viernes, mayo 16, 2025
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Una flor para la espera

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Alfredo planta flores, embellece su segundo hogar y hace las veces de jardinero de un pedazo de su parque

 


Los “trapito rojo” son los encargados de cuidar los carros y motos que parquean en las calles. Algunos lo hacen desde los parques. Encontramos en el Gaitán a Alfredo Cardona, que además del oficio que realiza día a día, ha cultivado y organizado un jardín en una de las zonas verdes. Lo hace para ayudar a embellecer, el que él considera, debería ser el parque más bonito de Pereira.


 

 

El Parque Gaitán, como cualquier parque del mundo, es  testigo de los ires y venires de quienes  por él cruzan, de las dinámicas diurnas y nocturnas que allí suceden. Siempre está pasando algo, nunca  descansa.


De paso es como en ese lugar  generalmente ocurre la vida, y de tramo en tramo,  se va convirtiendo en parte de nuestra historia y memoria.

Sin embargo, para algunos ese sorbo de existencia, ese  “de paso”,  termina convirtiéndose en su morada o guarida principal, por trabajo o espera, por ocio o esquivando soledades,  en su segundo, y hasta en ocasiones, primer hogar.

Árbol ubicado frente a la zona de parqueo, en el que Alfredo pone sus objetos personales.


Alfredo Cardona es uno de ellos. A modo de promesa irrompible llega todos los días  al Parque Gaitán  a eso de las 6 de la mañana.

Es su sitio de trabajo pero también ese rincón en el mundo donde se siente útil y agrega algo de belleza a un ambiente agitado por naturaleza, un poco hostil en ocasiones, que jamás se apaga, entre el hospital, la estación de policía y todo aquel que llega a ocuparlo o en espera de algo más.  

 

Yo me levanto muy temprano, y de una me vengo para acá” me dice Alfredo, con su voz ronca, ya gastada por el tiempo, es un hombre bastante adulto, le calculo unos 40 o 50 años de edad.

Es moreno (a golpe de sol), de estatura media, y siempre lleva consigo una gorra y a veces un trapo en la mano: “Para cuando a veces limpio los carros, para secarme la frente por el calor tan berraco, y pa´ bueno”, dice entre risas.

Su jornada diaria en el parque es de casi 12 horas, “Yo llego, miro como está todo acá en la bis, saludo, y empiezo a sembrar, y luego, sigo cuidando y acomodando carros, así, hasta las 5 y media de la tarde más o menos”.

Alfredo cuida los carros que se parquean en la carrera cuarta bis entre calles 25 y 26, un trabajo que le permite subsistir pero también tener un segundo hogar, un sitio a donde llegar y estar, desde hace 8 años que falleció su pareja – algo de lo que no le gusta hablar mucho-.

 

“Llegué al parque porque vivo por La Clínica Los Rosales, mi familia siempre ha vivido por ahí y este parque hace parte de mi vida, desde chino lo he visto, lo he visitado y lo he vivido”.

Lo de ser “trapito rojo”, así les dicen a quienes se encargan de manera informal a cuidar carros en la calle, es una vocación que conserva desde muy pequeño. Siempre estuvo rodeado de ellos, adquirió una fascinación particular  por este objeto: “Siempre me han gustado, no he tenido carros, pero me gusta verlos, me parecen bacanos”.

Alfredo es quien cuida los carros y las motos de quienes llegan al parque de paso: “Yo los ayudo a organizarse, que no se arme un despelote en esa calle y que todos puedan caber ahí. Y bueno, el que quiera darme algo, monedas, lo que sea, yo se lo recibo, no reniego por eso”.

 

 

Suele ser confundido con el grupo de señores que permanecen en el parque en busca de un trago que les gaste las horas, para los que la fiesta no para. Alfredo no toma, eso me dijo, pero a veces se le ve por ahí compartiendo con este grupo de señores, a pesar de esto no deja de trabajar, y al final sigue su jornada “Prefiero estar solo, que mal acompañado” replica.

Entonces, Alfredo se dispone a trabajar honradamente cuidando los carros y supervisando el parqueo, y entre una cosa y la otra, en esos ratos libres que le quedan de tanto correr y estar pendiente, planta flores, embellece su segundo hogar, hace las veces de jardinero de un  pedazo de su parque.  

Alfredo sintió con el paso de los días, una necesidad muy fuerte por embellecer el lugar donde se la pasaba a diario. Y al igual que su gusto por los carros, –  esta vez  por herencia materna- tiene también una  fascinación muy profunda  por las plantas: “Me volví enfermo por tener plantas en todos lados, como mi mamá”.

 

Pero  las plantas que llegan al Gaitán, me confiesa bajando un poco la voz, se las roba “Yo veo una planta, me enamoró de ella, y me la traigo” sin pena, ni remordimiento.

No se sabe sus nombres ni tipos pero desborda de pasión por ellas, sabe plantarlas y  ubicarlas una a una en las pequeñas montañas que se dibujan en algunos espacios del parque,  rodeando los grandes y frondosos árboles. Son bastante coloridas, con bellezas tímidas, y  poco a poco van siendo parte del paisaje natural.

Algunas de las flores y plantas que Alfredo ha sembrado en el parque: 

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Le nace de corazón, como él mismo lo dice, dedicarle tiempo a sembrar plantas y flores en el parque  que le da de qué vivir:  “Para mí es el  más bello de Pereira, y lo tienen muy abandonado, está entre ese mundo de cosas, que el  hospital, que el  comando, que en el centro. Pero está abandonado, debería ser el más bonito, pero no han sabido cuidar.”

