lunes, junio 30, 2025
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Color local: arquitectura en el centro de Pereira

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El ojo de la Cebra que Habla


 

En un recorrido por la ciudad capturamos con el “Ojo de la Cebra”estos espacios arquitectónicos donde pretendemos resaltar las formas, los espacios, el cómo construimos en la ciudad y cómo históricamente nos reconocen como una ciudad bella. Algunos lugares son conocidos por usted, otros simplemente pasan desapercibidos. Así que solo se trata de mirar con perspectiva de arriba abajo o viceversa. Con todo, eso edificios, colores, ventanas, balcones y más están ahí para ser mirados, capturados, con una simple observación, o con un lente, como lo hemos querido hacer para usted.

Así que sin más, bienvenidos a este color local de la arquitectura en el centro de Pereira.

 

El encanto del limonero

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Quisiera regalar una canastita de limones a la chica que corroe mis sueños, recién cosechados como los del huerto del Edén


 

Quienquiera disfrutar de verdor todo el año debe plantar un limonero. En esta jungla de asfalto en la que la monotonía lo es todo y las aceras hacen el paisaje gris, aplaudo a quien se le ocurra sembrar aunque sea un espino en la vereda de su casa. Y ciertamente, los limoneros poseen espinos para que no los joda nadie ni siquiera los perros. Porque nunca falta un transeúnte malentretenido que ande rompiendo ramas o arbolillos por pura maldad.

 

Siempre es una alegría contar con un arbolillo en el jardín. Fotografía José Crespo Arteaga.

 

Desde ya detesto a un vecino que decidió mutilar el limonero de su patio sin motivo alguno, que ni sombra le hacía y hasta era un insólito adorno colmado de frutos amarillos que disimulaba toda la mugre de sus cachivaches tirados alrededor. No es bueno ofrecer margaritas a los cerdos, ni limones habría que decir.

Yo que soy un caminante infatigable tengo la manía de estirar la mano allá donde me tope con el primer arbolillo de limón. Suelo arrancar una hoja tierna y restregarla en los dedos para drogarme con su fragancia. Supongo que es un hábito que arrastro desde la infancia, que me lleva a huertos y otros parajes que mi mente no recuerda pero que alguno de mis sentidos guarda memoria.

 

La reciente cosecha en casa, hasta para obsequiar a los parientes. Foto José Crespo Arteaga.

 

Es curioso que la gente, al igual que los pájaros, no arrase con los limones como sucede con otras frutas que ni dejan madurar completamente. Por toda la ciudad hay limoneros desperdigados donde siempre habrá algún fruto al alcance de la mano; no importa si está cubierto de polvo fino, el aroma cítrico que desprende al limpiarlo y frotar su cáscara no tiene parangón.

Quisiera regalar una canastita de limones a la chica que corroe mis sueños, recién cosechados como los del huerto del Edén, y ponerle un lazo con una etiqueta tipo “con todo mi amor”. Ja, tal dulzona dedicatoria no haría juego con mis frutos agridulces y se prestaría a diversas interpretaciones. Como mínimo, creerá que soy un agrio o tal vez un sátiro disimulado. A veces, lo original no siempre es el mejor camino para llegar al corazón de una mujer. Así que toca hacer limonada, no más.

 

A falta de un arreglo floral, un sutil decorado salva la función. Fotografía José Crespo Arteaga.

 

No queda de otra, mejor, solacémonos con unos buenos drinksque el destino todavía nos permite mientras corre el tiempo inexorablemente. Tener un limonero en casa es, desde todo punto de vista, ventajoso; fuera del verde fulgor que nos depara su perenne follaje, el año redondo no nos faltará sus frutos para cualquier ocasión. Que los tragos amargos de la existencia se toman mejor con limón, aseguran los que saben.

Y ciertamente, las penas se diluyen al compás de un buen trago donde no debe faltar, por gusto y por estética, un bendito limón. ¿Qué sería del tequila sin su cacho de limón? ¿Y cómo aligeraríamos el ardor de un Singani (aguardiente de uva) sin la perfumada esencia del limón? Dejemos que la vida fluya a través de la garganta saboreando un excelso chuflay, el trago más boliviano donde los hay.  Así que: ¡¡salud!!

 

P.S. Naturalmente, se precisa agua del limonero para disfrutar un buen trago en toda ocasión.

Aromas lejanos

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El trabajo de los profesores Gil Montoya y Valencia Solanilla se define entonces  en un cruce de caminos: el de la biografía del autor; el de la Pereira de la época en que fue concebida y publicada su obra y el de la novela Rosas de  Francia.


