LA CEBRA QUE RAYA. El dibujo y el cómic como espacios de vida
Tal como lo anunciamos y empezamos la semana pasada, presentamos la agenda de actividades que viene en relación con el dibujo y el cómic en Pereira a través de tres eventos que se están gestando en la ciudad y en tiempos de coronavirus son de acceso al mundo.
Estos eventos los agrupamos bajo el nombre: La cebra que raya.
Viendo el documental Zurita, un homenaje en vida al poeta chileno Raúl Zurita, dirigido por Alejandra Carmona, hubo una frase con la que queremos significar esta entrada:
“Cada hombre que trabaja por la ampliación, aunque sea mental, de sus espacios de vida es un artista.” Del manifiesto de C.A.D.A (Colectivo de Acciones de Arte, 1981).
Y esta frase la consideramos indicada para presentar esta agenda, porque los temas, los invitados y las obras que estarán a disposición de los sentidos de los asistentes, tienen el espíritu de la reflexión desde otras formas de mirarnos.
Agradecemos a Ricardo Rodríguez, Ana María Llano y a Yennifer Giraldo, líderes de los proyectos, la información proporcionada para presentar esta agenda:
El club de lectores de Hablemos de BD

El jueves 4 de junio a las 6:30 pm, Ricardo Rodríguez compartirá por Meet junto con los asistentes virtuales, las impresiones que suscite la lectura de Aquí de Richard McGuire.
“Una obra que estruja los límites de su propio vehículo expresivo y nos invita a “leer” distinto.
Aquí cuenta la historia de un lugar visto desde un mismo ángulo: los seres y eventos que lo han habitado a través de los siglos pasados y venideros. En ese rincón las existencias se cruzan, chocan y se hacen eco de maneras insospechadas antes de caer en el olvido. Richard McGuire (Nueva Jersey, 1957) nos brinda una experiencia sensorial poderosa e inquietante, que nos arrastra a cuestionar la propia naturaleza del tiempo.
Richard McGuire es diseñador gráfico, dibujante y músico, pero, más que nada es un artista integral; alguien que no teme internarse en los caminos inexplorados de sus campos de expresión predilectos. Es autor de varias portadas famosas de The New Yorker, su trabajo de ilustración también ha aparecido en periódicos como The New York Times y Le Monde, también es autor de libros para niñxs aclamados por la crítica y participó en la realización de dos largometrajes de animación franceses en la década de 2000: Loulou et autres Loups y Peur[s] du noir.”
Si estás interesado en asistir, ten en cuenta las siguientes direcciones para consultar los detalles y registrarte en el evento:
Facebook, más información y recursos: @HablemosdeBD
Link de inscripción para la sesión (cupos limitados): bit.ly/HABLEMOSDEBD
También puedes seguir la actualidad del proyecto en Instagram: @hablemos.de.bd
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La JAM DE DIBUJO con Fredy Clavijo como invitado

El viernes 5 de junio, a las 4 de la tarde, el colectivo de la Jam estará dándole la bienvenida a quienes quieran asistir por Meet a la sesión 34 de este proyecto.
En esta ocasión el invitado de la semana es el artista pereirano Fredy Clavijo Cuartas, egresado de la licenciatura en Artes plásticas de la Universidad Tecnológica de Pereira y residente en Bogotá.
“Fredy es un gran dibujante, con una línea impecable de gran detalle y minuciosidad. Su producción artística se ha expuesto en salas a nivel nacional e internacional. Pero su trabajo también vincula el videoarte, fotografía, instalaciones, acciones en espacio público y escultura. Ha desarrollado diferentes proyectos de investigación durante su carrera, siempre explorando e indagando nuevas formas.”
