lunes, junio 16, 2025
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Todo era azar en el hotel Sahara. Fragmento del libro

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Antojos |

Cada sábado tenemos la sección Antojos, un espacio para leer fragmentos de libros publicados por Sílaba Editores y reseñados en La cebra que habla.

 

 

Del Sahara a un camino de azahares

 Te voy a desenmascarar. No es cierto que no hayas buscado el reconocimiento del Califa. Es más: ese reconocimiento ha sido tu principal obsesión. Pero tus noches… Ya es hora de que pienses seriamente en cambiar de destino. No te recomiendo ninguno en particular. Cuando uno no sirve para nada, ¿para qué sirve a ciencia cierta? ¿Para astrólogo o consejero? Ah, la gente inútil, tan útil en los momentos menos pensados.

Y tras esa suerte de autoflagelación con final feliz, se levantó y se dirigió a una de sus intemperies favoritas. Como era medio poeta, pensaba que un rumor armonioso podría convenirle a su imaginación y su estilo. Sería una noche rica en ocurrencias encantadoras. ¿Había una vez? No, no, no faltaba más; ese arranque podría enfurecer al Califa. ¡La maldita voluntad de originalidad! Pero ese solicitado comienzo de cuento de abuela ¿no ha sido el más eficiente de los abrebocas?, ¿el más provocador? Está bien, está bien, siempre y cuando siga una historia nueva y arrebatadora. Había una vez… Dios, Dios, soy un desierto.

Llegó al puente en el preciso instante en que alguien lo transmutaba o hacía que se viera de otra manera. Ya no era un puente sino un trampolín. De aquí al cielo. O de aquí al infierno. O de aquí a la nada. Decida el lector de conformidad con su credo o su mitología. Por fin un héroe, lo que le hacía falta a esta noche. Como la mayoría de los poetas, vivía enamorado de la idea de la muerte voluntaria. Medio poético y del todo cobarde. Llegó en el preciso instante en que un hombre ni viejo ni joven daba una lección de arrojo. A lo mejor se trataba de un poeta excepcional: uno que había advertido que empezaba a repetirse. Un poeta que ya se consideraba muerto.

Y siguió el ejemplo del suicida que tal vez había cumplido a fondo con la palabra, y sucedió que ambos arrojados se confundieron en las aguas y, tras unas cuantas patadas y manotadas de ahogado, se vieron en la orilla, y ahí, muertos de la risa, se contaron sus cuitas, sus noches más lúgubres. Eran el tal Nebur y el Califa (imagine el lector la razón o las razones de la desesperación del segundo). Hasta el final de sus vidas, largas y más o menos útiles vidas, fueron buenos amigos.

 

Juegos de salón a orillas del Mar de Arabia

 —¿Qué en esta ocasión?

—Una hoja en blanco.

—Tan artístico continente se merece un contenido de antología.

—A lo mejor cae en manos de una persona imaginativa.

—Más temprano que tarde caerá en manos de las autoridades competentes.

—Se dirán raro, muy raro, fuera de lo normal, y decretarán la alarma general.

—No creo en las posibilidades de la nada.

—Amigo, la nada es algo muy serio.

 

No se necesitan poetas

(Versión libre e innecesaria de un poema de Fedor Sologub)

Abro al azar el periódico

       y no veo más que avisos.

       Se necesitan médicos.

       Se necesitan enfermeras.

       Se necesitan…

       Avisos, muchos avisos,

       pero ninguno sobre lo mío.

       Nadie necesita palabras especiales.

       Nadie necesita palabras esenciales.

       Una vez más, el mundo me hace ver

       que la poesía no es necesaria.

       Se busca finca con bosque.

       Se necesitan vacas lecheras.

       Se necesitan…

Especiales de Semana Santa: selección de poemas

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Ayer hicimos un recorrido por diferentes museos en el mundo, hoy continuamos este especial con una selección de poemas de San Juan de la Cruz, Sor Juana Inés de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y, en el campo colombiano, de la Madre  Francisca Josefa del Castillo.

