sábado, mayo 17, 2025
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Colonia de habitantes de la vereda Betulia de Pereira en Long Island, Estados Unidos.

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Colonia de habitantes de la vereda Betulia de Pereira en Long Island,
Estados Unidos.


Uno de sus habitantes nos relata la experiencia. Después de 45 años de haberse ido el primero de ellos, esta  colonia de habitantes  del  corregimiento de Arabia, supera los 300.


Por:  Luis Ariel Londoño Castañeda

Iniciando el siglo XX, los corregimientos actuales del municipio de Pereira  eran selva virgen comúnmente llamados montes. De los primeros habitantes que colonizaron la vereda Betulia estuvo don Gabriel Betancurt,  quien procedente de Antioquia, compró unas cuadras de tierra y empezó a tumbar monte y a sembrar café, plátano, yuca, maíz. etc. 

Al poco tiempo conoció en el municipio de Filandia, muy cercano a la vereda, a Julia Rosa Giraldo, una joven a quien enamoró. Contrajeron nupcias, empezaron a llegar los hijos, y el primero de la lista fue Eduardo, luego Ernesto, Genaro, Rosalía… hasta completar 12.

 

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En pocos años con la ganancia de los cultivos y el ahorro, don Gabriel fue comprando tierras lindantes, y  con el tiempo sus tierras se convirtieron  en una gran hacienda que arrancaba en Betulia y terminaba en la vereda La Estrella por donde pasa la vía Pereira  – Alcalá.

Con el paso del tiempo la familia creció más, empezaron a casarse y a tener hijos. El primero fue Eduardo, que con su primera esposa tuvo 8 hijos, luego enviudó,  y con Rosario, dama que ya tenía 3 hijos se unió y procrearon otros 7.

Don Gabriel en vida  le adjudicó a cada hijo, de acuerdo al que más trabajaba, su respectiva finca, ya que la hacienda que creó superaba las 200 hectáreas.

 

 

 

A Eduardo, el mayor, el de  más vocación agrícola, le escrituró  un lote de 18 hectáreas donde pudo criar con limitaciones  pero sin que nada les faltara  las dos camadas, incluidos sus 3 hijastros.

También Eduardo, al llegar a los noventa años, hizo lo mismo que su padre, y a cada hijo le adjudicó  y escrituró una hectárea que hoy en día conservan, por eso  la familia sigue unida.

Genarito, hijo mayor de Genaro, en el año 1972,  a pesar que vivía bien en la finca que le tocó a su padre, ya había estudiado unos años de la secundaria cuando le picó  por irse a EE.UU. El joven emigró y coronó. Llegó  a New York, pasó  las peripecias por no tener a nadie conocido allá.

 

 

Empezó  a trabajar con pica y pala,  y a los pocos meses le envió el pasaje a su hermano Pedro, quienes fueron los primeros en iniciar la colonia en New York,  específicamente en  Long Island.


Algunas de las  familias que tenían tierras en la vereda son en su orden: Gómez Ocampo, Hurtado Loaiza, Londoño Castañeda, Orrego Betancurt, entre otras.

Acto seguido, en ese mismo año 72, en el segundo semestre, emigraron Otalivo Gómez, quien renunció a la policía para irse y  Felicidad Loaiza, que era una de las niñas más bellas de la vereda, y “graniaditos”, cada familia se fue llevando sus hermanos.

 

 

Optaron por radicarse en Long Island, isla distante a  2 horas de New York,  porque allí había más facilidades para vincularse a labores propias de una finca:   talar árboles, limpiar prados y piscinas, construcción; actividades  que muchos aprendieron en Betulia siendo maestros de obra, ayudantes, pintores. Las mujeres  se ubicaron limpiando casas, cuidando  y alimentar niños, etc.


Jairo Londoño Castañeda fue el primero de la familia que emigró  en 1984, se fue por el hueco como la gran mayoría. Cuenta que atravesaron Centro América, llegaron a México, y en el Paso,  lograron meterse a EE.UU.

 

 

Los orientó  un coyote que les cobró por la vuelta, y de manera jocosa, continúa relatando que mientras esperaban hora y fecha para embarcarse vía aérea a N.Y, se compraron unas pacas de cervezas, y se emborracharon la noche anterior previa al viaje.

Al  día siguiente, por borrachos, los dejó el avión, por lo que tocó re programar otro vuelo que posteriormente se logró.

Al llegar a Long Islad, Fabio Gómez, Hermano de Otalivo, y Cristina Orrego, la esposa, lo alojaron en una piecita donde vivía la pareja con varias personas más.

 

 

Al día siguiente consiguió trabajo y la primera herramienta que le dieron fue una pala para que hiciera una sanja, lo que le gustó mucho porque era experto, como el padre, en hacer carreteras a pico y pala como la que ya habían hecho en la finca.


Jairo, se llevó a sus hermanos Oscar, Quique, Alfredo, Jesús, Teresa y Martín, que a la fecha han logrado desarrollar sus proyectos de vida, tienen casas, empresas y unas familias que son americanas por haber nacido en ese lugar.


Después de 45 años de haberse ido Genarito, la colonia de habitantes de la Vereda Betulia, corregimiento Arabia, municipio de Pereira, supera los 300.

 

 

La gran mayoría son descendientes de don Gabriel,  y en los diciembres, por lo general vienen, se reúnen en sus fincas y son muy generosos con los habitantes de la vereda.


Piedad Betancurt Hoguin, hija de Eduardo, ha sido una de las más exitosas. Tiene su casa de 3 acres en Long Island y una empresa de limpieza de casas, lleva personas a laborar de marzo a octubre con sus visas de trabajo.

Y en Betulia, en la hectárea que su padre le dejó de herencia, tiene una bella mansión.

 

 

 

 

Cada vez que viene,  invita a todos sus parientes a una chicharronada, cuyas víctimas son 2 o 3 marranos que comparte mínimo con 200 primos.


Continuará.