Semilla del hierro. Ganchos plásticos y amarras plásticas (2017) Con vista al mar, fotografía (2015)
Los interesados en conectarse a la conversación con Fredy Clavijo, encontrarán en la información del perfil de Instagram de la JAM de dibujo, el link para conectarse a la sesión: @jamdeldibujo_
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Urban Sketcher Pereira con su reto de dibujo en trazo de protesta

Y el sábado 6 de junio, el colectivo Urban Sketchers Pereira viene con un reto relacionado con dibujos alusivos al racismo, abuso sexual y el asesinato.
Su sesión está impulsada por los casos de violencia y muerte que en los últimos días se han conocido en redes sociales y medios de comunicación locales e internacionales, particularmente, el asesinato en Pereira de una joven universitaria (móviles en investigación) y el ataque en Estados Unidos a un ciudadano, por parte de oficiales de la fuerza pública de este país.
Los dibujos deben enviarse antes de las 9 de la noche del sábado por alguno de los siguientemesdios:
Facebook: Urban Sketchers Pereira Oficial
WhatsApp +57 304 566 70 44
o al Instagram: usk_pereira
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Cada semana estaremos compartiendo la agenda de estos tres eventos para que se animen a participar.
Si quieren más detalles sobre estos proyectos, revisen la nota que se publicó la semana pasada:
Los aromas de la calle: golosinas de sal para conjurar el Covid-19
Todos los días, entre las 5:30 y 6:30 de la mañana, oigo los pasos pesados y lentos de la señora que hace los chorizos de cerdo ahumado más ricos que he probado hasta hoy.
Ella sale de su casa para llevarle café caliente al vigilante en turno del conjunto.
Con su tapabocas amarillo en la barbilla, sus batolas largas, anchas, de telas ligeras y con las únicas chanclas que me imagino son las que se le acomodan mejor para sostener su cuerpo y menguar las dolencias de la artritis y la vena várice, la veo pasar a través de la ventana, la misma que también abro todos los días entre esas horas, para que entre luz a la casa y las plantas reciban aire y sol.
Esa señora que a sus más de 70 años no se ha dejado amedrentar por las noticias macabras, las miradas inquisidoras de sus vecinos o por el miedo a enfermar o morir. Me pregunto qué la impulsa a vivir sin miedo. Aún frente a todos los malos pronósticos que le atañen a su existencia.

Un par de veces la he saludado, pero con esos tapabocas con los que ya no nos reconocemos -como diría Ángel Balanta– ella no sabe bien quién soy, porque yo, la verdad, no me animo a quitarme la mordaza de la cara y menos frente a personas de su edad ¿Qué tal que yo tenga el virus, sea asintomática y la contagie?
Ella, sin embargo, va muy empoderada en su camino y le vale un chorizo el tal Covid-19. Imagino que su experiencia en la vida es tan vasta que seguro ha visto morir muchos a su paso a través de guerras, violencias y enfermedades.
Debo reconocer que verla todos los días pasar cerca a mi ventana y aún más, cruzarme con ella los lunes, el día que puedo salir a comprar provisiones, es para mi una recreación de lo que espero ser a su edad: una mujer con ovarios, o mejor, para no ponerlo en términos de machismo o feminismo, un ser humano conciente de que su existencia en este mundo es finita pero mientras está, es de ley hacer lo que a uno le gusta.
Por eso siento alivio al cruzar la mirada con ella y aunque no reconoce que soy la hija de su gran amiga, como le dice a mi mamá, con su voz enérgica que contrasta con sus palabras dulces y llenas de vida me diga: Quiubo mija, cómo está de bonita ¡Dios me la bendiga! Aquí voy por las arepitas para el desayuno porque desayuno sin arepas recién hechas no sabe bueno.
Ese momento es sublime y no hubiera sido posible disfrutarlo, si ella no rompe la regla y si este aparente tiempo detenido no me impulsa a verme a través de los otros.
Me hubiera quedado con la idea de la mujer que hace los chorizos de cerdo ahumado más ricos que he probado hasta hoy, y aunque eso no es menos valioso, sería un recuerdo pobre. Espero que vuelva a cocinarlos de nuevo, porque seguro me van a saber mejor.
