Seguimos contando historias sobre las personas que forman la cultura del departamento de Risaralda. Hoy viajamos a los municipios de Guática y La Celia a través de los testimonios que Gustavo Colorado ha recolectado para entretejer con la historia de estos pueblos hechos de sueños de prosperidad.
Guática:
Leyendas de Gamonrá: Han llegado de todos los lugares de Colombia: De Cundinamarca y Antioquia; de la Costa Atlántica y del Valle del Cauca. Otros viajaron desde países tan distantes como Canadá, España, Inglaterra y Chile. Como dice María Eugenia, una rubia oxigenada llena de joyas:
“El gasto y el viaje valen la pena. Son las fiestas del regreso y uno tiene que ahorrar otros cinco años para volver”.Texto completo
La Celia:
Donde las águilas se atreven: Arrinconada contra las montañas a la orilla del río Monos, La Celia fue el último territorio en ser poblado por colonos en lo que hoy es el Departamento de Risaralda. No por casualidad durante mucho tiempo se dijo que las águilas eran las únicas aves capaces de llegar hasta esas alturas. Texto completo
Hay historias que reaparecen con el rostro cambiado, pero con la esencia intacta. He conocido tres versiones distintas de la que para nosotros es la historia de la lechera: la chica que caminaba al mercado mientras imaginaba lo que haría con el dinero que obtendría y, por andar distraída, tropezó y rompió el cántaro y perdió toda la leche que llevaba. De esa historia he encontrado una versión árabe y otra hindú, con muchachos que se disponen a vender miel o aceite, y cuyos sueños también terminan derramados.
He encontrado dos versiones muy distintas de otra historia cuyo origen puede ser tan antiguo como la humanidad. La primera versión se la escuché a una nativa de estas tierras. Tiene que ver con navegantes de las aguas del Pacífico. Cuentan que, no hace mucho, un grupo de muchachos se propuso rescatar la sabiduría de sus ancestros para navegar. Construyeron una embarcación, según el modelo antiguo, y pidieron al más viejo marinero que les enseñara el arte de navegar con la ayuda de las estrellas y a sortear los peligros del mar. Pero el viejo marinero se negó a ayudarles. Los muchachos le insistieron, le rogaron, pero el viejo marinero permaneció impávido. Al final, lograron que accediera a acompañarlos en una travesía. Pero, antes de embarcarse, el hombre dejó claro que no les enseñaría nada.
No tardaron mucho en encontrar una tormenta que amenazaba con hundir la embarcación. Pidieron ayuda al viejo, pero este se cruzó de brazos y no moduló palabra. Mientras intentaban sortear las dificultades, los muchachos se volvían a lanzarle reproches. Le preguntaban a gritos que si era tan estúpido que los dejaría morir a todos —y moriría también él mismo— por su obstinación de no enseñar lo que sabía. Pero el hombre siguió sin darles ninguna indicación. Luego ocurrió el milagro. Los muchachos empezaron a “saber” exactamente lo que debían hacer.
El conocimiento ancestral se encendió dentro de ellos y pudieron sortear aquel peligro como si fueran marineros veteranos. Una sabiduría que llegó por misteriosos caminos apareció disponible para ellos cuando la necesitaron.
Pocos días después de escuchar aquella historia me crucé con una hermosa película de Tarkovsky, titulada Andrei Rublev. La había visto hace muchos años y no había prestado demasiada atención a una anécdota pequeña en medio de la trama principal. El campanero más reputado del pueblo ha muerto y al parecer se ha llevado consigo su secreto. Pronto surge la necesidad de hacer una nueva campana y el hijo del campanero les miente a los del pueblo: les dice que su padre, antes de morir, le había revelado su secreto. Así consigue que lo contraten. El muchacho está asustado porque piensa que lo van a castigar cuando se enteren de que mentía, pero de todos modos se proponer seguir adelante en la fundición de la campana.
Al final, de manera misteriosa, el secreto de su padre se ilumina en el espíritu del muchacho y éste construye la campana más hermosa que se ha visto por aquellas comarcas.
Un tema común tienen estos relatos de gente que recuerda lo que nunca había visto o aprendido. Nos despiertan al misterio que rodea nuestras vidas y que los fanáticos de la razón no se atreven a mirar. También recuerdan la idea platónica de que aprender es recordar. Tienen algo de advertencia para quienes sostienen que el arte puede ser enseñado. Nos revelan también que los humanos tenemos vínculos ocultos y que las palabras suelen ser la forma más precaria que tenemos de comunicarnos.