Sembrar flores en medio del movimiento propio  de la cotidianidad: entre fallecidos, sirenas, heridos, borrachos, visitantes, niños jugando pelota, policías, perros buscando comida, o, simplemente ante el paso apresurado e infaltable de los  transeúntes  en su rutina diaria. Así transcurre la jornada de este hombre, entre toda esa vida acumulada de los parques, los carros y las flores.  

 

 

Con cierto orgullo en su mirada vamos cerrando la conversación: “Yo he hecho lo que el Alcalde no hace, ponerle mano”, y prosigue un poco afanado, “debería ser el parque más bonito de Pereira al estar al lado del comando y  del hospital”.

 

Lo recalca una y otra vez. Y yo entiendo  lo que dice, es un lugar para la espera, allí la gente siempre espera algo, una cita de amor o la penosa noticia de la muerte, la hora para iniciar la bohemia al aire libre o el momento de la madrugada para concluir una dura y larga jornada de trabajo.

 

Y sus flores son para eso.  

 

Alfredo Cardona frente al grupo de flores y plantas que ha sembrado,
junto a él uno de sus amigos del Parque Gaitán.


Planificación intermedia: una manera de tejer ciudad

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La construcción de ciudad y la planificación urbana

 


La construcción de ciudad es un proceso que se hace entre todos, desde el ciudadano anclado en su diario vivir y habitante del territorio hasta los expertos en cada uno de los aspectos que intervienen en esta  llamada planificación urbana.



 

Existen Municipios colombianos que han sido planificados durante años, mediante la zonificación de actividades y asignación de normas sectoriales, que se derivan del reconocimiento de las tendencias y vocaciones generales de las diferentes zonas de la ciudad.

Pereira  no ha sido ajena en las transformaciones propias de su espacio.

Desde el momento en que se empiezan a realizar planes urbanos para el municipio, se plantea la idea de asignar una misma vocación a grandes zonas dispersas en toda la ciudad, partiendo del reconocimiento de las tendencias y características generales que presentan cada una de ellas.

Esas grandes zonas constituyeron la base para que dichas vocaciones se tradujeran en la asignación de una misma norma a diferentes sectores del área urbana.

Este método de planificación es uno de tantos, que de cierta manera ha cubierto los requerimientos urbanísticos de las ciudades, amparado bajo un marco legal. Aunque paradójicamente  ha traído consigo la aparición de una ilegalidad muy alta en el desarrollo urbano, dado que esa norma asignada a diferentes zonas, desconoce las particularidades que pudiesen existir en los diferentes sectores del territorio.

Para entender un poco el marco legal y técnico, que a veces puede ser muy confuso para las personas que recorremos y hablamos todos los días de ciudad, los instrumentos de planificación de un territorio se pueden resumir en tres fases:  de mayor escala, de escala intermedia, y de menor escala.

 

 Planificación Intermedia

Foto por Jess Ar

El POT y Planes Maestros son  instrumentos de planificación de mayor escala que proporcionan lineamientos y directrices generales para todo el municipio.

La Planificación Intermedia permite planificar porciones del territorio municipal a través de instrumentos como los Planes Parciales, Planes Locales y Unidades de Planificación.

Y finalmente,  los instrumentos de planificación de menor escala están relacionados con el desarrollo puntual de proyectos arquitectonicos y urbanisticos como los Planes o Criterios de Implantación, Planes de Regularización y Planes de Mitigación de Impactos,  permitiendo  ordenar elementos específicos del municipio.

Con la entrada en vigencia de la Ley 388 de 1997  de “Desarrollo Territorial”, los municipios incursionan en la formulación y puesta en marcha de una nueva forma de planificación, orientada a promover procesos más detallados  y a realizar un  constante seguimiento.

Pereira desde  años anteriores reconoció que desde la escala municipal no se puede estudiar en detalle las variables de mayor impacto en el territorio y que a pesar de que la  formulación y ejecución del POT fue muy positivo en términos generales,  se cometieron errores en su construcción e implementación dada la novedad del proceso.

A partir de ese momento se pudo concluir que las dificultades de aplicación identificadas en el POT, tienen que ver en gran medida con la norma específica y los usos de suelo, elementos que poseen gran dinámica en el desarrollo de la ciudad, ya que es la comunidad la que lo aplica con su diario accionar sobre el territorio.

 

Tomada de Caracol Radio, Pereira Cómo Vamos

Por esa razón se ha planteado desde entonces,  iniciar con procesos de participación y  acción, con el fin de que los distintos actores de ciudad se involucren, propongan y evalúen las  alternativas posibles que lleven a la configuración de un desarrollo de ciudad viable, competitivo, armónico y dinámico, reconociendo factores en cada una de estas piezas.

Es el ejercicio de la Planificación de detalle, que busca precisar sobre porciones específicas del territorio, la aplicación de los atributos urbanos de carácter local y sus posibilidades de ejecución, basados en el reconocimiento de las realidades físicas, sociales, ambientales, económicas y culturales que se presenten en el Municipio, y articulados a las directrices generales definidas por el POT; sin perder de vista 3 aspectos que considero importantes:

 

La Realidad: situaciones que se presentan actualmente en el sector.

Las Tendencias: dinámicas sociales y económicas presentes en la zona.

Las Intenciones: objetivos de ordenamiento para cada zona en particular mejorando sus condiciones territoriales y socio-económicas.

 

Y al involucrar a la comunidad en los procesos de planeación y ordenamiento territorial, se convierten en instrumentos de participación directa, donde cada uno pueda expresar su sentir de ciudad y proponer acciones que lleven a la construcción de un territorio más ordenado y equilibrado en su desarrollo.

