martes, junio 17, 2025
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Día Internacional de las Migraciones

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Un especial sobre la presencia de los sefardíes o sefarditas (judíos españoles) en América para conmemorar el Día Internacional de las Migraciones.


La historia de los judíos sefardíes escrita en la genética latinoamericana

Un estudio de ADN develó una relación notable entre los mestizos latinoamericanos y los perfiles genéticos de turcos sefaradíes. Lee la nota haciendo clic aquí

POEMAS DE LA SEFARDITA MARGALIT MATITIAHU.

XVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS.

Margalit Matitiahu (Tel Aviv, Israel, 1935), hija de padres nacidos en el exilio de Salónica y cuyos ancestros más remotos habían sido expulsados de León, en 1492. Se licenció en Literatura Hebrea y Filosofía por la Universidad Bar Ilan, dirigió la revista “Entrelíneas” y ha sido Secretaria General de Federación Israelita de Escritores (1986-2008).

Margalit Matitiahu por Miguel Elías

Entre sus libros publicados están: Kurtijo kemado (1987), Alegrika (1992), Matriz de luz (1997), Vela de la luz (1997), Kamino de tormento (2000), Bozes en la Shara (2001), Vagabondo eternel (2001), Despertar el selencio (2004); Asiguiendo al esfuenio (2005) o Cantón de solombra (2005). Ha obtenido varios premios, como el Premio de Poesía Ateneo de Jaén (1996) o el Premio de Creación del Primer Ministro de Israel (1999). Pero su máximo premio posiblemente sea el que en 2003 le dedicaran una plaza en Puente Castro (León), el barrio de donde hace cinco siglos fu expulsada su familia.

Estos poemas forman parte de la antología “Palabras del Inocente”, coordinada por Alfredo Pérez Alencart para Editorial Edifsa y la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.

PASOS DE OTROS SIECOLOS

Pasos de otros siecolos,
ruidos desconosidos suben a mis oidos,
y no los puedo quedar.

¿Onde me topo?
las demandas se esparsen en el aver,

Me veo volando,
tierra y sielo me anvelopan.

Montanias alsan sus alturas
tocando las sesones
que arodean buscando nido,

sin topar reposo
van tocando las colores
del cosmo eternel.

LA PLASA DEL TIEMPO

Me llevas a la plasa del tiempo
onde se encontran las distancias,

Caminamos entre lamparas
amizurando las palabras,

Tu
ablas del amor
Yo
de la luz manante,

un aire erante
pasa entre los pasos.

Yo
amizuro el amor,
Tu
las palabras,

en la plasa del tiempo
se enceran las distancias.

ME VISTO TU CARA SOBRE LA MIA

A la memoria de mi madre

Me visto tu cara sobre la mia,
y con tus ojos veo tu ermosa sivdad natal.
La tristesa y la maravia te anvelopan
en viendo lugares que ya no los conoses mas.

Te amostro las cayes y las forterezas,
y espando mi mano para que tu de muevo
puedas las piedras tocar.

El camino me yeva verso la Torre Blanca.
Con tus jovenos pieses subo asta la punta alta,
y tus memorias se ajuntan a las mias.

Con tu vos me siento prononsiar nombres
conosidos por ti,
sus figuras se areviven cuando les conto por tu vida.

En subito, reflecta en mis ojos tu dulse sonrisa.

Más poemas en crearensalamanca.com

‘Sefarad’

Antonio Muñoz Molina ha recibido el Premio Jerusalén por haber rastreado el origen del horror

Por Juan Cruz. Publicado en El País

Cuando terminas de leer Sefarad, el libro de Antonio Muñoz Molina, y repasas con él los libros que leyó antes o mientras narraba las historias de exilio y de ignominia que contiene ese volumen, comprendes por qué él tiene ese estilo desgarrado y melancólico ante lo que sucede, y sobre todo compruebas hasta qué punto el siglo XX, a algunos de cuyos desgarros se refiere, fue tan cruel, tan inhumano y precisó tantas voces para hacer coral el horror ante lo descrito. Y cómo esa historia se ha ido contando, desde distintas heridas, hasta completar, en el epílogo Nota de lecturas, un fresco que refleja la mirada asustada que él comparte.

Hace años, por una obra así, pero de carácter autobiográfico, por haber narrado el horror del siglo en primera persona, le dieron a Jorge Semprún el Premio Jerusalén. El español que un tiempo fue Federico Sánchez había escrito, entre otros testimonios, La escritura o la vida; flotaba en el aire del libro, y flotó hasta el final de la vida de su autor, aquella atmósfera cerrada a la que jamás volvieron los pájaros. Ahora le han dado ese premio a Muñoz Molina, por Sefarad, entre otros testimonios de su compromiso con el exilio y con la diáspora, por haber rastreado el origen del horror y por haber contado su desarrollo en las personas individuales, en los grupos o etnias que los sufrieron, en sus tierras y más allá de sus tierras, cuando empezó la persecución y mientras esta siguió, se consolidó y fue finalmente un objetivo mortal y ya cruelmente inolvidable.

Cuando le entregaron a Semprún ese premio que ahora recibirá Antonio Muñoz Molina, había alrededor, en Jerusalén, un aire de estupor, la guerra interminable seguía, el Estado de Israel proseguía su persecución de los palestinos, y estos seguían defendiéndose de esa persecución. Intelectuales israelíes, y políticos en activo, denunciaban esas persecuciones, y el propio Semprún se unió a ellos en la condena de los abusos que la política estatal mantenía vigente. Había allí un debate muy vivo; esa sociedad no estaba unánimemente conforme con lo que hacía su Gobierno; sigue siendo así, y decir lo contrario es tan solo animar a pensar que el silencio allí es la ley. No es verdad.

Ahora Muñoz Molina obtiene ese premio y le piden que lo deje, que no vaya a recogerlo. Me ha parecido la solicitud firmada por algunos colegas del escritor de Úbeda un propuesta fuera de lugar, pues, como el mismo premiado ha dicho, otros extranjeros como él, igualmente solidarios con los perseguidos de antes y de ahora, recibieron por méritos parecidos el mismo galardón, y ninguno de ellos —tampoco Semprún— se sintió impelido a rechazar el premio ni nadie asoció el emblema al Estado de Israel. Es el Premio Jerusalén, en este caso por haber escrito Sefarad.

“Y tú qué harías si supieras que en cualquier momento pueden venir a buscarte, que tal vez ya figura tu nombre en una lista mecanografiada de presos o de muertos futuros, de sospechosos, de traidores”. Sefarad habla de las diásporas, nos afecta a nosotros, los españoles, es una crónica general de los nombres propios señalados por la ignominia de los perseguidores. Aquí y en todo el mundo. Si por contar eso lo han premiado, si por advertir que eso que sucedió sigue sucediendo, aquí y en todas partes, ¿Cómo no va a ir a recibir en Jerusalén o en cualquier sitio el eco que merece tan extraordinario poema de la diáspora? Que vaya a Jerusalén y que vuelva para contar qué vio.

No hubo palabras. Crónica 4 de 4, estudiantes de Expresión Escrita

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Aquellas crónicas que se alojan en la memoria:

Resulta interesante ver cómo después de realizar varias lecturas, de hablar, de resolver dudas, de lanzar varias preguntas y de dialogar alrededor de los alcances y las bondades de la crónica, los estudiantes afinan su pluma y se lanzan a contar historias.

Esta vez fueron los estudiantes del Taller de Expresión Escrita de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), que después de buscar una idea, desarrollarla, llevarla al papel, corregirla, hasta dejarla en limpio, entregan hoy relatos que considero merecen ser leídos. Sigan. 

Franklyn Molano


Por, Daniela García Fernández. [email protected]

Unos meses atrás lo vi de nuevo. Ya han pasado doce años.

Me pregunto: ¿qué no puedes olvidar de ese viaje? respondo: no puedo olvidar el verde. Si, ese que se puede apreciar con tonos singulares en las diferentes figuras de la naturaleza. No soy inocente, sé que mis recuerdos no están acompañados del sentimiento de esperanza que representa este color, es todo lo contrario. En medio del silencio de la madrugada reflexiono, ¿por qué mis ojos solo quisieron capturar la variedad de aquel color?

Todo sucede aquí. Supia (Caldas), enero 2008, vereda Matecaña.

Han pasado tres días del año nuevo, la emoción de viajar con la abuela me impulsa a despedirme de mamá, subirme a un intermunicipal de la flota occidental y cuatro horas después llegar a Supia, un pueblo pequeño y caluroso. Un lugar desconocido para mí, tanto así que me sorprende no ver transeúntes en la plaza central.

Pregunto: ¿abuela por qué hay poquita gente? a lo que ella me responde: “mija aquí la gente solo sale los días de remesa”, al parecer hoy no es uno de esos días pues las calles están solas. Nos desplazamos a la vereda Matecaña y aquí estaremos varios días.