 


 

Poetas tras las rejas*

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I

 

Estuvieron fuera del alcance de la mano

los poetas por la paz

separados de su público

por una reja.

 

¿Temían algo?

¿así será de inalcanzable la paz en Colombia?

¿así será de lejana?

 

 

II

 

Un estruendo irrumpió en el Parque Olaya,

de repente…

y dejaron de escucharse

los cantos pajareros del atardecer.

 

*Utilizo seudónimo, por voluntad propia.

 


utilizo

“La correspondencia”: cuando el infinito se combina con la poesía.

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En la más reciente película del director italiano Giuseppe Tornatore,  no sabemos muy bien qué es el amor y que cuerpo o forma va a adoptar.


 

 


Título original: La corrispondenza
Italia , 2016, 116 min.
Director: Giuseppe Tornatore
Guion: Giuseppe Tornatore.
Actores: Jeremy Irons, Olga Kurylenko, Shauna Macdonald, Darren Whitfield,Simon Meacock, Jerry Kwarteng.
Género: Drama
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Fabio Zamarion.


 

Tornatore, el cineasta italiano, recordado por Cinema paraíso (1987), y luego de hacer una película genial llamada La mejor oferta (2013), renueva su arsenal con una obra  para delirar, La correspondencia (2016) ,  desde un tema esencial y que hace que todo valga la pena como es  el amor.

Y lo que logra es una pirotecnia verbal, combinada con la astrofísica  y las súper novas muertas.

El resultante, una kamikaze estudiante y un profesor dedicado a las estrellas, es un estallido que raya entre la fábula, aquello que pudo ser y eso que es, y lo más singular: lo que será, sumado a un dominio de la ciencia, aquella que se dedica al estudio y el engrandecimiento del saber.

 

 

Tornatore le da giros inesperados a las películas, recordemos  La desconocida (2006), una mujer en busca de su hija, que siendo prostituta, algún día se la quitaron y uno como espectador sufre sus vicisitudes, y aunque  es una obra  más predecible, logra cautivar por sus altibajos.

Un profesor, de mucho prestigio, concentrado en aquello fuera de órbita, un día casual, en una conferencia, su vida logra obtener una trascendencia, casi para convertirse en inmortal.

Shakespeare decía que había una opción de atravesar la infinitud de la vida, y esa se lograba con la palabra.

 

 

La Correspondencia (2016), es una pugna y un intercambio de pareceres, de declaraciones mutuas, de estrellas  y asuntos donde coinciden las galaxias, y al tiempo, colapsan y hacen que surja ese misterio del sentir.

El infinito no tiene cómo comprenderse, hay intersecciones que nos acercan a su mediana delimitación para conocerlo. Sin embargo, es un desafío, pues por fuera de esta aldea hay multiversos, es decir, expansiones que no cesan.

De igual modo, la poesía, es una invitación a la sugestión, al avivamiento de las emociones, no cesa su capacidad comunicativa  como tampoco es posible asumir un modo único para su representación.

De tal manera, que en la terrenalidad, una chica joven es experta en hacer escenas de riesgo, de extremo, donde la vida pende de un hilo.

Por el otro lado, el profesor es un experimentado observador del universo y su magno esplendor. Su vida transcurre en ofrecer conferencias y escribir, de simular, de acudir al enigma del peligro y la acción continua.

 

 

Estos dos seres, no tienen tiempo, ese otro azote del devenir humano que hace estragos o que invoca la frescura del pasar cuando todo se junta y permite que se concrete la maravilla.

 

La película exagera en ese amor desbordado, no tiene cómo precipitarse y hasta es tan dulce que molesta. Pero, en su justa definición, Tornatore le da un toque de encantamiento.

 

La pregunta a resolver es cómo una pareja de enamorados, logra mantener viva su pasión e intensidad, teniendo en cuenta que cuando la materia viva ya no se encuentra presente: ¿es posible sostener la chispa encendida?

Lo que vemos es artificioso, tanto como la película Her (2013), donde Samantha, un sistema operativo, logra ser la amante seductora de Theodore, y luego él se da cuenta que también hace lo mismo con más de diez mil.

De modo igual la joven estudiante, y hasta el espectador, se encuentran presos por descubrir cómo ese profesor desarrolló un modo de comunicación tan milimétrico que sigue generando ideas y acompañamientos a esa chica que tiene situaciones de su vida por resolver, incluida su tesis de grado que también es sobre el amplio e inimaginable campo del multiverso.

 

 

El genio de Tornatore, de más de sesenta años, y luego de haber hecho una película con desborde de talento, con intrigas, suspenso, un drama desarrollado que captura al público y lo mantiene en vilo, recae ahora sobre un hecho que contiene todos los demás, o para decirlo al estilo platónico, un punto que tiene todos los puntos.

No sabemos muy bien, qué es el amor y que cuerpo o forma va a adoptar, pero podemos saber un poco más de los posibles límites del universo, ambas canteras nos facultan la expresión.

Tornatore las combinó y su película, aunque con mucha cursilería, nos da un encuentro de multiversos.

 


 

150 niños del barrio Nacederos encuentran a través del fútbol otras opciones de vida.

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Mientras la ilegalidad los tienta con sus redes y oscuras prácticas, el deporte intenta atraerlos para salvarlos de un incierto destino.


Fotografía Erika Valencia

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Llegamos a un sector de Pereira que tiene rastros innegables de informalidad, en donde a finales del año pasado se hacían importantes capturas de personas vinculadas al micro tráfico, señaladas de usar a los niños en estas actividades ilícitas.

Allí, en el lugar que dejó el último tren, en el que decidieron bajar viajeros que no querían más partir; en esa línea de casas dispares, ubicadas en vecindad de un aeropuerto, y de lo que fuera un zoológico, la vía se extiende sobre los barrios Nacederos, La Libertad y Matecaña.  

 

 

Caminar es la única forma de hacerse una idea del lugar, porque él mismo está constituido en esa metáfora de la vía que recuerda el paso de la locomotora.