 

“El vapor ancla en el puerto, un lugar solitario, desnudo de árboles, donde apenas hay un par de casuchas de madera, contrahechas por el tiempo, de las cuales una hace las veces de insegura bodega y en la otra se amontonan los pasajeros en espera de coches y cabalgaduras para ir a la población”.

Por lo desolado, el paraje descrito podría ser uno de esos lugares de la tierra abandonados de Dios  y de los hombres, tan frecuentes en las historias de Joseph Conrad.

En realidad es el sitio de destino del joven Ricardo, protagonista masculino de Rosas de Francia, la novela del escritor Alfonso Mejía Robledo, publicada  por primera vez en París en 1926, por la Casa Editorial Franco- Americana.

En este punto empiezan los equívocos. La historia narrada  en el libro no tiene relación alguna con ese país considerado durante mucho tiempo como epicentro de la Gran Cultura salvo, tal vez, por las rosas que la protagonista femenina de la obra, Lucila, cultiva con esmero en su  jardín y suele lucir como adorno prendidas a la cintura.

 

Foto extraída de: Universidad Tecnológica de Pereira.

 

Pero además su autor es un hombre nacido en 1897 en un diminuto poblado  llamado Villamaría,  hoy perteneciente al departamento de  Caldas. Muy  temprano su familia se afinca en Pereira, en una pequeña población que para la época todavía no contaba medio siglo de fundada.

Cómo llegó este hombre, comerciante de oficio y escritor de profesión, a editar su libro en una editorial ubicada en el 222 del Boulevard Saint Germain de París es  parte de  la aventura emprendida por los investigadores Rigoberto Gil Montoya  y César Valencia Solanilla, cuyos resultados publicó el sello editorial Alma Máter, en un texto  cuidadosamente editado, que incluye la  segunda versión de la novela, corregida en su momento por el autor y precedida en este caso de un minucioso ejercicio crítico.

Se trata  de un trabajo sin precedentes en nuestro medio. En general, críticos y  lectores han acogido el lugar común que reduce a Pereira a una ciudad de comerciantes, por completo indiferentes a los asuntos del arte y la producción intelectual.

La  sola  escritura y publicación de la novela en una época tan temprana, bastaría para desvirtuar el prejuicio. Sin embargo, los autores de la investigación no se conforman con tan poco. Todo lo contrario: estimulados  por la lectura del texto original, se adentran en una rigurosa pesquisa a través de periódicos, revistas, archivos y testimonios  personales, hasta reconstruir la urdimbre familiar, social, económica, política  y cultural que le permitió a un hombre joven, solo en parte dedicado al mundo de los negocios, asumirse como artista en un medio precario y por lo tanto proclive a reducir las expresiones artísticas a la condición de simple excentricidad.

 

Fotografía extraída de: HaciaelnorteCO Informativo Digital

 

La anécdota de Rosas de Francia no difiere mucho de las de cientos de historias publicadas durante el romanticismo tardío.

Un hombre joven y dado  a la aventura, se   cruza en el camino de una muchacha cuya familia  funda su prestigio en las pretensiones aristocráticas propias de la  época. En el medio surgen los  elementos habituales del género: obstáculos de índole familiar conducen a la heroína  hasta la postración física, en una revalidación de la enfermedad  como expresión visible de los destinos truncados. Lo valioso en realidad reside en la decisión del autor: contar la misma historia de otra manera ha sido siempre el propósito de los creadores genuinos. Y Mejía Robledo  lo era al punto de que en el momento de su muerte,  acaecida en 1978, seguía empecinado en el viejo propósito de morir y dejar obra.

El trabajo de los profesores Gil Montoya y Valencia Solanilla se define entonces  en un cruce de caminos: el de la biografía del autor; el de la Pereira de la época en que fue concebida y publicada su obra y el de la novela Rosas de  Francia  como referencia de un momento fundacional, en una población  que desde muy temprano y con los recursos disponibles ensayaba su propio diálogo con el mundo a través de una arriesgada aventura estética.

Al final del  recorrido nos comparten  sus descubrimientos en  este libro  de 500 páginas, cuyo mayor acierto consiste en devolvernos, a través de un rastro de aromas lejanos, hasta las raíces mismas de nuestra tradición literaria.

 

Fotografía extraída de: agenciadenoticias.unal.edu.co

Sobre la lectura y el poemario Ahora juntos

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En este momento en mi escritorio reposa un ejemplar del poemario Ahora juntos (2018), libro que disfruté leer en su totalidad y en diferentes momentos del día, en cualquier lugar de la casa y fuera de esta, rayé, anoté y sentí en profundidad cada una de sus palabras.


 

Información Bibliográfica del libro
 

Título: Ahora Juntos

Autor: Carlos Vásquez Tamayo

Editorial: Sílaba Editores. Medellín.