INFORMACIÓN DE INTERÉS PÚBLICO: 100 mil dólares para mineros colombianos de pequeña escala por emergencia del Covid-19
Bogotá/ 2 junio 2020. Ocho pequeñas empresas mineras que hacen parte de la Iniciativa Oro Responsable, liderada por la Cooperación Económica y Desarrollo (SECO) de la Embajada de Suiza y la Asociación Suiza de Oro Responsable (SBGA, por sus siglas en inglés), recibirán 100 mil dólares para aliviar los problemas generados por el confinamiento a causa del Coronavirus.
“Las medidas de apoyo comprenden, además del acompañamiento para la implementación de protocolos de bioseguridad, un apoyo financiero que permita alivianar el flujo de caja de las operaciones y al mismo tiempo, salvaguardar empleos y mantener la producción de oro durante este difícil periodo, así como fortalecer los lazos de cooperación y trabajo conjunto para la producción de Oro Responsable entre Suiza y Colombia”, explicó Thomas Hentschel, director global de la Iniciativa Oro Responsable (BGI, por sus siglas en inglés).

Acciones como estas contribuyen a fortalecer las relaciones comerciales entre Suiza y Colombia. “El mercado de oro en Suiza es importante para la pequeña minería en Colombia puesto que ofrece precios que reconocen el esfuerzo de los mineros en producir responsablemente con el medio ambiente y respetando los mejores estándares de seguridad laboral. Esta ayuda de emergencia, que proviene del sector público y privado suizo, es una muestra de nuestro compromiso a largo plazo con la minería de oro responsable de Colombia”, manifestó Yvonne Baumann, embajadora de Suiza en Colombia.
Gracias a esta donación no reembolsable, 8 de las empresas que hacen parte del programa, y que están ubicadas en Santander, Antioquia y Huila, podrán pagar los salarios y prestaciones sociales de su plantilla de empleados y mantener cerca de 450 empleos. Estas empresas atraviesan una difícil situación por cuenta del Covid-19, que las obligó a reducir las operaciones o suspenderlas desde el inicio del aislamiento obligatorio en Colombia y recibir estos recursos les permite seguir con su operación. Así lo aseguró Rodolfo Contreras Moreno, gerente de Reina de Oro S.A.S, ubicada en Santander y donde trabajan 74 mineros: “un apoyo de estos es algo que uno ve pocas veces y es muy importante para ayudar a la empresa a mantener el personal en sus puestos de trabajo, también les ayuda a los mineros a que tengan un sustento para sus familias. Voces de apoyo a nuestra labor son pocas y por eso programas como estos nos dan ganas de seguir adelante y seguir comprometidos con el proyecto de producir oro responsablemente”.
Para Katherin Suárez Velásquez, jefa de Laboratorio de la Mina El Coral, con sede en Antioquia, la ayuda financiera en este momento ha sido fundamental, además, ella destaca que el programa les ha permitido “fortalecer la operación de oro, contribuir al medio ambiente y ayudar a la comunidad. Hemos tenido acompañamiento permanente sobre cómo trabajar con los hábitos adecuados, con bioseguridad y como hacer un trabajo responsable con el ambiente”.
Con cuatro de las mayores refinerías de oro, Suiza concentra en su territorio el 60% de la capacidad mundial de procesamiento de oro y uno de los principales compradores de este metal para usarlo como componente en la fabricación de reconocidas piezas de joyería, relojería, así como los lingotes bancarios. La SBGA integra a los principales actores del mercado de oro suizos interesados en comprar un oro responsable con el medio ambiente y producido bajo los mejores estándares sociales y laborales.