El calor, los mosquitos y la comida son los únicos temas de conversación, en cada llamada que mi mamá me ha hecho durante los dos primeros días. Escucho que la gente dice de mí: “¿misia Zoila esa niña no habla?” “esa nieta suya no da lidia, véala tan juiciosa”; y es cierto. No me relaciono fácil, no he querido salir a jugar, hablo sólo lo necesario.

Al tercer día me siento en confianza con los niños de las fincas vecinas, ellos me han invitado a jugar. Pasamos la tarde corriendo detrás de un balón desinflado y sentí que el día pasó rápido.

Es el cuarto día, me despierto temprano y desayuno. Es arepa de maíz sancochado, no me gustó; está simple y debo masticarla mucho antes de tragarla. Los niños me invitan de nuevo a jugar, pero está lloviendo y dice mi abuela que así no puedo salir. Pasan algunas horas y la lluvia desaparece; antes de salir a jugar veo con claridad la figura de mi abuela revolviendo la natilla y diciéndome “juega por aquí cerquita” a lo que respondo: si señora.

Hoy hay mucho barro para jugar al balón, es mejor jugar el escondite. Es fácil esconderse entre los árboles o las plantaciones de caña de azúcar; en la primera ronda conté yo, 1, 2, 3… y así hasta llegar a cien, grito: listos o no allá voy, salí a buscarlos a todos.  Reinan las risas, nuestros pies corren a toda velocidad deseando ganar.

Hemos jugado varias rondas, y esta es la última antes de que oscurezca. Debo esconderme, corro rápido creo que fui demasiado lejos; miro a mi alrededor y no reconozco el lugar. Guardo silencio por varios minutos, espanto los mosquitos que se acercan a mí y trato de ver a lo lejos si están buscándome. Pasan los minutos y escucho pasos, pienso que me han encontrado pues es lo natural del juego.

Alguien se acerca a mí en silencio, sonríe y dice: “tan linda que le queda esa blusita amarilla”. No respondo su saludo. Había escuchado decir que era poco usual ver gente en aquel camino; teniendo en cuenta que son los primeros días del año, aún se festeja; no hay trabajadores en las fincas. Yo no le esperaba, solo estaba allí jugando al escondite. No sé qué hacer, en realidad tampoco entiendo lo que está pasando; me toma en sus brazos y camina algunos metros entre los árboles, luego me pone nuevamente en el suelo. Mi respiración se acelera y algunas lágrimas recorren mi rostro; él se ríe. 

Mi cuerpo tiembla. Sus manos encallecidas por las labores del campo empiezan un recorrido por mi cuerpo, que se retuerce en la tierra aún húmeda por las lluvias de la mañana; en medio de ese mismo sembrado de caña de azúcar donde unos minutos antes se escuchaban las risas, ahora solo hay un silencio sepulcral y dos miradas cruzándose entre sí. Una de ellas la de un hombre mayor de contextura gruesa, piel trigueña, cejas abundantes y cabello lacio; la otra la de una niña de ocho años, cabello largo negro, piel trigueña y un lunar que le resalta en la muñeca de su mano derecha.

Me despoja de mis prendas y con su mirada fija y prolongada expresa lo que sus pensamientos desean; no hubo palabras. Moja mi abdomen con su saliva. Tengo miedo, miro a mi alrededor y abrumada solo veo el color verde en todas las direcciones; árboles, plantas, musgo. En mi mente repito “El que habita al abrigo del Altísimo. Morará bajo la sombra del Omnipotente.” No estamos solos: no muy lejos se escuchan algunas pisadas, cierro mis ojos y seguido a eso escucho el grito de una mujer “sarnoso desgraciado” y en un tono mayor la frase “ayuda, don Evelio venga ayúdeme” el pánico y los gritos no me permiten descifrar lo que sucede; fijo mi mirada al suelo, ellos cubren mi cuerpo y sé que me llevarán con la abuela.

Desde ese momento no volví a mencionar ninguna palabra, deseo llegar a mi casa a la seguridad que me ofrecen los brazos de mamá. Todos quieren saber de quién es la culpa, algunos opinan “de la mamá que le permitió viajar sola” o “de la abuela por entretenerse haciendo la natilla” seguramente “de la niña por desobediente”. Yo creo que es mía. Hoy 20 de octubre 2020, escribo mientras medito en el impacto que tiene para mí aquel recuerdo donde el protagonismo se lo di al color verde. Él ya no es un hombre de contextura gruesa, su cuerpo ha adelgazado, su piel se ve más arrugada y su mirada denota cansancio. Yo ya no tengo ocho años, mi cuerpo y mi forma de pensar han cambiado con el tiempo, aún hablo poco, pero argumento mucho y estoy segura de que la culpa no fue mía.

Retropintura inmodernos

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Los Inmodernos es un grupo de personas reunidas para pintar al aire libre, un poco retomando la tradición de las primeras vanguardias con la influencia del romanticismo; buscan salir de los talleres y pintar al aire libre, algo que se ha abandonado en la academia de arte por considerarlo anacrónico. Pero este colectivo le da un sentido de inmodernidad, porque están por fuera del espectro de lo moderno y lo posmoderno.

Con el virus el espacio de la reunión virtual tomó importancia, dejando de ser un ponerse de acuerdo para salir a pintar y convertirse en un espacio para que cada uno pintara desde su taller y compartiera la producción a través del blog.

Estos fueron los resultados de la segunda convocatoria desde casa: Retropintura inmodernos.

María Angélica Carrillo, Bogotá

Ángel Balanta, Pereira

Biaro Martínez, Medellín. Paisajes bucólicos

Heiler Torres, Bogotá

Óscar Salamanca, Pereira

Mauricio Moreno, Salento

Haiden Pérez, Pereira

Lina Maria Vélez Trujillo, en Pensylvania, USA

James Llanos, Pereira

Fabiola Alarcón, Bogotá. De los momentos grises 1

Leonardo Muñoz, Armenia

*Segunda actividad propuesta por el colectivo Inmodernos en la pandemia, publicada en el blog inmodernos.blogspot.com bajo el título: Retropintura inmodernos sábado 11 de abril

La masacre es el mensaje

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Texto, Natalia Barriga Gómez. Ilustración, Maria José Porras Sepúlveda. Publicado por Baudó Agencia Pública

Mientras el país padece esta reciente oleada de masacres, el Gobierno Nacional juega a la retórica para esconder o matizar su propia inoperancia.

La masacre como símbolo4

Hasta el pasado 10 de octubre de 2020, se han presentado 67 masacres en Colombia. Al menos 267 personas asesinadas. El sábado 22 de agosto, el presidente Iván Duque estuvo en la ciudad de Pasto, capital del departamento de Nariño, región en la que días antes habían masacrado a ocho jóvenes por causas aún desconocidas. La presencia de Duque era necesaria porque el pueblo reclamaba saber las medidas del Gobierno para detener los episodios de violencia que perturban de nuevo al país. Entre todo lo que dijo hizo una aclaración sobre el “nombre preciso” que había que dar a las repetidas matanzas: “Muchas personas han dicho, ‘volvieron las masacres, volvieron las masacres’, primero hablemos del nombre preciso: homicidios colectivos’”.

A Duque le parece que la claridad semántica va por delante para la población que sufre de violencia y temor.

¿Hay diferencias entre homicidio colectivo y masacre?

En un informe de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se entiende por masacre la “ejecución de tres o más personas en un mismo evento, o en eventos relacionados por la autoría, el lugar y el tiempo”.

En su libro Enterrar y Callar, la doctora en Historia María Victoria Uribe y el sociólogo Teófilo Vásquez definen la masacre como “el acto de liquidación física violenta, simultánea o cuasi simultánea, de más de cuatro personas en estado de indefensión” (1993, pg. 37). Según el Libro Blanco de las Cifras del Sector Seguridad y Defensa, documento del Ministerio de Defensa Nacional del 2014, definen “homicidio colectivo” como “aquellos hechos en los cuales resultan muertas cuatro (4) o más personas en estado de indefensión en el mismo lugar, a la misma hora y por los mismos autores”.

Aunque las definiciones hacen referencia a una cifra específica de víctimas, no parece haber consenso en el punto de partida, para unos son tres, para otros son cuatro. El concepto de “homicidio colectivo” está incluido en el glosario del Libro Blanco, con el fin de unificar los términos “para que todas las Fuerzas Militares y la Policía Nacional manejen el mismo lenguaje y, en términos generales, velar por la calidad de la información estadística del sector”. Ninguno de los dos términos, “homicidio colectivo” o “masacre”, se encuentran tipificados como delitos autónomos en el procedimiento del código penal colombiano. En una imputación de cargos se podría hablar de “concurso de homicidios agravados”, “concurso de homicidios en persona protegida” o, incluso, genocidio. ¿Por qué es importante saber esto? Porque indica que, salvo que pertenezcamos a las Fuerzas Militares de Colombia, los matices de las definiciones entre ambos no nos competen, no nos interesan, no nos sirven ni solucionan nada. Y el presidente Duque, que tiene la obligación de realizar acciones políticas que nos competan, que atiendan a nuestros intereses y que nos sirvan para la construcción de una sociedad mejor, erró ofreciendo un tecnicismo innecesario.