Colección: Sílabas del viento

Género: Poesía

Año: 2018

Pág. 100

 

Hay muchas formas de leer un libro: sentarse en una butaca, explayarse en un puff, dejar caer la cabeza fuera de la cama mientras los pies  se mueven de manera inconsciente; leer aquello en digital o hacerlo en físico y rayarlo, romper algunas hojas, buscar cualquier cosa que sirva de marca página para no perder el hilo de la historia. Pero ante todo entrar a un libro es llegar con las manos vacías, la mente despejada; algunas veces llegar llorando sabiendo que habrá una palabra que conforte, que cale, que saque esa sonrisa o que lleve a lugares pasados o mejor a un futuro prometedor.

Leer implica dejar carne y hueso y anotar en la memoria aquello que marcó mientras tus ojos paseaban por las letras. Abrir el libro Ahora juntos (Sílaba Editores. 2018 )del poeta Carlos Vásquez Tamayo en una página al azar y que el verso diga: «Tropiezo con la edad, de pronto abro los ojos y ardo» no es coincidencia, pero tampoco es indicio de que haya una deidad detrás de todo esto. Tropezarse con la edad pero tener la fuerza de entenderlo y arder, arder de juventud, de vida, de muerte,  de humanidad. Abrir los ojos es un acto heroico, es darse cuenta que el mundo es más allá de donde llegan los pies.

La poesía es confidente y por ende el acto poético es reflexión. Ella es dejar también parte de nuestro cuerpo en cada palabra escrita, en cada verso pulido y dejar en cada letra una pequeña parte de nosotros, como la baba que deja el caracol tras su paso. De modo que leer poesía es ahondar en el otro, es acto de mirón, pero ese acto implica mirarnos a nosotros también desde el fondo, desde el otro lado de la dermis.

 

Carlos Vásquez Tamayo, filósofo, poeta y ensayista literario de Colombia, nacido en Medellín en 1953. Su obra poética y ensayística revela una honda conciencia del lenguaje y la problemática del ser desde la estética, la ética y la realidad social del hombre contemporáneo Fotografía extraída de: Udea.edu.co

 

Retomo la idea inicial, porque en este momento en mi escritorio reposa un ejemplar del poemario Ahora juntos (2018), libro que disfruté leer en su totalidad y en diferentes momentos del día, en cualquier lugar de la casa y fuera de esta, rayé, anoté y sentí en profundidad cada una de sus palabras. Páginas donde transversa la reflexión, la infatigable sensibilidad de atravesar los días con parsimonia y de sentir la alegría de vivir triste.

La edad y el amor discurren en la poesía de Carlos Vásquez Tamayo (1953). Esa edad y ese amor que preguntan, pero que al mismo tiempo responden, que añoran, que se desplazan en caminos que se abren a la incertidumbre y a las bifurcadas dudas donde insistir es resistir. Pero no se detiene en esos únicos tópicos, sino que nos habla desde las profundas cuestiones filosóficas, la femineidad de la natura y la lejanía del amor en el mismo lecho.

Ahora juntos aborda dos formas literarias que dan pie a dos tipos de experiencia, la prosa, donde el escritor reflexiona, se escucha su voz interior y el recuerdo presente en cada línea del verso, donde el poeta trata de responder a las incógnitas de la primera a través de la cual la voz nos propone una luz guía y nos enseña el camino pero nos suelta en medio de este para ir armando poco a poco el sendero propio. La amistad es otro punto de inflexión donde el poeta cavila y agradece «tu amistad me cobija, tu planta encendida va calmando mi huella…» ¿Es la amistad el inicio de todo? Regocijarse en humanidad es el sentido propio de la poesía, abarcar nutridos temas es el fin único de la escritura.

 

Imagen extraída de: Sílaba Twitter.

 

Los libros dentro de la casa, no deberían estar en un estante, los libros tienen que estar dispersos por toda la casa, untándose de calor de hogar, desesperados porque un alma grata abra una página y los lea; habrá uno que otro libro al que le neguemos esa libertad, pero este libro tiene que estar suelto, inundando y contagiando con profundas metáforas el aire todo.

 

 

Especial Día Mundial del Medio Ambiente

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Especial Cebra Ecológica


 

«El mensaje de este Día Mundial del Medio Ambiente es simple: rechaza el plástico descartable. Si no puedes reusarlo, rehúsalo. Juntos podemos trazar el camino hacia un planeta más limpio y verde». — António Guterres, Secretario General de la ONU.

Bienvenidos a esta selección de textos, imágenes y más preparado para este día y a favor del medio ambiente en todo el mundo.