Independiente de las creencias o descreimientos de cada quien, el arte religioso forma parte del patrimonio cultural de la humanidad. De hecho, los antropólogos y los historiadores de la cultura coinciden en que todas las artes tuvieron origen en la necesidad de ritualizar el mundo para darle sentido a la transitoriedad de todas nuestras experiencias cotidianas. La pintura, la poesía, la danza, la música, la narrativa echan raíces en la necesidad de re-ligar, de volver a juntar lo contingente con lo trascendente, de donde se deriva el sentido de la palabra religión.

Por eso, durante estos días de obligado recogimiento, compartimos con ustedes una muestra de la impronta que lo religioso ha dejado en nuestro devenir.

San Juan de la Cruz

Coplas hechas sobre un éxtasis
de harta contemplación.
Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y Su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

Más poesías de San Juan de la Cruz clic aquí

 

Sor Juana Inés de la Cruz

Procura desmentir los elogios

Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

éste en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:

es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el hado;

es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Quéjase de la suerte

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

Más poesías de Sor Juana Inés de la Cruz clic aquí

 

Santa Teresa de Jesús

Coloquio amoroso

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?
Alma, ¿qué quieres de mí?
– Dios mío, no más que verte.
– Y ¿qué temes más de ti?
– Lo que más temo es perderte.
Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?
Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.

Alma, buscarte has en Mí

Alma, buscarte has en Mí,
y a Mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,
alma, en mí te retratar,
que ningún sabio pintor
supiera con tal primor
tal imagen estampar.

Fuiste por amor criada
hermosa, bella, y así
en mis entrañas pintada,
si te perdieres, mi amada,
Alma, buscarte has en Mí.

Que yo sé que te hallarás
en mi pecho retratada,
y tan al vivo sacada,
que si te ves te holgarás,
viéndote tan bien pintada.

Y si acaso no supieres
dónde me hallarás a Mí,
No andes de aquí para allí,
sino, si hallarme quisieres,
a Mí buscarme has en ti.

Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y así llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.

Fuera de ti no hay buscarme,
porque para hallarme a Mí,
bastará sólo llamarme,
que a ti iré sin tardarme
y a Mí buscarme has en ti.

Nada te turbe

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene
nada le falta.

Sólo Dios basta.

Más poesías de Santa Teresa de Jesús clic aquí

 

Madre Josefa Francisca del Castillo

Afecto 46.

Deliquios del divino amor en el corazón de la criatura, y en las agonías del huerto.

El habla delicada
Del amante que estimo,
Miel y leche destila
Entre rosas y lirios.

Su melíflua palabra
Corta como rocío,
Y con ella florece
El corazón marchito.

Tan suave se introduce
Su delicado silbo,
Que duda el corazón,
Si es el corazón mismo.

Tan eficaz persuade,
Que cual fuego encendido
Derrite como cera
Los montes y los riscos.

Tan fuerte y tan sonoro
Es su aliento divino,
Que resucita muertos,
Y despierta dormidos.

Tan dulce y tan suave
Se percibe al oído,
Que alegra de los huesos
Aun lo más escondido.

Al monte de la mirra
He de hacer mi camino,
Con tan ligeros pasos,
Que iguale al cervatillo.

Mas, ¡ay! Dios, que mi amado
Al huerto ha descendido,
Y como árbol de mirra
Suda el licor más primo.

De bálsamo es mi amado,
Apretado racimo
De las viñas de Engadi,
El amor le ha cogido.

Más poesías de la madre Josefa Francisca del Castillo clic aquí

 

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La dura irrealidad

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Imagen de Network "Poder que mata"

Lo tenía como una información distante entre la suma de datos que se dan por sentados: el estado del clima, los boletines del gobierno, la retórica de los políticos, las veleidades de la farándula, los resultados del fútbol. En fin, toda esa suma de cifras que abruman y confunden a los ciudadanos bien informados.

Pero sólo en estos días de cuarentena he podido comprobarlo: las personas – dormidas o despiertas- se pasan las veinticuatro horas del día conectadas a la pantalla del televisor.

Es decir, a la pura irrealidad.  A la inconmensurable dimensión de la mentira.

¿O que son, sino, los noticieros, la publicidad, los dramatizados, las telenovelas, los realities, el mundo de la farándula y el de las estrellas del deporte?

En el mejor de los casos son verdades a medias, que al final resultan ser peores que las mentiras completas.

Con estas últimas al menos uno sabe a qué atenerse.

