El arte es emoción y todos podemos acercarnos a éste de diferentes maneras.
Mencionan los expertos que hay diferentes niveles en las actividades con afinidades estéticas. Generalmente los espectadores nos movemos en el sentir y algunos con el tiempo y dedicación llegan al desarrollo de la argumentación y al encuentro con lo simbólico y lo técnico.
Los artistas atraviesan estos cuatro aspectos continuamente y los apasionados por las artes también. Por eso los eventos de la gráfica que se gestan en Pereira, son una oportunidad para explorar y/o seguir avanzando con el dibujo a través de sus diferentes técnicas y presentaciones.
Les dejamos la agenda que esta semana Hablemos de BD, la JAM de dibujo y Urban Sketchers Pereira nos ha compartido para replicarla. Gracias a Nelson Zuluaga, los integrantes del colectivo de la Jam y a Elisa Trejos por la información.
Hablemos de BD | 25 de junio, 6:30 pm | en vivo por Youtube de la Alianza Francesa de Pereira
Esta semana habrá taller de creación dictado por Nelson Zuluaga, el tema: El ritmo en el cómic. Se trata de explorar las acciones, la gesticulación, el diseño, los diálogos y los movimientos que se encuentran en las viñetas y deberán ir armónicos, casi medidos como en una partitura musical.
Para la sesión 37 la artista invitada de la semana es Juliana Bedoya (Colombia). Juliana Bedoya nació y reside en la ciudad de Pereira. Licenciada de artes y Magister en estética y creación, ha transitado por la pintura, el dibujo, las instalaciones y el performance.
Compartirá con los asistentes sobre los procesos de creación de sus obras: Pinturas residuales, 2013, Compromisos efímeros, 2015, el performance: velo-envoltorio-crisálida, Transfiguraciones 2018, además una serie de autorretratos y suturas que están actualmente en desarrollo.
Urban Sketchers Pereira | Reto de dibujo, enviar trabajos antes del 27 de junio a las 9:00 pm
El reto que propone este sábado el colectivo es dibujar el lavadero. Ese lugar que antes era una batea sobre la que se estregaba la ropa con enjundia para sacarle el mugre acumulado por el uso. Los hogares modernos ya le llaman zona de lavado y tienen lavadora, secadora y el lavadero quedó para limpiar el trapero u otros implementos de limpieza; ya veremos el sábado el tipo de lavaderos que existen actualmente. Anímense a participar.
Bernard Harcourt. Le Monde. | Traducción. Camilo Alzate.
Los eventos en la historia suelen desarrollarse, por lo general, bajo cierto orden. Primero surgen las revoluciones que luego desencadenan contra revoluciones. Pero la historia, un poco como todo en estos tiempos de pandemia, marcha al revés.
Con una sorprendente inversión de los ciclos, la respuesta militarizada del presidente Donald Trump a las protestas en su mayoría pacíficas a través del país ha desatado una turbulencia que bien podría inclinar las elecciones de 2020.
“Dominación total”
Trump fue muy transparente en sus ambiciones. Durante una reunión con los gobernadores el primero de junio explícitamente reclamó una respuesta militar y una “dominación total” del campo de batalla para erradicar a los manifestantes, a los que calificó de “terroristas”, e igualmente reclamó penas de prisión que pudieran alcanzar hasta “diez años” así como la imposición de una verdadera “fuerza de ocupación” en las ciudades americanas.
Fue al jefe del Estado Mayor y oficial de más alto rango, el general Mark A. Milley, a quien Trump confió la responsabilidad de concebir la respuesta federal. Trump martilló en la necesidad de “dominar” el campo de batalla. “Dominar es la palabra”, insistió. “Si no dominas tu ciudad y tu Estado, luego te lo van a cobrar”. En Washington, aseguró, “obtendremos una dominación total”.
Ese mismo día, Trump movilizó la policía militar y un helicóptero Black Hawk de la Armada para controlar una manifestación no violenta y desplegó la 82 división aérea en Washington. Tras haber hecho dispersar la muchedumbre pacífica a golpes de gas lacrimógeno y tiros de balas de goma para conseguir la foto de una reunión tristemente célebre, Trump marchó de la Casa Blanca a la iglesia aledaña de Sant John, rodeado de su secretario de defensa y el general Milley vestido de camuflado.
Reflejo de un proceso largo
Aquella marcha es el punto culminante de la trasformación que se ha operado después de muchas décadas en la política americana. El 11 de septiembre de 2001 supone un giro en la manera de gobernar de los dirigentes americanos. La hiper militarización de las fuerzas de policía no ha sido sino el resultado accidental de los programas de equipamiento del departamento de defensa, cuando miles de millones de dólares en material militar de punta que antes se habían usado en Irak y Afganistán fueron distribuidos a las policías de las pequeñas ciudades. Esta tendencia a la militarización es en realidad el reflejo de un largo proceso por el cual los americanos han adaptado las prácticas y lógicas de la guerra contra insurgente después de las guerras de Irak y Afganistán.
En efecto, un servicio de policía altamente militarizado hace parte integra del nuevo modelo de gobernabilidad americano -tanto dentro del país como en el extranjero- inspirado por la lógica de la guerra contra insurgente. Aquello implica una transformación política considerable: un tránsito que supone pasar del Estado de derecho al Estado de excepción permanente, como el filósofo italiano Giorgio Agamben y otros han sugerido después del 11 de septiembre, pero esa gobernabilidad inspirada en el modelo de la guerra a gran escala ha dado paso a las estrategias contra insurgentes, tal como fueron definidas por los comandantes franceses en Indochina y Argelia como Roger Trinquier y David Galula, quienes han conceptualizado esta forma de guerra no convencional llamada “guerra moderna”.
Después de Irak y Afganistán la contrainsurgencia se ha implantado en los Estados Unidos. Casi todas las estrategias de la guerra moderna han sido desplegadas sobre el terreno americano. Y a lo largo de los últimos tres años, Donald Trump afianzó este modelo contra insurgente de gobierno junto a la nueva derecha de la supremacía blanca, transformando a sus propios conciudadanos musulmanes, hispanos y afroamericanos en enemigos internos.
