domingo, mayo 11, 2025
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Adorable y odiosa París: a veces memoria viva, a veces parque temático

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Ayuntamiento de París (Hôtel de Ville de Paris, en francés) alberga las instituciones del gobierno municipal de París. Foto por Martha Alzate

Mientras tanto, París seguirá siendo sinónimo de inspiración, romance, moda y belleza, sustentada en parte por el supuesto de que toda esta maravilla surgió de una manera fortuita, un producto colateral de un cuidado y planificado urbanismo.


 

¿Qué agregar a todo lo ya dicho sobre París?

Ampliamente conocida, publicitada y enlazada a los circuitos de la moda y las artes a través de todo el orbe, es, también la villa que en el 2017 superó todos los registros con un número de visitantes cercano a los treinta y cuatro millones.

La capital de Francia es, además, un ícono de la cultura. Su dotado urbanismo, desarrollado durante el Segundo Imperio bajo la dirección de Georges-Eugène Haussmann, designado para tal fin por el Emperador Napoleón III, no tiene parangón en el mundo occidental.

En un comienzo la inspiración para la revolución urbana encargada a Haussmann provino de los días de estancia en Londres del sobrino de Napoleón, sumada al resultado de las reformas adelantadas bajo su mandato, que incluyeron el desmembramiento de la intrincada aldea medieval, la apertura de extensos bulevares, y la dotación o reutilización en la zona central de la capital francesa de numerosas edificaciones, que a su vez eran obras de arte arquitectónico.

 

La renovación de París por parte de Haussmann fue un vasto programa de obras públicas encargado por el emperador Napoleón III y dirigido por su prefecto del Sena, Georges-Eugène Haussmann, entre 1853 y 1870. Imagen extraída de Wikipedia, artista Camille Pissarro, 1898

 

Todo ello sobrepasó con creces a sus más firmes referentes.

Lo cierto es que París parece inagotable. Estuve ya en otras ocasiones recorriendo los destinos obligados, pero una pequeña variación en el itinerario pudo hacer de esta visita, tal vez, algo diferente.

Decidí afrontar un trayecto de una media hora a pie, para transitar desde el distrito de Montparnasse hasta el complejo de Los Inválidos (Hôtel des Invalides), lo que me permitió deambular con calma por los sectores que se ubican entre los puntos de partida y llegada.

La ciudad se abría al sol en los días finales de agosto del 2018, y por tanto era posible contemplar en todo su esplendor las fachadas, muchas suntuosas y de igual lenguaje arquitectónico: las características construcciones del Siglo XIX levantadas en la época del plan Haussmann y otras novedosas concebidas con esmero y énfasis en los detalles, conocedoras, podría decirse, de la riqueza de su emplazamiento.

 

Las renovaciones del Segundo Imperio dejaron tal marca en la historia urbana de París que todas las tendencias e influencias posteriores se vieron obligadas a referirse, adaptarse, o reutilizar algunos de sus elementos. Foto por Martha Alzate

 

Las calles parecían desiertas de residentes y visitantes.

Una posible razón del vaciamiento podría relacionarse con una costumbre adoptada casi de manera unánime según la cual, para no desperdiciar tiempo en un lugar lleno de atractivos y altamente costoso, los forasteros se obligan a usar el metro; igualmente, los residentes lo toman, ya sea para evitar los rigores del caluroso verano o simplemente para hacer más eficientes sus desplazamientos.

En el París de hoy, la velocidad es una imposición. Lejos quedaron los días del flâneur, que parece virtualmente eliminado por varias razones, la prisa una de ellas.

¿Cuál era el sentimiento predominante en mí, durante ese paseo? ¿Podría decirse válidamente que se trataba de una suerte de arrobamiento?

 

Fachadas y balcones de París. Foto por Martha Alzate

 

Lo cierto es que mis reflexiones aquella tarde me llevaban a imaginar lo que ocurriría al interior de muros y ventanas. ¿Cómo sería vivir en París?, ¿qué sentiría aquel que miraba el mundo a través de la verja de tal o cual balcón?

Nuestro camino discurría por vecindarios que podrían denominarse residenciales, mayoritariamente inmóviles debido al marasmo que se apodera del espacio urbano en las ciudades europeas después de la hora del almuerzo, siendo la excepción a esta regla las zonas con mayor afluencia de público, donde es posible encontrar comercios abiertos de manera continua, a la vez que es obligado toparse inevitablemente con las odiosas multitudes.

Así, habiendo arribado a los alrededores del destino trazado, El Palacio Nacional de Los Inválidos, reapareció el gentío, conformado por una cantidad considerable de turistas.

 

El Palacio Nacional de los Inválidos es un complejo arquitectónico situado en el séptimo distrito de París, cerca de la Escuela Militar. Es especialmente conocido por albergar los restos mortales del emperador Napoleón. Foto por Martha Alzate

 

Los Inválidos es el nombre bajo el cual se agrupan una serie de baterías habitacionales, pensadas para albergar a los soldados discapacitados o heridos en combate que hubieran quedado sin hogar. Fue una iniciativa del rey Luis XIV, que finalizó sus trabajos en el 1674.

Hasta ese monumento fueron trasladados los restos de Napoleón Bonaparte en 1840, que yacen en un mausoleo recubierto de piedras (cuarcita roja y granito verde), dispuesto en el eje central de la Iglesia del Domo (Cathédrale Saint-Louis des Invalides).

Para abrir lugar a la tumba napoleónica, fue requerida una reforma. Ordenada por el Rey Luis Felipe I, y encargada al arquitecto francés de origen romano Louis Joachim Tullius Visconti, a partir de ella se dispuso un gran agujero en el centro de la nave principal, para situar las cenizas sobre un pedestal que, coronado de laureles, permanece custodiado por doce esculturas o “Victorias”, figuras femeninas esculpidas por el artista James Pradier, que representan los principales triunfos del militar y emperador Bonaparte.

 

Mausoleo de Napoleón. Diseñado por Louis Visconti, es de porfirio rojo de Rusia y descansa sobre un zócalo de granito verde de Los Vosgos. Contiene seis féretros sucesivos. El más interior es de una lámina de acero recubierta de estaño, el segundo de caoba, el tercero y el cuarto de plomo, el quinto de madera de ébano y el último de roble. Foto por Martha Alzate

 

Edificios, iglesia y jardín anexo, constituyen un conjunto monumental, como tantos otros en París, dispuesto sobre la línea del urbanismo principal de la ciudad, de manera que desde los prados contiguos es posible tener la visual del Grand Palais y el Petit Palais, ubicados cada uno a un costado de la vía que comunica a Los Inválidos con los Campos Elíseos.

Todo lo construido al interior de los veinte distritos principales de París, fue concebido con dimensiones grandiosas y una factura estética sobresaliente.

Una galería abierta, cuya exposición permanente son las calles y los bulevares, al igual que espacios públicos y edificaciones, complementados por grandes plazas, palacios, museos, iglesias, entre otras instalaciones emblemáticas.

Todas ellas realizadas bajo la tutela de la ambición creativa, con fuerte predominio de los detalles decorativos y ornamentales.

 

Foto por Martha Alzate

 

Aún hoy, los elementos de hechura reciente parecen armonizar, así su arquitectura sea radicalmente distinta. Pero, a la vez que bella, una hermosura dispuesta para la observación y el recorrido, París es hostil.

Los parisinos son antipáticos, y en los comercios atienden con desgano. Conocen de antemano que la clientela abunda, y no tienen la disposición de prestar un servicio cálido. Lo de ellos con el foráneo es un contrato temporal que, entre más rápido e impersonal se desenvuelva más rentable se hace a sus ojos.

Si se desea tomar un café y es la hora del almuerzo, por ejemplo, con malas caras los encargados de cada establecimiento indicarán que los asientos están reservados solo para los que van a comer.

Y si el atribulado comensal no habla un francés perfecto o al menos aceptable, se fastidiarán sin esforzarse en ocultar su desagrado, llegando a negarse a responder  en absoluto.

 

Foto por Martha Alzate

 

Supongo, porque no lo sé, que debe ser insoportable encargarse de despachar bienes y servicios a la interminable horda turística que arrasa todo a su paso, y a la vez intentar subsistir en una localidad excesivamente costosa.