¿Lo que hizo Duque es algo nuevo?

No. Los políticos y gobernantes del mundo desde siempre han utilizado el lenguaje como una estrategia para cumplir sus propósitos. Ya lo había dicho Orwell en su célebre ensayo La política y la lengua inglesa: “En nuestros tiempos, el discurso oral y el discurso escrito de la política son, en gran medida, la defensa de lo indefendible” (2009, pg. 370). Y que el lenguaje político, sin importar que sea conservador reaccionario o de izquierda radical, “está diseñado para que las mentiras suenen a verdad y los asesinatos parezcan algo respetable: para darle aspecto de solidez a lo que es viento” (pg. 375).

En Colombia, otros presidentes y políticos ya han usado estos retorcimientos semánticos para defender sus propósitos. Quizás el que más ha insistido en ajustar la retórica para justificar su política ha sido Álvaro Uribe Vélez. Asesorado por José Obdulio Gaviria, entre otros ejemplos, masificó el uso del concepto “amenaza terrorista” para negar el escenario de “conflicto armado interno”.

Victoria González, doctora en ciencias sociales, explica en el artículo “Palabras en guerra”, que el trasfondo de esta retórica es el desconocimiento intencional del estatus y poder de los actores armados, del no dominio total del territorio, y de la obligación implícita de darle solución al estado de guerra en el que se encuentra el país. Al usar “amenaza terrorista”, Uribe Vélez pretendió modificar los deberes operativos para enfrentar a los grupos armados ilegales. Mientras que en un “conflicto armado interno” es posible negociar la paz con los grupos armados ilegales, en una “amenaza terrorista” solo es posible la reducción y sometimiento de la fuente de la amenaza por parte del Estado.

Cuando Duque cambia “masacre” por “homicidio colectivo” intenta matizar la carga emocional, violenta y política de un hecho.

¿Qué responsabilidad tiene un jefe de Estado ante un hecho violento?

El jefe de Estado tiene la responsabilidad de solucionar y mejorar las condiciones de las personas y, en especial, a quienes les han vulnerado los derechos. Le corresponde a Duque atenderlas desde la dignidad, la verdad, la reparación, las garantías, la justicia, y no es su labor cargarlas con el peso de una simple distinción conceptual.

¿Qué es la violencia institucional en este caso?

Que ante la obligación de dar soluciones, el presidente Duque se interese por una corrección semántica. Que ante el dolor y el terror en la población, se dedique a emplear un tecnicismo para matizar el impacto de los hechos, lo que invalida la experiencia de las víctimas.

Violencia institucional también es quitarle peso y atención al problema central, y evadir la obligación que, como jefe de Estado, tiene con la población afectada. Son los signos del desconocimiento de las víctimas: no hay interés en ellas y no importan los errores que comete el Gobierno para darles seguridad; lo que le importa a Duque son los errores semánticos que viene en los lamentos de la sociedad civil.

Hay quienes opinan que la distinción que hizo el presidente es una cosa menor y que no tiene problema. Desconocen que es violencia institucional porque es un acto deliberado por parte del Presidente de la República, por parte de la voz de una nación.

¿Es suficiente asesinar?

Un aspecto destacado en el Manual de calificación de conductas, de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y al que también aluden distintos investigadores en las definiciones y tipificaciones que hacen de las masacres, es el de un componente extra de violencia o de sevicia en el asesinato.

En los casos de “liquidación física violenta” y “matanza violenta”, la alusión no es suficientemente precisa, pues el solo hecho de quitarle la vida a una persona es un acto violento. En el Manual se aclara: “La simple muerte violenta de varias personas no constituye una masacre, un hecho de estas características es una ejecución extrajudicial o arbitraria de carácter colectivo; lo que diferencia este tipo de ejecución colectiva de una masacre, es la presencia de sevicia junto con el Estado (sic) de desprotección de las víctimas”.

Así que en la sevicia hay diferencias, no así en la “simple muerte”. Elsa Blair, doctora en sociología, dice que la masacre es consecuencia de que el asesinato no sea suficiente, por lo que se recurre a usar mecánicas de sufrimiento, que no solo marcan a quienes son víctimas sino también a quienes sobreviven y son testigos de los hechos, como si los cuerpos fueran un canal para decir cosas, una forma en la que, según Blair, se intercambian sentidos y símbolos, porque “el cuerpo es un texto político por lo que dice y por lo que silencia”.

¿No es el morir, sino el cómo lo que importa?

Sí. En la época de la violencia partidista de mitad de siglo en Colombia, los asesinatos y las torturas solían estar determinados por la motivación del asesinato, y había una dinámica del terror que consistía en representar de forma física esa motivación por medio de la sevicia: se incineraban públicamente los cuerpos, se crearon técnicas estéticas para la mutilación —el corte de corbata, de mica, de florero, franela, picar para tamal—, había exhibición de partes mutiladas de los cuerpos, las cabezas degolladas en la entrada de la finca de la víctima, por ejemplo. Toda esta creatividad tenía como fin advertir y prevenir a quienes eran espectadores.

Sobre esto, el antropólogo Jacobo Cardona dice que el grado de intensidad de la desestructuración del cuerpo y la imagen de la víctima puede implicar mayor intensidad en la desestructuración social, porque “el ritual y la masacre son dos modalidades estéticas de la unificación y la desestructuración de los vínculos humanos. Más de sesenta años de conflicto armado en Colombia han roto cientos de formalizaciones sociales que se habían mantenido unidas a través del rito. Asesinados, desaparecidos, expulsados de sus territorios, las víctimas son desmembradas del cuerpo social que las justificaba existencialmente”.

En ocasiones, las masacres se llevan a cabo contra personas específicas que atentan contra intereses de los grupos armados o de quienes tienen poder, y el mensaje es para las víctimas y para quienes se identifican o relacionan con ellas. En otras ocasiones, la violencia es indiscriminada: “tiene el objetivo de moldear el comportamiento de las personas por medio de la asociación”. No importa el quién, no importan las personas específicamente, importa lo que representan, importa el mensaje que se deja con esas muertes.

¿Duque tiene razón?

Duque tiene razón en algo: “homicidio colectivo” no es lo mismo que “masacre”La masacre tiene características que la hacen mucho más violenta. Y hay un factor adicional que es todavía más desalentador: que las muertes en ocasiones son aleatorias y que el acto importa como mensaje, como símbolo.

Tampoco lleva algo de razón Miguel Ceballos, Alto Comisionado para la Paz, cuando el 26 de agosto en una entrevista radial dijo: “no se puede llamar masacre a una pelea entre dos bandos de narcotraficantes. Ahí no hay indefensión, hay un enfrentamiento”. Puede ser, siempre y cuando los hechos a los que se refiera sean, en efecto, enfrentamientos armados entre grupos equiparables. Lo que no es cierto es que ese haya sido el caso de la masacre de Samaniego en el que había unos jóvenes no delincuentes y desarmados celebrando en una finca sin temor de nada porque nada debían. Tampoco es el caso de los cinco adolescentes del barrio Llano Verde en Cali, que salieron de sus casas a divertirse entre un cañaduzal.

Cabe recordar que también se llama masacre cuando asesinan a un grupo de hombres de la fuerza pública si se encuentran en estado de indefensión.

¿Todas las masacres tienen la misma función o finalidad?

No. Según Uribe y Vásquez, y según análisis del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), hay categorías en las masacres de acuerdo sus funciones y finalidades de las masacres:

Punitiva: tiene el fin de exterminar o castigar lo que se considere indeseable o desafíe la hegemonía. Entre 1988 y 1992, según el CNMH, las grandes masacres tuvieron como fin castigar la movilización social y rechazar el éxito electoral de la izquierda, representado en ese momento por el partido Unión Patriótica y el movimiento Frente Popular. De ahí que se hubiera atentado contra militantes y territorios de mayorías de izquierda radical. El caso más diciente fue la “masacre de Segovia”, el 11 de noviembre de 1988, que dejó 46 víctimas.