Sería el deber ser: “como cuando quiero hacer la casa de mis sueños y contrato a un arquitecto para que la diseñe”, pero aquí, se trata no solo de un arquitecto, sino de un grupo de profesionales especialistas , que escuche a la población y se base en  estudios de carácter histórico, físico, social y económico, con los que se pueda identificar la forma en que viven los ciudadanos, establecer sus dinámicas productivas y como se relacionan entre sí.

Lo anterior con el fin de descubrir las múltiples facetas que presenta el territorio y a partir de las cuales se pueda construir una estrategia territorial que si bien debe responder al modelo de ocupación propuesto por el Plan de Ordenamiento, igualmente debe ser consecuente con el potencial real que ofrecen cada una de ellas, para desempeñar un papel específico dentro de la ciudad.

Todo un rompecabezas, pero si no participamos entre todos, solo quedarán regadas piezas sueltas…

Foto por Jess Ar

La calle y los zapatos

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Borza es una marca de zapatos y bolsos que nace hace 4 años en Pereira

 


Borza es una marca de zapatos y bolsos que nace hace 4 años en Pereira por la necesidad de un grupo de mujeres que querían sentirse seguras, modernas, dinámicas, y a las que les gusta también,  estar a la vanguardia en la moda. 



Esta marca se ha preocupado en el transcurso de este tiempo  por su imagen, la cual es fresca, simple, transparente y muy limpia. En el paso de este corto recorrido se han intentado varios acercamientos a lo que puede llegar a ser
un concepto urbano y evolucionado, sin dejar a un lado el toque sutil de la feminidad que caracteriza nuestra marca.

La experiencia de sacar los zapatos a caminar por las calles de nuestra ciudad los ha convertido en artículos accesibles, fáciles de llevar, con mucha frescura y autoridad, proporcionando a la mujer urbana una nueva forma de sentir la ciudad y desplazarse libremente por ella.

Por milenios los zapatos han hecho del ser humano un accesorio que representa seguridad, por lo tanto la mujer busca en los zapatos una forma muy fiable de conquistar las ciudades del mundo.

 


Por tal motivo y después de recorrer todos los rincones de nuestra ciudad y con algo de inspiración, nuestros zapatos viajaron a la capital del mundo,  New York, una de las ciudades más emblemáticas en el tema de la moda, alta costura y diseño.

Al iniciar nuestras sesiones  fotográficas queríamos que los zapatos jugaran un papel importante dentro de los diferentes escenarios, y descubrimos que estos  hacían que los zapatos fueran algo más importante.

Buscamos sitios muy representativos de New York y así nos fuimos entrando más y más en cada uno de los lugares que recorríamos, pues las calles de esta ciudad son mágicas, nos hablan siempre de la dinámica de la mujer moderna, ejecutiva, llena de tareas, pero siempre muy firme llevando sobre sus pies los zapatos que la caracterizan.

Por tal motivo quisimos exponer estos elementos en todos los escenarios que se recorren en el diario y agitado vivir neoyorkino. Edificios, restaurantes, puentes, estaciones de metro y un sin número de elementos que ayudaron a que los zapatos de Borza palparan, caminaran y sintieran el acelerado, majestustuoso y  cotidiano vivir de esa ciudad.  

 

 

Toda esta experiencia hace más fácil la dinámica de los zapatos en nuestras vidas, y  aunque aún se piensen en elementos accesorios, son sin lugar a dudas los protagonistas  de las calles que se pisan en cualquier ciudad del mundo. 

La rumba subterránea más luminosa de Pereira

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Una discoteca camaleónica donde puede ir a “sollarse” una salsa, bailar cumbia o bachata, o simplemente, pegarse una “señora fiesta” electrónica o alternativa con música en vivo. Rumba de todo para todos.

Lugar: Discoteca Munka Munka
¿Qué es?: una discoteca camaleónica donde  puede ir a “sollarse” una salsa,  bailar cumbia o bachata, o simplemente, pegarse una “señora fiesta” electrónica o alternativa con música en vivo. De todo para todos.
¿Dónde?: Cr9 No.19-63, Pereira.
¿Cuándo?: miércoles a domingo desde las  8 PM hasta las 3 AM.
¿Quién atiende?: Jaime o Willie García (Padre e hijo).
¿Por qué ir?: en Munka Munka puede disfrutar de diferentes experiencias musicales en un mismo lugar, nada te será ajeno independientemente lo que bailes, hay un menú sonoro  diferente para cada  día de la semana.  


Entre luces

El azul predomina en el lugar, resultan destellos de luz, reflejos de colores rosa, amarillo, azul, verdes, todos fuertes, constantes y voluminosos. Es lo que llama a muchos a entrar. Un juego de espejos sigue al que decide entrar, bajar la escalas y cruzar tras la puerta, y entonces, toparse con  la sorpresa.

Munka Munka tiene la habilidad (y la posibilidad) de mutar, ser una discoteca camaleónica, tener otras pieles. En su caso, aguarda varios géneros que traen consigo diferentes públicos, ser cada noche un espacio diferente, una experiencia que a partir de la música hace que se convierta en otro lugar.

Es una discoteca de esas  clásicas, de vieja guardia, de abuelos y padres, de chucu-chucu   y parranda, cual antro al que se entra y no hay exteriores que invadan o divulguen desde afuera lo que sucede allí.

De la ciudad dicen que es de las más viejas, siempre en el mismo lugar, “Hace alrededor de 40 años -o más- estamos en este cuento” me dice Willie García, el hijo del dueño “Primero fue Tamayo, –titubeando, como quien no recuerda el nombre – y luego, a los 5 años, continuó administrándola  Jaime García, actual dueño, mi papá” concluye.