No se trata solo del importe de los insumos diarios y alimentos, muy por encima del promedio en el resto del país; de igual manera los inmuebles en los distritos centrales tienen precios elevadísimos, y muchos de los que allí residen, mimetizados detrás de sus elegantes portales, se ven forzados a habitar en espacios de menos de 20 m2.

Algunos hasta malviven en diminutas residencias que incluyen habitación-salón-baño-cocina todo dispuesto en 10 m2, espacios de sobra precarios acerca de los cuales es posible hacerse una idea consultando reportajes, videos, y otros testimonios que circulan en la red.

Conjeturo que buena parte de su animosidad se ha ido forjando con el tiempo a manera de adaptación: la resistencia precisa para no perecer en el intento de llegar a ser cabalmente un parisino. 

 

Fachadas casas de París. Foto por Martha Alzate

 

Existen, a su vez, otro tipo de molestias para los moradores de esta capital. En París, por momentos, se pierde la sensación de estar en una ciudad realmente habitada por residentes comunes y corrientes, sobre todo en la temporada de verano, y se ingresa en un modo del tipo escenográfico.

Esta impresión se refuerza con las actividades que se programan en el espacio público, muchas de ellas financiadas por el Ayuntamiento. Así, los puentes que cruzan el río Sena, por ejemplo, se disponen para albergar Representaciones de malabaristas, patinadores, saltarines, titiriteros, y hasta músicos de conservatorio.

Todos ellos encargados de efectuar una suerte de teatro al aire libre, dirigido de manera prioritaria a los turistas, cuyo indeseable efecto es interrumpir de manera significativa las dinámicas propias de la urbe.

Un concepto de entretenimiento, masivo y gratuito sobre el espacio público, que lejos de constituir una auténtica expresión artística encarna una intención meramente comercial, que persigue obsesivamente la remuneración del paseante extranjero, pero que, al mismo tiempo, abomina de él y poco lo tolera.

 

Multitud en barrio de París

 

Un ejemplo: quise tomar una fotografía a un señor entrado en años que se disponía a sacar unos muñecos de una valija harto intrigante, desplegados humanidad, valija y muñecos sobre uno de los puentes más recordados del Sena.

Pues bien, el energúmeno me gritó en francés, bastante airado, que si deseaba hacer fotografías fuera a tomarlas a otra parte, que él no era una escultura de París.  Y siguió renegando hasta que logré perderme del alcance de su vista.

Y, tal vez, podría tener algo de razón, no lo descarto.

Ha de ser verdaderamente irritante para rebuscadores y habitantes esta saturación que copa los espacios sin dar lugar al descanso, si bien el distraído visitante promedio no se siente afectado por ello y las tribulaciones de residentes y comerciantes le son ajenas, no logrando disminuir en nada el efecto que la puesta en escena le provoca: una perpetua novedad dispuesta en aparente naturalidad, una magia que contribuye de manera importante a que París se haya convertido en una especie de Disneyland de las ciudades del mundo.

 

Panorámica de París. Foto por Martha Alzate

 

Pero las incomodidades y los otros efectos indeseados de la industria turística, como su gran aporte a la contaminación ambiental, se toleran de buena gana en virtud de ser ella fuente de cuantiosos ingresos para los países que constituyen los destinos favoritos de los consumidores de paisajes y territorios, procedentes de todos los rincones del planeta.

A pesar de todos los argumentos que puedan esgrimirse en contra de esta exhibición, que en sí misma contiene mucho de ostentación, pretensión y explotación, la belleza del centro de París, la amplitud y exuberancia de su urbanismo, y la continuidad de una arquitectura destacada y conservada, es un hecho que deja poco margen a la discusión.

La pregunta obligada en cualquier debate relativo al aprovechamiento actual de estos atractivos en relación a la vida citadina, podría ser: ¿cómo no derivar de este patrimonio beneficios para la economía nacional y local?

 

Ayuntamiento de París (Hôtel de Ville de Paris, en francés) alberga las instituciones del gobierno municipal de París. Foto por Martha Alzate

 

Reflexionando sobre estas cuestiones, acuden a mi mente otros interrogantes.

¿De qué manera saber si Haussmann se propuso, en los años en que la modernidad posibilitó la expansión de los asentamientos medievales incorporando técnicas de saneamiento básico y construcción masiva, crear una ciudad museo?

¿Se podría conocer si en aquellos lejanos días, en que se posaba el horizonte del siglo XIX y se alzaban los albores del siglo XX, fomentar el turismo masivo fue una pretensión consciente del principal artífice del primer destino del mundo?

Estas inquietudes me han llevado a adquirir el libro Memorias de Haussman, una recopilación de sus reflexiones acerca de Les Grands Travaux, la serie de grandes obras públicas realizadas en el Segundo Imperio, que transformaron la capital gala en lo que hoy es.

 

Libro Memorias de Haussman. Foto por Martha Alzate

 

Mientras tanto, París seguirá siendo sinónimo de inspiración, romance, moda y belleza, sustentada en parte por el supuesto de que toda esta maravilla surgió de una manera fortuita, un producto colateral de un cuidado y planificado urbanismo.

Podría definírsela como un artefacto adorable, del cual es posible enamorarse gracias precisamente a su aparente espontaneidad.  Para conservar esta ilusión, habrá que ver cuánto de esta teoría se puede sustentar en las evocaciones del Barón Haussmann.

Así cantó a ella Yves Montand, en À Paris:

Car le vent

Quand il vient à Paris

N’a plus qu’un seul soucis

C’est d’aller musarder

Dans tous les beaux quartiers

De Paris

 

Aquella lejana tarde de verano, parafraseando a Montand, quise ser ese viento, cuyo único problema consiste en recorrer despacio los bellos barrios de París, y a la vez, sin pasar por alto toda su innegable hermosura, me fue dado otear su costado siniestro, tenebroso, avasallador.

Y no pude dejar de notar que ella puede ser, también, el oro en estado de asedio permanente que torna su precioso núcleo en helado armamento, lacerando, desgarrando, o llegando incluso a suprimir todo impulso de vida.

 

Galería del Palacio Nacional de los Inválidos y calles de París

Chimamanda Ngozi Adichie en el Hay Festival Cartagena 2019

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Chimamanda Ngozi. Foto por Diana Aristizábal

Considero que Adichie da en el clavo cuando habla de “todos”, porque feministas no tendríamos que ser solo las mujeres: también los hombres deberían serlo sin sentir que menoscaban su masculinidad, de la misma manera como no se tiene que ser negro para estar en contra del racismo o ser gay para apoyar a la comunidad LGTBI: es salir de la situación particular y privilegiada para ponerse en los zapatos del otro, es tener empatía.


 

Tuve la oportunidad de estar en el pasado Hay Festival en Cartagena, que se llevó a cabo del 31 de enero al 3 de febrero de este año. En nuestro país se realiza desde 2007 y en el mundo desde 1988, cuando en la pequeña población inglesa de Hay-on-Wye —que se conoce como la ciudad de los libros porque tiene alrededor de 40 librerías y menos de 2000 habitantes— se reunieron un grupo de amigos para conversar sobre literatura.

Es la cuarta vez que asisto. Normalmente voy sola y algunas personas me preguntan por qué voy a un festival de literatura cuando lo que me gusta es el cine. Bueno, lo mío definitivamente son las filias, disfruto muchas cosas, entre ellas conversar y este es un espacio para cultivar la buena conversación y el amor por la lectura.

 

Hay Festival Cartagena 2019. Foto por Diana Aristizábal

 

Esta vez fueron más de 170 invitados de 26 países, entre ellos autores tan diversos como Mircea Cartarescu, Zadie Smith, Michael Pollan, Leonardo Padura, Laura Restrepo, Manuel Vilas, Piedad Bonnett.

Además se contó con la presencia de la artista Doris Salcedo, el reportero fotográfico Jesús Abad Colorado, la Premio Nobel de Paz Shirin Ebadi, la economista Deirdre McCloskey, el filósofo Wolfram Eilenberger y el físico José Ignacio Latorre.  También estuvieron el médico Dale Bredesen, el publicista Eugenio García, los periodistas Gustavo Gorriti, Lydia Cacho y Alma Guillermoprieto

En la parte musical se contó con  Wilfrido Vargas, Totó La Momposina, y David Sánchez, entre otros, que hicieron del Festival un espacio de encuentro y celebración para dialogar sobre diferentes temáticas.