Ilustración de portada de ‘La mente reaccionaria’, de Corey Robin. FILO ESTUDIOS
Lo más sorprendente de todo es que ninguna revolución ha precedido esta contra revolución. Al contrario de Argelia o de Vietnam, que fueron escenario de revoluciones anticoloniales por medio de las armas, el paradigma contra insurgente se ha impuesto en los Estados Unidos sin verdaderas insurgencias. Es por ello por lo que la historia se vuelve interesante.
El concepto moderno de revolución, tal como apareció en los siglos XVIII y XIX, se inscribe claramente en una ruptura con las concepciones que prevalecían en la antigüedad, que la entendían como una transformación cíclica de la política (por ejemplo, de la aristocracia a la oligarquía, luego de la democracia a la tiranía, según Platón). Aquella idea de la astronomía que comprende la revolución como un retorno al punto de origen fue sustituida por otra de transformación social decisiva, un punto de ruptura evidente, según la expresión del historiador alemán Reinhardt Koselleck: “la emancipación social de todos los hombres”.
Ahora asistimos a un extraño retorno a los ciclos antiguos, pero en un sentido inverso. Trump ha perfeccionado la contra revolución sin una revolución anterior. Al hacerlo terminó por desencadenar la revolución que temía. Quizá fue demasiado transparente en sus ambiciones militares. ¿No es la principal táctica de la “guerra moderna” aquella de ganar los corazones y espíritus de las masas pasivas? Enviando las tropas tan abiertamente pudo haber hecho demasiado.
De facto, asistimos a un punto de inflexión. A través del espectro político, también entre ciertos representantes republicanos, domina el sentimiento de que Trump ha cruzado un umbral. Jim Mattis, general del cuerpo de marines con cuatro estrellas, quien fuera su antiguo secretario de la defensa, hizo esta acusación al presidente en un escrito publicado en The Atlantic: “la militarización de nuestra respuesta, como se ha visto en Washington, da lugar a un conflicto -un falso conflicto- entre la sociedad militar y la sociedad civil”.
El Pentágono toma distancia
Los altos responsables de defensa han tomado distancia. El secretario de defensa, Mark Esper, y varios jefes militares condenaron con severidad la respuesta militar. Incluso Lisa Murkowski, senadora republicana por Alaska, planteó objeciones al confesar sus dudas en un eventual apoyo a Trump para las elecciones de 2020. El ex presidente George W. Bush y Collin Powell aseguran que no votarán más por Trump.
Recientes encuestas de opinión sugieren que el pueblo americano desaprueba la gestión que Trump ha hecho de las manifestaciones. “Quizá hemos llegado a un punto en el que podemos ser más honestos de cara a las inquietudes internas y tener el coraje de nuestras propias convicciones para tomar la palabra” declaró la senadora Murkowski.
Anna Moneymaker/The New York Times
Trump tal vez desencadenó aquella oleada revolucionaria que tanto temía. Y quizás (lo digo bien: quizás) aquello ponga fin a la contra revolución americana.
Bernard E. Harcourt es profesor de derecho y ciencia política en la Universidad de Columbia en Nueva York, director de estudios en la Escuela de altos estudios en ciencias sociales, autor de La contrarevolución: cómo nuestro gobierno lleva la guerra contra sus propios ciudadanos y de La sociedad expuesta. Deseo y desobediencia en la era digital.
A un virus le convienen dos cosas: la primera, que haya muchas personas juntas y la segunda, que estas estén en movimiento. El viernes 19 de junio, primer día sin IVA del gobierno Duque, se cumplieron ambas, pues cientos de compradores atiborraron los grandes almacenes con el fin de hacerse con algún electrodoméstico rebajado y posteriormente, salir hacia sus casas con su nueva adquisición, poniendo a sus familias en riesgo. Un par de pacientes asintomáticos son suficientes para que las consecuencias sean desastrosas.
¿Quién es el culpable de semejante despropósito? Sin ninguna duda, el Gobierno Nacional que, por no salirse del recetario neoclásico impuesto por Estados Unidos, se quedó con muy poco margen de maniobra. Duque ha tenido que buscar soluciones que le permitan reactivar la economía, eso sí, siempre y cuando estas le sean funcionales al capital financiero y no se salgan de la ortodoxia económica. Al final, la gran genialidad fue fijar un día sin IVA que, por cierto, y de acuerdo con la teoría del libre mercado, tuvo el efecto esperado: grandes almacenes atiborrados de personas. Causa curiosidad entonces, la sorpresa de algunos defensores del mandatario por lo sucedido el viernes.
Más curiosa aún resulta la idea impulsada en redes sociales, ya sea con astucia o candidez, de endilgarle a cada ciudadano la responsabilidad sobre aquellos despelotes, haciendo alusión al criterio individual. Esto constituye una perversión, pues durante 30 años de neoliberalismo en los que se ha marginado al grueso de la gente del saber y de la ciencia y se han posicionado en el imaginario colectivo ciertos modelos de felicidad, entre ellos tener un televisor grande, no puede esperarse que el colombiano promedio tome decisiones basado en la evidencia y el sentido común, máxime cuando a veces parece que ni desde presidencia lo hacen.
Tampoco es cierto que lo del pasado viernes fuera fruto de la irracionalidad de las masas. De hecho, lo sucedido fue lo esperado, dentro de lo que los libros de economía catalogan como conducta del consumidor. La gente se mueve presurosa hacia donde hay altas promesas de valor y bajos precios. O sea, las aglomeraciones estaban cantadas.
Por otro lado, y esta es otra de las fantasías que algunos quieren posicionar, no se debe suponer que todos los que salieron de compras aquel día sean una suerte de avaros que, aunque reciben ayudas gubernamentales, guardan plata debajo del colchón para bienes suntuarios como un televisor. Esa es una tesis peligrosa que, en un país de hordas digitales, puede convertir a cualquier beneficiario de auxilios estatales en una especie de ser indeseable. Lo peor que podría pasar es que trivialicemos la dura realidad de millones de colombianos que viven en condiciones precarias.
