Trucha salmonada con medallones de cebolla y tomate. Foto por José Crespo Arteaga
Como yo sólo soy padre de mis vicios, me celebré con uno de los más grandes que tengo: comiendo de lo lindo
El 19 de marzo se ha establecido como el Día del Padre en Bolivia, y a todos los padrecitos de este país los celebraron a toda fanfarria como si fueran las personas más valiosas del universo, para que no digan después que únicamente a las madres las miman en su día respectivo.
No faltaron los mariachis, temprano en la puerta de algún vecino para seguramente premiar su tremendo esfuerzo de contribuir a poblar el mundo, ni se olvidaron de las horas cívicas en algunas escuelas en nombre de los jefes de familia, y de paso los metieron a los profesores varones en el baile.
El Concejo Municipal condecoró a los tatas más longevos, como si fueran eucaliptos centenarios poniéndoles una plaqueta en el pecho. Desde luego que los comercios de tarjetería y tiendas de ropa hicieron su agosto, amén de los restaurantes y confiterías que en días especiales estrechan sus mesas para dar cabida a la ávida clientela. Luego dicen que a veces es inevitable pasar estrecheces. ¿Será por eso?
Como yo sólo soy padre de mis vicios, me celebré con uno de los más grandes que tengo: comiendo de lo lindo.
Entrante de mote de maíz con queso asado, detonante para abrir el apetito. Foto por José Crespo Arteaga
Por alguna afortunada coincidencia, esta semana me la pasé degustando pescado, en al menos tres sitios diferentes, de manera grata y gratuita, en casa de familiares. Y eso que no es Semana Santa.
Tengo algún raro sexto sentido para oler oportunidades en materia de gastronomía o, sencillamente, los dioses me han bendecido con un aprecio particular por la comida que hace que mis parientes y amistades me inviten periódicamente. Pero entremos en materia de una vez.
Llajua, yuca y limón (centro), la trilogía infaltable para acompañar un buen pescado. Foto por José Crespo Arteaga
Arranqué la semana disfrutando de un Sudado de pescado, que tía Anita preparó diligentemente con tiernas truchas que su hijo trajo de la ultima incursión a los más cristalinos manantiales de las faldas del Sajama, la montaña más alta de Bolivia, que aun con el frío reinante en sus páramos circundantes, las caminatas y la pesca son una maravillosa experiencia que los pulmones agradecen por ese oxígeno tan puro y renovador.
Así que no puede haber pescado más inspirador que el capturado en la cima de los Andes.
El “sudado” consiste en una cocción al vapor, previo rellenado del pescado con cebolla picada y ciertas hierbas aromáticas; posteriormente se lo envuelve en papel aluminio para protegerlo de la temperatura elevada del horno, logrando de esta manera que la carne no se seque y conserve su consistencia jugosa y sedosa que, al momento de hacerla pasar por el paladar, la sensación sea inolvidable.
Ni tres días después, ya estaba muy encarrilado, con las ganas listas para acometer otro platillo de pescado. Confieso que podría comer pescado todos los días, de las mil formas que sea.
Se dio la casualidad de que en casa de otros parientes, el almuerzo iba también por esos rumbos, con unos selectos filetes de trucha salmonada que se sazonaban en el horno entre medallones de cebolla blanca y tomates. Pero como entrante sirvieron un criollo mote de maíz con aguacate y queso asado. Esa combinación del queso tostado con el maíz cocido tiene la virtud de seguir acrecentando el apetito a niveles elevadísimos.
Probé un soberbio bocado de la trucha rosada y sabía a delicatesen genuina. Ni limón ni nada que pudiera estropear su pureza. Pero cuando me llevé una cucharada de la ensalada a la boca, el mundo se me puso patas arriba: aquel humilde mote (cocido) de trigo pelado, engalanado con pizcas de pimentón rojo, cilantro explosivo y perfumosa albahaca era la combinación perfecta para que el cerebro enloqueciera de placer.
Por un instante me olvidé del pescado y de todo lo demás.
Trucha salmonada con medallones de cebolla y tomate. Foto por José Crespo Arteaga
Finalmente, el día establecido como el Día del Padre en Bolivia pensé que lo pasaría sin pena ni gloria. Así fue hasta que por la noche un alma solidaria me invitó a su mesa. Adivinaron, pescado era la cena. Qué ni modo ni ocho cuartos, había que agradecer la agradable circunstancia, máxime en este país sin costas, donde los peces y frutos de mar no son lo acostumbrado en los menús.
Unos neutrales lomitos de surubí que previamente habían sido maridados en jugo de limón, comino, ajo y otras especias, que con el rebozado de harina y la fritada correspondiente alcanzaban la suficiente sabrosura para desterrar otro mito sobre su insípida consistencia.
Daban ganas de repetir, si no fuera por la noche traicionera. Con la guarnición de unas dulces y exóticas yucas amarillas la velada fue plena y satisfactoria. Un postre sobrio y fin de la cuestión. Que esta semana me acompañó la suerte, ¡seguro!
La sobriedad del surubí se engalana con los destelleos dorados de la yuca. Foto por José Crespo Arteaga
PS. En mi distracción por disfrutar las suavidades del Sudado de trucha, se me olvidó sacarle la foto correspondiente. Valgan mis excusas.
Es por eso que cabe cuestionarse por qué ha causado tanto revuelo la situación y por qué se ha llegado a decir que Duque puede “dejar morir la paz“
Colombia vivió el lunes 18 de marzo un día de marchas y protestas contra la controversial decisión del presidente Iván Duque de presentar objeciones a la ley que regula la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Es el tema del que más se habla en el país: la decisión de Duque de pedir enmiendas a la norma estatutaria de la justicia especial creada tras la firma del acuerdo de desarme con la guerrilla del las FARC para tratar los crímenes relacionados con el conflicto armado.
Al presidente lo han criticado por supuestamente poner en riesgo el proceso de paz con la iniciativa anunciada el 10 de marzo, pero también han sido numerosas las muestras de apoyo.
Es por eso que cabe cuestionarse por qué ha causado tanto revuelo la situación y por qué se ha llegado a decir que Duque puede “dejar morir la paz“.
En La Cebra Que Habla preparamos el siguiente especial para poner en contexto a nuestros lectores y tratar de entender este momento coyuntural del país. Bienvenidos.