Los predios que se usaron para asentarse, después de que pasara la última máquina, se apiñan enfrente, a lado y lado del estrecho carreteable.

En compañía de Carlos Mejía, partícipe e impulsor de la fundación Football Peace, recorrimos esta linealidad que quiere ser barrio, en Nacederos, centro principal de operaciones de su proyecto, y posteriormente en La Libertad.

 

 

Él nos contó del trabajo que hacen con los niños de este sector, atrayéndolos a la práctica del  fútbol  recreativo, a partir de un sistema que tiene una intención muy clara.

 

 

Se trata de un campeonato en el que la observancia de las reglas importa, no solo el resultado final de los partidos.  

Las reglas, basadas en la auto regulación, trabajan temas como el buen trato, la convivencia, la participación, el respeto a la diferencia entre hombres y mujeres,  la inclusión, la disciplina, entre otros asuntos importantes para esta población.

La fe, como base de lo que se imparte en esta escuela de fútbol, se inculca en dos sentidos.

 

 

La convicción en cada uno, en términos de tener confianza en las propias capacidades, y la creencia en un ser trascendente, sin importar la religión que se practique.

Es así como  un grupo de personas lideradas por Carlos  trabajan de manera desinteresada, y por períodos sin ninguna remuneración (a finales del año pasado recibieron apoyo de una empresa de la ciudad de Bogotá).

 

 

Han identificado líderes en cada barrio aledaño, para articular en compañía de ellos el proceso, que incluye la asistencia regular al entrenamiento deportivo (dos veces a la semana), en el horario por fuera de la jornada escolar, y, durante este, estar atentos al comportamiento, apegados a un protocolo definido por la fundación.

 

 

Los líderes de cada grupo hacen énfasis en tres aspectos, al momento de acompañar la práctica deportiva: no violencia, respeto a la mujer, y el uso de un buen lenguaje (sin groserías, palabras vulgares u ofensivas).  

El buen comportamiento se premia a partir de puntos.  A lo largo de un año se desarrolla el campeonato, que es inter barrios. Los equipos reciben puntaje durante los partidos que se llevan a cabo en este período.

 

 

Así, por ejemplo, aquellos que incluyen a niñas dentro de su formación, reciben mayor puntuación, al igual que los que muestran mejor comportamiento.  

En cada uno de los barrios se fomenta la realización de por lo menos dos partidos por semana. Cada ocho días, se reúnen los diferentes equipos para participar del campeonato, e ir ajustando sus respectivas puntuaciones.  

Cada barrio tiene un promotor de la fundación, y es él quien dirige y fomenta la realización de las actividades deportivas en cada uno de estos sectores.

 

 

Atentamente escuché lo que me contaron Carlos  y sus compañeros, sobre el proceso que desarrollan en este lugar.

Otra cosa era observar, mientras caminábamos, cómo los niños se iban acercando, llamándolo “profe”, y constatando con él los horarios de los próximos entrenamientos y futuros partidos.

Trabajo importante que se lleva a cabo de manera comprometida por parte de muchos voluntarios que propician un espacio de sano esparcimiento y formación a la población de menos edad.

 

 

Mientras la ilegalidad los tienta con sus redes y oscuras prácticas, el deporte intenta atraerlos para salvarlos de un incierto destino.

 


 

It: ¿Quién es el verdadero monstruo?

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El argentino Andrés Muschietti  nos trae, sin lugar a dudas, la mejor adaptación de un libro de Stephen King en años. Indiscutiblemente, es una película de niños para adultos.


 


Título original: It
USA, 2017, 135 min.
Director: Andrés Muschietti
Guion: Chase Palmer, Gary Dauberman y Cary Fukunaga basada en la novela de Stephen King
Actores: Bill Skarsgård, Jaeden Lieberher, Sophia Lillis, Finn Wolfhard, Wyatt Oleff, Jeremy Ray Taylor, Jack Dylan Grazer, Chosen Jacobs.
Género: Dramático / suspenso. Terror sobrenatural.


 

En 1986 Stephen King escribe, en más de mil páginas, la escalofriante historia del payaso Pennywise, una malvada criatura que reaparece cada 27 años para devorar niños en un pequeño pueblo de Maine,  llamado Derry.

La primera adaptación de It hecha en 1990, es una de las pocas que no destroza una novela del maestro del terror.

Allí Tim Curry, vestido de payaso diabólico, realiza una interpretación icónica, y se mete en nuestras peores pesadillas.

 

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Parecía algo difícil de superar; hasta que 27 años después, el argentino Andrés Muschietti –que ahora se hace llamar Andy- nos trae, sin lugar a dudas, la mejor adaptación de un libro de Stephen King en años.

El director se atrevió incluso a cambiar la época en que se desenvuelve originalmente el relato–años 50– y llevarlo hasta los años 80, la época en que el cineasta creció.

Es una magnífica idea, pues conoce a la perfección esas referencias espacio-culturales, y nosotros los espectadores también.

 

 

Por ejemplo la posibilidad de identificarnos con las bromas de New Kids on the Block no tiene nada que ver con lo que King proponía en su libro, pero nos ubica en la nostalgia que apela sin vergüenza a nuestra idea de infancia: los lugares comunes de nuestros recuerdos, los baños en el río, las reuniones en los parajes naturales, el paseo en bicicleta, el descubrimiento sexual y la consolidación de la amistad.  

 

Ésta es una película sobre la madurez, sobre ese último verano en que tienes derecho a ser niño.

 

La ternura, la sensibilidad y sentido del humor con que están articulados estos sentimientos se acentúan a lo largo de la historia, sin dejar de estar encuadrados dentro de una película aterradora.

 

 

Reconozco que tenía mucho temor de ver esta película (en realidad pánico), pero tomé valor de la idea romántica del terror de los años 80, que renace en la actualidad con series como “Stranger Things”, que toma a su vez como  referencia, además de “Los Goonies”, al “Club de los perdedores” de la primera adaptación de It que dirigió Tommy Lee Wallace, en 2 episodios para TV.