Sin embargo, es cierto que gran parte de las personas que salieron a comprar electrodomésticos presentan bajos ingresos. Quien sufre de baja liquidez y poca capacidad de ahorro (la mayoría de los colombianos) ve en el pago a cuotas la única posibilidad de acceder a bienes que sus entradas limitadas jamás le permitirían. No importa quedar endeudado durante 4 años o pagar al final de la operación más del doble del precio original. Según la firma Datacredito Experian de cada 10 créditos que se hacen en Colombia, 7 son de los estratos 1, 2 y 3. (https://bit.ly/3dnPcW4.) A lo anterior, se le suma el bombardeo publicitario gracias al cual un televisor grande se convierte en una aspiración, la presión social (mi vecino lo tiene y yo no) y la ausencia total de una política pública del ocio. Sobre este último punto, resulta recomendable leer la columna escrita hace algún tiempo por Luis Carlos Valenzuela (https://bit.ly/2BpCxER) en la que plantea lo siguiente:
“Dejemos que el consumidor decida y conforme sus gustos, pero no le demos el monopolio de diseñar opciones de bienestar a un sector privado ávido de inducir un consumo insaciable y, por ende, de eterna insatisfacción. Es triste que la ansiedad y el arribismo sean los principales motores de crecimiento y bienestar de una sociedad. Es al menos paradójico.”
Día sin IVA | Getty Images
La responsabilidad de lo ocurrido es principalmente del Gobierno Duque, de su inexplicable tardanza para cerrar el Aeropuerto El Dorado, de sus estrategias erráticas de comunicación, de sus regaños a destiempo a varios alcaldes y ante todo, de su negativa a buscar soluciones por fuera de los refritos teóricos del neoliberalismo, aunque estemos ante una pandemia de proporciones nunca antes vistas.
“No por azar el viaje es ante todo un regreso y nos enseña a habitar más libre y poéticamente nuestra propia casa” Claudio Magris
Ana María Llano, es una viajera, una mujer que se mueve entre la ficción audiovisual, el hacer realidad sus ideas, hacer comunidad y aprovechar el arte como camino de conexión y reconexión.
Un día dejé todo y enfrenté el desafío
Esta artista plástica, pertenece al grupo de humanos para quienes el miedo es el motor y no la excusa. Regresó a Pereira en el 2019 después de haber vivido 13 años fuera. Dos años en Bogotá, seis en Buenos Aires y cinco en Montevideo, un tiempo que le permitió conectarse con ella, con otros, y hacer cosas que hoy en día adquieren sentido a través de la realización de proyectos como la Jam de dibujo, un espacio de reunión creado desde Pereira para dibujar y experimentar con otras técnicas y otros modos de habitar la creatividad.
“Me formé como Licenciada en artes plásticas en la universidad pública de mi ciudad y un día, a pesar de tener un trabajo exitoso mudé mi vida a Bogotá. Esta decisión ya la había tomado tiempo atrás, aún sin graduarme. Fue durante la segunda visita a la ciudad (la primera vez que viví Bogotá, sin familia), amé el anonimato, el poder que sentí al estar en un lugar en el que nadie te conocía, el sentir que allí tenía todo por hacer. Y mientras estaba sentada tomando un café sola, sentí que yo iba a vivir allí. En los siguientes años seguí visitando la ciudad solo para reafirmar aquello. Y un día dejé todo y enfrenté el desafío. Viví dos años muy intensos, trabajé, estudié, aprendí, me enamoré y lloré, en fin: viví. Luego de ese tiempo comencé a sentirme ajena, el caos de la ciudad me estaba volviendo una mala persona, desconfiada y sin empatía, no quería seguir avanzando hacia ello así que busqué irme.
Por trabajo había conocido Buenos Aires, y al igual que me pasó con Bogotá, cuando fui, sentí que yo iba a vivir allí. Un año después estaba llegando con dos valijas a estudiar una maestría, la estadía que era por dos años se convirtió en un documento de identidad que decía que era residente permanente y sin planearlo mucho terminé viviendo seis años en la Capital Federal y luego Montevideo se convirtió en mi hogar.”
El amor, el trabajo, el conocimiento, la amistad, la mantuvieron con entusiasmo en el sur de América. Con experiencia en producción audiovisual y especialista en ficción, Ana siguió desarrollando su capacidad creativa con diferentes técnicas y sentires, y desde su condición de inmigrante, habitante en el mundo desde la extrañeza, la fascinación por lo novedoso y la nostalgia por lo que dejaba atrás, fue haciendo su recorrido para regresar a casa a compartir de lo aprendido, de lo creado, de lo experimentado, haciendo eco a lo que el escritor Fernando González escribía por allá en 1915 en su Libreta de notas: “La única filosofía posible es hablar uno de su visión del mundo. Reglas generales, ideas generales, todo eso es falso”.
Así inició Ana su viaje de reconexión con destino a Pereira. Se fue extrañando, regresó extrañando, pero desde esa nostalgia que solo se conoce cuando uno se siente forastero, construye puentes y lazos que la conecten con sus nuevos y viejo mundos, y eso es la Jam, léase bien, LA JAM DE DIBUJO en femenino, porque este proyecto se ha perfilado en clave de mujer.
La Jam
La Jam y no el Jam, es una toma de espacio que Ana hace en su reflexión como artista mujer, no porque no se acepte a los hombres, sino en un intento de ganar espacios e invitar a las mujeres a unirse en el quehacer del proyecto artístico de la ciudad.
Porque sin entrar en muchos detalles, siendo este material para otro texto, en Pereira se gradúan muchas mujeres de bellas artes, pero en el escenario artístico de la ciudad no se ve reflejada esta realidad. Múltiples pueden ser las razones, pero esto es un tema que nos invita a reflexionar, promover proyectos y crear memoria al respecto.
En el “diálogo” que sostuve con Ana a través de mensajes de voz y texto por medio de WhatsApp y el correo electrónico, ella mencionaba que en muchas de las sesiones de la Jam en Armada 62 fue la única mujer, y ella les preguntaba a los chicos por la razón, a lo que ellos respondían que no lo habían notado.