 

 

En cada festival he descubierto algún escritor que no conocía o un tema del que no había escuchado.

Este año la gran revelación para mí ha sido Chimamanda Ngozi Adichie. Cuando vi que era una de las invitadas al Hay Festival, busqué su obra y leí sus dos discursos más famosos, a partir de las dos charlas TED, “Todos deberíamos ser feministas” y “El peligro de la historia única”.

Todos deberíamos ser feministas

El peligro de la historia única

 

Debo reconocer que estaba un tanto prevenida con el título del primero: me siento incómoda con el tono radical que ha tomado un sector del feminismo, que lamentablemente le ha hecho perder fuerza y determinación a lo que verdaderamente importa cuando hablamos de equidad de género.

Considero que Adichie da en el clavo cuando habla de “todos”, porque feministas no tendríamos que ser solo las mujeres: también los hombres deberían serlo sin sentir que menoscaban su masculinidad, de la misma manera como no se tiene que ser negro para estar en contra del racismo o ser gay para apoyar a la comunidad LGTBI: es salir de la situación particular y privilegiada para ponerse en los zapatos del otro, es tener empatía. 

 

Chimamanda Ngozi Adichie. Imagen extraída del archivo del Hay Fetival. Foto por Daniel Mordzinski

 

El sábado 2 de febrero la escritora nigeriana fue la encargada de liderar la charla inaugural en honor a Gabriel García Márquez. Era una de las conferencias más esperadas.  Fueron 15 minutos iniciales de un discurso de Chimamanda acerca del impacto que había supuesto para ella la lectura de Cien años de Soledad y como se convirtió en el libro que hubiera querido escribir.

Los siguientes 45 minutos fueron una charla en compañía de la reportera y también escritora Alma Guillermoprieto, en el Centro de Convenciones de Cartagena, que lamentablemente resultó una gran decepción, pues la periodista mexicana no supo sacar provecho del  flanco fuerte de la escritora.

Esto mismo me ha sucedido en otras charlas del festival y no es por falta de experiencia del entrevistador: el profesionalismo de la reportera es innegable, pero no preguntó lo que hubiera resultado una buena conversación acerca de la obra de Adichie; solo se dedicó a hacer preguntas muy escuetas que trajeron momentos verdaderamente incómodos.

 

Charla con Chimamanda Ngozi y Alma Guillermoprieto. Foto por Diana Aristizábal

Salí con la sensación de que hubiera sido una conversación aceptable a puertas cerradas, pero no en un auditorio que estaba llenó para escuchar a Chimamanda.

Me doy por bien servida, pues tuve una segunda oportunidad con Chimamanda el domingo 3 de febrero en el marco del Hay Comunitario, en la charla que dio en el barrio Nelson Mandela.  Este barrio, ubicado a 50 minutos del centro histórico de la ciudad, fue fundado a principios de los años noventa en el sudeste de Cartagena por un grupo de familias desplazadas principalmente de Palenque y del Urabá Antioqueño.

 

Chimamanda Ngozi en el barrio Nelson Mandela de Cartagena. Foto por Diana Aristizábal

 

Sus habitantes, mayoritariamente afrodescendientes, se ven más como una comunidad autónoma porque han tenido que auto gestionar todo.

En contraste con el evento de la noche anterior, esta charla tuvo toda la connotación política que extrañamos en la entrevista de Guillermoprieto. Chimamanda llegó como toda una “Rock Star” entre ovaciones y manifestaciones de cariño y admiración.  El aplauso de bienvenida casi no termina y ella evidentemente emocionada, saludó diciendo en español: “Me alegra estar en la Cartagena negra”

En esta oportunidad la entrevistaron Aurora Vergara, doctora en Sociología, profesora y directora del Centro de Estudios Afrodiaspóricos de la Universidad ICESI y Mabel Lara presentadora de televisión, quien inició el encuentro leyendo parte del discurso: “Todos deberíamos ser feministas”, luego de que su autora lo leyera en inglés: “La forma en que criamos a nuestros hijos les hace un flaco favor. Reprimimos la humanidad de los niños”.

 

Entrevista a Chimamanda Ngozi con Mabel Lara. Foto por Jack Modave

 

Definimos la masculinidad de una forma muy estrecha. La masculinidad es una jaula muy pequeña y dura en la que metemos a los niños. Enseñamos a los niños a tener miedo al miedo, a la debilidad y a la vulnerabilidad. Les enseñamos a ocultar quiénes son realmente, porque tienen que ser, como se dice en Nigeria, hombres duros.

Me pareció muy acertado este inicio, pues estableció los temas centrales de la obra de Chimamanda —la raza y el género— como la guía que marcaría el tono del encuentro.

Aurora Vergara formuló una excelente pregunta y evidenció conocer la obra de Adichie profundamente, incluso más que Alma Guillermoprieto.  Preguntó: “¿Reivindicar a África como lugar de poder posibilitará movilizar esta agenda feminista afrodiaspórica?”  a lo que la escritora respondió con un “¡Sí!” categórico:

Una de las razones por las que estoy tan feliz de estar en Colombia, en Latinoamérica, es porque como africana siento una conexión con este continente, y eso es porque África está aquí. África está en el ADN de América. Creo que es una lástima –y esto es algo que ha pasado en todo el mundo occidental— que haya habido una estrategia muy deliberada de disminuir todo lo africano y enseñar a la gente con ascendencia africana que debería sentir vergüenza. Déjenme decirles que no hay nada de qué avergonzarse.

Chimamanda les dijo a las mujeres negras colombianas que deben llevar su pelo con orgullo y resaltó la necesidad de cuestionar la manera en que la sociedad define la belleza, en relación al pelo de las mujeres  negras.

Tenemos que ampliar lo que es considerado bello, no puede ser el pelo liso únicamente el que es considerado bello. Las mujeres negras no deberían sentir la presión de conformarse con un estándar estrecho de belleza para ser aceptadas.

 

Chimamanda Ngozi Adichie. Foto por Diana Aristizábal

 

Este fue sin lugar a dudas un espacio poderoso, en donde Adichie ejerció una influencia inspiradora sobre la comunidad negra del barrio Nelson Mandela. Me sentí tan conmovida con la fuerza de su discurso y con el empoderamiento de estas hermosas mujeres, que en ese momento experimenté un enorme deseo de ser negra y vivir esa pasión desbordante por su tradición e influencia africana.

Pero tristemente el evento no fue solo para los habitantes de este barrio, la entrevista fue interrumpida cuando invitaron a la ministra de cultura Carmen Vásquez a la tarima. Supuestamente iba a presentar el proyecto “Mujeres afrocolombianas escriben su territorio” y cuando mencionó la importancia del turismo y la cultura en la agenda del presidente Duque, provocó el rechazó y el abucheo de los asistentes.

Una de las mujeres sentadas en el suelo frente a la tarima, gritó: “Paren de matar gente negra”.

En ese momento la ministra invitó rápidamente a las treinta escritoras a la tarima para tomarse una foto con Chimamanda y sin explicar de qué se trataba el proyecto, sin hacer el cierre, ni abrir la ronda de preguntas del público, acabó el evento. Ni siquiera pudieron hablar las escritoras de la foto. Más que escuchar sus historias, se había ido a hablar por ellas.

He visitado numerosas veces Cartagena de Indias y nunca olvidaré esta experiencia conmovedora y emocionante de visitar el barrio Nelson Mandela y conocer un poco de la “Cartagena real” y ahora, empezaré con el libro “Americanah” a conocer profundamente la escritura de la carismática Chimamanda Ngozi Adichie.

Ella también quedó impactada de su visita a Cartagena y lo expresó en su cuenta de Instagram:

Profundamente conmovida por la calidez y el amor en el barrio Nelson Mandela. Nunca he deseado tan desesperadamente hablar español.

 

Ver Galería de la visita de Chimamanda Ngozi Adichie al barrio Nelson Mandela

100 años de Bauhaus: las mujeres y otras historias para rescatar

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Sentado con máscara de escenario de Oskar Schlemmer en un sillón tubular de acero de Marcel Breuer. Collage con motivo de los 100 de Bauhaus 2019. Imagen extraída de bauhaus.de. Foto: Eric Consemûller (1926).

