Postales desde México. TAMALEAR: Cuando el verbo tiene sabor
Por, José Nava
En un domicilio que se ubica en uno de los tantos callejones de la colonia Libertad (parte baja) de la ciudad de Tijuana, muy cerca de la línea internacional y del “muro”, se elabora uno de los platillos más tradicionales del país, el tamal. Su preparación es laboriosa y delicada: siempre se deben de cuidar los más mínimos detalles de principio a fin.
Hacer tamales es un trabajo pesado, cansado pero gratificante que termina por la tarde noche cuando “ya no hay venta”, así lo dice Goyita, la “señora de los tamales”, de 62 años, que junto con su esposo, de 75, se dedica a labor de hacer y venderlos desde hace más de veinte años.

La “tamaleada” requiere tener los sentidos bien adiestrados y siempre alerta: el olfato, el tacto, el gusto, la vista y el oído, se combinan con la experiencia del tamalero para lograr el producto final: un exquisito tamal verde, rojo, de dulce o de rajas con queso.
Las labores empiezan muy temprano, tan temprano que sigue estando oscuras. El sonido del despertador, un viejo reloj digital ochentero con sus números rojos, rectangulares y delgados, marca su inicio. La tamaleada dura entre ocho y nueve horas, esto sin tomar en cuenta el tiempo que hay que estar frente al “carrito” vendiendo los tamales y exponiéndose al clima: lluvia, brisa, frío, vientos de Santa Ana y calor.
Todo inicia en la cocina; al entrar en ella, aún a oscuras, el primer sentido que se estimula es el olfato; los aromas que hay allí, te golpean como una ráfaga de viento fresco: el olor a comino, orégano, romero, pimienta, laurel y clavo de olor, es lo primero que se percibe.
Al encender la luz de la cocina, la vista también se estimula, nos topamos con una imagen muy mexicana: una mesa llena de chiles verdes, de cebollas blancas y chiles rojos y secos; al fondo las cabezas trenzadas de ajo se hacen notar; en un rincón está el tomatillo, que yace inerte esperando su fatídico final. En el otro extremo de la cocina, como para hacer contrapeso o equilibrar los sabores “picosos pero sabrosos”, se pueden ver las piñas, las fresas, las pasas, el azúcar, el chocolate y otros ingredientes “secretos”.
Pienso que sería genial que una noche de neblina gris, Jean-Baptiste Grenouille se brincara sigilosamente el zaguán de la casa, que protege los secretos de los tamaleros, y guiado por los aromas, llegara a la cocina y olfateara cada uno de los ingredientes con su siniestro olfato; lo imagino oliendo la piña, el coco, los chiles, el ajo, oliendo la salsa roja y la verde: se perdería en un frenesí y una excitación olfativa dificiles de controlar.
Lo primero que se hace en la cocina es “encender el pollo”, es decir, hay que ponerle “lumbre a los quemadores” para que se empiece a hervir el agua de las ollas que contiene el pollo y la carne; ya cocida la carne y el pollo hay que desmenuzarlos. Las personas que se dedican a esta labor deben de ser rápidas para no quemarse las manos, porque no siempre se puede esperar a que se enfríen. Esta actividad, aunque parece sencilla, no lo es, y a largo tiempo puede traer consecuencias físicas.

El día ya va clareando, eso indica que hay que ir a la tortillería por la masa. “El Jefe”, Don Armando, llega con 30 kilos; la masa se ubica en una tina y comienza el proceso de amasar; hay que empezar a doblegar ese cuerpo amarillo y voluminoso a punta de “madrazos”; se bate y se mezcla con otros ingredientes para obtener la textura y el sabor deseado. Es aquí donde se ponen a prueba la fuerza de los brazos, la espalda y las piernas; en esta labor no interviene ninguna máquina; esto es a “pelo”: se bate de manera artesanal. El proceso dura de treinta a cuarenta minutos, sin parar, con un movimiento constante y oscilatorio. “El Jefe” siempre está al pendiente de que la masa quede “bien”. Su sentido del gusto y de la vista son los que le indican si la masa ya está lista; ese cuerpo voluminoso, duro y desabrido, pasó a ser algo más maleable y sabroso: “la masa no se crea ni se destruye, solo se transforma”.
El batido de la masa también tiene consecuencias: después de tantos años de batir, el cuerpo de las personas que intervienen en este procedimiento va cambiando: piernas delgadas, espaldas anchas y sus brazos fornidos, que a la larga les ayudará a sobrellevar las pesadas jornadas de trabajo.
Mientras unos están luchando con la masa, “cuerpo a cuerpo, cara a cara”, empieza la sinfonía: se escucha al aceite freír, la licuadora comienza a zumbar en todas sus velocidades, el cuchillo y la “tabla de cortar” no se quedan atrás y aportan: ta, ta, ta. El ruido de las ollas y los cucharones se hacen presentes. Los “quemadores”, con sus mechones multicolores (naranja, rojo, azul), bufan al quemar el gas que sale de sus fauces circulares.
Se empiezan a escuchar los gritos de los directores de la orquesta; Goyita: “ya apaguen el pollo y la licuadora”, “ya no partan más chile”, “trae para acá esa olla”. “El Jefe”: “dale otra batida a la masa, aún le falta”, “tráeme la hoja para irla partiéndola”, “tú, échale agua a esta olla”.
Un pan, por la mañana, acompañado de leche, chocolate o café, sirve para mitigar el hambre producto del trabajo.
Ya con la masa, las salsas, verde y roja, el queso cortado en trozos, las rajas de chile y las hojas listas, se procede a la envoltura.
Es asombroso ver cómo envuelven los tamales, son unos artesanos; sus manos son rápidas y precisas: el tamal queda perfectamente envuelto, no se deforma y no se “sale de la hoja”.
Cuando ya se envolvió toda la masa y están listos los tamales, hay que meterlos a las ollas. Esto lo hace “El Jefe” porque no puede haber errores: un tamal mal empacado provocaría, a la hora de la cocción, una catástrofe culinaria.
El trabajo se calma por un momento: los tamales ya se cuecen en las ollas, eso da un respiro de la extenuante labor. Lo que sigue es limpiar el área de trabajo y lavar los trastes utilizados. Mientras tanto la señora Goyita prepara “algo para comer” porque ya hace hambre; todos comen, no hay mucho tiempo, ya es la hora de salir; los primeros que acaban de ingerir sus alimentos empiezan a acomodar las “cosas” en el carrito: vasos, platos, tenedores, servilletas, etc.

“El Jefe” revisa los tamales para ver si ya “están”, da su visto bueno: hay que salir a vender. Eso indica que llegó la hora de preparar el champurrado. Trabajo que, por obvias razones, también realiza él; pone todos los ingredientes en una olla más pequeña a diferencia de las demás y la pone al fuego. El Champurrado se debe de estar moviendo de manera constante y circulatoria para que los ingredientes se mezclen uniformemente y no se peguen. Después de unos minutos el aroma peculiar del “chapu” se hace presente. “El Jefe” se sirve un poco en un vaso: le da un sorbo, lo saborea, prueba la textura y sentencia: “ya está listo, súbanlo al carrito”.
Ya con “todo” en el carrito, comienza la otra parte de la tamaleada, ir a vender. Los “señores” llevan el pesado carrito hasta la esquina, (la buena comida siempre se come en “el carrito de la esquina”). En ocasiones, los clientes no esperan a que salgan los tamaleros, van y compran los tamales ahí mismo en la casa, recién salidos.

El sabor de estos tamales ha trascendido fronteras; hay clientes que vienen desde los Estados Unidos a comprarlos para celebrar las festividades: navidad, cumpleaños, bautizos, bodas, etc. Muchos de ellos son mexicanos que lograron adquirir la residencia o la ciudadanía norteamericana y vienen por la comida que funge como un lazo con el “terruño”; los recuerdos y la nostalgia también se saborean; los paisanos no solo vienen por un tamal, también buscan su identidad, la cual hayan en la comida: en un rico menudo, en una sabrosa birria de res o chivo, en un ceviche, hasta en unas buenas tortas o lonches. En cada bocado no solo se prueban los sabores del México que dejaron atrás sino también los buenos recuerdos y la nostalgia de un día poder regresar.