Llamaba la atención sobre varios interrogantes que quiero dejar acá para el lector: ¿Cuántas mujeres exponen en Corto Circuito? ¿Cuántas mujeres ganan convocatoria en la ciudad? ¿Por qué las mujeres no muestran su trabajo? ¿Cómo está conformado el inventario actual de artistas locales en cuanto proporciones hombres y mujeres?
Pareciera que la poca presencia de la mujer en la escena local muchas veces tiene que ver con una cuestión de machismo “una cosa no dicha pero que está en el aire”, me expresa Ana.
Fluyendo según las necesidades individuales y colectivas
“Cuando vivía en Montevideo, coincidí con Santi Chiquito (fotógrafo pereirano) que vivió un tiempo también en la ciudad. En algún momento Ricardo Muñoz Izquierdo (artista, también pereirano) pasó a visitarnos, en una de nuestras salidas fuimos a una sesión del Club de Dibujo de Montevideo, tiene este mismo principio de la Jam, reunirse a dibujar mientras se toma una cerveza y se escucha música en vivo de un DJ.
Ahí quedó la idea dando vueltas en la cabeza. Yo por lo menos siempre la quise replicar, me gusta trabajar en grupo, y posiblemente por ser migrante anhelaba generar un colectivo.”
De izquierda a derecha: Santiago Chiquito, Juan Amarillo, Ana María Llano y Fredy Galvis. Fotografía tomada en Armada 62 inicios 2020 | Tomada del FB de Ana Llano
Por ese trasegar y en esas coincidencias que se van tejiendo cuando uno anda en búsqueda, cuenta Ana cómo desde Montevideo, quizás aún no muy segura que iba a volver a Pereira, inician las primeras puntadas de lo que hoy es la Jam de dibujo.
“Aquí ya han existido varios colectivos o encuentros para dibujar. Por ejemplo, hace unos años los chicos del Garaje: Fredy Galviz, Álvaro García, Santiago Chiquito, etc. lo hicieron, y también hubo un grupo que se llamó Dibujo al Parque, un proyecto que comenzó Pilar Angarita con la colaboración de Jennifer Sepúlveda, se reunían en el Parque Olaya o en otras zonas al aire libre. Actualmente en la ciudad están los Urban Sketchers que también es una movida presente en varios países, Los Inmodernos y la Jam de Dibujo.
La Jam surgió hace más de un año a partir de un comentario que hice en una foto publicada por Santiago Chiquito sobre la nueva sede de Armada 62, en esta publicación invitaban al público a proponer actividades. Yo hacía uno o dos meses había llegado a vivir de nuevo a Pereira y tenía muchas ganas de hacer cosas en la ciudad.”.
Y de iniciativas individuales que se acogen en el colectivo surgen las acciones artísticas, como ésta.
El dibujo en vivo en Pereira tiene unos antecedentes, como bien lo dice Ana, Fredy Galvis del Garaje de Artes es una de las figuras claves en la reconstrucción de memoria sobre estos proyectos tipo Jam.
El Garaje, fue un colectivo que se creó en el 2013 con una propuesta artística en varias modalidades: dibujo, pintura, grabado, serigrafía, diseño, fotografía y video. Ellos tenían los viernes de dibujo abiertos a la comunidad en general: artistas, practicantes y aprendices de todas las edades, quienes compartían dibujando con los artistas del colectivo y demás interesados, las tardes de los viernes.
Cambiar miradas
Foto del segundo aniversario del Garaje de Artes y Oficios, 2016. En el centro Ricardo Muñoz Izquierdo | Tomada del perfil de FB de El Garaje
Fredy y su colectivo abonaron un terreno para lo que hoy Anita, como le dicen sus amigos, lidera con otros asistentes del proyecto. Sin duda dio el impulso para el nuevo paso del dibujo en vivo en Pereira. Me cuenta Fredy:
“Luego que el Garaje cerró, Juan Amarillo y Armada 62 continuaron algunas actividades que se realizaban en el Garaje, entre ellas la actividad de dibujo en las tardes, en las instalaciones de Armada 62 ubicada en el parque Olaya Herrera, bajo el nombre de la Jam de dibujo. Espacio que generosamente Juan Amarillo ofrece para la realización de dicha actividad.
Coordinado inicialmente por Santiago Chiquito, luego por cuestiones de agenda y tiempo de Santi, pasamos a coordinar Ana María Llano y mi persona, al igual que otros colaboradores que aún continúan en la Jam. Ya en este escenario o nuevo espacio, se da paso a nuevas temáticas de encuentro en las cuales participé de las primeras”.
Encuentros de la Jam de Dibujo en Armada 62. Junio 2019 | Imágenes cortesía Ana Llano
En ese encuentro de miradas, la Jam ha pasado del dibujo libre en las tardes de Armada 62 a encuentros rurales y sesiones lideradas por alguno de los asistentes en los que se privilegia lo que Ana llama el conocimiento circular:
“Soy una convencida que las ideas crecen en el diálogo con el otro.
Es por eso que propuse un encuentro abierto sólo para hablar sobre cómo podríamos cambiar esto y escuchar las percepciones de los otros. Fue en este encuentro que surgió la idea de tener una dinámica de conocimiento circular, consistió en una sesión dirigida por una persona del grupo que nos contaba su proceso creativo y nos planteaba un ejercicio.
Fue super variado y enriquecedor, nos permitió conocernos y generar vínculos. Creo que eso fue un éxito para crear comunidad. En medio de las sesiones quincenales de los viernes hicimos sesiones que denominamos Jam Rural, visitamos talleres de artistas que viven a las afueras y compartimos tardes dibujando juntos rodeados de naturaleza.
La Jam rural | Imágenes cortesía Ana Llano
Esta dinámica hizo que la Jam se convirtiera en un colectivo, con diálogo horizontal e intercambio de opiniones, compartiendo los proyectos y procesos artísticos.
Al finalizar el año (2019) hicimos la muestra de cierre en el lugar que yo aún hoy considero la casa de la Jam: Armada 62.”.