*Publicado en Vivir en El Poblado el 11 de septiembre de 2014.
Estamos celebrando los 54 años de conformación del departamento de Risaralda reviviendo crónicas que sobre los 14 municipios se han escrito en este medio.
Hoy recordaremos crónicas que nos hablan de los orígenes de Pereira y Dosquebradas, capitales del departamento, la una es la oficial y la otra era, antes de la apertura económica, la líder de la industria de confecciones por excelencia en la zona.
Dosquebradas:
Días de industria: Al finalizar los años ochenta del siglo XX era posible ver una romería de mujeres subiendo a pie la cuesta de La Popa a eso de las cinco y treinta de la mañana. Su destino, las decenas de fábricas de confecciones que a lo largo del tiempo se asentaron en lo que se llamó Zona Industrial de La Popa, dándole de paso a Dosquebradas el calificativo de“Municipio Industrial”.Texto completo
Pereira:
Hablar de la ciudad de Pereira, la capital del departamento de Risaralda es, entre otras cosas, recorrer nostalgias. Les compartimos dos de las crónicas que sobre Pereira hemos publicado, una del icónico Bolívar desnudo en la plaza central de la ciudad y la otra, de la estación de tren que antes albergaba a la biblioteca municipal de la ciudad.
Los Inmodernos es un grupo de personas reunidas para pintar al aire libre, con el virus el espacio de la reunión virtual tomó importancia, dejando de ser un ponerse de acuerdo para salir a pintar y convertirse en un espacio para que cada uno pintara desde su taller y compartiera la producción a través de un blog. Estos fueron los resultados de la convocatoria desde casa: Nostalgias en cosas.
Texto provocador
Viene el tiempo con un arsenal de cosas, mitad objetos, mitad experiencias, a informarnos lo tanto que ha extrañado sin nuestra atención. Entonces, aparece del estado de abandono, aquella naturaleza exenta de ánimo, y con ella el sentimiento acuñado por la expresión otrora vencida de agotamiento. Dibujamos para no olvidar cómo era el mundo sensible, pintamos para horadar la templanza de pieles curtidas por lo amado, y así va pasando la vida, cuestionario de oficios aún sin resolver. Con la melancolía se instala de a poco la nostalgia, sinos de nuestro tiempo muy inquieto e irreverente. Intentemos darles forma a las imágenes antes de que nos atraviesen de nuevo otros intentos por no decir nada ante lo que acontece.
Daniela Sánchez, Pereira
Vanesa Rodríguez Duarte, Pereira.
Daniela Bermúdez, Pereira
Lorenzo Salamanca, Pereira
Mauro de Jesús Ramírez. Nostalgia en el dibujo
Marcador de tablero sobre vidrio de ventana
Milton Reyes. Collage, Tegucigalpa
Oscar Felipe Rojas Textura 1 – Rapidógrafo sobre papel
Cuauhtémoc Rodríguez, México
Luís Fernando Arango, Manizales
Natalia Gómez, Pereira
Lina María Vélez Trujillo, Estados Unidos
Oscar Salamanca, Pereira
Mauricio Moreno, Salento
Las nostalgia en objetos de personas que me han amado: los calzones de mi ex, los aretes de otra ex, el peine de mi más reciente ex y claro nostalgia por lo que sería me viaje a México pospuesto por la Covid – 19.
*UNIDOS POR EL ROCK* Somos un grupo de músicos que tocamos en los parques de los barrios de forma espontánea, con el fin de reunir recursos económicos para nuestro sustento. Si quieres apoyarnos con donaciones económicas y/o lugares donde deseen que nos presentemos, te puedes comunicar al 3103924699 Alejandro Giraldo.
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Para celebrar el 125 aniversario del Book Review, hemos buceado en los archivos para revisitar nuestra cobertura más excitante, memorable y provocadora.
El 10 de octubre de 1896, luego de años de sólida cobertura literaria en The New York Times, el diario publicó su primera edición de Book Review.