Bauhaus era una invitación al arte funcional. Una visión que respiraba frescura y un cierre de cuentas con el arte barroco y neoclásico, tan apreciado en Alemania


 

Primer centenario de la fundación de la academia de artes Bauhaus. Un ícono no solo de la arquitectura, sino también del diseño industrial y de la pintura.

En Alemania corrían nuevos tiempos. En la ciudad de Weimar se había gestado la primera república, luego de que el Emperador se viera obligado a abdicar  al finalizar la Primera Guerra Mundial. Una democracia joven y frágil, pero llena de ímpetus, que generaron cambios sociales fundamentales: las mujeres se ganaron su derecho al sufragio y podrían tener acceso a estudios superiores.

De allí que el Manifiesto de Bauhaus proclamado en 1919 resultara tan atractivo como revolucionario: en Bauhaus podrían estudiar todos. Esto es, independiente de la edad y el género. Viejos, jóvenes, mujeres, hombres. El único requisito era poner su espíritu creativo al servicio de un arte que rescatara lo básico, que estuviera desprovisto de adornos superfluos.

Bauhaus era una invitación al arte funcional. Una visión que respiraba frescura y un cierre de cuentas con el arte barroco y neoclásico, tan apreciado en Alemania.

 

Sentado con máscara de escenario de Oskar Schlemmer en un sillón tubular de acero de Marcel Breuer. Collage con motivo de los 100 de Bauhaus 2019. Imagen extraída de bauhaus.de. Foto: Eric Consemûller (1926).

 

Pero como dice el viejo y conocido refrán: “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Así que si bien las propuestas visuales fueron liberadoras porque aparecieron las formas claras, los colores sólidos, las siluetas desprovistas de dorados y tallados innecesarios, también es necesario reconocer que la genialidad creativa de Gropius no fue igual de generosa como rezaba el Manifiesto.

 

“Ninguna distinción entre el sexo bello y el sexo fuerte”

Y es que la realidad lo avasalló. Durante el primer semestre de funcionamiento de la escuela de Bauhaus se matricularon 84 mujeres y 79 hombres. ¡Por fin las mujeres podían obtener un cupo en las universidades!

Y las promesas del Manifiesto eran además vanguardistas: arte no solo en las aulas sino en talleres prácticos de metalurgia, madera, cerámica, tejido, pintura, escultura. Maestros de sus oficios que actuarían como sus mentores.

A Walter Gropius y los maestros (título supremo en Alemania para expertos en un oficio) el gran número de mujeres les incomodó. Al punto que, en su calidad de director, pidió que se revisaran las políticas de ingreso a la institución, sobre todo en lo que se refería al gran número de mujeres.

Según se lee en el libro de Ulrike Mueller “Las mujeres de Bauhaus”, éstas fueron expulsadas de los talleres de metalurgia, arquitectura y construcción, aduciendo que carecían de la fuerza física para trabajar los materiales. Pero también en otros talleres como la fotografía, la presencia femenina fue rechazada.

 

Alma Siedhoff-Buscher, estudiante en la Bauhaus 1922-1927. Imagen extraída de bauhaus100.de. Foto: Atelier Hüttich-Oemler (Weimar), 1923.

 

Las mujeres que de todas maneras quisieron continuar en Bauhaus, fueron confinadas a la llamada “clase de mujeres”, que no era otra cosa que el taller de tejidos, pues como lo afirmaba con cierto sarcasmo una frase de la época, atribuida al pintor Oskar Schlemmer, uno de los padres de Bauhaus “donde hay lana, hay una mujer, que teje para matar el tiempo”.

Así que para evitar que los nobles oficios de Bauhaus cayeran en la categoría de pasatiempo de mujeres casaderas, era más fácil asumir las viejas prácticas sociales, por lo demás discriminatorias, como una zona de confort, que no era necesario abandonar.

“No hay que experimentar”, diría Gropius al respecto.

En aquel entonces se creía también que los hombres transportaban la cultura y podían ver en tercera dimensión. Mientras que las mujeres solo podían pensar en dos dimensiones. De ahí que no se les confiara ningún oficio  como la producción de objetos o de casas.

 

Avant-garde

Pese al poco reconocimiento que obtuvieron las mujeres de la era Bauhaus-  ¿puede el lector adjudicarle una obra a Alma Buscher?- lo cierto es que de a poco empezaron a abrirse un camino.

Pero como se trata de no repetir el error del pasado, este balance de los 100 años sirve para darle visibilidad a algunas de las mujeres Bauhaus, artistas exitosas y entregadas a su talento, pese al poco reconocimiento de la época.

Así por ejemplo, y a riesgo de ser injusta por tan solo mencionar tres ejemplos, traigo a colación los trabajos de Alma Buscher, de Gunta Stoelzl y de Marianne Brandt

1. Alma Buscher: luego de un paso poco glorioso por el taller de tejido, fue asignada al taller de madera. Una decisión acertada del rector, porque Alma Buscher es la madre de muchos de los juguetes más icónicos de Bauhaus.

 

Muñecos arrojadizos, autor: Alma Siedhoff-Buscher, 1924. Imagen extraída de bauhaus100.de
Pequeño juego de construcción naval, autor: Alma Siedhoff-Buscher, 1923. Imagen extraída de bauhaus100.de

 

Pero también dejó su impronta en el diseño de interiores. En el cuarto de niños de la casa modelo “Haus am Horn“, el trabajo de Buscher demostró ser el de una artista comprometida con las formas y los colores vanguardistas, pero sobre todo que estaba pensada para satisfacer las necesidades de los niños, y no en repetir el modelo de la versión miniatura de muebles para adultos.

Alma Buscher moriría en 1944, por culpa de la bomba aérea en la ciudad de Frankfurt del Meno.

2. Gunta Stoelzl: la única maestra que tuvo la escuela Bauhaus. Fue la directora de la “clase de mujeres”. El taller de tejido y telares se convirtió gracias al tesón pero sobre todo a la creatividad de la maestra, en la vaca lechera, de la escuela.

 

Retrato Gunta Stölzl / Foto: desconocido, alrededor de 1926. Imagen extraída de bauhaus100.de

 

Corrían años de hiperinflación y de pobreza en Alemania, producto del pago de las reparaciones de la guerra, y de la hambruna reinante.

Pese a todo, los tapetes de Bauhaus fueron el producto más vendido. Aun cuando para Gropius, su éxito fuera sospechoso. Según registros de la época minimizó la importancia de esta Fuente de recursos al decir, “si gustan tanto entre el público es porque no son suficientemente de vanguardia”.

 

Slit goblin red-green, autor: Gunta Stölzl, 1927/1928. Imagen extraída de bauhaus100.de

 

Lo cierto es que muchas de sus obras o de sus pupilas, incluso están presentes en los textiles actuales, sin que se les pueda realmente atribuir a ellas. Por ejemplo,  la tela con trazos de acero que es la base de la silla Vassili, elaborada en el taller de Gunta.

3. Marianne Brandt: fue una de las pocas mujeres que se pudo hacer a un espacio en el taller de metalurgia. Allí creó artefactos cotidianos minimalistas y geométricos.

 

Retrato Marianne Brandt / Foto: desconocida, alrededor de 1926. Imagen extraída de bauhaus100.de

 

Su tetera, que consiste en una semiesfera de bronce con agarradera de ébano, es considerada un clásico. Asimismo, sus collages y objetos prácticos como la lámpara “Kandem” son hoy reconocidos, luego de que fueran considerados durante los años del nazismo dentro del catálogo de “arte enfermizo”.

Luego la era socialista de Alemania Oriental la rescataría del olvido a finales de la década de los sesenta, cuando ella ya tenía 80 años. Un come back tardío.

 

Servicio de café y té, diseñado por Marianne Brandt / foto: Lucia Moholy, 1924. Imagen extraída de bauhaus100.de

 

Este abrebocas intenta, querido lector, crear un interés por la obra de artistas que han dejado su huella no solo en el arte para contemplar, sino en el diseño de objetos cotidianos como una silla, un tapete, o un servicio de café.