Laberintos de tiempos y espacios
Muestra de cierre 2019 en Armada 62 | Fotos cortesía Ana Llano
Así terminó el 2019 para Ana y para la Jam, tiempos favorables, llenos de ideas concretadas y más proyectos por emprender, y en ese tejido de entusiasmo, nuevos retos se atravesaron en el camino y se tuvo que sortear la realidad del Covid-19 y adaptarse a otros espacios para el encuentro.
“…la idea del año era trabajar en el primer semestre sobre un tema macro que era “Identidad” y en cada sesión uno de nosotros desarrollaba un punto que estuviera contenido dentro de este tema y que estuviera vinculado además con su quehacer artístico. Queríamos hacer un trabajo de exploración e investigación desde lo conceptual, que cada uno lo aplicaría a su trabajo para construir o reforzar los proyectos personales desde el colectivo.
Para esta etapa un integrante del colectivo, Ronny Ospina nos ofreció su terraza como sede de la Jam, entre varios hicimos adecuaciones para mejorar la luz y teníamos planes para hacer actividades y reunir dinero para comprar mesas de trabajo. El año estaba lleno de planes.
Pero llegó el Covid-19 y los planes deberían ser modificados. Creo que estuvimos una o dos semanas sin sesión. Convocamos y fue hermoso encontrarnos. Pasamos de encuentros quincenales a hacerlos semanales y abrimos de nuevo la convocatoria a quien quisiera estar, llegaron personas inclusive de otros países. Ha sido muy positivo esta virtualidad.
Principalmente la motivación era encontrarnos, acompañarnos, luego nos dimos cuenta que debíamos volver a generar una programación con actividades y ejercicios propuestos para cada sesión y convertir a la virtualidad en aliada.
Es por esto que desde el 29 de mayo comenzamos una nueva temporada, consiste en invitar un artista local, nacional o internacional a las sesiones, para que nos cuente sobre su obra, su proceso creativo y nos proponga un ejercicio de creación. La idea es hacerlo por tres meses. Ya tenemos junio y julio cubiertos, con unos invitados maravillosos. Todo esto sin un peso de por medio, contamos con la generosidad de los artistas que decidieron aceptar la invitación y del colectivo de la Jam que está ahí apoyando cada paso. Aunque yo inicié y he estado liderando el proyecto desde su génesis, pero éste siempre ha sido pensado para ser un proyecto colectivo.”.
No por azar el viaje es ante todo un regreso y nos enseña a habitar más libre y poéticamente nuestra propia casa
Claudio Magris en el libro El Infinito viajar narra sus crónicas de viaje por diferentes lugares a su paso; en el epílogo hace una reflexión muy personal sobre lo que significa esta travesía, ese ir y venir más allá de cruzar fronteras físicas, en ese entender que no somos únicos y que no visitamos países si no personas, es decir, construimos relaciones y ampliamos nuestra visión de mundo en cada contacto con otro, sabiéndonos no tan distintos en las búsquedas personales y sí diferentes en los caminos y las técnicas para encontrarnos en la exploración.
La Jam de dibujo viene a ser un viaje personal y colectivo donde se deja ver el arte como expresión de vida construida en el diálogo y en el aprender y desaprender los caminos andados y por andar. Testimonio de esto lo dan algunos de los integrantes permanentes a la Jam, quienes para este texto mandaron sus definiciones de lo que este espacio significa para ellos, ese habitar poético de su casa.
Termino la entrada con las opiniones del colectivo:
“Encuentro creativo interdisciplinar en el que puedo compartir ideas y recibir feedback frente a algunos de mis procesos creativos que decido emprender.”
Edwin Morales
“Es un espacio expandido de personas con gustos e iniciativas similares para crear y explorar cualquier tema por medio del dibujo”
Judy Cubillos
“Ni la cuarentena pudo acabar con el empuje creativo del colectivo de apasionados por el dibujo. La entrega desinteresada y proactiva de Ana María Llano evitó el colapso definitivo, pasando a ser la misma actividad de manera virtual, enriquecida con el aporte de artistas locales, nacionales e internacionales. Durante el aislamiento social obligatorio, vigente aún, para mi, mayor de 70, la JAM es el cordón umbilical que me une socialmente con la colectividad. Gracias grupo.”
Edilberto Vargas
“La Jam es mi espacio personal de interacción con artistas de diferentes áreas y formas de expresión; que me conectan con mi Yo más creativo y retador, y me enseñan que toda exploración artística es el resultado de la dedicación y el amor por lo que se hace y lo que se és.”
Carolina Zapata
“La jam es un tratamiento contra la procastinación puesto que la sinergia del colectivo me impulsa a trabajar y sobre todo explorar”
Mauricio Marín
“Compartir”
Héctor Castrillón
“Para mí el jam de dibujo me ha ayudado a explorar más allá de la creatividad a través de diversas formas de ver el arte visual por conceptos más complejos que yo no conocía y lo de cada uno de mis compañeros esa gran disciplina, el compromiso y dedicación que se tiene al momento de crear y explorar nuevas formas, eso es para mí el jam, es la enseñanza de ser auténticos, mis felicitaciones a todos. Aunque yo no esté en las videoconferencias de las cuales me gustaría participar, los sigo y los apoyo, mil gracias a todos”
Germán Darío Hoyos
“Para mí, la Jam de dibujo es un espacio hermoso que me permite explorar el proceso creativo sin ningún tipo de limitantes. Creo que lo más bonito de pertenecer a un grupo como este, es la calidad humana con la que uno se encuentra, me he sentido acogida y escuchada desde el primer día. Cada sesión es una nueva oportunidad de crecimiento artístico y personal, para compartir y aprender del otro. La Jam me ha permitido ponerme en contacto con visiones del mundo y del arte extremadamente enriquecedoras, que, para mí, aun estando en medio del proceso de formación, son increíblemente valiosas e interesantes… ¡Qué alegría ser parte de esto!”
Sara Franco
“Para mí la Jam era el Jam hasta antes de empezar a asistir, hace un buen rato me había generado inquietud por participar, sin embargo, por mis dinámicas de vida, no había coincidido para poder asistir… Pude llegar en esta cuarentena, por invitación de Ana y la participación de este nido virtual de creativos ha resultado muy interesante, es una oportunidad para explorar, compartir, conversar, rayar, meter las patas, incluso jugar con nuestra zona de confort que resulta también tan problemática y con mayor razón en un tiempo que nos pide proponer más y reproducir menos… Ha sido una experiencia interesante”
El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, en Occidente se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego. Abarca una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico, hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor platónico.