Y desde entonces hace parte del patrimonio sentimental de varias generaciones, y nos ha valido una buena dosis de miedo irracional por los payasos.  

De hecho, considero que esta nueva versión de It no es completamente una película de terror, o al menos no lo es en su esencia.

 

 

Evidentemente cada aparición de Pennywise en pantalla supone una descarga de adrenalina y nos hace pasar un mal rato, pero lo verdaderamente importante de la historia es la forma en la que un grupo de amigos adolescentes se une para darle fin a la amenaza, y talvez lo más aterrador se encuentra en la mirada de los adultos: la obesa madre sobreprotectora de Eddie, el intolerante padre de Bill, el morboso vendedor de la farmacia o el desagradable padre de Beverly que la mira como si fuera su eterna pareja.

Son estos adultos sombríos e indiferentes los verdaderos monstruos, que nutren de manera siniestra los miedos de los chicos; miedos de los que se alimenta Pennywise.  

En esta oportunidad el payaso danzarín no tiene la oportunidad de brillar tanto como lo hizo Tim Curry, da mucho miedo, pero sus apariciones son contadas y deja el protagonismo en manos de los niños.  

 

 

Aunque la pasamos mal en el cine en algunos momentos, cuando sales y le das vuelta a la historia de los personajes, ya no recuerdas tanto a Pennywise, aún cuando el trabajo de Bill Skarsgard es estupendo.

La  postproducción es más elaborada y moderna, pero sigue dando más miedo Tim Curry.  

It es una película de niños para adultos.  Es también una fiel adaptación al espíritu del libro, al menos en la primera parte, pues quedamos a la espera de la segunda parte con los personajes adultos.

Se nota el respeto de Muschietti hacia la obra de Stephen King. Si bien propone alternativas, no oculta las cosas como son, el discurso y la imaginación del escritor están prácticamente intactas, sin tratar de ser muy realista o demasiado moderno.  

 

 

No renuncia a la posibilidad de cambiar de forma al payaso o a usar los miedos más profundos de cada uno para atemorizar.

 En una entrevista reciente, el director dijo:

“Decidimos hacer una primera parte, que era la parte de los niños, sin ninguna interferencia, porque es una historia digna de contar con todos sus detalles y toda su duración.

Pero hay algo que me gustó mucho del libro, que básicamente me parece esencial también, que es el diálogo entre las dos líneas temporales. Si me dejan, la segunda parte va a tener esos saltos”.

 

 

Pues ya se ha puesto en marcha oficialmente la producción de la secuela, que se estrenará el 6 de septiembre de 2019, y muy posiblemente contará con la actriz Jessica Chastain en la versión adulta de Beverly, según lo expresaron Andy Muschietti y su hermana Bárbara, que es la productora.

It es una película muy cercana, muy bien lograda, pues aunque estamos ante un filme de horror, el director consigue que suframos tanto como disfrutamos del verano, el compañerismo o el amor disimulado.

Me encantó el color y la ambientación de los 80 y fue genial ver en los cinemas las películas que estrenaban por esa época:  “Arma mortal” y “Pesadilla sin fin”.

 

 

Muschietti es muy cuidadoso con los detalles visuales –el globo rojo como señal de que una aparición terrorífica se acerca–, evade el montaje acelerado y prefiere la nota implícita y exacta.

Talvez su único exceso es el de las apariciones de las criaturas ligadas a Pennywise, las cuales, a medida que avanza la historia, se hacen menos perturbadoras.

Todos estos elementos hacen de It una película penetrante e inolvidable, a mí me dejo satisfecha y a la expectativa de la segunda parte.

Costos y dilemas de la transición hacia la paz.

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¿Cuánto de justicia y cuánto de perdón necesita el país para satisfacer a las ocho millones de  víctimas que ha  dejado el conflicto armado?.


Fotografías tomadas de: centrodememoriahistorica.gov.co
Informe BastaYa

Justicia, verdad, perdón, memoria y olvido son aspectos  recurrentes en la coyuntura de posconflicto, o mejor posacuerdo, que  vive Colombia hoy y que merecen amplio debate por parte de la sociedad, a fin de lograr algún nivel de consenso que nos permita iniciar la etapa de construcción colectiva de la paz.

En efecto, nos enfrentamos a dilemas como: ¿Cuánto de justicia y cuánto de perdón necesita el país para satisfacer a las víctimas y lograr la paz?.

 

 Camino a la liberación de uno de los secuestrados del avión de Avianca, río Santo Domingo en la serranía San Lucas. Fotografía: Jesús Abad Colorado © julio de 2000.
Camino a la liberación de uno de los secuestrados del avión de Avianca, río Santo Domingo en la serranía San Lucas. Fotografía: Jesús Abad Colorado © julio de 2000.

 

¿Prefiere la sociedad que los integrantes de las FARC, agentes del Estado y demás actores del conflicto que tuvieron una participación activa, determinante o indirecta, paguen por sus crímenes en términos de justicia retributiva (u ordinaria) ,es decir, tras las rejas con penas proporcionales al daño causado?.

¿ O aceptamos sacrificar un poco de justicia como lo establece la justicia transicional y a cambio de verdad, permitimos que paguen sus delitos con penas alternativas, como la restricción efectiva de libertad y la obligación de reparar material, simbólica y colectivamente a sus víctimas?

 

Ocho personas, entre adultos y menores de edad, fueron asesinados por miembros de la Brigada 17 del Ejército y paramilitares del bloque Héroes de Tolová en San José de Apartadó el 21 de febrero de 2005. Fotografía: Jesús Abad Colorado ©
Ocho personas, entre adultos y menores de edad, fueron asesinados por miembros de la Brigada 17 del Ejército y paramilitares del bloque Héroes de Tolová en San José de Apartadó el 21 de febrero de 2005. Fotografía: Jesús Abad Colorado ©

 

¿Y además, les ofrecemos a esas  doce o catorce mil personas entre guerrilleros y milicianos, la oportunidad de rehacer su vida, e integrarse política, social y económicamente a la sociedad? 

