sábado, mayo 17, 2025
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Iskidara, un lugar de todos los tiempos.

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Iskidara taberna, un museo de objetos de segunda mano, la mayoría de ello en cobre, donde , generalmente, lo que más suena son baladas de los 70s

Lugar: Iskidara taberna.
¿Qué es?: un museo de objetos de segunda mano, la mayoría de ello en cobre, donde , generalmente, lo que más suena son baladas de los 70s, aunque le ponen lo que pida.
¿Dónde?: carrera sexta entre calles 21 y 22. (Diagonal al Concejo Municipal de Pereira).
¿Cuándo?: De lunes a jueves de 5 de la tarde a 1 de la mañana, y fines de semana hasta las 3 AM.
¿Quién atiende?: Beonarges Marín, un amante de las baladas de los 70.
¿Por qué ir?: Allí podrá descubrir objetos de otro tiempo, es central y abren todos los días de la semana, excepto los festivos.


Iskidara -

 

El principio


5 de diciembre de 1981. José Manuel Martínez, un obsesivo  coleccionista de objetos de cobre de segunda mano  y viajero de tiempo completo decide abrir en el centro de Pereira una taberna donde mostrar a sus  amigos las  experiencias de viaje y singular colección.

Así nace Iskidara cerca al Parque El lago, en una de las llamadas casas viejas del centro, atiborrada de toda clase de objetos, utensilios y reliquias, y evocando una melodía que se había topado en una de tantas travesías por el mundo: la canción “Uska Dara” de la cantante africana Eeartha Kitt.

Pero el nombre dicho a su manera, en español, que suena ´Iskirada´, y así le puso”, explica  un hombre tras el mostrador al que inmediatamente identifico como actual propietario del lugar. Vuelve la mirada y prosigue: “también fue la taberna donde tuvo ese centenar de objetos que había  coleccionado por tantos años. Aún los conservamos todos, aunque él se llevó parte de esa colección después de venderme la taberna”, concluye.

 

José Manuel decidió vender, pero no a cualquiera, uno de sus empleados, Beonarges Marín,  mesero y barman, fue quien finalmente la compró  y la ha atendido hasta el día de hoy.

Don Beo es un hombre alto, de carácter y contextura fuerte, cabello blanco, tez amable, imponente y de  voz muy pasiva. Uno nunca sabe si está sonriendo, lo intenta pero algo en él no lo permite.

Toda su vida se ha dedicado a los bares, ha sido desde mesero, barman, portero, administrador, y, desde hace casi 20 años  propietario. La suya es actualmente  una de las tabernas más antiguas y conocidas de la ciudad, la de la luz tenue, la que por mucho tiempo fue y ha sido el resguardo de los amantes.   

 

Después de trabajar en Iskidara desde sus inicios, don Beo, como lo llaman sus allegados, decidió independizarse para montar su propio negocio: La Taberna de Beo, ubicada en la calle 16 con carrera 7ma, en uno de los locales de la Antigua Cámara de Comercio. No le dio resultado, regresa a Iskidara, y es en ese momento donde él y su hermano Jeomar reúnen el dinero y le compran a José Manuel que por motivos personales había puesto la taberna en venta.

No ha sido  fácil sacarla adelante. Hace tan solo 5 años  la taberna es completamente suya, “un largo plazo de cuotas, pagos mensuales y deudas”,  desde el nombre hasta los objetos,  dispuesta para los clientes que siempre la han visitado.

Iskidara ha tenido varios momentos de acuerdo al lugar donde esté ubicada, siempre cerca al parque El Lago, actualmente funciona en la carrera sexta entre calles 21 y 22, diagonal al Concejo de Pereira. Don Beo siguió la tradición, coleccionar objetos para mantener intacto  el sentido original del lugar: un espacio para preservar el tiempo, desde la música que se escucha  hasta los objetos que la visten.

 


Después de un tiempo

Iskidara ha cambiado con el paso de los años. La poca luz que la cubre se ha revelado más imponente que antes, y poco a poco, ha sabido desplazar a la oscuridad que por tanto tiempo la caracterizó.


En cuanto al mantenimiento de los objetos
“es difícil”, me cuenta Beo,  “porque el cobre se tiende a oxidar muy fácilmente, así que hay que estar limpiándolo casi todos los días si es posible; en ocasiones hacemos convites un domingo o festivo, y entre varios; amigos, familiares y clientes, nos encargamos de limpiar y mantener los objetos en un buen estado para la presentación al público”.  

Por este cuidado, también han conseguido que algunas personas se fijen en estos objetos y hasta decidan comprarlos. Para muchos en un museo de reliquias, de objetos que hablan de un pasado que ya no nos pertenece, pero que nos dan señas en  parte de lo que somos ahora.  

Máquinas de escribir, planchas antiguas, radios, objetos de plata y cobre – vasijas, tenedores y cucharas-, instrumentos musicales, estatuas, cámaras antiguas de fotografía y video -aquellas de colección-, cuadros, entre muchos objetos más,   son los que marcan un sello diferente en el lugar.  Objetos propios del bar y de la gente que se vuelven una gran sombra por la tenue luz que  caracteriza la taberna.

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Los sonidos en la oscuridad

La música que se escucha en el lugar es  crossover, pero don Beo lleva  en sus venas toda la nostalgia y sentir de  la música de los años 70: Camilo Sesto, Giordano, Juan Gabriel, Leo Dan, entre otros, sin distinción de género.  En el lugar hay de todo, si usted pide vallenato, lo ponen, si quiere salsa, también, rock, balada, lo que sea le ponen a sonar, “siempre y cuando sea  de los 2000 para abajo”. Sin embargo, prevalece la tradición de la música que a él le gusta, “la música de todos los tiempos”.

 

La reproducción  es digital, desde hace 7 años hay  computador y unos grandes bafles  que hacen que la música llegue a todos los rincones de la casa. Sin embargo don Beo aún conserva en el lugar su colección de música en formatos originales.

Esta música se conserva como un plan b, me cuenta él, “Por si falla el computador o alguna canción descargada está mal, ahí está mi colección de discos para salvar la noche”.