Control territorial o económico: la masacre como herramienta para afianzar la consolidación territorial o económica, y el interés de la apropiación de bienes y territorios, de forma que se arremete “contra las retaguardias de los enemigos para expulsarlos definitivamente del territorio e imponer un único dominio”. O se pretende una desocupación duradera del territorio, se confina a la población, hay exterminio de vidas, tortura, destrucción de bienes materiales y simbólicos de las comunidades, lo que suele desencadenar desplazamiento forzado masivo y abandono de tierras. El caso más representativo quizás sea la masacre de El Salado, que dejó 60 víctimas entre el 16 y el 21 de febrero del 2000.

Búsqueda de reconocimiento o forma de respuesta: masacres con el objetivo de responder a la guerra que propone un grupo armado. O con la finalidad de lograr reconocimiento como un actor armado poderoso, por parte del Gobierno o el Estado. Un ejemplo de esto se dio durante los diálogos de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002) y la guerrilla de las Farc. El CNMH expone que los grupos paramilitares incrementaron sus ataques y cometieron masacres contra la población civil, como un mecanismo para hacerse notar o darse importancia, con esto, esperaban obtener reconocimiento como una fuerza política que podía hacer parte de la mesa de negociación, o amenazarla, porque no era favorable para sus finalidades.

Aleccionar o advertir que no hay límites morales: masacres con la finalidad de dejar un mensaje aleccionador en la población: acabar moralmente a los sobrevivientes y comunicar a los enemigos que la guerra no tiene límites, por medio de la exposición de los cadáveres y de la sevicia con la que fueron aniquilados, o el asesinato de menores de edad y adultos mayores. Lo que también puede contribuir a sustentar el poder del grupo armado y a construir intencionalmente una reputación terrorífica. El CNMH identificó 405 menores de edad y 85 adultos mayores entre las víctimas de los actores armados, entre 1980-2012, que responden a esta finalidad.

Las masacres como mensaje

Esto fue lo que puso en entredicho el presidente Duque con su giro semántico.

Cada masacre es diferente y puede comunicar y simbolizar algo distinto. Estos mensajes dependen del contexto, de los actores armados, de sus intereses, intenciones, de la forma en la que se perpetúa la masacre, contra quiénes, en qué lugar, en qué fecha, después de qué suceso importante. De eso depende el símbolo, de eso depende el mensaje.

Las preguntas que nos hacemos hoy en Colombia, con respecto a estos hechos violentos, son: ¿quiénes nos están enviando el mensaje? ¿Cuál es el mensaje?

Referencias

ORWELL, G. (2009): Matar a un elefante y otros escritos, FCE, México.

URIBE, M. V. y VÁSQUEZ, T. (1995): Enterrar y callar: las masacres en Colombia 1980-1993. Fundación Terres des Hommes. Bogotá

La cebra que raya

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Exposición “Gráfica calcárea” | Hasta el 18 de enero de 2021| En Casaparte de Armenia, Quindío.

Ésta es una exposición colectiva que recoge la producción de linograbados realizados en el seminario de investigación- creación de la Maestría en Estética y Creación de la Universidad Tecnológica de Pereira, la cual se podrá visitar hasta el 18 de enero de 2021. 

Casaparte es un espacio cultural de la ciudad de Armenia, ubicado en la calle 23d # 11-25. Se pueden agendar visitas cumpliendo con las normas de bioseguridad al correo [email protected].


“Abismo civilidad” exposición individual de Adrián Estrada Mejía | Hasta el 19 de diciembre de 2020 en el blog de Muro Líquido: muroliquido.blogspot.com

Adrián Estrada Mejía Licenciado en Artes Visuales de la Universidad Tecnológica de Pereira, Tecnólogo en diseño de producto, Ilustrador y profesor. He participado en diversos proyectos de ilustración y muralismo en la ciudad de Medellín; y en diferentes exposiciones de arte e ilustración en Medellín, Pereira, Bogotá y Barcelona.

Las obras de Adrián Estrada al parecer se ubican en la dirección correcta por querer ir hacia adelante con el vértigo de la caída. Por lo tanto, se podría decir que es un arte ferial, un arte de reacción siempre, cuyo propósito consiste en producir aperturas, no sólo para su visión inclinada en ángulos, muchas veces virulentos en niveles de torción políticos, sino compartidos por identidades narrativas homoeróticas como efecto de posicionamiento generacional a partir de la fuerza de ensoñación.

Existe una diferencia fundamental entre un arte ferial y un arte hecho para la feria, pues un arte ferial alude al grito, a ese chillido producido por artistas que viajan en máquinas cuyo fin consiste en procurar a sus usuarios experiencias de inmersión. Como viajeros de sí mismos montados en los rieles de su propia montaña rusa hacia adelante y hacia abajo, pero también hacia adentro, revisan panorámicas, imágenes de exclamación, gritos, señales que por sus efectos traducen el sentimiento de remoción. Un arte hecho para la feria, es solo moda al servicio del capital, cuyo fin consiste en ampliar lanzamientos de más fraudes, más desatinos, más ofertas, más disposición a los públicos de los que el mismo campo cultural pueda absorber.

 La diferencia entre ambos mundos se encuentra en la redistribución del alarido y de la selfie, donde, por supuesto, conviene de sobremanera expiar el grito antes que entregarse a la decoración. Aquellos gritos de emoción vertical producidos por nuestra maquinaria de autoproducción artística conocidos por todos como expresión dominable son quizá, lo que más se acerca a lo posmoderno, si entendemos por posmodernidad una época dedicada a reparar heridas abiertas de las intuiciones otrora rotas, pero según las podemos estudiar en la obra de Estrada, surgen a través de dinámicas fuentes de civilidad. Texto completo, escrito por Oscar Salamanca aquí.

Síguelos en Instagram: https://www.instagram.com/muroliquido/

y en el blog de Muro Líquido:muroliquido.blogspot.com


Exposición: Relatos de autorreferencia desde la revista Deci-depu como medio de creación contemporánea. Hasta el 31 de diciembre de 2020 | Blog del Jardín de Artista de la Universidad Tecnológica de Pereirajardindeartista.blogspot.com

La revista como escenario de creación estética y artística ha venido transformando el medio de información que representa a convertirse en instrumento de producción bajo la negociación común. Para posibilitar su desarrollo es indispensable construir una temática lo suficientemente amplia que sirva para convocar múltiples formas de interpretarla de manera gráfica y teórica. La revista vista como medio para producir obra enriquece el campo propio del arte, la estética dentro de un planteamiento pedagógico, ya que la revista Deci-depu pertenece al ámbito universitario y su publicación siempre supone experimentación constante.

El objetivo de la presente exposición consiste en presentar los elementos que componen la realización de la publicación en aspectos que atañen al territorio conceptual, gráfico y metodológico, como una alternativa de investigación-creación realizada por el semillero de arte contemporáneo Decí-depu del Departamento de Humanidades de la Universidad Tecnológica de Pereira a partir de la pregunta ¿Desde qué enfoques e intuiciones se origina la creación participativa hacia el formato de revista como medio de negociación común? En este contexto, la creación estética y artística no depende de una ejercitación con resorte personal, sino un compromiso de un grupo de personas tras un fin compartido.

La pregunta de investigación se responde a través de un experimento de convocatoria pública frente a las creaciones que surgían en medio de la crisis mundial derivada del nuevo corona virus denominada “Soy yo en pandemia” y varios de los aportes de integrantes del semillero con el acompañamiento de su director el doctor Oscar Salamanca, profesor del Departamento de humanidades de la Universidad Tecnológica de Pereira, además de información ilustrativa de tres proyectos de Extensión e investigación y desarrollo del grupo de investigación L’H reconocido y con categoría B del Ministerio de Ciencia  de Colombia.

Las respuestas recibidas y que ahora hacen parte de los contenidos del número 26 de la revista Deci-depu titulada de manera sintética “Relatos de autorreferencia” muestran que existe una tendencia universal acerca de usar la autorreferencia desde múltiples enfoques gráficos y conceptuales. 

Por una parte, la figura de “relatos” hace pensar en la importancia del relato como fuente primaria que une experiencia, narrativa, discurso, en este caso como posibilidad en imagen, pero también literaria. Por otra parte, la autorreferencia no se presenta como un único campo homogéneo, sino que existen tantas formas de ver el fenómeno como naturalezas humanas. Se podrían realizar indagaciones similares en futuras ediciones de la revista Deci-depu porque no se ha agotado el tema, al contrario, se han visualizado nuevas búsquedas y posibilidades, todas igualmente ricas que sin duda alimentarán los estudios, no sólo dentro del espacio universitario, sino hacia el entorno del arte y la cultura con diversos impactos.

Redes de contacto con el Jardín de artista:

BLOG:  jardindeartista.blogspot.com

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Exposiciones del Museo de Arte de Pereira | Del 30 de octubre del 2020 al 28 de marzo del 2021

‘En este pueblo no hay ladrones’, Exposición colección Museo de Arte de Pereira 1974-2012

Es una adaptación curatorial del cuento corto del colombiano Gabriel García Márquez a través de escenas ilustradas por Saturnino Ramírez a modo de guión gráfico. Por medio de sus composiciones y narrativa visual se le incorpora una selección de obras de la #ColecciónMAP conformando una atmósfera cinematográfica que nos induce a estados emocionales como la ilusión, el desamor, la avaricia, la culpa, la pasión y otras representaciones de la naturaleza humana.