La música ha sido la compañera perfecta para el amor, ha puesto sentimiento, pasión, ánimo y palabra al amor, la música expresa lo que no se puede decir con palabras, es un lenguaje universal entendido en todo el mundo, predispone en ciertos momentos y es la herramienta perfecta para tocar la armonía que suena en el corazón.
El 21 de junio de cada año se celebra La Fiesta de la Música y coincide con la llegada del verano. La Fiesta de la Música comenzó en Francia en 1982 y se instituyó como celebración europea en 1985, Año Europeo de la Música y ahora se festeja en diferentes partes del mundo. Cada solsticio de verano, el 21 de junio, la Unión Europea celebra una jornada destinada a promover el trasvase musical entre territorios y el intercambio cultural.
El día más largo del año suele dar inicio al verano y, con él, la cosecha. Por lo tanto, el solsticio esté vinculado a la fertilidad, tanto de la variedad vegetal como humana, en varios destinos del mundo.
La coincidencia con el solsticio de verano simboliza la victoria de la naturaleza a través de este día festivo. Una referencia a las fiestas paganas dedicadas a la naturaleza o a las cosechas entre las cuales encontramos las fiestas de San Juan y otras fiestas populares, donde un gran fuego era encendido toda la noche del 21 de junio.
Fuentes: iberpiano.com, CNN, tiramillas.com
Por el Covid-19 las diferentes instituciones de Alianza Francesa en el mundo realizarán la Fiesta de la Música Virtual, cada sede tiene sus actividades, horarios y fechas.
En el caso de Pereira la Fiesta inició el 21 de junio y termina el 29 de julio. Más de un mes de conciertos virtuales con artistas internacionales, nacionales y locales, además de talleres de formación musical y en áreas afines. Todos los eventos serán transmitidos por su canal de YouTube.
Les dejamos una selección musical de grupos locales para que cada quien desde el lugar donde se encuentra confinado se acompañe con música, hoy la invitación es a hacer la fiesta solos de manera virtual. Hasta que nos volvamos a ver.
En los comentarios pueden dejar las canciones de los grupos locales que recomienden.
Vicente tiene grabados los días en que ocurrieron sus peores jornadas en el monte. Era el año 2002, Álvaro Uribe andaba recién llegado a la Casa de Nariño después de arrollar en las elecciones con un discurso guerrerista que prometía el fin de las guerrillas y los diálogos de paz del Caguán y entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana habían terminado pocos meses antes con el estrépito de un fracaso monumental. Vicente recuerda primero unos combates cerca de Coreguaje, límites de Huila con Caquetá, luego los aviones exploradores que detectaron el campamento donde se encontraba. “Nos iban a subir a unas volquetas cuando pasó el avión explorador” cuenta. Esa noche y los días siguientes la Fuerza Aérea los ubicó y bombardeó una y otra vez. El saldo fueron decenas de muertos y heridos. “Fue muy, muy duro”. Dirá que años más tarde se despertaba asustado cuando sentía el sonido de cualquier aeronave.
En la guerra desde los trece años, Vicente ingresó a las FARC en Santodomingo, una vereda de Vistahermosa (Meta). Tres de sus hermanos fueron guerrilleros como él y murieron en el conflicto. Su padre, un militante de la Unión Patriótica, fue asesinado por los paramilitares en Puerto López el 13 de octubre de 1993. Vicente participó en las tomas de Mitú, Miraflores, Puerto Rico y Puerto Lleras. Fue capturado y estuvo siete años rodando por cárceles del país. Vio matar presos por una papeleta de basuco en la cárcel de Palmira. Parecía que su vida entera iba a estar señalada por la violencia hasta que llegó el proceso de paz.
“Es un cambio muy bueno, a pesar de todos los inconvenientes que ha habido” asegura Vicente. “Nadie nos dijo que esto iba a ser fácil, no podemos pensar que estábamos negociando con el Estado contra el que luchamos cincuenta años y que íbamos a llegar a tener carro, casa y beca. Pero si aprovechamos las oportunidades somos capaces de salir adelante, y seguramente podemos cambiar este país”.
Vicente hoy tiene una microempresa con la que procesa y vende pulpa de fruta en una ciudad del Eje Cafetero, además trabaja como escolta asignado en la Unidad Nacional de Protección. Este emprendimiento lo montó gracias a la renta mensual que el gobierno nacional asignó a los ex combatientes en proceso de reincorporación, juntando también algunos recursos conseguidos a través de préstamos. El suyo es un ejemplo exitoso de reincorporación individual, la prueba, cómo el mismo asegura, de que los reincorporados “no somos monstruos, somos campesinos”. Aunque su microempresa ha sufrido tropiezos y ahora está paralizada por la pandemia, él tiene claro que la legalidad es el camino. “Esto es de sacrificio, al principio no vendía, el producto se me dañaba”. Sí no lo derrotó la guerra, insiste, tampoco lo va a derrotar esta coyuntura.
Su caso es uno más entre los 12.767 ex combatientes que en abril continuaban firmes con su proceso de reincorporación a la vida civil, según los datos de la Agencia para la Reincorporación y Normalización. Tan sólo 2.877 permanecen en los Espacios Territoriales donde se concentró la guerrilla en 2017para la dejación de las armas, la mayoría de ex guerrilleros, 9.217 viven por fuera de estos espacios, en ciudades o pueblos, o en nuevos puntos de reagrupamiento donde han entablado proyectos productivos.
Ese es el caso de Norma, que tiene 26 años y un bebé pequeño. Ella ahora le apuesta a un emprendimiento colectivo de producción piscícola en Santa Cecilia, en los límites entre Risaralda y Chocó, donde 34 ex combatientes del frente Aurelio Rodríguez consiguieron con sus propios medios una finca alquilada para asociarse y montar una cooperativa.
