lunes, junio 16, 2025
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Tom Sawyer en tiempos de cuarentena: el discreto encanto de la desobediencia

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Los nacidos a finales de los setenta y mediados de los ochenta del siglo XX recordarán la serie de ánime Las Aventuras de Tom Sawyer, esos dibujos animados en los que un muñequito de amplia sonrisa, cachetes chapeados, blanco, flaco, pelo rojizo abundante, que andaba con pantalón de tirantes y sin zapatos, llegaba tarde a la escuela y siempre tenía  a mano los juegos más divertidos del mundo.

Ese personaje, salido del mundo de la literatura para entronizarse en el cine y el cómic, nos tenía pegados a los rústicos televisores a color una vez por semana durante 24 minutos y nos dejaba con la boca abierta con las ocurrencias que tenía, cuando nosotros estábamos entre los 9 y los 12 años, más o menos.

No me dejarán mentir los de mi generación. ¡Quién no quería ser Tom Sawyer! Un niño que le valía madre lo que la voz de la autoridad dijera. Solo pensaba en las aventuras que iba a tener hoy con su mejor amigo Huckleberry Finn o en las estrategias para que Becky le prestara atención, porque él se había enamorado de ella a primera vista, desde que bajó del barco y se montó en el carruaje con sus padres y el gran perro peludo que lo quería morder cada vez que lo veía.

Hoy recuerdo esta serie y la recomiendo para tiempos de cuarentena.

No sé si les guste a las generaciones que me siguen, pero a mi me saca de la ansiedad del confinamiento, y me río como lo hacía cuando era pequeña y me paraba bien cerca al televisor porque no quería que nadie pasara enfrente  mío y me tapara la visión de mi serie favorita.

Si usted no sabe de qué serie le estoy hablando le voy a contar: Tom Sawyer fue un personaje creado por el escritor estadounidense Mark Twain. Este señor escribió Las aventuras de Tom Sawyer en los años setenta del siglo XIX, un libro que pronto se volvió un clásico de la narrativa norteamericana. Luego, casi 100 años después, un estudio de animación japonesa que adaptaba guiones y libros de occidente, creó la serie para televisión con el mismo nombre.

En 1980 se estrenó en Japón. Cuarenta y nueve episodios de una serie llena de amor, aventura, generosidad, compañerismo y risas, muchas risas. El paraíso infantil. A pesar de las muendas y los malos tratos que entre el profesor y la tía Polly le daban al Tom por no poner atención a las clases o por llegar tarde y sucio después de la escuela.

Si mi mente no me juega una mala pasada, en Colombia vimos esta serie en los noventas en el Canal A “el canal del león”. Uno veía las mejores series animadas, todas del japón, en ese canal: Super Campeones, Dragon Ball, Los caballeros del zodiaco, Heidi y claro, Las aventuras de Tom Sawyer.

Bueno, en realidad en ese entonces no había muchos canales y opciones como ahora.

A principios de los noventa los televisores ya eran a color y se usaban unas antenas largas que se colgaban en el techo para poder agarrar la señal, mismas que tocaba mover de posición constantemente porque el viento las giraba y se distorsionaban las imágenes y el sonido.

Muchas veces peleé con el televisor y mi madre -en silencio- porque no podía ver mis dibujos animados en calma. Si no era la antena, era que le gritaban a uno desde la cocina que no viera tan cerca la televisión, que se nos iban a dañar los ojos, o que le bajáramos el volumen que nos íbamos a quedar sordos. En fin, mucha presión teníamos que soportar de niños, por eso seguramente queríamos tanto a Tom, lo comprendíamos. Y sí, era ansiedad, porque de niños esas eran algunas de nuestras preocupaciones reales: poder jugar, comer cosas ricas y ver dibujos animados.

Retomando Las aventuras de Tom Sawyer, recomiendo esta serie más de 20 años después, por los detalles del dibujo y la historia de compañerismo y generosidad de los personajes.

