colombia, el corazón ciclista del continente, ya tiene un trecho ganado. Pero otras ciudades de América Latina pueden elevar también su apuesta por una forma de movilidad que se adapta mejor a las nuevas condiciones de seguridad y salud pública. Una Colombia aún más ciclista sería una buena noticia para nuestras ciudades pospandemia.

Las vías de este país siguen siendo peligrosas para quienes preferimos este medio de transporte. Muchos colombianos, que suelen reunirse frente a los televisores para animar a sus paisanos en las grandes carreras internacionales de ciclismo, luego suben a sus carros y tratan a los aficionados como estorbos que deben ser expulsados de la ruta.

Desde 2016 existe una ley que busca estimular el uso de la bicicleta en todas las vías del país. La norma permite a los ciclistas usar un carril completo y ordena a los conductores conservar metro y medio de distancia entre sus carros y las bicicletas. Pero muy pocos conocen la ley, y casi nadie la cumple. Más allá del papel nuestra sociedad necesita honrar el sentido común para disminuir las muertes de ciclistas.

Colombia tiene una relación antigua y apasionada con los pedales. La vuelta al país en bicicleta nació en 1951 como un fenómeno deportivo y social, pero también como una herramienta de pacificación política en tiempos de violencia interna. Los ciclistas colombianos han sido por décadas los únicos latinoamericanos que sobresalen en las principales competencias, y el ciclismo es la disciplina deportiva que más victorias le ha dado al país. Claudia López, la alcaldesa de Bogotá, suele moverse en bici y está impulsando más infraestructura para los ciclistas, mientras otras ciudades del país imitan este ejemplo.

Pero nos siguen matando. Por cada dos homicidios que ocurren en esta nación violenta, sucede también una muerte en las vías. Y al riesgo de accidentes se suman los robos. Hasta septiembre de este año se han reportado 7993 denuncias por hurto de bicicleta en Bogotá; 2093 casos más que en el mismo lapso de 2019.

Las cifras, sin embargo, no alcanzan a transmitir la agresividad salvaje que he padecido en varias salidas. Muchos conductores, llenos de impaciencia y ansiedad, lanzan con violencia sus vehículos contra los ciclistas, el eslabón más vulnerable entre todos los que compartimos las calles. Esta amenaza desestimula a muchos novatos, que prefieren encerrarse en sus vehículos o hacinarse en el transporte público. Justo cuando la bicicleta se ha revelado como la gran alternativa de movilidad, especialmente en tiempos de pandemia.

Pedalear es la forma más segura de moverse para evitar la transmisión de la COVID-19. Por eso la venta de bicicletas se ha disparado hasta un 5000 por ciento en Estados Unidos. Los grandes fabricantes globales han agotado su inventario en los últimos meses. Y varias ciudades de Europa, entre ellas París con el Plan Vélo, han acelerado su conversión urbana hacia el pedaleo.

La bicimensajería, además, es otra actividad que ha crecido en Colombia desde la llegada del virus. Y se ha convertido en un refugio laboral para miles de jóvenes desempleados, la mayoría migrantes que llegaron desde Venezuela. Junto a ellos, las avenidas se han llenado de más y más ciclistas recién salidos a la pista.

Este nuevo auge debe venir acompañado de seguridad y menos estrés para millones de usuarios. Un informe realizado en Bogotá reveló que no basta con construir carriles exclusivos. Además es preciso identificar las conexiones más difíciles dentro de la red vial, y construir un ambiente urbano que transmita seguridad y confianza a los ciclistas.

Holanda es el caso paradigmático que citan los expertos en movilidad cuando mencionan ejemplos de transformación. Su revolución nació precisamente como respuesta a los arrollamientos. En los años setenta, cuando en ese país todavía rodaban montones de autos, muchos niños murieron sobre las vías. El problema se volvió intolerable, estallaron las protestas y la respuesta fue bajarle la velocidad al transporte.

Es una decisión democrática y de salud pública. En Bogotá los carros ocupan el 80 por ciento de las vías, pero solo transportan, según la Alcaldía, hasta un 20 por ciento de las personas. Los ciclistas ocupamos poco espacio, conservamos el aire limpio y nos mantenemos alejados de los hospitales, tan saturados en esta época de pandemia.

El reto para Colombia, y para muchas sociedades que están apostando por esta forma de movilidad ágil y económica, es acompañar el nuevo entusiasmo con infraestructura, legislación eficaz y campañas educativas que nos protejan a quienes pedaleamos. Una ciudad civilizada no es aquella donde unos pocos pueden moverse en sus vehículos a gasolina. Es, por el contrario, otra más silenciosa y menos angustiada, donde incluso los niños pueden ir a la escuela en bicicleta sin el riesgo de morir sobre la carretera.

Al final basta con tener un poco de conciencia frente a los otros. Cuando me vea rodando sobre la vía, señor conductor, cuídeme. No me mate.

*Sinar Alvarado es periodista y escribe sobre Colombia para medios internacionales.

Caricatura de REP – Página 12

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Una caricatura de Miguel Rep, publicada en Página 12