El lunes varios políticos y activistas participaron de la marcha en defensa de la JEP. Imagen extraída de EPA
La propia JEP se define a sí misma como “el componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, creado por el Acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC”
Texto extraído de BBC Mundo Por Boris Miranda (@ivanbor) – Corresponsal de BBC News Mundo en Colombia
Duque durante el anuncio de las objeciones a la ley de justicia especial. Imagen extraída de Presidencia Colombia
Colombia vivió el lunes 18 de marzo un día de marchas y protestas contra la controversial decisión del presidente Iván Duque de presentar objeciones a la ley que regula la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Es el tema del que más se habla en el país: la decisión de Duque de pedir enmiendas a la norma estatutaria de la justicia especial creada tras la firma del acuerdo de desarme con la guerrilla del las FARC para tratar los crímenes relacionados con el conflicto armado.
Al presidente lo han criticado por supuestamente poner en riesgo el proceso de paz con la iniciativa anunciada el 10 de marzo, pero también han sido numerosas las muestras de apoyo.
Y es que estos reparos a la ley de la JEP, Duque ya los había hecho públicos antes de ser presidente.
Es por eso que cabe cuestionarse por qué ha causado tanto revuelo la situación y por qué se ha llegado a decir que Duque puede “dejar morir la paz“.
Te lo explicamos respondiendo estas preguntas.
1. ¿Qué es la JEP?
La propia JEP se define a sí misma como “el componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, creado por el Acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC”.
Es decir, es una jurisdicción paralela creada para juzgar a exguerrilleros, militares, agentes del Estado y civiles vinculados a delitos relacionados con la guerra de más de medio siglo que culminó con la firma del acuerdo de paz del 1 de noviembre de 2016.
Aquellos que son y serán juzgados en la JEP pueden acceder a penas menores que los que impone la justicia ordinaria, siempre y cuando reconozcan su culpabilidad y cumplan otras condiciones como entrega de bienes y de información.
Además se benefician con la garantía de no ser extraditados.
Estos dos elementos, las penas reducidas y la no extradición, fueron los más combatidos por los detractores del acuerdo de paz.
Por su parte, las principales autoridades de esta instancia especial señalan que centran su trabajo en reparar a las víctimas, la búsqueda de la verdad y que la paz sea duradera.
Después de conocerse del anuncio presidencial se organizaron protestas en Bogotá. Imagen extraída de EPA
La JEP comenzó a funcionar en los primeros meses de 2018 y siete casos se han abierto hasta este lunes.
El primero, denominado 001, está relacionado con secuestros y retenciones ilegales perpetradas por las FARC.
El 003, por ejemplo, investiga los “falsos positivos“, un escándalo que estremeció a Colombia hace una década cuando se descubrió que jóvenes fueron asesinados para después ser presentados como guerrilleros dados de baja.
El séptimo y último que ha sido abierto versa sobre el reclutamiento y utilización de niños y niñas durante la guerra.
Hasta ahora se han tomado decenas de declaraciones en los casos abiertos y miles de exguerrilleros, militares y agentes de Estado han aceptado someterse a la justicia especial.
Las autoridades de la JEP han defendido su trabajo y las funciones que tienen. Imagen extraída de JEP
2. ¿Qué es lo que objetó el presidente?
Iván Duque objetó seis puntos de los 159 artículos que componen la ley estatutaria de la JEP, los más controversiales son los referidos a la reparación económica de las víctimas y a la extradición.
En la primera objeción, el presidente pide que los condenados sean los que realicen la reparación “con sus bienes y activos”, algo que en su criterio no está especificado porque la ley se limita a señalar “reparación integral”.
Uno de los puntos más álgidos es el relacionado con la extradición. Duque rechaza que la JEP tenga la potestad de decidir cuándo procede o no extraditar a una persona juzgada en los tribunales especiales.
Elmandatario sostiene que congelar las posibles extradiciones que puedan resultar de investigaciones internacionales hará que Colombia incumpla acuerdos con la comunidad internacional en materia de lucha contra el crimen y sostiene que estas acciones conjuntas entre países deben mantenerse..
Este tema tiene mayor notoriedad dado que un excomandante de las FARC, Jesús Santrich, se encuentra detenido y con un pedido de extradición en suspenso por haberse sometido a la justicia especial.
El partido FARC consideraron lo sucedido como “una invocación a la guerra”. Imagen extraída de EPA
Otro punto observado es quién verifica y valida las listas de los exguerrilleros de las FARC. Duque lamenta que su delegado, el Alto Comisionado para la Paz, haya perdido esa atribución y ahora pertenezca a la JEP. El presidente sostiene que existe el riesgo “que delincuentes se incorporen (a la justicia especial) por la puerta de atrás”.
Duque también considera “inconveniente” que la Fiscalía se abstenga de seguir investigando casos abiertos y que ahora se juzgan en la justicia especial.
Ahora el Congreso, con mayoría oficialista, deberá debatir las objeciones hechas por el mandatario en los siguientes meses o incluso hasta el siguiente año, dependiendo de la agenda que se defina y la llegada de consensos.
3. ¿Por qué dicen que es un golpe al proceso de paz?
Casi de inmediato al anuncio de objeción presidencial surgieron cuestionamientos.
En criterio de Jaime Córdoba, miembro del colectivo académico iusDigna, “la falta de vigencia de la ley estatutaria priva al país de un marco claro y definido y dificulta la justicia para la paz”.
“La decisión de objetar puede minar la confianza de los excombatientes que buscan la reincorporación y de la comunidad internacional sobre la implementación del acuerdo de paz”, añade el experto.
La JEP empezó a trabajar en los primeros días de 2018. Imagen extraída de JEP
Por su parte, Sergio Jaramillo, excomisionado de Paz en el gobierno de Juan Manuel Santos, afirma que lo que hizo Duque son “objeciones inconstitucionales y fuera de lugar”, pero señala que ese no es mayor el problema.
“Estamos ante un desacato presidencial de un fallo de la Corte Constitucional, un desconocimiento del tribunal de cierre. Una barbaridad“, afirmó en una entrevista con el diario colombiano El Espectador.
Jaramillo opina que Duque “se quitó la máscara y se entregó a los extremistas de su partido”.
“Ahora se muestra como un hombre dispuesto a dejar morir la paz sin pestañear y a fracturar el estado de derecho desde la Presidencia”.
Por su parte, para Rodrigo Londoño, alias Timochenko, jefe del ahora partido FARC, las observaciones a la ley son una “incitación a la guerra”.
4. ¿Quiénes y por qué defienden la decisión de Duque?
Sin embargo, no todo fueron críticas.
Desde el partido oficialista, el Centro Democrático (liderado por Uribe), expresaron su satisfacción por la decisión del presidente.