Sobre la Iniciativa Oro Responsable
Swiss Better Gold Association (SBGA) y la Cooperación Económica y Desarrollo (SECO) de la Embajada de Suiza promueven la creación de cadenas de valor para el oro proveniente de fuentes responsables en minas artesanales y de pequeña escala en tres países (Colombia, Perú y Bolivia) a través de la iniciativa Oro Responsable (BGI), que brinda asistencia técnica a las operaciones de la minería de oro artesanal y de pequeña escala para mejorar sus estándares ambientales, sociales y laborales con el fin de que puedan acceder al mercado suizo de oro premium.

La Iniciativa de Oro Responsable (BGI) está comprometida con el apoyo a operaciones de minería a pequeña escala que respetan los derechos humanos (prevención del trabajo infantil, prevención de tratos crueles, inhumanos o degradantes, prevención del apoyo a grupos al margen de la ley), buenas prácticas laborales y sociales (formalización, derecho de asociación, salud y seguridad ocupacional, igualdad de género, relaciones con la comunidad) y el respeto por el medio ambiente (eliminación del mercurio, manejo de colas/relaves, uso del cianuro, respeto a la biodiversidad).
Para más información visita: www.bettergold.org – www.sbga.ch – www.ororesponsable.org/
Oficina de Cooperación Económica y Desarrollo (SECO) | Embajada de Suiza en Colombia: Cra. 9 No. 74-08, piso 12 | Tel: +57 1 349-7230 – bogotá @eda.admin.ch – www.eda.admin.ch/bogota. Síganos en Twitter y Facebook
Estampas de la cuarentena: buscarse la vida en tiempos de coronavirus

El confinamiento ha obligado a mucha gente a buscarse la vida de cualquier manera, a crearse un ‘puestito de trabajo’, eso que en otras partes llaman el rebusque, el difícil arte de sobrevivir, mucho más en épocas de crisis; inventándose oficios sobre la marcha, nunca mejor ejemplificado como aquel de los mercados móviles, un emprendimiento que no era del todo desconocido en Bolivia, pero que se ha ido consolidando y alcanzando notoriedad estas semanas, quizás para no irse nunca más, como el inefable coronavirus, causa de nuestros lamentos y pesares.
Si bien, desde hace algunos años las pequeñas camionetas de fruta pasaban periódicamente por los barrios residenciales, con sus estridentes altavoces anunciando las bondades de sus productos; a raíz de la pandemia, muchos vendedores optaron por conseguir algún vehículo para montar el típico puesto de verduras que vemos en los mercados populares. De ahí surgieron varias especialidades, como el coche de los pollos y huevos, el de la carne de cerdo, alguno que otro comerciante de pescado y, las más requeridas, las camionetas con todo tipo de verduras y hortalizas, que se han convertido en auténticos salvavidas para abastecerse de productos frescos y a precios asequibles. Cómo es el ingenio de la gente que varios transportistas de pasajeros arrancaron los asientos de sus minibuses para dedicarse a vender alimentos básicos, sin mayores restricciones.
El gastronauta, en sus recorridos periódicos (ahora solamente una vez por semana, forzosamente) por su ciudad y, más triste que caracol en su concha, al ver todos los restaurantes, confiterías y demás sitios cerrados por la coyuntura, se ha dado a la tarea de observar cómo ha cambiado el paisaje urbano, otrora bullicioso y poblado. Estos días, los pocos lugares con concentración de personas son, lógicamente, los mercados zonales, supermercados y oficinas bancarias. En cercanías de estos establecimientos, se han apostado vendedores que han cambiado de rubro, forzados por las circunstancias.
Ya no es raro toparse con puestos improvisados o vendedores ambulantes que ofrecen diversidad de artículos que ayuden a combatir la pandemia. De estos, los más requeridos son los barbijos o tapabocas, prácticamente desaparecidos de las farmacias pero abundantes en la calle, confeccionados con todo tipo de materiales, mayormente artesanales de dudosa protección sanitaria. Posteriormente aparecieron los protectores faciales elaborados con acetatos en talleres locales, así como todo tipo de gafas o mascarillas de uso industrial de procedencia china.