Antes en Iskidara, cada miércoles, se realizaba un evento llamado “La música del recuerdo”:


Se colocaba exclusivamente lo que en ese momento llamábamos música vieja, muy diferente a  lo que hoy relacionan como “música vieja”, o sea la popular. En ese momento era Julio Jaramillo, tangos, boleros, milongas, pasillos, bambucos. El día era muy especial porque se decoraba toda la taberna conforme al estilo de la música, y nosotros nos vestíamos como campesinos: de poncho y sombrero, como ameritaba la ocasión”.

Este evento ya no lo realizan, pero ocasionalmente, cuando hay puente festivo, don Beo prepara una viejoteca para amigos y clientes del bar, además realizan despedidas y presta el espacio para  cumpleaños, primeras comuniones o lo que se quiera celebrar en la taberna.


Todos los días, desde las 5 de la tarde Iskidara abre sus puertas y sus objetos a la gente, normalmente van hasta las 2 de la mañana, “
Dependiendo de la clientela que haya esa noche”,  me dice don Beo, mientras prepara el lugar para una nueva noche entre objetos, sonidos y una oscuridad, que aunque reducida, continúa encantando.  

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Un juego de espejos

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Perfil de Álvaro Ruge Mapi, presidente de Aesco, protagonista y conocedor de la diáspora de colombianos al exterior

Perfil de Álvaro Ruge  Mapi, presidente de Aesco,  protagonista y conocedor de la diáspora de colombianos al exterior.
“Quiero hacer de la migración una fuerza política y económica con presencia social efectiva”


 

A modo de herencia

Quiero dejarles país a mis nietos. Y para eso se necesita un liderazgo político que hoy no tenemos. Con los principios por el suelo y lo  público  convertido en un botín, se hace necesario empezar   casi de cero. Esa tarea precisa de fibra social. Al  menos eso  les he inculcado a mis hijos, que son cinco: Alejandro, Angélica, Natalia, Sergio y Álvaro.

Con  esa vehemencia tan suya empieza  el hombre  su relato.

Recuerda que en los setentas bailó sobre las mesas en las cafeterías de la Universidad Nacional.

Y que  la actual etapa de su vida podría resumirse  en la letra de una canción  de esos días: Los años, interpretada por Pablo Milanés y Mercedes  Sosa.

A los sesenta y cuatro años siente que atraviesa la etapa más productiva de su existencia. Por eso quiere estudiar ciencias políticas con el fin de darle más cuerpo a  sus convicciones.

Entre ellas, la de hacer de la migración una fuerza política y económica con presencia social efectiva.

Para lograrlo refuerza su convicción con lecturas. Como la del libro Diálogo de Conversos, de los chilenos Roberto Ampuero y Mauricio Rojas, donde redescubrió que el asunto no es de ideologías si no de justicia.

 

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Fotos por: Jess Ar

 

Entonces  fluyen los recuerdos como postales

Desde mediados de los años noventa una imagen se hizo frecuente en el Aeropuerto Matecaña de Pereira: familias enteras con globos de colores, carteles de bienvenida y muchas rancheras, vallenatos y canciones de  despecho.

Esperaban al hijo, al padre, al hermano, al esposo emigrado  a España o Estados Unidos, que regresaba a pasar la  temporada navideña con los suyos.

Algunas familias incluso contrataban  chivas y emprendían una suerte de caravana de la victoria rumbo a los barrios de la periferia o   a un municipio vecino donde continuaban la fiesta hasta el amanecer.

Es la vieja parábola del hijo pródigo reeditada en tiempos de la globalización. Las periódicas crisis económicas empujan a millones de seres humanos hacia los grandes centros de poder necesitados de mano de obra joven, fuerte y bien calificada.

La ecuación es bien conocida: cuando un país no puede exportar bienes materiales entonces exporta personas.

Álvaro Ruge Mapi conoce ese mundo al detalle. Primero como emigrante y luego como presidente de Aesco (América-España- Solidaridad y Cooperación) la entidad que durante dos décadas ha gestionado los intereses de la inmigración colombiana en España.

 

Fotos por: Jess Ar

 

Hay todavía más: en sus genes alienta el ánima del viajero, del andariego, del culo inquieto que desde muy temprano siente el llamado del camino.

Después de todo, su abuelo  Federic Rouget había llegado  a Colombia proveniente  de Francia cuando la amenaza de la Segunda Guerra Mundial se cernía sobre Europa. A su vez, los Mapi llegaron de Andorra o Cataluña allá por el año de  1903.

Con esas  sangres agitándose cuerpo adentro era inevitable que  Álvaro Ruge se hiciera él mismo un protagonista de la diáspora.

Pero eso sería mucho después.

 

Señas de identidad

 

Fotos por: Jess Ar

 

Gracias a los malabarismos o al desconocimiento de los funcionarios del registro civil, el apellido original fue decantándose, hasta convertirse en el Ruge que hoy aparece en el documento de identidad de los descendientes del abuelo, el hombre que inicia esta parte de la historia. Una vez instalado en el país, el viejo se dedicó a negociar con herramientas y repuestos en una ruta  que lo llevaba de Barranquilla a  Bogotá, de donde a su vez partía con cargamentos de tomates y frutas que ponía en manos de los comerciantes costeños.

De su abuelo, Álvaro heredó ese sentido práctico de la vida que lo lleva  a considerar siempre el lado útil de las cosas y no solo su vertiente simbólica.

Cuando compra un par de zapatos, lo que le interesa es  que sean cómodos y que duren, no  si están de moda o no.

Su padre, un ingeniero neumático que emigró a los Estados Unidos cuando sintió que la situación se tornaba difícil, lo inició en el mundo de los negocios cuando todavía era un adolescente, y la verdad es que las circunstancias estaban dadas para ello, pues la familia siempre  se movió en medio de esos  capitanes de empresa llegados a Colombia expulsados por las guerras mundiales.

 

Fotos por: Jess Ar

 

En poco tiempo, apoyados en conocimientos que ya habían puesto a  prueba en Europa, fundaron  pequeños negocios que  con el paso de los años se convirtieron en el eje de los conglomerados industriales y comerciales que le dieron un segundo aire al desarrollo  del capitalismo en el país.

Por eso,  Ruge  Mapi piensa que, al lado de la necesaria gestión política enfocada a defender los derechos de los migrantes, el éxodo debe gestionarse también como una oportunidad para el desarrollo.