CLIC

Galería medio ambiente y naturaleza

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Son múltiples los contrastes, las formas, las dimensiones y los colores que expresa nuestra madre naturaleza. Todo ello para nosotros. Por eso debemos cuidar nuestro medio ambiente.


 

Cuando la calidad de vida cae para el medio ambiente, cae para el ser humano.

George Holland

Hay un error fundamental al tratar la tierra como si fuese un negocio en liquidación.

Herman E. Daly

Por qué la Tierra está rebelándose y cómo podemos todavía salvar a la humanidad

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Aplicado a los problemas de la sociedad actual, el concepto de Gaia puede extenderse al actual debate sobre valores: cómo contemplamos y juzgamos el mundo que nos rodea y, sobre todo, cómo nos comportamos.


 

Prólogo

Extraído del libro “La Venganza de la Tierra” de James Lovelock

 

¿Quién es Gaia? ¿Qué es? El «Qué» es la delgada capa esférica de tierra y agua que existe entre el interior incandescente de la Tierra y la atmósfera superior que la rodea. El «Quién» es el tejido interactivo de organismos vivos que la ha habitado durante más de cuatro mil millones de años. La combinación de ese «Qué» y ese «Quién» y el modo en que uno afecta continuamente al otro, es lo que se ha bautizado con el apropiado nombre de «Gaia». Como dice James Lovelock, Gaia es una metáfora de la Tierra viva. La diosa griega de la cual procede puede sentirse orgullosa del nuevo sentido que ha adquirido su nombre.

La noción de que, metafóricamente hablando, la Tierra está viva existía ya en la Antigüedad. Era habitual que dioses y diosas personificaran ciertos elementos de la naturaleza, desde el cielo hasta un manantial, y esa idea de la Tierra como un organismo vivo aparecía con regularidad en la filosofía griega. Mucho después, Leonardo da Vinci interpretó el cuerpo humano como un microcosmos de la Tierra y la Tierra como el macrocosmos del cuerpo humano. Él no sabía, cosa que nosotros sí sabemos ahora, que el cuerpo humano es a su vez un macrocosmos de los minúsculos elementos de la vida —bacterias, parásitos y virus— que a menudo están en guerra unos con otros y que en conjunto superan en número a las células de nuestro cuerpo. Giordano

Bruno ardió en la hoguera hace sólo cuatrocientos años por defender que la Tierra estaba viva y que quizá otros planetas también lo estuvieran. El geólogo James Hutton describió en 1785 la Tierra como un sistema que se autorregulaba. T. H. Huxley manifestó en 1877 un punto de vista similar. Por su parte, Vladimir Ivanovich Vernadsky afirmó que la biosfera funcionaba como una fuerza geológica creadora de un desequilibrio dinámico que a su vez impulsa la diversidad de la vida.

 

James Ephraim Lovelock, CH, CBE (26 de julio de 1919) es un científico independiente, meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico, ambientalista, famoso por la Hipótesis Gaia, que visualiza a la Tierra como un sistema autorregulado.. Fotografía extraída de: Ecología Política

 

Pero fue James Lovelock quien, en 1972, unió todos los cabos en su hipótesis Gaia, que perfecciona y amplía en el presente libro. Echando la vista atrás, resulta extraño que, cuando hace un cuarto de siglo se hizo pública en su formulación actual, la idea fuera rechazada tajantemente por los partidarios de la ciencia convencional. Cuando se reflexiona de manera innovadora sobre algo conocido suele suscitarse una oposición emocional que va más allá de los argumentos racionales: sucedió con la idea de evolución por selección natural en el siglo XIX, con la tectónica de placas en el siglo XX y, más recientemente, con Gaia. Al principio, se apuntaron a la idea algunos alocados seguidores de la New Age mientras que otros tantos científicos razonables se apartaron de ella. Ahora vuelven a acercarse. Este cambio de actitud queda resumido en la declaración que en 2001 sirvió de colofón a la conferencia de científicos pertenecientes a los cuatro grandes programas internacionales de investigación global:

La Tierra funciona como un sistema único y autorregulado, formado por componentes físicos, químicos, biológicos y humanos. Las interacciones y flujos de información entre las partes que lo componen son complejos y exhiben gran variabilidad en sus múltiples escalas temporales y espaciales.

Y eso es precisamente Gaia.

 

La hipótesis Gaia es un modelo interpretativo de la Tierra que afirma que la Vida, transformando la Biosfera, fomenta y mantiene unas condiciones adecuadas para sí misma, afectando al entorno. Fotografía extraída de: Deviant Art

 

El mensaje primordial de este libro no es tanto que la propia Gaia esté amenazada (es «una tía muy dura», en palabras de Lynn Margulis), sino más bien que los humanos le estamos infligiendo un daño cada vez mayor. De todos modos, Gaia cambia, y puede que sea menos fuerte hoy que en el pasado. El calor del sol aumenta continuamente y al final pondrá en peligro la autorregulación de la que depende la vida.