En otros puestos se ofrecen los productos de limpieza (hipoclorito, gel de alcohol) con sus correspondientes atomizadores de variados tamaños para llenar de alcohol desinfectante. Pero la mercancía más novedosa ha sido descubrir unas bateas metálicas de poco calado con su infaltable paño, ya que se ha puesto de moda que cualquier casa comercial, edificio de apartamentos, farmacia u oficina, ponga en la entrada este sencillo artilugio para desinfectar zapatos.
En las aceras de bancos y supermercados he notado con curiosidad la oferta de ramos de eucalipto (regaladamente impensable en otros tiempos), manojos de retama y otras hierbas, pues alguien propagó en las redes sociales que estos vegetales son una barrera protectora (baños de vapor en casa y eso) contra el coronavirus y otros malos espíritus. Lo dicho, el eucalipto se vende como pan caliente a falta de otras pócimas mágicas.
Y así, muestras de pequeños negocios improvisados, inevitablemente tolerados por las autoridades por razones obvias, se ven cotidianamente en todas las avenidas principales a la caza de los transeúntes, cuando antes de la emergencia sanitaria se los tentaba con empanadas, refrescos, golosinas, etc. Sitios insospechados como hostales o pensiones transformados en coquetas tiendas de abarrotes y hortalizas orgánicas. Sastrerías, incluso de gran elegancia, convertidas en escaparates de ‘trajes de bioseguridad’. Vehículos que recorren barrios con sus fumigadoras portátiles de motor para desinfección domiciliaria. En los mercados más grandes no faltan individuos, cubiertos de pies a cabeza con monos impermeables que, mochila fumigadora a la espalda, supuestamente desinfectan a los interesados por unas pocas monedas. Y cómo no, ante el auge de la bicicleta para movilizarse, por todas partes se han visto cartelitos con la leyenda de “se cuidan bicicletas”, principalmente en las inmediaciones de los bancos y financieras a donde la gente acude a cobrar los bonos que el gobierno ha dispuesto para paliar la cuarentena.
Renovarse o morir, parece ser la consigna silenciosa.
Un ‘fumigator’ en acción en un centro de abasto Cuando ‘Lord Vincent’ decidió disfrazarse de soldado antipandemia Espacio reservado para cuidar bicicletas Las bicis son aseguradas por la cuerda del cuidador Hasta una humilde juguera procura ganarse unos pesitos adicionales Tapabocas con diseños variados: mejor de superhéroe para combatir a la Covid-19 Protectores faciales elaborados a mano, incluso con velcro para sujetar a la cabeza La trilogía básica para atajar al virus: bandeja, paño y cloro Un hostal mutado en mercadillo casero, lo más entrañable que he visto estos dias.
*Pueden ver más contenidos de este autor en: Bitácora del Gastronauta. Un viaje por los sabores, aromas, y otros amores
#JUSTICIAPARAPAULA Editorial de La cola de rata
En solidaridad con la familia de la víctima y en protesta contra cualquier forma de violencia, en este caso la ejercida contra las mujeres, reproducimos-con la autorización de ese portal amigo- el editorial publicado en La cola de rata.
Escribir sobre una mujer que muere en hechos violentos es algo que siempre causará dolor. Hacerlo sobre alguien cercano, acrecienta aún más ese sentimiento. Es avasallante. Nubla la mente y sume en el dolor a quien desee reflexionar sobre el hecho.
Ayer se dio a conocer el asesinato de la estudiante universitaria Paula González; su cuerpo fue hallado en el parque El Oso de Pereira. No hay mayores detalles, poco se sabe sobre el hecho, solo que había desaparecido el día anterior. Ella se suma a una lista que avergonzaría a cualquier sociedad, pero que en la nuestra apenas lleva al sensacionalismo o a la protesta efímera.