Exposición Indicios de fuga. Graffitti y arte urbano

Exposición colectiva con 22 artistas de la región, exponentes del arte urbano quienes abordan su práctica desde diversas perspectivas que nos hará preguntarnos sobre la paradoja de lo público y lo privado.

Un proyecto del #MAPereira con el apoyo de Khuyay en busca de un espacio de reconocimiento para dilucidar las diferencias, para dialogar y encontrarse alrededor de la creatividad y la libre expresión; un espacio pedagógico-artístico abierto a las posibilidades de la creación en los diferentes medios y formatos, abordando la relación entre lo global-local y lo llamado género urbano.

Detalles en las redes sociales del Museo:

Facebook: https://web.facebook.com/museoartepereira

Instagram: https://www.instagram.com/museoartepereira/?hl=es-la


A la venta: Relatos desde la incertidumbre, un libro de cómic pereirano realizado en colectivo

“Desde diciembre de 2019 un grupo de autores de cómic, habitantes de una ladera de los Andes, decidieron reunirse para escarbar, pensar e inventar relatos dibujando, para concebir historietas intangibles”.

El libro ya salió a la venta y lo puedes adquirir a través del siguiente link, donde encontrarás toda la información sobre el libro (costos y maneras de adquisición): bit.ly/comprarRDI

Relatos desde la incertidumbre, es un libro hecho por un colectivo de autores agrupados bajo el nombre Laboratorio de historietas intangibles, quienes publican bajo la editorial CAPIBARA (libros dibujados): Valentina López, Melissa Agudelo, Valentina Gallego, Yennifer G. Ballesteros, Valentina Aguirre, Gabriela López, Sergio Palacio, Jacques Duflos, Mirto Caballero, Daniela Cano, Andrés Matayana, Nelson Zuluaga son los artistas quienes junto al editor Ricardo Rodríguez se lanzaron a la aventura de crear relatos dibujados desde finales del año pasado.

Síguelos en redes sociales:

Redes de Historietas Intangibles

INSTAGRAM: https://www.instagram.com/historietasintangibles/

FACEBOOK: https://web.facebook.com/laboratoriodehistorietasintangibles

TWITTER: https://twitter.com/histIntangibles

Redes de CAPIBARA Libros Dibujados / @capibaralibros en instagram, facebook y twitter (editorial del Laboratorio) https://capibaralibros.com/

A golpe de tortuga

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Según el relato clásico, a Esquilo lo mata una tortuga que un águila deja caer desde gran altura sobre su cabeza. O mejor dicho, que los dioses, valiéndose del ave, arrojan sobre la humanidad del forjador de la Tragedia Griega.

El asunto empieza con una profecía: estaba escrito que el autor de La Orestíada moriría aplastado por una casa.

Atemorizado, el hombre optó por irse a vivir al libre, a salvo de muros y paredes que se le pudieran venir encima.

Pero sus precauciones resultaron inútiles: corría el año 456 AC cuando, durante un paseo por el campo, sucedió el episodio que acabó con su vida.

De nada valió su heroica participación en las batallas de Maratón, Salamina y Platea, que, aún hoy, son narradas como acontecimientos claves en la historia de Grecia.

¿Qué razones asistían a las impredecibles divinidades para urdir semejante burla? ¿ De qué pretendían vengarse?

Persistentes como son, los dioses disponen de todo el tiempo del mundo para tejer y destejer sus redes. Pueden tardar siglos antes de que decidan asestar el golpe letal sobre un pueblo o sobre un mortal díscolo.

Y este Esquilo lo era en grado sumo, al punto de que su obra entera pone en entredicho la omnipotencia de las divinidades. Para él, incluso los dioses están sujetos a un poder que los sobrepasa: el de El destino, o La Moira, esa entidad capaz de tomarse un milenio en edificar un imperio, para destrozarlo en cuestión de segundos.

Blasfemo hasta la temeridad, Esquilo nos mostró que, a fin de cuentas, los dioses son tan frágiles como sus criaturas.

Y en el orden del cosmos, semejante dosis de irreverencia se paga con la vida… y con la mofa divina.

Por lo demás, no hay acción divina que no sea símbolo. Después de todo, el concepto mismo de dios es un símbolo.

Es fácil conjeturar entonces que la elección de una tortuga y un águila-  expresión del poder celeste- no fue producto de la casualidad. No hay azar en el Olimpo: todo tiene su trazado, su designio. O, para utilizar una expresión contemporánea, su diseño.

Pudieron haberle arrojado una roca, pero era demasiado prosaico: para el orden del universo no es lo mismo una pedrada que un tortugazo. O pudieron hacerlo despedazar por una fiera hambrienta, pero tanta sangre hubiera hecho la venganza demasiado evidente.

Esas cosas debemos dejárselas a Lady Macbeth.

Así que eligieron un animal capaz de simbolizar la paciencia y la tenacidad, dos conocidos atributos del demiurgo. La tortuga tarda, pero llega. O si no, pregúntenle al Aquiles de Zenón y su nunca dirimida carrera con la tortuga, en la conocida paradoja que tanto fascinó a Borges y a D. R Hofstadter.

Igual que los dioses, las tortugas son avatares del tiempo que camina. Por eso han sido motivo de atención para tantas culturas diseminadas por toda la tierra. Parte de su carencia de afán reside en que, al llevar la casa a cuestas, no tienen apuros en llegar a algún lado. En cualquier tramo del camino pueden echarse una siesta y dedicarse a la meditación.

Que se apuren otros.

Por eso, en la época del capitalismo frenético la palabra tortuga adquirió una connotación despectiva.

Pero volvamos mejor a los tiempos de Esquilo.

Decimos que el furor de los dioses pudo deberse a que el autor no se andaba con rodeos para decir sus verdades. O al menos eso es lo que nos dicen los chismes de aldeanos, que son los más confiables de todos.

Es sencillo: quien desnuda la debilidad de las criaturas está denunciando, en últimas, la fragilidad de sus creadores.

En cada fragmento de sus obras Esquilo subraya la futilidad de las acciones humanas. Leyéndolo, confirmamos una vieja sospecha: el mundo es una obra tan imperfecta, que después de su creación los dioses no se retiraron a descansar sino a rumiar sus culpas.

Y todo dios digno de ese nombre es soberbio. Fíjense nada más en Zeus o en Júpiter, su equivalente latino. Ante el menor síntoma de rebelión o desdén hacían tronar el cielo con su aparato militar de rayos y centellas.

Así las cosas, el atrevido de Esquilo no se les iba a escapar. Sólo que esta vez quisieron exhibir su arsenal de humor negro y lo aniquilaron a golpe de tortuga.

Regina Martínez, el asesinato que marcó el camino para silenciar a la prensa en México

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Una investigación de EL PAÍS y más de 20 medios con Forbidden Stories revela errores en las pesquisas del asesinato de la periodista en 2012. La versión oficial y la sentencia sobre el crimen fue difundida utilizando cuentas falsas de Twitter.

Regina Martínez, en el café La Parroquia del puerto de Veracruz 15 días antes de su muerte. OCTAVIO GÓMEZ / PROCESO

Por Jacobo García. Publicado en El País

La llamada al teléfono del periodista en mayo de 2012, pocos días después del asesinato de Regina Martínez, no dejaba lugar a la duda. Al otro lado de la línea, Gina Domínguez, secretaria personal del gobernador Javier Duarte, fue contundente sobre el asesinato de la conocida periodista. No habría entrevista con el gobernador, pero sí contexto para conocer los motivos de su muerte.

-¿Ya sabe que Regina era lesbiana, no?

-No, no lo sabía. Pero tampoco es ese el motivo de mi investigación.

-Sí, tenía una vida algo disipada. Medio revuelta.

-Disculpe, en realidad solo quería entrevistar al señor Duarte, pero ¿puedo citar en el reportaje esta llamada?

-Nooo, esa información es solo para que la tenga en cuenta. Es importante que lo sepa.

-Muchas gracias.

El asesinato de Regina Martínez (Rafael Lucio, 1963) marcó un antes y después en el país más homicida del mundo para la prensa. Respetada, leída, querida y vinculada al histórico Proceso, un semanario de prestigio, su muerte significó traspasar una línea de alcance nacional que no se había cruzado hasta entonces.