Alrededor de Tom y Huck ocurren todas las aventuras y se mueven los demás personajes que descubrirán cuando lean el libro o vean la serie. Ponga atención a los detalles del dibujo cuando se muestran los atardeceres y las puestas de sol. O cuando muestran las casas en un plano general. Un dibujo lleno de detalles que permite al espectador adentrarse en la historia y seguir recreando el escenario en la mente.

Espero que los de mi generación vuelvan a la serie como válvula de escape para estos tiempos de encierro, y las nuevas generaciones, ojalá se den la oportunidad de mirarla, porque está llena de contenido divertido, quizás puedan alejarse de los videojuegos y el celular un rato y hacer cuevas en sus casas o guerra de fantasmas con las sábanas o ponerse a pintar la casa e invitar virtualmente a sus amigos a pintar las suyas como retos para generar ganancias, como las que saca nuestro Tom en el capítulo dos de la serie, cuando de castigo le tocó pintar toda la cerca.

Bueno, espero que en mi invitación se entienda la desobediencia en su sentido propositivo: como un estímulo a la creatividad y el ingenio para divertirse en casa y disipar las tensiones que puede causar un confinamiento.

Libro en español (aunque dicen los expertos que es mejor el libro que le sigue a Las aventuras de Tom Sawyer: Las aventuras de Huckleberry Finn).

http://www.cervantesvirtual.com/obra/las-aventuras-de-tom-sawyer–0/

Serie completa de Las aventuras de Tom Sawyer en Youtube

https://www.youtube.com/playlist?list=PLarXdvFqXCtzsYLeL6t4pM0FWq_yGdS2Z

Noche de oficina

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Fotografía: Rodrigo Grajales

A mis fantasmas

Lorena se había quedado sola en la oficina. Miraba sentada en su escritorio

entre montañas de papeles la luna que parecía tan cercana. Martín, el niño

malabarista que alguna vez la había querido, se lo había contado.  Que la

luna estaba a muchos kilómetros de distancia, a 406.000 en su punto de

apogeo y a 363.000 en su punto de perigeo, porque pasaba que su órbita

era elíptica y no circular. Era uno más de los datos que Martín tenía en su

cabeza y que no servían para nada.

Lorena se había quedado sola en la oficina. Abrió el  cajón  inferior  del

escritorio para sacar una botella de vino tinto a la que recurría en las noches

plagadas de recuerdos. Se sirvió un trago en un vaso desechable y recordó

a  Martín  que  parecía  tan  lejano.  Martín,  el  niño  malabarista  que  alguna

vez la había querido, le contó con una sonrisa que en el año 3.000 antes de

Cristo ya existían decantadores de vino y que apenas hasta el siglo XVII se

empezó a tomar en recipientes de vidrio. Otro asunto sin relevancia.

Lorena se había quedado sola en la oficina y contemplaba adormecida por

el vino los diplomas y placas que la reconocían como la mejor empleada del

gremio. Había perdido la cuenta de los triunfos laborales alcanzados. Miró

la  fotografía  del  primer  día  en  la  empresa  que  parecía  tan  cercano.  Dos

días antes le había dicho a Martín que colgaba boca abajo en un trapecio,

que sus tonterías no se ajustaban al nuevo panorama de sus días. Por eso,

Martín  lloró  patas  arriba  por  lo  que  las  lágrimas  se  le  fueron  a  la  frente.

Mientras tanto, le dijo que las lágrimas eran un 98.3% agua, y el resto era

glucosa, sodio, potasio y algunas proteínas. Más tonterías.

Lorena se había quedado sola en la oficina. Miró el reloj en la pared que

marcaba las once de la noche. Vio su reflejo en la ventana, se reclinó en la

silla de cuero. Del cajón inferior del escritorio, extrajo un chocolate para

contrarrestar  el  gusto  amargo  del  vino.  Había  leído  que  el  chocolate  era

antidepresivo.  Recordó  a  Martín,  el  niño  malabarista  que  ahora  parecía

tan cercano, cuando sonriendo le dijo que según algunas estadísticas, cada

persona consumía tres kilos de chocolate al año.