No es fácil perdonar después de tanto daño infringido, de tanto dolor y tanta rabia acumulada en el corazón de las ocho millones de víctimas, o mejor, en el de todos los colombianos.

 

El reclutamiento ilícito por parte de los grupos armados ilegales ha sido constante en el país. Serranía de San Lucas, sur de Bolívar. Fotografía: Jesús Abad Colorado © 2000.
El reclutamiento ilícito por parte de los grupos armados ilegales ha sido constante en el país. Serranía de San Lucas, sur de Bolívar. Fotografía: Jesús Abad Colorado © 2000.

 

Pero: ¿No será mejor pagar ese precio sí logramos que la política se haga en escenarios democráticos, usando palabras y argumentos en lugar de tiros, bombas y secuestros?

¿ No será mejor conceder ese beneficio sí con ello ponemos fin a esta larga y degradada guerra?

Las víctimas están permanentemente formulándose estos interrogantes; para algunas es muy difícil perdonar y lo dicen con franqueza.

 

Otras como Pastora García, la señora que narró su experiencia ante el Papa Francisco en Villavicencio, logró sanar su resentimiento con los asesinos de su padre, sus hijos y su esposo y, como ella misma lo dijo, fue capaz de “perdonar lo imperdonable”  hasta el punto de compadecerse para atender y servir en su propia casa a los victimarios que destrozaron su familia.

Su manera de actuar confirmó que “…la paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros mismos” como lo dijo el Papa Francisco.  

 

El Papa, conmovido, luego de escuchar el relato de Pastora Mira García quien perdió a su familia en el conflicto. Tomado de El Colombiano
El Papa, conmovido, luego de escuchar el relato de Pastora Mira García quien perdió a su familia en el conflicto. Tomado de El Colombiano

 

Otro dilema se refiere a la dosis de memoria o de olvido requeridos para superar la guerra.

En un conversatorio sobre construcción de paz, en Armenia, me decía un joven abogado víctima del secuestro de su padre cuando hablábamos de la “memoria” como una obligación ética y una deuda con las víctimas de reconstruir y resignificar los hechos que marcaron sus vidas, la de sus familias e incluso la de sus comunidades,  que él no estaba de acuerdo, que más bien quería borrar ese episodio de su vida porque alteró la imagen que de pequeño tuvo de su padre, convirtiéndolo en una persona marcada por la amargura que perdió para siempre su carácter alegre y emprendedor.

 

En Peque, Antioquia, la población ha sufrido los impactos de una guerra que ha sabido transformarse a lo largo de la historia. Fotografía: Jesús Abad Colorado © 2001.
En Peque, Antioquia, la población ha sufrido los impactos de una guerra que ha sabido transformarse a lo largo de la historia. Fotografía: Jesús Abad Colorado © 2001.

 

Que no quería que su hijo viera a su abuelo y a su padre, con los mismos ojos de pesar que él miraba al suyo.

 

Comprensible actitud pero no válida si se tiene en cuenta que el objetivo de la memoria es lograr el empoderamiento de las víctimas como sujetos de derechos y una transformación de su pensamiento que las motive a la acción y las ayude a sanar el trauma mediante el reconocimiento, la solidaridad, y en algunos casos como el de Pastora García, la emulación de su resiliencia.

 

Las FARC lanzaron un cilindro bomba (prohibido por el DIH) que causó la muerte de 79 personas al explotar en una iglesia donde se refugiaban sobre todo mujeres, niños y niñas. Fotografía: Jesús Abad Colorado © mayo 2002.
Las FARC lanzaron un cilindro bomba (prohibido por el DIH) que causó la muerte de 79 personas al explotar en una iglesia donde se refugiaban sobre todo mujeres, niños y niñas. Fotografía: Jesús Abad Colorado © mayo 2002.

 

Mi interlocutor se quedó pensando en la importancia de analizar asuntos tan complejos como el perdón y la reconstrucción de la memoria,  no para olvidar, sino para liberarnos, conocer lo sucedido y poder así, evitar su repetición.
También para entender la dimensión del impacto de esos hechos en las personas y en el tejido social, sanar resentimientos, reconocernos, aceptarnos y convivir de una manera más pacífica.   

 


 

Merkel y la confianza

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Lleva 12 años en el poder alemán y si nada extraordinario pasa, completará 16 en el 2020.  Es considerada la mujer más poderosa del planeta. ¿Cuál ha sido su fórmula o secreto?


 

 

“Mamá Merkel” la llamaron hace pocos meses los refugiados sirios, a quienes abrió las puertas de Alemania, para luego endurecer las políticas migratorias de su país, antes de las elecciones que ganó.  

Lleva 12 años en el poder y si nada extraordinario pasa, completará 16 en el 2020.

 

Angela Merkel, Foto tomada de El Universal
Angela Merkel, Foto tomada de El Universal

 

“Los desafíos son siempre diferentes”, dijo en televisión a propósito precisamente de cambiar de posición en algunos temas, como el de los refugiados.

Navegar por la vida de Merkel es tratar de entender su sicología, su manera de hacer política y su modo de estar en el mundo, obviamente con las características particulares de su Nación, para quien hoy por hoy es considerada la mujer más poderosa del planeta.

 

Tiene 63 años, es Física y se doctoró con una tesis sobre Química Cuántica. Vivió en la Alemania dividida, en la caída del muro, en las crisis económicas y políticas que la llevaron a pedir la retirada de su mentor político Helmut Kohl, cuando en 1999 estalló un escándalo de corrupción en la financiación del partido al que pertenece, Unión Democrática Cristiana.

Ahí comenzó el ascenso de esta científica inteligente, prudente y decidida, como la calificaban los carteles de campaña.