Con el paso de los años, esta línea se ha vuelto a saltar una y otra vez y el abanico de asesinados no excluye a ninguno: periodistas nacionales, estatales, locales, prestigiosos, desconocidos, en casa, en la calle, con su familia… así hasta sumar más de 119 periodistas asesinados en los últimos 20 años, 50 de ellos desde la muerte de Regina. Y en el centro de esa macabra rutina: Veracruz, la tierra donde Regina ejercía como corresponsal. Por poner un ejemplo, el director de Notiver, el periódico más popular del puerto, ha asistido a tres funerales de sus redactores. La llamada de la funcionaria era el burdo intento por manchar el nombre de Regina y la mejor pista de que había una operación en marcha para vincular su muerte a cualquier cosa menos su labor informativa.

Una fotografía de archivo que muestra a Regina Martínez en su juventud. Cortesía para la nota de El País.

Ocho años después del homicidio de Regina Martínez, registrado el 28 de abril de 2012, un equipo de 60 periodistas de 25 medios de México, Estados Unidos y Europa, entre los que se encuentra EL PAÍS, coordinados por Forbidden Stories, retoma las investigaciones sobre los dos gobernadores estatales a los que puntualmente denunció Regina en sus artículos: Fidel Herrera (2004-2010) y Javier Duarte (2010-2016). El equipo revisó el expediente judicial y entrevistó a decenas de personas de su entorno, entre ellas amigos, fiscales y un exagente de la DEA. Forbidden Stories, con sede en París, es una organización sin fines de lucro dedicada a continuar el trabajo de los periodistas silenciados. Poner la mirada en Veracruz no es casual: 26 periodistas del Estado de Veracruz han sido asesinados desde 2005 y otros ocho están desaparecidos. Colectivos internacionales de prensa libre consideran al Estado como el lugar más peligroso del mundo para informar. La historia de Martínez es la primera de la serie de reportajes Proyecto Cartel, que se publican a partir de este domingo.

Regina Martínez era una periodista incómoda. Era de las que acudía a la escena del crimen y de las que documentaba en su libreta las masacres. Tampoco se escondía. Asistía a las ruedas de prensa y firmaba con su nombre sus artículos, algo cada vez menos habitual en las zonas rojas para la prensa. Puntualmente acusó en sus artículos a un gobierno regional, el del PRI, que llevaba en el poder casi un siglo. Durante su etapa cubrió intensamente las actividades de Fidel Herrera entre 2004 y 2010 y dejó muchos textos recordando cómo el cartel de los Zetas había entrado en Veracruz y con ellos las masacres, las desapariciones y los secuestros.

Pero hay personajes en la vida política de México que, por una u otra razón, siempre tienen suerte y Fidel Herrera es uno de ellos. A los 71 años, su nombre ha aparecido una y otra vez en informes de los servicios secretos o en reportes de prensa por sus nexos con el crimen organizado o el vertiginoso aumento de su patrimonio. Después de dejar el cargo, Herrera tenía un jet privado, 22 vehículos, una camioneta blindada, ranchos, un hotel y un yate, según documentó Proceso. Sin embargo, el exgobernador no tiene ninguna causa abierta y solo ha pasado una vez por los tribunales por un caso que fue rápidamente cerrado. Su suerte es tal, que cuando le pidieron aclarar el origen de su fortuna dijo que le había tocado dos veces la lotería, en 2008 y 2009, y se fotografió frente al boleto premiado con una suma cercana a los 10 millones de pesos (unos 500.000 dólares).

Mientras todo eso pasaba, Regina no levantaba el pie del acelerador y seguía publicando reveladores artículos con titulares como: “Veracruz, un sangriento Estado feliz” (Proceso 3/12/2006), donde denunciaba el disparatado aumento de los homicidios o “Alcaldes bajo la extorsión de los Zetas” (Proceso 21/9/2008), donde acusaba a Herrera de abrir la puerta de Veracruz al sanguinario cartel. Mientras esto sucedía, la riqueza de Herrera y su sucesor Javier Duarte crecía, aunque la deuda pública del Estado se elevó un 67.000%, denunció también Regina en sus reportajes.

Las sospechas sobre Herrera habían comenzado antes, según fuentes consultadas por Forbidden Stories. Desde 2007, los informes que recibía la inteligencia en la Ciudad de México decían que Fidel Herrera había pactado con los líderes de los Zetas. En diciembre de 2011, llegó a la prensa un informe la Procuraduría General (PGR) con datos de la Administración de Control de Drogas de EE UU que, de acuerdo a la confesión de “14 testigos protegidos”, detallaba dos supuestas reuniones de Fidel Herrera con los líderes del cartel de los Zetas en 2008, una en el hotel Mabiel en Coatzacoalcos. En concreto, se reunió con Braulio Arellano Domínguez, líder del cartel del Estado de Veracruz. La otra, dice, fue una fiesta que Herrera organizó en una de sus casas en Xalapa en honor a Arellano y Miguel Treviño Morales, fundador de Los Zetas y posteriormente condenado y encarcelado. El informe también señalaba que el cartel del Golfo pagaba puntualmente una nómina de 600.000 pesos (unos 30.000 dólares) todos los 5 y 25 de cada mes a la policía del Estado de Veracruz. “Los Zetas llamaban a Herrera el Zeta 1 porque era él quien dirigía el Estado”, dijo el exagente especial del FBI Arturo Fontes a Forbidden Stories. “Herrera cobró millones de dólares a través de enlaces con los carteles para permitirles operar con impunidad”, dijo este experto que ha dedicado 28 años implicado en casos de lavado de dinero y drogas en México y Colombia. Cuatro meses después de que se publicara aquella noticia, Regina fue asesinada.

El caso se cerró poco después como un robo con ingredientes de crimen “pasional”, tal y como escribió inicialmente la Fiscalía, por el que se declaró culpable a Jorge A. Hernández, alias El Silva. Por aquel entonces, una valiente fiscal, Laura Borbolla, era parte de la investigación desde la Fiscalía Especializada para Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), una unidad creada dos años antes para frenar la impunidad en el asesinato de periodistas en México.

Laura Borbolla aceptó volver a hablar del caso Regina por primera vez, en una entrevista exclusiva después de ocho años de silencio. Durante la entrevista enumeró la larga lista de irregularidades que rodearon la investigación judicial. “En toda mi carrera nunca había visto una escena del crimen tan alterada”, dice. Las manipulaciones, según Borbolla, comenzaron en la misma escena del crimen. La policía local había aplicado una cantidad excesiva de polvo revelador y deterioró las huellas digitales encontradas en los objetos de la casa. “No fue un accidente, revelar huellas correctamente se aprende en primer año de criminología y este error no ocurrió solamente una vez”, afirma la fiscal. A pesar de ello, logró encontrar dos huellas que sus antecesores no habían encontrado, pero que nunca fueron identificadas.

Según la sentencia, el asesinato fue cometido por un ladrón de poca monta tras un intento de robo. Durante el juicio, El Silva confesó que fue a casa de Regina Martínez con un amigo común, José A. Hernández, apodado El Jarocho. Los hombres, supuestamente, exigieron a Regina que les entregara los objetos de valor y ahí comenzó una pelea que terminó cuando El Jarocho golpeó hasta la muerte a Regina. Posteriormente huyó y jamás se ha vuelto a saber de él.

Laura Borbolla nunca creyó en esta hipótesis. “Si hubiese sido un robo, todo hubiera sido un desorden”, dice. Aparte de eso, la fiscal observó otro detalle: varios objetos de valor seguían en la casa de Regina, entre ellos un elegante lector de CD, una impresora, una bolsa de mano y unos aretes de oro que estaban sobre la mesa.

Poco después de la sentencia, El Silva se retractó de su confesión y dijo que se había inculpado después de que la policía lo torturara hasta el cansancio con descargas eléctricas. Borbolla acusa de todo ello a Enoc Maldonado, quien era jefe de la policía, y a las trampas de su equipo. “Sentíamos que por un lado a mí me decía: ‘Sí claro, fiscal; lo que tú necesites’. Yo me daba la vuelta y él les hablaba y les decía: ‘No le den nada’. Siempre fue esa la sensación con él”, dice.

Este equipo de periodistas examinó el expediente judicial del caso Regina donde se revela que las huellas de El Silva nunca aparecieron en la escena del crimen y que la única prueba en su contra es el testimonio de un vecino que lo habría visto con El Jarocho caminar hacia la colonia de la periodista. Laura Borbolla nunca pudo encontrar a ese misterioso testigo, ni interrogar a El Silva a solas. “No vamos a saber quién mató a Regina, pero sí sé quién no la mató”, concluye la fiscal, que se negó a cerrar el caso durante su mandato en la FEADLE, que terminó en 2015. Por su parte, El Silva fue condenado a 38 años de cárcel por robo y homicidio, aunque él siempre ha clamado su inocencia ante su abogada, la única persona que lo visita en la cárcel.