La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez anunció que el gobierno “no caerá en el juego” de que los declaren “enemigos de la paz” y criticó las marchas convocadas contra las objeciones de Duque.
“La JEP es un hecho y continuará funcionando. No se busca acabarla, sino mejorarla. Estamos convencidos en el gobierno de la fuerza y la legitimidad que genera la colaboración armónica de los tres poderes”.
Ramírez insistió en que Duque hizo uso de sus facultades constitucionales.
El lunes varios políticos y activistas participaron de la marcha en defensa de la JEP. Imagen extraída de EPA
La vicepresidenta afirmó que “desde el comienzo” el gobierno que integra realizó observaciones al proceso de paz.
También el fiscal general de Colombia, Néstor Humberto Martínez, había apoyado que se hicieron objeciones a la ley de justicia especial en una carta dirigida a Duque días antes del anuncio.
5. La otra polémica que sacude a la JEP
En las últimas semanas, la JEP se vio envuelta en otra controversia.
El Ministerio Público inició una investigación a uno de los jueces por presuntamente recibir sobornos para entorpecer la extradición del exguerrillero Jesús Santrich, quien se encuentra entre los sometidos a la JEP.
Con el paso de los días, personas vinculadas a la política también fueron señaladas y la justicia especial rechazó que el fiscal acusado tenga influencia en el caso Santrich.
Según las indagaciones preliminares, el caso fue descubierto gracias al trabajo de un agente encubierto.
Cinco personas, entre ellos el exjuez de la JEP, guardan detención por esta investigación que fue el prolegómeno de las objeciones de Iván Duque a la ley de la justicia especial.
Texto extraído de BBC Mundo Por Boris Miranda (@ivanbor) – Corresponsal de BBC News Mundo en Colombia
Así fue la conquista de la paz en cinco países Foto: Reuters
Las historias de reconciliación en el mundo han dejado grandes lecciones para la humanidad. Qué puede aprender Colombia de los procesos más emblemáticos
Texto extraído de Semana
Así fue la conquista de la paz en cinco países Foto: Reuters
Irlanda del Norte: Vientos de reconciliación
Casi tres décadas después del fin del conflicto, Belfast sigue siendo una ciudad dividida.
Cerca de 100 muros se alzan todavía entre los barrios protestantes y los católicos, recordando los 30 años de guerra civil entre los republicanos, que apoyaban la reunificación de Irlanda bajo la república, y los unionistas, que querían permanecer en el Reino Unido; así de radical fue la división de la sociedad irlandesa.
Por mucho tiempo, hasta la culminación del proceso de paz, los vecinos eran enemigos a muerte.
El Acuerdo del Viernes Santo de 1998 entre Irlanda, los partidos políticos norirlandeses y Reino Unido permitió restaurar la convivencia entre ambas facciones. El empoderamiento de las instituciones norirlandesas y la repartición política entre republicanos y unionistas fueron elementos fundamentales para que el Ejército Republicano Irlandés (IRA) dejara las armas.
Y aunque el acuerdo de paz no solucionó las diferencias ideológicas entre una mayoría unionista y casi un tercio de la población que apoya la república, la violencia política ha caído notablemente desde los noventa. De ese modo ha demostrado que, aunque convivan opiniones diferentes, se puede vivir en armonía.
Sudáfrica: “Revelar es curar”
La Comisión de Verdad y Reconciliación en Sudáfrica es quizás el caso más mencionado de reconstrucción de verdad en un proceso de paz.
Después de acabar con las políticas del apartheid, los acuerdos entre el Congreso Nacional Africano (ANC por su sigla en inglés) de Mandela y el régimen de minorías blancas llegaron a un concepto entonces revolucionario: amnistiar a quienes hubieran cometido crímenes políticos a cambio de que confesaran toda la verdad y, en algunas ocasiones, les pidieran perdón público a sus víctimas.
Aunque esta propuesta superaba la oferta del Partido Nacional (el de la supremacía blanca) y era inferior a los deseos de justicia de las víctimas del apartheid, fue clave en la reconciliación de la dividida sociedad sudafricana.
A la comisión se le criticó que carecía de dientes para comprobar los testimonios, y muchos perpetradores se negaron a confesar. Pero el ejemplo de este país fue histórico y marcó una pauta, particularmente por su eslogan: “Revelar es curar”, que resumía su idea de reconciliación.
Liberia: Mujeres al poder
Leymah Gbowee decidió acabar por sí misma con la guerra civil en su país. La que sería nobel de paz en 2011 organizó una asociación de cientos de mujeres liberianas para exigir por medio de una huelga sexual la terminación del conflicto entre los grupos rebeldes y el sanguinario presidente, Charles Taylor.
La huelga tuvo tanta resonancia que este accedió a dialogar con los grupos armados.
De este modo, la participación femenina fue fundamental para acercar a las partes y ejercer presión sobre el acuerdo y cumplimiento de una tregua. Al punto de que cuando las conversaciones se enredaron, Gbowee y unas 200 mujeres más cercaron las salidas del salón en el que se encontraban los negociadores, amenazando con rasgarse las vestiduras —un acto que, según su tradición, desencadena una terrible maldición en quien lo vea— si los negociadores no llegaban a un acuerdo.
Se trató de un triunfo para las mujeres, que en 2006 confirmaría Ellen Johnson Sirleaf cuando fue elegida primera presidenta de Liberia y también de toda África.
Ruanda: Justicia desde abajo
En los años posteriores al genocidio de Ruanda de 1994, 130.000 personas habían sido acusadas de crímenes de guerra. De haber ejercido ese sistema de justicia regular, el país centroafricano se habría tardado más de 100 años para procesarlos. Sin embargo, su enfoque fue mucho más creativo.
En 2005, el gobierno ruandés implementó un sistema de justicia transicional inspirado en sus tradicionales cortes gacaca, que se traduce como justicia entre el pasto, que consiste en juzgar a los acusados en las comunidades donde cometieron su crimen.
Quienes confesaran pagarían una pena reducida, la mitad de la cual sería servicio comunitario, mientras que quienes mintieran tendrían que pagar de 25 a 30 años en cárcel. De esta manera, más de 12.000 cortes locales juzgaron cerca de un millón de casos, lo que descongestionó el sistema judicial.
Además, las cortes tradicionales promovieron la reconciliación cara a cara mediante la muestra de arrepentimiento de los victimarios y el perdón de la comunidad. En este proceso, más que el perdón, primó la convivencia con el enemigo, y el olvido.