Durante el día el estruendo llega en todas las formas imaginables.

En los presentadores de televisión que regurgitan cifras sobre el Covid- 19, esa criatura de pesadilla que asaltó nuestras vidas mientras dormíamos el sueño de los felices y en cuestión de días hizo trizas nuestras aparentes seguridades.

En los gritos de una pareja que se promete odio eterno en el nuevo capítulo de una telenovela mexicana.

En las distorsiones sonoras del participante en un reality que, contra todas las advertencias de la naturaleza, pretende imitar la genialidad interpretativa de Nino Bravo.

En la insistencia de los mensajes publicitarios, empeñados en vendernos perfumes, autos, teléfonos, espectáculos, mujeres, ropa, viajes, como si el dinero para la supervivencia diaria no estuviera agotándose en los bolsillos.

En las minucias sobre la vida sexual de las estrellas de la farándula y el deporte, en las que se cuantifica hasta el número de polvos que se echan por semana.

En la alta noche, a medida que desaparecen los sonidos producidos por los actos humanos- cocinar, bañarse, reír, discutir, cantar, caminar, jugar- reinan los tiroteos y las sirenas de las ambulancias.

Al parecer todo el vecindario se puso de acuerdo para ver las mismas películas de policías y mafiosos.

tomada de: accionycine.blogspot.com

Supongo que después discuten los detalles a través de sus redes sociales, lo que no deja de tener su lado positivo:  así al menos no se olvidan del prójimo.

Como un manto helado, el resplandor verdoso de las pantallas se refleja en todas las ventanas.

¿Cómo puede un espíritu discernir o alcanzar alguna clase de sosiego con ese montón de basura asaltándole los sentidos? Me pregunto mientras escucho, ilusionado, el jadeo de una pareja de amantes. Los imagino abrumados por el miedo y conjeturo que eso incrementa su placer.

Falsa alarma: los gemidos también provienen del televisor.

De golpe, recuerdo la escena de una película visionaria del gran Sidney Lumet sobre los medios de comunicación. Es una producción de 1976.

Se trata de Network, traducida al español con el título de Poder que mata.

Imagen de Network “Poder que mata”

En la escena mencionada, uno de los personajes alza su dedo índice y suelta, como de pasada, la siguiente frase: “El infierno acaecerá sobre la tierra cuando todo el mundo esté conectado”. Acto seguido, la atribuye a otro personaje, esta vez literario: uno de los protagonistas de 1984, la profética novela de George Orwell.

Supongo que el sabio Lumet y su guionista tenían sus espírtitus puestos en este momento de la Historia Universal, cuando las vibraciones de millones de televisores y teléfonos surcan en todas direcciones el planeta entero, tejiendo una red invisible y densa que aprieta los cuellos y obstruye los corazones, dificultando la llegada de sangre al cerebro.

Faltas de oxígeno y, por lo tanto, imposibilitadas para la lucidez, nuestras mentes se resignan a esas formas de irrealidad, como si en efecto se estuvieran ocupando del mundo en general y de nuestras vidas en particular.


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¿Educación virtual? El encierro necesita primero un maestro para el alma

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Foto: EL País de Cali

Por, Héctor H. Quintero |

Pensar que en tiempos de aislamiento por la pandemia del Coronavirus la educación virtual puede reemplazar la educación presencial es un contrasentido, especialmente cuando la primera se piensa bajo los estándares y presupuestos de lo presencial. Es como asumir que las condiciones y el contexto en general no tuvieran un impacto profundo en la relación enseñanza aprendizaje. ¿Qué deben aprender nuestros niños y jóvenes de este tiempo de aislamiento? Con seguridad lo que menos deben aprender son los contenidos convencionales de las asignaturas y proyectos transversales de las escuelas. Son muchas las dinámicas psicosociales movilizadas en el aislamiento, con una variedad de situaciones, circunstancias, herramientas y disposiciones de padres, adultos, jóvenes y niños.

Adicionalmente, en estas circunstancias se desvelan con todo su poder las condiciones de país, las profundas contradicciones e inequidades que se mueven en los ámbitos de los gobernantes, las prioridades sociales y administrativas, los sinsentidos de la corrupción, el tráfico de influencias, las violencias, la impunidad, el menosprecio por el conocimiento científico, la manipulación mediática, los estereotipos, la polarización, el machismo marianismo, el pensamiento supersticioso y el cinismo político.