Lorena se había quedado sola en la oficina. Sabía los misterios del interés

compuesto,  de  la  tasa  interna  de  retorno  y de los  estados  financieros.  Sabía

además,  que  en  épocas  de  recesión,  era  aconsejable  aprovechar  el  bajo

precio de los inmuebles. Como todo eso le pareció información irrelevante,

lloró. Pero esa noche, las lágrimas le corrieron hacia arriba.

La hermana Carmen. Una postal del río San Juan

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Había escuchado antes relatos asombrosos sobre la hermana Carmen. Se dice de ella que a las malas le arrebató muchachos a la guerrilla para que no los mataran por cualquier falta menor como fumar marihuana o robarse alguna baratija, y se dice también que sabe curar las picaduras de serpientes venenosas con hierbas medicinales, empleando los secretos que aprendió de los jaibanás en la selva, y que los soldados la hostigaban cuando la pillaban en el bote subiendo hacia Istmina o la acusaban de que era ella la que auxiliaba a los “bandidos”, a los guerrilleros, que en la noche solían arrimar heridos a la casona grande de la misión que las monjas lauritas sostienen en Noanamá.

De repente me topé de bruces con una señora pequeñita y robusta al fondo del corredor -el hábito bien ajustado, la voz firme, los ojos avispados- recetándole algo a una negra enferma de cólicos. “Debe ser la famosa hermana Carmen” le dije. “¡Ve, cuál famosa!” respondió en una rara entonación chocoana, “¿y usted quién es?”.

“La cruz dura poco, el premio es eterno” leo en una pared de la casona adornada de jardines profusos y hermosos. Alrededor hay estanques para criar peces donde las iguanitas chapotean, y cocheras y gallineros y matas de yuca y plátano sembradas. La casona ha albergado generaciones de misioneras de la orden de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena, que es el nombre largo de la orden fundada por Laura Montoya, la única santa colombiana, hace más de un siglo. Ya nadie las llama así, ahora las conocen como “las lauritas”, a secas.

Carmen Palacios, misionera laurita, llegó a Noanamá en 1957, cuando era una novicia veinteañera y todavía conservaba el acento arrastrado y pedregoso de los antioqueños de Ciudad Bolívar. Insisto, Carmen Palacios llegó a Noanamá en 1957. Insisto porque casi nadie sabrá lo que eso significa, que llegó cuando las canoas se tardaban dos semanas a canalete si remontaban el río por Buenaventura, o había que seguir una travesía de una semana en bestia desde Pueblo Rico hasta Istmina y luego varias jornadas navegando río abajo. Años en que aquella selva era más selva. En la década del sesenta la hermana Carmen anduvo por Juradó, sobre la costa del Pacífico, y algo más por Playa de Oro, en el Alto San Juan, pero antes de los setenta regresó de modo definitivo y para siempre a Noanamá, un caserío de tablas que tomó el mismo nombre del legendario cacique Wounaan, en la orilla derecha del inmenso San Juan.

En esos años, me contó como si fuera un chiste, conoció a Gerardo Valencia Cano. Una mañana le avisaron que llegaba en un bote el obispo de Istmina acompañado de monseñor Valencia, y ella, bien dispuesta, se puso a servir almuerzos para atender la visita. Entonces vio un hombrecito muy flaco, de lentes y traje rústico color caqui que entró a la cocina a lavar su propio pocillo de café. “Este debe ser el motorista del bote” pensó la hermana Carmen, y le ordenó con un alarido: “bruto, andá a buscar a monseñor Valencia, que ya estuvo el almuerzo…”