Ahora que lo pienso, me convenzo una vez más de que la diferencia fundamental entre los inmigrantes que llegaron a nuestro país y los colombianos que emigran en busca de oportunidades reside en que los primeros traían consigo un saber que se apresuraron a desarrollar, teniendo en cuenta la realidad y las necesidades de la nueva patria, mientras que a  la hora de partir a nosotros a duras penas nos acompaña la desesperación y, eso sí, unas ganas indomables de mejorar la situación.  Pero cuando nos preguntan qué sabemos hacer nuestra respuesta es: lo que sea, lo cual es lo mismo que decir: nada. Eso siempre nos ubica en desventaja a la hora de reclamar los derechos y de insertarnos en  el circuito económico.

Dotado de un carácter fuerte y tozudo que  le ha granjeado no pocas animadversiones,  su disciplina y rigor le han   valido el respeto de la población migrante y sus familias.

Desde la presidencia de Aesco,  con el respaldo de su hermana Yolanda,   que llegó a ser diputada por los inmigrantes en la Asamblea de Madrid y del  médico Juan Carlos Martínez Gutiérrez, congresista conservador,  Álvaro Ruge fue uno de los gestores de la ley 1461 de 2011 para una política pública migratoria, así como de varios emprendimientos enfocados al aprovechamiento productivo de las remesas.

Pero quizá la obra material más destacada sea la construcción de  Villa del Lago, una solución habitacional de  48 casas edificadas en el municipio de Dosquebradas con el concurso de la administración  local, la gestión de Aesco y – lo más importante- las remesas de igual número de familias residentes en España.

Hasta la fecha es una de las pocas experiencias en las que  esos dineros han sido convertidos en capital familiar y no en simple recurso de consumo.

Mi mayor recompensa consiste en que todavía pasan por mi oficina personas que consiguieron hacerse a su vivienda y me dejan una mandarina, un dulce, una arepa de chócolo. Esas formas de la gratitud que no tienen precio.

Una decena de cigarrillos diarios le han dejado como herencia una voz ronca que intenta suavizar con largos  tragos de café amargo.

Obsesivo por el trabajo, este   administrador de empresas y negociante sagaz encuentra tiempo a veces para  soñar con una vida dedicada a la lectura y la escritura como complemento a su gestión en  Aesco

Sentado en una cafetería del centro de Pereira evoca uno de los momentos decisivos en su vida.

Corría el verano de 1999. Había llegado, como en tantas ocasiones anteriores, a visitar a mi familia, que de poco y a lo largo de los años, terminó convirtiendo a España en escenario para la   materialización de sus ilusiones. Sin una intención definida le pedí a mi hermana que me acompañara a visitar la estatua de Alfonso el Sabio.

Poco después de nuestro arribo, me distrajo de la conversación la presencia de una mujer que lloraba sentada en una  banca cercana, con un niño acunado en sus brazos. En esas circunstancias se hace imperdonable no abordar a la persona para ofrecerle ayuda. Cuando me acerqué, lo primero que  me impactó fue el inconfundible acento colombiano de la mujer.

Si señor: a pesar de que somos un país de regiones y en cada una de ellas el idioma español se pronuncia  con una tonalidad diferente, uno puede, sin mucho esfuerzo, diferenciar el acento de un costeño colombiano entre una conversación de habitantes de otra región del Caribe,  o el del pastuso que habla en una reunión de ecuatorianos, por ejemplo. Lo cierto es que el  caso de la mujer se volvió común con el paso del tiempo: la situación que se pone color de hormiga en Colombia, la pérdida del empleo, el padre del niño que elude la responsabilidad y unos familiares ya establecidos en España que lo invitan a saltar el charco. Así se resume más o menos el panorama de la migración.

A pesar de su apariencia dura, a Ruge siempre le ha dolido el infortunio ajeno. Incluso durante la época en  que anduvo dedicado de tiempo entero a los negocios, siempre tuvo presente que a todos nos corresponde una responsabilidad con la sociedad que nos ayuda a progresar.

La imagen de esa mujer llorando en el parque lo persiguió y lo alcanzó hasta impulsarlo a luchar  por la población de colombianos  en España.

 

Fotos por: Jess Ar

 

Para la época, Aesco ya llevaba una década de trabajo en  ese país y nada mejor  que hacerlo ahora desde  la capital de Risaralda, el departamento de Colombia con el mayor número de personas en el exterior, en proporción al número de habitantes.

La región empezó a ser objeto de interés para las autoridades españolas, cuando notaron que en buena parte de las cédulas de ciudadanía de los colombianos recién llegados se repetía ese nombre de resonancias lusitanas: Pereira.

Después fue un estudio adelantado  por académicos de la Universidad de Comillas que se preguntaban sobre la idiosincrasia, las condiciones sociales y económicas, así como por los trasuntos culturales de esa región, que de alguna manera  les ayudaran a comprender el fenómeno.

Más tarde fue  un texto de la periodista Salud  Hernández, publicado en el suplemento Crónica del diario El Mundo de  España con el título de Viaje a la cuna de las prostitutas, lo que provocó un escándalo parroquial en   Pereira.

Las cosas  estaban dadas para empezar a trabajar y Álvaro  Ruge  se dio  entonces a la tarea.

Casi dos décadas después intenta un balance.


Entre ilusiones y realidades

Aparte de la mencionada ley,  a la que  infortunadamente el Partido de la U despojó  de toda incidencia real,  tenemos que mencionar los emprendimientos con retornados. Conseguimos que el Sena avalara los conocimientos prácticos adquiridos en el exterior, posibilitando  así la creación de pequeñas y medianas empresas. Estas últimas son las grandes generadoras de empleo en el país. Tampoco podemos olvidar la construcción del Barrio Simón Bolívar de Armenia, que se hizo posible con recursos de la cooperación internacional, en este caso del Ayuntamiento Rivas- Vacía- Madrid. Eso fue después del terremoto de 1999 y benefició a mujeres cabeza de hogar que vivían en inquilinatos.

 

Vista general del barrio Simón Bolívar, Armenia / Foto tomada del blog “La boca que se equivoca

 

En un  pasaje de Cien años de Soledad el narrador nos acerca a El sabio Catalán enfrentado a sus nostalgias como en un juego de espejos. Cuando está en Barcelona añora el fragor del Caribe y de  regreso   la costa evoca con nostalgia el regusto del vino tinto y los atardeceres frente al Mediterráneo.