La semana pasada fue capturado un hombre acusado de haber cometido varias violaciones en ese sitio, incluida una mujer menor de edad, según el reporte oficial. El año pasado, otra joven mujer fue asesinada allí. El parque El Oso es un sitio de esparcimiento, sano y necesario, pero se ha convertido en una trampa para todas las personas, en particular para las mujeres. Cosas graves están pasando, pero las autoridades callan. Solo manifestaciones aisladas en las redes sociales se podían observar en la noche del domingo, una de ellas esta, por parte de la Casa de la Mujer:
El resto era silencio. ¿Cuánto nos está costando este silencio?, ¿cuándo tomaremos acciones efectivas como sociedad antes de que el dolor toque a nuestra puerta?, ¿qué clase de grupo social somos en el que la violencia contra la mujer se volvió una normalidad, un hecho tolerado o estimulado en algunos estamentos? De seguro que no es una sociedad digna de las mujeres que tiene, tampoco merecedora de llamar hombres a quienes ejecutan o promueven desde su silencio estos atroces delitos.
La misma Casa de la Mujer informa que en Risaralda hubo 15 feminicidios en 2019, cometidos en su mayoría por la pareja o expareja. Este departamento es, de lejos, el líder en este oprobioso podio en el Eje Cafetero. Pereira, por su parte, es la ciudad de la región en la que se cometen más feminicidios. En Pereira los números, fríos y ajenos, pero necesarios a los ojos de algunos que toman las decisiones, indican que esta ciudad dobla a Manizales y Armenia juntas en cuanto a crímenes contra mujeres.
Hoy, Paula se va con sus sueños de ser pedagoga. Su familia, quienes la amaron y conocieron se harán muchas preguntas. Pero hay una que debemos hacernos todos: ¿qué actos cotidianos en contra de la mujer cometo o permito yo que otros hagan? La violencia es algo endémico, tan enraizado en la urdimbre colombiana, que ya el hartazgo de la misma nos hace inmunes y, no pocas veces, la víctima termina siendo falazmente señalada como culpable.
El confinamiento preventivo durante esta pandemia tampoco ha mejorado las cosas. Las ha empeorado. Según datos de las autoridades se han incrementado los homicidios y los reportes por violencia intrafamiliar. Muchas mujeres, literalmente, duermen con su enemigo al lado. Un hombre que entre otros es admirado por “macho”, por ser un plantado y conquistador de mujeres a las que violenta de diversas maneras. Esto no puede seguir siendo así. Paula es hoy, con mucho dolor, una más de las mujeres que sufren en carne propia las consecuencias de un dañino patrón social machista que las asume como trofeos y exalta falsos patrones de virilidad heteronormativa.
Solo la acción social de cero tolerancia con los actos de violencia contra las mujeres, sumada a una efectiva y pronta acción de las autoridades, podrá dar solución a este vergonzoso patrón de violencia de género. A esas autoridades apenas queda exigirles justicia, esa misma que desconocen muchas de las mujeres ultrajadas y que hoy, sin ninguna duda, debe darse de manera ejemplar para Paula.
#JusticiaParaPaula
Velatón cerca del parque El Oso de Pereira en memoria de Paula González. Fotografías / Kelly Diaz Giraldo
Sospechosos
Parece el título de un cómic futurista al estilo de Los supersónicos pero es algo más serio. En medio de la avalancha de términos acuñados desde el advenimiento del Covid-19, los medios de comunicación internacionales empezaron a utilizar cada vez con mayor frecuencia la expresión “ Coronadetectives”, para referirse a los dispositivos tecnológicos diseñados para detectar tanto a posibles portadores del virus como a eventuales focos de contagio.

Hasta ahí todo parece no sólo aceptable sino deseable: la ciencia y la tecnología puestas al servicio del bienestar humano es un anhelo tan antiguo como nuestra presencia en la tierra.