En cuanto a “pachanga” o “disfrute dominguero”, Munka Munka tiene historia, se podría decir que es el abuelo de los goces nocturnos en la ciudad, “Hay gente que lleva viniendo desde hace 20 o 30 años” me cuenta Willie, esto quizá se deba a su ya mencionada capacidad de cambiarse a sí misma y a su particular decoración  que le da una  fuerza  estética como ninguna otra en la ciudad.

El nombre del lugar, como la decoración, viene con una influencia de Brasil. Según los dueños, siguiendo la línea temática que querían llevar: “Un estilo muy a lo brasilero, como las fiestas de allá, con sus colores que son tan llamativos, fosforescentes; y además la forma de las fiestas, donde lo que prima es gozarse la música, y sobre todo, no quedarse sentado, sino bailar, aunque no sepa, pero bailar, me enfatiza Willie.

Técnicamente, la palabra  “Munka” significa “trabajar”, todo lo contrario a lo que buscan sus dueños. Munka Munka es un sitio para distraerse, y sudar, “Sudar de lo lindo” como dicen algunos amigos.


Entre lo oscuro del lugar resaltan los colores fosforescentes, estos son los que permiten ver rostros -¡ah! y claro, las luces laser, los strober y la proyección de videos-,
figuras y cuerpos que parecen flotar entre lo subterráneo del lugar con la música que retumba incesante.

Como el ambiente es tan crossover, decidieron asignar días  para cada  género  musical, o por lo menos para públicos más específicos.
El camaleón de la noche  

Entonces los miércoles los han asignado exclusivamente a la salsa, desde clásicos de La Fania o La Cesta All Stars, hasta nuevos exponentes de este movimiento, ¡Azotar baldosa como se debe!


Por otro lado,
de jueves a sábado el asunto cambia. Van desde cumbias, merengue, rancheras, Pastor López, hasta bachata y los ecos de otras músicas bailables.


Y claro,
los domingos, haciendo honor a la fama que tienen de discoteca tradicional, Munka Munka no podía cerrar la semana sin tener, como en los viejos tiempos, una viejoteca.

“Pa bailar, pa recordar, y pa terminar bien la semana” dice en el fondo uno de los empleados de la discoteca, con una carcajada y una sonrisa en el rostro al aproximarse.  

 

Y claro, como todo buen camaleón, aún no les  era suficiente. Desde hace 3 años, de forma permanente “Masomenos 3 o 4 veces en el año” dice Willie, han empezado a albergar otra clase de rumba o formas de disfrutar la noche al incluir otros géneros musicales, si se quiere más juveniles, con presentaciones en vivo.

Rock, fusión, electrónica y techno son algunos de los nuevos sonidos  que han llegado a invadir el ambiente discotequero popular que habita en Munka, eso sí, exclusivamente en vivo.  “Se dio más que todo por la decoración que tenemos. Como los colores son tan llamativos y tenemos diferentes ambientes, claro, la gente se anima a querer hacer su parchecito acá, dice Willie.

Desde ese entonces reconocidos DJs  y músicos en la escena local y nacional y algunos  de talla internacional han cruzado las puertas de Munka Munka, han invadido sus estructuras y han sabido darle otros destellos de luz a la noche pereirana.

40 años lo son todo, dicen muchos, pero en el rostro de Willie, el que empieza a decidir los rumbos del negocio, se ve mucho brillo aún, muchas ganas de prolongar la existencia de Munka -como ellos han hecho prolongar la noche de muchos-.

Mientras tanto don Jaime se sigue resguardando tras la barra, atendiendo gente, o solo “supervisando el asunto”, silencioso y de pocas miradas, sin dar entrevistas ni pretender aparecer en ningún lado.

Poco a poco, más hacia las sombras, mientras la discoteca se llena y en la barra se promulgan un cúmulo de peticiones de clientes que quieren encender aún más su fiesta.

¿Es actualmente el café un negocio rentable?

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Jhon, un comerciante de café verde en un municipio del occidente de Risaralda, se despierta a verificar el precio de la libra en la bolsa de valores.

 

Julio de 2016. Son las cinco de la mañana de un día cualquiera. Jhon, un comerciante de café verde en un municipio del occidente de Risaralda, se despierta a verificar el precio de la libra en la bolsa de valores.

Este pequeño comerciante de café atiende una  bodega de uno de sus mejores amigos de colegio, herencia de un padre que ya se retiró cansado de trabajar.

Mientras Jhon desayuna una taza de chocolate (pues toma poco café), Juan Carlos, un cultivador del grano insignia de Colombia, prepara 10 arrobas de café (una arroba equivale a 25 libras).

Esta es una carga equivalente a  dos bultos de pergamino que pesan 125 kilos, y  que Juan monta en un jeep para llevarla al pueblo donde le pagan $80.000 pesos por arroba, cuando la calidad es muy buena.

La información que Jhon consultó  fue el precio interno de referencia calculado por la Federación Nacional de Cafeteros con base en los movimientos de la bolsa de valores de Nueva York. La taza de cambio del día (pesos por dólar) y el diferencial o prima de referencia para el café colombiano.

 

Foto tomada de Portafolio


Dicho precio de referencia para
el último viernes de ese mes  fue de $86.538 por arroba de café para la ciudad de Pereira y por supuesto para el departamento de Risaralda.

En al anterior análisis se puede apreciar fácilmente que a Jhon no le queda mucho dinero por arroba.

Por esto, los volúmenes que debe mover deben ser muy grandes y el dinero que debe invertir como capital de trabajo deben ser altas sumas si quiere ganar para pagar los gastos operativos.