Siendo un país de abandonos, que privilegia el espectáculo, la superficialidad, la apariencia y el mercantilismo estético, todo con la finalidad de establecer capas de realidad que producen réditos a distintas élites y colectivos sociales, es fácil entender que la escuela pretenda mantener una “normalidad virtual” que no es viable, pertinente y coherente.

Hoy la escuela debe vislumbrar un acompañamiento a niños y jóvenes que les permita tener un contacto amable y amoroso con  docentes, compañeros, ideas, ensoñaciones, miedos, sesgos ideológicos y prácticas culturales. Más que nunca la escuela está llamada a ser un sitio de encuentro entre unos adultos entrenados e interesados, con niños y jóvenes que requieren un acompañamiento humano y socialmente formativo.

 

Foto de Bernardo Peña, El País de Cali

 

Por esa razón la práctica docente debe estar centrada en las condiciones de la cotidianidad, en los elementos que se mueven convencionalmente en casa, las relaciones familiares, los usos y las costumbres, la historia de los hábitos y la intimidad, la condición emocional, las prácticas de respeto y solidaridad en los grupos domésticos, prácticas culturales contrastadas, formas comunicativas emergentes, representaciones corporales, estereotipos y tendencias psicosociales en el territorio (localidad, región o nación), formación discursiva en el ámbito microsocial, las matemáticas del diario vivir,  entre otros aspectos.

Mas allá de contenidos, temas y competencias, hoy la escuela tiene la responsabilidad de la compañía solidaria, amorosa y sosegada, para convertir el aislamiento en una oportunidad de transformación para niños, jóvenes y  sus familias.

De acuerdo a lo planteado por el Ministerio de Educación Nacional, la normalidad virtual de la educación estaría ligada a la creatividad y capacidad de trabajo de los docentes y administrativos de la educación. Sin embargo, si algo caracteriza la normalidad de las escuelas es la negación permanente de la creatividad en contexto, ello es un objeto extraño, menospreciado e incluso sospechoso. Por ende la creatividad no será la pieza fundamental de este tiempo de educación virtual. Lo relevante estará asociado a una improvisación confusa, sin orientaciones pedagógicas y didácticas claras y consistentes, con el uso mecánico de herramientas que serán abordadas de manera netamente funcional.

Todo ello evidenciará de nuevo la violencia institucional, el uso excesivo de la fuerza para obligar a estudiantes y familias a un esquema de trabajo que no corresponde a las dinámicas sociales que son evidentes en el aislamiento. De nuevo, la invitación es para pensar la realidad concreta de una sociedad necesitada de acompañamiento amoroso y respetuoso, no de prótesis prestadas que no encajan, que incrementarán la ansiedad del encierro, el menosprecio a los contenidos de la escuela y, ante todo, que copará un tiempo precioso que debería servir para sanar, reconfigurarse y afianzar las relaciones puerta adentro.

*Médico y docente universitario

 


 

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Especiales de Semana Santa: recorridos virtuales por el patrimonio cultural

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Independiente de las creencias o descreimientos de cada quien, el arte religioso forma parte del patrimonio cultural de la humanidad. De hecho, los antropólogos y los historiadores de la cultura coinciden en que todas las artes tuvieron origen en la necesidad de ritualizar el mundo para darle sentido a la transitoriedad de todas nuestras experiencias cotidianas. La pintura, la poesía, la danza, la música, la narrativa echan raíces en la necesidad de re-ligar, de volver a juntar lo contingente con lo trascendente, de donde se deriva el sentido de la palabra religión.

Por eso, durante estos días de obligado recogimiento, compartimos con ustedes una muestra de la impronta que lo religioso ha dejado en nuestro devenir.