Así ha sido la vida de Álvaro Ruge Mapi: un infinito juego de espejos entre Europa y Colombia.

Sucedió un nueve de abril

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Hace sesenta y nueve años, un nueve de abril de 1948, el Gaitán de carne y hueso cayó acribillado a tiros en las calles de una Bogotá, donde también caía una llovizna delgada y persistente, según cuentan los cronistas de la época

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Texto: Gustavo Colorado / Fotos: Jess Ar

 


Donde reina el olvido

Es domingo nueve de abril de 2017. Domingo de Ramos en la liturgia católica. Una delgada y persistente llovizna cae sobre Pereira y Dosquebradas.
En  el Parque Jorge Eliécer Gaitán, ubicado frente al  Hospital San Jorge, entre las calles veinticuatro y veintiséis,  dos adolescentes se tocan con  la avidez de los que sospechan que las caricias pueden agotarse en un abrir y cerrar de ojos.


 

 

Vista general desde el Hospital San Jorge del Parque Gaitán, años 50 / Foto compartida por  Samuel A. Osorio‎ en el grupo de Facebook “Fotos Antiguas de Pereira” 

 

Ajeno a esos afanes, el busto del caudillo liberal los mira deshacerse en besos y  dirige la mirada hacia otro  tiempo y lugar, según suelen hacer las estatuas.

Hace sesenta y nueve años, un nueve de abril de 1948, el Gaitán de carne y hueso  cayó acribillado a tiros en las calles de una Bogotá, donde también caía una llovizna delgada y persistente, según cuentan los cronistas de la época.

Dicen que el eco de los disparos  resonó en Colombia entera y por eso de todos los rincones del país salieron  hombres y mujeres iracundos que clamaban venganza y blandían machetes  cortando  todo lo que oliera a  conservador: banderas, ruanas, carteles, cabezas. De  todo, dicen.

Fotografía tomada de Semanario Voz

 

Como ciudad de vieja raigambre liberal, Pereira no  fue ajena a la conmoción.

La escritora Alba Lucía  Ángel recogió algunos de esos momentos de miedo, dolor y sangre en las páginas de su novela Estaba la Pájara pinta sentada en el verde limón.  

“Yo no soy un hombre: soy un pueblo”, dicen que decía Gaitán haciéndose eco de caudillos que en otros lugares de la tierra habían enardecido a las multitudes.


Por eso erigieron  el busto  y le dieron su nombre  a este parque: para que no se olvidara lo sucedido. Y sin embargo, como sucede con todos los asuntos humanos, se olvidó.
Muy pronto se olvidó.

Es  más: a la  pareja de muchachos que se meten mano con  evidente desesperación le importa un  carajo el asunto. Como tampoco les importa a los jóvenes padres que han llevado a  jugar a sus hijos y mucho menos a la pareja de gays que han sacado  el perro a cagar.

Pobre Gaitán , ni los que viven alrededor ni los que cruzan el parque todos los días, ni los que se sientan aquí a tomar trago o a ver pasar el tiempo se acuerdan de lo grande que fue ese hombre. Tan grande, que pudo haber  cambiado la historia de este país  y así no estaríamos hoy tan llevados del putas como estamos.

 

Eso dice Leonardo, un profesor pensionado que se sienta  los domingos a leer el periódico en estas bancas que suele compartir con los que aguardan noticias de sus  parientes  o amigos internados en el Hospital San Jorge.

 

 


Entre la vida y la muerte


Es fácil pensar que, de haber tomado un rumbo distinto, las cosas hubiesen salido mejor. Pero es apenas otra ilusión humana, pienso mientras veo llegar ancianas con maletines de niño, jóvenes con bolsas de pañales, señoras con portacomidas.


Son los que
aguardan alguna noticia y aprenden a leer  el destino de los suyos en el rostro de quienes  estaban dentro del hospital y ahora cruzan la  calle.

En  una sonrisa  pueden leer un nacimiento  o el buen resultado de una cirugía. En otras, las comisuras de los labios apretadas hablan de una agonía lenta o de una muerte inesperada. El busto de Gaitán también sabe de esas cosas.

Actualmente el Parque Gaitán esta rodeado por chazas o puestos donde venden el tinto, la fruta o el confite, alimento de muchos mientras esperan noticias del San Jorge. 

 

Como sabe de la leyenda de Sofonías, el hombre que durante muchos años se encargó de preparar los cadáveres en la morgue del San Jorge y a quien  después de muerto muchos todavía acusan de haber violentado los cuerpos de mujeres jóvenes recién muertas. Necrofilia, es la  palabra  impersonal que utilizan los más refinados para referirse a esa forma del abismo.

Hasta hace treinta años, cuando el negocio de las pompas fúnebres todavía no había sido monopolizado por un puñado de empresas de  alcance nacional, el Parque Gaitán  y el Hospital San  Jorge estaban rodeados de una corona de funerarias  y talleres donde se fabricaban los ataúdes.


Lo de  cepillar, pulir y  clavetear féretros a la vista de todos era  apenas  una entre las muchas estaciones de oficios humanos.

Aquí la panadería, allí el granero, más adelante el taller de mecánica, al otro lado la verdulería,  en esta esquina la farmacia, y entre unos y otros,  los lugares donde confeccionaban  el traje de madera para el último viaje.

Pero una  de las  claves del negocio de la muerte es la asepsia y esas  funerarias a la espera de que los difuntos  salieran del hospital empezaron a  ser vistas como algo de mal gusto.

Una a una se fueron marchando  y ahora solo queda el recuerdo, según cuenta el profesor Leonardo, de los días  en que   esos locales  atestados de parientes  llorones y amigos borrachos eran utilizados como punto de reunión por los líderes guerrilleros  del ELN o el M-19, que planeaban  desde  allí sus operaciones.

 

Al  menos en esa época a nadie se le habría ocurrido buscar a un comandante guerrillero en un velorio, exclama mientras deposita una rosa solitaria en el pedestal que sostiene el busto de Gaitán.

No han pasado cinco minutos y un chico que viaja en patineta recoge la flor y se la  regala a una muchacha en bicicleta que lo aguarda unos metros más allá.