La próxima vez que entre a su cocina, se dará cuenta de que muchos elementos de los muebles o de los electrodomésticos que tiene, provienen de la influyente escuela Bauhaus.

Lo cierto, es que será difícil decirle cuáles podrían haber sido sus autoras.

 

Ver: Mi cercanía a la Bauhaus – Darío Ruiz Gómez

Elogio a la ignorancia

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En todo caso es difícil imaginar que a esta ignorancia se le aplique la fórmula clásica de la manipulación, esa suerte de hilos invisibles que recortan las famosas entendederas, enturbian las miradas y cosen los labios de vez en cuando


 

En la sociedad colombiana es fácil decirse ciudadano, se presenta como un hecho consumado, como cuando se dice “estoy comiendo sancocho”, o “esta morcilla está muy buena”. Se da como una verdad evidente, sin necesidad de cuestionar mucho sobre su trasfondo, así como no se cuestiona demasiado lo que hay detrás de la morcilla deliciosa.

Los colombianos tienen esa rara fauna intelectual, ágil y descomplicada, de cuestionar todo lo que les resulta fundamental (como un acuerdo de paz, o el fin de un conflicto), y de aceptar en términos infantiles lo que debieran ser ejercicios de constante inquietud y perturbación mental, como por ejemplo la ciudadanía, el actuar bien, o el simple y cristiano llamado de hacer el bien para el mundo (Pax Bovis).

Esta actitud desobligada y descomplicada permite que aparezcan esos raros seres de luz solar que salen a las marchas por atentados terroristas que ellos mismos han propiciado a través de las tranquilas votaciones de un pueblo soberano.

No se podría considerar que lo hagan con mala intención, porque incluso el mal, en ese grado, exige un nivel de conocimiento del que ese pueblo carece y adolece, y goza de esa adolescencia.

No es un pueblo malintencionado, sólo es torpe, infantil y manipulable. Carece de la educación suficiente para darse cuenta de ciertas cosas, como de este principio físico y fundamental: “toda acción tiene una reacción”.

 

 

Lo curioso de este grado de ignorancia no es la ignorancia por sí misma; suave sofisma de los que por rocosas circunstancias no han podido encontrar una luz adecuada, pues de esta forma el ignorante lo es por sus circunstancias y siempre se le puede guiar con la luz conveniente.

Pero el caso colombiano es absolutamente distinto. Su ignorancia no parece perturbar su existencia en modo alguno. De hecho, parece sentirse orgulloso de ser su portador y la exhibe como un trofeo que se niega abandonar.

En todo caso es difícil imaginar que a esta ignorancia se le aplique la fórmula clásica de la manipulación, esa suerte de hilos invisibles que recortan las famosas entendederas, enturbian las miradas y cosen los labios de vez en cuando.

De ese tipo de manipulación que hacía, en todo caso, al ignorante portador de ella, un humilde y cobarde servidor, siempre dispuesto a escuchar otra voz.

La ignorancia que exhibe el colombiano vocifera por las calles, sale a marchar con un orgullo descarado, se viste de sombrero paisa y poncho, y pide bala, mucha bala, con gestos que pueden intimidar al más valiente defensor de la razón. La ignorancia colombiana camina con un paso orgulloso y sin agachar la cabeza, habla duro y grita cuando es necesario, defiende sus convicciones con una fe religiosa, y se niega al error con una fuerza sobrenatural.

Esta ignorancia que se exhibe sin descaros ni desmedros ha logrado colarse en todas partes, y ha permeado todas las capas de la sociedad, incluso aquellos espacios que parecían restringidos a los honorables ejercicios de la racionalidad: profesores, arquitectos, ingenieros, médicos.

 

 

No se salvan, es una cosa rara, cumplen sus funciones automáticamente, pero el pensamiento asociado a sus ejercicios se ha convertido en un fantasma que ya no se puede recordar.

La ignorancia, pues, ya no es cosa de clases, de dinero o de acceso al conocimiento, es un virus que lo infecta todo; un hoyo negro que ha absorbido todas las formas y escalones de la sociedad.

Su muestra más emblemática son esas marchas que hacen en nombre de la paz y en las que piden bala, y en las que se encuentran a una feliz distancia las señoras, encopetadas, mientras miran al otro lado la gentil servidumbre que grita el pánico de volverse como Venezuela o de dejar el estado en manos de unos bandidos.

La ignorancia allí va en una apoteosis de felicidad conjunta, se cogen de la mano los unos y los otros, no hay distingo de clase, ni formación, ni cuna. De esa forma la ignorancia terminó haciendo realidad el sueño fraterno de igualdad de la razón, que en este caso es la ausencia de ella.

Pero la cosa es más grave aún. Sus buenos representantes católicos y cristianos, muchos de ellos, buenos vecinos, según parece, se han apropiado de una retórica incendiaria que intimida en su sola presencia gritona y altanera, y no quieren ceder sus espacios a una racionalidad que miran con sospecha y con reserva en el prontuario.

 

A todo aquel que intenta hacer un ejercicio racional se le empieza a tildar con abusiva facilidad de terrorista, guerrillero, mamerto y anormal. Por supuesto, desde el punto de vista intelectual la racionalidad es terrorista, transgresora, rebelde, pues se revela contra la evidencia del mundo y explora sus causas profundas.

Pero hacer esto va contra el lugar privilegiado que la ignorancia parece tener en nuestra sociedad.

Más aún, todo aquello que tenga tufillo a pensamiento crítico representa una afrenta inmisericorde a todo aquel que decide creer en lo primero que ve y (que) escucha. La racionalidad nos vuelve más humanos, pero eso representa un peligro para el reino animal y vegetal de la ignorancia.

Es por ello que últimamente se han ido en ristre contra el gremio docente, al que tildan de castrochavista, narcoterrorista, y otros adjetivos cuya conexión, -no se puede desconocer- por lo menos, es imaginativa.

El problema entre el conocer y la rebeldía es que son comadres, se conoce por una rebeldía fundamental contra el mundo, contra el estado de cosas. La medicina se ha rebelado contra la enfermedad, los ingenieros se han rebelado contra las distancias. Ellos, por el solo uso de la razón, se pueden denominar intelectuales.

La intelectualidad es una insatisfacción permanente contra un mundo cuya evidencia parece funcionar en automático: “lo bueno es bueno, lo malo es malo, lo blanco es blanco y lo negro es negro”. En tal sentido el ejercicio docente ni es terrorista, ni es marxista, ni es castrochavista. Es simplemente crítico, pero la ignorancia ha sabido hacer un buen recaudo de ella asociándole groseramente a estos adjetivos.

 

 

El problema no es que se enseñe marxismo, o comunismo, incluso capitalismo… el problema, en sí mismo, es enseñar a pensar. De tal suerte que la ignorancia no está en contra de una ideología política determinada, está contra todo aquello que rompe su lugar en el mundo: el pensamiento mismo.

A ese pensamiento le han arropado de una ideología, de una determinada forma de ser, marxiana y barbuda, pero su problema no es ese. Pensar, por sí solo, pone en peligro el acto de su existencia.

¡Viva la ignorancia! La felicidad asociada a ella, los amigos entrañables que dan la vida por un partido, los patriotas cizañeros que pierden los estribos por un comentario, los hombres que dudan de su sexualidad ante un gesto amable, la sociedad que enloquece, cuando hablan de paz, mientras ella está acostumbrada al placer de los golpes.

 

San Valentín y el Día de los enamorados

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Valentín era un sacerdote que, hacia el siglo III, desafió al emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes. El religioso lo consideró injusto y los casaba en secreto


 

El día de San Valentín, —o simplemente San Valentín— es una festividad de origen cristiano que se celebra anualmente el 14 de febrero como conmemoración de las buenas obras realizada por San Valentín de Roma, que están relacionadas con el concepto universal del amor y la afectividad. La fiesta en sí es conocida como un evento cultural significativo desde lo religioso por la gracia a Valentín y desde lo laico por relacionarse con los sentimientos del amor y la amistad.

Ver:

A pesar del reconocimiento de San Valentín de Roma como el fundador e iniciador de la fiesta el 14 de febrero, también se asocia a otros religiosos mártires con el nombre Valentín. Esto no socavó la leyenda principal en la que se fundamenta la festividad: San Valentín casaba a soldados con sus damas en las bodegas de las cárceles del Imperio en los tiempos en que el cristianismo fue prohibido por Claudio II​.