Publicado por Jesus Aguilar Gutierrez. Tomada de egresadosmedicinatijuana.blogspot.com
Ya establecidos en la esquina de la gasolinera, sobre la avenida Aquiles Serdán, empieza la venta. Llegan los clientes: “taxistas amarillos”, amas de casa, migrantes, deportados, policías, “pochos”, haitianos, estilistas, barberos, visitantes que van de paso. Algunos aprovechan para contar sus historias, las cuales van desde recuerdos de su infancia y de la familia que dejaron atrás para cruzar al “otro lado”, hasta historias de lo más comunes: del trabajo, de la escuela, de los asesinatos, del tipo de cambio, del precio de la gasolina.
Las horas transcurren rápido o lentas, depende de la clientela. Ya por la tarde noche, cuando ya no hay venta, con las rodillas, brazos y espalda cansados es hora de regresar a casa: la jornada ha terminado. Sí “hace hambre”, Goyita y “El Jefe”, cenan algo ligero, sino, se van a dormir, hay que descansar el cuerpo y el alma, para estar listos mañana y volver a empezar, volver a tamalear.
Fragmentos del libro: El cuarto secreto, Claudia Ivonne Giraldo
Antojos para el fin de semana, gracias a Sílaba Editores.
El cuarto secreto
Claudia Ivonne Giraldo
Novela
Capítulo primero
I
Un puntito azul se distingue en la página. Si se la acerca bien a los ojos, se verá que se trata de una mujer que, sin mucho afán, camina en medio del bosque. Su pelo ha crecido mucho y por eso lo peina en una trenza que le cae por la espalda como si fuera equipaje; además lleva un bolso grande que no parece pesarle. Una mujer llega al bosque, traspasa los abruptos linderos que la separan de la ciudad y se interna en la espesura, escala estas montañas que rodean el valle de lágrimas en donde, a esta hora, trepidan los carros enloquecidos, lenta serpiente endiablada de todos los días.
Va en busca de su casa, la suya, la que ha merecido a fuerza de trabajo y palabras casi sagradas, aunque a veces un poco sucias y retorcidas, que ella lava en corrientes mansas y cristalinas. Por eso va al bosque, al encuentro de su casa.
La casa queda en medio del bosque y si se la mira de lejos, retirando el papel para poder enfocar, da la impresión de ser una casa de cuento, con sus ventanas pequeñas, con sus paredes de madera y tres pisos enrevesados y extraños. Tiene una chimenea, aunque no humeante por entonces. Donde ha sido construida la casa crece un suave musgo verde. Para haber sido levantada con sus propias manos tiene todo lo que podía desear: una sala pequeña, un comedor y una cocina; un segundo piso con dos cuartos y anexo a ellos, más arriba, en la construcción de troncos y maderos, de hojas y de juncos, está su espacio, el que había buscado todo el tiempo, su cuarto secreto: después de haber hecho un plan se ciñó a él. Una cabaña nada más; algo para ella sola.
Debía ser ella la que construyera la casa y aunque al principio dudó, allí estaba, lista y terminada. Un viejo maestro constructor y carpintero que había ganado merecida fama entre su reducido círculo de amigos fue su apoyo y compañía durante los siete meses que duró la construcción de la cabaña; meses de trabajo físico agotador pero en los que, como nunca, había sentido las satisfacciones más indescriptibles.
La contemplaba y sentía por dentro cosquillas de emoción inmensa, porque al fin tenía “su” casa, labor de ella contra todo pronóstico, obra suya, solo suya. Ahora habría que plantar flores, unas cuantas que alegren el paisaje. Pero eso será luego porque ahora estoy cansada –pensó–. Tomó el pesado bolso, echó el cerrojo a la puerta y lentamente salió de las lindes del bosque.
¿Dónde quedaba tal bosque? Imposible decirlo; seguramente al lado de la ciudad, en el campo; sería de pinos al principio, con su laberinto de árboles iguales y su tapiz de musgo; adelante, internándose más, se encontraría un bosque de verdad, con variedad increíble de especies de árboles, de altura tan considerable como para hacer oscuro un bosque oscuro, como para saber que se ha llegado a la mitad del bosque y que allí, en ese lugar, debía ser construida la casa.
II
Así como salió del bosque entró en la ciudad, con paso lento, sin afanes; por eso la estrujan un poco, un poco estorba; hay que sacudir levemente el libro para que se aquieten y la dejen proseguir. Se subió al Metro en el centro de la ciudad y en quince minutos estuvo en su barrio y en su otra casa, la que nunca fue suya, la que le fue impuesta. No fue sino llegar y encender las luces para que ella se ensombreciera. Cuando entra a esa casa no está a gusto, la invade como un desasosiego, como un querer irse y no volver. La idea cada vez más fuerte de que esa no era su casa a pesar de poseerla, de que podría estar mejor si de verdad tuviera una que fuera La Casa se le fue volviendo obsesiva, y por eso la decisión de irse, de habitar otra que pudiera llamar suya.
Hace algún tiempo vive sola y ahora su rostro está triste. Sola, aunque las fotografías estén allí pesando como cuerpos de personas: sus padres, abuelos, fotos de amigos y de amigas, de seres queridos que se fueron. Pero ya no es cuestión de si está sola o no, de si eso es lo que la entristece. Lo que la entristece es pensar que no todo lo que guarda en esta podrá llevárselo a la otra, a la que de verdad será su casa. Lo que la entristece es cada viaje de regreso a su vieja casa, la que está allí como una carta guardada a la espera de ser leída.
Entonces sirve en un pocillo leche que tiene que calentar para poder ponerle azúcar y una ramita de hierbabuena; busca la butaca de siempre y se sienta. Todo tan quieto en la casa. Como si hasta el universo se hubiera detenido para que ella paseara una mirada lenta por la inalterada quietud de horas en su casa sola, en su casa fría. Así permanece, estática, mientras la leche se enfría y llega la noche.
La noche la debe emplear en empacar lo indispensable o lo inevitable. Había conseguido cajas enormes, otras medianas, otras pequeñas. Las cosas tienen tamaño; su tamaño lógica, su lógica una razón. Más tarde comería, se lo juraba a sí misma. Había que empezar. Respiró hondo, se levantó y se dirigió al cuarto en donde ya esperaban unos pequeños arrumes de cobijas, almohadas y ropa de cama que empezó a acomodar en el fondo de una caja grande. Revisó bien las sábanas con minucia de novia que prepara ajuar. Por la ventana entró el gato dorado del vecindario y se arrellanó sobre el tapete al pie de la cama, después de esquivar zapatos tirados por ahí, vestidos, collares de cuentas baratas que irían a parar a otras manos, a otras dueñas; el animal la observa y espera luego del saludo afectuoso de ella, quien sin tocarlo, prosigue con empecinamiento su tarea.
Cómo trabajar en casa con niños
Compartimos una entrada de la empresa Alegra.com, un negocio que opera desde Medellín y se encuentra presente en diferentes países de manera virtual, ellos nos compartirán información acerca del trabajo remoto, un tema del que tienen mucha experiencia por su naturaleza operativa.
El trabajo remoto complementa la vida familiar y laboral, permitiendo conciliar y unir ambas áreas. No hay movilización casa-trabajo-casa, esto quiere decir que se podrá compartir más tiempo con los hijos antes y después de la escuela. ¿Pero cómo trabajar en casa con niños?

Idealmente, los padres necesitan lugares de trabajo alejados de distracción para ser efectivos, pero que también les permitan a su vez tener tiempo para ser padres. Si se es empleador debes proporcionar espacios para que los padres expresen sus necesidades, compartan experiencias y de esta manera ayudar a conciliar el rol de ser padres con su rol dentro del equipo. Por ejemplo, en Alegra hemos creado un canal en slack para madres y padres, donde comparten fotos, artículos, mensajes, memes, y aprenden de las experiencias de cada uno.
Es importante tener consciencia de que los niños son inquietos y van a querer saber qué hace papá y mamá cuando están frente a la pantalla, ser tolerantes y dar la posibilidad de que los muestren por cámara también será divertido y será un momento especial para conocer mejor a tu equipo.
Sin embargo, tener hijos en casa, dependiendo de la edad van a demandar más atención y tiempo, además de la responsabilidad de cumplir con los objetivos para la semana, esto puede provocar ansiedad y estrés lo que conlleva a poner en muchas ocasiones en una balanza, la familia o el trabajo. Aquí contamos algunos consejos para quienes trabajan con niños en casa:
Organiza la agenda
Establece horarios fijos para trabajar y para las actividades del hogar. Incluye también un tiempo personal para hacer lo que más te guste: leer un libro, meditar, ver tu serie favorita. Dependiendo de la edad de los niños, coordina horarios para que ellos comprendan que en determinados momentos no deben interrumpir, y deben respetar el tiempo y el espacio de trabajo.
Cumple la agenda
No te excedas con las horas de trabajo ya establecidas, así no corres el riesgo de descuidar el plano familiar y que se afecten las relaciones con los demás miembros de la familia
Separa el espacio de trabajo
Es ideal tener un cuarto especial para el trabajo, si no es posible, busca un lugar de la casa que funcione y que los niños entiendan que es un lugar sagrado. Estos pueden comprender mejor si se utilizan técnicas visuales, como letreros de “no pasar”.

Admite que no se puede con todo
Por más expertos que se sea en hacer múltiples tareas y atender a los hijos al mismo tiempo, es importante reconocer que una ayuda no caería mal.
Busca a una persona de confianza que te ayude en los días más complicados
Hay momentos en los que necesitas prestar más atención en tu trabajo, como en reuniones y videollamadas, por ejemplo. Así que planifica tus días e identifica estos momentos, así sabrás cuándo vas a necesitar ayuda y podrás pedirle a alguien más que atienda a los niños en los momentos que tú no puedas. Si quieres, también puedes contratar a una persona.
Cambia de espacio
Ve a otros espacios de trabajo. Trabaja un día desde un coworking, por ejemplo, y deja a los niños con la persona de confianza elegida.
Maneja el estrés
Trabajar con niños en casa no debe ser sinónimo de frustración, busca estrategias para mejorar las respuestas ante situaciones estresantes. En Alegra hemos aprendido a través de la meditación, técnicas de respiración y el mindfulness a mantener la calma y a tomar mejores decisiones ante situaciones difíciles.
Creemos que si pones en práctica todos estos consejos aprenderás cómo trabajar en casa con niños. Todas estas recomendaciones fueron tomadas de las madres y padres de Alegra, quienes forman parte de un equipo remoto y siguen desempeñando sus labores con total eficiencia.
Si les interesó el tema del trabajo remoto y/o quieren más información sobre asesorías contables, visiten el blog de Alegra: https://blog.alegra.com/
Necesitamos más fotoperiodismo y menos selfis
Las autoridades españolas han obstaculizado el trabajo de los fotógrafos durante la pandemia. Las limitaciones a su trabajo aleja a los ciudadanos de la verdadera tragedia que vive España y refuerzan la realidad ficticia que transmiten redes como Instagram.