Al contemplar el ecosistema global como un todo, el crecimiento de la población humana, la degradación de la Tierra, el agotamiento de los recursos, la acumulación de desechos, la polución de todo tipo, los cambios climáticos, los abusos de la tecnología y la destrucción de la biodiversidad en todas su formas, constituyen una amenaza sin par para el bienestar de los humanos, una amenaza a la que generaciones anteriores no hubieron de enfrentarse. Como Lovelock ha escrito en alguna otra ocasión:

Hemos crecido en número hasta el punto de que nuestra presencia afecta al planeta como si fuéramos una enfermedad. Igual que en las enfermedades humanas, hay cuatro posibles resultados: destrucción de los organismos invasores que causan la enfermedad; infección crónica; destrucción del huésped; o simbiosis, es decir, el establecimiento de una relación perdurable mutuamente beneficiosa entre el huésped y el invasor.

 

El cambio climático es un cambio en la distribución estadística de los patrones meteorológicos durante un periodo prolongado de tiempo (décadas a millones de años). Puede referirse a un cambio en las condiciones promedio del tiempo o en la variación temporal meteorológica de las condiciones promedio a largo plazo (por ejemplo, más o menos fenómenos meteorológicos extremos). Foto extraída de: Desarrollo Sustentable Tecnológico

 

La cuestión radica en cómo conseguir esa simbiosis. Hoy estamos muy lejos de lograrla. Lovelock examina con erudición los problemas más importantes, la mayoría consecuencia de la revolución industrial. Hace especial hincapié en el uso de combustibles fósiles y de productos químicos sintéticos, en las explotaciones agrícolas y en el porcentaje de la superficie del planeta que los humanos utilizamos. Continúa sugiriéndonos cómo podríamos —al fin— empezar a poner remedio. El sentido común dice que reconocer un problema es el primer paso para solucionarlo. El segundo es comprender el problema y sacar las conclusiones correctas. El tercero, hacer algo al respecto. Hoy estamos en algún punto entre el primer y el segundo paso.

Aplicado a los problemas de la sociedad actual, el concepto de Gaia puede extenderse al actual debate sobre valores: cómo contemplamos y juzgamos el mundo que nos rodea y, sobre todo, cómo nos comportamos. Esto se aplica especialmente al campo de la economía, donde las fantasías de moda sobre la supremacía de las fuerzas del mercado están profundamente incrustadas, y muchas veces se ignora que el gobierno tiene la responsabilidad de proteger el interés general. Pocas veces calculamos los costes correctamente y de ahí el caos al que han llevado las actuales políticas de energía y de transporte, y también nuestro fracaso a la hora de evaluar el impacto que tendrá en nuestras vidas el cambio climático.

La principal diferencia entre el pasado y el presente es que ahora los problemas son verdaderamente globales. Como señala Lovelock, estamos atrapados en un círculo vicioso de repercusión instantánea. Lo que pasa en un sitio afecta rápidamente a lo que pasa en otros lugares. Somos peligrosamente ignorantes de nuestra propia ignorancia y pocas veces conseguimos tener una perspectiva global de las cosas. Si de verdad queremos conseguir una sociedad que viva en armonía con la naturaleza, debemos respetarla más. No me sorprende que muchos hayan querido hacer de Gaia, o de la vida como tal, una religión. Este libro es una maravillosa introducción al conocimiento de cómo nuestra especie debería firmar la paz con el resto del mundo en que vivimos.

El “Tour” por las presas de la corrupción

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Muro para “lapidar” la corrupción, al final del recorrido. Fotografía por: James Fonseca.

En la DIAN hubo una parada, para recordar como personas particulares, domiciliadas en Pereira, se apoderaron de $22.000 millones, de devoluciones fraudulentas del I.V.A, por exportaciones ficticias de chatarra


 

La Corporación Transparencia por Colombia, filial nacional de “Transparencia Internacional” Datasketch, un portal en el que la ciudadanía y los periodistas pueden apropiarse de los datos que usualmente no se incluyen en los medios tradicionales, y el Sistema Universitario del Eje Cafetero, SUEJE, realizaron, los días 1 y 2 de junio, el “Corruptourt” del Eje Cafetero. Un evento cuyo modelo, de origen europeo, tiene como propósito mantener la corrupción en la conciencia del público, para fortalecer la lucha ciudadana contra ella.

La Corporación VIGÍA Cívica fue invitada a acompañar el recorrido por Pereira y Dosquebradas, con 7 paradas, que resaltaron casos de corrupción de los últimos años, la mayoría de ellos ya con resultados en las acciones judiciales que han generado.