Nadie sabe para quién trabaja.

La última copa

Mientras el profesor Leonardo termina de leer la página de El Diario en la que le dedican una cuartilla  a la memoria de Gaitán,  media docena de perdularios que parecen sacados de una novela de Bukowski  o de una  canción de Tom Waits se consagran a  un rito que  equivale para ellos  a  la misa diaria: mezclan alcohol antiséptico con gaseosa Premio y se  lo beben de a poco entre desvaríos que de vez en cuando son cruzados por un destello de lucidez.

 

“Todos les tenemos miedo a los médicos y a los hospitales, porque   a los consultorios de los primeros uno llega aliviado y sale enfermo y   a los segundos uno llega vivo pero no sabe si vuelve a salir”,  sentencia Wilfredo, la mirada vidriosa, los dedos negros de nicotina, la barbita de  chivo y un aliento que apesta.

El parque  Gaitán viene a ser el templo de estos místicos del alcohol, decididos a apurar hasta el fondo la última  gota de su destrucción.

Todos tuvieron oficios, engendraron hijos, amaron y fueron amados, pero un día algo se quebró en su interior: un dolor heredado, una herida que jamás sanó, una pena remota se abrió paso desde el fondo del cuerpo y del alma y los dejó aquí, sembrados en la mitad de este parque, como un mensaje viviente: la advertencia de que nadie, por firme y fuerte que se crea, está a salvo de  sus propios demonios.

“Uno se descuida y se le arma un nueve de abril”, decían los abuelos para referirse a las ineludibles turbulencias de la vida.

De ese tamaño fue el impacto del 9 de abril de 1948  en la vida de los colombianos. Casi  setenta años después,  no se ha logrado esclarecer quién  fue el  asesino de Gaitán.


Mucho menos se ha conseguido desvelar la identidad  de los que ordenaron el crimen. En su  defecto, quedan parques como este, visitados por jóvenes amantes, borrachos y jubilados,
casi siempre ignorantes de la identidad del caudillo que le dio nombre al sitio.

A excepción, claro, de viejos como Leonardo, que en este domingo lluvioso  ha terminado de leer  el periódico, apura un café servido en un vaso de plástico y  desanda sus pasos con la certeza  de que hoy ha conseguido avanzar  un buen trecho hacia no se sabe dónde.

 

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Perfil

Los “trapito rojo” son los encargados de cuidar los carros y motos que parquean en las calles. Algunos lo hacen desde los parques. Encontramos en el Gaitán a Alfredo Cardona, que además del oficio que realiza día a día, ha cultivado y organizado un jardín en una de las zonas verdes. Lo hace para ayudar a embellecer, el que él considera, debería ser el parque más bonito de Pereira.

Perfil Audiovisual

Les compartimos historia de vida de Gabriel Sánchez, sus emociones cada vez que llega a cumplir con su cita diaria,  y lo que piensa de la gente que a diario comparte con él en el Parque Gaitán.

El parque y sus satélites

Por definición el hospital es un lugar de espera: de la vida y de la muerte. En #NosVemosEnElParque, les contamos en imágenes los rostros, los lugares y los signos de esa espera.

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Crónica Audiovisual

Con el paso del tiempo, los parques parecen ser esos únicos  espacios donde se conservan muchos de los hábitos y oficios que por décadas han identificado a la ciudad y sus habitantes.
Y particularmente ” El Gaitán “, con el ritmo particular que le impone el hospital, con su rutina acelerada en la noche, con esa vida de rebusque en cada uno de sus rincones, es ese parque que aún nos permite encontrar la esencia de los pereiranos, rasgos de identidad en su bohemia, pasión por el comercio y un alto sentido de pertenencia por los lugares públicos que llevan al encuentro.

Pasos en el tiempo:

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Lo que hace famoso al Café de Colombia

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Colombia
La denominación de origen Café de Colombia ha logrado ubicarse como una de las más apetecidas alrededor del mundo.


Según la Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia, la Denominación de Origen es la indicación que certifica que determinado producto es originario de una región o país y por lo tanto cuenta con la reputación y características provenientes de dicha zona geográfica. En Colombia contamos con los sellos de denominación de origen “Café de Colombia”, “Café de Nariño”, “Café de Cauca”, “Café de Huila”, “Café de Santander”, “Café de Tolima” y “Café de la Sierra Nevada”


Muchos referencian e identifican a nuestro país gracias a la calidad de su grano. ¿Qué es lo que hace posible que nuestro país pueda ofrecer un producto con tanta aceptación y preferencia de consumo?

Aquí 5 razones:

1. Cultivamos solo café arábigo

Cultivamos solo Café arábigo: Los principales tipos de café sembrados en el mundo son robustas y arábigos. En Colombia solo se cultiva café 100% de la especie Arábiga, lo cual permite que podamos ofrecer un café suave, con delicioso aroma y perfecto balance de sus atributos en taza.

(Café arábigo: es originario de las regiones montañosas de Etiopía. Se cultiva a gran altitud y tiene menos cafeína. La variedad arábiga, cultivada en Centroamérica, Sudamérica, Asia y Este de África, es la más apreciada, y representa entre el 70 y 75% de la producción mundial de café)

2. Condiciones geográficas excepcionales

El territorio colombiano tiene características especiales para el cultivo de café; por su carácter tropical con zonas de alta montaña.

3. Recolección manual

A diferencia de Brasil, primer productor mundial de café, cuya recolección se caracteriza por ser mecanizada, en Colombia apostamos a la de tipo manual, que garantiza que solo se está recolectando grano maduro, en el momento justo y con el mayor de los cuidados.

4. Ciencia, tecnología e innovación

Además del inigualable esmero que los caficultores colombianos aportan a sus cultivos, los más de 50 años del servicio de extensión de la Federación Nacional de Cafeteros y las más de siete décadas de trabajo del Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafe), permiten a las familias cafeteras contar con asesoría y supervisión en prácticas agrícolas basadas en estudios e investigaciones permanentes de alto nivel. Así es posible mantener la calidad del mejor café del mundo desde la semilla hasta la taza.