Nada de ello es fácil para el pequeño comerciante; por ello, Jhon al igual que la mayoría de los intermediarios de café, debe mezclar café muy bueno con café irregular como pasilla ,y así poder lograr la rentabilidad que no le da la intermediación normal.

Para Jhon y Juan en el occidente de Risaralda, el negocio parece ser bueno en los últimos años donde el precio internacional del café ha estado estable por encima de US1,3 dólares.

Pero el campesino y el pequeño comerciante parecen desconocer las siguientes cifras.

Juan hace un buen beneficio del grano, le quita las pasillas para poderlo vender por los $80 mil pesos, también lleva luego las pasillas y las vende muy por debajo del precio del café bueno.

 

 

Foto tomada de Portafolio

 

Luego Jhon utiliza dichas pasillas para aumentar el volumen del café bueno. Este café sale hacia la ciudad de Pereira donde están las trilladoras agregando valor para obtener el grano en almendra y separar las pasillas que en el proceso anterior agregó Jhon y así poder vender a las comercializadoras internacionales un grano más homogéneo y de alta calidad.

Las pasillas se quedan en las tostadoras nacionales y luego venden al mercado masivo la libra por unos US2,5 dólares.

En los mercados internacionales la libra de café se vende en Estados Unidos por US16 dólares, unos  $48.000 pesos. Si de una arroba (25 libras) de café pergamino salen 16,8 libras de café tostado, eso equivaldría a $806.400 pesos.

Y lo que se está pagando en Pereira por una carga de café de 250 libras. Entonces donde está el negocio.

Una ventana de esperanza parece abrirse para los caficultores colombianos que entiendan la cadena de valor del negocio del café.

Es el mercado de los cafés especiales, cafés de origen, que después que sean certificados pueden tener sobreprecios como el logrado por Mesa de los Santos (Santander) en el año 2014 de US134,28 dólares por libra.

Este precio lo pagan expertos extranjeros que saben de café, prepararlo, beberlo, valorarlo. ¿Cuánto está dispuesto a pagar  usted amigo  colombiano por una libra de un buen café? ¿por una buena taza de café?.

 

negocioFoto tomada de Pixabay

 

¿A quién engañas abuelo?

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Cuando en los años 60s Arnulfo Briceño compone ¿A quién engañas abuelo?, no se imaginó que la causa de la tristeza del abuelo, 50 años después, sería la destrucción de los ríos para pavimentar sus cauces.

 

Cuando en los años 60s Arnulfo Briceño compone ¿A quién engañas abuelo?, no se imaginó que la causa de la tristeza del abuelo, 50 años después, sería la destrucción de los ríos para pavimentar sus cauces.

Antes los políticos construyeron puentes sobre sus aguas, hoy se empeñan en desaparecerlos.

Ese futuro era inimaginable hace cinco décadas, a algunos les hubiera parecido digno de las más terrorífica serie apocalíptica.

Hoy es una realidad, una que olvidamos cada vez que atravesamos un periodo de lluvias, pero que reaparece cuando el agua empieza a escasear en nuestras casas o cuando nos hablan de racionamiento energético y de alzas en las tarifas de los servicios públicos.

Y lo más dramático es que sucede ante nuestros ojos, con la mayor indolencia y cinismo de parte de todos.

Hace un año aproximadamente  vimos secarse los ríos, ante lo cual las autoridades buscaron soluciones de suministro con carrotanques en veredas como Combia, Altagracia o Arabia.

Ellos solucionaban la sed instantánea pero no la vida de los ríos.

 

 

Foto tomada de El Universal (Río Cauca febrero 2016)

 

Además de los seres humanos, los animales tienen derecho a su hábitat y a subsistir, pero nosotros los condenamos a la extinción agotando el agua.

Las evidencias del agotamiento son concretas seis de los catorce cauces abastecedores de acueductos municipales están en vulnerabilidad por disponibilidad de agua muy alta,  situación que se presenta hace más de cinco años, y las respuestas no son claras.

La indolencia de las autoridades locales, regionales y nacionales que invierten grandes sumas del presupuesto en una política ambiental, que en esta materia no da frutos, y la apremiante situación que se presenta ante un panorama del cambio climático, complican cada vez más la cosas.

No se divisa ni siquiera a lo lejos acciones claras que afronten la situación.

Todos esgrimimos razones presupuestarias ante una situación apremiante, sin embargo surgen ideas de embalses, trasvases de cuencas y hasta explotación del agua subterránea que exigen inversiones cuantiosas.

Y  no enfrentan la situación, porque la situación es que los caudales no dan para tantas demandas agrícolas, mineras, industriales, domésticas y ecológicas.

Las cuencas agonizan por la deforestación, la intervención de los páramos, la contaminación proveniente de los cascos urbanos, de las explotaciones mineras, en fin, de lo que llamamos “el desarrollo”.

 

 

Foto tomada de Diaro Extra de Cali


Los planes de ordenación y manejo de cuencas han sido inoperantes. Para hacerse una idea en Risaralda, uno de los POMCAS (Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas), el del Campoalegre, cuesta 46.550.500.000 a 10 años, lo que da un valor aproximado de 4.655.050.000 anuales para financiar entre dos Corporaciones Ambientales y tres municipios (Santa Rosa de Cabal, Villamaría y Chinchiná), lo que constituyó el 11% del presupuesto de la Carder para la vigencia 2016.

Actualmente, todos los POMCAS formulados en el país están en proceso de ajuste para incorporar la variable de riesgo, lo cual supone un aumento en los montos de financiación, que nadie discute su necesidad, pero que habrá que evaluar lo estratégico para establecer las prioridades de gestión municipales y regionales.