Camboya: La importancia de recordar
Tuol Sleng, una antigua escuela convertida en prisión en los años setenta y luego en museo, sirve para recordar el brutal exterminio que sufrió Camboya, de proporciones similares a las del Holocausto en Alemania.
Sucedió cuando el partido PRK, conocido como los Jemeres Rojos, bajo el liderazgo de Pol Pot, decidió regresar a los camboyanos a las épocas agrarias y acabó sistemáticamente con la vida de todos los que parecieran ‘burgueses’.
Entre 1975 y 1979 murieron 2 millones de personas, un cuarto de la población del país, hasta que tropas vietnamitas los sacaron del poder. Siguieron luchando desde las montañas, hasta que en 1991 se celebró un acuerdo de paz que potenció la importancia de preservar la memoria del genocidio, apoyada por varias ONG.
Hoy cerca de 100 monumentos recuerdan la tragedia.
Hay estructuras como árboles en los que solo se dan las manzanas podridas, sí. Pero es claro, hasta donde es posible que algo sea claro acá en Colombia, que de escándalo en escándalo han estado tratando de tejerle el fin a la JEP – un árbol recién sembrado– para que la guerra no quede por escrito.
Texto extraído de El Tiempo Por Ricardo Silva Romero
Contar una historia mientras está pasando es una proeza inútil.
Opinar sobre una noticia a medio camino suele conducir a lugares comunes de “estadista” entre comillas: “Que las autoridades investiguen esta trama macabra hasta sus últimas consecuencias”, se repite, “que les caiga a los culpables todo el peso de la ley”.
Piense usted en el sórdido caso del fiscal de la JEP que andaba por ahí vendiendo influencias y drogas y prórrogas: puede uno lamentar, en la tortuosa espera de lo que resuelvan los jueces, que la corrupción y el clientelismo hayan llegado tan pronto al tribunal de la paz, pero quizás sea más justo, por lo pronto, reflexionar sobre esta manía tan colombiana –en el mal sentido de la palabra– de despreciar hasta enlodar nuestras instituciones.
Es un hecho histórico que el expresidente Uribe cambia de opinión más de lo que parece, y que a veces pide que se elimine la JEP, y a veces pide que se reforme un poco, y a veces exige que se reforme mucho –y de paso, ante la imagen de unos niños que defienden la nueva institución en los asolados Montes de María, propone educación privada “sin adoctrinamiento” pagada por el Estado–, pero es claro que los uribistas más uribistas, que creen en el acuerdo de Santa Fe de Ralito pero denuncian el acuerdo de La Habana, repudian el tribunal de paz como una jugada de la izquierda para salirse con la suya: hace menos de un año se propagó por las redes, como el odio, la hipótesis delirante de que la justicia transicional era un complot para encarcelar al expresidente.
Buena parte de la clase dirigente de Colombia, la parte que no pasa las páginas sino que las arranca, se ha estado portando como esa gente que aprovecha el fin del mundo para saquearlo.
No hubo que cerrar la Corte Suprema cuando empezó a hablarse del cartel de la toga, ni fue necesario suprimir la Fiscalía cuando el fiscal anticorrupción resultó ser el fiscal corrupto ni tocó acabar con el Ejército cuando se reveló el horror de las ejecuciones extrajudiciales.
Hay estructuras como árboles en los que solo se dan las manzanas podridas, sí. Pero es claro, hasta donde es posible que algo sea claro acá en Colombia, que de escándalo en escándalo han estado tratando de tejerle el fin a la JEP – un árbol recién sembrado– para que la guerra no quede por escrito.
Y, a pesar de la ONU, de la Corte Penal Internacional y de los dos mil militares que hasta el cansancio le pidieron al presidente Duque sancionar la ley estatutaria del nuevo tribunal, es posible que el ataque desde todos los flancos derechos no cese.
Esta es la era del catastrofismo: “Si Duque no endereza…”. Esta es la época de la paranoia entre el estruendo: “Tiene apagado el teléfono…”. Este es el siglo de la aversión a las instituciones públicas, el siglo de la burofobia, que reclama castigos ejemplares e irracionales a cambio de seguir teniendo fe en un sistema que es el menos malo que se nos ha ocurrido: pronto, si la desconfianza sigue siendo el criterio, les cerraremos el paso a las ambulancias.
Colombia es el reino del recelo. Y si de hemisferio a hemisferio del planeta está pagando ser un político inescrupuloso, de aquellos que son capaces de azuzar a los pueblos contra sus democracias y de recrear la Guerra Fría con tal de llegar al poder, por qué no serlo en esta sociedad que ha sido el resultado del desprecio de sus instituciones.
Yo sé que una buena parte de la clase dirigente de Colombia, la parte que no pasa las páginas sino que las arranca, se ha estado portando como esa gente que aprovecha el fin del mundo para saquearlo.
Yo entiendo esta tentación constante de narrar el hundimiento del país: un fiscal ofrece los favores de la JEP justo cuando las antiguas Farc empiezan a responder ante el tribunal por sus repugnantes secuestros.
Pero créame que no puede narrarse el fracaso de nada –ni siquiera de un pulso por la paz– cuando apenas acaba de empezar.
Texto extraído de El Tiempo Por Ricardo Silva Romero www.ricardosilvaromero.com
De modo que en esa vuelta a casa los aguarda un modelo de desarrollo económico cada vez más trunco, la indiferencia de sus coterráneos y un lema que define al lugar que los expulsó como “Región de oportunidades”
Los primeros, allá por los sesentas, se fueron a Venezuela a manejar camiones, atender caballerizas y a emplearse en las casas de los nuevos ricos que surgieron al ritmo de una de tantas bonanzas petroleras.
Otros, unos años más tarde, partieron hacia Nueva York y Miami en busca de ese “American dream”que titilaba con sus mil promesas a través de la pantalla del televisor.
Finalmente, al despuntar la década de los noventa, se embarcaron hacia España en una especie de reflujo de la marea que durante varios siglos trajo a miles de europeos a “Hacer la América”, según la conocida expresión.
Algunos tuvieron hijos y nietos que fueron “chamos” en Maracaibo; unos cuantos aprendieron a bailar salsa en Nueva York al ritmo de las nostalgias cantadas por Ray Barreto y los hermanos Palmieri; otros tantos descubrieron los secretos del cante jondo en Granada o las delicias de la paella en las playas de Benidorm.
Y ahora están de regreso a casa. La crisis económica que ha dejado sin empleo a millones de personas en el mundo, sumada a unas leyes antiinmigratorias que equiparan a los sin papeles con delincuentes, son las responsables de que muchos de esos colombianos, y en particular habitantes del eje cafetero que en las últimas tres décadas han protagonizado una diáspora ininterrumpida hacia el exterior, estén retornando a sus lugares de origen.