Por David Jiménez, publicado en The New York Times
MADRID — Una familia se acercó al borde de un acantilado de la costa genovesa para tomar una fotografía de la puesta del sol, pero ninguna parecía agradarles o ser lo suficientemente instagrameable. Mientras el papá se agachaba buscando un mejor ángulo, la madre estiró los brazos y asomó a su bebé por el precipicio. “¿Qué tal ahora?”. Durante unos segundos, los presentes aguantamos la respiración. La probabilidad de que el niño se resbalara de las manos de su madre era ciertamente remota, pero existía. Y si podía ocurrir, ¿merecía la pena tomar el riesgo por una foto?
Volví a recordar la escena, de verano de 2019, al leer la noticia de que Instagram cumplía esta semana diez años. Más de mil millones de personas utilizan la red social y, aunque no todos asomamos bebés por acantilados en busca de un like, nuestro deseo natural por gustar a los demás, multiplicado por cientos de millones de personas, ha convertido lo que empezó como una distracción en una gran distorsión.
El mundo podría estar viviendo una gran pandemia con miles de muertos, con sus economías arruinadas, y nadie lo diría viendo Instagram.
En España, las imágenes de diversión, playas, vacaciones y entretenimiento acompañaron el final del primer confinamiento de junio y dieron una falsa sensación de que todo había terminado. “La nueva normalidad” declarada prematuramente por el gobierno lo parecía de verdad, mientras las llamadas de médicos y científicos a la precaución eran desatendidas. Hoy, en medio de una segunda ola que vuelve a situarnos como uno de los principales focos de contagios del mundo, Instagram sigue mostrándonos un mundo paralelo. Y aunque tiene su lado bueno —necesitamos una ventana por la que mirar a otro lado—, el riesgo es que la ficción se haga tan real que nos encierre en una burbuja y limite nuestra capacidad de respuesta ante lo que será una larga batalla.
El exreportero de guerra y novelista español Arturo Pérez-Reverte atribuía en agosto el descontrol de la segunda ola en España a que los ciudadanos no vimos suficientes muertos y, autoengañados, acabamos protestando porque “no nos dejan bailar en las discotecas”. Mientras Instagram hacía su magia, atrapándonos en su mundo virtualmente ideal, los pocos medios españoles que publicaron duras imágenes de la pandemia fueron criticados por colegas, políticos y, de manera más previsible, hordas de indignados usuarios de redes sociales. Su mensaje parecía ser: “No estropee con la realidad el bello universo donde los muertos son solo un número”.

La publicación de féretros o pacientes de hospital ha sido considerada una herejía periodística en España.
Nada nuevo: quienes ejercemos el periodismo desde antes de la aparición de las redes sociales venimos detectando una creciente intolerancia a la exposición de las fealdades del mundo. Como si, al taparnos los ojos, la parte trágica de la vida dejara de estar ahí. La experiencia muestra que sucede lo contrario: el engaño solo aumenta la indiferencia hacia quienes la sufren.
La mayoría de los medios españoles siguen siendo reticentes a contrarrestar las falsas percepciones de normalidad con una información cruda y más cercana al momento. Por eso, el fotoperiodismo nunca ha sido tan importante como ahora, cuando compite con la realidad ficticia que millones de fotógrafos amateurs muestran cada día en sus redes sociales, la utilización de esas herramientas digitales para manipular la verdad por parte de los poderes y la dificultad de captar la atención de una audiencia que recibe una cantidad de información imposible de procesar.
En España miles de personas siguen contagiándose cada día y cientos mueren todas las semanas en una pandemia que no terminamos de controlar. Los que se van lo hacen en la trastienda de una avalancha diarias de datos y broncas políticas que ocupan gran parte de la atención. El lado más humano de la tragedia, salvo excepciones, sigue marginado.
La contradicción es que ese vacío ha coincidido con la mejor generación de reporteros gráficos que ha tenido España, un grupo de periodistas que ante la precariedad profesional en los medios españoles han llevado su trabajo a los grandes diarios del mundo, reciben los premios de mayor prestigio internacional y tienen a sus espaldas la experiencia de haber cubierto los grandes conflictos de nuestros días. Su talento para transmitir el drama humano, sin embargo, se ha visto obstaculizado en su propio país por el empeño de autoridades en restringir a los medios el acceso a hospitales, morgues o residencias de ancianos, donde más de 20.000 personas han muerto en soledad.
Manu Brabo, ganador de un Pulitzer en 2013, es uno de los fotoperiodistas que han padecido los intentos de invisibilizar uno de los grandes acontecimientos de nuestra época. “Hemos vivido una emergencia sanitaria con colapso de hospitales y no hay ni una imagen que muestre eso. Se ha usado el derecho a la intimidad de pacientes y doctores para bloquear el acceso a los fotoperiodistas”, me dijo.
Brabo y otros siete fotógrafos españoles crearon el proyecto Covid Photo Diaries en un intento de generar “un discurso independiente de medios e instituciones, plural, descentralizado y con alta calidad”. Sanitarios, inmigrantes, pacientes, ciudadanos y víctimas protagonizan un trabajo que empezó mostrándose en Instagram, donde sus imágenes de la pandemia compiten en atención con la superficialidad y la vanidad que dominan la red comprada por Facebook en 2012.
Covid Photo Diaries ha sido una de las excepciones en una cobertura mediática abrumadora por su cantidad y asépticamente parca en su representación de la realidad. Es un acercamiento que ignora el poder de las imágenes no solo para sacarnos de la indiferencia, sino para combatir nuestra tendencia a la desmemoria. La fotografía tomada por Nick Ut de una niña de nueve años corriendo con la piel quemada por el napalm ayudó a la sociedad estadounidense a comprender el dolor detrás de la guerra del Vietnam; James Nachtwey acercó la hambruna africana al mundo con su cobertura de Somalia, y la escena de un padre y su hija ahogados en el río Bravo, captada por Julia Le Duc, nos recordó el año pasado el precio que pagan miles de refugiados por soñar con una vida mejor al otro lado de la frontera.
En España las mismas autoridades que se quejan de que la población no está concienciada de los peligros del coronavirus impiden a los fotógrafos hacerlo con su trabajo, poniendo un rostro a la tragedia para que nos identifiquemos más con ella. El esfuerzo de los sanitarios en primera línea, la soledad de los pacientes agonizantes, el dolor ante la pérdida de seres queridos o los efectos de no seguir las indicaciones sanitarias son esenciales para ofrecer un retrato completo de lo que estamos viviendo. Las restricciones, pues, deben levantarse y los periodistas trabajar con libertad dentro de unas normas básicas de seguridad sanitaria y respeto a las víctimas.
Nada hay de malo en que Instagram siga mostrándonos bonitas puestas de sol, a veces tomadas desde la imprudencia de un precipicio, pero necesitamos fotógrafos que nos abran los ojos antes los riesgos de la caída y las consecuencias de repetir errores pasados.
David Jiménez (@DavidJimenezTW) es escritor y periodista. Su libro más reciente es El director.
Alternativa, la revista que fue la conciencia de Colombia (II)
Por, Jaime Flórez Mesa. Publicado en La cola de rata
Alternativa fue una excepción en el periodismo de izquierda que se hacía en Colombia al plantearse como un medio no partidista ni orgánico…
“Alternativa fue un producto de su época y proyectó el pasional idealismo de los años setenta, teñido de no poco sectarismo ideológico. Nació en medio del auge de la protesta social y del activo movimiento sindical y campesino que vivía entonces Colombia, y también de la tensa situación que creó en el hemisferio el derrocamiento y muerte de Salvador Allende en Chile. Fuimos utópicos, arrogantes y hasta cierto punto irreales”.
Enrique Santos Calderón[1]
En esta segunda y última parte cronística sobre la revista colombiana Alternativa me propongo hablar de cómo tras sus primeros tres años difíciles y agitados sufrió una profunda reestructuración para afrontar la siguiente etapa, que sería la más oscura de su historia por el contexto sociopolítico, aunque paradójicamente la más promisoria en lo periodístico. Estamos a fines de 1976, cuando la revista había logrado su objetivo de llegar al gran público, siendo la primera publicación de izquierda que era leída masivamente (llegó a tener 50.000 suscriptores), lo que constituía un hito en la historia del periodismo independiente colombiano. Pero eso no bastaba para que el magazín se mantuviera financieramente a flote: la crisis, además de humana y periodística por la salida de tres grupos de intelectuales que habían hecho parte de la revista, era también económica y administrativa.
Por otra parte, después de sufrir dos atentados con bomba a fines de 1975 (el segundo de ellos en el domicilio de Enrique Santos Calderón), presumiblemente perpetrados por servicios de inteligencia militar —según Hernando Corral—, la revista no se arredró y por el contrario arreció su crítica al gobierno de López Michelsen, cuya defraudación política y económica al país resultaba cada vez más grande.
EL RENACER
Los cuatro meses de forzoso silencio sirvieron, pues, no solo para refinanciar la revista sino para hacer una reestructuración periodística y administrativa. En esta tercera etapa, que se inicia con la reaparición de la revista el 1° de mayo de 1977, introduciría columnas de opinión de prestigiosos periodistas, académicos e intelectuales. Una parte importante de la intelectualidad del país escribió en Alternativa: Gerardo Molina, Estanislao Zuleta, Eduardo Umaña Luna, Beatriz de Vieco, Diego Montaña Cuéllar, Jorge Orlando Melo, Álvaro Tirado Mejía, Salomón Kalmanovitz, Arturo Alape y, por supuesto, el consejero editorial y uno de los fundadores de la revista, Gabriel García Márquez, por mencionar solo algunos.
Uno de los periodistas de la gran prensa que empezó a colaborar con la revista fue Daniel Samper Pizano, que propuso inicialmente escribir sobre deportes, fútbol más que todo (que era una de las especialidades del multifacético periodista), algo que le faltaba a Alternativa. Samper Pizano escribía en El Tiempo la columna “Reloj”, una de las más leídas en Colombia, y dirigía la Unidad Investigativa de ese diario, además de haber dirigido el periódico El Pueblo de Cali. Se cuenta que cuando algún artículo para “Reloj” era considerado por el editor de El Tiempo sumamente crítico o comprometedor, éste mismo le sugería que mejor lo publicara en Alternativa, y lo mismo hacía con los de Santos Calderón que le resultaran igualmente problemáticos.
Antonio Caballero, que había estado en la sección internacional, pasó a ser ahora el jefe de redacción. Como él mismo comenta, fue esta experiencia la que le enseñó lo que era Colombia:
“… en esos años conocí a la multiplicidad de Colombia. Conocí a la clase obrera —a los sindicalistas de Ecopetrol, a los corteros de caña de los ingenios del Valle, a los linotipistas, a los trabajadores de Colpuertos, a los guardianes de prisión, a los marineros de la Flota, a los presos, los huelguistas de Paz de Río, a los campesinos invasores que desalambraban fincas en Bolívar o el Cauca—. También a los politiqueros de provincia, a los curas revolucionarios, a los coroneles del Ejército, a los guerrilleros del monte, y a los estudiantes revoltosos de la Nacional que tiraban piedra. A mucha gente. Yo hasta entonces conocía muy poco de Colombia, y sólo la bucólica de mi niñez (…). Y a mis amigos de colegio y a mis enemigos de colegio. Ni siquiera conocía a la clase media”.[2]
EL PARO CÍVICO DE 1977
Para Alternativa el “Mandato Claro”, eslogan del gobierno de López Michelsen —que tanta expectativa había generado por tratarse de un político que había atacado el bipartidismo del Frente Nacional— no era más que una prolongación de éste, que había excluido a las minorías políticas del país y a sus mayorías sociales, generando un descontento tal que llevó, entre otras cosas, al surgimiento de las organizaciones insurgentes, que por entonces se contaban por decenas, aunque las más notorias eran las FARC, el ELN, el EPL y el M-19. De manera que la oposición y crítica al gobierno de López desde Alternativa fue absolutamente frontal y llegó a su punto máximo cuando todas las centrales obreras y el Partido Comunista Colombiano convocaron a un gran Paro Cívico Nacional para el 14 de septiembre de 1977: el más grande paro nacional en la historia de Colombia.
Antes y después de su realización, el Paro Cívico Nacional de 1977 constituyó todo un movimiento social, uno de los más importantes del siglo XX en el país, que fue apoyado, además, por numerosos intelectuales, artistas y organizaciones sociales. Una convocatoria nunca antes vista en Colombia. Alternativa lo respaldó desde un comienzo y se convirtió en su mayor divulgador e informador desde la prensa. “En medio de la censura a la prensa que de manera soterrada impuso el Gobierno, las agencias internacionales llamaban a Alternativa para informarse de lo que estaba sucediendo”,[3] asegura Luis Alfonso Mena Sepúlveda. En cuanto a las causas del paro, explica que
“las condiciones de existencia de las clases populares se habían visto seriamente menguadas por la política oficial y, de acuerdo con datos confiables, 1976 figuraba como el de costo de vida más caro de los últimos 14 años, pero 1977 se vislumbraba peor. La lucha por mejores salarios, freno al incremento de precios de artículos básicos de la canasta familiar y generación de empleo eran reivindicaciones apenas elementales en relación con las políticas de un Gobierno que había defraudado a sus electores”.[4]
La respuesta del gobierno frente al paro fue desproporcionada: se estima que treinta personas resultaron muertas (de ellas veintitrés en Bogotá) por la acción de la Fuerza Pública, mientras que diez desaparecieron y hubo centenares de heridos y millares de detenidos. Alternativa hizo un seguimiento minucioso de la protesta, denunciando y cuestionando abiertamente la brutal represión estatal:
“En un texto titulado ‘Balance de la represión. Nadie responde por los muertos’, se esforzaba porque no se perdiera la pista de los crímenes, y llamaba la atención acerca de que por ellos ‘deberán responder los ministros del Trabajo, Gobierno y Guerra’, que fueron convocados a un debate en el Congreso. Los homicidios finalmente terminaron en la impunidad y, más lamentable aún, parece que en el olvido de la sociedad con el paso del tiempo, pues la reivindicación de la memoria de los caídos del Paro Cívico poco ha sido levantada por organizaciones sociales”.[5]
Desde El Bogotazo de 1948, cuando el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado y miles de sus seguidores se levantaron contra el Gobierno, Colombia y particularmente Bogotá no habían vivido una jornada como la de aquel 14 de septiembre de 1977. Fue un segundo Bogotazo cuyas víctimas, tal y como observa Mena Sepúlveda, quedaron en el olvido de una sociedad tan amnésica como la colombiana.
“FIRME Y DESPUÉS ¡FIRMES!”
La experiencia del paro dejó muchas lecciones. Una de ellas era la necesidad impostergable de “unidad crítica de la izquierda” de cara a las elecciones de 1978, que esta vez Alternativa apoyó activamente mediante un Comité de Unidad que buscaba recolectar 500.000 firmas para que los tres candidatos de la izquierda se unieran para enfrentar a los candidatos liberal y conservador. A pesar de que no se alcanzó la meta (se recogieron 429.000 firmas) y de que los tres candidatos no cerraron filas en torno a una sola candidatura (lo hicieron individualmente), y de su estruendosa derrota, la revista siguió adelante con la iniciativa para futuras elecciones y dio lugar a un movimiento político: Firmes, lanzado oficialmente en noviembre de 1978, que la revista apoyó hasta su último número, y el cual sería liderado por dos respetados académicos: Gerardo Molina y Luis Carlos Pérez.
En las elecciones a cuerpos colegiados municipales y departamentales de marzo de 1980, Firmes presentó listas propias y logró, al menos, conseguir una curul en el Concejo de Bogotá con el académico, escritor y ex rector de la Universidad Nacional Gerardo Molina, “uno de los pocos hombres rectos que he conocido en la historia de la política colombiana”,[6] dice Antonio Caballero. Fue la única vez que Alternativa tomó partido, desafiando sus propios principios, contribuyendo a formar un movimiento político. El maestro Molina, como se le conocía, era un destacado intelectual y político de la izquierda colombiana, y su concejalía serviría como plataforma para su candidatura a la presidencia por Firmes en las elecciones de 1982, que ganó el conservador Belisario Betancur.
Firmes tuvo un periódico con el mismo nombre, del cual Antonio Caballero fue su director, y que resultó ser una tarea abrumadora: “… nunca he conocido un trabajo periodístico más arduo, yo, personalmente, que el de los consejos de redacción de ese periódico Firmes, en donde participaban trotskistas, maoístas, comunistas, guevaristas, alternativistas. Era una tarea verdaderamente interminable y dolorosísima para lograr sacar por consenso artículos que a la vez tuvieran cierta enjundia informativa”.[7]