Sea cual sea su origen, la festividad del día de San Valentín es típicamente occidental, pues se remonta a la Europa germánica (incluido el actual Reino Unido) desde donde pasaría a los Estados Unidos y allí a gran parte del mundo, pero actualmente se ha extendido a otros países, como China, Japón y Taiwán.

  • En Argentina (14 de febrero), se le llama “Día de los enamorados”, y se celebra la unión entre las parejas. No es usual el envío de tarjetas o corazones, algo que es considerado más propio del mundo anglosajón. Aunque si se acostumbra a regalarse flores y bombones.
  • En Bolivia el llamado Día del amor y la amistad es el 21 de septiembre. Es el primer día de primavera y tradicionalmente las parejas de novios intercambian flores, regalos y tarjetas. El 14 de febrero no es día de festejo, ya que en en esa fecha del año 1879 se produjo la invasión de Antofagasta que inició la Guerra del Pacífico.
  • En Brasil el llamado ‘Dìa dos Namorados’ (día de los novios) es el 12 de junio, en memoria de San Antonio de Padua, santo famoso por ser casamentero. Las parejas de novios cambian regalos y tarjetas. Se celebra en esta fecha, ya que febrero es el mes en que se celebra el carnaval.
  • En Cataluña, Comunidad autónoma de España, se celebra el ‘Día de Sant Jordi’ 23 de abril. La tradición une el día del libro con el día de la rosa.
  • En Chile se conoce como día de los enamorados, siendo un día donde las parejas (sean novios o esposos) celebran el amor y la unión del uno con el otro. El día de los enamorados se celebra el 14 de febrero.
  • En China ya existía el Qi Qiao Jie (día para mostrar las habilidades’), celebrado el séptimo día del séptimo mes del calendario lunar.
  • En Colombia se celebra Día del Amor y la Amistad o Día de Amor y Amistad (Anteriormente se le llamaba “Día de los Novios”): se celebra el tercer sábado de septiembre. Es común la tradición del “amigo secreto”.
  • En Costa Rica se llama “Día de San Valentín”, también “Día de los enamorados” o “Día del Amor y la Amistad” y se festeja entre parejas, familia y amigos, se acostumbra regalar chocolates, flores, regalos, tarjetas y en la noche las parejas acostumbran tener una cena romántica.
  • En Cuba se celebra el 14 de febrero y se conoce como: “día de los enamorados” o “día de San Valentín”. Se ha vuelto ya una tradición que en este día se entreguen obsequios y flores a su pareja. Además, en algunos centros se crean buzones donde se expresan el afecto hacia otras personas; ya sean amigos o enamorados.
  • En Ecuador se celebra el 14 de febrero con rosas, tarjetas, serenatas, cenas nocturnas entre parejas casadas, de novios y amigos.
  • En Egipto es el 4 de noviembre.
  • En España esta fiesta se empezó a celebrar a mediados del siglo XX, con el motivo de incentivar la compra de regalos. A menudo se dice que esta fiesta la introdujo la cadena de grandes almacenes Galerías Preciados.​ Se celebra el 14 de febrero.
  • En Estados Unidos Se conoce como el Día de los Novios o el Día de los Enamorados, se celebra el Amor pero también la Amistad. Es frecuente ver las personas caminando por las calles con flores, globos y chocolates que han recibido o regalarán a otras personas.
  • En Japón, además del festival de Tanabata —versión local del Qi Qiao Jie chino—, el Día de San Valentín se celebra desde febrero de 1958, impulsado inicialmente por la compañía de chocolates Morozoff. Como particularidad, se destaca el hecho de que son las mujeres quienes regalan chocolates a los hombres, ya sean sus familiares, amigos o compañeros de trabajo. En este último caso, el obsequio se vuelve casi una obligación, pues deben regalarles chocolates a todos sus colegas giri-choco, de giri: ‘deber’, y choco: apócope de chokoreeto: ‘chocolate’). Para el hombre que la mujer ama verdaderamente se regala el honmei choco (chocolate favorito). Como una especie de compensación, inventado por los pasteleros en 1980, los hombres devuelven el favor un mes después, el 14 de marzo, celebración conocida como White Day (‘día blanco’), en el que se suelen regalar obsequios de color blanco, como chocolate blanco, malvaviscos o incluso ropa interior.
  • En México se demuestra el amor entre novios o esposos o amantes regalando rosas y chocolates el día 14 de febrero, y para los amigos se estableció que el 30 de julio sea el Día Internacional de la Amistad.
  • En Nicaragua se llama “Día del Amor y la Amistad” y se celebra en familia y amigos.
  • En Panamá se celebra el 14 de febrero, se conoce como el “Día del amor y la amistad” Se celebra con la pareja o amigos ya sea con flores, chocolates, peluches, tarjetas, etc.
  • En Paraguay se celebra el 14 de febrero y se conoce como el “Día de los Enamorados”, las pareja de enamorados se expresan su amor con obsequios, pasacalles y todo tipo de demostraciones de afecto. Las calles se llenan de puesto de ventas de arreglos florales, chocolates y peluches.
  • En Perú esta fiesta se conoce como “Día del amor y la amistad”. En esta fecha el intercambio de tarjetas, peluches y bombones de chocolate rellenos, especialmente diseñados y decorados para esta ocasión son muy populares. Dentro de los regalos más preciados se encuentran las orquídeas, oriundas de la flora peruana.
  • En Puerto Rico Se celebra el 14 de febrero y es conocido como: “Día del amor y la amistad”, “San Valentine”, “Día de los enamorados”, etc. Se acostumbra entre amigos hacer intercambio de regalos, enviarse postales y/o chocolates. Entre las parejas se acostumbra regalarse chocolates, rosas, peluches, postales, perfumes, entre otras cosas. En los lugares de trabajo y escuelas se hacen entre compañeros intercambios de regalo, se colocan buzones para enviarse unos a otros postales y cartitas y se visten de rojo, etc.
  • En Reino Unido, casi la mitad de la población gasta dinero en sus tarjetas de San Valentín y alrededor de £ 1.3 mil millones se gastan anualmente en tarjetas, flores, chocolates y otros regalos, con un estimado de 25 millones de tarjetas enviadas.
  • En República Dominicana Se conoce como: “Día de San Valentín”, “Día del amor y la amistad” y también “Día de los enamorados” se festeja el 14 de febrero. Se acostumbra a reunirse con amigos, enviar postales, chocolates, cenas románticas, etc. En algunas instituciones invitan a vestirse de rojo o rosado y hacen actividades como angelitos, buzones, serenatas, intercambios, entre otros.
  • En Uruguay se celebra el Día de los Enamorados, generalmente en el mes de octubre, en la primavera, y también desde hace unos años el Día de San Valentín el 14 de febrero.
  • En Venezuela se celebra el 14 de febrero, día en que los novios, esposos, y amigos, celebran el día del amor y la amistad regalando flores, tarjetas y chocolates, entre los más comunes y reuniéndose a compartir con las personas más allegadas.

 

Para terminar, compartimos esta canción de Tom Waits llamada “Blue Valentine” de 1978, y un clip de la película homonima con Ryan Gosling y Michelle Williams (nominada con esta película al Oscar como mejor actriz)

 

Blue Valentine – Tom Waits

 

Clip de la película “Blue Valentine”

 

La historia de San Valentín que dio origen al festejo del Día de los Enamorados

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Valentín era un sacerdote que, hacia el siglo III, desafió al emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes. El religioso lo consideró injusto y los casaba en secreto


 Texto extraído de La Capital

El día de san Valentín es una celebración tradicional de países anglosajones que se ha ido implantando en otros países a lo largo del siglo XX, principalmente en la que las parejas de enamorados expresan su amor y cariño. Se celebra el 14 de febrero, onomástico de San Valentín. Su origen se remonta a la época del Imperio Romano.

San Valentín era un sacerdote que, hacia el siglo III, ejercía en Roma. Gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras.

El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. Celebraba en secreto matrimonios (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados). El emperador lo encarceló. Un oficial quiso ponerlo a prueba. Lo retó a que devolviese la vista a su hija Julia, que había nacido ciega. Valentín aceptó y le devolvió la vista.