Como era de esperarse, la lista estuvo encabezada por la desviación de los recursos de la estampilla Pro Bienestar del Adulto Mayor, en el municipio de Pereira, que ya produjo condenas para varios responsables por la contratación del  2016, pero cuyas investigaciones por lo del 2015, donde las conductas criminales fueron iguales, parecen estancadas.

 

Fotografía: Transparencia por Colombia

 

La segunda parada en Pereira, se dedicó al contrato de ENELAR con el municipio de Pereira para el mantenimiento de su alumbrado público firmado en 1999. En un inventario posterior solo aparecieron 25.589 luminarias de las 41.145 que figuraban en los pliegos. El contrato fue resuelto por sentencia del Consejo de Estado y desde el año 2017, Pereira está pidiendo ante el Tribunal Administrativo, que ENELAR le devuelva $5.000 millones que le pagó de más y, adicionalmente le pague algo más de $8.000 que le quedó debiendo en la liquidación del contrato.

Otro de los casos rememorados y que ya tiene personas condenadas, fue el del contrato fraudulento para construir cubiertas y adecuar 5 escenarios deportivos en Dosquebradas. En este asunto se resaltó la forma en que dos de los implicados ya están en libertad por vencimiento de los términos en sus procesos y también que solo la delación de la contratista implicada, según ella, ahogada por las exigencias de sus cómplices, produjo la investigación penal, puesto que ninguno de los organismos de control de Dosquebradas se interesó oportunamente, por la curiosa forma en que los pliegos se acomodaban a las condiciones de la única proponente.

Aunque no todos hicieron parte del “Corruptour”, hubo otras situaciones donde el riesgo de corrupción fue evidente, sin reacción de las entidades controladoras: en 2014, el municipio de Dosquebradas convocó 16 licitaciones públicas y en 14 de ellas solo apareció un proponente. Por este grupo hubo una parada en el mega colegio “La Macarena”, cuya construcción se derivó de unas de esas 14 licitaciones. El sesgo estuvo en que, aunque el contrato tenía un anticipo del 40%, sus pliegos exigían que los proponentes tuvieran un capital de trabajo igual al 70% del presupuesto oficial que fue de $6.500 millones. La oferta del único proponente, estuvo, apenas, $388 mil, por debajo de ese presupuesto. Como si supiera que no tendría competencia.

 

Chiva del “corruptour” frente al edificio de la DIAN en Pereira. Fotografía por: James Fonseca.

 

En la DIAN hubo una parada, para recordar como personas particulares, domiciliadas en Pereira, se apoderaron de $22.000 millones, de devoluciones fraudulentas del I.V.A, por exportaciones ficticias de chatarra. Un ejemplo de la forma en la que también se sustraen fondos del estado sin intervención de funcionarios públicos.

El recorrido pudo ser mas extenso. Quedaron por fuera otros temas en los que estuvo presente una desfachatez sin límite al malgastar dineros públicos de nuestra región y en los que los organismos de control y la Fiscalía poco han hecho para perseguir a los responsables. Tal es el caso del suministro e instalación de señalización vertical en la red vial de Dosquebradas, de diciembre pasado, en el que las investigaciones apenas van en marcha, pero ya se sabe que, de 299 señales contratadas, solo se instalaron 81 y algunas de ellas después de pagado el precio del contrato.

También la compra del bus para los adultos mayores del Dosquebradas, asunto en el que, desde la Corporación VIGÍA Cívica pudimos señalar, antes del cierre de la licitación pública, la marca y el modelo del vehículo que comprarían, por lo sesgado de los pliegos.

 

Cubierta de escenario Deportivo de Dosquebradas. Fotografía por: James Fonseca.

 

Algunas conclusiones se pueden derivar de este viaje simulado a los objetivos de la corrupción que se cuece en Pereira y su Área Metropolitana:  la corrupción no pertenece exclusivamente a ningún partido o movimiento político, ni viene o va con el mandatario de turno, sino que está incrustada, firmemente, en todos los niveles del Estado y es inducida, con frecuencia, por actores del sector privado.

Otra: aunque los ejecutores cubran sus huellas hasta hacer imperceptible el rastro, tarde o temprano, una coyuntura inesperada descubrirá su juego. Y la principal conclusión: solo el control ciudadano, mediante la presión permanente, puede debilitarla.

Una acción urgente

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Es claro que los problemas a solucionar con la estructuración de esta nueva concesión vial son múltiples y complejos


 

El Gobernador de Risaralda, Sigifredo Salazar, viene por estos días representando los intereses de la región en la estructuración de la nueva concesión vial Pereira – La Victoria.