Han pasado 125 años y esa cobertura se ha ampliado y profundizado. El Book Review se ha convertido en un prisma a través del cual no solo miramos la literatura sino el mundo en general, una publicación en la que académicos y pensadores sopesan todos los personajes y asuntos y materias cubiertas por los libros de filosofía, arte, ciencia, economía, historia y más.
De muchas maneras, la historia del Book Review es la historia de las letras estadounidenses y emplearemos este año de nuestro aniversario 125 para celebrar y examinar esa historia en los próximos meses. A través de ensayos, fotoensayos, cronologías y otros formatos nos enfocaremos en los libros y los autores que hicieron que todo fuese posible.
Porque, la verdad, los escritores son el corazón de todo lo que hacemos. Emparejar un libro con un reseñista adecuado es un desafío, un reto que disfrutamos. Y hemos tenido la fortuna de presentar escritos de tantos personajes ilustres en nuestras páginas —novelistas, músicos, presidentes, ganadores del Nobel, gerentes ejecutivos, poetas, dramaturgas— todos reflexionando con ingenio y talento. Aquí hay 25 de ellos.
Tomada por: Wolfgang Suschitzky/Popperfoto, vía Getty Images
H. G. Wells, autor de clásicos de ciencia ficción como ‘La máquina del tiempo’ y ‘La guerra de los mundos’, admitió que tenía un interés personal en esta obra sobre su colega el autor George Gissing (a quien extrañamente le dieron el pseudónimo de Henry Maitland en un libro que claramente se trataba sobre él). “En tanto que en varias ocasiones he alentado a Roberts a escribirlo”, apuntó Wells, “me siento un poco partícipe de la responsabilidad”. Debe haber hecho que Roberts se sintiera poco menos agradecido cuando juzgó: “De nada sirve fingir que el libro de Roberts no es francamente malo, descuidado en sus afirmaciones, de efecto miserable, pobre como crítica, planeado débilmente y sin ninguna distinción literaria”.
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Tomada por: Carl Mydans/The LIFE Picture Collection, vía Getty Images
Nabokov todavía no era un nombre reconocido en Estados Unidos (eso sucedería una década más tarde al publicarse ‘Lolita’) cuando reseñó la novela filosófica de Sartre protagonizada por Antoine Roquentin, un historiador francés atribulado por el hecho mismo de la existencia. “El apellido de Sartre, tengo entendido, se asocia con una filosofía de café muy de moda y dado que por cada dizque ‘existencialista’ uno encuentra bastantes ‘suctorialistas’ (por acuñar una palabra educada), esta traducción hecha en Inglaterra de la primera novela de Sartre, ‘La Nausée’, debería gozar de algún éxito”.
Williams, que había ganado un Premio Pulitzer en 1948 por su obra ‘Un tranvía llamado Deseo’ reseñó la novela debut de Bowles, que sería aclamada como una de las mejores del siglo XX. La historia sigue incesantemente a una joven pareja de esposos de Nueva York que se ha quedado varada en el desierto norafricano. “Sospecho que una buena cantidad de personas leerá este libro”, escribió Williams, “sin sospechar ni una sola vez que contiene un espejo de lo que resulta más aterrador y críptico dentro del Sáhara del nihilismo moral en el que pareciera que la raza humana deambula a ciegas”.
Al escribir esta reseña, Patricia Highsmith había escrito una novela, ‘Pacto siniestro’. Ganaría fama mundial por ese y otros thrillers, entre ellos los protagonizados por Tom Ripley. El autor reseñado, el montañista francés R. Frison-Roche, ahora es relativamente desconocido. “Este es exactamente el tipo de novela que uno esperaría que escriba un guía Chamonix: contundente en el estilo y el tratamiento, de ritmo irregular, sobre montañismo, por supuesto, y auténtica hasta el último pitón, el último momento que deja sin aliento antes de alcanzar la cima”. Más seductoramente, Highsmith añadió: “Hay un delicioso e inesperado capítulo sobre una batalla de vacas que es tan dramático como el ascenso de la montaña”.