5. Atributos de taza

Estas son las características sensoriales de la bebida. El café de Colombia se identifica por ser una bebida suave, de taza limpia, con acidez y cuerpo medio/alto así como aroma intenso y pronunciado. Siendo esta la caracterización general del café colombiano, cabe anotar que por la variedad de microclimas, nuestro café puede ofrecer una amplia gama de perfiles de sabor según el origen del grano. ¡Toda una maravilla!

Disfruta café especial en Maria Antonia Café Boutique. Calle 23 No. 6-35, Pereira.

Un artista que trabaja con monedas en la Plaza de Bolívar de Pereira. Foto por: Diego Val

El dealer de la salud: marihuana que cura y embellece

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Perfil de Diego González, el pereirano que encontró en el Cannabis una forma de sanación para ayudar a otros.

 


Perfil de Diego González, el pereirano que encontró en el Cannabis una forma de sanación para ayudar a otros.Sus productos van desde cremas, pócimas medicinales hasta lubricantes.


 

Fotos por:  Jess Ar

marihuana que cura y embellece

 

De ciertas hierbas

De niño, Diego Hernando González caminaba  hacia su colegio envuelto en una densa  nube de humo dejada por una procesión de  trasnochadores y madrugadores: zapateros, vendedores de frutas, trabajadores de la construcción, meseros de bar, coteros, serenateros, tahúres, putas y borrachos.

Casi cuatro décadas después Diego recuerda que le molestaba ese olor pringoso que se le adhería  a la ropa y le congestionaba la nariz. Sin embargo, ese era su paisaje y ese  era el aroma cotidiano  instalado en el aire  como una seña de identidad.

 

marihuana que cura y embelleceDiego González junto a sus hermanos Carlos Andrés y Julio César “Matador” en el Parque de La Libertad.

 

Pasado el bachillerato, el  hombre empezó a estudiar  medicina y volvió a encontrarse con ese olor, que se hizo todavía más recurrente cuando se pasó a la carrera  de Administración del Medio Ambiente en la Universidad Tecnológica de Pereira.

De modo que el aroma y la textura de la marihuana no eran nuevas para él cuando descubrió su otra cara: la de sus propiedades medicinales.

Por supuesto, como  casi todo el mundo, había visto  cómo las madres y abuelas decomisaban la marihuana que sus  hijos y nietos fumaban con otros fines y la mezclaban con alcohol antiséptico para usarla como  medicamento contra el dolor en las articulaciones.

Pero la auténtica  comprobación la vivió en su propio pellejo.

“Fue en 2014 cuando viví una experiencia dramática” dice este devoto seguidor de los poemas cantados de Joaquín Sabina   y Joan Manuel Serrat.

marihuana que cura y embellece


“Ese año sufrí una grave enfermedad autoinmune. Pasé casi todo el año hospitalizado. Los médicos me hicieron cientos de tratamientos, incluso me hicieron dos ciclos de quimioterapia que no me ayudaron en nada. Luego me iban a hacer una terapia biológica con inyecciones de células madre que estaban en investigación. Me negué y me fui, como buen hijo, a morir donde mi mamá. En ese tiempo conocí al doctor Andrés Marín, un sicólogo experto en medicina ancestral, con una maestría en culturas y drogas. Él me regaló un frasco de
tintura madre de marihuana y a la semana de estarlas tomando ya estaba aliviado”.

Razones de sobra para estar agradecido con la vida, con el doctor Marín… y con la hierba cuyo olor le molestaba tanto de niño.


La hierba del olvido

La misma hierba que tantas culturas ancestrales consideran sagrada. “La hierba del olvido” le dicen algunos pueblos, por su capacidad para prodigar el olvido de los dolores del cuerpo y del alma. Así lo entiende Diego.

 

“Luego de la experiencia personal con la tintura madre, empecé a investigar y a leer todo sobre el cannabis, sobre sus variedades, cuáles son medicinales y cuáles no, cuáles sirven para determinadas enfermedades. Mi primera clienta fue mi mamá Alicia, que tenía problemas de sueño  y escoliosis, que es una desviación de la curvatura de la columna. Al principio era muy reticente: creía que se iba a  trabar y a terminar viviendo debajo de un puente (…) la primera semana que mi mamá empezó a tomar la tintura de cannabis mejoró ostensiblemente el dolor de espalda; ya dormía seguido toda la noche y además se curó de una infección urinaria crónica que padecía”.

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En dos ocasiones Diego  salió del país  con el fin de verle la cara al mundo. En una de ellas llegó a Israel y en la otra anduvo por Argentina. Ese par de viajes le ayudaron a ver las cosas de otra manera.

Quizá por eso le resultó más fácil resolver sus dudas a la hora de ahondar en la marihuana medicinal. En ese recorrido le ayudaron el médico Douglas Montañez, el médico siquiatra  Jairo Franco y el  veterinario Fernando Canizales, que fue director del Zoológico Matecaña.

Aparte de eso, hace un año trabaja con la doctora Paula Herrera, médica siquiatra con un doctorado en neurociencia.

marihuana que cura y embelleceDiego González junto a su esposa Paula Herrera, asesora médica e investigadora científica, encargada del seguimiento a pacientes que usan cannabis medicinal, el “ratón de laboratorio”, como él la llama. 

 

Tampoco olvida al neuropediatra  y docente de la Universidad del Rosario, Alberto Vélez,  quien es la persona encargada de enviarle lo último en investigaciones científicas. Con esos elementos se lanzó a crear empresa.

“Soy socio de una empresa de productos  cosméticos con base en Aloe Vera, y al ver la cantidad de personas a las cuales los productos de cannabis medicinal les han ayudado, se tomó la decisión de  montar   otra compañía, pero nos tocó esperar las normas que regulan la actividad en el país”.

Por supuesto, las normas facilitan algunas cosas y dificultan otras. Para  Diego González el primer problema es económico y después viene el componente legal.

Si bien en el año 2015 fue expedido el Decreto 2467 del Ministerio de Salud, allí se hablaba de los requisitos para la producción de derivados del cannabis, pero quedaba pendiente la parte de cultivos y manejo de semillas.

Solo hasta el lunes 10 de abril de 2017 el gobierno nacional expidió el decreto 613, con el marco regulatorio para permitir el acceso seguro  y bien informado al uso médico y científico del cannabis.