 

Foto tomada de be-c.com
Foto tomada de be-c.com

 

Ha sido identificada como la líder sin ego que garantiza estabilidad; su sobriedad es tal que no le importa aparecer con el mismo vestuario en múltiples ocasiones oficiales; renunció a vivir en la vivienda oficial (sigue en su apartamento de siempre) y es austera, disciplinada, contenida.

Esa canciller, es la que ha permitido que Alemania sea una de las economías más estables del mundo y que a pesar de los altibajos de sus vecinos y las guerras en Europa, no haya logrado afectar a su país.

 

 

El milagro de estabilidad económica se basa principalmente en la política del Mittelstand, las pymes, los negocios  familiares a los que pertenece el 99% de las empresas alemanas de nicho, que exportan y reinvierten en innovación y desarrollo.

Esas pymes  generan el 56% de la riqueza del  país europeo, y si bien tienen algunos retos para sortear como el envejecimiento de su población, representan el 60% del empleo.

 

 

Y eso lo protege y atesora el gobierno de Merkel, una mujer que según su biógrafo oficial, Stefan Korneliuos,  desprecia las emociones excesivas y combina en su estilo para gobernar “el sentido del deber prusiano y la ética del trabajo protestante”.

Merkel genera confianza, no sólo a los alemanes sino a toda Europa.

Para nosotros los latinoamericanos, resulta extraña esta mujer a quien no se le nota ninguno de sus estados de ánimo (por lo menos lo que se ve en los medios), nosotros, acostumbrados a la “hiperexpresividad”.

 

 

Y más extraño (por lo que observamos) que un líder político de la talla de Merkel quiera vivir su vida sin la parafernalia de nuestros reyezuelos locales, para quienes lo que cuenta es el boato, el exceso, la puesta en escena de la importancia, y  estoy segura,  echan de menos  el besamanos.

Larga vida a Angela Dorothea Merkel, la mujer que fue capaz de derrotar al pesimismo y la crisis, con trabajo, dedicación y eficiencia.

 


 

La mega minería y sus consecuencias, en el trazo de los caricaturistas.

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Más de 500 caricaturistas  de por lo menos  50 países del mundo mostraron la debacle a la que se asoma a pasos agigantados el planeta. Acá les contamos cuándo y dónde.


Las cigüeñas, que según la leyenda traían los niños y niñas al mundo, desde París, ahora traen árboles.

Así lo grafica el caricaturista iraní Saeed Sadeghi, con una imagen esperanzadora de una gigante ave blanca que sobrevuela un desolado paisaje urbano, de edificios grises, deshabitados.

En su pico, en lugar de llevar el recién nacido que llegaría a alegrar y llenar de algarabía, risas y llantos algún hogar del mundo, lleva ahora un árbol de grueso tronco, frondoso follaje y cortas raíces.

La cigüeña va rabiosa. Tal vez porque no encuentra dónde dejar plantado el árbol que carga en su largo pico.

 

 

Como Saeed, algo más de 500 caricaturistas y laboriosos del humor gráfico de más de 50 países del mundo estuvieron en el Primer Festival Internacional de Caricatura realizado en Calarcá, Quindío, del 2 al 4 de junio de este año.

Con sus trazos mostraron la debacle a la que se asoma a pasos agigantados el planeta Tierra.

 

 

Casi todos ellos están ahora de nuevo en tierras cafeteras, esta vez en Pereira, invitados por la muestra Cómic Sin Fronteras 2017.

 

Festival internacional de Caricatura de Calarcá

 

Vienen de Egipto, Irán, Polonia, Rusia, Indonesia, Rumania, Costa Rica, Brasil, y otros países más, -incluido por supuesto Colombia- desde los que llegaron sus críticos e ilustradores trazos.

 

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Sus obras iniciaron el 8 de septiembre en un viaje itinerante por pueblos de Risaralda y barrios de Pereira, en medio de la versión XVII de Comic Sin Fronteras, evento que nació hace 17 años en Pereira.

 

 

La programación de Comic Sin Fronteras –que cierra sus muestras y talleres el 28 de octubre- tiene un componente que lo distingue desde sus inicios: la formación.

A la ciudad arriban talleristas nacionales e internacionales a compartir sus conocimientos con quienes asistan a la variada programación que hay en espacios culturales como la Alianza Francesa, la biblioteca de Comfamiliar y el Banco de la República en Pereira, así como en distintos barrios y municipios como Santa Rosa de Cabal y Dosquebradas, además de espacios académicos en la Universidad Tecnológica y en la Universidad de Caldas, en Manizales.

 

 

La idea es afianzar conocimientos en dibujo y diseño, dentro del proyecto educativo, cultural y social que impulsa Cómic Sin Fronteras, dijo su director Nelson Zuluaga Hernández.

Así, dos acontecimientos del humor gráfico en Colombia se unen para el disfrute ciudadano.

 

 

Premio a los mejores

 

Este año, fueron distinguidos como los mejores en su especialidad:

Caricatura: Luis Eduardo León, de Bogotá

Gestor gráfico: José Campo, de Cali

Toda una vida: Carlos Alberto Villegas, ‘Petete’, de Calarcá

Autor completo: Álvaro Vélez, ‘Trucha frita’, de Medellín

 


 

Pereiranos caminaron su ciudad en el Día sin carro y sin moto

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En general quienes transitaron a pie  por el centro de Pereira manifestaron su aprobación a esta iniciativa.


 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

La ciudadanía en Pereira respondió al llamado del Día sin carro y sin moto.

Desde muy temprano, las calles se vieron despejadas de automóviles y otros vehículos particulares.

 

 

Podía caminarse con tranquilidad.

Después de nueve edicicones de vivir esta experiencia, -la primera fue en 2002, que siguió de forma consecutiva hasta 2004, y se reinició en el 2011 hasta este 2017-, los pereiranos han aprendido de las ventajas de utilizar métodos alternativos de transporte como la bicicleta.