Este proyecto tiene el inconveniente de mantener el peaje entre Pereira y Cartago, necesario para obtener los recursos requeridos para las obras que con urgencia necesita la vía en el tramo entre las intersecciones de El Pollo y Cerritos.  Tal vez por ello, algunos dirigentes locales parecieran querer pasar agachados por esta importante discusión, en razón a la impopularidad que el peaje implica sobre todo para los pobladores del corregimiento de Puerto Caldas.

Mientras tanto, en el tramo entre las intersecciones mencionadas suceden ininterrumpidamente accidentes con resultados fatales sin que a nadie parezca importarle.  Siendo este tal vez el asunto más urgente a resolver, no es el único. Las dificultades de movilidad implican también a aquellos que cruzan diariamente en sentido sur-norte; o a quienes caminan por la berma (la vía no tiene andenes en este recorrido); o a los que se desplazan en bicicletas o motocicletas, todos ellos personas de medianos o bajos recursos; también a los que pretenden acceder a los centros logísticos instalados en la zona, o que circulan, desde Cerritos u otros municipios cercanos, hacia Pereira.

 

Foto extraída de: Cloudfron

 

Es claro que los problemas a solucionar con la estructuración de esta nueva concesión vial son múltiples y complejos, y que hacerlo de manera inadecuada podría dar al traste, por ejemplo, con la pretensión de la ciudad convertirse en líder del sector de logística de distribución a nivel nacional.

Adicionalmente, se presenta el hecho de que las entidades responsables de estas estructuraciones pretenden aplicar la normatividad nacional a los proyectos locales, como si ellos no tuvieran territorialidad. En este sentido existe jurisprudencia, pero, indagando un poco, me di cuenta de que este argumento es aplicable únicamente cuando el proyecto en cuestión está por fuera del perímetro urbano.

Pero, ¿no es el área del perímetro de expansión (Entre El Pollo y la Entrada 7 –Suzuki), a partir de los planes parciales adoptados por decreto, ya urbana?

La resolución de esta inquietud la dejo a abogados expertos.

 

Foto extraída de: Eldiario

 

Sin embargo, declarar como urbano el tramo entre la intersección de El Pollo y la Entrada 4 (como mínimo), sería un argumento para lograr que el proyecto articulara en mejor forma con el POT e incluso con el Plan Maestro de Cerritos (hoy en formulación por Planeación Municipal), y de esta manera incluir las necesarias obras que garanticen movilidad y conectividad en todos los sentidos, por lo menos en los sectores más urbanizados.

Tomando en consideración que hoy la estructuración de la nueva concesión se encuentra en evaluación de matriz de riesgos en el Ministerio de Hacienda, se requiere una acción urgente de la Alcaldía para que no perdamos la oportunidad de que la vía se desarrolle en las condiciones más favorables para Pereira. En caso contrario, podríamos vernos condenados, por inacción, a padecer accidentes, dificultades en los retornos, y retrasos en la movilidad durante los próximos treinta años.

El amo de la realidad

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La novela de Barth es una  permanente puesta en duda del sentido de la identidad y, por lo tanto, de la realidad.


 

“Ningún recuerdo es indudable” sentenció Bertrand Russell aludiendo a la frágil condición de la memoria como  recurso para dar cuenta de la experiencia.

Siguiendo esa misma línea Henry  Burlingame, uno de los protagonistas de El plantador de tabaco, la tercera novela de John Barth, lo dice de esta manera:

“Toda aserción  sobre la propia existencia es un acto de fe imposible de verificar”.

Henry es  algo así como el mentor y  escudero de Ebenezer Cooke, quien desembarca en Maryland como poeta laureado, investido por Lord Baltimore, ungido a su vez por el rey de Inglaterra.

Algo así.  Porque  la novela de Barth es una  permanente puesta en duda del sentido de la identidad y, por lo tanto, de la realidad.  Pronto descubrimos que Henry puede ser muchos hombres, dependiendo de los intereses en juego… o de la pura necesidad. A su vez, Baltimore deja de ser Lord y el rey está a punto de perder el trono y la cabeza.

 

Si la novela es el arte de rebelarse contra el tiempo y la uniformidad, no me cabe duda de que embarcarse en la lectura de obras como El plantador de tabaco nos podría servir para alcanzar, siquiera por breves instantes, un ápice de la inmortalidad del alma que se reserva a las historias que perduran a lo largo de los siglos. Imagen extraída de: Lecturaylocura.

 

A lo largo de   un millar de páginas el narrador nos devuelve a viejos tópicos transitados por la literatura desde hace siglos : la personalidad como impostura, la Historia como disparate, la identidad como un interminable equívoco son el trasunto de esta  aventura de marinería, que en cada uno de sus capítulos deviene  una y otra vez metáfora del absurdo.