De todo este complejo  entramado quizá lo más valioso sea la posibilidad de recuperar una tradición de medicina ancestral conocida como Las Tinturas Madre, preparadas solo con hierbas y sin ningún  agregado químico.

Hasta ahí las posibilidades reales, porque para montar un laboratorio farmacéutico que cumpla con todos los aspectos técnicos y legales se necesitan unos cinco mil millones de pesos.

Es por eso que personas como Diego solo participan en una parte del proceso. El resto se hace mediante maquila, en un laboratorio certificado por el Invima.

 


Otra forma de sanar

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Entre los muchos motivos de satisfacción, aparte de su propia experiencia, Diego resalta los casos de dos pacientes con esclerosis lateral amiotrófica o ELA, que es la enfermedad padecida por Lou Gehrig y Stephen Hawking.

Se trata de una patología neurodegenerativa que afecta  las neuronas del cerebro  y la médula espinal. Sus causas son desconocidas, pero en las situaciones mencionadas la tintura de cannabis les ha ayudado a retrasar el proceso de la enfermedad.

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Pero eso no es todo.

“Por otro lado, tenemos un paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo(TOC), el cual llevaba más de  15 años  tomando medicamentos siquiátricos muy adictivos. Consiguió dejarlos poco a poco y remplazarlos por el cannabis medicinal. Sin embargo, debemos aclarar que los tratamientos con este tipo de cannabis no curan enfermedades pero sí ayudan a mejorar de manera ostensible y comprobable las condiciones de vida de los pacientes”.

Han pasado cuatro décadas desde que Diego  González caminaba hacia el colegio en medio de una  fumarola de marihuana dejada por vecinos madrugadores y trasnochadores.  

Hoy – quien lo creyera- se gana  la vida vendiendo distintos productos derivados de la hierba a través de su empresa Neotrópico.

Uno de ellos es la Tintura Madre del cannabis medicinal, con las propiedades ya descritas. Otro es Euforia, un lubricante íntimo para mujeres fabricado con una mezcla de Aloe Vera y Cannabis.  Y el último, pero no menos importante, el Cannalú, un efectivo tónico corporal para dolores.

Cómo nos cambia la vida.

Proyecto 50/60 llegó a Belén de Umbría

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La Gobernación de Risaralda y Comfamiliar emprendieron junto a la Maestría en Historia de la UTP la realización del proyecto de investigación “50/60, una historia compartida” en Belén de Umbría

 

Nuestro departamento de Risaralda ha llegado a medio siglo de existencia. Su historia además ha estado cruzada por la de la caja de compensación Comfamiliar, que también en este 2017 cumple 60 años de existencia, de servicio a la región.

Para conmemorar ambas efemérides La Gobernación de Risaralda y Comfamiliar emprendieron junto a la Maestría en Historia de la UTP la realización del proyecto de  investigación “50/60, una historia compartida”.

No es la típica investigación de escritorio o hemeroteca o una simple pesquisa bibliográfica para relacionar datos. Lo buscado, y posteriormente plasmado en un libro y un documental, fue la voz de la gente, la identificación de mapas culturales, procesos particulares, historiadores  locales, sitios y personajes que han permitido labrar con el paso de los años un identidad propia que vale la pena rescatar, visibilizar y dejar documentada a las generaciones posteriores.

Eso implicó recorrer, municipio por municipio, preguntar al tendero y al campesino de plaza, ir a los documentos guardados con esmero en cada municipio, hacer lecturas pertinentes a cada territorio y ante todo escuchar a quienes con sus procesos cotidianos han forjado la historia del departamento en cada uno de sus 14 rostros.

El resultado de la investigación quedó plasmado en el libro ” 50/60, una historia compartida” a cargo de uno de los semilleros de investigación de la Maestría en Historia de la UTP y el documental “14 estaciones” dirigido por Wilson Ospina. Ambos, son resultado de esos recorridos que durante 2 años aproximadamentente lograron evidenciar la gran diversidad del departamento, en sus tradiciones, costumbres y gente.

En febrero comenzó en Pereira la socialización de dicho proyecto, y prosiguió en Dosquebradas, Marsella, Santa Rosa de Cabal y La Virginia. El pasado viernes 12 de mayo se realizó en Belén de Umbría, dando inicio al recorrido por  municipios más  lejanos con relación al Área Metropolitana.
Les presentamos a continuación algunos momentos del encuentro, las voces de los investigadores y del bibliotecario encargado de coordinar la actividad en una de las sedes que Comfamiliar mantiene en las casas de cultura de cada uno de los municipios.

 


Cubrimiento #OjoDeCebra

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Otros encuentros

La Niña con Ánfora, una fuente onírica

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Foto por: Diego Val

Niña con Ánfora
Técnica: escultura en bronce
Autor desconocido. Réplica de Praxiteles,  siglo IV A.C.
Lugar de procedencia: Francia.
Ubicación: Parque Olaya  Herrera.


Se desconoce la fecha, pero se calcula que hace  30 años aproximadamente don Lino Mazuera trajo de Francia dos esculturas: la Diana de Gavies y La Niña con Ánfora, una fuente de agua que no pudo ser.

La Niña con Ánfora está ubicada en el Parque Olaya Herrera, algunos dicen que la estatua llegó, junto con la Diana de Gabies, por la ausencia que la ciudad tenía de este tipo de  bienes artísticos que embellecen las calles y los espacios públicos de los territorios urbanos. 

Jorge Roa Martínez, el abogado ilustre de la ciudad, se dio a la tarea de dar ese aire artístico en calles y parques, donando algunas esculturas, entre ellas, la Niña con Ánfora que estaba en ese momento en su poder.

La escultura lleva en su mano derecha una vasija de barro, de las mismas que los romanos y griegos usaban para almacenar o transportar vinos,  cereales, frutas o pescado, alimentos de su diario vivir.

 

 

En este caso, en la vasija de la niña, solo recae la lluvia, uno que otro pájaro de paso y la soledad a la que estas estatuas se han visto sometidas.

Alrededor de ella una estructura circular, una fuente de agua, que paradójicamente ya no gotea ni alberga movimiento dentro.  En ella solo hay verde, el pasto y musgo que ha crecido con el tiempo.