Las perspectivas de acción son muchas, pero el enfoque de ellas es la clave para actuar, dejar de pensar en la solución inmediata del suministro doméstico para emprender proyectos de “infraestructura ambiental”.

 

abuelo

Foto tomada de El Universal

Se requieren  trazados con visiones de magnitud similares a las de los puertos o las vías de intercomunicación nacional, es decir, reforestación de gran escala, recuperación de páramos con arraigo campesino en zonas prioritarias como el PNN de Los Nevados o Tatamá, campañas de baja de consumos superfluos, tan efectiva como la emprendida por la Presidencia de la República ante la crisis energética, pero con efectos de largo plazo que concienticen a la ciudadanía del malgasto o el consumo excesivo, de un bien que nos pertenece a todas las especies y que es esencial para la vida.

 

Y que no vengan, como en la canción de Briceño, “en elecciones unos que llaman caudillos, que andan prometiendo escuelas y puentes donde no hay ríos”.

 

Claves para incentivar la lectura en niños y jóvenes.

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El centro latinoamericano de educación e investigación SER (CLEIS) realizará el Seminario taller “Estrategias para la promoción de la lectura y escritura en niños, niñas y jóvenes en colegios, jardines infantiles, escuelas y hogares”

Algunos colectivos y gestores culturales de la ciudad han desarrollado espacios y proyectos para aumentar desde temprana edad la pasión por la escritura y la lectura. Una tarea nada fácil, pero que algunos han emprendido con todo el esmero posible, logrando resultados verdaderamente sorprendentes.


El centro latinoamericano de educación e investigación SER (CLEIS) es un espacio para el estudio y la investigación de las ciencias humanas, cuya plataforma en internet oferta cursos y seminarios.

El próximo a realizar será el Seminario taller  “Estrategias para la promoción de la lectura y escritura en niños, niñas y jóvenes en colegios, jardines infantiles, escuelas y hogares”.

Para este taller que se llevará a cabo el 3 de junio  se han unido saberes y experiencias que han tenido éxito en varios lugares de Pereira.

Fecha: Sábado 3  de Junio de 2017
Lugar: Edificio COASMEDAS, cra 9 No. 23-33
Hora: De 8 AM a 1 PM (5 horas).
Valor: $60.000 para profesionales – $50.000 para estudiantes.
Información: 3225131650 – [email protected]

Andrés Jiménez  presentará su proyecto “Tu cuento en movimiento” una propuesta que une el yoga y la literatura.  Este literato de la universidad de Los Andes hará parte del taller con el fin de unir el cuento al cuerpo, teniendo en cuenta que la primera lectura que hacemos como seres humanos es corporal.

Foto tomada de EU Yoga

A su vez, el narrador oral Jorge Mario López licenciado en Español y Literatura y trabajador social hará parte del encuentro con una ponencia que lleva por nombre “El cuerpo como relato” cuyo objetivo es ver la lectura como un elemento reparador del tejido social, un reescribir de la historia desde el lenguaje.

Foto tomada de La Patria

Por último, Daniel Alejandro Vergara con su experiencia en la biblioteca comunitaria de Frailes y su trayectoria en teatro llega al seminario con su propuesta de títeres y literatura como recurso pedagógico para promover la lectura, su objetivo es enseñarles a los asistentes cómo a través del análisis y la observación de los objetos se puede iniciar a los más pequeños en el hábito de leer.

Uno, dos y tres

En #LaOciosa conversamos con Daniel Vergara de Frailes Arte quien nos dio 3 tips para llegar sin miedo a la literatura.  ¿Se atreven a usarlos?

El taller tiene una duración de 5 horas e inicialmente está dirigido a profesores, promotores de lectura y bibliotecarios, sin embargo, es válido para cualquier persona que desee acercarse al mundo literario; adolescentes líderes de procesos juveniles en la ciudad o padres de familia interesados en que sus hijos lean o escriban.

Pablo Montoya, un autor comprometido con su tiempo

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Las obras de Pablo Montoya, un autor comprometido con su tiempo


La primera vez que leí el nombre de Pablo Montoya fue en las memorias del coloquio La sátira en América Latina organizado por la Universidad de la Sorbonne Nouvelle-Paris III, allí publicaba un artículo que se titulaba Fernando Vallejo: demoliciones de un reaccionario.


Español, lengua mía y otros discursos
Pablo Montoya

Sílaba Editores
2017

Entre otras cosas, Pablo Montoya dice en el artículo que “En el caso de Fernando Vallejo la diatriba es una forma elaborada literariamente de lo que en Antioquia, su región natal, se llama la cantaleta. Y la cantaleta no es más que un canto […] que de tanto repetirse y acudir a la invectiva atragantada se convierte en verbosidad agresiva que hace reír e incómoda las buenas conciencias, pero que también se torna fatigante monotonía”.

 

Qué inteligente (y qué cojones tiene), pensé.

Hace falta no solo una dosis abundante de carácter, sino además criterio, libertad y una pluma crítica muy entrenada para resumir con tanta contundencia –como lo hace el autor del aclamado Tríptico de la infamiael espíritu y el estilo de la obra de Fernando Vallejo.

Quienes lean el artículo completo, y el resto de su trabajo como ensayista y crítico literario, verán que su argumentación es el producto de la investigación y el análisis riguroso, y que contiene la hondura, la ecuanimidad y la inteligencia que Gutiérrez Girardot, Hernando Téllez y García Márquez le reclamaban a la crítica literaria en Colombia.