EL ESTATUTO DE SEGURIDAD
La más dura prueba la viviría Alternativa durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala, representante del ala derechista más radical del partido Liberal. Es conveniente hacer la aclaración porque en este partido siempre hubo algunas facciones disidentes, como la que encabezó el mismo Jorge Eliécer Gaitán en los cuarenta, López Michelsen a partir del Frente Nacional con una tercería que denominó Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) —de ahí el desencanto que produjo su gobierno reaccionario—; o Hernando Agudelo Villa, del Frente Liberal, que había perdido la consulta interna del partido ante Turbay Ayala.
Una vez en el poder, Turbay Ayala y su ministro de Defensa, Luis Carlos Camacho Leyva, expidieron el controvertido y autoritario Estatuto de Seguridad, que no fue otra cosa que la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional que luchaba contra la presunta amenaza comunista en América Latina. Que en el caso de Colombia nunca fue una opción de poder por la vía legal y mucho menos por la ilegal. En las elecciones presidenciales de 1978, por ejemplo, la votación total que recibieron los tres candidatos de la izquierda fraccionada solo llegaba al 2,5 %, lo que marcaba un gran retroceso frente al 12,4 % obtenido en las de 1974.
Lo que efectivamente sí aconteció es que en Colombia se instituyó un “Estado policiaco”, como lo advertía el propio dirigente liberal Agudelo Villa en una entrevista para Alternativa, en la que manifestaba: “La incapacidad de los partidos tradicionales para presentar salidas políticas nos está llevando a un Estado policiaco”.[8] Mena Sepúlveda sostiene que además de su implementación en el gobierno de Turbay, ese Estado policiaco “se había ejercido desde el gobierno de Alfonso López Michelsen, durante el ‘Mandato Claro’”;[9] y puntualiza que “el Estatuto [de Seguridad] no era otra cosa que el medio por el cual los sectores financiero e industrial de la burguesía, aliados de grandes propietarios de tierras más el agregado ahora de la ‘clase emergente’, pretendían cerrar el paso al ascenso de las luchas de los sectores populares y arreciar la guerra contra la insurgencia, también en auge desde 1977”.[10]
Alternativa fue el medio que con más persistencia denunció la sistemática violación de los derechos y libertades de los ciudadanos durante el gobierno del Estatuto de Seguridad (pese a no haberlo vivido en su totalidad debido a su desaparición como medio), y aún en el del Mandato Claro, como lo explicita Mena Sepúlveda:
“Fueron centenares las denuncias aparecidas en la revista a lo largo de esos dos gobiernos, pero en el de Turbay Ayala se incrementaron de manera sustancial, debido al aumento de los consejos verbales de guerra, norma que de acuerdo con las leyes de la época se aplicaba no solo a los militares sino también a los civiles que participaran en protestas callejeras, movilizaciones sociales que derivaran en problemas de lo que la gran prensa denominaba ‘orden público’ y, con más veras, contra quienes se levantaran en armas”.[11]
Justamente lo que empeoró la situación fue el robo de armas perpetrado por el M-19 al Cantón Norte del Ejército, cercano a Bogotá, durante la Nochevieja de 1978. La persecución fue brutal; Alternativa, a la larga, sufrió las consecuencias debido a su cercanía con el M-19. El magazín era señalado por el dirigente conservador, ex candidato presidencial y director del diario El Siglo Álvaro Gómez Hurtado, de ser “el brazo desarmado de la insurgencia”, como lo recuerda el periodista Hernando Corral:

“Álvaro Gómez se dedicó a escribir editoriales diciendo que Alternativa era el brazo desarmado de la subversión, hasta el punto que el general Camacho Leyva pidió, en un consejo de ministros, la detención de todos nosotros. (…) Cuando me enteré les conté a Enrique y a Antonio que al otro día el general iba a legalizar esa petición y, afortunadamente, hablamos esa noche con Turbay y paró la cosa… pero la cosa iba en serio. Es que a García Márquez lo iban a detener, no nos olvidemos”.[12]
Probablemente Corral se refiera a la detención de la que iba ser objeto el escritor en marzo de 1981, un año después de la desaparición de Alternativa. García Márquez y su esposa hubieron de asilarse en la Embajada de México. Otros intelectuales sí fueron detenidos (como por ejemplo el poeta Luis Vidales o la pianista Teresita Gómez) y algunos de ellos torturados, como el actor, director y guionista Carlos Duplat, el sociólogo Orlando Fals Borda (uno de los fundadores de Alternativa, el que saliera en la primera crisis) y su esposa, o la escultora Feliza Burzstyn, quien fue vendada y sometida a un extenuante interrogatorio de once horas (tortura psicológica), a la manera de los que hacían en el régimen comunista de Alemania Oriental para quebrar la voluntad del detenido. En los paraísos comunistas, tan admirados por la izquierda radical, también se vigilaba, perseguía y torturaba.
Sin embargo, esta etapa de Alternativa, ideológicamente hablando, es la menos radical de su historia y la más comprometida con un proyecto de izquierda democrática y no sectaria a través del movimiento Firmes. Dice al respecto Agudelo Castro: “Con el tiempo, la revista pasó de un extremo al otro del espectro de la izquierda: inicialmente promovió abiertamente una revolución socialista y finalmente ensambló, por medio de un acuerdo secreto con el M19, una alianza electoral que terminó incluyendo tendencias progresistas dentro de los partidos burgueses Liberal y Conservador. Esta evolución política se reflejó en la evolución periodística de la revista”.[13]
Como en ningún otro momento de su trayectoria, bajo el Estatuto de Seguridad Alternativa tuvo que defender con más riesgo y ahínco la libertad de prensa. “La revista advertía con alarma que, con la aplicación del Estatuto de Seguridad, y bajo el pretexto de combatir la subversión, la inseguridad y la droga, el país estaba pasando al control directo de los militares. Y la administración de justicia se encontraba en buena parte en manos de tribunales castrenses”,[14] recuerda Mena Sepúlveda.
El ataque a la libertad de prensa era evidente: “Durante los seis primeros meses del Estatuto de Seguridad, 23 emisoras de radio fueron sancionadas y muchos periodistas perdieron su libertad; hasta se llegó a calificar de subversión cultural al ejercicio de la profesión periodística”,[15] dice Maryluz Vallejo. Como lo enfatiza Agudelo Castro, frente a esa precariedad del ejercicio periodístico independiente “en un momento dado, Alternativa se quedó sola como el único medio de circulación masiva en el país en oponerse al régimen bipartidista Liberal-Conservador y a la brutal ofensiva de la clase política contra la protesta popular y la izquierda”.[16]
DERECHOS HUMANOS Y LA TOMA DE LA EMBAJADA
Después del radicalismo de sus primeros años, Alternativa se convirtió en un bastión importante para la defensa de los derechos humanos. Sus denuncias constantes de detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos, desapariciones y de la situación de los presos políticos no solo visibilizaron estos hechos en el país sino a nivel internacional. Pero su crítica no se limitaba a las acciones represivas y atroces de la Fuerza Pública; también cuestionaba crímenes cometidos por las mismas guerrillas. En tal sentido,
“fijaba su posición crítica frente a acciones de la guerrilla que empezaba a cuestionar seriamente, en lo que algunos consideraron un giro, pues la revista pasaba del tono de exaltación de la mayoría de las operaciones insurgentes, a una actitud de rechazo a aquellas que consideraba injustificables e inmersas en el concepto de terrorismo. Sostenía, además, que esas acciones servían finalmente a los militares, ‘interesados en demostrar, por cualquier medio, que la subversión política es la barbarie’”.[17]

Bajo ese clima de terror estatal y reaccionarismo subversivo distintas fuerzas políticas y sociales convocaron al Foro por los Derechos Humanos a realizarse entre el 30 de marzo y el 1 de abril de 1979, el cual tuvo una nutrida participación: dirigentes izquierdistas, liberales y conservadores, académicos, intelectuales, artistas, sindicalistas, abogados, periodistas, obispos, defensores de derechos humanos. En noviembre de este año se celebró también el Encuentro Juvenil Continental por los Derechos Humanos en Bogotá. Por otra parte, “Alternativa planteaba (…) la urgencia de conformar un gran Frente Democrático que uniera no solo a las fuerzas de izquierda, sino a otras procedentes de los partidos tradicionales e independientes que se opusieran todas al rumbo autoritario que había tomado el régimen de Turbay Ayala que cercenaba las libertades políticas y ciudadanas”.[18]
Y justo cuando la revista estaba próxima a desaparecer por su inviabilidad económica, ocurrió la toma de la Embajada de la República Dominicana ejecutada por un comando del M-19 el 28 de febrero de 1980. Fabio López de la Roche opina que esta acción fue el resultado de un cambio de estrategia política en el grupo insurgente por cuanto
“fue esa coyuntura represiva y antidemocrática la que le permitió al M-19 revisar de manera más clara lo que había sido su visión anterior de la democracia y, algo muy importante, con ese gran sentido de la oportunidad que le había caracterizado, percibir el descontento de amplios sectores de la opinión con la escalada represiva turbayista y levantar la bandera de los derechos humanos y de las libertades democráticas, que tanta popularidad y simpatía le diera cuando la organización se tomó la sede de la Embajada de la República Dominicana en 1980”.[19]
Alternativa cubrió en detalle este episodio, que duró 61 días, hasta donde alcanzó a hacerlo, pues a fines de marzo de 1980 publicó su último número, el 257. El comando guerrillero había tomado como rehenes a catorce embajadores que asistían a un almuerzo por la celebración de la independencia de la República Dominicana, entre ellos el Nuncio Apostólico y los embajadores de EU, México, Guatemala, Costa Rica, Brasil, Venezuela y Uruguay (éste último lograría escapar saltando por una ventana el 16 de marzo). Esta acción, llamada por el M-19 “Democracia y Libertad”, fue el hecho más mediático que realizó la agrupación subversiva, con el cual pretendían denunciar ante el mundo la represión del gobierno de Turbay Ayala, a quien exigían la liberación de todos los presos políticos de su organización y 50 millones de dólares por el rescate de los diplomáticos.
La noticia dio la vuelta al mundo y muchos reporteros enviados por medios internacionales acamparon en los alrededores de la embajada para cubrir todo lo que aconteciera. Las negociaciones entre representantes del gobierno —dos funcionarios de la cancillería colombiana— y dos guerrilleros —entre ellos una mujer conocida como “La Chiqui”— empezaron a realizarse en una camioneta frente a la embajada, con presencia del embajador mexicano. El desenlace se produjo el 27 de abril de 1980 cuando el comando guerrillero y los rehenes que aún estaban en su poder —varios fueron liberados durante el cautiverio— abordaron un avión con destino a Cuba, como parte de la negociación final con el gobierno. En ese momento el cierre de Alternativa ya era irreversible y es de lamentar que no pudiera mantenerse hasta el fin de uno de los más grandes sucesos de los que fue testigo durante su historia.
EL LEGADO
Alternativa fue una excepción en el periodismo de izquierda que se hacía en Colombia al plantearse como un medio no partidista ni orgánico, a diferencia de los numerosos impresos maoístas y trotskistas que circulaban en los años setenta en Colombia y del periódico Voz Proletaria, del Partido Comunista Colombiano. Si alguna vez tomó partido fue para intentar uno de los objetivos que se había propuesto en relación con la unidad del archipiélago de la izquierda colombiana: por una parte, a través del movimiento Firmes que fue iniciativa suya y seguiría por cuenta propia hasta participar en las elecciones presidenciales de 1982 con Gerardo Molina; y por otra, con el Frente Democrático, que buscaba tender puentes también con sectores progresistas de los partidos tradicionales.
Si bien el periodismo independiente que defendía y desarrollaba Alternativa tenía antecedentes en el país, es difícil encontrar en las décadas posteriores un medio impreso que pueda equipararse a lo que fue su labor periodística, cultural y política, pues ni siquiera la tercera revista Alternativa (la segunda fue, como se recordará, Alternativa del pueblo) que se editaría entre 1996 y 1999, bajo la dirección de María Teresa Herrán y Orlando Fals Borda como director emérito, tendría el impacto de la primera.
Alternativa era más conocida e influyente como generadora de opinión por ser un medio informativo (o mejor, contra-informativo), analítico, investigativo e interpretativo de carácter político. Sin embargo, lo era menos por sus notas y entrevistas de cariz cultural, como las entrevistas a Fernando Botero, Julio Cortázar y Salvador Dalí, por ejemplo. Pero la crítica política, al estilo de la Escuela de Fráncfort, a menudo se colaba en artículos sobre asuntos culturales que abordaban la influencia de la cultura de masas estadounidense en Colombia o sobre la industria televisiva (“La T.V. en Colombia. Embrutecer para enriquecerse” es un ejemplo), entre otros.
La relación de Alternativa con el M-19, aunque amistosa, no dejó de ser paradójica como lo atestigua, por ejemplo, la primera crisis ideológica y periodística al interior del medio, en la que el grupo subversivo influyó y quiso aprovecharla para manipularlo; no obstante, en una etapa posterior “el M-19 tuvo mucha más influencia en Alternativa, puso un gerente y aportó una parte del presupuesto”,[20] dice Paulo César León Palacios. Con el tiempo la revista fue más escéptica frente a la subversión armada como alternativa de cambio y poder, y llegó a repudiar el uso de la violencia que aquélla hacía. No obstante, pese a la apertura conceptual y política que se dio en la revista y el grupo guerrillero, León Palacios opina que “el M-19 y Alternativa no solo compartieron varios de sus miembros y la amistad entre sus creadores, sino que fueron realmente muy parecidos: ambos nacieron como mitos de ruptura con las tradiciones de la izquierda colombiana, pero ninguno de los dos pudo escapar a sus tentaciones: intelectualismo, vanguardismo, dogmatismo, unidad por arriba, y, desde luego, antisectarismo sectario”.[21]
Pese a lo contradictorio o ambiguo que pudiera resultar su trasegar periodístico y político, pienso que la evolución de la revista en este sentido fue muy interesante y supo capitalizar, periodística e intelectualmente hablando, los últimos grandes acontecimientos nacionales e internacionales que le correspondió analizar, como la revolución sandinista en Nicaragua o la toma de la Embajada de la República Dominicana. Uno de los colaboradores de la revista en su última etapa, el historiador Jorge Orlando Melo, afirma que la revista pasaba por su mejor momento antes de desaparecer definitivamente:
“Yo creo que Alternativa se muere, en cierta manera, por razones económicas en un momento de gran éxito intelectual, en el momento en que lo que decía Alternativa era aceptado por la gente y en el que la izquierda misma veía, en la nueva visión de Alternativa, algo muy positivo, pero que le creaba una ambigüedad, porque la convirtió también en una guía, más que simplemente en un informante… Creo que ese fue un triunfo indirecto de Alternativa, que se expresa en los años siguientes por el abandono del respaldo a la lucha armada por la mayoría de los grupos de izquierda en el país y por la búsqueda de una solución, de una negociación eventual con la guerrilla para salir del conflicto… Alternativa fue un gran éxito en términos periodísticos y un gran éxito también en términos visuales… El país cambió yo creo para bien por Alternativa”.