 

Iniciamos hoy con recorridos virtuales por diferentes museos y galerías en diferentes partes de Europa, y por el patrimonio cultural de Bogotá clic en las imágenes para ir a los recorridos:

Museos del Vaticano

Museo Vaticano, Vaticano-Ciudad del Vaticano

 

Colección en línea de la pinacoteca Brera

Pinacoteca Brera, Milán-Italia

Museo Arqueológico Nacional en Grecia

Museo Nacional de Arqueología, Atenas-Grecia

 

Museo del Prado

Vista de la entrada al Museo del Prado en Madrid-España

Museo Británico

British Museum, Londres-Reino Unido

Museo de Louvre

Museo de Louvre, París-Francia

Bogotá en vuelos de dron

Recorre a Bogotá en diferentes paseos a través de videos con dron. clic aquí para ir a más videos

Museo Memorial del Holocausto

Museo MeMorial del Holocausto, Wahington DC-Estados Unidos

 


 

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Las algas del insomnio

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Escucho por enésima vez en la voz de Gardel el poema de Pascual Contursi y Samuel Castriota titulado Mi noche triste:

La guitarra en el ropero

Todavía está colgada,

Nadie en ella canta

Ni hace sus cuerdas vibrar,

Y  la lámpara del cuarto

También tu ausencia  ha sentido,

Porque la luz no ha querido

Mi noche triste alumbrar

Pienso entonces qué sería de la gran literatura y del cancionero popular sin la maldición del insomnio, ese trasegar entre algas por las profundidades abisales de un mar transido y contrito que es el propio corazón.

De Marcel Proust y Heimito von Doderer a Agustín Lara y Alfredo Lepera la deuda es enorme con ese meridiano temible y devastador en el que los poderes sanadores del sueño nos abandonan.

Sobre todo en esa tierra de nadie marcada por las tres de la madrugada, cuando la noche todavía no acaba y el día no empieza a llegar.

Insomnio I, Remedios Varo (1947)

Frente a tamaño naufragio solo queda echar mano de las palabras escritas o cantadas  en el intento de llegar a la otra orilla.

Para muestra, Francis Scott Fitzgerald, frecuentador de abismos signados por la locura y el alcohol, soltó esta joya en una  entrevista concedida a Michel Mok y publicada en  The New York Post el 25 de diciembre de 1936:

“Hoy en día, el recurso habitual para alguien que está hundido es pensar en aquellos que están en la indigencia o sufren padecimientos físicos. Tiene una acción balsámica contra la melancolía en general y es un consejo razonablemente saludable para cualquiera en el transcurrir del día, pero a las tres de la madrugada la cura no sirve de nada. Y en una noche realmente oscura del alma son siempre las tres de la madrugada”.

Eso lo saben muy bien  The Moody Blues cuando cantan:

Nights in White satin

Never reaching the end

Letters I´ve Writen

Never meaning to send

Y la gran Patti Smith los apuntala susurrando:

Because the night

Belong to lovers

Because the night belongs to us

Pero la noche no solo pertenece a los amantes. Su reino es ante todo el de los orilleros, el de los marginados y despojados que van y vienen por las calles en busca de alguna forma de redención.

Esa redención cobra rostros tan impredecibles como los invocados por Frank Sinatra con esa forma suya de hablar siempre en aforismos:

“Estoy a favor de cualquier cosa que nos ayude a sobrevivir en la siguiente noche, ya sea una plegaria, tranquilizantes o una botella de Jack Daniel´s”.

El viejo Sinatra se empecinaba en negar que existen honduras a las que no llegan ni esos consuelos.

Sucede que, de noche, tratamos de ser el otro o los otros: lo que la cultura no puede domesticar. Por eso a menudo el furor del instinto nos impide dormir y nos arroja de bruces al vórtice mismo de la negrura.

Poetas como Baudelaire, Villon y Rimbaud, iluminados por la luz negra de la lucidez, lo supieron y por eso apuraron hasta las heces el cáliz del insomnio.

Al regreso de su viaje nos dejaron versos como este del autor de Las Flores del mal:

Bendición

Cuando, por un decreto de las potencias supremas,

El poeta aparece en este mundo hastiado,

Su madre espantada y llena  de blasfemias

Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:

“ Ah, no haber parido todo un nido de víboras, antes que amamantar esta irrisión!

¡Maldita sea la noche  de placeres efímeros

En que mi vientre concibió mi expiación!”

 

Ese viejo poeta de las tinieblas conocía al dedillo los meandros del infierno.

Y sabía, como Dante, que el insomnio es uno de sus afluentes más caudalosos.