El mismo rigor e inteligencia acompañan toda la obra de Pablo Montoya, sus libros de poesía, de cuento y sus celebradas novelas.

A pesar de todo esto, su nombre no se hizo popular (era un autor muy consultado por la academia, que es una forma de la elite) sino hasta la publicación del Tríptico de la infamia que recibió, entre otros, el Premio Rómulo Gallegos y el Premio José Donoso. 

 

Foto tomada de la revista Libros y Letras

 

Esta afortunada circunstancia ha traído a la superficie su obra narrativa y poética, pero ha ensombrecido su trabajo como crítico y ensayista.

Pues bien, Español lengua mía y otros discursos recoge –justamente–, los discursos que el autor escribió y pronunció en los diferentes eventos latinoamericanos en los que recibió reconocimientos por su trabajo.

Estos discursos, publicados por Sílaba Editores, sintetizan una buena parte del pensamiento crítico del autor, sus posturas y opiniones frente a la literatura colombiana, la idea de una tradición literaria en el país y, sobre todo, sus reflexiones sobre lo que implica ser colombiano, para bien o para mal.

“El mundo en que vivimos nos remite a la noción de infierno”, inicia diciendo Montoya durante la entrega en Chile del premio José Donoso.

Entendemos a qué se refiere cuando, poco después, agrega “[…] yo diría que ser colombiano es, más bien, portar sobre los hombros el peso de múltiples ignominias […] ¿Para qué sirve escribir en medio de ese albergue horadado?”.

 

Foto tomada del blog NTC Narrativa

 

Si consideramos que Español lengua mía y otros discursos recoge cinco textos, de cinco ceremonias, en cinco lugares diferentes, decir que esa pregunta moviliza todo el libro es decir que moviliza las inquietudes intelectuales, creativas y existenciales (todo parece lo mismo) de Pablo Montoya.

Sí, Pablo Montoya es un escritor comprometido, pero en el mejor sentido de la palabra. Comprometido, antes de todo, con la literatura y el arte.

Comprometido también con una realidad que, como pocos, acepta mirar de frente a pesar del padecimiento y la angustia que esto supone.

Sin eufemismos, Montoya nombra su realidad (que es también la nuestra), una realidad que ha observado, estudiado y sintetizado en los textos que componen Español lengua mía y otros discursos.

Y como ocurre en todas las guerras –dice refiriéndose a la guerra colombiana–, esta tiene un rostro deforme y sus pretensiones están enraizadas en el engaño. Demuestra, con amplitud, que en Colombia hemos sido gobernados por una clase política voraz y corrupta. A la cual ha respondido una subversión frenética y errática. Y entre ellas, o al lado de ellas, o producto de ellas, porque desde la Colonia hemos sido un territorio sometido por el contrabando y la rapiña, se ha instalado el narcotráfico. Y de esta confabulación han surgido las bestias del paramilitarismo y las bandas criminales.

Estamos ante un autor que piensa que el optimismo es una ingenuidad y, sin embargo, enarbola el arte como una antorcha que, como el mismo dice, “está siempre a punto de apagarse” y que “es una de las maneras que existen para dignificar al hombre en su capacidad de resistencia y la más paradigmática para mostrar su deterioro”.

 

Foto tomada de diario UChile 

 

Esta tensión entre la visión hostil de la realidad y el papel “restaurador de la palabra” literaria, unifica toda la obra de Pablo Montoya, pero solo en Español Lengua mía y otros discursos se expresa de manera directa, revelando el lugar desde el que el autor mira su realidad y la pronuncia: la periferia.

Su condición de rebeldía, de periferia, no es solo ideológica sino además física: “Mi obra –dice– ha sido escrita desde hace más de veinte años desde una cierta periferia. La periferia que representan todas las ciudades colombianas que no son Bogotá.

Esta condición le ha dado la libertad para evaluar, sin los afanes del espectáculo, la tradición de la literatura colombiana y latinoamericana.

Así, se atreve a expresar su desacuerdo ideológico con autores como Mario Vargas Llosa de quien dice que es “un figurín de portada de revistas jet set” y un “defensor de las democracias neoliberales y sus líderes turbios”; y a rebatir las posiciones de García Márquez frente al “problema” de la tradición literaria colombiana.

Contrario a la opinión de García Márquez, quien afirmó hace ya tiempo que no había tal cosa como una tradición de la literatura colombiana, Pablo Montoya nos deja ver en Español lengua mía y otros discursos, que el autor de Cien años de soledad pareciera confundir el asunto de la tradición […]  con la calidad estética de unas obras literarias de la modernidad”.

A esta visión reduccionista Montoya opone una idea de la tradición que incluye no solo los picos sino además los valles de su estética, y que considera la deuda histórica de autores como García Márquez con la historia de la joven literatura colombiana.

Español lengua mía y otros discursos, entonces, deja ver la lucidez, la inteligencia y, sobre todo, la rebeldía de un escritor que se niega abiertamente a bajar la cabeza ante la autoridad cuando esta autoridad es la promotora de la barbarie, el reduccionismo y el fanatismo.

Un libro que se puede resumir con una palabra: honestidad.

 

Foto tomada de Alba ciudad

Todos los caminos conducen al “Gaitán”

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Fotografía: La Cebra que Habla.

Busto a  Jorge Eliécer Gaitán
Escultor: Alexandra Ariza
Formato: Bronce y cemento
Año: 1983
Ubicación: Parque Jorge Eliécer Gaitán


 

Así es como muchos le dicen al parque, abreviado y casi musitado: “El Gaitán”. La mayoría ignorando el legado que el líder y político le dejó al país.