 

 

Valentín siguió preso y lo ejecutaron el 14 de febrero del año 270. La joven Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.

Pero lo de hacer regalos como flores o bombones en San Valentín es algo del siglo XX. Es por eso que se considera a San Valentín el patrón de los enamorados.

Después de que el papa Gelasio I designara el 14 de febrero de 494 el primer día oficial de San Valentín, la festividad fue incluida en el calendario litúrgico tradicional y fue celebrada por la Iglesia católica en los siguientes 15 siglos.

Pero en 1969, bajo el pontificado de Pablo IV y después del Concilio Vaticano II, fue eliminado del calendario. Así pasó a ser una fecha con santo pero sin celebración. Pero ya era tarde. El festejo había echado raíces en varias sociedades.

 

 

En el siglo XX se convirtió en un gran negocio, cuando la revolución industrial permitió la producción en cadena de tarjetas de felicitación, uno de los regalos más frecuentes del día de San Valentín.

Los estadounidenses, por ejemplo, se gastan en tarjetas y otros detalles para ese día más de 18.900 millones de dólares, según la Federación Nacional de Comercio de EE.UU.

 

 Texto extraído de La Capital

Día Mundial de la Radio

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La radio sigue siendo el medio de comunicación más dinámico, reactivo y atractivo que existe, al tiempo que va adaptándose a los cambios del siglo XXI y ofreciendo nuevas formas de interacción y participación


 

Ante el peligro de que las redes sociales y la fragmentación del público nos agrupen en “burbujas” informativas formadas únicamente por personas afines, la radio figura en una posición única para unir a comunidades diversas y fomentar el diálogo positivo y el cambio.

Así lo demuestra la entrevista con Jennifer Bakody, que presentamos a continuación, donde le dio esperanza a una comunidad indígena en el Congo y cambió para siempre sus vidas a través de la radio.

Asimismo, la radio puede ayudar a difundir la tolerancia y superar las diferencias para reunir a las personas en torno a objetivos y causas comunes, como el derecho a la educación y a la salud para todos.

Por eso, y en conmemoración del Día Mundial de la Radio, presentamos los siguientes textos donde resaltamos la importancia de la Radio en la historia y hasta hoy. Bienvenidos.

 

El batán, la licuadora de los ancestros

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Batán, con su yerbita de quillquiña para cualquier ocasión. Foto por José Crespo Arteaga

Cada vez que lo desempolvamos y lo volvemos a usar, se repite la magia de la cocina del pasado. Ni un ejército de licuadoras, procesadoras de alimentos y otros trastos eléctricos podrán suplir sus sencillas funciones.


 

Retorno a los primeros años. No guardo muchos recuerdos de la casa antigua del pueblo en que vivíamos. Un par de habitaciones austeras, una pequeña huerta de viejos durazneros y manzanos donde se llevaba la flor el frondoso ciruelo que año tras año se cargaba de frutos amarillos hasta reventar sus brazos.

En un costado del patio, al lado de un moribundo duraznero, yacía una grisácea y aparatosa roca plana donde mi madre solía machacar todo tipo de granos, tubérculos, ajos, ajíes, carnes secas y demás insumos para la cocina.

Siendo el mayor de los hijos, desde muy chico aprendí a bambolear la media luna –es justo decir que muchas veces se me cayó el pesado armatoste para un lado- y me encantaba ese ruidito de los locotos y tomates siendo aplastados, pero que a veces sufría el contraataque de un salpicón directo a la cara o a los ojos para padecer el ardor que, luego de abundantes enjuagues con agua, costaba apaciguar.

 

Batán, con su yerbita de quillquiña para cualquier ocasión. Foto por José Crespo Arteaga

 

De ahí que tenía la precaución de usar un cuchillo para raspar e ir juntando la pasta resultante en vez de hacerlo a mano pelada como acostumbran las curtidas mujeres del campo. La llajua, esa potente salsa picantosa elaborada con ramitas de suyco o huacataya que al ser aplastadas desprendían un intenso aroma como pocos, era mi gran tarea a la hora del almuerzo.

En todo pueblo valluno, nunca falta un batán cerca de una cocina o fogón de leña, hasta en la vivienda más humilde se puede encontrar una piedra improvisada para tales menesteres, basta con ir a buscarla en las orillas de un río y trasladarla en carretilla o a lomo de mula.

Como tampoco debe faltar en los poblados amazónicos, su contraparte, el tacú o mortero tallado del tronco de un árbol. Las campesinas son tan diestras en su manejo que pueden pasarse horas sentadas en un banquito efectuando la molienda ancestral de granos de maíz, el ají colorado para el picante de gallina, el choclo para las humintas, el maní crudo para una espesa y suculenta sopa.

Qué no se puede moler en un artefacto tan útil como este.

El batán permite efectuar tareas que serían difíciles de lograr en una licuadora eléctrica, que jamás ofrece tanta versatilidad o diversidad de usos: aplastar, triturar, machacar, desmenuzar, moler, aplanar o finalmente moldear ciertos alimentos.

Recuerdo, como si fuera ayer mismo, que tenía la costumbre de juntar las durísimas habas tostadas y, a veces porotos, para pulverizarlos hasta donde se podía y luego al llevarme a la boca todavía podía sentir el picor de los locotos o ajíes impregnado en la superficie.

Un batán que se respete completamente consta de tres piezas: la roca madre o base, la piedra moledora tallada o desgastada en forma alargada y el mork’o, esa bola pétrea que debe caber en un puño para faenas más menudas y precisas: una mano hábil martaja el charque a buen ritmo antes de destinarlo a la olla; los chuños y las papas runas deben aplastarse uniformemente para espesar un buen caldo; las anaranjadas papalisas han de ser machacadas para darle sustancia a la sopa o trituradas para un apetitoso picante sazonado con yerbabuena; la llajua de maní tostado es otra cosa, como infaltable maridaje de anticuchos a la parrilla cuyo olor tortura desde lejos.

Observo detenidamente el batán, sobriamente levantado en un rincón del patio. Hermoso y digno legado de los ancestros indígenas que cada día aprecio más. Un anacronismo que se resiste a desaparecer a pesar del paso inexorable del tiempo.

Cada vez que lo desempolvamos y lo volvemos a usar, se repite la magia de la cocina del pasado. Ni un ejército de licuadoras, procesadoras de alimentos y otros trastos eléctricos podrán suplir sus sencillas funciones.

Y, sobre todo, jamás podrán imitar el inconfundible sabor a piedra. Que es el sabor de la nostalgia o lo que se le parezca.

Ver Galería sobre el Batán (Bolivia)

 

La Radio: historia, evolución y actualidad

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La radio sigue siendo uno de los medios masivos más importantes, pero, sobre todo, el más ágil e inmediato para conocer lo que está sucediendo. Es un medio que llega a donde otros no.


 

Texto de Ana María Gil Rebollo

Los primeros antecedentes de la Radio debemos situarlos a principios del siglo XIX cuando Alessandro Volta inventó la pila voltaica, con la que se podía producir electricidad. Desde este momento empezaron a construirse los primeros telégrafos, que eran unos aparatos arcaicos que posteriormente fueron evolucionados por Samuel Morse.

En 1875, Graham Bell fue el primero en conseguir que los sonidos pudieran escucharse a través de un cable.  El descubrimiento y la medición de las ondas electromagnéticas propició la creación del primer receptor de radio. Sin embargo, fue Marconi el que permitió con sus conocimientos que las señales sonoras pudieran propagarse hasta unos 20 kilómetros. Sin duda, todo un logro para la época.

 

 

Entrados en el siglo XX, A.Fleming y R.A. Fessenden con sus aportaciones permitieron la transmisión de la voz humana. Este supuso, verdaderamente, otro momento cumbre de la época, puesto que significó el comienzo de la Radio que hoy conocemos.


Texto de Banrepcultural

A nivel mundial, las primeras emisiones públicas de radio tuvieron lugar en el año de 1912, a raíz de la proliferación de señales de radio provenientes del transporte marítimo y de las estaciones terrestres de comunicación, especialmente.