Una de las combinaciones más inusuales de grandes nombres en nuestros archivos es esta reseña del trabajo del columnista deportivo Red Smith a cargo de Shirley Jackson, autora de ‘La lotería’ y ‘La maldición de Hill House’. Jackson escribió sobre cuánto disfrutaba ver los deportes en televisión. A pesar de contar con “conocimiento limitado” de los escritores deportivos en ese entonces, el libro de Smith la conquistó. “Hay algunas féminas por lo demás pudorosas y sensibles —yo entre ellas— que se han convertido en ladronas descaradas de la página de deportes del diario matutino y solo un libro como el de Red Smith demuestra cuánto me he perdido por no haberme interesado en este campo antes. Leer ‘Out of the Red’ de hecho ha sido una experiencia educativa como ninguna otra desde que me asomé por primera vez al Homero de Chapman”.
La reseña de Eudora Welty de este relato clásico es una auténtica delicia, empezando por el titular (“La vida en el granero era muy buena”) y su primera línea (“E. B. White ha escrito su libro para niños, lo cual es agradable para los mayores pues requiere gran tipografía”). A diferencia de las reseñas contemporáneas que se “equivocan” con los que serán clásicos en el futuro, Welty, —que fugazmente fue editora en el Book Review durante la Segunda Guerra Mundial— identificó claramente este logro en el momento. “De lo que trata el libro es la amistad en la tierra, el afecto y la protección, la aventura y el milagro, la vida y la muerte, la confianza y la traición, el placer y el dolor y el paso del tiempo”, escribió. “Como obra es casi perfecta y casi mágica en su ejecución”.
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Por: Robert W. Kelley/The LIFE Picture Collection, via Getty Images
En esta reseña, Langston Hughes, eminencia literaria y cronista de la experiencia negra en Estados Unidos, calibró la primera colección de ensayos de Baldwin. Quedó impresionado: “Utiliza las palabras como olas del mar, para fluir y golpear, avanzar y retroceder, alzarse y hacer una reverencia al desaparecer”. Sugirió que Baldwin todavía tenía espacio para crecer pero que “Estados Unidos y el mundo bien podrían estar frente a un gran comentarista contemporáneo”.
A nadie le sorprendió que Dorothy Parker, integrante de la Mesa redonda del Algonquín fuera graciosa en esta reseña de una obra de su colega autor de humor. Empieza: “Es una extraña fuerza la que obliga a un escritor a ser humorista. Es una fuerza extraña, si a uno le interesa ir más atrás, la que obliga a cualquiera a ser escritor de cualquier modo, pero este no es el momento ni el lugar para tratar ese asunto. El camino del escritor es áspero y solitario y ¿quién lo elegiría si hay vacantes en profesiones más benévolas como, por decir, limpiar transbordadores?”. Pero, a pesar de que Parker formaba parte de un “círculo vicioso” como también se llamaba al grupo de artistas que se reunía a almorzar en el Hotel Algonquín, y era conocida por sus pullas mordaces, halagó alegremente a Perelman, de quien escribió que “sobresale” en su campo.
John F. Kennedy era autor de tres libros y todavía era senador por Massachusetts cuando reseñó este libro, un intento de definir para el mundo en qué creía Estados Unidos más allá de la simple oposición a la Unión Soviética y al comunismo. Larson era un republicano que había trabajado en temas laborales y había sido uno de los principales redactores de discursos del presidente Dwight D. Eisenhower. “Aunque el estilo del libro es algo discursivo y aquí y allá quizás resulta un poco condescendiente”, escribió Kennedy, “Larson tiene mucho éxito en retratar los peligros de analizar la sociedad estadounidense en términos de distinciones de clase o intereses económicos rígidos. Aunque no es un tema nuevo, tiene mucho éxito en recordarnos el ‘caleidoscopio de mezclas aparentemente inexplicables de coloración política a través del paisaje’”.
En esta reseña, la cineasta, directora y escritora Nora Ephron se maravillaba de cómo el joven Reed conseguía que sus entrevistados del mundo del espectáculo dijeran las cosas que le decían. Entre ellos estaban Barbra Streisand, Warren Beatty y Lucille Ball. El comienzo de Ephron es un clásico: “Rex Reed es un hombre descarado, fisgón y malintencionado que ve con ojos aguzados y escribe con una pluma malvada y consigue convertirnos a todos en mirones. Si algo de esto suena a que no me gusta Rex Reed, permítanme corregir esa impresión. Me encanta Rex Reed”.