Con esos recursos al alcance de la mano, no sólo el personal médico sino cualquier ciudadano puede detectar la fiebre en el cuerpo de un pasajero del metro o el autobus y reportarlo de inmediato a una línea determinada por las autoridades.
Justo en ese momento el febril viajero se convierte en sospechoso, en un potencial propagador de la peste, esa palabra que nos negamos a utilizar y preferimos disfrazar detrás de una colección completa de eufemismos y de términos técnicos.
Después de todo, somos una cilvilización empeñada en negar la existencia del dolor, la muerte y la disolución definitiva.
Incluso esa práctica sigue siendo tolerable: estamos en una carrera contrarreloj en la que cada minuto ganado al virus puede representar la salvación de muchas vidas.
Todos esos recursos se utilizan sujetándose a normas expedidas sobre la marcha para enfrentar la pandemia, y amparadas en figuras jurídicas como el estado de excepción y la emergencia sanitaria.
Y es aquí donde surgen las dudas. Bajo la aparente legalidad se han puesto en marcha cientos de normas que rondan lo dictatorial, con toda su carga de abusos y excesos.
Aterrorizados por la amenaza del covid-19 y por la avalancha de información que inunda las pantallas y las redes, los ciudadanos no tenemos tiempo de discernir y, por lo tanto, de comprender y dimensionar el impacto de tantas medidas que, una vez superada la primera fase de la emergencia, se convertirán en parte de la rutina.
Unas cuantas de ellas nos esclavizarán aún más.

Una de ellas es la vigilancia del otro, un mecanismo de control utilizado por el poder desde el comienzo de los tiempos, que ha mutado desde el voz a voz y el rumor callejero hasta las más recientes sofisticaciones de la tecnología.
Un ejemplo simple: durante la cuarentena, una señora denunció a su vecino ante la policía por haber cometido un delito atroz: el hombre sacó a pasear su perro dos veces en el mismo día, cuando la norma establecía una sola vez por jornada. Para reforzar su denuncia, aseguró que estuvo todo el día espiando tras los visillos.
“Lo ví con mis propios ojos”, aseveró.
Igual que en la rusia de Stalin, la Alemania de Hitler, la España de Franco o los Estados Unidos del senador McCarthy, concluí. Los libros de historia nos dicen que en esos días la gente se inventaba cargos contras sus vecinos y familiares, con tal de satisfacer sus prejuicios ideológicos, étnicos, de clase o de quedar bien con el poderoso y subir un peldaño en el reconocimiento oficial.
Con esos antecedentes puedo imaginar sin dificultad el uso que se les dará a esos artefactos una vez pasada la fase crítica de la pandemia, si pasa.
Envanlentonados por su papel de salvadores dutante la crisis, goberrnantes y delatores trasladarán sus prácticas a terrenos como la economía y la política. Competidores y opositores podrán ser borrados del escenario con solo dar un clic, tal como se ve en esos juegos digitales practicados hoy por un creciente número de personas.
El jugador gana puntos cada vez que elimina a alguien del mapa.
Una conversación entre dos disidentes o entre dos inversionistas en el avión podrá ser transmitida en directo a los interesados en obtener esa información.
¿Exceso de paranoia? ¿Demasiadas lecturas de novelas sobre la Guerra Fría? Puede ser, pero “incluso los paranoicos tienen enemigos”, según dice mi amigo Rigoberto Gil que afirma un personaje de Ricardo Piglia, uno de sus escritores favoritos.

Por lo demás, tenemos razones de sobra para sentir aprensión: espionaje ordenado desde lo más alto del poder, propaganda negra y noticias falsas multiplicadas a través de las redes sociales pueden desruír vidas en menos de lo que dura un clic.
Con ese panorama, todos somos sospechosos de cualquier cosa cometida o por cometerse. Y eso representa toda una tentación para las agencias del poder y para quienes aspiran a cobijarse bajo su sombra, que cuanto más tenebrosa parece más seductora resulta.