Eso le dijo al hombrecito de caqui, que se fue a buscar el resto de la comitiva. Cuál sería la sorpresa de la hermana mientras el obispo de Istmina, ya en la mesa, le señalaba al flacuchento de gafas que ella confundió con un motorista diciéndole: “hermana, le presento a monseñor Valencia”.  Carmen se puso colorada de vergüenza. Gerardo Valencia Cano, el “obispo rojo” de Buenaventura, hoy considerado uno de los precursores de la teología de la liberación y la opción por los pobres, esa doctrina que siguieron muchas congregaciones religiosas, entre ellas las lauritas, inspirada en el legado de Cristo cuando dijo que había venido para que el pueblo tuviera vida en abundancia. “Hay que vivir cerca al pueblo” dicen que dijo alguna vez Gerardo Valencia Cano, “cerca a sus problemas, cerca a su dolor”.

La hermana Carmen confesó que los últimos meses ha habido noches donde quedan solas en la casona porque los vecinos corren a esconderse al monte, por miedo a los combates entre el ejército y la guerrilla, y que al final de diciembre muchos habitantes del pueblo tuvieron que refugiarse con ellas. “Tememos que pase lo mismo que en Bojayá” me dijo. La cruz dura una eternidad, imagino, el premio es poco.

He pensado todos estos días en la hermana Carmen Palacios, en lo que significa para las comunidades indígenas y afrocolombianas del río, que la ven como una especie de matriarca protectora a quien la selva terminó volviendo silvestre, curandera y yerbatera, tosca como las negras de los pilones, esa anciana que con sus años y autoridad mantiene a raya a los señores de la guerra. He pensado en ella, que entregó sesenta y tantos años de su vida a curar indios y negros pobres, muy pobres, acompañándolos en sus luchas, en sus problemas, en su dolor. Y yo, que no soy ni fui nunca creyente, admiro la ética del cuidado y la dignidad de estos cristianos auténticos que creen que lo espiritual sólo toma forma cuando se vive en comunidad, al servicio de los otros.

Cuidado y comunidad, dos ideas que me asaltan al recordar la epidemia que merodea ahí fuera por la calle, un virus que congestiona ideas y mentes y a fuerza de titulares ya no nos permite respirar. Observo la foto que Hernandito Sánchez hizo de la hermana cuando, en un descuido mientras charlábamos, lanzó un suspiro al vacío.

¿Qué será de su vida en estos días en que dejan morir a los ancianos por miles en todo el mundo? ¿Alguna vez en sus ochenta años se habrá enamorado? ¿Estará juntando hierbas para aliviar a los enfermos que van a llegarle a montones cuando la epidemia comience a navegar por el San Juan? ¿Será ella otra más entre las víctimas? ¿Merece existir este mundo, nuestro mundo, que abandona y sacrifica a los viejos como ella, con todo lo que arrastran a cuestas, con todo lo que representan?

El encierro abre las puertas del alma

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Tomada del Instagram de Dario Barassi

Por Héctor H. Quintero |

Preguntarse en tiempos de pandemia sobre las necesidades humanas, resulta necesario para entender si es posible un cambio. ¿Qué efectivamente necesitamos para vivir? ¿Qué requerimos para sentir que estamos con otros en una gran nave espacial y que es agradable compartir el espacio con ellos? ¿Nos llena la soledad? ¿Nos complementan las pantallas, entregando el calor requerido para no anidar la angustia? ¿Son tan importantes las prácticas de consumo? ¿Notamos qué de pronto nos encontramos entre extraños, así sepamos que son familia? ¿Cuántas distancias hemos creado, cuántos abandonos, cuántas huidas? ¿Valen la pena los dioses de barro y sus oradores fatuos? ¿Cuántos bastones utilizamos para equilibrar nuestra marcha, porque olvidamos hacerlo de manera autónoma? ¿cuánta ignorancia hemos acumulado por comodidad y flojera? ¿estamos dispuestos a replantear conductas y actitudes?

 

Tomada del Instagram de Dario Barassi

 

Más allá de lo que requerimos o necesitamos, de lo que suponemos merecer, hoy tenemos un sitio concreto: el lugar que habitamos, donde nuestras previsiones, miedos compartidos y expectativas sobre la vida futura, se recrean hasta el punto de aceptar con un nivel significativo de racionalidad que vale la pena reducir el acceso al espacio con la esperanza de ganar tiempo de vida propia y ajena.