Lo preocupante es que ni el Estado, ni el sector privado, ni las organizaciones sociales, ni los medios de comunicación parecen dispuestos a ocuparse en serio del asunto.
El primero apenas si se ha ocupado de ellos a la hora de pensar en imponerle impuestos a las remesas o de dar declaraciones compungidas en el momento de las tragedias, como sucedió con los atentados a los trenes de cercanías en Madrid, el 11 de marzo de 2004.
Para los gremios, sin voluntad para emprender procesos reales de desarrollo a partir de una concepción integral de país, siempre resultó atractivo que todo ese contingente de desempleados “se fuera al exterior a mandar platica” según expresión literal de Mauricio Vega Lemus, para entonces Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Pereira.
Y de las organizaciones sociales… bueno, salvo unas tres, entre las que se cuenta la Asociación América España- Solidaridad y Cooperación (Aesco) poco se han ocupado del asunto, a no ser para echar a rodar conceptos como ese que define a los hijos de los emigrantes como “Huérfanos de padres vivos”, endosándoles de paso a los padres la responsabilidad por las cosas malas que puedan derivarse de su decisión de jugarse la vida en otro lugar de la tierra.
Por su parte, los medios de comunicación a duras penas se han ocupado de registrar el impacto de las remesas en el producto interno bruto o de reseñar al detalle los delitos cometidos por colombianos en el exterior.
Nada de reflexión y mucho menos se han inquietado por contar la aventura vital de los nacionales que se inventan un destino lejos de sus lugares de origen.
De modo que en esa vuelta a casa los aguarda un modelo de desarrollo económico cada vez más trunco, la indiferencia de sus coterráneos y un lema que define al lugar que los expulsó como “Región de oportunidades”.
Pero lo más grave es que muchos de ellos vuelven, después de varias décadas de trabajar lo suyo en los oficios más impensados, sin un peso en el bolsillo y, como en el poema de Gardel y Lepera, “con la frente marchita”.
Una vista de los dulces ofrecidos durante un evento especial con ocasión del Día Internacional de Novruz celebrado en las sedes de las Naciones Unidas. Foto ONU/Rick Bajomas
En este Día, se destaca la importancia del respeto y el enriquecimiento cultural mutuo, que facilitan la cooperación internacional
El Día Internacional del Novruz fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el año 2010, por iniciativa de varios países que comparten este día de fiesta (Afganistán, Albania, Azerbaiyán, la ex República Yugoslava de Macedonia, Federación de Rusia, la India, la República Islámica del Irán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Turquía).
Inscrito en 2009 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad como una tradición cultural observada por numerosos pueblos, Novruz es una fiesta ancestral que marca el primer día de la primavera y la renovación de la naturaleza.
Promueve los valores de la paz y la solidaridad entre generaciones y dentro de las familias, así como la reconciliación y la buena vecindad, lo que contribuye a la diversidad cultural y la amistad entre los pueblos y las diferentes comunidades.
Celebración del Novruz en Turquía. Foto: Patrimonio iraní, artesanía y organización del turismo (ICHHTO), 2015.
Antecedentes
El Novruz, día del equinocio de primavera, marca también el comienzo del año nuevo para más de 300 millones de personas en Asia Central, los Balcanes, el Cáucaso, la cuenca del Mar Negro, el Oriente Medio y otras regiones.
Se celebra desde hace más de 3000 años. La palabra en sí significa “nuevo día” y se escribe y pronuncia de manera diferente según el país: Novruz, Nowruz, Navruz, Nooruz, Nevruz, Nauryz.
Esta celebración es un llamamiento a una mayor solidaridad basada en la conciencia de unidad de la raza humana y el reconocimiento de la diversidad cultural. Los logros de las diferentes civilizaciones forman parte del patrimonio colectivo de la humanidad y son una fuente de inspiración y progreso para todos los seres humanos.
En este Día, se destaca la importancia del respeto y el enriquecimiento cultural mutuo, que facilitan la cooperación internacional.
A través de la educación, los medios de comunicación y las actividades culturales, es importante que todos conozcamos y apreciemos el patrimonio y la diversidad cultural mundial, aspectos esenciales para fortalecer la paz y la cooperación internacional.
Una vista de los dulces ofrecidos durante un evento especial con ocasión del Día Internacional de Novruz celebrado en las sedes de las Naciones Unidas. Foto ONU/Rick Bajomas
Afganistán, Azerbaiyán, Irán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Turquía, Albania, la ex República Yugoslava de Macedonia y la India prepararon y presentaron un proyecto de resolución (A/64/L.30) titulado Día Internacional de Nowruz durante el 64° período de sesiones de la Asamblea General para su examen y aprobación.
En la 71° sesión plenaria el 23 de febrero de 2010, la Asamblea General acogió con beneplácito la inclusión del Novruz en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura el 30 de septiembre de 2009.
También reconoció el 21 de marzo como Día Internacional del Novruz, e invitó a los Estados Miembros, al sistema de las Naciones Unidas, en particular a la UNESCO, y a las organizaciones regionales e internacionales interesadas, así como a las organizaciones no gubernamentales, a participar en los actos organizados por los países donde se celebra el Novruz.
Celebración
La fiesta es una reverencia al florecimiento, a la siembra, a la creación. Es cuando Azerbaiyán adorna cada una de sus barrios, calles y casas para compartir amenamente en torno a varios atributos intrínsecos a este festejo. Algunos resaltan por su singularidad.
Al llegar la primavera en el mes de abril y su equinoccio, más de 300 millones de personas en regiones de Asia Central, Oriente Medio, el Cáucaso, los Balcanes y el Mar Negro festejan como principio de año el Novruz.
Cual espectáculo de tradiciones, la llegada del Novruz como simbolismo de vida, recrea los cuatro elementos de la naturaleza desde el temprano mes de febrero en cuatro martes, de cuatro semanas consecutivas de regocijo y reunión popular.
Azerbaiyán concentra los preparativos en los cuatro elementos de la naturaleza como expresión de armonía y respeto hacia las fuentes naturales de la vida. En este sentido, en cada martes del mes de febrero se le rinde tributo al Agua, Fuego, Viento y a la Tierra, en ese orden.
Una vez entra Novruz a las casas azerbaiyanas, los días 20 y 21 de marzo, los hogares y las calles comienzan a desbordarse de comidas y juegos grupales como “el choque de huevos”, donde se proclama ganador al que mayor cantidad de huevos sea capaz de romper a sus contrincantes. Esta es una competencia que es deleite principalmente de niños y niñas.