Para Hernando Corral Alternativa llegó a su fin porque “el sistema no la aguantaba más (…) Había problemas económicos, pero había problemas políticos y si no nos pasó nada, si quedamos vivos, fue porque lo pensaron dos veces, porque estaban García Márquez, Enrique Santos, Antonio Caballero, personas de poder en este país. (…) a los demás nos hubieran pegado un tiro en una calle y no hubiera pasado nada”.[22]
Un éxito periodístico e intelectual, por un lado; un fracaso económico y la certidumbre de ser una piedra en el zapato del Establecimiento colombiano, por otro, con la consecuencia del cerco económico que impidió definitivamente su continuidad.
Fred Kaim Torres, líder estudiantil de los años setenta en Colombia y hoy periodista, considera que “Alternativa fue una visión muy temprana de los acontecimientos actuales de América Latina de manera que yo no me circunscribiría con Alternativa al mapa colombiano, sino que lo trascendería a América Latina, es una tesis para América Latina, la unión de pequeñas minorías, la propuesta de reformas evolutivas del Estado.”[23] Además, asegura que “sin Alternativa la represión habría sido más violenta y sin Alternativa no hubieran surgido los dirigentes que fueron apareciendo”.[24]
Adicional al legado periodístico de Alternativa —que quizás hoy se procura mantener en medios digitales colombianos como 070, Las 2 Orillas, Prensa Rural, La Silla Vacía, Cartel Urbano y La Cola de Rata, entre otros— uno podría decir que de alguna manera los frutos del trabajo intelectual y político del magazín se vieron diez años después de su desaparición con el movimiento de la Séptima Papeleta. Esta iniciativa de un grupo de estudiantes universitarios permitió que en las elecciones para senado, cámara, asambleas departamentales, concejalías, alcaldías y candidatura del partido Liberal de marzo de 1990, se votara una séptima papeleta por la convocatoria a un plebiscito con el fin de cambiar la conservadora y confesional Constitución de 1886. La convocatoria fue aprobada y en mayo de ese año, en las elecciones presidenciales, el plebiscito favoreció ampliamente el cambio de la Carta política, el cual se realizó mediante la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 que expidió, en julio de ese año, la nueva Constitución política del país, muy respetada y elogiada a nivel internacional.
Pese a ese significativo avance democrático y a la desmovilización de guerrillas como el M-19, el EPL y las FARC, entre otros hechos importantes de los últimos treinta años, el estado de cosas en Colombia no parece haber cambiado mucho desde los tiempos de Alternativa, los problemas siguen siendo básicamente los mismos y no hemos logrado salir de la “horrible noche”. Como lo manifiesta Carlos Agudelo Castro:
“Hoy, como lo muestra la historia de Alternativa, no mucho ha cambiado en cuanto a las causas fundamentales de las desigualdades e injusticias que han plagado al país a lo largo de toda su historia. Esto es, en cierto sentido, una validación del pensamiento político de la revista que llamó sin éxito a un cambio fundamental en las estructuras de poder de Colombia. Es también un punto de reflexión para aquellos que todavía creen que las causas de la violencia están en la naturaleza de los colombianos y no en las desigualdades alimentadas a lo largo de toda la historia del país por una clase política de escasos escrúpulos que es capaz de aliarse con lo peor de la sociedad con tal de mantener sus privilegios”.[25]
Por último, en cuanto a su destacado componente visual llama la atención su capacidad sintética de representar la crisis sociopolítica de este país, como lo plantea Gustavo Alonso Garzón Riaño:
“La gráfica utilizada en Alternativa parece sugerir reiteradamente la configuración de una imagen completa de la realidad política colombiana en tres escenas. En primer lugar, se halla la reiterada alusión a la democracia simulada que se vive en Colombia, la fragilidad institucional y la estrechez del sistema político. Se insiste en mostrar que la democracia es una suerte de acto de ilusionismo político que sirve de cortina de humo para el colusionismo político que tiene lugar entretanto. En un segundo cuadro de reiterada alusión se ilustran referencias a las implicaciones concretas del ejercicio de ese poder y la democracia deficitaria que tiene lugar en el país, que trae implicaciones para la sociedad colombiana y para las personas: la tortura, la represión estatal, el inequitativo reparto de la tierra en un país con vocación agrícola, la pobreza y exclusión que el ejercicio del poder trae aparejado. La serie la completa un tercer cuadro, sugerido, pero no mostrado, que hace referencia a la posibilidad de cambio social una vez se produzca un cambio político, es decir un cambio en la élite que se encuentra al comando del Estado”.[26]
Lea la parte uno aquí: https://lacebraquehabla.com/alternativa-la-revista-que-fue-la-conciencia-de-colombia-i/
NOTAS
[1] Santos Calderón, Enrique. Una breve historia… en Alternativa. Lo mejor de la revista que marcó a una generación, https://www.megustaleer.com.co/libros/alternativa/MCO-004170/fragmento.
[2] Caballero, Antonio. Patadas de ahorcado. Caballero se desahoga. Una conversación con Juan Carlos Iragorri. Bogotá: Planeta, 2002, p. 24.
[3] Mena Sepúlveda, Luis Alfonso. Periodismo independiente en Colombia: la historia de la revista Alternativa (1974-1980). Tesis de Maestría en Historia. Cali: Universidad del Valle, Facultad de Humanidades, 2015, p. 167.
[4] Ibíd., p. 161.
[5] Ibíd., p. 174.
[6] Caballero, Antonio, op. cit., p. 22.
[7] Caballero, Antonio, citado por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 216.
[8] Agudelo Villa, Hernando, citado por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 199.
[9] Ibíd., p. 200.
[10] Ibíd., p. 213.
[11] Ibíd., p. 200.
[12] Corral, Hernando, citado por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 235.
[13] Agudelo Castro, Carlos. “Atreverse a pensar es empezar a luchar”. Elementos para el análisis de la revista colombiana “Alternativa”. Folios, 18-20, años XIII-XIV. Medellín: Universidad de Antioquia, Facultad de Comunicaciones, junio de 2009, p. 56.
[14] Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 208.
[15] Vallejo, Maryluz, citada por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 211.
[16] Agudelo Castro, Carlos, op. cit., p. 56.
[17] Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 225.
[18] Ibíd., p. 229.
[19] López de la Roche, Fabio, citado por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 221.
[20] León Palacios, Paulo César. El M-19 y la subversión cultural bogotana en los setenta: el caso de la revista Alternativa. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, No. 35. Bogotá: 2008, p. 207.
[21] Ibíd., p. 210.
[22] Hernando Corral, citado por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 235-236.
[23] Kaim Torres, Fred, citado por Mena Sepúlveda, Luis Alfonso, op. cit., p. 239.
[24] Ibíd., p. 240.
[25] Agudelo Castro, Carlos, op. cit., p. 59.
[26] Garzón Riaño, Gustavo Alonso. Gráfica crítica en la revista Alternativa. Bogotá 1974 – 1980. Tesis de Maestría en Estética e Historia del Arte. Bogotá: Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Humanidades, 2019, p. 96.
La cebra que raya: “El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto”
Picasso no pierde vigencia porque fue la figura central de todo el arte del siglo XX, un artista experimental pero ligado al pasado y con una obra que continuamente admite nuevas lecturas. Fue quizás también el artista más influyente. El arte contemporáneo es lo que es gracias (o por culpa) de él.
Miguel Calvo Santos en historia-arte.com
Los invitamos a leer el texto de donde extrajimos el fragmento anterior porque esta semana damos apertura a La cebra que raya con una frase de Pablo Picasso:
“El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto.“
Eventos XX Cómic Sin Fronteras. Festival pereirano en torno a la caricatura, el cómic, el humor gráfico, urban sketchers y la ilustración.