Muchos historiadores dicen que la radio pública se originó como consecuencia de las enormes dificultades de comunicación evidenciadas durante el hundimiento del Titanic, el 12 de abril de 1912, ya que éste trató de comunicarse durante tres días sin lograr una respuesta eficaz de las embarcaciones o puertos cercanos; una vez ocurrida la tragedia, comenzó la discusión en cada país en torno a la necesidad de reglamentar las emisiones radiofónicas, todo ello con el fin de lograr un sistema de comunicaciones más eficiente.

 

 

Es hasta 1920 cuando le son asignadas frecuencias exclusivas a las estaciones de radio dentro de Estados Unidos.

Durante la década siguiente se organizaron cientos de emisoras privadas mientras el Estado Norteamericano apoyaba e incentivaba la aparición de las primeras cadenas radiales de comunicación en toda la extensión de su territorio.

El gobierno norteamericano, ya en los primeros años de la radio, fue consciente del poder masivo que éste medio de comunicación tendría en la década siguiente.

La radio comercial, en términos cercanos a lo que hoy conocemos, nace en 1922. Su fin, inicialmente, era el de emitir “cuñas” publicitarias, a manera de apoyo al creciente mercado de productos en Europa y Estados Unidos.

Sin embargo, un año más tarde se comenzó a experimentar con el formato radial y se produjeron los primeros programas de narraciones e historias.

 

 

Este formato tuvo una gran recepción por parte de la audiencia, que inmediatamente se comunicó con la cadena radial para sugerir su continuidad.

Se había demostrado que el sonido resultaba un material innovador y sorprendente para la recreación de escenarios, por lo que el proceso experimental siguió su curso hasta 1932, cuando aparecen los primeros programadores de música, los discjockeys, y, con ellos, los estribillos (los famosos jingles) para los comerciales cantados.


La radio en América Latina y Colombia

Desde la década de 1920, la radio comenzó un rápido proceso de expansión alrededor del mundo. Los equipos necesarios para su producción eran un producto costoso y de díficil transporte, aunque varios radioaficionados habían conseguido realizar emisiones, tanto dentro de Estados Unidos como en Europa, con equipos rudimentarios.

Para la década de 1930, Argentina y México ya contaban con grupos de radioaficionados que emitían series de noticias y canciones en Buenos Aires y Ciudad de México.

En estos países, la radio consiguió el apoyo de los gobiernos, interesados en incentivar la instalación de estaciones de radio para conseguir una comunicación directa con los habitantes.

 

 

Cuando apareció la televisión, en 1948, se pensó que la radio iba a acabarse, sin embargo esto no sucedió; por el contrario, gracias a su capacidad para esquivar obstáculos como el analfabetismo o la distancia, el formato radial se fortaleció y consiguió instalarse como el acompañante de las labores cotidianas de cientos de habitantes de las ciudades y el campo.

La radio reunía a la sociedad alrededor de una sola noticia o la transmisión en directo de algún suceso extraordinario.

En Colombia, fue el presidente Miguel Abadía Méndez quien inauguró, en 1929, la primera radiodifusora, llamada HJN. Unos meses más tarde nace, con el nombre de La Voz de Barranquilla, la primera emisora en esta ciudad de la Costa Caribe colombiana.

Desde el año de 1923, la empresa inglesa Marconi Wireless Co. se encargó de traer al país la infraestructura necesaria para mejorar las comunicaciones, pero se enfrentó con varios obstáculos en el terreno económico y legal.

Sin embargo, la empresa fue, durante veinte años, la única en el país que llevó a cabo esta tarea.

 

 

La primera emisora comercial en el país nace en 1931 (su nombre era HKF).

A partir de ese momento nacieron muchas emisoras comerciales, a la vez que se implantó la reglamentación que habría de controlarlas.

Al principio, estas emisoras eran dirigidas por una sola persona, quien se encargaba de operarlas y, en general, de llevar a cabo todas las tareas que exigía cada una de ellas. De esta manera, las emisoras sólo podían funcionar de manera intermitente, dependiendo de la disponibilidad de tiempo y recursos de sus dueños.


La Radio y la Prensa

Lo anterior dio lugar a una lucha entre la radio y la prensa, hasta el punto de que ésta última logró que, en 1934, se emitiese un decreto que prohibía a las emisoras radiales leer las noticias publicadas por los periódicos, lo cual sólo podía hacerse doce horas después de que éstos hubiesen sido publicados.

No obstante, el auge de la radio, debido a su capacidad de inmediatez y a su agilidad, era evidente, haciendo que a los medios escritos no les quedase otra opción que la de negociar al ver el gran interés que el gobierno tenía en este nuevo medio.

 

 

Este crecimiento se dio sobre todo entre 1935 y 1940, años en los que se importaron modelos radiales de Estados Unidos y en los que la inversión por parte de la empresa privada y del sector público en los medios radiofónicos era cada vez mayor.

Ante estas nuevas condiciones, los dueños de las emisoras, quienes hasta entonces lo hacían todo solos, buscaron organizar sus estaciones de una manera empresarial para darle más calidad a los programas.

Además, se comenzaron a transmitir diferentes encuentros deportivos en vivo, más horas de programación con obras humorísticas, y los llamados programas especiales, que se hacían para cubrir los acontecimientos más importantes o para celebrar algún acontecimiento histórico.

En Colombia, para el gobierno de Alfonso López Pumarejo, la radio tenía una misión educativa, pues tenía todas las posibilidades para transmitir información útil para todos los ámbitos de la vida cotidiana, así como para educar a la gente en historia del país, entre otros temas.

En 1935, debido a la caída del avión de Scadta en la que murió el cantante Carlos Gardel se inauguró el género del radioperiodismo, pues todas las emisoras mandaron reporteros al lugar de los hechos para que, telefónicamente, se contactaran con las estaciones y narraran lo que estaba sucediendo.

 

 

Sin embargo, en 1936, como consecuencia de la violencia bipartidista que se vivía en todo el país, el gobierno prohíbe a las emisoras narrar noticias políticas, sancionándose a todas aquellas que incumpliesen la ley.

Entre 1937 y 1942 tiene lugar el proceso de establecimiento de la Radiodifusora Nacional de Colombia, ente oficial encargado de divulgar los proyectos culturales del gobierno y, al mismo tiempo, permitir la comunicación entre las zonas más alejadas del centro y la capital, Bogotá.

Tres años más tarde, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a llegar, a través de las señales de onda corta, mensajes provenientes de Alemania y de otros países que hablaban sobre la inminente guerra, lo que hizo que Latinoamérica entendiese el gran poder que tenía la radio a nivel mundial, aun a pesar de no haber participado directamente en la contienda.

Dicho poder se evidenció en Colombia cuando, en 1948, es asesinado el líder político Jorge Eliécer Gaitán, lo cual desató un caos sin precedentes en la historia del país, lo que hizo que las emisoras buscaran entretener y orientar a las personas frente a la guerra, de tal manera que terminaron por agilizar y profesionalizar su estructura radial.

 

 

En 1945 aparecen las primeras emisoras culturales (HJCK) y, por la misma época, las cadenas radiales RCN, Caracol y Todelar, las cuales, hasta el día de hoy, siguen luchando entre ellas por conseguir la mayor audiencia posible, además de seguir siendo las más importantes.

Así también, a comienzos de los años 50 aparece Radio Sutatenza, un proyecto de la ACPO (Acción Cultural Popular), liderado por el sacerdote católico Monseñor José Joaquín Salcedo Ramos.

Radio Sutatenza fue una emisora dirigida al público campesino de todo el país. Desde su nacimiento en el pueblo boyacense de Sutantenza, la emisora funcionó al lado de varios proyectos de corte educativo y social como las Escuelas Radiofónicas (programas de educación radial para mejorar la vida del campesinado), varias cartillas pedagógicas de distribución gratuita y el periódico El Campesino.

En 1980, muchos géneros radiales, como las radionovelas y los programas de humor, comenzaron a desaparecer, pues se creía que eran géneros más aptos para la televisión.

 

 

En la actualidad, con el auge de los nuevos medios, la radio sigue trabajando para mejorar su calidad. Las emisoras y cadenas transmiten música, charlas radiofónicas, programas culturales, noticias y deportes.

La radio sigue siendo uno de los medios masivos más importantes, pero, sobre todo, el más ágil e inmediato para conocer lo que está sucediendo. Es un medio que llega a donde otros no.