 

 

Incluso desde Dosquebradas, que junto con Santa Rosa de Cabal y La Virginia hicieron parte de este llamado, las gentes acudieron a sus lugares de trabajo, de estudio o hasta de esparcimiento, en medios de transporte masivo.

En Megabús, taxi, bicicleta o a pie, se vio a la ciudadanía llegar al centro de la capital risaraldense.

 

 

A medida que avanzaba el día, el aire empezó a notarse menos denso.

Habrá que esperar los resultados que entregue la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder), sobre la disminución de la contaminación ambiental lograda con esta jornada.

Mientras tanto, los pájaros anunciaron que sí resultó efectiva la disminución del tráfico automotor.

 

 

 

Hacia las dos de la tarde, revolaban por la ciudad y entre los árboles, como amos y señores de un espacio que por lo menos por este día, volvieron a sentir de ellos, como en otros tiempos.

El ruido disminuyó a tal dimensión, que al atardecer podía escucharse el canto de los pájaros.

 

 

 

Quienes caminaban por el centro de Pereira manifestaron su aprobación al Día sin carro.

 

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En este recorrido realizado por LaCebraQueHabla por Pereira, puede verse la congestión vehicular que se vive a diario en la ciudad.

 

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Fue notable la disminución del tráfico vehicular. Por las calles céntricas de Pereira pasaban los articulados de Megabús, alguna que otra motocicleta, y los taxistas, prestos todos a movilizar a la ciudadanía.

 

 

 


 

 

Carlos Fernando Escobar, el diseñador que ha promovido por años la fiebre sobre ruedas en Pereira

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Un día, sin que nadie lo notara, brotó la fiebre. Los caminos empezaron a verse invadidos  por ciclistas. La historia de uno de ellos, que asumió el  pedaleo como rutina diaria  cuando el asunto era de unos  pocos.


 

Como un cardumen

Hasta hace poco más de una década solo se veía rodar en bicicleta a dos clases de personas: los mensajeros encargados de entregar los pedidos despachados por los comerciantes   y los ciclistas  aficionados  y profesionales que disputaban competencias o se preparaban para participar en ellas.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

La segunda clase nos dejó en la memoria un pelotón completo de héroes, recordados por su capacidad para escalar montañas tan duras como  El Alto de la Línea y El Páramo de  Letras.

Otros pasaron  a la historia por  las velocidades inauditas  alcanzadas en terreno llano. A esas estirpes pertenecen hombres como Ramón Hoyos, “Cochise” Rodríguez, Rafael  Antonio Niño, Fabio Parra, Luis  Herrera y Alfonso Flórez, para mencionar solo a seis entre un centenar.

Y un día, sin que nadie lo notara, brotó la fiebre.

Las calles de las ciudades, los caminos vecinales y las carreteras intermunicipales  empezaron a verse invadidos por hombres, mujeres y niños vestidos  con uniformes coloridos a imitación de las grandes marcas europeas.

 A lomo de una bicicleta  escapaban de sus rutinas y  se aventuraban en terrenos hasta entonces vedados.

 

Foto archivo particular
Foto archivo particular

 

Para utilizar una expresión cara a los mundos digitales, el asunto se volvió viral.

Fue entonces cuando empezaron a multiplicarse los almacenes de venta de bicicletas, de uniformes y de accesorios, así como los talleres de reparación y venta de repuestos.

Y, claro, también se hicieron notorias las diferencias  económicas. En la vía uno encuentra  bicicletas que van de los doscientos mil a los veinticinco millones de pesos.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

De cualquier manera los ciclistas se volvieron legión.  Unos buscaban aliviarse de las fatigas y tensiones propias del  trabajo diario. Otros atendían recomendaciones médicas. Un alto porcentaje buscaba recuperar o mantener la figura.

Otro tanto por admiración  hacia los grandes ciclistas del país  y del mundo.

Y unos cuantos más por el simple placer  de vencer distancias a pedalazos y, de paso contemplar los verdes del paisaje. Ah… y falta el grupo de quienes solo querían imitar a todos los  anteriores.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

Lo que antes era la ocasional presencia de un ciclista solitario se volvió  un cardumen, una masa de colorido y sudor.

A alguno de  esos grupos- o a todos- pertenece Carlos Fernando Escobar, cuarenta y cinco años, diseñador, profesor en Areandina, padre de una niña llamada Renata  y fundador de la revista EnBici, en compañía del publicista Jorge Alberto Marín,  hoy presidente de la Cámara de Comercio de Santa Rosa de Cabal.

 

Cuesta arriba

“Soy de Manizales y  de niño aprendí a manejar la bici en esas calles empinadas en las que  me creí alguno de los grandes de la  época. Eran los días en que  de Europa llegaban noticias acerca de las  hazañas de Eddie Merckx o  Felice Gimondi. Fue en esas calles donde me pegué los primeros totazos que, sin embargo, nunca me hicieron desistir.

Al contrario: cada raspadura ardiendo en  los codos o las rodillas era un reto para seguir pedaleando con más ganas. Desde esos días pienso que quien aprende a montar bicicleta en Manizales puede hacerlo en cualquier parte”.

 

Foto Archivo Particular
Foto Archivo Particular

 

Y razones no le faltan, porque Carlos Fernando se sabe de memoria las rutas que rodean a Pereira, la ciudad  a la que llegó a vivir hace catorce años.

Algunas veces toma la carretera hacia  La Florida, que discurre apacible a orillas del  río  Otún, hasta que se empina en una pendiente que lleva hacia el sector de El Manzano.

Diestro como es, le imprime a cada pedalazo la dosis de fuerza apenas necesaria para   alcanzar la cima. En el recorrido deja en el camino, uno a uno, a un reguero de novatos que jadean, traspiran y se tocan  el vientre  a cada minuto: síntomas inconfundibles de quien está a punto de desfallecer.

Más  sabe el diablo por viejo, dicen.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

“En este cuento es vital la dosificación de fuerzas. He visto cientos  de veces  a personas que salen disparadas como ráfagas y a  las tres cuadras las encuentro sentadas a la orilla del camino.