La falta de mantenimiento hace que poco a poco el paso del tiempo las devore,  están ahí como si nada, desapercibidas , y  al final, convertidas en refugio de pájaros, en el escondite de amantes o el dormidero de indigentes que se resguardan en el jardín verde y frondoso que la bordea.

 

 

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Anana, donde el placer saludable

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En uno de los sectores de Pereira reconocido por el sabor dulce, jugoso y saludable de las piñas, se encuentra Ananá desde hace un año y medio

Lugar: Anana Art Juice
¿Qué es?: Una tienda de postres y bar de jugos naturales en el corazón de cerritos.
¿Dónde?: Km 10 Vía Cerritos – La Virginia. Pereira – Risaralda
¿Cuándo?: Lunes, martes, miércoles y jueves de 1:30 pm a 6:30 pm.  Viernes, sábado y domingo de  10:30 am a 7:00 pm
¿Por qué ir?: es un sitio donde puedes disfrutar entre plantas y atardeceres muy pereiranos de los beneficios que tiene para el cuerpo la alimentación saludable, fresca y natural.


En uno de los sectores de Pereira reconocido por el sabor dulce y jugoso de las piñas, se encuentra Ananá  desde hace un año y medio.

El susurrar de las chicharras y el aire fresco, caracterizan este espacio que cobra vida al interior del Vivero Jaibaná, fundado en 1977 por la familia Sanint y reconocido por el cultivo de cítricos y plantas ornamentales.

Un lugar en el centro de la naturaleza, acogedor y perfecto para tardear e incluso para disfrutar de las mañanas tras una jornada de ejercicio.

Público joven y familias son los clientes más recurrentes de este rinconcito saludable atendido por Sebastián Pérez, un joven bogotano especializado en gastronomía que tras su llegada de un viaje a Argentina emprendió su propio negocio en la oferta  del  “wellness” o “vida saludable”, una de las tendencias en auge a nivel mundial  en los últimos años.

La propuesta gastronómica de Ananá  es placer saludable, esta tienda de postres y jugos naturales está dirigida principalmente para quienes les gusta cuidar su figura y de vez en cuando  “pecar”  con algo de dulce”.

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Entre sus productos están los smothies sin azúcar y con verduras, los batidos con yogurt y helados, una amplia gama de  postres,  entre otros.

En este espacio nada tiene aditivos, ni conservantes. La fruta es pulpa, la miel es pura (traída desde Carmen de Bolívar) y los ingredientes son lo más frescos posible; incluso cultivan la hierbabuena que usan en algunas de sus preparaciones.

Anana Art Juice es pasión y compromiso, aparte de sus productos, en redes sociales  ofrecen tips y consejos para llevar una vida saludable; además apoyan  las alianzas con más emprendedores del sector, fortaleciendo así los productos de otros microempresarios que se dedican al cultivo de frutas y vegetales.

 

Sin duda una experiencia totalmente natural.

Recomendado:

El producto más buscado de Ananá se llama  “Parfait”,  frutica picada, kiwi, uva y durazno acompañado  de una crema artesanal endulzada sin azúcar, que incluso las personas diabéticas pueden consumir.

El regreso del palenque

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Proyecto Palenque como eran conocidos hasta hace unos meses, conversó con #LaOciosa este fin de semana sobre su historia como banda y su regreso a las tarimas tras unos meses de ausencia que los trae recargados para continuar con su propuesta musical donde resaltan principalmente las raíces afro

“Ya viene el golpe que tiende al golpe, alista negra las caderas, abre tus manos a la espera que toque el grito del tambor…”


Según la historia, durante la colonia española (siglo XVI y XVII), en  el territorio que hoy corresponde al Caribe colombiano, coincidieron  grupos de rebeldes negros como parte de su resistencia a los abusos del poder de aquella época.

Entre esos movimientos de resistencia  encontramos a los cimarrones quienes dieron paso a la construcción de palenques en áreas que generalmente eran bosques de difícil acceso.

Este fenómeno histórico que  inició hace 400 años se destaca por la fuerza y el heroísmo de la población afro ante su resistencia al sistema esclavista.

Entre los palenques más conocidos podemos encontrar a Maturdere, también llamado El Tabacal, en las serranías de Luruaco; La Magdalena en la banda derecha del Río Grande, Limón y San Miguel Arcángel, en los Montes de María y La Matuna, en las cercanías del actual Toluviejo.

Estos últimos siendo los más reconocidos por su lucha bajo el liderazgo de Domingo Biohó (Benkos Biohó), una lucha que configura una de las epopeyas más significativas para la memoria de Colombia; sirviendo de inspiración en lo social, lo político y lo cultural.

En Pereira, por ejemplo, desde hace 10 años un grupo de músicos han dedicado su trayectoria a los ritmos caribeños y folclóricos de nuestra música colombiana.

Proyecto Palenque como eran conocidos hasta hace unos meses, conversó con #LaOciosa este fin de semana sobre su historia como banda y su regreso a las tarimas tras unos meses de ausencia que los trae recargados para continuar con su propuesta musical donde resaltan principalmente las raíces afro.

Este 20 de mayo en 1 Hotel Gastro Bar, los  seguidores de Palenque,  como se llaman actualmente, podrán disfrutar de un encuentro de liberación bajo el nombre “La Matuna” (como se llama un primer concierto de una serie de presentaciones que están por llegar).

Los Palenque nos incitan a baila’ y a goza’ en una noche de reencuentros no solo con una banda que vuelve a activarse musicalmente, sino, con las raíces africanas que tenemos en el ADN, ese sabor que nos caracteriza como colombianos y latinos.

Y para que no queden dudas de su talento, los dejamos con un avance de lo que podrán disfrutar este próximo sábado.

Conoce el sitio donde tocará Palenque este sábado 20 de mayo

Si deseas asistir a “La Matuna” te invitamos a estar pendientes de nuestras redes sociales, sortearemos 2 boletas para que asistas al grito de libertad

En las puertas del palacio

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Durante más de 50 años los escribientes públicos de Pereira se han ganado la vida con sus máquinas de escribir y sus conocimientos en documentos y diversos campos como la contabilidad y el derecho. Jaime Bautista nos cuenta su #Historia desde que empezó en el oficio en el año 1982.
Ha sido testigo de los cambios, traslados y crisis de una profesión con un alto grado de empirismo y que se niega a desaparecer de las calles de Pereira.