En respuesta a los periodistas, Enoc Maldonado rechazó los señalamientos de Borbolla y dijo que la investigación se llevó a cabo correctamente y que El Silva no fue torturado. “El personal policial que intervino realizó puntualmente su labor, conforme a derecho”. Por su parte, el exgobernador Javier Duarte, en varios tuits enviados este sábado desde la cárcel, se deslindó del asesinato y dijo que ni él ni ninguno de sus subordinados estuvo implicado en el asesinato. “Jamás censuré la libertad de expresión o de prensa de persona alguna (…) muy al contrario, desde que conocí el caso instruí al entonces procurador a esclarecer los hechos y encontrar al o los responsables”, escribió en la red social.

Un año después de la sentencia, el entonces presidente Enrique Peña Nieto designó a Fidel Herrera, considerado uno de sus mejores amigos, cónsul de México en Barcelona. Dos años después dejó el cargo y regresó a México para, según él, hacer frente a las acusaciones en su contra conocidas tras el encarcelamiento de Javier Duarte por corrupción. Según cifras oficiales, unas 5.000 personas desaparecieron en Veracruz durante los periodos de Fidel Herrera y Javier Duarte, de 2004 a 2015. Las organizaciones de madres y víctimas consideran que esa cifra es cinco veces mayor. En los últimos años se ha ido revelando la dimensión del periodo de terror y se han abierto más de 300 fosas clandestinas. Solo en una de ellas, Colinas de Santa Fe, se encontraron 280 cráneos.

La sentencia y la versión oficial sobre el asesinato de Regina Martínez tras un intento de robo invadió los medios locales y las redes sociales nada más conocerse. El encargado de mover mediáticamente la sentencia fue El Golfo Veracruz con una noticia que decía “La PGJ esclarece el homicidio de la periodista Regina Martínez, corresponsal de Proceso”, que reprodujo repetidamente en Twitter. Forbidden Stories descubrió que la mayoría de los perfiles que movieron la noticia eran falsos. Un análisis realizado por La Mesa de Trabajo contra la Desinformación, una asociación especializada en la identificación de campañas de fake news, encontró que al menos 190 cuentas automatizadas (bots) fueron usadas en la operación.

Respondiendo a una pregunta de este equipo durante una conferencia reciente, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que pediría que se volviera a examinar el caso de Regina Martínez. “La conocía bastante bien”, dijo, porque Martínez había cubierto su campaña a gobernador de Tabasco y era “una periodista profesional incorruptible”.

Como si fuera la página de un libro de Roberto Bolaño, Regina Martínez y el grupo de informadores que hacían periodismo durante esa siniestra etapa se dejaban llamar de forma simpática “la banda de indeseables”, recuerda uno de aquellos cinco periodistas. Como si se tratara de una sucursal jarocha de Los detectives salvajes, más que periodistas eran cinco amigos que se cuidaban y se daban cariño. Habían aprendido a desarrollar trucos para salvar el pellejo y se avisaban unos a otros de dónde estaban, qué estaban cubriendo o pactaban publicar la nota de manera simultánea en sus medios cuando se trataba de un tema sensible. “Era una manera de que no fuera uno solo el colega que lanzara la bomba”, recuerda uno de ellos. Ocho años después, el silencio ha ganado la batalla en Veracruz y, tras el asesinato de Regina, aquellos cinco periodistas “indeseables” que pusieron nervioso al poder durante los años más sangrientos de Veracruz han dejado el periodismo y el único que habla prefiere ocultar su nombre por razones de seguridad.

RESISTE, intervención sonora de Sean Igor Acosta

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Para cuando ya no quede nada, ni siquiera un último vestigio de cultura, aparecerá el ruido blanco, esa intermitencia coloreada por linealidades efectos del error en la transmisión. Se ha lanzado con la voz y el sonido potentes, pero imperceptibles tonadas de una comunicación esperanzadora hacia el espacio. Cada vez que respiramos las ondas viajan a la velocidad en la que cualquier persona espera un retroceso, una respuesta más allá de la vida humana.

Resistir como dinámica de contención ante el dolor de la transpiración donde cabe el aguante de saberse incómodo frente a una pantalla negra, o para no aburrir públicos, delante de imágenes salteadas a caballo entre paisaje y cultura.

Las ondas de espera se suceden sin tregua y cada segundo cuenta en un indeterminado desgaste de un tiempo valioso, ahora convertido en cansancio. Ese cansancio que conocemos todos porque no se produce nada, solo negación lumínica, negación a la inmanencia y totalidad de la imagen en un mundo ultra visual.

Escucha la pieza haciendo clic aquí

La propuesta artística de Sean Igor Acosta surge desde la angustia porque determina campos de expectación contranaturales, ingrávidos, si se quiere, con sonido, pero negando el sonido, ajenas porque ya hemos abandonado la costumbre de no ver. Igor realiza una arriesgada imposición estética, toda vez que desafía conceptos sofisticados de cotidianidad, ahora señalada, criticada en su fundamento vertical, porque así no lo queramos, aporta a la representación.

En su trabajo retrotrae el experimento del arte a situaciones antes de lo subjetivo debido principalmente a que instaura peligrosos anti ejercicios de huida fácil, con un propósito similar a las didácticas de Nietzsche y con él, con ahínco, al Ciorán más religioso, aquel que se creyó el budista de tres monedas. La nueva práctica de la creación poética enaltece el ocio, ya que desde allí inocula revueltas de tipo existencial.

Mientras esperamos, ya sea mirando la confluencia de un paisaje estático minado por la movilidad electrónica, o mientras nos lanzamos al espacio negro, absoluto de una pantalla espejo, la obra, de modo consciente nos va llevando a una deriva, a un camino de la contracción/difusión, es decir, a través de la ruta siempre azul de lo depresivo.

Oscar Salamanca (curador)

SOBRE EL ARTISTA

PhD en Diseño y Creación, Profesor-Investigador vínculado a la Facultad de Comunicación Audiovisual del Politécnico Jaime Isaza C., es líder del Grupo de Investigación SMO; su línea investigativa actual es investigación-creación en la Estética de la Conectividad y el audiovisual. Es investigador del MediaLAb de la U. Federal de Goiás, Brasil, hace parte del Grupo de Investigación L´H de la Maestría en Estética de la UTP; es miembro investigador de Grupo HOLOS de la U. Sau Paulo, Brasil. Su alter ego Artístico EL Parches ha ganado varios espacios de presentación de sus propuestas artísticas en el ámbito hipermedia. En estado beta permanente.

*Esta exposición llamada “RESISTE” intervención sonora de Sean Igor Acosta, se publicó en el Jardín de artista UTP, proyecto intertextualidades críticas. 8 al 22 de junio 2020

SIGUE AL ARTISTA EN:

Página web: http://seanigor.com/

Twitter:

Una advertencia

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Por, Guillermo Ramírez Cattaneo*

Doug Mills/The New York Times

Durante los últimos días, los titulares de prensa internacionales abundan en referencias a Trump y a su porfiada negación de los resultados electorales. Solamente durante la semana pasada, el presidente Trump publicó o volvió a publicar unos 145 mensajes en Twitter arremetiendo contra los resultados de una elección que perdió. Cuatro veces mencionó que la pandemia de coronavirus ahora alcanza sus horas más oscuras, y esto solo para afirmar que tenía razón sobre el brote y que los expertos estaban equivocados.

Como bien lo menciona Peter Baker en el New York Times, su foco actual está en recompensar a los amigos, depurar a los desleales y castigar a una lista cada vez mayor de enemigos que ahora incluye a gobernadores republicanos, su propio fiscal general e incluso a Fox News. Según Baker, los últimos días de la presidencia de Trump han adquirido los elementos tormentosos de un drama más común en la historia o la literatura que en una Casa Blanca moderna. Su rabia y su rechazo a admitir la derrota, desligado de la realidad, evocan imágenes de un señor asediado en una tierra lejana que se aferra desafiante al poder en lugar de exiliarse, o un monarca inglés errático que impone su versión de la situación en su corte acobardada.

Podría uno sentirse tentado a aventurar trastornos psicológicos subyacentes, basados en los innumerables libros y artículos sobre su personalidad; a manera de ejemplo, la propia percepción de su entorno familiar cercano (su hermana y sobrina, por ejemplo), entre muchos otros. Podría uno utilizar términos habituales en los mentirosos compulsivos o patológicos como son el miedo al rechazo o a la crítica, la elevada necesidad de aprobación externa, baja autoestima o inseguridad personal, intolerancia emocional (elevada sensibilidad a emociones displacenteras). Podrían usarse términos especializados como son el trastorno límite de personalidad (la mentira es una conducta impulsada por la emoción) o el trastorno narcisista de personalidad (se miente para conseguir admiración por parte de lo demás).