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Desde niño se sintió atraído por las artes, los cómics, la animación y la narración. En 1998, a la edad de 15 años, publicó de forma independiente su primer cómic.
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Conoce más del evento y la programación de este año en:
Y en redes sociales:
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La Jam de dibujo | 16 de octubre, 4:00 pm | en vivo por Google Meet: meet.google.com/deu-odwa-vtf
Sesión para dibujar, pintar, bordar, recortar, mientras se conversa.
La Jam de Dibujo está dirigida a artistas, diseñadores o interesados en explorar los temas que cada semana se propone en la Jam.

La Jam de dibujo “son sesiones para crear y compartir nuestros procesos y proyectos con el resto de asistentes de forma libre. La intención es aprender e inspirarnos con nuestros compañeros en un ambiente de Taller virtual.
Por eso queremos que vengas a nuestra sesión este viernes, trae los materiales con los que quieras trabajar y si quieres nos cuentas sobre el proyecto en el que estés trabajando.
Los encuentros son libres y gratuitos.”
Las redes de contacto del colectivo son:
FACEBOOK: https://www.facebook.com/jamdedibujocolombia/
INSTAGRAM: https://www.instagram.com/jamdedibujo_/
Congreso Internacional de Ilustración | Del 13 al 22 de octubre

CasaTinta con el apoyo de la Cámara Colombiana del libro y FILBO presentarán por décimo año consecutivo el Congreso Internacional de Ilustración. La fiesta de la ilustración más grande de latinoamérica. Los ilustradores se toman la palabra en esta nueva versión del Congreso de Ilustración. Invitados: Maguma, Dani Torrent e ilustrando dudas de España, Jessica Roux de Estados Unidos y Diego Patiño de Colombia, entre otros reconocidos ilustradores.
Informes e inscripciones en:
Facebook: https://www.facebook.com/CongresoFig
Twitter: @CongresoFIG | Instagram: @congresofig
www.congresofig.com | [email protected]
ACTIVIDADES
9 días de actividades. 7 talleres con distintos enfoques en CasaTinta. Concurso de ilustración “Diez de diez” (Premio del jurado y premio del público). Torneo de Ilustración.
Convocatoria para publicar en el blog Los Inmodernos | “Afectaciones” | Se recibe obra hasta el 19 de octubre

Texto provocador por Oscar Salamanca:
Las ventanas fueron abiertas por una persona que trajo consigo el viento, la poesía y las imágenes. A esa persona, ahora reconocida como genio, solo le bastó pensar por un momento en prácticas, desarrollos, cuadernos vacíos de inmanencia. Ayer, justo un amigo se abalanzó hacia la inmanencia, fue dando trastabillo de inocente descuido. No es fácil la inmanencia cuando se ha dejado su práctica por el atolondramiento de placeres.
Para qué pintar, para qué la concentración preparada del ocaso, si la creación apenas repunta porque se sabe de antemano sobre su sospecha. Crear tiene que ver con presentar, pero también crear tiene que ver con ensayar y por ende con probar. Presento cuando hago posible que aquello no visible aparezca, cuando propongo de manera más bien inadvertida que el mundo, quiero decir, todo el mundo, surja por la influencia decisiva de la percepción. Así comienza el ejercicio de nosotros mismo en la disciplina del ensayo, que es un intento al cual nos aproximamos por afectaciones de la curiosidad y por el reto innato de descubrir lo oculto, lo no revelado. Al ensayar probamos, situación diferencial, puesto que ya avanza en la aplicación del sentido por querer determinar una experiencia de lo otro. Si al probar no nos gusta, volvemos al ensayo y a la ilusión de la presentación, con este sistema tan sencillo y poderoso la angustia va encontrando el recodo cómodo desde donde formular una vuelta al ruedo… texto completo clic aquí.
Redes de contacto con Los Inmodernos:
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EXPOSICIÓN: “Ex-centro” exposición individual de Martín Roa | Del 6 al 20 de octubre | Jardín de artista de la Universidad Tecnológica de Pereira: jardindeartista.blogspot.com


Las prácticas de Roa consisten en invitaciones de sanación espiritual en donde participan personas en comunión, alineadas por sinergias trascendentales que transversalizan situaciones derivadas del juego, la curiosidad, el convencimiento o la simple apatía vencida por lo diferente. Es así que el artista, ahora convertido en un ser comunicacional con lo invisible, plantea con su accionar lo que Gilles Deleuze definió como síntesis disyuntiva. Texto curatorial completo aquí
Redes de contacto con el Jardín de artista:
BLOG: jardindeartista.blogspot.com
INSTAGRAM: https://www.instagram.com/jardindeartistautp/
Lunes con las artes | 19 de octubre, 2 pm | organiza la Universidad del Valle | Por zoom: https://us02web.zoom.us/j/87448537368 – ID de reunión: 874 4853 7368

El Departamento de Artes Visuales y Estética de la Universidad del Valle invita a su actividad de extensión formativa denominada: “Lunes con las artes”. Se trata de un espacio de diálogo, encuentro e intercambio en torno a las artes visuales que busca promover la participación y el intercambio de conocimientos y saberes de estudiantes, profesores, graduados y profesionales pertenecientes a las distintas comunidades creativas y académicas nacionales e internacionales.
Las séptimas invitadas son las directoras y fundadoras de Luz de Luna Editores, Diana Franco Londoño y Stefanny Rodríguez Ospina. Su charla se titula: Autopublicación: publicación independiente. El libro de artista como obra y la obra como libro.
Recorrido virtual Museo Lucy Tejada de Pereira | Facebook, Secretaría de Cultura de Pereira
Un recorrido virtual por el Museo que les permitirá conocer la exposición de 99 de las obras donadas por la artista pereirana.
George Bridgetower, el violinista negro que inspiró a Beethoven
Bridgetower, a quien se le dedicó originalmente la Sonata Kreutzer, fue un prodigio carismático pero se desvaneció en la historia.