Llegan, como en una especie de ritual, los fines de semana, justo después de las 3 de la mañana, cientos de personas al busto, en el centro del parque, a culminar la noche.

Unos compran café o comida, otro más licor en algunos de los sitios que circundan el parque. Todos, en busca de cuadrar el remate que los llevará hasta el amanecer antes de proseguir con la vida en un bús o encontrar el regreso a casa caminando.

 

Fotografía: La Cebra que Habla.

 

Y ahí está, Gaitán, como si fuese omnipresente, lo ve todo, lo escucha todo.

A la par que la mayoría de bustos que visten la ciudad, este Gaitán es casi un retrato del político en el que muchos colombianos veían una luz al final del túnel, eso, por ser un liberal “berraco”, que parecía ser el que le diera, por fin, justicia al país.

Pero no, Gaitán fue asesinado un 9 de abril 1948, el país entero sintió como propia esta muerte. Y en Pereira, casi 35 años después, se decide hacer un homenaje a su legado, a su lucha incesante y a la voz que aunque intentaron apagar, quedó replicada en la memoria de los viejos, los que ahora conocen y cuentan la historia.

 

Fotografía: La Cebra que Habla.

 

El busto está hecho en relieve, sus texturas predominan, como pedazos de grumos, azotados a mano limpia, saco y corbata sobresalen a primera vista. Es frontal y viste una sonrisa casi falsa, pero con una mirada fuerte y profunda, la misma que apuntaba cuando daba sus discursos en balcones hacia las plazas y parques repletas de público.

Tampoco hay una placa que lo identifique, en su lugar hay una dedicatoria sobre el pedestal, y generalmente, en los ladrillos que lo alzan, fragmentos de dedicatorias, nombres y declaratorias que la gente ha rayado en sus peregrinajes nocturnos en el parque.

Varios grandes árboles rodean al Gaitán, le dibujan una sombra pomposa, pero a pesar de las grandes ramas, sobre él recae un rayo de luz (la fuerza del sol), que hace que brille, que destelle una potencia visual que hasta puede joderle los ojos al que mire.

Fotografía: La Cebra que Habla.

 

Él, inmóvil e invencible, desde su centro vuelve a ser una voz para actuales generaciones -ahora por su luz- latente entre quienes lo ven, lo notan a su paso.

Ya muchos no lo recuerdan ni valoran como antes, el tiempo ha pasado, las memorias se fragmentan, y como muchos otros en nuestro país, pasan a ser olvido, tan solo un pedazo de concreto mudo expuesto a los desganos del tiempo y el clima.

Todos los caminos conducen al “Gaitán”

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Así es como muchos le dicen al parque, abreviado y casi musitado: “El Gaitán ”. La mayoría ignorando el legado que el líder y político le dejó al país

 


Busto a  Jorge Eliécer Gaitán
Escultor: Alexandra Ariza
Formato: Bronce y cemento
Año: 1983
Ubicación: Parque Jorge Eliécer Gaitán


 

Gaitán

Así es como muchos le dicen al parque, abreviado y casi musitado: “El Gaitán”. La mayoría ignorando el legado que el líder  y político le dejó al país.

Llegan, como en una especie de ritual, los fines de semana, justo después de las 3 de la mañana, cientos  de personas al busto, en el centro del parque, a culminar la noche.

Unos compran café o  comida,  otro más licor en algunos de los sitios que circundan el parque. Todos, en busca de cuadrar  el remate que los llevará hasta el amanecer antes de proseguir con la vida en un bús o encontrar el regreso a casa caminando.

Y ahí está, Gaitán, como si fuese omnipresente, lo ve todo, lo escucha todo.

 

Gaitán -

 


A la par que la mayoría de bustos que visten la ciudad, este Gaitán es casi un retrato del político en el que muchos colombianos  veían una luz al final del túnel, eso,
por ser un liberal “berraco”, que parecía ser el que le diera, por fin, justicia al país.

Pero no, Gaitán fue asesinado un 9 de abril 1948, el país entero sintió como propia esta muerte. Y en Pereira, casi 35 años después, se decide hacer un homenaje a su legado, a su lucha incesante  y a la voz que aunque intentaron apagar, quedó replicada en la memoria de los  viejos, los que ahora conocen y cuentan  la historia.  

 

El busto está hecho en relieve, sus  texturas predominan, como pedazos de grumos, azotados a mano limpia, saco y corbata sobresalen a  primera vista. Es frontal y viste una sonrisa casi falsa, pero con una mirada fuerte y profunda, la misma que apuntaba  cuando  daba sus  discursos en balcones hacia las plazas y parques repletas de público.

Tampoco hay una placa que lo identifique, en su lugar hay una dedicatoria sobre el pedestal, y generalmente, en los ladrillos que lo alzan, fragmentos de dedicatorias, nombres y declaratorias que la gente ha rayado en sus peregrinajes nocturnos en el parque.

Varios grandes árboles rodean al Gaitán, le dibujan una sombra pomposa, pero a pesar de las grandes ramas, sobre él recae un rayo de luz (la fuerza del sol), que hace que brille, que destelle una potencia visual que hasta puede joderle los ojos al que mire.

 

Él, inmóvil e invencible, desde su centro vuelve a ser una voz para actuales generaciones  -ahora  por su luz- latente entre quienes lo ven, lo notan a su paso.

Ya muchos  no lo recuerdan  ni valoran como antes,  el tiempo ha pasado, las memorias se fragmentan,  y como muchos otros  en nuestro país, pasan a ser  olvido, tan solo un pedazo de concreto mudo expuesto a los desganos del tiempo y el clima.