Y eso de nuevo nos ubica en el espacio reducido, en este ínfimo lugar que suponemos debe suplir el conjunto de nuestras necesidades.

¿Qué nos hace humanos en este caso? Reconocer la fragilidad, ¿Asumir que la enfermedad, el trauma y la muerte son experiencias que desestimamos cuando no es evidente que hacen parte inherente de la existencia? ¿Revelarnos en la intimidad contra un encierro que consideramos injusto, excesivo y autoritario? ¿Asumir que todo en nuestra vida debe seguir funcionando de la misma manera, y por ende el mundo y sus representantes tienen plena responsabilidad de lo que tenemos o dejamos de tener? ¿Añorar las prácticas cotidianas que en general están agenciadas por otros anónimos? ¿Disponernos a una adaptación crítica que pone en tela de juicio nuestras costumbres y forma de uso de las cosas?

Son demasiadas preguntas, sin embargo esta contracción del espacio y expansión del tiempo permite una reflexión sobre todas ellas, quizá no con la profundidad, coherencia y hondura de los filósofos, o con la capacidad reflexiva de los científicos, o la magia de los artistas. Así lo hagamos desde nuestro básico mundo, desde esa realidad que está mediada por nuestro pensar (como atributo sociocultural), tiene un sentido importante, en tanto nos estamos dando la oportunidad de ubicarnos en el lugar de lo observado.

¿Qué reproducimos o dejamos de reproducir de aquello que limita, distancia, excluye, señala, violenta o agrede a otros? ¿Qué generamos en términos de coexistencias armónicas, incluyentes, amorosas y pacíficas? ¿Cuántas de nuestras prácticas asumen la premisa básica del plural? ¿Cuántas se desbordan en individualismos extremos y nihilistas?

Abordar una reflexión que nos ubique en las actitudes, las conductas y las contradicciones sociales (Galtung), promueve de plano entender que somos en tanto otros son, que hacemos en tanto otros hacen, y lo mas fuerte, creemos en tanto otros creen.

 

 

Este encierro es un ejercicio de creencia colectiva, creemos en la ciencia, la matemática y la epidemiología, así ni siquiera sepamos cómo se producen y practican dichas disciplinas. Creemos que el tiempo presente oferta mayores oportunidades que el pasado, con unos sistemas de salud y unas prácticas de salud pública que reducen la posibilidad de enfrentarnos a muertes masivas y enfermedades destructivas.

Sin embargo, también creemos en la guerra, el poder del dinero, el valor del prestigio y la benevolencia de la injusticia. Creemos en el castigo divino, el favorecimiento gratuito y la ausencia de responsabilidad cuando un ser superior decide el perdón. Solemos deambular por la tierra con nuestro ego determinando lo que es bueno y malo, lo correcto e incorrecto, sin tener en cuenta unos básicos de coexistencia terrestre, que definen el impacto de nuestras acciones en otros.

Por ahora este encierro, este estar adentro, este encuentro masivo con lo privado e íntimo, es la gran oportunidad para deambularnos, reconocernos, representarnos. Con ello sería quizá posible, deambular, reconocer y representar a otros.

¡Eso cambiaría muchas cosas!

*Médico y docente universitario

 


 

Última entrada del autor

INFORMACIÓN DE INTERÉS PÚBLICO: Compralonuestro.co, herramienta al servicio de las empresas para encontrar nuevos proveedores y clientes colombianos

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  • Como una alternativa para mitigar afectaciones en las empresas por cuenta de la crisis generada por efectos del Covid-19, Colombia Productiva y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ponen al servicio compralonuestro.co, plataforma que acerca la oferta y la demanda nacional, ofrece capacitaciones y las conecta con servicios de financiamiento.
  • Entre los nuevos servicios de este canal, las Mipymes que se inscriban podrán acceder gratuitamente a los beneficios del sistema internacional de Códigos de Barras (GS1).