“La Policía es muy amigable con nosotros, no tenemos queja de la Policía, ni en Guarato (en Chocó), ni en Santa Cecilia” asegura Norma. La comunidad los ha acogido sin rechazos ni prevenciones, “viven agradecidos con nosotros, nos quieren mucho por aquí, algunos de los muchachos están estudiando en el Colegio, validando el bachillerato, otros trabajan en fincas de la región”
Los reincorporados de Santa Cecilia resultaron beneficiados con una donación de las Naciones Unidas de veinte mil dólares para impulsar su emprendimiento de producción de peces. Esto les permitió montar varios estanques y un pequeño cuarto de sacrificio donde procesan el pescado, que se vende casi todo en la misma región. “Hemos tenido algunas pérdidas por el oxígeno, pero sí es algo muy rentable, si funciona” asegura Norma. “Uno puede trabajar, aquí uno puede hacer su vida, pero nosotros solos no podemos, le pedimos al gobierno que nos ayude. Que el gobierno se comprometa, que cumpla lo pactado”.
Proyectos como este han surgido en todas las zonas rurales del país donde hay presencia de ex combatientes. La mayoría de proyectos arrancaron sin que el gobierno desembolsara los recursos contemplados en el acuerdo final de paz, que se supone tendrían que servir para solventar la situación económica de los excombatientes en su tránsito a la vida civil. Los reincorporados han desplegado toda su creatividad y autogestión en emprendimientos turísticos, fábricas de confecciones, marcas propias de café o cacao, entables agrícolas, proyectos de ganadería sostenible y hasta una marca de cerveza artesanal.
El último corte de la Agencia para la Reincorporación y Normalización, en abril de este año, informó que ya 1.357 proyectos productivos estaban aprobados para desembolso. Un gran logro comparado con los 4 que había a finales de 2018, sin embargo, conviene no olvidar que aquello llega tras un retraso inexcusable entre tropiezos burocráticos e inoperancia de las instituciones, que han entorpecido todo el proceso de reincorporación.
Según el instituto Kroc, la entidad encargada de hacer seguimiento al cumplimiento de los acuerdos, los puntos relacionados con la reforma rural integral y con la sustitución de cultivos ilícitos, dos soportes cruciales de la normalización en las zonas más afectadas por el conflicto armado, tienen una implementación mínima en más del 50% de lo pactado.
Además, el instituto indica que “preocupa que líderes y comunidades involucrados en procesos derivados del Acuerdo como lo son la restitución de tierras, la sustitución de cultivos de uso ilícito, la justicia transicional y la reivindicación de derechos colectivos y de género, están siendo blanco de agresiones y homicidios”. Este 15 de junio se confirmó el asesinato del ex guerrillero Mario Téllez en Catatumbo. Es la víctima número 200 desde la firma de los acuerdos.
Para Camila Cienfuegos, quien fue integrante del Estado Mayor Central de la antigua guerrilla y participó en la mesa de diálogos de La Habana con la subcomisión de género “la sistematicidad de los asesinatos busca que el proceso de paz fracase, a la ultraderecha le sirve mucho más que exista un nuevo conflicto armado porque con ello su discurso toma fuerza y así mismo sus formas arcaicas de gobernar. Sólo han sabido gobernar bajo el miedo”.
Ella trabaja en el Cauca con otra cooperativa de reincorporados que produce el “Café La Esperanza”, ganador del primer puesto de calidad en los premios internacionales Ernesto Illy en Nueva York el año pasado. El eslogan del café es “Un tinto por la paz”.
“Hay elementos positivos” asegura Camila Cienfuegos, “entre ellos las distintas cooperativas que hemos logrado constituir articulando con las comunidades. También el apoyo de la comunidad internacional, de las comunidades rurales y urbanas que nos han abierto las puertas y nos han acogido de manera cálida” indica Cienfuegos. Sus palabras resumen el sentimiento de la mayoría de ex combatientes que apostaron por la paz e insisten en rehacer sus vidas: “lo más valioso ha sido a dejar los odios y rencores, perdonar a quienes nos hicieron tanto daño y pedir perdón por el daño causado”.
*Todas las fotografías son del proyecto piscícola de los reincorporados de las FARC en Santa Cecilia, Risaralda.
Confieso que me gustan los nombres sonoros de los delincuentes. ¿Qué tal el del asaltante de bancos John Dillinger? Es una declaración frívola, lo sé; pero también sé que en el mundo de los delicuentes la frivolidad se impone como un sello personal. Con el agravante de que en no pocos casos lo frívolo, antesala de lo excéntrico, los delata, les revela un rostro, les concede una leyenda y al final les abre un expediente judicial.
En Plata quemada, la novela en la que Piglia narra las hazañas y la caída de una banda de asaltantes, liderada por el huidizo Enrique Mario Malito, el narrador se detiene a considerar el nombre de los delicuentes recluidos en prisión:
Porque se llamaba nomás Malito, ese era su apellido. En Devoto había conocido a un cana que se llamaba Verdugo, eso es peor. Llamarse Verdugo, llamarse Esclavo, había uno que se llamaba Battilana, con esos apellidos, mejor llamarse Malito.
No hablaré del caso de Pablo Escobar –nombre insonoro– cuya mayor frivolidad fue la de querer pasar a la historia como el primer colombiano en agenciar un zoológico privado. Llegó a ser dueño de cuatro hipopótamos. Muerto el capo, quedaron los hipopótamos y sus crías. Ahora abundan en las zonas húmedas de Puerto Triunfo, mientras campesinos perplejos les temen a sus fauces. Tampoco hablaré de Carlos Ledher, cuyo apellido alemán me arroja de nuevo al terreno de la frivolidad. En su Posada alemana, a la entrada de Salento, mandó a instalar una bella escultura de John Lennon, obra de Arenas Betancur. ¿Sabe alguien quién tiene esa escultura? Nada extraño que otro frívolo, aún sin rostro y sin expediente judicial, haya adquirido esa escultura en el mercado pop clandestino y la tenga exhibida, digamos, a la entrada de un establo de caballos purasangre.