El trigo o samani para estas ocasiones es el invitado especial al que se le atribuye los significados de fertilidad y abundancia. De la harina de trigo también se realizan dulces típicos, como el shekerbura, (pasta rellena de azúcar y almendra molida en forma de empanadilla), la baclava o pakhlava (compuesta de múltiples capas de masa), entre otras delicias gastronómicas.
Como Novruz también se vincula con el fuego, las fogatas u hogueras forman parte de la actividad, estas son una forma de compartir y estar juntos. La ceremonia consiste en saltar por encima de las llamas, en representación de la luz como fuerza victoriosa.
Mi primer encuentro entre la rueda, el compresor de aire y yo, un día de invierno en Berlín. Foto por Juliana González
Cuando ruedo en ella me siento una Hermes moderna, erguida, ligera, que entrega el mensaje a tiempo
A veces me pregunto si me estaré volviendo alemana. Hace un par de días sentí un placer infinito por despinchar el neumático de mi bicicleta.
Mi primer encuentro entre la rueda, el compresor de aire y yo, un día de invierno en Berlín. Foto por Juliana González
Cuando ruedo en ella me siento una Hermes moderna, erguida, ligera, que entrega el mensaje a tiempo.
Hay una fascinación por esa bicicleta de nombre de animal ligero.
Y pienso si acaso me estaré convirtiendo en alemana. Aunque he de admitir que me faltan las dos alforjas de lona a los costados de la bicicleta para cargar todas mis pertenencias, al igual que unos pantalones impermeables y un poncho con protección de manos para no mojarme en los días lluviosos, mientras ruedo la bicicleta.
Ser alemán de bicicleta es ir a toda prisa y bien protegido ante las inclemencias meteorológicas de este país (que no son pocas).
Ahí es cuando recuerdo que no, que en efecto no soy alemana. Que tengo un cariño ocasional por mi bicicleta, que no me gusta pedalear en los días de mucho viento y que intento dejarla en casa cuando sé que va a llover.
Y no está mal no ser alemana, aunque ame la bicicleta. Tal vez soy una escarabajo citadina, que adquiere nuevas capas de patina mientras cambian las geografías debajo de sus dos ruedas.
Acudir a ella implica también dejarse contagiar por su aire vital y renovador que, a mi juicio, hoy se ve amenazado de decadencia precisamente por haber ostentado sus muchas virtudes y fortalezas
A raíz de mis recientes escritos sobre París, estuve discutiendo el asunto con un amigo filósofo nacido en Bordeaux.
En nuestra conversación, su posición se distanciaba de la mía en relación a mis juicios sobre la acelerada decadencia de las grandes urbes europeas.
Por supuesto, él es francés y algo de su negativa se relaciona con la dificultad de asimilar el deterioro del orgullo nacional, aunque ciertamente reflexionar sobre las sombras que hoy amenazan París puede convertirse en un asunto complicado de asumir para nativos y visitantes.
No es mi propósito emprender una cruzada en contra de las capitales europeas, a las que les sobra encanto, historia, y civilidad para intentar resistir el declive de los presupuestos de la sociedad moderna, de la cual son precursoras y baluartes.
Ayuntamiento de París (Hôtel de Ville de Paris, en francés) alberga las instituciones del gobierno municipal de París. Foto por Martha Alzate
Así, he abierto mi mente a las palabras de este amigo bordolés, recibiendo de ellas el impulso para estimar otros aspectos de la situación ya que, lejos de tratar de empañar con mis comentarios el lugar que me acoge temporalmente, deseo esforzarme por comprender de la manera más amplia posible lo que mi permanencia en este continente me permite ver.
Aquella tarde del pasado domingo, él me refería la necesidad de separar la vivencia de París de los destinos copados por el turismo, para hallar el sabor y la fortaleza, en su opinión aún intactos, de una urbe vibrante, plena de gestos y rasgos de lo que se denomina “civilización”.
En nuestro intercambio, argumenté sobre la dificultad para el visitante corriente de encarar ese tipo de recorridos debido a que, según mi percepción, la selección de caminos comunes proviene de la búsqueda de una certeza, y constituye una manera de alcanzar cierta seguridad en un entorno desconocido: es una realidad que en las grandes ciudades cualquier desvío involuntario puede llevarnos a vecindarios tenebrosos y hasta peligrosos para el desprevenido paseante, o, en el mejor de los casos, en una aparente pérdida de tiempo.
Al anterior razonamiento añadí que otro motivo que se oponía a esta tentativa, era la incapacidad de la villa de aislar ciertos sectores de la horda turística, sobre todo en los distritos principales, debido a que en ellos se concentran los emblemas históricos y culturales que atraen multitudinarias visitas, a la vez que funcionan como proveedores de diversos bienes y servicios para la población local.
Entre el prestigioso Museo del Louvre y la famosísima plaza de la Concordia, en el distrito I de París, se extiende el majestuoso jardín de las Tullerías. Foto por Martha Alzate
Disfrutar hoy de estas maravillas implica compartirlas, de manera no poco agobiante y en copiosa compañía, con una turba que pretende el mismo objetivo y se topa con dificultades semejantes.
No obstante, es debido admitir que para quienes tienen un conocimiento más profundo de los destinos que frecuentan, se abren múltiples zonas desconocidas o poco frecuentadas y, por tanto, seguramente impregnadas por una mayor autenticidad.
En este debate también entran en juego las necesidades económicas, de reconocimiento, y posicionamiento de establecimientos, productos, etc., de aquellos que compiten en el centro del capitalismo mundial por hacerse un sitio y no perecer en el intento.
Forzosamente, el hilo se va desplazando por idénticas puntadas, y de una u otra forma llegará a trenzarse en el mismo nudo, aquel que se cierra sobre la cultura homogeneizándola, hasta constituirse en soga que asfixia la creación original restringiéndola a círculos exclusivos y elitistas, o transformándola en fabricación en serie desprovista de significación.
Multitud en barrio de París
Es una dinámica que se expande por toda la elaboración humana en la actualidad, y que abarca del mismo modo al terreno construido y a las expresiones culturales y creativas.
Hoy, tanto los espacios públicos como las plazas o los museos, los talleres, teatros, restaurantes, cafés, librerías, tiendas de diseño, almacenes y ventas, así como sus artículos para consumo padecen de aquella uniformidad fatigante que decepciona y transforma el acercamiento en un largo interrogante acerca de la pérdida del sentido en la actividad creadora.