Bogotá D.C. 30 de marzo de 2020 –. Una de las alternativas para que las empresas no afecten su funcionamiento por cuenta de la crisis generada por el Covid-19 es encontrar nuevos proveedores y clientes en el mercado local, así como fortalecer la articulación entre las empresas nacionales y generar encadenamientos entre las industrias.

Sin embargo, para aumentar los encadenamientos es necesario superar cuellos de botella como la falta de información y de articulación que tienen las empresas para conectar oferta y demanda, encontrar nuevos clientes en los mercados locales y suplir sus necesidades de proveeduría.

Para ayudar a las empresas colombianas a superar este desafío, Colombia Productiva y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, tienen al servicio de los empresarios compralonuestro.co, plataforma creada en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo, que recoge la experiencia de ConnectAmericas, la red social de las Américas, construida con el apoyo de Google y Facebook.

“Invito a las Mipymes del país a que hagan uso de tan valioso canal como es la plataforma compralonuestro.com. Ante este nuevo escenario al que nos enfrentamos con el Coronavirus, esta herramienta, que se impulsa desde Colombia Productiva, además de ser gratuita, será de gran utilidad para conectar a potenciales compradores con vendedores que ofertan productos y servicios. Así facilitaremos la relación comercial  y los procesos de mercadeo de tan importante segmento empresarial”, dijo el ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo.

Por su parte, el presidente de Colombia Productiva, Camilo Fernández de Soto,  indicó que “compralonuestro.co es una de las herramientas que tenemos para ayudar a las empresas a mejorar su productividad y competitividad. Es uno de los aportes que sumamos a las medidas del Gobierno Nacional para mitigar los impactos del Covid-19 en la operación de las compañías del país. La plataforma es gratuita, completamente digital y facilita el intercambio de información y el contacto entre micro, pequeñas y medianas empresas, abriendo nuevas oportunidades de negocio para productos y servicios colombianos. Más de 9.000 empresas de 30 de los 32 departamentos están registradas: el 47% de estas del sector de Servicios y el 31% al de Manufacturas”.

Uno de los nuevos servicios de la plataforma es la publicación de necesidades de proveeduría de materia prima, insumos y servicios que tienen las empresas del país, especialmente en la actual coyuntura.

Este mecanismo les permite publicar necesidades como el tipo de producto, el origen, el volumen, la cantidad o los requisitos producción y/o calidad que requieren, para después conectarse con otras empresas colombianas que puedan suplirlas.

Al tiempo, las compañías vendedoras de bienes y servicios pueden acceder al listado de necesidades de compra, el cual pueden filtrar por sector y producto, y postularse como potenciales proveedoras.

Además de encontrar posibles clientes y proveedores para fortalecer su cadena productiva, las empresas que se registran en la plataforma pueden acceder a cursos en línea sobre cómo mejorar sus negocios y a servicios especiales de bancos aliados.

Lo único que deben hacer las empresas para acceder a estos beneficios es registrarse en la página www.compralonuestro.co

Acceso gratis al sistema de Códigos de Barras

Uno de los nuevos beneficios de compralonuestro.co es que las mipymes que se registren en esa plataforma podrán acceder gratuitamente a los beneficios del sistema internacional de Códigos de Barras (GS1).

Este es el sistema de identificación de productos, servicios, localizaciones e intercambio electrónico de información más utilizado en el mundo. Funciona con códigos únicos que contienen información de características como el peso, volumen, cantidad o longitud de un producto, así como su procedencia, el movimiento que ha tenido en el mercado y hasta información aduanera y financiera.

Las Mipymes colombianas podrán acceder a este sistema gracias al convenio entre Colombia Productiva y Logyca, operador para Colombia del Código de Barras.