Por, Patricia Morrisroe* publicado en The New York Times
Seis meses después de que Beethoven contemplara el suicidio, al confesar la desesperación que sentía por su creciente sordera en el documento de 1802 conocido como el Testamento de Heiligenstadt, estaba de juerga en las tabernas con un carismático nuevo camarada, George Polgreen Bridgetower. Este violinista mestizo había llegado recientemente a Viena, e inspiró una de las piezas más famosas y apasionantes de Beethoven, la Sonata Kreutzer.
Beethoven incluso le dedicó la sonata a Bridgetower. Pero el irritable compositor —quien más tarde quitaría la dedicatoria a Napoleón de su Tercera Sinfonía— finalmente la retiró.
Aunque Napoleón no necesitaba a Beethoven para asegurar su lugar en la historia, ese desaire hizo que la figura de Bridgetower fuese relegada a la oscuridad. Aunque su nombre estaba incluido en la biografía de Anton Schindler de 1840 sobre Beethoven, fue descrito incorrectamente como “un capitán de navío estadounidense”. Como tantos otros artistas negros prominentes durante sus vidas, ha sido en gran parte olvidado por una historia que le pertenece a los que controlan la narrativa.
Bridgetower nació el 13 de agosto de 1778, en el este de Polonia, y fue bautizado como Hieronymus Hyppolitus de Augustus. Su padre, Joanis Fredericus de Augustus, era de ascendencia africana; su madre, Maria Schmid, era germano-polaca, lo que hizo de Bridgetower lo que entonces se conocía como un mulato, una persona de raza mixta. (El libro de 2008 de la poeta Rita Dove, Sonata Mulattica, una crónica imaginaria de la vida de Bridgetower, ha ayudado a elevar un poco su perfil en los últimos años).
El padre de Bridgetower —que tomó el nombre de Frederick, y a veces usó los otros— fue la fuerza impulsora de la carrera de su hijo. Guapo, encantador y con fluidez en múltiples idiomas, Frederick era un narrador natural con un don para la promoción; afirmaba que su padre había sido un príncipe africano adoptado extraoficialmente por un capitán de barco holandés, al que se le prometieron diamantes y polvo de oro, y que luego fue vendido como esclavo, sobreviviendo a un naufragio en el proceso. El padre se casó con una mujer africana y terminó en Barbados, donde nació Frederick; el nombre de Bridgetower probablemente se derivó de la capital de la isla, Bridgetown.
No está claro cómo Frederick terminó en Polonia, pero el historiador William Hart escribió en un artículo publicado en 2017 en The Musical Times que los jóvenes padrinos de Bridgetower eran miembros de la noble familia Radziwill; es posible que Frederick, y tal vez su esposa, estuvieran a su servicio. La pareja y su hijo pronto se mudaron a Austria donde Frederick, conocido como “el moro”, trabajó como paje del príncipe Nikolaus Esterhazy. El príncipe amante de la música mantenía su propia orquesta en su palacio de Eisenstadt, donde Haydn era el compositor de la corte. (George Bridgetower fue promocionado más tarde como pupilo de Haydn, pero no está claro si alguna vez estudió con el maestro).
Se cree que el debut público de Bridgetower sucedió en París en 1789. Pero Hart descubrió un anuncio en un periódico de Frankfurt que promocionaba un concierto de “Hieronymus August Bridgetown,” el “hijo de un moro” en abril de 1786, cuando el niño tenía apenas siete años. Señalaba que ya había tocado para el emperador José II.
Los Bridgetown, como se les conocía entonces, vivieron durante un tiempo en Maguncia, un importante centro musical, donde María dio a luz a otro hijo, que más tarde se convertiría en violonchelista. Frederick, dejando atrás a su esposa y a su hijo menor, llevó de gira a su hijo mayor, quien, anunciado como un “joven negro de las colonias”, interpretó un concierto para violín de Giornovichi en la destacada serie Concert Spirituel en París en 1789.
“Su talento, tan genuino como precoz, es una de las mejores respuestas que se pueden dar a los filósofos que desean privar a los de su nación y su color de la facultad de distinguirse en las artes”, decía una reseña en Le Mercure de France.
Después de varios conciertos más en París, incluyendo uno al que asistió Thomas Jefferson, los Bridgetower —como se llamaban a sí mismos— partieron hacia Inglaterra, donde la familia causó sensación.
Con la ropa de inspiración oriental en boga, Frederick aumentó su presunto exotismo vistiendo amplias túnicas turcas. Todo el mundo quería conocer a este “príncipe africano” y a su prodigio, cuyo nombre se había convertido en George. En el otoño de 1789, Frederick había conseguido que su hijo actuase ante el rey Jorge III y la reina Carlota, así como ante el príncipe de Gales, más tarde Jorge IV.
George produjo “asombro general” al tocar en Bath, según el Bath Morning Post. A los 11 años, debutó en Londres con un concierto de Giornovichi entre las dos primeras partes del Mesías de Handel. Él y su padre estaban a menudo en Carlton House, la residencia del Príncipe de Gales, que organizaba regularmente conciertos de cámara. El 2 de junio de 1790, el príncipe patrocinó un concierto benéfico para Bridgetower y otro joven artista en las Hanover Square Rooms, el principal lugar de conciertos para la alta sociedad.
Hasta entonces, Frederick había manejado hábilmente la carrera de su hijo. Pero su comportamiento se volvió cada vez más autodestructivo. En una mascarada a la que asistió el príncipe, Frederick se vistió como la caricatura de un esclavo negro, abogando por la abolición; esto era ciertamente una causa digna, pero la maniobra sirvió para alienar a las élites cuyo favor se había esforzado en cultivar. Durante una representación del Mesías, gritó para que se repitiera el coro de Aleluya y, tras una lucha, fue expulsado del teatro. Hubo informes de exceso de bebida y de mujeres.
Charlotte Papendiek, una dama de honor de la reina Carlota y una prolífica escritora de diarios, escribió que Frederick se jugó el dinero de su hijo y lo trató tan brutalmente que George buscó refugio con el Príncipe de Gales en Carlton House. Frederick fue internado en un asilo antes de ser enviado de vuelta a Alemania por el príncipe, quien tomó a George, de 12 años, bajo su protección.
El príncipe le dio la oportunidad de aprender de los mejores músicos de Londres. Estudió composición, teoría y piano con Thomas Attwood y violín tanto con François-Hippolyte Barthélémon como con Giornovichi. Estableció una estrecha relación con Giovanni Battista Viotti, un violinista y compositor cuyo estilo seguro y atrevido influiría en el suyo.
Durante la siguiente década, Bridgetower tocaría en cerca de 50 conciertos públicos con las principales orquestas y músicos, incluyendo a Haydn y al virtuoso del contrabajo Domenico Dragonetti. Fue el primer violinista de la banda del Príncipe de Gales; el organista y compositor Samuel Wesley escribió que Bridgetower estaba “justamente clasificado como uno de los mejores maestros del violín”.
Después de visitar a su madre enferma en Dresde, Bridgetower llegó a Viena a principios de abril de 1803. Había sido invitado por el Príncipe Lobkowitz, uno de los mecenas de Beethoven, para tocar los cuartetos de ese compositor.

Beethoven y Bridgetower formaron un vínculo instantáneo. Es posible que el compositor, entonces de 32 años, se haya visto reflejado en el violinista de 24 años. Beethoven había sido apodado “el español” por su tez morena, y los grabados de los dos hombres muestran un marcado parecido. También tenían en común padres abusivos con intereses creados en sus carreras, así como la capacidad de emocionar al público con sus asombrosos talentos.
Después de escuchar a Bridgetower tocar, Beethoven no solo accedió a participar en un concierto para él en el Augarten, sino que también decidió escribir algo para que tocaran juntos. Ya había empezado a bosquejar los dos primeros movimientos de una sonata para violín, para acompañar un final previamente descartado. Ahora comenzó a componer pensando en Bridgetower, ya que los dos hombres se quedaban despiertos por las noches bebiendo y actuando como adolescentes. Aunque Bridgetower fue descrito como melancólico, también podía ser muy alegre y arrogante. Sacó a relucir el lado desenfadado y obsceno de Beethoven.
El concierto había sido planeado para el 22 de mayo de 1803, pero como la sonata no estaba lista, se pospuso hasta el 24. A las 4:30 de la madrugada, Beethoven instruyó a su pupilo, Ferdinand Ries, para que copiara los dos primeros movimientos para el violinista. Ries solo logró el primero, y la parte del piano aún estaba en forma de boceto. Beethoven y Bridgetower subieron al escenario para el concierto en la mañana, sin haber ensayado nunca la pieza. Bridgetower la estaba ejecutando a primera vista.
Beethoven le había dado a Bridgetower un solo de apertura que comenzaba con una declaración explosiva, moviéndose en un ardiente y sensual diálogo. En un momento dado, Bridgetower sorprendió a Beethoven al imitar y luego expandir una corta cadencia de piano en el primer movimiento. Beethoven, saltando, lo abrazó, gritando: “¡Mi querido muchacho! ¡Una vez más!”.
Después del recital, Beethoven le entregó a Bridgetower su diapasón y escribió una dedicatoria en la partitura: “Sonata mulattica composta per il mulatto Brischdauer, gran pazzo e compositore mulattico” (“Sonata mulata compuesta para el mulato Bridgetower, gran lunático y compositor mulato”).
Tolstoy escribió sobre el inquietante primer movimiento en su novela La sonata a Kreutzer, cuyo protagonista, después de oír a su esposa tocar la pieza con su profesor de violín, la apuñala hasta la muerte en un ataque de celos. Beethoven no hizo nada tan extremo, pero después de que Bridgetower hiciera un comentario grosero sobre una mujer que Beethoven admiraba, los hombres se pelearon y le retiró la dedicatoria.

Cuando la sonata fue publicada, llevaba el nombre del violinista francés Rudolphe Kreutzer. Beethoven había pensado en mudarse a París, y dedicarle una pieza a Kreutzer fue una calculada jugada política. Lo que Beethoven no sabía era que a Kreutzer no le gustaba su música; Kreutzer describió la sonata como “escandalosamente ininteligible” y nunca la tocó.
Bridgetower regresó a Londres y continuó tocando, al disfrutar del patrocinio del Príncipe de Gales. El 23 de mayo de 1805, participó en un concierto en las Hanover Rooms, junto con su hermano quien tocó un concierto para violonchelo de Romberg. Su padre también había regresado a Inglaterra, donde fue arrestado y encarcelado por vagabundeo.
En 1811, Bridgetower obtuvo una maestría en música en la Universidad de Cambridge y se convirtió en miembro de la Royal Philharmonic Society. Cinco años después, se casó con Mary Leake, la hija de un próspero fabricante de algodón; tuvieron dos hijas. Una murió en la infancia, y él se distanció de la otra. Él y su esposa se separaron en 1824.
Poco se sabe de los últimos años de Bridgetower; en algún momento parece haber dejado de presentarse, ganándose la vida como profesor de piano en Roma y París. En una carta de 1847 a Madame de Fauché, una colega música, hace una referencia en broma pero contundente a su identidad mulata: “Si el portador de esta carta tiene la suerte de encontrarte, hazme el favor de hacer llegar tu mensaje al que no es lo bastante justo para ser ‘mi tigre’ ni lo bastante oscuro para ser ‘mi Viernes’, pero es mi probado y honesto Calibán”. La alusión al personaje mitad humano, mitad bestia de La tempestad de Shakespeare es conmovedora: cuando su isla es invadida de repente, Calibán es esclavizado.
Bridgetower murió el 29 de febrero de 1860, en una casa de una pequeña calle del sur de Londres; fue enterrado en el cementerio de Kensal Green. El certificado de defunción lo identifica como un “caballero”. Para ese entonces, Beethoven había desaparecido hacía 32 años.
Se desconoce si Bridgetower volvió a tocar alguna vez la Sonata Kreutzer o si estuvo en contacto con Beethoven tras su ruptura. Todo lo que sabemos es que el 24 de mayo de 1803, dos brillantes intérpretes deslumbraron a la multitud con su gran virtuosismo. Uno de ellos pasó a la historia.
*Patricia Morrisoe es autora de la novela The Woman in the Moonlight.