El nombre sonoro que por estos días sin IVA me complace pronunciar es el de Alex Naím Saab. Da gusto deletrear ese nombre de origen libanés. No sería lo mismo que este hombre se llamara Rigoberto, en especial cuando en Bogotá fue capturado hace unos años alias Rigo, cabecilla de una banda dedicada al microtráfico en la zona del Bronx. Pertenecía a la banda “La Manguera”. Reconozcamos que esto es ordinario, muy popular, muy de comuna, si lo comparamos con el universo empresarial y financiero que Alex Saab, a sus 49 años y desde una imponente casa barranquillera, había construido como testaferro y hombre de confianza del actual presidente venezolano. Baste decir que fue detenido en Cabo Verde y no propiamente porque fuera en plan de armar un safari en selvas africanas, como debe saber que lo hacía otro libanés, pero este sí archifamoso en Wall Street: don Carlos Slim.
Mientras el mundo anda confinado, bañándose en alcohol y cloro y a la espera de que se reabran los aeropuertos para hacer efectivas las millas acumuladas, Alex Naím Saab iba por el mundo en su flotilla de aviones. No se habla de un avión, como el de Maluma o Neymar. No. Se habla de una flotilla de aviones, con la cual un día estaba en Rusia, tres días más tarde en Irán, una semana después en Italia, y tras un merecido descanso en Cayo Sombrero, custodiado por oficiales de alto rango, volvía a abordar uno de sus aviones para regresar a Turquía. Lo suyo no era el turismo de viajero frecuente, low cost. Lo suyo era el negocio: transporte de oro y dólares. En fin, lo suyo ha sido el lavado de activos, el blanqueo de capitales en esos micromundos exclusivos y sonoros, casi ficticios, de los Panama papers.
Según lo afirman en una corte de Manhattan, Alex Naím saabía contar dólares y saabía camuflarlos, para beneplácito del régimen de Maduro. Debió parecerles extraño que un hombre joven hubiese podido lavar la cifra astronómica de 135 millones de dólares, mientras los venezolanos más desprotegidos cruzan la frontera para terminar hacinados en carpas de plástico en los parques colombianos. ¿No es acaso la de Alex Naím una vida brillante?
A propósito de la corte de Manhattan que ha pedido en extradición al hombre de confianza de Nicolás Maduro, la breve vida brillante de Alex Saab me recuerda otras vidas. Una de ellas es la de la familia judía de Bernard Lawrence Madoff, un hombre de altos negocios, condenado a 150 años de prisión en junio de 2009 por haber defraudado a sus clientes en el campo de las inversiones. La consecuencia más grave de este hecho fue el suicidio, al final de ese mismo año, de Mark, el hijo mayor de los Madoff.
La prensa neoyorquina narró la versión de la policía: lo encontraron colgado de un tubo del techo. No estaba solo: su hijo de 2 años dormía en una habitación contigua a la que su padre escogió para quitarse la vida. Estoy seguro que aquel drama íntimo le habría interesado a Capote. No sabemos cómo reaccionó su esposa Stephanie cuando al regresar a casa lo vio colgado allí. Y de ella se podría esperar una reacción fuerte, incluso repentina, si tenemos en cuenta que ya había decidido cambiar el apellido de Madoff por el de Morgan para pasar desapercibida y así empezar, tal vez, una nueva vida.
La prensa fue enfática en un asunto: Mark se había quitado la vida porque no pudo soportar, como sí su hermano menor Andrew a base de una rigurosa disciplina deportiva, la quiebra de su empresa de inversiones, pero, ante todo, el hecho de que su padre cumpliría dos años tras las rejas. Antes de quitarse la vida Mark debió hacer un cálculo matemático doloroso: a su padre aún le quedaban 148 años por cumplir de la condena que la justicia de su país le impuso por estafa o fraude. Vaya condena para un hombre de 73 años.
¿Puede haber conmoción en la mente de quienes pertenecemos a esa especie curiosa de las clases bajas y medias cuando nos informan que por inversiones fraudulentas, lavado de dinero y robo de una bolsa de beneficios para empleados, el patriarca Madoff defraudó a otros quizá no menos ricos que él, por más de 60.000 millones de dólares? No hay conmoción, porque el dinero, cuando es excesivo para nuestro mundo de empleados e independientes, se hace irreal. Si bien la cifra que se le endilga a Alex Naím es irrisoria frente a la de Madoff, tiene el peso de lo irreal cuando pensamos en la debacle de Venezuela como nación.
Bernard Madoff, Alex Saab. Para estos estos seres brillantes y exitosos, propios de un capitalismo extremo que vende la ilusión de la riqueza, existe un supraestado que al usarlos en el sector financiero, los condena cuando cree conveniente hacerlo, para preservar, en su más amplia acepción, unos valores. Pero claro, hablamos de dinero y hablar de dinero en el mundo del capitalismo, es hablar de lo más sagrado, de un valor que está por encima de cualquier valor, incluyendo el valor de la vida: la vida que se quitó Mark Madoff, mientras su hijo de 2 años dormía en el cuarto contiguo al lugar de los hechos.
Cuando supe del suicidio del primogénito y una vez superé la perturbación inicial que me produjo pensar en la soledad de un niño que hoy tiene doce años, admito que me imaginé en el apartamento de la víctima. Siempre he querido conocer los apartamentos del bajo Manhattan, próximos a las aguas inquietas del Hudson y tan cerca de esa burbuja de las transacciones financieras, donde se decide la tranquilidad de la vida en Occidente vía electrónica y con dinero plástico. No es cualquier apartamento, es el lugar habitado por una familia excéntrica, vaporosa, que ha hecho del “consumo ostensible” al que se refiere Veblen en Teoría de la clase ociosa, un hábito, una forma de vida que los demás mortales, los que pertenecemos a la clase curiosa, deseamos.
Porque a falta de conmoción nos queda el deseo de tener lo que no es para nosotros: esa vida brillante no exenta de secretos, de pecados y culpas, como la vida de los ricos inmigrantes judíos de Nueva York. Como la vida de un barranquillero libanés que a lo mejor, en su historia secreta, jamás escuchó hablar del Socialismo del siglo XXI, predicado con obsesión por un militar golpista: Hugo Chávez Frías.