Insomnio II, Remedios Varo (1947)

La gran Marilyn Monroe, nacida Norma Jean Baker y doctorada en somníferos a fuerza de honestidad, le respondió una vez a Georges Belmont en una entrevista para Marie- Claire en octubre de 1960:

“La gente tiene mucha gracia. Te preguntan algo y si respondes con franqueza se escandalizan. Alguien me preguntó una vez: ´¿Qué se pone para dormir? ¿La chaqueta del pijama? ¿El pantalón? ¿Un camisón?´. Y yo respondí: ´Chanel número 5´. Era cierto. No quería decir ´duermo desnuda´, ya me comprende, pero ésa era la verdad.”

Semejante intromisión es suficiente motivo para perder el sueño.

Intento desandar el camino desde  la sima y me doy de narices con mis propios versos:

(…) el pozo sin fondo

Las algas del insomnio,

El canto de sirenas

Que alguna vez confundí con el futuro.

Entonces apelo a un poeta de la luz mediterránea como Serrat y el tipo me descuelga estos acordes:

(…) y por fría que  fuera mi noche triste

No eché al fuego

Ni uno sólo

De los  besos que me diste

No importa que en el catalán aliente siempre un destello de esperanza: la noche triste con su caravana de segundos interminables aparecerá por un lado o por el otro.

De ese material está hecha buena parte de la gran literatura.

La de ahora y la de siempre.

Memorias literarias de un 9 de abril

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Foto: Tomada del libro ‘Archivo Gaitán’

ESPECIAL “mataron a Gaitán” |

 

“El 9 de abril de 1948, Jorge Eliecer Gaitán se encontraba en su despacho con Plinio Mendoza Neira, Pedro Eliseo Cruz, Alejandro Vallejo y Jorge Padilla. Fueron a almorzar a la una de la tarde y cuando salían del ascensor, Mendoza Neira tomó del brazo a Gaitán y se adelantaron al resto de personas. Al llegar a la puerta, Juan Roa Sierra disparó sobre el político. Tres balas impactaron en el cuerpo del abogado penalista y dirigente liberal. En un minuto el cuerpo de Gaitán cayó al suelo. Lo trasladaron a la Clínica Central y mientras su amigo, el médico Pedro Eliseo Cruz, le hacía una trasfusión de sangre, Gaitán murió.” Tomado de elespectador.com

 

72 años desde la muerte del líder político colombiano, quien además fue jurista, escritor, activista y orador. Hacemos un recorrido por la memoria recomendando la lectura de tres autores que han escrito sobre el tema de aquel 9 de abril, día en el que “mataron a Gaitán”.

Esta expresión es emblemática porque fue la voz angustiada que corrió de boca en boca aquel 9 de abril después de la una de la tarde, poniendo a circular el nombre del caudillo por todas las clases sociales y por toda la geografía nacional en cuestión de minutos. Felipe Martínez Pinzón

 

Foto: Tomada del libro ‘Archivo Gaitán’

 

LECTURAS RECOMENDADAS

El Bogotazo: memorias del olvido, de Arturo Alape. 

Publicado en 1984, este libro recoge testimonios de personas que conocieron a Jorge Eliécer Gaitán. Alape entrevistó a mucha gente e hizo un trabajo de investigación, revisando archivos judiciales. Incluso, habló con Fidel Castro, que, siendo muy joven tuvo una reunión con Gaitán. El libro fue reeditado en el 2017 por la editorial Ocean Sur.

CLIC EN LA IMAGEN PARA DESCARGAR EL LIBRO

 

El día del odio, de José Antonio Osorio Lizarazo

Esta novela fue publicada inicialmente en 1952 en Buenos Aires, es un relato detallado sobre lo que pasó el día en que mataron a Gaitán. En 2010, el sello Punto de Lectura, de la editorial Alfaguara, reeditó el libro.

 

 

Trilogía del 9 de abril, de Miguel Torres

Inicia con la novela El crimen del siglo, donde Torres cuenta la historia (ficcionada) del ínfame Juan Roa Sierra, luego publica El incendio de abril, donde relata la trágica jornada desde los ojos de múltiples actores aquel día, y cierra con La invención del pasado, donde toma como excusa a una familia, los Barbusse, a quienes el Bogotazo marcó y llevó a vivir muchas más cosas como resultado de aquella histórica jornada.