O, dependiendo de la formación del comprador/espectador/consumidor, en una experiencia vacía que puede provocar un retorno, evocación seguramente algo vergonzante, al antiguo concepto marxista de la alienación de la producción, la reificación, y los valores de uso y de cambio de las mercancías.
El encuentro de un semblante o género que pueda denominarse único y original, posiblemente una realización auténtica y satisfactoria de un individuo cualquiera, deviene una aventura difícil de alcanzar para un foráneo que permanece pocos días en una villa como París, una utopía tal vez, una búsqueda para la cual hay que equiparse con dos armas bien potentes: la posibilidad de entrar en relación con residentes y hábitos locales, y la disposición de dinero en abundancia.
Ambos medios harto escasos para nosotros, en nuestra condición de latinoamericanos -para mayor estigma colombianos-, adicionalmente forzados a multiplicar nuestros devaluados pesos por una suma exorbitante para obtener una sola de las divisas europeas.
1 Euro oscila por los 3.500 Pesos Colombianos
No obstante los argumentos expuestos, la duda constante, que actúa como disolvente en la tentativa de abrazarse a fe o dogmatismo alguno, me advierte que no todo está perdido para estas ciudades y que en ellas es posible encontrar señales con aristas peculiares, emplazamientos menos congestionados, accesibles sin mayores restricciones o sesgos derivados de la condición social o económica del visitante.
Es, también, una cuestión de tiempo, el recurso por excelencia que destaca por su escasez en el mundo contemporáneo.
Los jardines de Luxemburgo podrían ser un buen ejemplo.
Estos se extienden a un costado del Palacio del mismo nombre, donde hoy tiene su sede del Senado francés, y fueron creados a instancias de la reina María de Medici en 1612, transformándose posteriormente en espacio público.
A lo largo del extenso terreno (22,4 Ha), ubicado en pleno centro de París, en el VI Distrito, se pueden llevar a cabo actividades pasivas: alquilar pequeños botes de vela y lanzarlos a la mar que semeja el lago central -divertimento favorito de los niños y una tradición parisina bien consolidada-, escuchar un concierto de música clásica al aire libre, ejercitarse de diversas maneras, visitar su extensa colección de orquídeas, o sentarse a leer o disfrutar de largos paseos al abrigo de sus frondosas arboledas.
En general, acudir a los parques constituye una buena idea cuando escapar a la multitud o eludir los altos costos se convierten en medidas de supervivencia. En ellos no se halla mucho de qué presumir, y su pleno disfrute obliga a una suerte de desaceleración.
Esta actitud contemplativa se opone drásticamente al vértigo ansioso del que busca llenar el móvil con fotos de la mayor cantidad de lugares ampliamente reconocibles en el menor tiempo posible, y cuyo único esfuerzo, una vez absueltas las largas filas de acceso, consiste en oprimir el botón de su selfie-stick.
En cambio, impregnarse del ambiente que se concentra en estos campos abiertos obliga a una actitud reposada, una espera paciente que puede o no fructificar en una experiencia memorable como coincidir con uno de los conciertos de música clásica que allí se llevan a cabo regularmente.
O, simplemente, implica recogerse en la reflexión que se alcanza con la observación, en el descanso y la relajación que se obtienen en la apreciación de fuentes y esculturas, de los jardines dispuestos con particular arreglo, o tan solo mediante la aspiración pausada del horizonte, que se nos ofrece gratuitamente y desprovisto de todo ropaje artificial.
Tal vez mi amigo tenga razón, y quede bastante que derivar de lo que aún se cuece en las grandes urbes como París, y sea este el motivo por el cual dirigirse con frecuencia a la capital de Francia supone para muchos una forma de alumbramiento, una suerte de cura contra el provincialismo, cualquiera sea su localización.
El premio nobel de literatura, François Mauriac, nacido en Bordeaux, describió bien en sus escritos la sociedad provinciana, cerrada sobre sí misma y de espíritu fangoso como las tierras de Las Landas, extensas zonas pantanosas que delimitan y constituyen toda esta región.
Por ello puedo entender la ansiedad de este bordolés por preservar intacta en su mente la potencia civilizadora de la capital francesa: París no es solo el centro político y económico de Francia, sino que ha sido por muchos años principalmente un caldero pleno de pensamiento crítico y producción creativa.
Panorámica de París. Foto por Martha Alzate
Acudir a ella implica también dejarse contagiar por su aire vital y renovador que, a mi juicio, hoy se ve amenazado de decadencia precisamente por haber ostentado sus muchas virtudes y fortalezas.
Convertida en objeto de aspiración del consumismo presente, es, así mismo, destino escogido por los desposeídos oriundos de cualquier parte del orbe, que buscan refugio en sus calles y en su potente economía, con la firme intención de recoger las migajas que se derraman abundantemente por los bordes de los cuantiosos servicios de lujo de la capital francesa.
Lejos de desechar las palabras del filósofo, pugnando por afianzarme en precarias certezas derivadas de mis esporádicas visitas a esta capital, he permitido que la vacilación se instale en mí, al tiempo que crece y se acompaña de una voluntad de profundizar en la comprensión de las contradicciones de la sociedad francesa, que en mucho se parecen a las que aquejan actualmente a la totalidad de países y a las diversas sociedades del mundo.
Este día se celebra demostrando así que el reconocimiento y la defensa de los derechos de los consumidores es un indicador importante de progreso social y económico
El Día Mundial de los Derechos del Consumidor (World Consumer Rights Day) se celebra cada año el 15 de Marzo. Este día es una jornada para promover los derechos fundamentales de todos los consumidores, para exigir que sus derechos sean respetados y protegidos, y para protestar contra los abusos del mercado y las injusticias sociales que los socavan.
Historia
El Día Mundial de los Derechos del Consumidor es un evento anual del movimiento de consumidores enfocado hacia la acción y solidaridad.
El día conmemora la fecha en que el presidente estadounidense John F. Kennedyy firmó una declaración de cuatro puntos fundamentales de los derechos de los consumidores, el 15 de marzo de 1962.
Esta declaración adoptada por muchos países y por las Naciones Unidas (en sus Directrices para la Protección del Consumidor, de 1985), estipula que todos los ciudadanos, sin distinción de sus ingresos u origen social, tienen ciertos derechos fundamentales como consumidores.
Este día se celebra demostrando así que el reconocimiento y la defensa de los derechos de los consumidores es un indicador importante de progreso social y económico.