Al contrario de lo que suele creerse, la identidad es variable y ondeante, como dijera el filósofo. Y los protagonistas de El plantador de tabaco dan cuenta de ello a cada paso. A caballo entre la locura de Don Quijote y el cinismo de Swifft la obra de Barth es una travesía delirante  entre la Inglaterra y la América de los siglos XVI y XVII. Las turbulencias de la historia se cruzan con el tormento de los destinos individuales para dar paso a una sucesión de malentendidos, que lejos de resolverse en el juicio adelantado  al final de la obra desembocan en un mundo donde no hay certezas posibles.

Si Don Quijote rinde  tributo a los mitos de la caballería andante, El plantador de tabaco deviene parábola de marineros, pero no a la manera trágica de Melville sino en clave de sainete.

Hombres y mujeres parten  de Inglaterra hacia las costas de una Norteamérica donde las  siempre artificiosas fronteras entre la civilización y la barbarie no tardan en desdibujarse, dejando una legión de cuerpos y espíritus estropeados.

 

 

John Simmons Barth (Cambridge, Maryland, 27 de mayo de 1930) es un escritor, crítico literario y profesor universitario estadounidense, conocido por su trabajo de corte posmodernista y metaficcional. Foto extraía de: Johns Hopkins Magazine.

 

Al  menos así lo intuye Lord Baltimore cuando  declara:

“La vida es una batalla  que deja cicatrices en todos nosotros, vencedores y vencidos por igual”.

O como  lo expresa el viejo capitán Cairn, al mando de su barco lleno de perdularios:

“¿Qué más da que el hombre viva siete años o setenta? Sus años son un parpadeo en medio de la eternidad, e importa una higa cómo los pase  (ya sea gobernando barcos, escribiendo poesía, erigiendo ciudades o quemándolas) porque a la postre, cual la mosca efímera, perece al rendir el día”.

Como comparsas de carnaval, los hombres y mujeres de la historia intercambian nombres, rostros y roles. Ya se trate de Andrew Cooke, padre de Ebenezer o de  Ana, hermana gemela del poeta, así como de la sucesión de almas en pena que atraviesan el relato (Susan Warren, Coode, Bertrand, Charles, Smith), todos comparten el mismo sentimiento de incertidumbre ante  los poderes del cielo y de la tierra. No por casualidad Ebenezer- poeta virgen- ha descubierto que:

“El mejor de entre nosotros tiene por las noches ciertos recuerdos que le hacen sudar de  vergüenza”.

Ebenezer pisa el nuevo mundo convencido de su misión: escribir un poema que dé cuenta de las glorias de Maryland y su próspera economía tabacalera.

Después de sortear toda clase de infortunios en  un periplo bastante parecido al de  Odiseo, entre  los que se encuentran  dos secuestros por parte  de barcos piratas, uno de ellos repleto de putas, este antihéroe  acaba casado con la mujer que abandonara  durante la travesía, ahora enferma de sífilis y portadora de la clave que habrá de devolverle la heredad perdida en uno de sus muchos raptos de locura.

“Pocos motivos tienen las putas para tener fe en los hombres”, dice Joan, la mujer,  en una de las muchas revelaciones que fulminan como rayos a estos personajes.

 

Imagen extraída de: Numerocero.es

 

Con ese panorama, Ebenezer Cooke no puede hacer nada distinto a escribir las miserias de Maryland, una tierra en la que las facciones  que se disputan el poder en nombre del rey utilizan la sífilis como arma  para acabar con sus enemigos. Al fin y al cabo todos saben que la vida no solo es “un dramaturgo desvergonzado” sino que “no ofrece ningún consuelo para un hombre que acaba de cagarse de miedo”

A  Burlingame no le van mejor las cosas. No solo tiene que proteger y orientar a su pupilo sino que debe buscar  sus orígenes entre  el fango de su sangre india y blanca. Puestos a formular  explicaciones simplistas podríamos decir que su mestizaje es a la vez luz y tinieblas, pero el drama es más complejo: cada nuevo descubrimiento es otro paso a la perdición. “La identidad solo existe en la imaginación”, se dice cada vez  que  pierde un eslabón de la cadena. Entonces  recuerda  que “los hombres son esclavos de la memoria y por eso es imposible la huida”.

Al final no hay final. No puede haberlo en una novela que todo el tiempo  se devora a sí misma para regurgitarse una página después. A modo de plegaria, nos quedan estos versos del poeta –virgen Ebenezer Cooke,  sobreviviente a todas las desdichas:

                                            No busques el consuelo de la gloria

                                             La fama es prostituta ahíta de escoria,

                                             Con ella nunca yogues, no seas necio.