Asimismo, sería seductor descartar la afirmación irracional de Trump de que la elección fue “amañada” como una última convulsión ridícula de su reinado, o como un intento cínico de aumentar su valor de mercado pensando en un futuro televisivo.

Todo lo anterior configura un escenario muy común de posibilidades sobre su comportamiento y exageradamente recurrente en las noticias y redes sociales. Demasiado habitual para mi gusto. Considero que sería un grave error basarse únicamente en este escenario para describir lo que está sucediendo.

Algo más de cien años atrás, en el otoño de 1918, el final de la Primera Guerra Mundial se acercaba rápidamente. Mientras que la guerra en el frente oriental ya había terminado en enero del mismo año, cuando se firmó el tratado de paz de Brest-Litovsk,  quedó claro que Alemania y sus aliados estaban indefensos ante una creciente supremacía aliada en el frente occidental. En ese momento, Alemania todavía era formalmente un Imperio dirigido por el Kaiser Wilhelm II y el canciller del Reich, Theobald von Bethmann Hollweg. Sin embargo, durante la guerra, Alemania se había convertido de facto en una dictadura militar: los mariscales de campo Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff se habían transformado en jefes de estado.

Cuando advirtieron que la guerra terminaría pronto, estos mariscales establecieron una estrategia: había que instalar un gobierno civil. Las razones para esto fueron dos. Por un lado, la posibilidad de una paz favorable sería más probable si los aliados pudieran negociar con un gobierno civil (esta afirmación fue apoyada por el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson). Por otro lado, este gobierno civil probablemente sería responsabilizado por la población alemana por la pérdida de la guerra y las consecuencias resultantes. De esta manera, los mariscales de campo podrían trasferir su propia responsabilidad a este nuevo gobierno y, en consecuencia, purificarse de cualquier culpa.

Siguiendo con la estrategia, el 3 de octubre de 1918, el príncipe Max von Baden fue nombrado canciller y comenzó, como jefe del gobierno civil recién instalado, las negociaciones de paz con los aliados. Esto resultó en una tregua que se firmó el 11 de noviembre de 1918. Mientras tanto, Hindenburg y Ludendorff habían convencido al Kaiser Wilhelm II de abdicar. Como resultado, el 9 de noviembre de 1918, el socialdemócrata Philipp Scheidemann proclamó la República en Berlín y, a su vez, Friedrich Ebert se convirtió en su nuevo canciller. Y así se fundó la República de Weimar. Estos eventos de noviembre de 1918 se denominarían más tarde la “Revolución de noviembre”.

Una de las primeras tareas de este gobierno civil fue convertir la tregua del 11 de noviembre en un tratado de paz definitivo. Esto dio lugar al Tratado de Versalles que entró en vigor el 10 de enero de 1920. Este Tratado fue odiado por la mayoría de la población de Alemania, considerado como una paz impuesta y cínicamente llamado “el diktat de Versalles”.

Ahora bien, esta maniobra astutamente concebida por los mariscales se apoyaba en la necesidad de generar una ficción. Y esta última se convirtió en el afamado Dolchstosslegende más conocido como el “mito de la puñalada en la espalda”. Gracias a este mito, y como ya habían predicho los estrategas Hindenburg y Ludendorff, los líderes del gobierno democrático fueron responsabilizados por los humillantes términos del acuerdo de paz. Esto reforzó la invención de que Alemania había sido traicionada y que su honor se había visto afectado solo porque los revolucionarios democráticos de izquierda obstruyeron la victoria de la guerra al ordenar la retirada de las tropas. Claramente, esto no era cierto. Sin embargo, la combinación del mito de la puñalada en la espalda y los términos del Tratado de Versalles les dio a los oponentes de la República de Weimar un arma poderosa para atacarla desde su nacimiento y en el futuro subsiguiente.

Una ilustración de una postal austríaca de 1919 que muestra un judío caricaturizado apuñalando al ejército alemán en la espalda con una daga

La principal aserción de esta ficción fue que la Alemania imperial nunca perdió la Primera Guerra Mundial. La derrota, dijeron sus mariscales, fue declarada pero no justificada. Fue una conspiración, una estafa, una capitulación, una grave traición que manchó para siempre a la nación. No importaba que la afirmación fuera palpablemente falsa. Entre un número considerable de alemanes, provocó resentimiento, humillación e ira. Y la figura que mejor supo cómo explotar más adelante la frustración del pueblo alemán fue Adolf Hitler.

El aspecto sorprendente del mito Dolchstosslegende es que no se debilitó después de 1918, sino que se fortaleció. Ante la humillación, incapaces o no dispuestos a hacer frente a la verdad, muchos alemanes se embarcaron en un autoengaño funesto: la nación había sido traicionada, pero su honor y grandeza nunca se podían perder. La izquierda, e incluso el gobierno electo de la nueva República, jamás podrían ser los custodios legítimos del país. La clave del éxito de Hitler fue que, en 1933, una parte considerable del electorado alemán había puesto las ideas encarnadas en el mito – honor, grandeza, orgullo nacional – por encima de la democracia.

Volviendo a Trump, no debemos ver su esfuerzo por anular los resultados de las elecciones como una mera fantasía producto de la mente de un mentiroso patológico. El punto principal de la estrategia ya no es (no sabemos si alguna vez lo fue) encontrar un juez, gobernador u otro instrumento flexible para negarle a Biden la presidencia. La estrategia sería más bien negar la legitimidad de la presidencia de Biden, del sistema electoral que le dio el cargo, y de los sistemas federal y judicial que dejaron de lado los desafíos legales de Trump.

La campaña debe verse como lo que es: un intento de elevar el nuevo mito They stole it” (Ellos se la robaron (la elección)) al nivel de leyenda, abonando para la futura polarización social y división a una escala que Estados Unidos nunca ha visto. La naturaleza del mito no es que sea creíble. Es que hay que creerlo. Un asombroso 88 % de los votantes de Trump cree que el resultado de la elección es ilegítimo, según una encuesta de YouGov.

Ah, me olvidaba de un trastorno no mencionado antes. El de la personalidad antisocial, en el que se puede utilizar la mentira como estrategia de manipulación.

(Traducción y adaptación libre de las fuentes consultadas: Jochen Bittner del periódico Die Zeit, Bret Stephens del The Times, y la investigadora Raisa Blommestijn de la Universidad de Leiden)

(*) Guillermo Ramírez Cattaneo: Magister en Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira. Máster en Ingeniería de la Universidad de la Florida (Gainesville, E.U.A). B.S en Ingeniería Civil de la misma Universidad.

# CiudadaníaActiva EDITORIAL: Alfredo Hoyos Mazuera o el valor de la coherencia

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Según el saber popular, son tres las cosas que cunden en este mundo: el fuego, el pánico y el ejemplo. En este último caso los buenos ejemplos son la base de ese tipo de educación capaz de trascender los límites de lo formal. Es decir, la educación con todo su potencial transformador.

Esa cualidad está basada en la coherencia, en la correlación entre los pensamientos y los actos. “Uno debe vivir como piensa o no pensar en absoluto” reza una antigua sentencia, que es a la vez clave para todo posible código ético.

Ese es el sentido más profundo del concepto de coherencia.

La vida del empresario y hombre cívico Alfredo Hoyos Mazuera fue, de principio a fin, un ejemplo visible de esa manera de ver las cosas.

En contravía del lado más salvaje del capitalismo, que hace del lucro a cualquier precio la razón última de la existencia, el fundador de la empresa Frisby entendió desde muy temprano que el capital debe cumplir una función social. Que el empresario debe devolverle parte de sus ganancias  a la sociedad que hizo posible su riqueza.

Porque eso del “self made man”, del hombre que hace a sí mismo en soledad, no deja de ser una falacia fundada en el más puro egoísmo.  Por eso, don Alfredo Hoyos asumió durante toda su vida que una fortuna es el resultado de muchos esfuerzos: familia, colaboradores, proveedores, consumidores y empresarios.

Al ser, por definición, un hecho social, a la empresa le asisten muchas responsabilidades con el mejoramiento de la sociedad  en la que se desenvuelve. De ahí que don Alfredo y su familia hayan dedicado una parte significativa de sus beneficios a  inversiones en sectores tan cruciales como la cultura y la educación.

En este último caso a la región y el país les queda el legado del Instituto Tecnológico de Dosquebradas que, con el auspicio de la Fundación Frisby, ofrece un servicio de formación integral, en el que los conceptos técnicos y humanistas se conjugan para formar personas capaces de tomar decisiones beneficiosas para el mundo que las rodea.  

Vistas así las cosas, la vida de don Alfredo Hoyos Mazuera fue un ejemplo de coherencia. Su cuerpo físico se apagó, pero  queda un legado ejemplar para quienes están dispuestos a ejercer su condición de empresarios y ciudadanos como una forma de servicio a la sociedad que contribuyó a su consolidación.