Toni Morrison solo tenía una novela en su haber cuando se publicó esta reseña en 1971. Una de las alegrías de nuestros archivos es ver —en retrospectiva— las discretas descripciones de quienes escribieron para nosotros. La de Morrison dice: “Toni Morrison, editora en una editorial de Nueva York, es la autora de ‘Ojos azules’”. “Es una colección muy notable”, escribió sobre la obra de Bambara. “La alegría duele y el dolor se ríe en estas páginas, y todo el libro te deja la impresión de ser de seda, lo que es tan agradable porque fue hecho por un ser vivo que tenía algo en mente, su supervivencia sin duda”.
“La verdad, y no la humildad poco convincente, es la mayor virtud y, en consecuencia, puedo observar que estoy más cualificado que cualquier hombre vivo para reseñar un libro sobre la vida pública de Chester Bowles”. El economista iconoclasta y prolífico autor John Kenneth Galbraith comenzó su reseña de esta manera porque él y Bowles habían ocupado algunos de los mismos puestos de poder y trabajaron juntos en campañas presidenciales. Al hacerlo, se habían hecho amigos, lo cual, escribió Galbraith, “es una desventaja solo si el libro en cuestión es malo. Solo entonces tienes que considerar si el autor debe obtener la verdad de ti o de otra persona. Este, afortunadamente, es un libro extremadamente bueno”.
La aclamada poeta Nikki Giovanni ha escrito versos tanto para niños como para adultos, por lo que era la crítica ideal para esta novela, escrita para lectores jóvenes pero que trataba temas difíciles y maduros. La novela de Hamilton, que ganó la Medalla Newbery y el National Book Award, trata de un joven que espera salvar una montaña local de los estragos de la minería a cielo abierto. “‘M. C. Higgins, el grande’ no es un libro adorable, no es una historia de las que se viven con felicidad. Es cálido, humano y esperanzador, y hace lo que todo libro debería hacer: crear personajes con los que podemos identificarnos y por los que nos preocupamos… Nos alegra que la señorita Hamilton sea escritora. Hace el mundo un poco más rico y nuestras vidas un poco más cálidas”.
Kurt Vonnegut Jr. reseñó este relato de la revuelta de 1971 en la cárcel de Attica escrito por Tom Wicker, que fue reportero, columnista y editor del Times. El libro mezclaba su reportaje sobre los dramáticos acontecimientos de la prisión con pasajes de autobiografía. Dejemos a Vonnegut la tarea de encontrar una comparación memorable para el resultado: “El libro está diseñado como un shish kebab, con escenas novelescas de la infancia y la juventud de Wicker alternadas con duros episodios de Attica, y con el propio Tom Wicker como pincho. Los materiales colocados codo a codo en el pincho son tan distintos como los melocotones maduros y las granadas de mano”.
The Book Review siempre se ha enorgullecido de encontrar los críticos adecuados para los libros adecuados, y eso solo se acentúa cuando un libro es un verdadero acontecimiento, como ‘Raíces’ de Alex Haley, que pasó meses en el número 1 de la lista de los más vendidos del Times. El artículo del gran James Baldwin es algo que todavía hoy merece la pena leer y considerar. Escribió sobre ‘Raíces’: “Sugiere con gran poder, cómo cada uno de nosotros, aunque sea inconscientemente, no puede sino ser el vehículo de la historia que nos ha producido. Pues bien, podemos perecer en este vehículo, niños, o podemos seguir el camino”.
Hablando de dos pesos pesados. En la portada de nuestro número del 7 de octubre de 1979, Didion reseñó la épica novela de Mailer, que desafía el género, sobre el tristemente célebre Gary Gilmore, que asesinó a dos personas en Utah y luego exigió que el estado siguiera adelante con su ejecución por el crimen. Mucho más que la historia de un crimen y un debate muy público sobre la pena de muerte, el libro de Mailer captó el lado desesperado de la vida en el Oeste americano. “Creo que nadie más que Mailer podría haberse atrevido con este libro”, escribió Didion. “La auténtica voz del Oeste, la voz que se escucha en ‘La canción del verdugo’, es una voz que se oye a menudo en la vida, pero solo raramente en la literatura, la razón es que conocer verdaderamente el Oeste es carecer de toda voluntad de escribirlo”.