En Colombia, cerca de 42.000 empresas usan los códigos de barras para identificar sus productos y depositar la información que exigen sus proveedores y clientes, lo que facilita su comercio dentro y fuera del país. Las empresas que lo usan, entre otros beneficios, mejoran el flujo de inventarios, tienen mayor control sobre el desplazamiento y entrega de mercancía, y reducen la posibilidad de errores en el control de la información para la generación de pedidos y órdenes de compra, lo que eleva su productividad y competitividad.

Mayor información
Oficina de prensa Colombia Productiva.
Sonia López Ortiz 
Sonia.lopez@colombiaproductiva.com
Cel: 310 5652160
Fijo: 57 (1) 7491000
Ext.: 5255
Giovanny Serrano 
Giovanny.serrano@colombiaproductiva.com
Cel.: 300 4684628
Fijo: 57 (1) 7491000
Ext.: 5254
Juan Pablo Vega 
Juan.vega@colombiaproductiva.com
Cel: 3003477318
Fijo: 57 (1) 7491000
Ext.: 5253

Clases grupales virtuales para ejercitarse

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Clases grupales virtuales para ejercitarse, la nueva apuesta de Parque Arboleda Centro Comercial

Pereira, marzo de 2020. Ejercitarse durante el tiempo de permanencia de aislamiento preventivo obligatorio es muy importante para la salud. Por eso, Parque Arboleda Centro Comercial anunció una programación especial de clases grupales virtuales desde sus redes sociales, diseñadas para todas las familias del Eje Cafetero.

Éstas serán dirigidas por Juan Canté, entrenador deportivo profesional y se transmitirán en vivo por la cuenta de Instagram del centro comercial:  @Parquearboleda.

Programación de clases

Lunes: Kickboxing – 9:00 a.m.

Martes: Fuerza – 9:00 a.m.

Miércoles: Core – 9:00 a.m. y Rumba – 6:30 p.m.

Jueves: Fuerza – 9:00 a.m.

Viernes: Kickboxing – 9:00 a.m.

Sábado: Rumba – 10:00 a.m.

Las clases grupales están dirigidas a niños y adultos, para que puedan unirse en familia, quemar calorías, divertirse y desestresarse desde sus hogares. El video quedará guardado por 24 horas en la misma cuenta de Instagram del centro comercial, para que cualquier persona pueda visualizarlo en el horario de su preferencia.

Encuestas nacional e internacional sobre opiniones frente al Coronavirus. PARTICIPA

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Actualmente nos han llegado dos encuestas para opinar sobre la pandemia actual del coronavirus.

Una encuesta es impulsada por la Universidad Nacional de Colombia y la otra está liderada por un grupo de investigadores de diferentes universidades internacionales.

Les dejamos los enlaces a cada encuesta para que participen de ellas.

 

Haga clic aquí para ir a la encuesta en Colombia

 

 

La otra encuesta es de carácter internacional y está liderada por:

University de Warwick: Dr Christopher Roth, Dr Stefano Caria, Dr Thiemo Fetzer (also Visiting Fellow at LSE)
Oxford University: Dr Lukas Hensel, Margarita Gómez
Princeton University: Dr Johannes Haushofer
Cambridge University: Friedrich Goetz
University of California, San Diego/ Bocconi University: Dr Stefano Fiorin
Harvard Business School: Dr Jon Jachimowicz
Boston College: Dr Gordon Kraft-Todd
Expilab Research / ESCI-UPF: Andrew Ivchenko
Massachusetts Institute of Technology: Dr Erez Yoeli
IESE Business School: Dr Elena Reutskaja
NYU Abu Dhabi: Dr Marc Witte

Se encuentra en varios idiomas, entre ellos el español. En esta liga pueden encontrar más datos técnicos de la encuesta. clic aquí

Y haciendo clic aquí pueden ir a la encuesta internacional en español.

Ya hay resultados preliminares de los primeros encuestados internacionales, pueden observarlos haciendo clic aquí

 

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Caricatura de opinión: ¿Son suficientes los recursos de la salud?

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Don Barbarias un personaje de Don Fingo