El 9 de Abril de 1985 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó las Directrices de Naciones Unidas para la Protección de los Consumidores, quedando así los derechos de éstos elevados a una posición de reconocimiento y legitimidad internacional.
En el mundo
El Día Mundial de los Derechos del Consumidor se celebra en todo el mundo, demostrando así que el reconocimiento y la defensa de los derechos de los consumidores es un indicador importante de progreso social y económico.
Los derechos contenidos en la declaración, que posteriormente fueron ampliados a ocho puntos, son el eje de las acciones emprendidas por el movimiento mundial de consumidores y Consumers International.
Derechos que constituyen la base para el trabajo de las organizaciones de consumidores en todo el mundo:
Derecho a productos y servicios seguros.
Derecho a ser informado/a.
Derecho a elegir.
Derecho a ser escuchado/a.
Derecho a la satisfacción de necesidades básicas.
Derecho a ser compensado/a.
Derecho a la educación.
Derecho a un medio ambiente saludable.
Derechos del Consumidor en Colombia
¿Quién es un Consumidor?
Atendiendo las reglas contenidas en el ordenamiento jurídico colombiano, que regulan los derechos y obligaciones surgidas entre productores, proveedores y consumidores, se debe identificar el alcance del concepto de consumidor frente a las definiciones contenidas en los marcos legales que regulan diferentes sectores.
1. En el sector financiero, la Ley 1328 de 2009, define al consumidor financiero como “Todo cliente, usuario o cliente potencial de las entidades vigiladas”.
Es decir, el consumidor financiero, es toda persona natural o jurídica con quien las entidades vigiladas por la Superintendencia Financiera de Colombia, establecen relaciones de orden legal o contractual para el suministro de productos y servicios (cliente), con aquellas que utilizan los servicios de una entidad financiera (usuario) y las que se encuentran en la etapa preliminar de una negociación para adquirir productos o servicios (cliente potencial).
1. Las entidades vigiladas por la Superintendencia Financiera de Colombia:
Establecimientos de Crédito
Entidades Aseguradoras
Administradoras de Fondos de Pensiones y Cesantías
Fiduciarias
Intermediarios de Valores
Portafolios de Inversión.
2. En el sector de servicios públicos: la Ley 142 de 1994 define al consumidor y/o usuario como toda persona natural o jurídica que se beneficia con la prestación de un servicio público, bien como propietario del inmueble en donde éste se presta, o como receptor directo del servicio.
La ley diferencia al usuario del suscriptor, entendiéndose éste último como toda persona natural o jurídica con la cual se ha celebrado un contrato de condiciones uniformes de servicios públicos.
3. La Ley 1480 de 2011 conocida como el Estatuto de Protección al Consumidor, define al consumidor como “toda persona natural o jurídica, que como destinatario final, adquiera, disfrute o utilice un determinado producto, cualquiera que sea su naturaleza para la satisfacción de una necesidad propia, privada, familiar o doméstica y empresarial cuando no esté ligada intrínsecamente a su actividad económica. Se entenderá incluido en el concepto de consumidor el de usuario”.
De la definición antes descrita:
Los sujetos considerados consumidores adquieren productos y los agotan y/o extinguen con el uso, por lo tanto, no tendrán la consideración de consumidores o usuarios quienes adquieran, almacenen, utilicen o consuman bienes o servicios, con el fin de integrarlos en procesos de producción y/o transformación (en cuyo caso serán considerados productores), o comercialización (en cuyo caso serán considerados proveedores).
Se considera consumidor aquel que adquiere productos para satisfacer una necesidad empresarial cuando no esté íntimamente ligada a su actividad económica, es decir, cuando el sujeto adquiere un producto que esté por fuera de su esfera de especialidad.
Derechos del Consumidor
Derecho a recibir productos de calidad:
El consumidor tiene el derecho a obtener de los productores y proveedores, bienes y servicios que reúnan los requisitos y características legalmente exigibles, o las contratadas, anunciadas o aquellas que correspondan a las condiciones habituales y ordinarias del mercado.
Derecho a la seguridad e indemnidad:
El consumidor tiene el derecho a recibir protección contra los daños o consecuencias nocivas que lleguen a afectar su salud, su vida y su integridad y que sean causadas por un determinado producto en condiciones normales de uso.
Derecho a recibir información:
El consumidor tiene el derecho a recibir información veraz, suficiente y oportuna respecto de los productos que se ofrezcan o se pongan en circulación, así como sobre los riesgos que puedan derivarse de su consumo o utilización y sobre los mecanismos de protección de sus derechos y las formas de ejercerlos.
Derecho a recibir protección contra la publicidad engañosa:
El consumidor tiene el derecho a ser protegido, cuando el contenido de los mensajes no corresponda a la realidad o sea insuficiente, de manera que lo induzca o pueda inducirlo a error, engaño o confusión.
Derecho a reclamar:
El consumidor tiene el derecho de acudir directamente ante el productor y/o proveedor y obtener reparación integral, oportuna y adecuada de todos los daños sufridos, así como tener acceso a las autoridades judiciales o administrativas para que lo tutelen, de manera que garanticen la efectividad y el libre ejercicio de los derechos que le asisten como consumidores.
Derecho a obtener protección contractual:
El consumidor tiene derecho a obtener protección al firmar un contrato, así como de las cláusulas abusivas en los contratos de adhesión.
Derecho de elección:
El consumidor tiene derecho a decidir libremente los bienes y servicios que considere satisfacen sus necesidades.
Derecho a la participación:
El consumidor tiene derecho a organizarse, elegir a sus representantes, participar y ser oídos por quienes cumplen funciones públicas, participar en el estudio de las decisiones legales y administrativas que les concierna y a obtener respuesta a sus peticiones.
Derecho de representación:
Los consumidores tienen derecho a hacerse representar por organizaciones o por sus voceros debidamente autorizados, para obtener soluciones a sus reclamaciones.
Derecho a informar:
Los consumidores tienen derecho a tener acceso a medios masivos de comunicación para informar, divulgar y educar sobre el ejercicio de sus derechos.
Derecho a la educación:
Los consumidores tienen derecho a recibir educación sobre la forma de ejercer sus derechos.
Derecho a la igualdad:
Los consumidores tienen derecho a ser tratados equitativamente y de manera no discriminatoria.
Deberes del Consumidor
Informarse respecto de la calidad de los productos, así como de las instrucciones que suministre el productor o proveedor en relación con su adecuado uso o consumo, conservación e instalación.
Obrar de buena fe frente a los productores y proveedores y frente a las autoridades públicas.
Cumplir con las normas sobre reciclaje y disposición de desechos.