El poeta Derek Walcott, que llegaría a ganar el Premio Nobel de Literatura en 1992, reseñó este libro sobre el aviador francés Louis Blériot y su vuelo a través del Canal de la Mancha 18 años antes de que Lindbergh cruzara volando el Atlántico. “El regocijo y la auténtica valentía son vecinas en la leyenda y este libro de amplia destreza y presentación modesta mantiene bastante el espíritu de su protagonista”, escribió Walcott. “El hecho se convierte en magia de forma muy soterrada. El regreso a la inocencia requiere andanzas vistosas y valientes; la luz en el camino hasta ahí es directa, el vuelo es simple y natural y ‘El vuelo glorioso’ lo ha logrado”.
A veces, un libro que va a convertirse en un clásico indiscutible recibe el respeto que merece en el momento de su publicación. Tal fue el caso de ‘Beloved’ de Morrison, una notable historia de fantasmas ambientada en los años posteriores a la Guerra Civil. El libro ganó el Premio Pulitzer de ficción y en 2006 fue nombrada la mejor novela de los últimos 25 años por un grupo de destacados escritores, críticos y editores encuestados por el Book Review. En su reseña original del libro, en 1987, Margaret Atwood —autora ella misma de clásicos como ‘El cuento de la criada’— escribió: ‘Beloved’ es la quinta novela de Toni Morrison y otro triunfo. En efecto, la versatilidad y el rango técnico y emocional de Morrison parecen no conocer límites. Si alguna vez hubo dudas sobre su estatura como destacada novelista estadounidense de su generación o de cualquier otra, ‘Beloved’ las resuelve. En tres palabras o menos, es espeluznante”.
El crítico Harold Bloom una vez dijo que Ursula K. Le Guin había “elevado la fantasía a la alta literatura para nuestra época”. Al reseñar a otro escritor icónico de ciencia ficción literaria, Le Guin capturó la relevancia y el alcance de los temas de Ballard. “Las ficciones brillantes y obsesivas de J. G. Ballard rodean temas casi canónicos de la literatura y el cine modernistas: la jungla conradiana y su pueblo blanco, la América consumista y el horrible americano, las figuras de culto popular como los astronautas y las estrellas de cine, la ‘tierra baldía’ y la ‘ciudad irreal’ de T. S. Eliot. A través de estos y otros paisajes de alienación, figuras de archivo se mueven en meticulosos patrones hacia una conclusión predeciblemente impactante. Es alto voltaje, pero está todo en la mente”.
En esta reseña hay una colisión entre imaginaciones oscuras. (Si Thomas Harris no hubiese inventado a Hannibal Lecter ¿tal vez Stephen King al final lo habría hecho?). Esta fue la primera aparición en 11 años de Lecter en una novela, y la primera después de que la adaptación al cine de ‘El silencio de los inocentes’ lo convirtió en un nombre reconocido. “No creo que muchos de los seguidores de Danielle Steel saldrán corriendo a comprar un libro en el que a un personaje es devorado desde dentro por una anguila voraz, pero a los que les gusta lo que Harris sabe hacer con tanta genialidad no les hará falta un informe del libro”.
Nos gusta tener los ojos bien abiertos en busca de los más nuevos talentos aquí en el Book Review y he aquí un ejemplo clásico. Alrededor de un mes después de publicada esta reseña, Jhumpa Lahiri ganaría un Pulitzer por su colección debut de relatos ‘Intérprete del dolor’. Y aquí estuvo reseñando la novela debut de Mohsin Hamid, que iniciaba su propia y galardonada carrera. “Como Fitzgerald, Hamid escribe sobre los resbaladizos vínculos entre los extremadamente adinerados y aquellos que merodean y por lo general, tropiezan, con el brillo del dinero”, escribió Lahiri. “Hamid también plantea la escena en un único y degenerado verano de pasiones desbordadas en el que prevalece la ceguera moral. Y, como Fitzgerald, Hamid interroga la vulgaridad y la violencia que acechan bajo la superficie de la abundancia y la comodidad”.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, entregó una extensa reseña de esta biografía del escritor argentino Manuel Puig. En ella, Vargas Llosa consideró todo, desde la influencia de las películas en Puig hasta lo que hacía tan única su obra pasando por considerar si su trabajo tenía “la trascendencia revolucionaria que Levine y otros críticos le atribuyen”. Alabó el propio trabajo de Levine: “Este fascinante libro es indispensable para cualquiera interesado en la obra de Puig (que Levine, traductora de varias de sus novelas al inglés, conoce a la perfección) y en la cercana conexión entre el cine y la literatura, una característica definitoria de la vida cultural a fines del siglo XX; ambas son descritas con inteligencia e información abundante. Encontré errores incidentales, pero estos de ninguna manera demeritan las virtudes de un libro en el que el rigor y la legibilidad caminan de la mano”.