Es algo muy curioso: se supone que montan en bicicleta para escapar a los afanes del día o la semana y resulta que  en la ruta están igual de ansiosos por llegar a una meta que no existe.  Por eso hay que salir tranquilo, sin afanes y con la mejor disposición para disfrutar el recorrido. Si no se tiene eso claro es mejor quedarse en casa o dedicarse a otra cosa”.

 

Amor de estudiante

En sus tiempos de  universitario revoltoso, Carlos Fernando llegaba a  clases en su bici, cuando eso todavía no se  estilaba mucho. Incluso  había una cierta discriminación.

El que se mueve en bicicleta no tiene ni para el bus, era más o menos el prejuicio dominante.

Sin embargo, gracias  a esa rutina adquirió unos músculos duros que le dan un aire de armazón de hierro a su contextura flaca. Alto, de  uno con ochenta y cinco de estatura, lleva los brazos tatuados a la usanza de una época proclive a decorar el cuerpo.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

“Cuando uno se acostumbra a moverse en bicicleta, ésta se le vuelve una extensión del cuerpo. La bici  da una autonomía, una agilidad y una libertad de movimientos que no proporcionan otros vehículos. Es una especie de liviandad en medio de un tráfico siempre pesado.

Supongo que de ahí viene una asociación de imágenes que siempre me ha acompañado: la bicicleta y los amores de estudiante. Porque los amores de esos  tiempos poseen características similares: ligeros, pasajeros, sin compromisos. Como en bici ¿no?”.

 

Buenos vecinos

Ya instalado en Pereira en el año 2008 tuvo ocasión de participar en la creación de uno de esos periódicos sectoriales que cobraron fuerza al finalizar los años  ochenta, como respuesta a las necesidades de unas ciudades en  constante crecimiento y, por lo tanto, fragmentadas y dispersas.

“Esa condición  fragmentaria hace que la gente se sienta  desconectada. Entonces pide espejos, medios para reencontrarse. Es ahí donde los canales locales  de televisión  y los periódicos sectoriales  cobran importancia.

En mi caso se trató de ‘Vecinos’, una publicación impresa y digital enfocada   a registrar las noticias y a contar las historias relacionadas con el área de influencia de la Universidad Tecnológica y la Avenida  Circunvalar.

Desde mi condición de diseñador pude asomarme a distintas facetas de esas comunidades  cuya existencia no sospechaba. Descubrir, por ejemplo, que a  tres cuadras  de viejas mansiones viven familias enteras en cambuches constituye  toda una revelación.

Sobra decir que algunos lugares, descubiertos y reseñados en principio por los periodistas y fotógrafos del periódico  pude recorrerlos después montado en mi bici”.

Pero  Vecinos fue una de esa dichas efímeras  que se  desvaneció cuando quisieron abarcar la ciudad entera y el mercado no dio para tanto. Pero esa es otra historia.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

Una revista en la vía

Con todo, Vecinos le dejó plantada una semilla: la de contar  historias. Un día, recorriendo en su bicicleta la carretera que lleva a Mundo Nuevo, se fijó en una familia entera- incluidos nietos y abuelos- que  pedaleaba por una pequeña cuesta.

Mientras avanzaban en medio de una nube de polvo compartían anécdotas y reían al recordar sus pequeñas – y para ellos importantísimas- aventuras caseras.

Y entonces brotó la chispa: no existía en el medio  una revista que contara historias como esa.

“Ese día me puse a pensar en  la cantidad y en la variedad de personas que montan en bicicleta. Si uno lo mira solo por el lado de las profesiones, hay de todo y de todas las condiciones sociales y económicas: médicos, abogados, profesores, oficinistas, políticos, empresarios,  vigilantes,  mecánicos, policías, amas de casa. Cada una de esas personas tiene una  historia que contar, más allá de los motivos que la  empujan a salir a la calle y a la carretera montada en una bicicleta.

Necesitamos una revista que   les hable a los que montan en bici, me dije.

A finales de 2015 le  compartí la idea  a mi amigo Jorge Alberto Marín.

El hombre de una  la agarró al vuelo y empezamos a pensar en el formato y en los contenidos. Es más, de entrada le puso el nombre:  ‘EnBici’.

 

 

Empezamos a indagar y  encontramos un montón de revistas  orientadas a vender bicicletas y a mercadear eventos, pero ninguna a  pensar el fenómeno de la masificación de la bici.

Fue en ese momento cuando le encontramos la otra cara: sería una revista que contara  las historias y se aproximara a las realidades de los ciclistas que salen al campo, pero también tendría que ocuparse de  reflexionar sobre el uso de la bicicleta como aporte para mejorar las condiciones de movilidad en el área  urbana.

Y esto último abarca tanto el equipamiento y la infraestructura como las políticas públicas. En esas andamos luego de año y medio”.

 

 

Premio de montaña

Como todos los domingos, Carlos Fernando ya está en la carretera.  En esta ocasión se impuso una jornada dura. Salió de su casa, compró su provisión de bananos y tomó la calle 19 hasta alcanzar la Avenida del Río.

Al llegar allí giró hacia la izquierda rumbo al puente sobre el río Otún que lleva hacia La Badea  y hacia la Ciudadela del Café. Luego de  pasar por Pedregales tomó  la ruta hacia el barrio Málaga. Antes de llegar allí se  desvió hacia una cuesta que poco a poco se convirtió en una pared: Por allí se alcanza el Alto del Nudo.

 

Fotografías: Jhon Edgar Linares

 

El hombre levantó la vista y lo encandiló el sol de julio. Dos ciclistas cuarentones se detuvieron a su lado. Lo miraron, examinaron la cuesta y prefirieron seguir de largo.

Carlos Fernando se sujetó los pedales y acometió su propio premio de montaña.

Por algo dio sus primeros pedalazos en las empinadas calles de Manizales.