Al celebrar los 125 años del Book Review, no solo pasaremos un rato en el pasado lejano, también estaremos en la actualidad vibrante. Pocos escritores en este siglo han sido tan aclamados como Colson Whitehead, autor de varias novelas y ganador tanto del Pulitzer como del National Book Award por ‘El ferrocarril subterráneo’ (2016). En 2019, Richard Powers se unió también a la lista de ganadores del Pulitzer por ‘El clamor de los bosques’. Pero en 2006, cuando ambos eran simplemente autores muy aclamados, Whitehead reseñó esta novela sobre un hombre que, tras sufrir un accidente automovilístico casi mortal, padece un desorden cognitivo raro. “Parte del deleite de leer a Powers a través de los años ha sido su habilidad para la revelación”, escribió Whitehead. “Sus discursos científicos apuntan hacia cómo funciona el mundo, pero las luchas de sus personajes…nos ayudan a comprender cómo funcionamos nosotros”.
Consagrada estrella de rock y poeta, Patti Smith se convirtió en una galardonada escritora tras la publicación de ‘Éramos unos niños’ en 2010. También consideramos que es una estupenda reseñista. Aportó su profundo conocimiento de la obra de Haruki Murakami al reseñar su decimotercera novela. “Este es un libro tanto para el lector nuevo como para el experimentado. En ocasiones, parece una precuela a una narrativa completamente distinta. La sensación es dispareja, el diálogo a veces parece forzado, ya sea por diseño o por una traducción deficiente. Sin embargo hay momentos de epifanía expresados con gracia, especialmente sobre el modo en que las personas se afectan unas a otras”.
Sí, nos encanta publicar el trabajo de destacados novelistas, ensayistas, poetas, periodistas, historiadores. Pero a veces resulta emocionante contar con la apreciación de alguien conocido (muy muy muy conocido) por algo que no sean los libros. ¿Y quién mejor para reseñar un libro sobre el siglo XXI que Bill Gates, el confundador de Microsoft que tanto hizo para dar forma al mundo en el que vivimos? “Harari es un escritor tan estimulante que incluso cuando estaba en desacuerdo quería seguir leyendo y pensando. Sus tres libros luchan con alguna versión de la misma interrogante: ¿Qué le dará más significado a nuestra vida en las décadas y siglos por venir?… No es una crítica decir que Harari no ha dado aún con una respuesta satisfactoria. Tampoco nadie lo ha hecho. Así que espero que en el futuro vuelva a centrarse de lleno en esta pregunta”.
El 1 de febrero del 2021 se cumplieron 54 años de la creación del departamento de Risaralda. Una región conformada por 14 municipios pujantes, caracterizados por el civismo de sus gentes que le han dado forma e identidad a cada pueblo que cubre el territorio.
Esta semana nos dedicamos a revivir esas crónicas que hemo publicado en La cebra que habla sobre las características de las personas, paisajes y cultura de los risaraldenses. Ayer hablamos de Balboa y Belén de Umbría. Hoy los invitamos a que recorramos juntos Marsella y Apía.
Marsella
En la muy rica villa de Segovia: La localidad de Marsella es todo un enclave agrícola y ambiental que ya en los tiempos de la fundación le mereció el nombre de Villa Rica de Segovia. Texto completo
Apía
O las formas del viento: un texto que recuerda cuando La casa de la cultura de Apía era un hervidero de niños, jóvenes y personas mayores que iban y venían en medio de sonidos de clarinetes, tambores, flautas y guitarras. Texto completo
Hoy hace 54 años, un incipiente departamento cobraba vida jurídica, separándose del Gran Caldas. En las calles se respiraba alegría y miedo, júbilo y pesimismo, y ante todos los pronóstico y con opiniones divididas por doquier, fue el civismo, el tesón y las ganas las que llevaron a Risaralda a ser grande como hoy lo es.
Toda esta semana estaremos en La cebra que habla, reactivando crónicas que hemos escrito años atrás sobre los 14 municipios que conforman a Risaralda.